Capitulo 7


Ezequiel...

Después de varias horas estudio tome mi guitarra y me puse a practicar. Adrian estaba acompañandome, recostado a mi mesedora jugaba con mi telefono y con calceto, daniela no me responde.

Escuché varias veces que mi teléfono repicó pero decidí ignorarlo por un momento. Este fin de semana tenemos trabajo y tengo que ensayar mucho.

Lo miraba de reojo, noté que sonreía de forma significativa. Le pregunté quién fue el último que me escribió y me dio un retorcijon en el estómago cuando mencionó el nombre de Juliet. Me sorprendido mi reacción y fruncí las cejas extrañado.

Terminé el acorde ignorando lo que acaba de ocurrirme y la mirada fija de Adrian, me levanté de la cama, coloqué a Molly en su base y le arranque sin previo aviso mi teléfono de las manos metido de Adrián.

Le lancé una mirada asesina cuando ví que estaba leyendo mi chat con la venezolana. Me sonrió malicioso y me preguntó si le iba a contestar el último mensaje que me dejó.

Pasé a la cocina, el tiempo que estuve solo leí su último mensaje.

Juliet ( Venezuela) : zequiiii conseguí trabajo!!! Estoy tan feliz🙈.

Intenté responder pero Adrian apareció y lo dejé para después.

Él no dejaba de mirarme, de sonreírme de manera pendeja mientras sacaba de la nevera lo qué usaría para hacer mi cena.

-¿Que? - ya estaba irritado.

-¿No me vas a contar nada de la venezolana?

-¿Y como que quieres que te diga?

-Bueno no sé, ¿como por qué te has puesto nervioso cuando te la mencioné?

-¿Por qué habría ponerme nervioso? - cerré la puerta de la nevera y lo miré directo a los ojos -, si usas la memoria tengo novia y estoy enamorado de ella.

-Esas cosas pueden cambiar.

-Conmigo no - aseguré y comencé a picar las patatas. Hoy me voy hacer una tortilla española.

-La Venezolana es muy bonita - seguí picando las papas-. ¿O no te parece?

-Si, lo es pero no es mi estilo - sonó duro hablar de esta manera, que no me hizo sentir nada bien. Pero estos idiotas desde que Juliet apareció no han dejado de molestarme y más ahora que mi relación es...abierta.

-Oh, mierda - se llevó una mano a la cien -. Olvidé que estoy hablando con el chico que solo le gustan las mujeres rubias de ojos azules.

Rodé los ojos.

-Yo teniendo esa oportunidad que me ha dado mi propia novia, no perderia la oportunidad de ligarme con cualquier chica, incluso la venezolana - negué con la vista clavada en las patatas-, yo si lo haría sin remordimientos.

-Tu pero yo en cambio respeto a mi novia - dije irritado.

-Sigues creyendo que ella lo hace contigo - volví a blanquear los ojos -. Si ella te pidió que tuvieran una relación abierta despues de casi un año de noviazgo sin problemas ¿No te has puesto a pensar que es porque ya ocurrió algo y para no sentirse culpable, ideo esto? ¿Por qué no lo hizo el año pasado cuando se separaron?

- ¿Y que me sugieres? - dije notablemente molesto -. Que me acueste con quién se me atraviese en el camino así por así. Solo porque nuestra relación es liberal. Porque si ella lo hizo yo también.

-Yo lo que quiero es que dejes de ser tan ciego y veas la realidad. Mientras tú estás aquí cumpliendo como el novio respetable que eres, ella seguramente ya se ha acostado con media universidad y está esperando que tú caigas para después decirte que conoció a alguien.

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire.

-¿No te parece, extraño?

-Si, un poco - dije después de un profundo silencio -. Ella...quiere que conozca a alguien cuando el año pasado, no quería irse porque le daba miedo que me gustara otra chica.

-¿Ves?

Apreté los puños.

-¿Por qué no es sincera? - negó apretando los labios -. Si ese fue el acuerdo ¿por qué no me lo dice?

-Mierda, zequi - el filo del cuchillo llegó hasta mi dedo y me hizo un corte profundo. La indignación que yo sentía no me permitia sentir.

-Estoy bien, tranquilo - hice un torniquete y seguí como si nada, porque no sentía nada.

-Ya te lo dije, está esperando que le digas que te acostaste con alguien para confesar que también lo hizo.

La cena fue amarga para mi, no contesté el mensaje de Juliet porque no estaba de ánimos. Las palabras de Adrián no han dejado de rondar mi mente.

Sé que él si sería capaz de liarse con cualquier chica si estuviera en mi lugar pero yo no, joder. Estoy tan enamorado de Susan que no me puedo mirar ni desear a nadie que no sea a ella.

En mi universidad hay mujeres que parecen diosas pero para mí son alguien más. Una simple tía caminando de arriba abajo.

Hacerlo con una otra chica tiene que ser alguien como ella o mejor que ella, alguien que esté en mis pensamientos y en mis sueños. Lo veo difícil pero eso sucedería si conozco a alguien así.

Me levanté temprano para ir a trotar antes de irme a la universidad. Lo retomé hace poco. Solía hacerlo cuando era más chico, cuando mi padre me obligaba a entrenar desde muy temprano para que tuviera un mejor "rendimiento" para los combates. Sin importar como me sintiera me hacía levantar en contra de mi voluntad, bajo sus amenazas y muchas veces sin importar el clima.

Todo para ganar y al final aburrirme, no he vuelto a tocar mis guantes que aún reservo desde que me hice mayor.

Mis amigos del gimnasio me conocen, saben quién fui. A veces me dicen por qué no retomo el boxeo ahora que puedo mandarme solo. Lo he meditado y sinceramente el boxeo nunca fue lo mío, lo fue por un tiempo hasta que a mí padre se le subió la fama a la cabeza.

Mi pasión ha sido la música y siempre lo va ser. Sé que no será un camino fácil pero sé que nuestra banda surgirá, dentro de algunos años. Así como lo hicieron Coldplay. Tengo fe en ello y si no, al menos tendré la satisfacción que hice lo que me gustaba, lo que más amaba desde niño.

Entre a una cafetería pequeña llamada Aroma a café. Tenía que recargar energías y sé que unos buenos pastelitos me reactivará. Nunca había entrado a este lugar, ya me habían comentado de él, dicen que todo lo que venden es muy bueno.

-Bu-buenos días - me habló una voz que me pareció muy familiar. Levanté la cabeza del celular y mis labios formaron una sonrisa automática al ver quién se trataba.

Juliet.

-Zequi - exclamó sorprendida.

-Juliet.

-Que sorpresa - sonrió ampliamente y en ese preciso momento recordé su mensaje.

-Anoche leí tu mensaje y perdona no haberte contestado, es que estaba ocupado.

-No vale tranquilo no pasa nada, me lo supuse.

La miré de arriba abajo.

-Lindo uniforme - dije después de observarla -. Te queda bien.

-¿De verdad? - me miró incrédula -. Yo siento que me queda gigante.

Negué.

-Gracias, igual - sonreí -. Lo malo es que me da alergia. La tela no se que tiene pero desde hace rato parezco un mono rascándome.

-¿En, serio?

-Es horrible.

Rei.

-Me alegra que por fin hayas encontrado trabajo, felicidades.

-Estoy más contenta que una lombriz - susurró divertida -. Ahora sí podré cómprame un suéter y devolverte el tuyo.

-Quedatelo.

Sus ojos se ampliaron y fácilmente sus mejillas se ruborizaron.

-Es-es tuyo.

-No, ahora es tuyo.

-Es tuyo.

-Tengo miles en mi armario.

Asintio divertida.

-Cierto, olvidaba que eras el chico de los suéteres.

Rei.

Alguien pasó por su lado, con el mismo uniforme y noté que asintió cómo asustada.

-No puedo charlar mucho en el trabajo - dijo bajito -. ¿Que vas a tomar?

Miré la pizarra.

-Quiero un café y tres pastelitos - me volví hacia a ella y veo que estaba temblando.

-Como si nunca hubiese atendido público - protestó entre dientes.

-¿Nerviosa?

-¿Se me nota? - detallé sus manos.

-Un poquito.

Soltó una risita sarcástica.

-En un momento regreso.

-Respira - le acondejé viendo que no dejaba de temblar. Rodeó los ojos frustración y entonces acerqué mi mano. La coloqué en la suya para darle un poco de tranquilidad, eso hacia mi madre cuando me ponía nervioso en los combates, no sé que tipo de magia utilizaba pero siempre lograba calmarme.

-Soy una tonta, ya he tratado con público.

-Pero no con público extranjero o si - negó echándole una ojeada a mi mano - . Tranquila, respira hondo y piensa que podrás dominar todo.

Asintió dedicándome una sonrísa y aleje mi mano. Apretó los dientes y susurró ya vuelvo antes de ir a atender otra mesa.

Me coloqué los audífonos, coloque una pierna sobre la otra y me metí en la aplicación de Disney Chanel para terminar de ver Tarzán por millonesima vez.

Cuando Juliet llegó con mi pedido, me sentí apenado hasta juré que estaba sonrojado. Ella había visto la pantalla de mi móvil y vi como sus ojos se abrieron de una manera indescifrable.

-Yo... este..

-¿Te gusta Tarzán?

-¿Tarzan? - balbuce.

-¿Te gusta?

-Yo no estaba viendo Tarzán - cerré los ojos unos segundos, que idiota -. Eso era fútbol, ya sabes, Real Madrid. Ronaldo el bicho. Siuuu.

-Jamás en mi vida había visto un jugador con un tapa rabo y guidandose en tiaras - aplaste mi mano contra mi cara -. ¿A qué equipo juegan?

Es obvio que me había descubierto mirando películas infantiles.

¿Por qué seguir desviandolo?

Soy un pendejo que intenta tapar el sol con un dedo.

-Me gustan las películas de Disney - confieso en voz baja, cauteloso con las mejillas mas rojas que mis calzones -. Solo que nadie lo sabe, tu eres la primera persona que me descubre y nadie puede saberlo.

Ni siquiera Susan tiene idea, que veo películas de Disney, Dreamworks o Pixar.

-Oh.

-Prometeme que no se lo dirás a nadie - le pido.

-De mi no saldrá ni una sola palabra, tu secreto estará a salvo conmigo - sentí que decía la verdad, que estaba siendo leal conmigo.

-Gracias.

-Voy a seguir atendiendo mesas.

-Si, sigue - dije cauteloso mirando a todas partes.

-Te veo al rato.

-Bueno.

Volví a mi posición inicial. Mientras comía miraba la peli pero de vez en cuando me distraía. Mi atención se desviaba hacia la venezolana que no ha dejado de caminar de arriba abajo atendiendo clientes que llegaban en manadas.

La observé con detalle, no lo había hecho porque nunca lo hago con ninguna chica, lo hacía cuando era más joven y era soltero pero ahora que tengo novia dejé de hacerlo. Pensé en Adrián, en sus palabras de ayer.

Traté de retratar una imagen de ella y yo dándonos un beso, llegando más allá, a lo más extremo y no veo haciéndolo.

Y no por lo que había dicho el idiota acerca de mis preferencias.

Sino porque no me sale, no me veo en ese papel, no me veo besando a otra que no sea a mi chica.

Con o sin el acuerdo, no lo visualizo.

Hoy no hemos hablado. Anoche tuvimos una pequeña conversación de prácticamente de un minuto. Quería contarle que el fin de semana íbamos a tocar en una boda pero apenas toque el tema porque ella estaba algo apresurada, tenía que estudiar.

Tenía esperanza que me llamara hoy pero no he recibido el primer mensaje.

Siento que este año estamos mas distanciados. Al menos yo lo veo así. Entiendo que la universidad te quita tiempo y que cada vez que avanzamos las cosas se vuelven más difícil, hay más tareas,trabajos, entregas, horas de desvelos lo comprendo, pero veo que después que llegamos a ese estúpido acuerdo la siento alejada de mi.

Quiero creer que es por la universidad y no porque está enamorada de otra persona.

-¿A que horas sales? - pregunté a Juliet , ella estaba cerca de la caja. La chica que atendía, no dejaba de mirarnos.

-Ocho de la noche.

-Bien - concluí y noté que su expresión cambió con mi tono de voz-. Me avisas cualquier cosa. Adiós Juliet.

-Si... chao.

Dejé la llave en la encimera de mi apartamento y caminé directo a mi cuarto. Me quité la ropa en un segundo y me metí a la ducha. Cerré la mampara, abrí la llave de la regadera y dejé que el agua me mojara el cuello y el pecho.

Tomé el jabón y comencé a frizar suavemente por la piel. Eché la cabeza hacia atrás para mojar mi cara y me quedé un rato así. Me encanta la sensación.

Después de imaginar un concierto en el estadio Wembley, salí envuelto en una toalla hasta la cintura. Cerré la ventana de mi habitación para que la pervertida vecina no me viera vestirme y dijera cosas sobre mi pito y mi culo.

Me coloqué un suéter, este era cosido y tenía robots en el desierto. Subí la cremallera del pantalón. Levanté la cabeza, miré hacia mi móvil que había dejado sobre la cama y pensé dubidativo si verlo o no.

Prensé los labios cuando vuelve a sonar. Me dejé tonterías y contesté la llamada de susan.

-Nena.

-Amor - mi sonrisa se esfumó en un parpadeo por el tono de su voz serio -. Sucedió.

-¿Qué, sucedió?

-Lo que ya sabemos.

-¿Qué?

-Ezequiel, tu sabes.

-Para saberlo tengo que ser adivino.

Bufó.

-Yo...anoche me acosté con un chico en la fiesta de Maite - dijo pausadamente, cerré los ojos con fuerza y me dejé caer en la cama, sin aliento -. Fue algo del momento, te juro que no fue nada más allá. Sabes que te amo, esto no cambiará nada. Solo fue sexo.

-Si me amarás no te acostaras con nadie.

-Zequi - reprochó -. Es solo sexo. Si tú llegas a hacerlo no me afectaría en nada, porque se que me amas y se que fue por el momento. Somos humanos y tenemos debilidades. Mira...- suspiró-. Estoy siendo sincera y clara contigo. Para eso hicimos el acuerdo de una relación abierta.

Me quedé callado.

Me ardian los ojos.

-Zequi.

-Hablamos después.

-Amor - apreté los puños y la herida de mi dedo se abrió. Comencé a botar sangre -. Zequi.

Respiré hondo y me froté los ojos.

-Hablamos luego.

-Bebé- le colgué, encerré el teléfono alrededor de mi mano y lo apreté con fuerza hasta sentir que se quebraba.

Jane...

Terminé exhausta, me dolían los pies y la espalda la sentía toda maltratada. Por suerte Mateo y Simón los chicos de Colombia se ofrecieron llevarme. La verdad que los concejos de Gina me está ayudando más de lo que hubiese imaginado.

He luchado contra mi miedo, y mi dificultad para socializar. El hecho de estar aquí, sola, me ha obligado ha cambiar, evolucionar como persona.

Ejemplo está Stephanie y Ezequiel. Siento que con ellos di un gran paso. Ellos son como el inicio de esta Jane que está cambiando.

Me gusta, a veces me agobio y me da miedo - como toda persona asocial y retraida -, porque no estoy acostumbrada hacer amigos de esta manera. Interactuar como si ya los conociera tal como hacia mi ex-mejor amiga mientras yo solo me quedaba a observar y sonreír, por eso mi lista de amigos es tan larga.

Caminé varios pasos con las manos metidas debajo de mis axilas cuando escuché alguien detrás de mi. Giré por instinto llevando mi bolso por delante de mi.

Alguien rió y me hacia ademanes con las manos para que me calmara. Cuando reconocí el rostro de la persona que casi me provoca un infarto.

-Soy yo.

-Pensé que era...

-¿Un ladrón? - sonrió divertido -. Tranquila, aquí no sucede eso, puedes andar por las calles sin ningún peligro.

Sonreí falsamente.

-Recuerda que si necesitas ayuda, sin pena me llamas - volvió a señalar el mismo edificio de anoche -. Vivo en aquel, piso seis apartamento 10.

-Gracias.

-Podemos charlar - mantenía mi sonrisa falsa, mientras por dentro deseaba liberarme de este tipo.

Hay algo que no me da buena espina con él. Es la segunda vez que me lo encontro y vuelve hacer la misma propuesta.

-Muchas gracias.

-Ya sabes.

Asentí y finalmente se marchó. Ingresé al edificio antes que se le ocurriera devolverse y subí las escaleras rápidamente.

Stephanie tenía la sala ocupada con su sed de maquillaje. Se estaba maquillando y dejó de hacerlo para caerme encima y saludarme con un abrazo de oso.

-¿Como te fue cuéntame? - dice interesada llevándome al sofá.

Tomé su cojín favorito y lo coloqué sobre mis piernas.

Me quité los zapatos y le mostré mis pies adoloridos.

-Bien - le dije cansada -. Solo que estoy agotada.

-¿Quieres un masaje?

-¿Ah? ¿Que? No, no, yo solo - y se fue de la sala para regresar con un pote enorme de crema.

Ni me dió tiempo de decir nada. Stephanie tomó mis pies, los colocó sobre sus piernas y empezó hacerme masajes que con toda la pena del mundo no pude resignarme.

Le conté como me había ido en mi primer día. Entre bien y mal. Recibí un par de ofensas por parte de los clientes que no querían ser atendidos por mi y por los colombianos, los cuales ya estaban acostumbrados al rechazo de la gente.

La propina fue buena, mis bolsillos se llenaron un poco. Tenía varios dólares y también euros. Creo que podré pagar el alquiler.

Después de aquel increíble masajes me sentí mucho mejor. Cenamos pizza, hablamos un poco en el sofá y después cada quién se fue a su habitación.

Debajo de mi almohada saqué mi diario. Pasé las páginas y comencé a escribir lo que ocurrió en el día. Obviamente no faltó Ezequiel, porque me he dado cuenta que dónde quiera que esté él siempre aparece, casi como un superhéroe, salvando el día.

Está vez no lo salvó pero me hizo sentir mejor, más tranquila. Su aura es así. Me he dado cuenta de eso, quizás ese sea su poder. Hace sentir mejor a las personas.

Lo que me llamó la atención fueron las cicatrices en sus nudillos, tenía varias marcas y no es la primera vez que las veo. Me preguntó que le habrá pasado.

Terminé de escribir las últimas anécdotas del día y lo metí debajo de la almohada. Di un largo suspiro mirando el techo pensativa y me di la vuelta. Tengo puesto el suéter de Ezequiel y tontamente me lo llevé hacia la nariz.

Todavía mantiene su deliciosa fragancia y creo que me he vuelto algo adicta a él. Porque antes de dormir la pego a mi nariz.

Me encuentro en el trabajo y veo que Mike ingresó. Mis nervios se dispararon inevitablemente. Mateo lo atendió enseguida. La mala sensación dentro de mi apareció de nuevo.

Atendí las mesas que me correspondía intentando que no me reconociera, dándole la espalda las veces que pude.

Los chicos colombianos me miraron extraño pero no me importaba, hay algo que no me gusta en ese chico.

Permaneció un largo rato allí, bebiendo de su café hasta que finalmente se marchó. Respiré de alivio y pude seguir con mi trabajo tranquila.

Tenía la esperanza que Zequi apareciera. Stephanie lo hizo como a eso de las tres de la tarde, platicamos un ratito y después de marchó a su trabajo.

Él ayer se despidió de mi muy extraño, fue demasiado seco. Hoy le envié un mensaje para saber cómo está y no me contestó, volvió a dejarme en visto.

¿Qué le sucederá al chico de los suéteres?

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