Capitulo 34
Janet
Abrí los ojos y volví a cerrarlos por la luz incandescente de la naturaleza, me dolía el cuerpo y una rodilla sin razón aparente. Creí que iba a despertar al lado sobre Zequi. No me sorprendió que su cuerpo haya sido reemplazado por las almohadas.
Es muy típico de él.
Todos estaban en la mesa y detuvieron su conversación cuando me incorporé a al grupo. Zequi me hizo señas para que me aproximara y lo hice arrastrando los pies pesadamente. Sentía que la cabeza me iba a explotar en cualquier momento.
Me quedé a su lado frotándome los ojos tratando de acostumbrarme, al ruido, al olor y la luz, a todo. Las manos de Zequi prensaron mi cintura haciéndome vibrar un poco del susto. Me condujo hasta sentarme en su regazo. El calor de su pierna se mezclaron con las mías.
Parece loco, pero el único olor que puedo soportar en mi estado, fatal, es el de él.
—Buenos días bella durmiente.
—Podrías hablar más bajito —pedí de forma sutil para no sonar grosera.
—¿Cómo amaneces? — acató mi orden, su voz salió suave y dulce.
—Terrible — expresé adolorida —, me duele la cabeza. Siento que me va a explotar.
—¿Cuánto bebiste anoche? — investigó, y negué con la cabeza arrugando la cara. Una oleada de náuseas invadió mi sistema. No quería contestar pero Eduard lo hizo por mi.
¿Cinco?
¿Pero que era?
No sé, no escuché bien y tampoco quiero indagar. Solo deseo que me pase este dolor martillador que me está matando.
—Si no estás acostumbrada a beber no deberías hacerlo, July — reprendió y su voz sonó muy parecida a la que mi papá usa cuando me regaña.
Toda la vida lo hizo de una manera tan dulce. No me sentía juzgada o mal. Sabía que había cometido un error y procuraba a no volverlo hacer o tener más cuidado.
Muy contrario a mí mamá. Que me trataba con dureza y como si yo no tuviera derecho a equivocarme.
—Era el momento, ya, no me regañes. Gracias la gerencia — los demás rieron en murmullos. Escuché un click y levanté la mirada. Adrián sonreía detrás de su móvil.
Zequi lo miró intrigado, y este sonrió así mismo con un aire de interés.
—No me hagan caso.
—Nadie lo hará, créeme — dice odioso mi novio, tan él — . No eres tan interesante. Cómo este cereal.
—Muchas dicen lo contrario.
—¿Quién? — cuestionó de forma burlona —. ¿Tu mamá?
—No, Janette.
Su cuerpo se movió debajo de mi. Y vi la maldad de Adrián en sus ojos.
Hice una negación.
—Lo único interesante en su vida soy yo.
—Y Charles Letcrer — añadió, echándole más leña al fuego —. ¿O no Jany?
—Bueno...
—Oye — reclamó.
Rei despacio y tente su mano para entrelazarla con la mía. Pero me rechazó.
—Mejor toma esta pastilla y deja de pensar en tonterías — no dije nada, la verdad no tenía fuerzas para discutir.
—¿Qué hora es?
—Preocúpate por curarte — evadió.
—Es una de la tarde —contestó la voz de spencer y casi me ahogo con el agua. Zequi golpeó la mesa y Adrián le pegó directo en la nuca.
—¿¡Que!?
Casi salgo despedida de las piernas de Ezequiel pero sus manos sostuvieron mi cintura y me obligaron a quedarme.
—Ya me encargué de eso — aclaró y dejé de ejercer fuerza —. Hablé con Tamara. Ella llamó a tu teléfono, estaba preocupada. Le dije que estabas indispuesta, que no podías ir al trabajo hoy así que te dejó el día libre.
Por un segundo se me quitó el dolor de cabeza. Stef lo miró enternecida con las manos sobre su pecho. Spencer recuperaba el aliento y Adrián hacia corazones con sus manos.
Ignoré un momento que estaban allí. Hice un ademán para acercarme. Una sonrisa suave se dibujó en sus labios después de besar varias veces su boca y su nariz.
Miguel estaba recostado en su hombro dormido y Samuel miraba distraídamente el plato de conflakes o como le decimos nosotros. Conflei.
Miré el mío y aunque se veía delicioso, no me apetecía mucho.
—Anda come, lo necesitas — presionó para que lo hiciera de manera tranquila al mismo tiempo preocupada.
Agarré la cuchara sin mucha gana y traté de agarrar los aritos de colores secos — ya que no me gustaban cuando se mojaban mucho —. La textura se volvía babosa y...en pocos términos asquerosa.
Y es... horrible.
—Así que te vas —mencionó Samuel, después de un prolongado silencio. Quité la vista de mi plato y noté que a todos les había afectado el comentario.
Zequi gruñó, Spencer, Adrián y Miguel lo miraron con mala cara y Stef se llevó las manos al pecho. Eduard hizo una negación.
—Eh....— raspé mi garganta —. Si.
—¿Cuándo?
Mi mirada recayó en Stef. Quien ya tenía un mar de lágrimas.
—Si que es tonto —murmuró por lo bajo Zequi.
—... después del cumpleaños de Ezequiel —contesté con dificultad, con el pecho hundido viendo que stef no era la única afectada de la mesa.
—Se te va extrañar un mundo, Jane—dice Adrián con la mirada directa hacia mi. Noté que su voz se entre cortó y sus ojos eran solo cristal. Había una sonrisa disimulada y su mirada se perdió por un momento —. Recuerdo cuando llegaste aquí. Cuando nos pediste desesperadamente que te ayudáramos a buscar un hotel.
—Yo estuve allí —dice Miguel haciendo presencia —. Estabas tan desorientada y perdida, dolida por lo que te había hecho la guarra de tu amiga.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí los brazos de Ezequiel cruzarse delante de mi. Su cabeza estaba apoyada en mi espalda y me abrazó de una manera significativa que provocó que aumentara mis lágrimas.
—Recuerdo cuando llegaste a mi apartamento —siguió stef y comencé a reír con nostalgia. ¿Es enserio? — , creí que era una intrusa.
—Casi me mata con un zapato — revelé y todos se sueltan a reír.
—Fue la intrusa mas linda que haya conocido toda mi vida — Zequi me apretó más fuerte.
—Espero que jamás nos olvides —me apuntó Samuel con su cuchara de forma amenazante pero divertida —. y si un día regresas por aquí. Jamás dudes en buscarnos.
—No lo haré —sostuve sus manos y las de todos. Eduard también se integró y me sorprendió que Zequi no lo hay sorprendido —. Jamás creí conocer amigos tan especiales como todos ustedes. Si les soy sincera. Está Jane que ustedes conocen no se parece en nada a la que hace no se cuánto tiempo estuvo aquí. Si no fuese por mi prima Gina que se empeñó hacerme cambiar y salir del cascarón en el que estaba. Creo que no estaría compartiendo en esta mesa.
—Entonces... brindemos por gina — Miguel levantó la cuchara.
—Y por la primera resaca de Juliet — Dijo Zequi.
***
Terminamos de comer. Me fui al baño a darme una ducha y cambiarme de ropa después de curarme totalmente del dolor de cabeza. Los suéteres que me obsequió Ezequiel estaban usados y el único disponible era el naranja de mi tía.
Ni modo tocó.
Solo espero que Ezequiel no se ría.
Si como no.
Y por varios minutos fui la burla de todos menos Ezequiel. Sorpresivamente no hubo risas disimuladas o caras malintencionadas, tampoco comentarios que me hicieran molestar.
Fue al único que le gustó la horrenda prenda.
Fuimos a la terraza a pasar el resto del dia, ya que nadie asistiría a nada. Estuvimos allí no sé por cuánto tiempo pero puedo concluir que fue una tarde agradable, muy agradable. Poco a poco los chicos se fueron yendo.
Excepto Spencer y Samuel. Quienes se quedaron para ensayar. En tres días es su presentación en el festival y en ocho irán a Madrid a grabar las escenas de la película.
El aura de emoción se reflejó en sus rostros y no dejaron de comentarlo cada vez que lo recordaban.
Estuve con ellos un rato, escuchando lo genial que tocaban todos. Tomé fotos, hice videos con el teléfono y lo guardé en el álbum que había hecho Zequi para mi, ya saben con que nombre. Si, exacto. Con Moana. Y sinceramente no me molesta para nada, con su voz ronca se escucha genial.
—¿Qué haces? — la puerta se abrió y se cerró, levanté la vista del cuaderno y giré mi cuello hacia él.
—Escribo.
Hizo una mueca.
Rei.
—Escribo en mi diario —expliqué mejor.
—Espero que sea sobre mi — dijo con una sonrisa ladina.
—¿Y cómo de que escribiría?
—De lo genial que soy —dijo modestamente. Rodee los ojos. Mi corazón palpita emocionado cuando empezó a acercarse —.¿Puedo leer?
—Es un diario.
—Ya sé que es un diario —rodó los ojos exasperado— . Soy tu novio.
Sacudí la cabeza.
—¿Y eso qué?
—Lo que es tuyo es mío — comencé a reír falsamente —, y técnicamente ese es mi diario.
Volví a reír fingidamente.
—¿Sabias que un diario es privado?
—...si.
—¿Y que nadie debe leerlo? —sostuve — , ni si quiera mi mamá.
De repente aclaró la garganta y lo noté nervioso.
—¿Ni por error?
—¿Ah?
—Cuando alguien lee tu diario por error...
Entre cerré los ojos.
—¿Qué quieres decir?
—Nada.
—Que ha leído tu diario — dijo una voz de fondo y ambos intercambiamos miradas antes de girar hacia la puerta.
—¿Ah?
—¿Quién eres tu ? —masculló Ezequiel.
—Yo...—cerró la puerta detrás de su pequeño cuerpo — .Soy fernandito.
—¿Y? — dijo duramente — . Quien te dejo...
La puerta se abrió de golpe y un Eduard apresurado ingresó a la habitación, tomó al pequeño hombrecito de lindos ojos grises.
—Fer ¿Qué haces aquí?
—Buscaba el baño.
—Claramente esto no es el baño — bramó zequi mirando directo a eduard, que se puso a temblar — .¿Quien es este niño?
—Es...— tragó despacio y me miró como buscando ayuda, pero yo estaba igual de sorprendida que zequi. Aunque él estaba mas molesto que sorprendido — . Me están pagando para cuidarlo.
—¿Qué?
—Si.
—¿Y que pasó con la pizzería?
—Ven fer.
—Te despidieron — afirmó en un tono y en la forma que lo dijo. Hizo que Eduard tensara la mandíbula y me miraba arrepentido — , no me sorprende que lo hayan hecho. Se tardaron demasiado al darse cuenta la clase de escoria que eres. ¿Quién quieres un tipo como tu? apuesto que robaste dinero o te acostaste con la hija del dueño.
—Ezequiel —lo regañé, pero me ignoró y siguió tratándolo mal, rebajándolo y provocando que se le salieran las lagrimas.
— ¿Qué hiciste? — siguió, vi la impotencia de Eduard al no poder ni siquiera moverse, todo su rostro era lágrimas — , te encontraron fumando de tu famoso polvito blanco. Algo muy común en ti.
—¡Basta Ezequiel!
—N-nunca te lo diré —habló al fin, su voz salió dolida. El niño abrazó a Eduard y este lo levantó entre sus brazos — . Vamos ferchito.
Cuando quedamos solos, me crucé de brazos y me coloqué al frente molesta, totalmente en desacuerdo con su actitud tan horrible. Entiendo su molestia, entiendo su rencor, todo lo comprendo pero no era manera de tratarlo. Sus palabras fueron hirientes y me recordó tanto mas mis hermanos y también comprendí a Eduard porque se en carne propia que se siente que te traten como una basura.
—No debiste tratarlo así.
Rodó los ojos y se dirigió a la cama evitándome. Se tumbó sobre ella hasta arrastrase a las almohadas. Palmeó la cama con la mano haciéndome una invitación pero me plantee sobre mi sitio, dándole a entender que estaba molesta. Blanqueó los ojos al darse cuenta y se volteó dándome la espalda.
—Eres un infantil.
—Y tu no eres la mujer maravilla.
—¿La mujer maravilla?
—Todo lo quieres solucionar.
Negué.
—Le dijiste cosas muy feas e hirientes —remarqué pero decidió ignorarme leyendo mi diario.
Es un estúpido.
—Le dije la verdad.
—Pero no tenias que restregárselo.
—Si no le gusta que se vaya — dijo fríamente — . Yo sabia que no iba a durar mucho. Te lo dije. Eduard es muy predecible. Ahora falta que llegue la policía a decirme que lo detuvieron por droga por otras de sus mierdas. Estoy cansado. Él no va madurar y nunca lo va hacer, no mientras tenga quien le soluciones los putos problemas.
Remojé mis labios y me acerqué hasta la cama. Me miró de reojo y pasó la pagina fingiendo que leía pero sé que no lo hacia porque el diario estaba al revés.
—Entiendo...
—No, tu no entiendes nada jul — me cortó y retrocedí ante su tono poco agresivo — . Si lo hicieras no lo defenderías.
—No lo defendía.
—Si lo hacías.
—No — dije renuente — Lo que no me parecía era tu manera de hablarle. Ni siquiera le dejaste que te explicara.
—Ya nombré las posibilidades y de deja de defenderlo, no es un crio.
—Tu tampoco eres un niño y te comportas como uno —tomé una pausa y respiré hondo, no quería discutir y creo que él tampoco, porque dejó el diario para abrazarme.
Zequi levantó mi mentón y limpió las lagrimas que se me había escapado con el dorso de su mano. Me besó varias veces y me volvió a abrazar.
—Voy a ver que fue lo que ocurrió ¿vale? — no pude evitar mirarlo sorprendida —. Por favor disimula un poco.
Rei.
—Trátalo bien.
Hizo una mueca de la mala manera.
—Un poco.
—Haré el intento —rodeó mi cintura y me pegó a su cuerpo —, pero mas tarde ¿si? quiero estar con mi novia y que me haga cariñito en el brazo o en donde ella quiera.
Mis mejillas se tiñeron y cerré los ojos al sentir el impacto de su boca a la mía. Sonrió de forma juguetona y no pude evitar contagiarme de su picardía.
Solté un gritito y atajé su lucido rostro entre mis manos cuando caímos sobre su cama. Nos miramos unos segundos para volver a besarnos y acariciarnos. No me había percatado que mi chaqueta horrenda no la tenia puesta y él tampoco llevaba su camisa hasta que mis dedos bordaron sus cicatrices.
—¿Se irían todos? —preguntó echando la cabeza hacia atrás. Me miré y luego a él, mi respiración era agitada y todo dentro de mi era un mundo de emociones.
No podía ni emitir una palabra.
—¿A donde vas? — me miró juguetón, mis mejillas se tiñeron al rojo vivo.
— Asegurarme que no este nadie.
La temperatura de mi cuerpo bajó y me levante sobre los codos, zequi salió corrió hacia la puerta, casi volando prácticamente y no tardo mucho en regresar. Mi cuerpo se tensó, vi como dejó la puerta con seguro y se acercó hasta mi. Donde me dejó y ni siquiera tuvo el valor de moverme. Solo me había sentado.
—No hay nadie —tragué fondo —. Tenemos la casa para nosotros solitos.
—¿Para qué?—pregunté estúpidamente y eso lo hizo reír perversamente.
Es obvio que lo sabes, no te hagas la tonta.
Estoy asustada.
Ahorita pero en un rato vas estar fascinada.
Lo seguí con la mirada esta que llegó hasta mi. Mi retumbaba el corazón en los oídos y mi interior gritaba. Parece que ha llegado el momento y tengo que estar tranquila, que no se noté mucho mi inexperiencia, mis ganas de correr de esta habitación, mi hiperventilación.
—Oye tranquila no vas a morir —dice hincado de rodilla en frente de mi, sus manos estaban en mis muslos. Los acarició suavemente.
—Es...que...bueno.
—Si lo sé moana —acunó su mano en mi mejilla y me dio un beso cortó en los labios, soltó una risita cuando se alejó — . Si no lo deseas, no te preocupes. Podemos intentarlo otro dia. En tal caso podemos ensayar.
—¿Y cómo seria eso?
Y el ensayo pasó a mayores. Cuándo me di cuenta estaba oscuro, estaba medio desnuda y mi cuerpo ardiendo en llamas.
Las manos de Zequi subían y bajaban por todo mi piel. Acariciaron mis piernas, mi abdomen, mis muslos, mi cintura. Sus labios pasaron de mis labios a mi cuello, pechos, abdomen y mucho más abajo, más abajo. A mí zona más íntima.
Provocando millones de sensaciones, emociones, deseos y jadeos involuntario que no podía controlar.
—Shhh, te van a escuchar.
—¿Qué?
Se me detuvo el corazón.
—¡Me-me dijiste que se habían ido!— protesté —, oh dios.
—Es broma — sacudí la cabeza y apareció en mi campo visual con su risa encantadora —. Además si lo estuvieran ¿que pasa? No estamos haciendo de nada malo. Literalmente.
Le pegué en el hombro, mis mejillas eran solo carmesí.
—Es mentira Jul — se acercó a mis labios, gruñó juguetón —. estamos solitos.
—¿Me lo juras?
—Lo hago — acarició mi nariz con la suya. Entre abrí los labios para recibir sus labios pero se detuvo. Su mirada se desvió e hizo una mueca —. Alguien nos está mirando.
—¿Ah?
—Lo siento Charles no puedes ver esto — giré mi cuello hacia la mesita y mi muñeco funko estaba de espaldas. Me volví frunciendo las cejas confusa —. Es un niño.
—Si eres ridículo.
—Pero te encanta, soy muy genial.
—Si no hay de otra —dije maliciosa y aplastó sus labios contra los míos, estos sonrieron a la vez hasta que se fundieron un beso más profundo, mas sensual y más excitante.
Llevando nuevamente que mi cuerpo se hunda de un mar de emociones. Lo deseaba y sé que el también a mí.
—¿Lista?
Suspiré profundo, su amigo estaba tocando las paredes de mi intimidad.
La invasión vino después de haber comprobado que estaba lista con sus dedos quién observó con cierta fascinación.
Sentí una presión inquietante y dolorosa. Sus ojos estuvieron fijos en mi en el momento que me penetró. Se vieron a aterrados y preocupados en el instante que grité.
—Jul —mis ojos se humedecieron.
—Duele, Zequi.
—Es normal, mi Jul —dijo con una voz suave. Estaba quieto. Mis piernas rodeaban su cintura. Sus manos sostenían mis manos. —. Pero pasará, no te preocupes.
—¿Seguro?
Me dedicó una sonrisa encantadora y acarició mi mejilla con el dorso de su mano.
—Luego lo vas amar — afirmó —, me vas amar estar dentro de ti.
Rodé los ojos.
—No dejas de ser creído, ni en estos momentos.
—Esta en mi naturaleza.
—Tu naturaleza es ser un idiota.
Rió pícaro y aplastó sus labios a los míos.
—Y tenerlo dentro de ti, todos los putos días.
—¡Zequi!
Carcajeó malévolo y después de otro beso aplastante, el dolor, la presión disminuyo y todo se transformó en algo maravilloso e inexplicable.
Cuando todo terminó, tuvimos la penosa tarea — en mi caso — de cambiar las sábanas porque...bueno... estaban llenas de sangre. Y utilizamos la que él me regaló.
—¿Como estuve? — no pude evitar preguntar, ya que literalmente. Grité mucho.
—Mejor que en mis sueños — me miró de reojo y sonrió ampliamente, se veía encantado.
—¿De verdad? —mi visión se iluminó.
—Si —respondió encantado. Mordí mi labio inferior emocionada viendo su cara de plena satisfacción — . Tu cuerpo es...wou y tú estuviste doble wou.
—Solo wou, nada más.
Encarcó una ceja.
—Si, solo wou pesada — aplastó mi cara con la mano. Reí y me recosté en su pecho pensativa ante sus últimas palabras —. Wou significa todo ¿vale? Deja de pensar.
Suspiré.
—Bueno —dije conforme y cerré los ojos.
Ezequiel...
Froté mis ojos y me giré al lado izquierdo de la cama al sentirlo frío. Arrugué la cara al no ver a mi chica a mi lado.
¿Que se hizo?
La puerta se abrió y se cerró, giré mi cuello de inmediato. Una pequeña Jul venía atravesando la habitación. Llevaba mi camiseta de Artic monkeys. En sus manos colgaba un plato y una taza humeante. Al verme despierto sonrió y yo también sonríe como idiota embobado.
Joder.
Mordi mi labio inferior. Mi visión se dirigió a su cabello desprolijo, sus caderas anchas y sus preciosas piernas que me han gustado desde que las ví desnudas la primera vez.
Se acercó sigilosa. Mientras yo seguía repasando cuerpo embarazado.
—Hola bello durmiente.
Solté una risita ligera, su voz me hizo pisar tierra.
—Hola, Jul — dije —. ¿Puedo sacarte una foto?
Se detuvo y ladeó la cabeza.
—¿Qué?
—Solo quédate así — pido rápidamente y busco mi teléfono.
—¿Para que me vas a tomar una foto?
—Para enseñar a mi nuevo servicio a la cama — dije malicioso.
—Gafo.
Reí.
Hago un ademán con las manos para que se acerque y dejo el plato un lado cuando está a pequeños pasos de mi. Tomé su cintura y la hice que se sentar sobre mi regazo. Rodeé su cuerpo con mis brazos y llevé su cabello hacia atrás.
—Voy a tener que regalarte mis camisetas — sonrió mirando la ventana y luego se miró.
—Es muy comoda y suave.
—Es tuya.
—Me queda grande.
—¿Y qué? —pregunté —, no sabéis cómo nos encanta ver una tia con una camisa nuestra. Es la ostia.
Levantó una ceja incrédula.
—Seguro esto se lo dijiste a alguien más.
—Ella no es tu —le aseguré, sus hoyuelos se hundieron y bajó la mirada tímidamente. Me acerqué y le di un beso en la mejilla —, me siento feliz que hayamos compartido anoche ese lindo momento.
—A mi también.
—¿La repetimos?— sonreí perverso cuando se giró hacia mi —. ¿Eso es un si?
Balbuceó.
—Venga has dicho que si —prensé su cintura y en segundos estaba debajo de mi.
***
Eduar estaba con otro niño en la sala del apartamento. Habían hojas de papel, colores, lápices y tijeras. Lo primero que hice fue mirar mis instrumentos y me alivié al ver que ningúno tenía rayones. Antes que el pequeños liliputience le hiciera algo a mi querida Molly, la tomé y la llevé hasta mi habitación junto a los demás instrumentos.
—¿Otro niño? — me senté pensada mente en el sofá. Intentando cortar la tensión entre los dos. El pequeño de ojos negros miraba como me bebía la cerveza.
—Si — dijo seco.
—¿Eres niñero a caso? — me burlé, el pequeño le mostró el dibujo y el idiota se lo aplaudió.
—Esta por llegar mami — le dijo usando una voz más infantil.
—¡Siiiiii! — el enanito saltó de alegría —, mami, mami. Voy a enseñarle mis dibujos.
—Seguro le gustaran.
—Aja, ajá — sonreí de ternura viendo al mugglecito feliz. Tocan el timbre y se vuelve desesperante. Eduar sonríe, con aprecio y se lo sube a su espalda para ir abrir.
Lo segui mientras bebía de mi cerveza curioso.
—¡Mami!
—Buenas como le va.
—Hola eduarcito — hice una mueca de horror —, muchas gracias por cuidar a mi nene.
—Ha sido un placer — dijo de forma cortes —. Y bueno, si necesita que lo cuide. Usted solo llámeme.
—Seguro cariño.
—Anda orestre — el bebé se despidió de él con una brazo que se nota que lo incomodó y le entregó una suma considerable de billetes.
—Esto es...
—Tomalo como un regalo.
—Pero yo cobro menos.
—Lo necesitas cariño —trato de hablar pero la señora no lo dejó y se marchó dejando al idiota para como idiota frente a la puerta.
Volvió hacia mi después de salir del trance y sin mirarme comenzó a recoger todo lo que estaba en el suelo regado.
Esperaba que se fuera. No queria tener esa conversación de hermano a hermano. Es incómodo. Pero debo intentarlo. Admito que ayer fui muy grosero pero joder me tiene tan arto, que si me toca exploto.
—¿Y por qué te echaron? — mi pregunta quedó en el aire. Él me ignoraba —. Te estoy hablando.
—¿Es conmigo?
—No con la pared imbécil.
—¿Para que quieres saber? —masculló —, ya lo dijiste todo ayer.
—Deja el drama y cuéntame.
—Nada.
—¿Hiciste nada y por eso te despidieron?
—Dejame en paz Ezequiel, vete a la mierda mejor — protestó irritado y me dejó sólo en el salón.
Juro que intenté hablar con el enano bastado pero no pude seguía molesto y estúpidamente dolido. Se encerró en el cuarto y me mandó a la mierda unas cuantas veces más.
Hice lo que pude, me disculpé y si no las acepta es su puto problema. No estoy para rogar a nadie menos a un imbécil como él.
Fui al gimnasio y estuve en el café donde trabaja mi chica el resto de la tarde . El tal Mike no volvió aparecer y espero que no lo haga más. Me atendió como siempre y yo como siempre la hice poner incómoda, sonrojada en cuanto su aspecto.
Cuando terminó su turno la esperé fuera de mi coche recostado a él. Levanté la mirada en cuanto escuché sus pasos, dejé mi móvil en el bolsillo, estiré la espalda y me acerqué corriendo para recibirla en mis brazos.
Ella olia a comida y... vómito pero no me importó. Sin embargo la molesté con eso hasta ganarme un buen puñetazo en el estómago.
—¿Qué te parece si vamos a la hacienda? — propuse.
—¿Qué te parece si manejas con prudencia? —protestó.
—Siente la Adrenalina Jul.
—Un día vas a pasar un susto y te vas a acordar de mi —carcajeó y quité el pie del acelerador, pronto el auto fue disminuyendo hasta tener una velocidad normal.
Llegamos a casa y subimos tomados de la mano hacia el ascensor. Cuando ingresamos juntos, la acorralé en el esquina. Estaba a punto de besarla cuando alguien más ingresó e interrumpió mi momento sexy.
Escrudiñé con la mirada al gilipollas que me interrumpió. Y para sorpresa mía era mismo imbécil de la otra vez.
Casi le caigo encima si no fuese por Jul que me detuvo.
—Creeme que intenté hablar con él pero no quiso escucharme — informé a Jul cuando el bastardo de mi hermano a penas me vio dejó la sala sola.
Spencer estaba en la cocina y reclamó cuando no lo saludamos.
—Hola, Spency.
—Ves, por lo menos alguien tiene educación — rodé los ojos —, no como otrooos.
—Hola imbécil — saludé al fin —.¿Contento?
—Si — dijo felizmente.
Negué
—¿Quieres jugar? — propuso Jul, y mordí mi labio inferior.
—Si mejor jugamos otra cosa — susurré en su oído.
—¿Qué? —insinué con la mirada —. ¿Otra vez?
—¿Y? — subí y bajé los hombros, pasando mi brazo por el de ella pero cambio de opinión y me siento en su regazo — , ¿que más divertido que eso?
—Los videos juegos —puse una mueca —...la fórmula 1... Las películas de Shrek.
La miré con aburrimiento e hice un puchero.
—Hay gente presente —susurró.
—Pero no en nuestra habitación —subo y bajo las cejas —. Recuerda...que te vas en pocos días y hay que aprovechar el tiempo.
—Pero me da pena — dijo bajito, enarqué una ceja con interés y me acerque a sus labios.
—Pena son cuatro letras.
—No para mí diccionario.
—Suerte que el mío si — me levanté enseguida y la tomé de la muñeca para ponerla a mi lado. Spencer se dió vuelta en lo que íbamos pasando hacia la habitación.
—¿A dónde van primores? — lo miré significativamente —, oh, joder. Bueno yo estaré un rato en la azotea por si me necesitan. La cena está lista.
—Mejor idea no se te pudo ocurrir.
—Diviertanse.
***
El festival de halloween finalmente llegó. Los chicos y yo estábamos listos para hacer nuestra entrada. Estábamos ansiosos y muy nerviosos. Sería la primera vez que nos presentamos ante tanto publico.
Miguel, Adrián, stef y Jul estaban con nosotros apoyandonos. Todos con sus respectivos disfraces. Miguel y Adrian llevaban puesto de zombis. Stef de bruja al igual que Jul.
—Te ves increíble — dije... No sé cuántas veces. Ya perdí la cuenta de las veces que le he dicho que se ve genial.
—Es solo un disfraz.
—A mi me encanta — besé su frente y la atrajé por la cintura —. Pero me encantaría verte sin él.
—¿Es lo único que piensas?
—Si.
—Pervertido — reí perverso y busqué sus labios para besarla pero una voz interrumpió.
Gruñí.
—Es nuestro turno — anunció spencer pero lo ignoré, nada iba a interponerse entre Jul y yo — . ¡Zequi!
—¿Pueden besuquearse luego? — protestó Samuel —. Hay que subir. Ya nos toca.
—Te veo después — guiñé mi ojo después de darle más besos a sus deliciosos labios. Me giré hacia a spencer que me tenía la camisa agarrada y lo miré mordaz. Él me soltó enseguida levantando la mano en forma de rendición.
—Ah que no te gustaba ¿eh? — bromeó —, ahora no puedes ni dejarla en paz un segundo. Con Susan no sucedía eso.
—¡Cierra la boca!
Ambos rieron.
—Y las faenas esto días han sido intensas — rodé los ojos —, déjala descansar macho o la vas a aburrir pronto.
—Es imposible —presumi —, y no hagan ningun comentario al respecto o les rompo los huevos.
Tragó despacio.
—No hagáis molestar al ex- boxeador — aconsejó Samuel en forma de juego. Son unos molestos — , te puede hacer papilla.
—Cierto, he olvidado que nuestro querido amigo fue una mini estrella y que acaba de ser noqueado por una tía — aparté su brazo de mi hombro.
—Y la cuenta regresiva llegó a cero — siguieron burlándose hasta que las risas se detuvieron cuando los aplausos y los Vítores los interrumpió.
Tragué despacio al ver tanta gente y por un segundo pensé si iba a poder a cantar como lo hacía en midnight Club o en las bodas.
—Ellos son un grupo universitario, su banda se hace llamar Yellow y son aquí mismo de Barcelona — dijo el presentador y no podía creer que un grupo de gente nos reconocieran —. Ellos son Spencer, Samuel y Ezequiel. Un fuerte aplauso para ellos.
El público aplaudió y escuché varios halagos hacia vuestras personas.
—¿Listo Zequi?
Respiré hondo, los miré a ambos y asentí.
—Adelante.
Diez minutos más tarde todo el mundo estaba vitoreando nuestras canciones. Haciendo señas positivas y enviando a nosotros, esas vibras.
Luego de cantar nuestras propias canciones, hicimos tres convers de One direction. Little black dress, midnight memories que eran de nuestro estilo y por último la más conocida por todos — por los fanáticos claro — what make You beautiful, eso enloqueció al público y mientras bajamos del escenario pude sentir que mi teléfono no dejaba de vibrar.
Seguidores, son seguidores.
Celebré junto a Jul y los chicos pero la felicidad se esfumó tan pronto como llegó. A pocos metros de nosotros estaba mi papá. Y de solo verlo me produjo una sensación amarga.
Él se acercó, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Había una sonrisa burlona plasmada en sus labios, de la misma manera que lo hacia sus ojos.
—¿Piensas que con esto llegarás a hacer algo?
Di la vuelta un momento hacia la tarima donde todavía el nombre de nuestra seguía en pantalla.
—Si — sonreí orgulloso, soltó una carcajada amarga.
—¿Y crees que un festival mediocre te dará el empujón que tan tanto anhelas? — no contesté —. Estas perdiendo el tiempo con esta basura de la música. Si estuvieras boxeando tu vida sería otra.
—Estoy bien con mi vida, no necesito nada más— recalqué.
—¿Hasta cuando? — cuestionó —. Hasta que se termine el dinero. ¿Que vas hacer después? ¿Con que vas a pagar tus estúpidos estudios y el apartamento donde vives? Todo lo que tienes es gracias a mi.
—¿A ti? — repetí con ironia —. ¿Solo a ti?
¿Quien exponía su vida en todos los malditos combates?
—No te hagas el dramático Ezequiel. A ti te gustaba el boxeo y lo disfrutaste mucho. Pudiste ser grande, el mejor del mundo.
—Si — admití —. Me gustaba hasta que te volviste loco y me hacías entrenar horas y no te importaba como me sintiera a ti solo te interesaba ganar. Solo querías llenar el vacío, tu frustración de no haber cumplido tus sueños. ¿Quién es el fracasado?
—¿Y tu piensas que ella estará a tu lado cuando no tengas nada? —señaló a Juliet frustrado —. Se irá de inmediato a buscar otro cuando no tengas dónde caerte muerto. Ellos son así.
Rodé los ojos y tomé la mano de July para irnos.
—Sabes que no tienes salida —sostuvo —, tarde o temprano volverás al ring. Tu sabes que es tu mejor camino. No esta gilipollez de la música. Van a fracasar. Te vas a acordar de mi Ezequiel.
Le hice señas a los demás y en segundos estábamos fuera de todos. Me mantuve en silencio pensativo. Podía sentir la mirada de todos sobre mi. Quería que no lo hicieran pero es inevitable. Las palabras deben estar repitiendose en su mente como a mi.
Así es mi papá de cruel.
Pero no le voy a hacer caso a sus palabras. Yo sé que lo hace para mortificarme. Sigue molesto conmigo porque no quise que fuera representante y que me saliera del campeonato. Todovia me detesta por eso y lo seguirá haciendo porque no volveré al ring.
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