Capítulo 3


recuerden comentar <3 mucho.

Eso me anima mucho y me deja saber si les esta gustando. 

Jane...

Tuve mucho miedo con el regreso a casa, Stephanie había tomado y si casi no sobrevivo cuando estuvo sobria, no dejé de pensar que está noche podría ser el fin de mi vida.

Pero para mí sorpresa, Stephanie no corrió, no sé comió los semáforos en rojo y utilizó las luces de cambio.

Yo no la dejé de mirar y ella lo único que hacia era reírse y no dejaba de palabrear en italiano.

Prendió la radio, colocó música a un volumen moderado y empezó a cantar con libertad, sin pena alguna, siendo ella misma.

Ella me animó hacerlo tomándome de la muñeca pero como soy una persona penosa que no fui capaz ni de moverme.

—Vamos canta.

—No-no me la sé — era una canción en inglés y tampoco sabía quién cantaba.

—Es one direction.

—¿Quienes?

—One direction.

—¿Esos quienes son?

—No sabes quién...— negué cuando me miró, por suerte ya estamos frente a nuestro edificio. Sanas, salvas y vivas —. De verdad no sabes...

—No.

Se llevó las manos a la boca con horror.

—¿Y... Justin Bieber?

—Ese si lo conozco, bueno se quienes, porque literalmente no se quién es — Stephanie no salía del asombro —. ¿Que?

—Conoces a Justin y no saben quiénes son one direction.

—...no.

—¿Qué artista te gusta?

—Ninguno.

Abrió ampliamente los ojos.

—Nadie —me miró pasada —. O sea que no escuchas música.

—Si, si escucho, solo que no tengo un artista favorito. Escucho variado. Colecciono una de cada uno.

—...y one direction...

—Nada nunca — se llevó una mano al pecho —. Solo los coreanos que le gustan a mi prima. Pero que si una canción.

Negaba cómo si fuera una cosa preocupante.

—Yo soy fan de esos artistas y..— se pauso así misma para virar los ojos —. Y bueno no tengo amigos con quién compartir mis emociones. ¿Te imaginas tu y yo en un concierto de Harry Styles?

No quería decir quién era ese por qué sabría que cara pondría pero creo que mi silencio dijo mucho más.

—¿Dónde vives Jane? ¿Debajo de una piedra?

Reí.

—Tenemos mucha tarea —me advirtió —. Y no solo con la música también con los libros.

—...te acepto los artistas pero libros no, no me gusta leer — sus manos viajaron a su pecho como si le hubiesen dando un tiro.

—Acabas de herir mis sentimientos literarios.

Solté una risita.

—Leer es la cosa más maravillosa del planeta — dijo suspirando —. Ya verás que cuando leas el primero, no querrás parar nunca. Te lo aseguro.

La miré poco convincente, en realidad leer nunca ha sido lo mío, me parece tan aburrido. El único libro que leí en mi vida ha Sido sangre de campeón y eso porque el profesor de castellano no los asignó como tarea. Casi me duermo en el primer capítulo.

—Bueno.

Cerré la puerta de mi habitación con mi espalda después de despedirme de la rubia en el pasillo y me acerqué hasta el armario, saqué mi "pijama"  que constaba de una camisa vieja y un pantalón mono de mi antiguo colegio.

Después de ver los lindos pijamas que Stephanie usa me da vergüenza que ella vea los míos por eso me cambio antes de encontrarnos en el desayuno, porque... No quiero que sepa que así... Me visto para dormir.

Hay que comprar nuevos pijamas.

Si, y otra chaqueta.

Definitivamente.

Tuve que colocarme la chaqueta fea de mi tía para no morir de frío. Me metí debajo de las sábanas después y tomé el diario que me había comprado unos días antes de viajar.

Quería escribir mis anécdotas  y lo había hecho desde el momento que tuve mi boleto de avión en las manos pero lo había dejado después que... esa me dejó abandonada.

Arranqué las primeras hojas dónde escribí su nombre y comencé de nuevo. Mi diario no debe tener amargos recuerdos que solo me lastimarán y mi vida tampoco he querido olvidarlo pero cada vez que cierro los ojos, revivo el momento, lo desolada y perdida que me sentí, ese día mi mundo se vino abajo.

Nunca en mi vida, imaginé que ella a pesar de nuestras diferencias, me haya hecho algo tan cruel, tan bajo. Y por un tipo.

Es...increíble.

Varias gotas de lagrimas mojan las hojas del diario y me hacen aterrizar. Me vi llorando de nuevo y no solo es por antonella, también por mi madre y mis hermanos que no me dejan de recriminar mi error y me hacen sentir que tengo toda la culpa, en parte sí porque no quise escuchar a mi madre cuando tanto me lo advirtió tantas veces pero que iba a imaginar yo que esta desgraciada me iba hacer algo así.

Me limpié las lágrimas, con las mangas del suéter y suspiré profundo. Comencé a escribir desde el momento que me arme de valor y hablé con Ezequiel y sus amigos, también cuando conocí a Stephanie y su arma letal, eso me hizo reír por unos minutos. Relaté cómo me ha hecho sentir estos días y como no me ha dejado morir en esta ciudad, lo genial y lo dulce que es.

En tan poco tiempo le he tomado cariño a aunque a veces me da cierto miedo.

Acabé con la salida a Midnight, el encuentro con Ezequiel y él ofreciéndome la oportunidad de trabajar con uno de sus amigos.

Cerré la tapa de mi diario y lo dejé bajo la cama junto con mis lentes. Centraba mi mirada en el techo mientras mi cerebro imagina el día que por fin logré irme de aquí, la subida avión y me encuentro con Gina, de solo pensar me recorrió una corriente por todo el cuerpo.

Mi idea siempre fue irme a los estados Unidos, nunca se me cruzó por la mente irme a España — jamás estuvo en mi planes —. Pero bueno las cosas no siempre salen como uno las planea, solo tengo que tener paciencia y ahorrar todo lo que pueda cuando ese día llegue.

Saludé a Stephanie cuando nos encontramos en el comedor, ella tenía el cabello pegado a la cara y las mejillas sonrojadas. Tenía ropa deportiva lo que me indicaba que había salido a correr.

—¿A que horas vas a ir la casa del chico? — me preguntó mientras tomaba algo de color verde.

—Como a las tres.

—Tienes que llegar muy puntual — asentí —. ¿Ya sabes dónde es?

—Eh...no todavía, de hecho le iba a escribir a Ezequiel para que me dé la dirección.

—Anda, anda, no pierdas el tiempo.

—Si, enseguida voy.

Me bebí mi último trago de mi café y... traté de enviarle un mensaje a Ezequiel pero no sabía cómo. Estuve como tres minutos, escribiendo y borrando el mensaje. Me daba pena. Pero tenía que hacerlo. Lo escribí y lo borré otra veces como idiota hasta que el mismo se envió.

Él tardó varios minutos en responder, las flechas transparente habían cambiado azul. Comencé a dudar si me ha dado el número correcto porque, estaba en línea y no contestaba.

—¿Te mandó la dirección? — me preguntó Stephanie.

—No.

—Llámalo.

Casi me ahogo con él café y desee no haber abierto la boca.

Llamar a personas desconocidas siempre ha sido incomodo para mí. Nunca digo las cosas que tengo pensado, me enredo al hablar y me quedo en blanco. Por eso prefiero los mensajes, allí te da tiempo de organizar que vas a decir.

—¿Lo llamaste?

—No contesta —mentí.

Pasó media hora y Ezequiel jamás respondió, también se había desconectado y comencé a angustiarme. Si no me da respuesta, perderé una gran oportunidad.

Esperé un tiempito más, al ver que no respondió, dejé la pena a un lado, tomé el móvil me fui a mi cuarto y le marqué.

Tengo que cambiar, si no lo hago, no sobreviviré en este país.

Caminé dentro de la habitación con el corazón chocando contra mi pecho, estaba transpirando, mis axilas estaban sudadas.

Por dios ni que estuviéramos llamando a quien sabe quién.

Insistí hasta que finalmente después de tres intentos seguidos escuché su voz.

—¿Hola?

—¿zequi?

—Si-si, con él— se escuchaba agitado —. ¿Quién habla?

—Jane.

—¿Quien?

Apreté los ojos.

—Jane, la chica de Venezuela ¿recuerdas? La que ayudaste a buscar un apartamento — se quedó callado —. Nos vimos anoche en el mid...mid.

Mierda no se inglés y no sé cómo se pronuncia esa palabra.

—¿Midnight? —completó y no sé por qué me dio la sensación que había sonreído.

—Ajá, esa cosa. ¿Si me recuerdas?

—Por supuesto — dice después de reír, un aire de alivio recorrió mi sistema.

—Yo...buen...este — hice una negación, me di con el teléfono en la frente. Vamos, tu puedes. Vence ese miedo Janet —. No sé si viste los mensajes que te dejé.

—Ah si, si lo vi — dijo sin menor importancia —. ¿Eras tú?

—Ajá — sonreí nerviosa —. Es que anoche me diste tu número y como no me diste la dirección de la casa de tu amigo, yo...te escribí.

—Es verdad —mordí mi mejilla interna y estuve muy cerca de preguntarle por qué me había dejado en visto, pero luego pensé en las posibilidades que pudo haber estado ocupado y por eso no respondió además eso sonaría como si le estuviera reclamando, aunque no —. No te contesté porque no te habías identificado y pensé que estaban equivocados.

Idiota.

Yo diría que fueron los nervios, pero al menos lo llamaste. Muy bien.

Ah.

No supe que decir.

—Pero enseguida agrego tu número. ¿Eres Juliet?

—No, Janette.

—De acuerdo ya te envío la dirección.

—Gracias.

—Por nada.

—Y disculpa.

—No te preocupes.

Ezequiel me envió la dirección segundos después de cortar la llamada y luego de una hora me encuentro en frente de la casa de su amigo Christian.

Mi corazón no dejaba de latir, tenía todas las emociones recorriéndome. El chico se me quedó mirando cuando le dije que yo era la chica de su amigo Ezequiel.

Él me dio la mano para saludarnos y se presentó. Luego desapareció de mi campo visual y regresó con un dálmata de tamaño mediano entre sus brazos.

Me llené de ternura al verlo y no pude contenerme. Me acerqué y le acaricié la carita juntos sus orejitas.

Amo con todo mi corazón los animales y cada vez que veo un perro, no puedo ocultar mi emoción.

Me parten el alma, son tan lindos y tan tiernos.

—¿Cómo se llama?

—Loki.

—Es muy lindo.

—Linda — me corrigió —. Le coloqué loki porque soy muy fan del personaje, sé que es inusual porque todos prefieren a Thor.

No tenía idea de que me estaba hablando, así que coloqué cara que si sabía porque tengo la leve sospecha que se está refiriendo a una película o serie.

—Me encantan los villanos — siguió hablando —. Mi loro se llama Voldemort.

Vol... ¿Quien?

Ahora sí me agarró fuera de base.

Él se me quedó mirando y comenzó a reír de repente.

—Parece que no tienes idea de que estoy hablando ¿verdad? — mis se agrandaron y aparté la mirada un momento para volver a mirarlo. Él se reía suave y sin ningún problema me explicó de quién me estaba hablando —. Y Voldemort es el villano de Harry Potter.

—Vale ahora sí lo entendí, perdona.

—No pasa nada — sonreí —. Te recomiendo que leas Harry Potter, es muy bueno al igual que las películas. Te encantarán.

Películas quizás, libros no lo creo.

Aburrida.

Cállese.

—Bueno amiga de zequi te dejo a mi princesa en tus manos — estiré los brazos para recibirla, sonreí al recibirla y no pude contener las ganas de abrazarla.

—Es tan linda.

—Si, lo sé, pero malvada — reí de ternura —. Me ha roto los zapatos y las medias. De hecho voy a la tienda a comprarme porque no tengo por su culpa.

—Así son todos — Chris blanqueo los ojos.

—Bueno tengo que irme, ha sido un placer conocerte y nada, bienvenida a España.

Sonreí agradecida.

—Gracias.

—Adiós loki, pórtate bien — me miró —. Hasta luego Janet.

—Hasta pronto.

Ezequiel....

Anoche me quedé esperando la respuesta de Susan y está nunca llegó. Asumí que estaba estudiando porque las líneas transparentes no cambiaron a azul, ni el día siguiente que me desperté, esperé que ella lo hiciera y salí a correr.

Mi móvil repicó en el bolsillo, me detuve para revisar. Era un mensaje de un número desconocido, me estaba pidiendo la dirección de mi amigo Christian, fruncí las cejas decidí ignorarlo.

De nuevo mi móvil vibró y era Susan quien me estaba llamando.

Sonreí a la pantalla.

—Hola.

—Hola, cielo —respondió con la voz cansada, ronca.

—No hace falta preguntar.

—¿Que?

—Que estuviste estudiando toda la noche.

—No-no anoche no estuve estudiando — escuché la voz de Lina al fondo, estaba refunfuñando por el café —.. Estuvimos en una celebración, una compañera de clases cumplió años ayer. Llegamos en la madrugada. Estuvo... Uff buenísima. Hubo comida, bebidas, música en vivo, regalos. La pasé muy bien.

—¿Dónde está el azúcar? — protestó Lina, su amiga.

—Allá — respondió Susan irritada —. Y no grites que me duele la cabeza, por dios.

—Bebiste mucho eh — le digo.

—Si, algo.

Rei.

—¿Algo, mucho?

—Me pasé de copas, lo admito.

—Sabes lo peligroso que es que anden así mientras manejan.

—Si pero Aldrik nos llevó sanas y salvas a casa como siempre — sonrió —. Él es el sano del grupo.

—Me alegra que te hayas divertido.

—Gracias — musitó alegre —. Aunque la diversión me está cobrando factura y eso que sólo me tomé tres copas.

—Multiplicado por seis.

—No empieces — protestó —. Tu también lo haces y quién dice algo. Ya te dije que Aldrik es el sobrio del grupo.

—Perdón, solo me preocupé.

—Estoy perfecta — mordí mi mejilla interna y nos quedamos en silencio.

—Algo más que contarme —dije y me detuve para tomar para agua.

—¿Cómo que?

Bajé la vista hacia mi zapatos.

—Ya sabes...— humedecí mis labios con l lengua—. ¿Has salido con alguien? Algún chico...

—Y me vienes hacer esa pregunta ahorita Zequi — murmuró cansada, me quedé callado.

—Hablamos luego, cuando te sientas mejor ¿vale? — me arrepentí. Pensé que iba a colgar o decirme que de acuerdo, pero siguió en línea —. ¿Susan?

—Si. Hay alguien — su respuesta quedó en el aire, maldije y pensé en lo que me dijeron los chicos anoche —. En realidad es un chico que he visto así a lo lejos que me llamó la atención pero nada más.

—Ah.

—Solo me llamó la atención, no ha pasado nada y no creo que pasé porque el tipo ese ni me escupe — se apresuró a decir —. Te lo iba a decir pero no le di importancia, como no ha pasado nada y tampoco es una cosa del otro mundo.

—Bien.

—Cielo.

—Estoy bien.

—Pensé que estábamos claro.

—No puedo soportar la idea que alguien más te toque —manifesté disgustado.

—Es solo sexo — negué —. Cielo, créeme que yo te adoro con el alma pero estás cosas pueden ocurrir y que mejor seguir llevando nuestra relación así. Sin culpas. Yo, yo tampoco soportaría la idea que una chica este debajo de ti.

—Conmigo eso nunca pasará.

Soltó una risita incrédula.

—Me vas a decir que no hay ninguna chiquilla que....

—No ninguna.

—Tiene que haber una, imposible que nadie te haya gustado nadie zequi.

—Solo tu. Eres única.

—Y tu para mi.

—Hasta que mencionaste al pesado ese que ni te escupe.

—Mira hablamos después — su voz sonó irritada —. Me duele la cabeza terrible. Acabo de tomarme una pastilla y tengo que estudiar para el parcial de mañana.

—Bien.

—Zequi.

—Cuídate.

—Créeme que no ha pasado nada.

No dije nada.

—¿Zequi?

—Si, si, te creo.

—Te amo ¿me escuchaste? Y deja la angustia cielo, que si sucede no dudaré en informártelo.

Suspiré, iba a volver a decir que no me parecía pero no quiero discutir tan temprano ñ.

—Igual yo.

—Lo sé mi amor— musitó dulcemente —. Te amo.

—...Y yo a ti.

****

Estuve en la universidad presentando  dos exámenes que tenía pendiente después como a las cinco de la tarde me fui a entrenar.

Susan me escribió para informarme que estaba mejor, que su dolor de cabeza se había ido y estaba estudiando. Me envió fotos que se había tomado en la celebración de su compañera y todo lo que tenía que estudiar para mañana.

Le respondí con una foto diciéndole dónde me encontraba y ella me mandó una nota de voz diciendo lo sexy que me veía.

Estuvimos coqueteándonos un ratito hasta que la dejé para empezar a entrenar. Susan y yo fuimos al instituto, compartimos las mismas clases pero nunca nos llegamos a tratar, ni siquiera a cruzar las miradas, ella era la típica chica engreída y popular de la escuela.

Hasta que... Uno de los profesores me asignó con una tarea con ella y allí la conocí mejor, me di cuenta que era genial y no pude evitar enamorarme de ella, nadie lo podía creer porque ella me caía bastante mal.

Nos hicimos novios al tiempo y fueron meses muy bonitos. Creí que al separarnos las cosas cambiarían cuando ingresamos a la universidad básicamente porque las relaciones ha distancia jamás funcionan y terminan muy mal pero para sorpresa de mucho, la nuestra ha funcionado muy bien.

Este año empezó igual solo que con algo diferente. Ella me pidió que tuviéramos una relación abierta y honestamente no comprendo por qué me pidió que hiciéramos algo así cuando íbamos tan bien.

Ella dice que solo es sexo, que a los dos nos podía ocurrir un desliz, y para no sentirnos mal uno con el otro era mejor llevar la relación de ese modo.

Yo me siento seguro de mis sentimientos, no ha ocurrido nada durante el primer año, no creo que ocurra en los siguientes pero ella me asegura que si. Acepté aunque nunca estuve de acuerdo, no me parecía, sin embargo ella me insistió.

Solo han pasado tres semanas que empezamos nuevo año y ya le llamó la atención alguien. Y sinceramente no estoy bien, los chicos me lo dijeron y...joder, el hecho que alguien más la toque es insoportable, aunque sea solo sexo, es... Horrendo.

Salí del gimnasio, entrenar siempre me ha ayudado ha despejar mi mente pero hoy está dando el resultado que esperaba.

No puedo sacarme a Susan de la cabeza, aunque intento no puedo. Cuesta mucho, nunca creí que llegaríamos a este extremo.

Una chica iba cruzando por el frente de mi coche agarrándose la cabeza, no sé pero me dió la impresión que ya la había visto. Yo me estaba estacionando, porque tenia que comprar comida porque ya no tenía en la despensa. Ella siguió de largo y después se detuvo, miro ambos lados y cuando su cara quedó en mi campo visual pude reconocerla.

La chica de Venezuela.

Me bajé del auto, ella no estaba muy lejos de mi así que fue fácil alcanzarla. Iba a irse cuando toqué su hombro y ella pegó un brinco asustada cuando se giró.

Me llevé una mano al pecho apenado y noté que sus ojos estaba empapados de lágrimas.

—Perdona — dije en un hilo de voz —. Oye, ¿Qué te pasa?

—¡Pasa de todo! — retrocedí asustado —. Disculpa, no era mi intención gritarte.

La detallé de arriba abajo, parecía muy angustiada.

—¿Qué sucede?

Ella me miró por un momento.

—La cagué, jodí todo.

Fruncí las cejas confuso.

—¿Qué pasa?

Volvió a mirarme como si dudará confesar.

—Perdón, lo siento mucho — sacudí la cabeza confundido —. Tu...me ayudaste y yo simplemente la cagué. Merezco que me pase esto por terca, porque si...

La sostuve de los brazos, para que se callara. No estaba entendiendo nada, además estaba hablando demasiado rápido.

—Cálmate — le digo, ella estaba temblando —. Cuéntame qué pasó.

—Es...que — pateó el aire frustrada —. Soy una bruta.

—Cuéntame, si no me dices como puedo ayudarte.

—Es que me da mera vergüenza contigo — se cubrió el rostro.

—Ya solo suéltalo.

Negó.

—Vas pensar que soy una pendeja.

Rei en silencio.

—Anda cuenta y lo consideré.

—Por favor no me odies — pidió, le hago ademanes para que suelte de una vez  —. Perdí el perrito de tu amigo Cristiano. Me distraje cinco segundos y ya no estaba a mi lado. Estoy como una loca en carretera corriendo de arriba abajo buscándolo y... Dios mío.

Su desesperación por alguna razón extraña me causó gracia.

—¿Qué-que te hace gracia? 

—No es para tanto.

—¿Qué no es para tanto?— bramó indignada —. Perdí la mascota de alguien, ¿Cómo me dices que no es para tanto?

Guardé las manos dentro los bolsillos.

—Es que lo es. 

—Claro como tú no eres el extranjero — Eso la hizo indagarse mas y sinceramente no había por que morirse. 

El collar del perro tiene un defecto que mi amigo ha olvidado arreglar, por eso estoy tranquilo además porque siempre que se suelta siempre corre a un mismo lugar.

Pero la chica no lo va a comprender y debo explicarle.

—El collar de Loki tiene un defecto y mi amigo no lo ha cambiado, no se por que— le informé —. Yo sé a dónde va cuando se pierde así. 

—¿Estas hablando en serio?

—Si, es verdad. Christian no se por que demonios no le ha cambiado el collar.

El color de su rostro regresó.

—¿Y-y a donde se va?

—Es un parque que queda cerca de aquí.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Confía en mi. 

—Bueno y que esperamos — tomó mi mano y comenzó a llevarme hacia el otro lado . 

—Primero tengo que decirte en qué dirección queda el parque y vamos por mal camino chica venezolana.

Se detuvo en secó.

—El olimpo queda por allá —señalé y mi referencia la hizo mirarme fijamente y carcajear. 

—¿Te gusta Hércules?

—Si pero en especial Hades.

—A mi también. 

Subí las cejas asombrado.

Esta chica me cae bien.

—Démonos prisa, no vaya hacer que se vaya —dice apresurada. 

—Créeme no lo hará. 

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Espero que les esté gustando la historia 💜

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