Capitulo 42
Janette
La madre de Ezequiel amenazó con demandar el puesto de café si permitían que siguiera trabajando allí. Formó un escándalo en dónde me apuntaba y expulsaba toda su mierda. No puedo decir otra cosa pero eso fue lo que ha dicho. Varios comensales la criticaron diciendo; que este pais es libre para todos y ella no era la dueña para exigir que me saquen.
A pesar que ese grupo de personas que me defendieron y que Tamara se impuso ante la idea de echarme. Rosmery mantenía su palabra de denunciar el establecimiento alegando; que es pésimo servicio, que la comida era nefasta y que habían ratas.
Estaba fuera de control.
Tamara intentó no dejarse intimidar, no dejarse doblegar por sus amenezanas. Sin embargo tuvo que hacerlo. Porque la vieja loca llamó a un supervisor y mi jefa no le quedó más remedió de echarme.
Con todo el dolor del alma.
Me despedí de mis compañeros de trabajó. Leidy, matteo y Simón. Personas que no olvidaré jamás. Tamara no sabía cómo disculparse, estaba muy apenada y me aclaró que no todos españoles eran así.
Lo sé, hay seis españoles y una italiana que me lo demuestran todos los días.
Fue duro despedirme —pese de todo lo que vivía a diario —no fue fácil decir a dios al lugar que me abrió las puertas, a mis compañeros y sobre todo a Tamara a quien no le importó mi nacionalidad y no me alcanzará la vida para agradecerle.
Cuando entré Edu estaba rodando por la sala. Se estaba cepillando los dientes y corría detrás de calceto quién le había robado un zapato.
Yo estaba tan alterada con lo que pasó que para mí fue difícil ocultarlo, Edu notó mi estado y le conté lo que había ocurrido.
Se colocó furioso y llamó a su madre por teléfono, justo en ese momento escuché que la puerta se abrió. Sabía que era Ezequiel por la manera de abrirla.
El pecho me dolía, las lágrimas no de dejaban de escapar de mis ojos. El hecho de volver a mi país me abruma demasiado y da escalofríos. Rosmery amenazó con reportarme si no me alejaba de sus hijos.
Ezequiel se me acercó y me preguntó varias veces que había pasado. Yo no podía hablar, estaba cohibida y perpleja, atemorizada. Lo único que pensaba era irme, antes que ella aparezca.
Cuando Eduard le cuenta a Ezequiel lo que ocurrió, se colocó muy furioso, la llamó en el acto y no sé cuanto tiempo duraron discutiendo pero no sé decían nada bonito.
Edu se sentó a mi lado, me pasó una taza caliente y me dijo que me lo tomara. Era té relajante.
La miré mi cabeza daban vueltas que creo que me hace falta mas que un te para calmar toda la angustia que tengo.
—Tu no te irás de aquí — demandó ezequiel.
—Es muy arriesgado.
—Esta es mi casa —recalcó —, y es mi vida, ella no puede entrometerse.
—Pero no estábamos hablando de ti — le dijo —. Es de Janette, si se queda, la va a reportar.
Un escalofrío recorrió mi piel y me apoyé en el hombro de Eduard quién enseguida me rodeó con su brazo.
El sofá se hundió. Sentí los brazos de Ezequiel que me alejaba de Edu para refugiarme en sus brazos.
—¿Y si le dices a tus amigos que le den posada? — sugirió edu, después de soltar un corta exclamación.
—Que se quede en la casa de la abuela.
—No zequi — cerré los ojos, mis lagrimas mojaban mis mejillas y me hundí entre sus brazos — . Es el primer lugar a donde ira ¿creéis que es tonta?
—Me cago en todo — exclamó por lo bajo — . ¡Mierda! no puedo creer que esto este pasando, en verdad tio, no lo puedo entender.
—Al parecer papá no es el único gilipollas aquí — sentí el peso de la mano de edu en mi hombro, de repente ezequiel pegó un saltito y me apartó de su cuerpo. Me dedicó una sonrisa como de alivio y se colocó de pie, murmuró un vuelvo enseguida y se fue a su habitación.
Eduard y yo nos miramos intrigados.
—¿Quieres mas té Janis?
Negue.
—Estoy bien así, gracias edu — acaricié su cabello castaño — , y que hacías de pie ¿eh? tienes que tener reposo — se miró el brazo herido.
—Estoy bien janis, no te preocupes — alcé la vista, su mano secó mi mejilla húmeda.
—Es...es hora que vaya haciendo mi maleta —susurré y me miró estático unos mini segundos. Ezequiel regresó, ví los ojos de edu se humedecieron y soltó algo entre dientes que no logré captar.
—Te irás a la casa de una amiga — informó con una sonrisa.
—¿A-amiga?
—Si — dice manteniendo su semblante — . Se- se llama Candela. Fue una compañera de mi instituto.
—¿La gorda bonita? — investigó Edu.
—¡La misma!— Zequi no salía del entusiasmo y comencé a sentirme disgustada por la forma en como se expresó de ella —. Está dispuesta ayudarnos. Es una locura porque hace años que no la veo y nunca me había hablado con ella en el instituto.
Asentí forzada y tragué despacio al percatarme de su mirada. Una corta sonrisa levantó la comisura de sus labios.
—Y dónde — aclaré la garganta con disimulo, su sonrisa se amplió hasta mostrar sus dientes —. ¿Dónde vive?
—Es a unas calles de aquí — contestó.
—Es mejor daros prisa porque mamá puede aparecer en buen momento — miré a Eduard, quién se veía curioso, cuando arranqué hacia mi habitación, escuché claramente como le preguntaba acerca de esa tal candela.
Comencé a meter la ropa dentro de mi maleta de forma desorganizada. El nombre de aquella mujer me puso mal y más en la manera como Ezequiel habló de ella.
Tenía problemas para pasar el cierre de la maleta. Gruñí, pelee con ella y casi, casi le suelto una grosería.
Me hice el cabello un recogido ya que el esfuerzo me hizo sudar. Tenía casi listo todo cuando Ezequiel ingresó a la habitación.
—¿Estas lista mo...?— se cortó así mismo —. Janette.
—Ujum.
—¿Quieres que me lleve está? — iba a decir no, pero eso iba a delatar mi estado de ánimo.
—Si, por favor —mi voz sonó tan fría, que él me miró enseguida.
—¿Qué tienes?
—Nada —respondí en el acto, entrecerró los ojos incrédulo.
—¿Segura?
Enarcó una ceja.
Lo sabe, lo sabe.
Obvio que lo sabe, la cara que tienes, es de celos a su máximo poder.
—Te siento... molesta.
—No para nada —negué con una sonrisa forzada —. Solo estoy alterada con lo que está pasando con tus papas y el hecho de estar en una casa de un desconocido me agobia un poco.
—Mmm —no sonó convencido —. Supongamos que no es que estás celosa y que la mención de candela no te ha disgustado.
—No —dije orgullosa y sentí su cercanía, lo miré de soslayo —. Estoy lista, podemos irnos.
Dejé caer la maleta al suelo, me subí el bolso a los hombros.
—¿Vamos?
—Jane.
—Eso pensé —me giré sobre los pies y antes de salir sus manos me detuvieron por la cintura, me rodeando, me llevaron hacia atrás y si cabeza se colocó encima de mi hombro — no estés celosa — sentí su mirada — . Aunque te admito que es muy sexy verte así, no tienes por qué estarlo. Después de ti no hay nadie más.
—No estaba celosa.
—Claro si y a mi me gusta el doblaje latino — asomé una sonrisa reprimida — no estés celosa ¿si? — besó sonoramente mi mejilla y sacó mi maleta junto a mi bolso mochilero.
Bajamos por el ascensor. En mis manos cargaba tres peluches Pokémon que me obsequió Eduard. En el recorrido de ascensor y hasta el carro no dejaba de quejarse y de disculparse. Se sentía mal y quería hacerme sentir bien. Ezequiel no dejaba de hacer lo mismo.
Por un momento quería que se callaran. Que me dejaran de hablar de sus papás. Quería silencio y pensar otra cosa que no fuera en ellos.
—¡Por favor ya no hablen más! — reventé y traté que no sonara ofensivo. Comprendía la impotencia de ambos. Pero ya no quería que se hablar del tema —. Hablen de otra cosa, lo que sea, lo que quieran. Me siento agobiada.
—Perdón — dijeron al mismo tiempo y desde ese momento el entorno cambió, la sensación de ahogo desapareció y me olvidé que mis ex suegros me odian.
El auto se detuvo frente a un callejón, frente a unos edificios viejos. Ezequiel informó que era en esa dirección y me pregunté si este era la casa de su amiga.
—Es por este callejón hasta el final.
—Zequi — habló Edu, quien también estaba como yo —. ¿Este es el lugar?
—Si, aquí es — respondió mientras tecleaba en su teléfono —. Candela, ya viene, bajemos.
Intercambié mirada con edu. Él también estaba perplejo.
—Venga, que candela nos espera.
Atravesamos el feo callejón. Me abracé a misma mientras detallaba las paredes ralladas, ventanales largos que daban vista hacía el interior como de una fabrica o algo así. Edu y yo nos acercamos para echar un vistazo llevados por la curiosidad y lo único asombroso que apreciamos fueron un par de sillas y mesas en mal estado.
Había humedad y un olor que no sabía distinguir. Era como orines de gatos con algo más.
¿En serio estaré aquí?
Mientras asimilo el asombro escuché una voz femenina suave y un acento bastante notable. Giré mi cabeza y aquel disgusto, rabia o molestia aumentaron de nivel al presenciar como Ezequiel besaba las mejilla de una mujer.
Era alta, delgada, piel blanca y cabello largo teñido de un intenso color morado. Era pecosa. A medida que nos acercamos podía apreciar cuando bonita es.
—Y lo que ella necesite no te preocupes, yo le daré todo — mi vista estaba en Ezequiel y ella —. Sé que no es un lugar para alguien como ella, que por cierto, es muy hermosa y no creí que fuera ¡latina! Amo los latinos, me encanta su cultura y su música. He aprendido a bailar hasta música de Brasil — hizo una pausa para respirar —. ¿Ya te dije que amo los latinos?
Ella parecía genial, pero ni siquiera sus halagos podían calmar la llama en mi pecho.
—Lastima que no eres Charizard— me dijo bajito Edu en el oído — porque ya hubieses quemado a estos dos con la mirada.
Abrí los ojos, y sentí que se me encogían las mejillas, giré mi cuello y Edu tenía una sonrisa cómplice de oreja a oreja.
Me sentí avergonzada, y actúe como si, no hubiese captado, consciente que claramente lo había hecho.
Ezequiel sonrió al verme y me tomó de la muñeca para presentarme. La chica de cabello morado me miró con aprecio. Se notaba sincero. Era varios centímetros más alta que yo, tuve que levantar la cabeza para mirarla a los ojos.
—Candela — pronunció con voz célebre — . Ella es mi amiga Janet — sus ojos grandes y redondos vibraron a la vez que alargaba una delicada sonrisa.
Era muy bonita y tenía las mejilla, pintadas de pecas. Olía fresco y limpio. Tenía un suéter negro. Leí la frase Nirvana, y usaba un mono pantalón azul.
—¿Mi... que? — se exaltó Eduard, casi que me deja sin tímpanos —. ¿Cómo que amigos?
—Janette — posó sus manos en mis hombros — . Ella es mi amiga Candela. Fuimos juntos al instituto.
—Por cuatro años — dice con emoción y empezó a relatar cómo era compartir clases con Ezequiel hasta que ella misma se interrumpió, como si hubiese dicho algo fuera de lugar.
De tantas palabras que soltó — porque la verdad no entendí — estudió con Ezequiel por cuatro años, era gorda, le gustaba escribir y siempre se sentaba detrás de Ezequiel, ya que era alto y podía ocultarse porque le daba pena que la vieran, que Zequi le pedía prestado los borradores y no se los devolvía y hasta ahí, de allí en adelante fue indescifrable.
Dicho esto pasamos a lo que será mi nuevo hogar. Era un espacio mediano de una sola habitación. Había cocina, nevera, y una mesa redonda pequeña de lado izquierdo y del lado derecho, una cama matrimonial, mesas de noches de plástico, una alfombra rosa debajo de este. Habían afiches de personas, que a mí poco conocimiento, eran artistas. Habían uno en particular. Me acerqué para detallarlo.
Eran un chamo joven, como de veintitantos años, alto, delgado, cabello castaño y ojos verdes. Tenía un traje negro descubierto en forma de "V" dónde exponía su pecho y una mariposa negra que trazaba su tinta.
Él es...es... Stef lo menciona siempre. Harry Estilos.
Las risas y las señalización recayeron sobre mi por parte de los hermanos cuando mencioné al artista. Al principio creí que lo había dicho mal pero Candela los regañó a ambos y me corrigió como debía decirlo.
—Él fue miembro de One direction, una banda famosísima — me contó con amabilidad y cierta hiperactividad —. Yo la amaba, bueno la amo y todavía sigo escuchándolos. Porque una fan jamás deja de ser fan.
Y por más de un minuto me contó la historia de ellos y volvió hacer el mismo gesto.
—Por favor no me hagáis hablar porque si dais cuerda no hay quien pare — me miró con pesar — y vas a querer huir y menos de veinticuatro horas — y me hizo sentir incomoda cuando se inclinó hacia mi — y no creo a Ezequiel le guste. Me pidió que te cuidara y te brindara en todo lo que necesitaras que él se hacía cargo, que fuera un poco paciente contigo porque los cambios podrían afectarte — pasó su brazo por encima de mi hombro con mucha confianza —. Se preocupa mucho por ti y babea por ti.
Sonreí cabizbaja y con aquella aclaración, algo pesado dentro de mi se libero.
Los celos.
—Te quiero enseñar dónde vas a dormir, ven muñeca.
Al fondo de este cuarto, había una cama sin sábanas, únicamente almohadas y una mesa de noche de madera. Me llevó hasta allí y el olor a nuevo invadió mis fosas nasales.
También había un closet de madre negra con un espejo largo en una las puertas y un televisor.
—Todo esto lo mando a comprar Ezequiel — me puso al tanto —. Voy por algo ya vuelvo. Están en sus casa chicos.
Y se fue.
Mi cabeza estaba procesando todo. Observando lo que Ezequiel había comprado. Lo más seguro que duraré poco tiempo aquí y no sé si me parece exagerado lo que hizo o no.
¿Cuándo me vaya a dónde irá a guardar todo esto?
—¿Alguien me puede explicar una cosa? — preguntó Edu en el instante que abrazo a Ezequiel.
Le agradecí desde lo más profundo de mi alma por todas las cosas que a hecho por mi. Es alguien que vale la pena. No comprendo cómo Susan pudo hacer esto a él.
—¿Por qué eres tan feo y yo salí tan hermoso? — lo vaciló.
Soltó una risa sarcástica.
—Tu sabes que el más guapo de los hermanos, soy yo.
—Si, claro, claro, lo que digas.
Edu negó con una mirada desaprobatoria y entonces preguntó:
—¿Ustedes ya no son novios?
—¿Qué te hace pensar eso?
—Desde que amanece hasta que anochece ustedes se la pasan besuqueándose, abrazándose, pasando el rato y he observado que no se han dado ni el primero — intercambié una mirada fugaz con Ezequiel —¿ y desde cuánto tu le dices a Jane, Jane? ¿No era Julie o July?
—Porque...
—¿Y tu diciéndole a Zequi, Ezequiel cuando a él le explotan los huevos si le llaman por su nombre completo? — me apuntaba, su cara de confusión e intrigada.
—Bueno porque...
—¿Están enojados? — lo silenció, Ezequiel gruñó entre dientes. Edu lo miró de forma acusatoria —. ¿Qué le hiciste a mi cuñada? No me digas que volvió a aparecer la arpía de Susan, la cola cuernos, la...
—No Edu — lo corté, me causó gracia ver su cara perdida — Ezequiel y yo terminamos...
—Por tiempo limitado — intervino él posicionándose a mi lado, con un brazo alrededor de mis hombros — . Lo que quiere decir que ninguno de los dos esta disponible.
Sacudió la cabeza y al mismo tiempo que sus manso.
—Luego entenderás —Ezequiel palmeó su hombro y dejamos el asunto de nuestro rompimiento y empezamos a desempacar.
Entre Ezequiel vestimos la cama, Edu sacaba la ropa de mi maleta y empezó a burlarse de mi ropa íntima. Entre risas y bromas terminamos de acomodar lo que mi nuevo espacio.
Quedamos sentados en la cama hasta que Candela regresó. Era el momento de los chicos irse y creo que ella también.
Mis pensamientos me abrumaron.
¿Me quedaré sola?
Al parecer si y siento que quiero llorar al mismo tiempo quiero gritar.
Vieja loca y sus prejuicios.
—Trataré de venir — dice Ezequiel, sonó dudoso —. yo... me tengo que ir a la universidad y me reuniré con unos compañeros en la tarde.
No dije nada.
—Estarás bien aquí Jane — dice apretando mi hombro.
—Ella no le faltara nada — aseguró Candela, quien también se iba — me pueden dar un aventón hasta el trabajo por favorcito.
—Estaremos conectados — apremió Ezequiel, se mostraba angustiado — no estarás sola.
Asentí sin remedio.
—Entonces nos vamos —vuelvo a sentir, los miré y nos dimos un abrazo entre los tres. Me despedí de los tres, caminé hasta la cama y me dejé caer en ella. Cerré los ojos, crucé los brazos sobre mi frente y dejé escapar mis lágrimas.
El vibrar de mi teléfono me sacó del ensueño. Abrí los ojos, enfoqué mi teléfono y lo tomé.
Gina.
Me incorporé enseguida con el teléfono en la mano. Era una llamada entrante. Dejé que repicara un par de tonos más y con suspiro pesado contesté.
—¡Prima bella! — esas son sus primeras palabras y su voz me hizo sentir acompañada.
—Hola, primita — dije, el alivio es grande y desee que no me colgara tan rápido. Por suerte así fue.
Estuvimos hablando, nos actualizamos de todo. Le conté todo. Y como todos me dijo que era la mejor decisión que habia tomado con respecto a mi relación con Ezequiel.
En resumen descargué todo lo que tenía dentro en ella.
Dejamos el tema de mi conflicto y nos adentramos al tema de la universidad. Me comentó sobre ella, cosa que me emocionó al cien, y también acerca de un curso de inglés. Casi no le entendí porque me dijo que quedaban pocos cupos.
—Pensé que podría ayudarte cuando estés aquí — dice —. Además de que, te puedes ir acostumbrando como vivir aquí. Al principio pega un poco pero con el tiempo te vas a acostumbrando. Te vendrías el viernes y comienzas el lunes. Sé que me dijiste que no vendrías hasta diciembre pero no quise desaprovechar esta oportunidad. Claro si quieres.
Quedarme implica mi seguro retomo a Venezuela y yo no quiero regresar, menos cuando el único ser que me aprecia es mi padre y no solo eso. Si me quedo lo más seguro es que no salga de allí a como están las cosas allá.
Suspiré, me pasé la mano por el cabello y remojé mis labios.
—Si prima, si quiero.
Ezequiel...
Han pasado varios días desde que todo este conflicto empezó. He ido a visitar a Janette. Me molesta que no pueda acompañarme a la premier de la película, de verdad, me enfada que las cosas entre nosotros sean de estás manera.
Es extraño verla como amiga después de todo lo que hemos vivido. Limitar mis impulsos es una tortura. Quiero abrazarla, besarla y disfrutar junto a ella cada minuto.
Todo se ha reducido a miradas furtivas y deseos reprimidos.
He notado una actitud extraña en Janet, he visto que se me queda viendo por largo tiempo. Cada vez que hablamos ella intenta decirme algo, como si quisiera contarme algún secreto. He tratado de ser estratégico. Sin embargo no me dice nada y quisiera saberlo, ya que me tiene intrigado.
Ella estaba en el baño y no se que era peor. La espera de un puto resultado o su comportamiento. Estábamos solos. Candela trabajaba. Todos ya se enteraron de nuestro rompimiento y no han dejado de echarme la culpa, una y otra vez.
Como si no es suficiente la mierda que cargo encima.
A mí madre le dió gusto enterarse que Janette ya no vivía con nosotros. Fue muy decepcionante verla como me decía que era la mejor decisión que había tomado, ya que Janet, no estaba a nuestra altura y todas esas mierdas.
Y lo más ilógico del mundo. Es que mi abuela me confesó que mi madre es latina.
¿Qué mierdas?
Ella lanzando mierda a mi chica cuando por sus venas corre sangre boricua y lo más indignante es que mi abuelo es latino.
¿Cómo se atreve?
La puerta del baño se abre y el sonido me sacó de mi nube de pensamientos. La cama se hundió y entre mis manos cruzadas dejó el dispositivo de embarazo. Levanté la vista hacia ella, me susurró algo que no entendí. Regresé la vista hasta mis manos, leí el aparatito y vislumbré una sola linea.
—Una línea significa que no — apreté los labios con cierta decepción al mismo tiempo un aire de alivio corría mis venas —, yo...
—No te preocupes — dije volviendo mi vista hacia ella. Sus ojos se quedaron fijos en los míos, no pude evitar percatarme de su preocupación —. Janet no pasa nada, no estoy triste. Siento que es apresurado con todo el conflicto que hay y tener hijos ahorita es..
—Ezequiel —me cortó.
—¿Si? —dije desconcertado ante su interrupción.
—Me voy pasado mañana.
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¡Gracias por leer!
❤️❤️
Se les quieren.
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