Capitulo 27

Ezequiel...

Desperté por el sonido de la alarma. Obligué a mi cuerpo a moverme después de vacilar por cinco minutos. Abrí los ojos de lleno y me senté en el borde la cama. Miré por encima de mi hombro y vislumbré a Juliet durmiendo. Aparté el cabello de su cara, me incliné y deposité un corto beso en su mejilla del algodón antes de reemplazar mi cuerpo por las almohadas.

Caminé hasta el baño pesadamente, rasco mi cuello y frotando mis ojos. Ingresé al baño con torpeza. Me quité toda la ropa y miré hacia abajo.

Rodé los ojos con fastidio.

Mi amigo despertó más alegre que yo después de tener otro sueños erótico con Juliet.

-Todavía no es tiempo - digo como si esa cosa tuviera cerebro.

Sali envuelto en una toalla después de una relajante baño de agua caliente y burbujas. Di pasos silencioso hasta mi armario y cuando me estoy colocando el bóxer escuché sollozos desde mi cama.

Lo dejé pasar pero cuando se hicieron más seguido, me acerqué corriendo. Prendí la luz de la lámpara que tengo en la mesa auxiliar. Coloqué una rodilla sobre el colchón y la llamé.

De sus ojos salían lágrimas y los apretaba, volvió a sollozar y comenzó a llamarme con desespero.

-Jul -menee su hombro para despertarla.

-Zequi.

-Juliet, despierta -sus parpados vibraban, las lagrimas no dejaba de bajar de sus ojos que apretaba con fuerza. La angustia comenzó a invadir mi cuerpo al ver que no despertaba - . Vamos nena, despierta, vamos.

La senté y la recosté en el respaldo de la cama. Me arrodillé frente a ella colocando mis piernas a los costados de las suyas. La agité de los hombros en un intento desesperado por hacerla despertar.

-¡Maldición! -golpee su mejilla varias veces y la opción de mojarla me susurra en la cabeza -. ¡Jul!

Después de un minuto de terror ella despertó. Me miró y luego dió una inspección a su alrededor, cuando se dió cuenta que era una maldita pesadilla, me abrazó tan fuerte que me cortó el aire.

Limpié su rostro lloroso con mis manos, llevé su melena despeinada detrás de sus hombros y froté sus hombros para calmarla. Su cuerpo no dejaba de temblar.

-Tranquila -susurré pegando su frente a la mía cuando rompió a llorar. Me tocó las mejillas y las manos, estaba comprobando si era real.

Seguí acariciando sus hombros y la llevé hasta mi pecho. Ella se calmó y comenzó a relatar lo que soñó. Era referente a la película que vimos anoche y no quiero sonar malvado de algo tan serio. Pero escucharla que la estúpida muñeca la estaba persiguiendo me hizo demasiada gracia. Sin embargo me contuve y mantuve una actitud sería para que no sospechara que reprimiendo las ganas de reír.

Soy una mierda.

-¿Quieres venir conmigo a correr? Me encantaría que lo hicieras -todavía me encontraba encima de sus piernas y medio desnudo. Ella no me encaraba, su lindo perfil y sus mejillas rojas invadían mi campo visual. Cuando se percató que solo tenia boxers puesto, no volvió a darme la cara.

-¿Correr?

-Ajá.

-¿Qué hora es?

-Las seis supongo.

-Mmm.

-¿Vamos? -prensé su mentón y la giré hacia a mi. Ella luchaba para no verme, pero esos ojos grandes y marrones se desviaban solitos.

Si yo estuviera en su posición, para mí también fuese una lucha no ver sus pechos. Todavía no los visto bien, pero se ven llamativos.

-¿Con este frío?

-Hay muchas maneras de entrar en calor -dije sonriendo perverso, pero su cara de confusión de me dió a entender que ella no sabía que lo hablaba -. ¿Tan ingenua eres?

-¿Que?

-Siento que eres demasiado buena para alguien como yo -dije disgustado, pero al mismo tiempo encantado. Su mente no está tan sucia -. ¿Sabes que es un pene?

-Un...- sacudió la cabeza -. ¿Por qué me preguntas eso?

-¿Te has masturbado?

-¡Zequi! -exclamó sonrojada -. ¿Qué te pasa?

-¿Has tenido sueños erótico?

-¡Por dios!

-Tiene que haber algo malo en ti - dije frustrado, negaba incrédula -. Yo no puedo ser el perverso de la relación. Anda. ¿Has visto porno alguna vez? ¿Has probado sustancias ilegales?

-¿Por qué quieres ver algo malo en mi? -preguntó incomprendida.

-Ya te lo dije, no quiero sentirme un mal ejemplo.

-No eres un mal ejemplo.

-Tomo, fumo, me drogué, he visto porno, me masturbo -hizo una mueca con las últimas palabras, me corté a mi mismo - . ¿Ves? Haces que vea como un degenerado. Un estúpido.

-Como que te cayeron mal las maltas anoche.

-Es que jamás había tenido una novia sana y eso me asusta.

-¿P-por qué?

-No quisiera que te salpicara de todo eso Jul.

-Zequi.

-También soy muy grosero y... -cubrió mi boca con una mano y se acercó, la quitó y presionó los labios ligeramente.

-¿Quieres escuchar algo malo en mi? -preguntó, iba a decir que si, pero quiero verme como un imbécil -. Porque aunque no lo creas he hecho cosas malas.

Entrecerré los ojos.

-Decir mentiras en la mente no vale -la interrumpí -. Tampoco vale haber fumado marihuana porque fue un accidente.

Colocó los ojos en blanco y se quedó pensando.

-Me escapé de la escuela dos veces y mis papás jamás lo supieron.

-¿Eso es todo?

-...Si.

La miré con sospecha.

-Por que presiento que hay algo mas -se enrojeció mas y tomé eso como un si hay algo mas -. Haber suelta.

-Prometes que no se lo dirás a nadie -me miró seria, sonreí campante. Lo sabía -, y que tampoco te reirás porque te quito el habla por dos semanas.

-¿Dos?

-Tres.

-Pero...

-Bien que sean cuatro.

Aplané los labios y le prometí no reírme, en serio. La hielo que jul aplica es muy agobiante.

-Te escucho.

Suspiró y pasó su cabello hacia el otro lado de su hombre. Me quedé como tonto contemplando cómo iba cayendo despacio por sus rostro.

-Cuando estaba en cuarto año...- empezó a decir y su voz me sacó del trance -. Y yo necesitaba pasar la materia de química o mi mamá me quitaba lo más preciado de mi vida.

-La fórmula uno.

-Si -respondió con un suspiro.

-¿Y qué hiciste?

-Promete que no lo contarás y lo guardarás para ti.

Levanté la mano derecha.

-Promesa, promesa.

-Bien -exhaló aire. Soltó varias risitas nerviosas y otra vez me pierdo en sus ingenuos posiciones que le hace a su cabello -. Cambié las notas.

-¿Cómo? -alcé una ceja.

-Sé que estuvo mal pero necesitaba esos puntos y un compañero me ayudó -ladee la cabeza, atento -. Aprovechemos que la profesora se salió del salón. Ella dejó la carpeta de las evaluaciones en el escritorio y junto con otros cambiamos las notas. Yo necesitaba tres puntos y soy consiente que estaba mal pero yo no quería que me quitarán lo más preciado que tenia en la vida.

-¿Y se dieron cuenta?

-Nunca -sonreí de lado -. Y no sabes las noches de angustia que pasé pensando que se iba a dar cuenta.

-Pero saliste ilesa -mordió su labio inferior, y me dieron ganas de besarlos.

-Si y juré no volverlo hacer.

-¿Y lo hiciste?

-Jamás -afirmó.

Rei.

-¿Y que más? -se ruborizo toda, la pillé de nuevo -. Hay algo más.

-No.

-Cuéntame más -sostengo su mentón -. ¿Qué hiciste?

-Si prometes de nuevo que no te vas a reír y no me vas a molestar después

Suspiré con una sonrisa. Ella frunció el ceño.

Creo que se me está siendo más entretenido este momento que ir a correr.

-Prometo no reírme de ti.

-Le pedí dinero a mi papá para comprar cigarros -mi quijada decayó, de la sorpresa -. Él no sabía para que era así que le mentí diciendo que era para comprar chocolates y en un parque me fume uno con Gi... ¡Ay no me mires así!

Solté una carcajada.

-¿Cómo?

La miré como un angelito.

-Con esa cara de incredulidad.

-Es que estoy impresionao. ¿Qué hay de malo?

-Me siento mal, no lo hagas.

-Prosigue y no moverme ni un músculo de mi cara - dije, falsamente serio.

-¿Ves?

Estallé de risas.

-¿Por qué te preocupa? -cruzó los brazos bajo sus pechos.

Arriba ojos, ahorita no.

-¿Crees que si me cuentas eso cambiará lo que pienso de ti? - movió los hombros en respuesta -. ¿Quieres saber que pienso?

Sostuve su mentón y la llevé hacia mi.

-Una hermosa guerrera que sus ilusiones apagaron el día que llegó-empiezo -. Quien batalló contra su más grande debilidad. El miedo a relacionarse con las personas. Que no se ha rendido frente a las adversidades. ¿Sigo?

-Si, quiero oír mas.

Aclaré mi garganta.

-Una chica preciosa, dulce, gentil, amigable, generosa, echada para adelante - quitó una pelusa en el borde de sus labios y la tentación de besarla aumenta -. Con una piel hermosa, cuerpo lindo y unas piernas que desearía que fuera verano para verlas todo el tiempo.

-¿Te-te gustan mi piernas? - me miró perpleja.

-Y tu culo, es sexy, lo adoro.

-¿Que?

-Me está volviendo loco.

Comenzó a reír incrédula.

-¿Por qué me miras así?

-¿Tu de verdad ves eso en mi?

-Si, ¿por qué?

-Se sincero - pidió.

-Lo estoy siendo Jul - no dejaba de negar -. ¿Qué pasa?

-¿Mi piel te parece linda?

-Hermosa.

-¿Por qué no me crees?

Silencio.

-¿Jul?

-Es la primera vez que alguien me dice esas cosas -confesó después de un corto silencio -. y se me hace extraño. Porque los chicos nunca me habían prestado atención y mis hermanos me hacían sentir menos. Me decían que era adoptada porque de los tres yo salí morena. Me comparaban con muñecos feos que pudiera encontrar. Les daba pena mostrarme con sus amigos y todo el tiempo me repetían que nadie se iba a fijar en mi, ni aguantarme.

-Que hijo de putas -mascullé, deseando tenerlo, amarrados en lugar de mi saco de boxeo a ese par.

Y darles caña hasta que no vuelvan en sus vidas a tratar a su hermana de esta manera.

Que gillipollas sois.

No los conozco y los detesto.

-Y mi mamá no se quedaba atrás, me comparaba con mis primas -continuó, sus ojos se iluminaron con ilusión - . El único que me decía que era linda era mi papá. Y mi abuela me decía que tenia la piel mas bonita del mundo para que no me sintiera mal. Ya que se daba cuenta por el trato feo de mis hermanos.

Negué.

-En cambio aquí te has llevado la admiración de todos.

-Si, claro.

-El estúpido rey de los estúpidos es uno.

Carcajeó.

-Y no quiero imaginar a los demás -murmuré aborreciendo la idea de ver gillipollas detrás de ella.

-Yo solo quiero un rubio de ojos azules -pegó su nariz con la mia, lamí mis labios - . Es gruñoncito pero hermosa persona.

Rei pegando sus labios a los míos y la coloqué debajo de mi de un tirón. Ignoré su grito de susto cuando crucé sus piernas encima de mi culo y empecé a besar su cuello.

-Ven conmigo a correr -insisto susurrando contra su oído - . Me encantaría ver ese culito revotar delante de mi.

-¿Para eso quieres que corra contigo?

-Si.

-Pervertido.

-¿Yo? - me hice el ofendido, volviendo a besar mi cuello, sintiendo calambres en mi estomago cuando acarició el cabello de mi nunca - . ¿Quién tuvo sueños calientes conmigo?

Atrapé sus labios contra los míos para que no lo negara y sonreí contra ellos. Besé de nuevo su cuello, su mentón, sus mejillas y su frente varias veces. Me quedé apresado entre sus brazos un largo rato y me levanté luego de recordar que tenia que ir a correr.

Si no fuera porque lo necesito, me quedaría hasta que hiciera de día entre sus brazos.

-¿Vuelves al apartamento?

-Si, tendo que cambiaste para ir a la universidad -dije después de colocarme el mono deportivo - . ¿Por que?

-Para guárdate desayuno.

-¿Arepas?

-¿Qué te gustaría?

-Un batido verde con vitaminas.

-¿Que?

-Estos días no comeré comida pesada - informé.

-Mmmm.

-Después como de tus deliciosas arepas - prometi y me terminé de vestir. Me acerqué de nuevo a la cama y le di un beso sonoro en la mejilla de algodón - . Nos vemos en la noche. Te paso buscando. Hoy comienzan tus entrenamientos. Estoy loco por ver esas nalgas en ligas.

-Jamás las encontrarás.

-Soy el mejor explorador, a qué si las encuentro.

-¿Donde está el zequi decente?

-Preparate para seguir escuchandome - avisé -. Porque tu culo no es lo único que me encanta. Te veo luego, pequeña salta.

-Cuídate pervertido y maneja con cuidado.

-Si mamá.

-Gafo.

Rei divertido y le di otro beso.

Jane....

Eduard tenia el desayuno preparado y servido. Muy caballeroso me corrió la silla para mi. Le di las gracias y el sonrió complacido. Volvio de la cocina con un vaso grande juego de naranja y una taza de cafe. Se sentó en frente de mi y nos dijimos buen provecho.

-¿Pudiste dormir?

-¿Por que lo preguntas? - dije curiosa mientras mordía una rebanada de pan tostado.

Sonrió divertido.

Oh.

Me impresiona lo parecido con Zequi.

-Porque alguien estaba muy asustada con la muñeca barbie.

-¿Muñeca barbie? -repetí soltando un bufido - . A mi no me gustan las películas de princesas barbies, pero no me molestaría verlas a cambio de esa tal Isabel.

Carcajeó malicioso y volvió a reír con fuerza.

-Es Anabella.

-Esa cosa.

-A mi me encanta todo lo que tenga que ver con terror - confesó, negué con horror - . Las románticas me dan cringe. ¿Cuáles te gustan a ti?

-Casi no veo películas.

-¿No?

-Tienen que llamarme mucho la atención desde el principio para que me gusten -llevé el tomate y las raíces a mi boca masticándola suavemente - . Las que mas me gustan son las de niños.

-¿Si? - retrocedió sorprendido, el mismo gesto que hace Zequi cuando le impacta algo - . ¿Y como cuales te gustan? -su teléfono sonó y pidió disculpas para contestar, yo también revise el mío y vi que se me estaba haciendo tarde.

Comí rápido, lave los platos y me fui a la habitación a cepillarme. Regué a la velocidad del sol las plantas y me dispuse a salir.

-¿Te vas?

-Si, es tarde.

-Bien -sonrió - . suerte.

-Gracias.

Juré que tamara iba a despedirme cuando ingresé a su oficina y me miró con cara de pocos amigos. Suerte no me pidió explicaciones pero si me colocó a trabajar tiempo extra y...me quitó un día de salaria.

Mi sueño costó un poco.

Sin embargo nadie me quita la felicidad que llevo dentro de mi. Está mañana Zequi me dijo cosas que nunca nadie había dicho y estoy como volando entre las nubes. Es que todavia no asumo que tengo novio y no saben las ganas recorren mis venas por contárselo a mi madre y los estúpidos de mis hermanos que siempre me decían que jamás iba a conocer a alguien que me quisiera.

Matteo y Simón me recibieron junto a Leidy como si me hubiese ido por una año. La verdad que dos días y medio en París tuvo algún efecto. Es que todavía estoy fascinada. Mi mente no procesa que hace un par de horas estuve en la ciudad de mis sueños.

Mientras Leidy le contaba a una pareja como retenía a su marido para que no se fuera con la amante. Por el otro lado estaban Matteo y Simón peleandose por la chica bonita que ingresó a la cafetería.

Era hermosa y tenía lindo cabello dorado, de grandes ojos azules. Cómo el zafiro. Todos los chicos que entraban volteaba a mirar. Es que es muy bonita y llamativa.

Eso me hizo sentir un poco mal. Yo nuca he sido el centro de atención de nadie y quisiera saber que se siente que todos los chicos volteen a verte vislumbrados.

Admito que me dio celos ver a los tontos de mis compañeros peleandose.

Cuando la rubia se fue senti un aire de alivio. Miré a los chicos que se me acercaron para ayudarme con la bandeja que llevaba en las manos. Matteo alzo su atención por encima de mi hombro y señaló.

Sabia que era un cliente y me apresuré. Dejé la bandeja con él y cuando me di vuelta senti un frio por toda mi espina dorsal. La felicidad que sentia esta mañana se esfumó en cuestión de segundos y desee estar en paris junto a zequi frente a la torre Eiffel.

Me saludó desde lejos, con su patetica sonrisa y me hizo señas que me acercara.

-Benavides -escuché la voz de tamara.

Suspiré y asenti.

Saque el boligrafo, la libreta y me acerqué.

-Buenas tardes - saludé plena, para que no notará mi desconteto y la rabia hirviendo mi sangre.

-¿Como has estado?

-¿Que desea llevar? -desvié, sonrió de lado y me dio una mirada de arriba bastante incomoda.

-Una cita contigo - dijo apoyandose sobre sus codos - . Podemos ir cenar o si quieres mas comodidad en mi apartamento. Todavia no comprendo por que te fuiste.

-¿No va a pedir nada? Bien, me retiro -abrió la boca, y antes de escuchar cualquier comentario desagradable me di vuelta.

-Un expresso por favor -pidió, lo noté rapido en mi libreta y me acerque hasta la cocina.

Entregué el cafe a mike y me dedique atender a los clientes que no dejaban de llegar. Él no apartó su mirada mi y en la forma que lo hacia era incomoda y agobiante. Parece que quisiera desnudarme con ella.

Samuel y spencer aparecieron como cuanto lo desee. Me acerque simulando mi alivio interno y los atendi con agrado. Ambos llenaron la mesa de sus cuadernos y libros.

Mientras les escucho discutir no se que de alguna materia. Mi corazon late de emoción al ver. Traté de disimularlo porque tenia los ojos de sus amigos clavados en mi cuello.

Les servi los cafes en el pequeño espacio que dejaron en la mesa y les adverti que tuvieran ciudado.

Zequi miró a mike al pasar por su mesa. Este apenas lo divisó y tenia una sonrisita de burla como me gustaría desaparecer.

Como detesto a ese tipo.

Lo siguió con la mirada y cuando coincidió con la mia, se mordió los labios y me lanzó un beso.

Me hice que no lo habia visto y giré a zequi quien volvio a mirar a mike desde su silla.

-Este tipo no se rinde.

-Lo hará hasta que consiga lo que quiere.

-Te llega a poner un dedo encima y lo lamentará. Deseará nunca haberlo hecho - sentenció zequi, volviendo a mirar al sujeto.

-¿Has hablado de esto con tu jefe janecita? -simulé que anotaba en mi libreta.

-Es probable que me eche si se entera que mike, no es de fiar.

-No puede seguir asi -comentó samuel -. Deberias cambiar de trabajo.

Solte una risita irónica.

-¿Lo dices en serio?

-¿Y que pasó con el paseo de perros?

-Nadie mas quiso ayudarme -resopló zequi - . Chris me llamó pero queria pagar menos y daniela nunca mas me escribió. Mis otros compañeros no estan interesados. Ya le ofrecí trabajo a Jul en el gimnasio.

-¿Como asistente? -miró alrededor preocupada, ya había dibujado los ojos de Zequi en mi libreta, simulando que tomaba su orden.

Una orden muy larga.

-Si -dijo tranquilo, sacudiendo su melena castaña.

-¿Estas seguro? -spencer lo miró perplejo.

-¿Cual es la sorpresa?

-A mi sorprende mucho, en realidad -miraba a Spency confundida -. Sería interesante ver trabajando a Jane rodeado de tíos más guapos y que cierta persona no erupcione de celos.

Samuel carcajeó.

-Somos novios - soltó de la nada y la risa de Sami se quedó, spencer se ahogo con el café y casi me marcho si no fuese porque la mano rodeó mi muñeca y me arrastró hasta llevarme a su regazo.

-¿Que?

Miré alrededor asustada. Si tamara se da cuenta me va a echar.

-¿Es cierto janecita? -spency tenía una cara de incredulidad.

Me ruboricé mirándolos y asenti cruzando mi brazo por encima de los hombros de Zequi. Olvidando que estoy en horario laboral. Me quité enseguida y me despedí de ellos haciendo un ademán con la mano dejando atrás cualquier reacción.

Limpié mis manos en el delantal y prepare mi libreta lista para el pedido de la señora de peinado extraño.

Oprimi los labios con disimulo al oír sus risas detrás de mi mientras anotaba. Miré hacia atrás por curiosidad y ví como Samuel le revolvia el cabello a Zequi.

Con esa imagen me fui a la cocina y seguí trabajando hasta que ellos se fueron. Por suerte Mike también lo hizo y pude continuar con mi labor sin su molestia presencia.

Los entrenamientos quedaron cancelados por culpa de la lluvia. Pero Zequi dijo que sala podría ser nuestro centro de aprendizaje.

Entramos empapados al apartamento, calceto nos recibió como siempre. Todo estaba ordenado y la casa olía a lavanda. Observó con admiración y casi dibuja una sonrisa.

Pasamos a la habitación. Mi mano había mejorado pero acercarme al fuego es una vil tortura. Por lo tanto le toca cocinar o si no le gana la flojera, pedirá pizza que es lo más seguro.

Me quité el suerte - el primero que me prestó desde que nos conocimos - me desate el cabello, me deshice del delantal y cuando me voy a bajar los pantalones, me detengo.

-¿Por qué te detienes? -protestó indignado.

-Me cambio en el baño -dije ruborizada ignorando su mirada fija -. ¿Te vas a bañar?

¿Por qué dije eso?

-¿Contigo?

-Quiero...

-En el jacuzzi -subió las cejas jugueton mientras esbozaba una sonrisa perversa y se mordía el labio interno -. Desnudos, llenos de espuma, tu sobre mi y yo...

-¡Ya entendí! - me quedé sin sangre, toda se dirigió a mi cara.

-¿Vamo? -alargó el brazo como invitación y sentí un vacío en el estómago. Parpadee un segundo y me ví arrastrada.

Comencé a gritar de los nervios y él a reír con malicia.

De repente mis pies ya no tocaban el suelo y en mi campo visual vislumbraba su trasero.

-¿Qué-que vas a hacer?

-Hay demasiado calentamiento global y debemos ahorrar agua.

-¿A qué te refieres? -preguntó acosada por los nervios, muy consiente pero asustada.

Asustada al principio, después viene lo bueno.

¡Basta!

-Ya verás.

Me mantuvo en su hombro mientras llenaba la bañera. El estomago me dolía en la posición que estaba. Me quejé varias veces y empezó a silbar como los enanos de Blanca Nieves para ignorarme.

Cuando terminó me colocó en el suelo. Con los brazos extendidos me mostró la tina que estaba llena de agua y rodeada de espuma, el olor a rosas era penetrable pero no molesto. Con una sonrisa traviesa empezó a sacarse la ropa que cargaba. Primero los pantalones y luego el suéter.

Quise huir pero su velocidad superó la mía y pudo detenerme antes que llegara a la puerta. Me apresó con sus brazos y me fue arrastrando mientras mis gritos y risas allanaban los rincones del baño.

Iba a meterme con todo y ropa.

-¡La ropa!

-Quítatela - dijo fácil.

-No delante de ti.

-Bueno me doy la espalda.

Me soltó y se dio la vuelta.

-¿Estas loco? -me miró por encima del hombro divertido.

-Por ver esas piernas otra vez -dijo mirándolas y dándose la vuelta.

Todo pasó tan rápido que apenas me percaté, cuando quise reaccionar ya estaba metida en el jacuzzi. Las risas no faltaron, mi rostro y mi cabello estaban cubiertos de espuma. La ropa se pegó a mi cuerpo y marcó mi delgada silueta, bueno no tan delgada, ya que aquí he aumentando unos cuantos kilos.

-Vaya -expresó atónito mirándome hipnotizado de arriba abajo cada parte de mi cuerpo - . Si eres así con ropa puesta, que será de mi si te la quitaras.

Me quedé sin habla y también paralizada porque no era la única embobada en esta habitación. Zequi se veía tan hermoso e imposible de ignorar. Bajé la vista y me llevé una mano al pecho ver cicatrices cerca de sus costillas. La impresión fue tan notoria que mi campo visual fue invadido por su rostro, asustado.

-Esas...

-Si -apreté los labios y las miré otra vez - .Fueron hechas por él.

Negué de impotencia e intenté tocarlas, su mano envuelve la mía y la lleva hasta allí. Mis dedos las rozan y no puedo dejar de imaginar a su corta edad siendo maltratado por ese hombre.

Las acaricié y después su rostro perdido en sus pensamientos, seguramente en el pasado. Lo abracé, sus brazos me estrecharon y me mantuvieron cerca de su pecho, escuchando el ritmo de su corazón.

-Nadie las había tocado antes - reveló.

-¿No?

-Nunca.

Oh, dios.

-Y su...

-Nadie - me cortó.

-Oh - me impresioné y levanté la barbilla. Tenía intriga - .¿Y por qué me dejaste que yo lo hiciera?

-Porque tu y yo sabemos lo que siente que tus seres queridos te lastimen -me dijo.

Me quedé en silencio sorprendida. Sinceramente no me había dado cuenta lo mucho que se asemeja su vida de la mía. Lo que me ha dicho despeja cualquier duda y no sé cómo me siento respecto a estos, pero hay una sensación que me removió todo.

-Hay muchas grietas allí ¿no?

-Y tu también tienes ¿verdad? -asentí, y la expresión de su rostro le da la razón -. Por eso te las dejé tocar. Porque nunca me había sentido tan identificado con alguien.

Lo abracé y solté un gritito cuando me subió al borde del jacuzzi, estuve a nada de llorar si no fuese porque su sonrisa divertida cambió todo.

El sonido del agua me sacó del trance, su mano estaba en mi cuello. Su cuerpo metido entre mis piernas y nuestros rostros a centímetros de rozar los labios.

Me estaba aferrando del orillo de la bañera cuando no aguanté más y me fui hacia adelante arruinando la posibilidad de un beso.

Mi cara estaba cubierta de la vergüenza. Su cara era solo carmesí y se sacudía la nariz, tratando de sacar el agua que le entró.

Dios le caí encima y creo que casi lo ahogo.

-¿Estas bien? -dejó de sonarse la nariz y me miró serio. Ahora soy yo la que se enrojece de vergüenza. Él se acercó, con cara de pocos amigos y tomó mi rostro entre sus manos. Acercó su rostro hasta tocar nuestras narices y después sonrió de costado.

-Nunca había estado tan bien -pegó sus labios con los míos. Solté un brinquito inevitable y sentí sus labios sonreír -, y se pondrá mejor.

Solté una risita nerviosa y no comprendí hasta que sentí que me quitaba la camisa.

-ze-zequi -tragué a fondo viendo mi prenda volando por los aires -. To-todavia no estoy lista. ¡Y es muy pronto!

Sonríe de costado haciendo que mi piel se ericé por completo. Comenzó con la tira de brasier y luego jugar con él.

-Dame tiempo -pedí, me faltaba el aire-. Apenas se besar y ya quieres llegar a tercera base.

-Ter...¿que?

-Tercera base -le di una mirada significativa que tardó en comprender.

-Vale.

-Dame tiempo ¿si? - pedí, me miró compresivo.

-De acuerdo, Jul - besó mi frente -. Pero eso no quiere decir que no practiquemos.

-¿Que? - pregunté -. ¿El beso?

Sonrió travieso.

-Todo incluido -otra vez estoy roja. Lo odio pero lo adoro.

-Bien -dije cruzando los brazos detrás de su nuca, más tranquila, sin embargo mi corazón sigue latiendo locamente.

Me llevó de nuevo hasta sus labios, me pegó hasta dar con su torso y el mío. Besó mi cuello como esta mañana, mi mandíbula y mi clavícula.

-Esto solo es un simulacro, mi pequeña saltamontes -susurró contra mis labios.

Respira, respira.

Me giró, hizo a un lado mi cabello y siguió dejando besos, bajó por mis omóplato y mi columna.

Casi me quita los pantalones pero se detuvo de repente. Volvió a mi oído y me rodeó con sus brazos por detrás.

-Lo mejor se hace esperar -mordi mi labio inferior con un sin fin de emociones recorriendo cada parte de mi sistema. Apoyó su barbilla en mi cuello y giré mi cabeza para besar su mejilla.

La aprobación de Zequi cuando me vio con la ropa deportiva quedará en mi mente grabada toda la vida. Y lo que más me sorprende es que es solo una camisa holgada y una licra, no era la gran cosa, pero para él creo que sí causó algo porque sus ojos resplandecieron.

Él no se quedaba atrás. Tenía una camisa sin mangas negras, un short que debajo admirar sus piernas. Tenía el cabello recogido con una moño. La mía y se veía muy gracioso.

-Esas piernas deberían ser ilegales.

-¿Po-por qué?

Sacudió la cabeza y empezó a trotar sobre su sitió.

-¿Y que quieres aprender? - preguntó abrazando el saco de boxeo.

-No lo sé -dije con la mente en blanco -. Lo que me gustaría es que a la hora que un Mike intente tocarme yo sepa que hacer.

-Entiendo -asintió.

-¿Debo ponerme los guantes? - pregunté emocionada.

-Ya va Jul -dijo para ir a abrir. Alguien tocó el timbre varias veces.

Asentí y yo misma me coloqué uno de los guantes sin tener idea si debía ponérmelos.

-¿Que haces tu aquí?

-Cariño -fruncí las cejas al escuchar una voz femenina. Mi puño quedó en el aire cuando ví a la misma chica rubia de esta mañana, besando a Zequi.


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