Capitulo 24

Janee...

Mis ojos miraban el techo, mis manos estaban en la boca. Había despertado hace cinco minutos y he estado así en esa posición. Zequi había vuelto reemplazar las almohadas por su cuerpo.

Estuve procesando todo. Detrás mis manos había una sonrisa ancha que no puedo parar  y dentro mi pecho un palpitar incontrolable.

Anoche imaginé de formas distintas nuestro recorrido por la torre Eiffel. Nunca percibí que delante de aquel histórica maravilla del mundo, Ezequiel me besaría.

Sigo en shock, no puedo dejar de pensar en nuestros rostros cerca y nuestros labios juntandose. La imagen está tan pero tan presente como la sensación de sus suaves labios que me dan cosquillas por todo el cuerpo.

Fue tan maravilloso, tan bonito y tan real que si lo contara, nadie no me lo creería.

Bueno en este caso mi mamá y mis hermanos, quiénes decían que nadie me daría un beso.

Pegué la nariz en su almohada por unos largos minutos, mirando con precaución hacia la puerta, me daría vergüenza que me encontrara oliendo sus pertenencias.

Está olía delicioso, olía a él, tan fresco y varonil. Me gustaría saber que marca de colonia usa, porque es exquisita y casi adictiva.

Estoy ansiosa por escribirlo en mi diario — que por cierto va por la mitad —. Tal vez deba que cambiarlo antes de diciembre porque cada día los anécdotas son más grandes y está abarcará más de cuatro páginas, porque describiré todo lo que viví.

Froté mis ojos y me bajé de la cama sin borrar mi sonrisa mientras una sensación de alegría me recorría el sistema.

Antes de asearme caminé de puntillas por el helado piso hasta el balcón. La torre estaba allí, rodeada de una suave neblina. Era una vista hermosa, incluso mejor desde este ángulo. No sé cuánto tiempo estuve allí contemplando el paisaje cuando sentí mis mejillas endurecidas por el frío.

Salí del balcón, me metí al baño y me cepillé los dientes, con la mirada puesta en el espejo reviviendo todo, otra vez con una sonrisa y con una mano en mis labios.

Zequi entró a la habitación no se a que horas,  justo cuando me estoy poniendo las zapatillas. El rubor inundó mi rostro al recordar lo que había pasado anoche.

Me dedicó una sonrisa normal mientras accedía a la habitación, con todo su esplendor. Se veía muy tranquilo, alegre como si no estuviera nerviosa cómo me puse yo, con su presencia.

Me saludó en francés y mi cara fue un poema al escucharlo.  Sus carcajadas se escucharon por toda la habitación.

Sabia que era buenos días, pero no esperé que me lo dijera en otro idioma.

—Buenos días, supongo.

Se detuvo a mitad de camino y alzo las cejas con superioridad.

—Y después dices que Jacob es un presumido — su sonrisa se esfumó casi al instante e hizo una mueca de fastidio. Ojalá me dijera la razón de su desprecio, es el único que no lo soporta— . ¿Cómo siguen los chicos?

—Están mucho mejor — me acercó la taza que tenía en las manos y estiré el brazo. Maldije por dentro al ver que me estaba temblando la mano, él no se percató porque se distrajo en su teléfono.

Respiré de alivio.

Hubo un silencio, en el que solo se oía el marcando las teclas y yo soplando el líquido caliente para no quemarme, disimulando todo lo que me estaba provocando su cercanía.

—¿Cómo dormiste? — preguntó al terminar chatear. Había una sonrisa amplia en sus labios, no quise mirarlo pero la curiosidad me ganó y verlo hacer ese gesto, me dolió.

Cómo dicen la curiosidad mató al gato.

—...bien.

—Tan bien que mencionaste mi nombre varias veces — abrí los ojos en grande y me atoré con el café —. ¿Estabas teniendo sueños calientes conmigo, enana pervertida?

La sangre me subió a las mejillas y traté de negarlo pero no pude. Primero necesitaba respirar antes de explicar.

Su mano estaba en mi espalda y me daba toques suaves, se reía a grandes carcajadas mientras yo me moría.

El suéter y mis piernas se llenaron de café y él solo se reía de mi.

—Eso no es cierto —pude decir cuando recuperé el aliento, el alma, que casi se me sale por la boca.

Enarcó ambas cejas incrédulo y aunque era cierto que soñé con él. Estoy segura que no dije nada. Si mencioné su nombre, fue porque después de habernos besado con más profundidad. Todo cambió, una de las brujas apareció en mi sueño y él se había ido al baño justo en ese momento, entonces lo llamé desesperada para que me viniera ayudar porque la bicha esa me estaba arrastrando.

—Fue una pesadilla.

—Oh, Zequi, dios — imitó mi voz —. Oh, dios más fuerte.

—¡Yo no dije eso!

—Oh, más duro, oh sí, que grande la tiene...— agarré la almohada y se la estampé en la cara para callarlo.

El impacto lo hizo caer hacia atrás pero eso no lo detuvo. Siguió imitándome, y hacer gemidos. Tomé la almohada otra vez y le di en el estómago, en la cara y en todos lados para que se callara.

—Pervertida — me señaló  — . Eso me confirma que el vibrador si era tuyo y no de stef y yo soy ese pene. Aunque no es por presumir pero el mío es mejor —me subí sobre él, agarré la almohada y me volví loca golpeándolo mientras entre risas intentaba defenderse con los brazos.

—No soy pervertida.

—Oh, si, dios.

—¡Cállate!

Se reía con ganas y yo no dejaba de golpearlo hasta que en un rápido movimiento, me sujetó de las muñecas con fuerza y me detuvo. La almohada voló no se a dónde. Tenía todo mi cabello en la cara por el forcejeo. No podía apartarlo porque me tenía firmemente agarrada, sin embargo podía ver claramente su rostro.

—Me arde la pierna — me quejé, Zequi no me quitaba los ojos de encima y ahora es que me estoy enterando la posición que estábamos.

Él no dijo nada, solo me detallaba y después me tumbo hacia un costado de la cama.

El estómago se me hundió. Las posiciones cambiaron. Ahora está encima de mi y todo quedó en silencio, él no dejaba de detallarme.

Se inclinó hacia mi y una voz lo detuvo a tan solo centímetros de mi labios. Tragué despacio cuando levantó la cabeza con un gruñido y yo exclamé por lo bajó, con las palpitaciones de mi corazón profundamente aceleradas.

I-iba a besarme, otra vez.

—Escuché los gritos y — esto no puede ser posible, es la voz de Rosmery —. Pensé qué...les estaba... pasando algo.

—¿Qué pasó?

—¿A quién mataron?

—Machoooo, y luego que no eh.

—¡Largo! —bramó en medio de las risas de todos.

¡Me quiero morir!

Me cubrí la cara avergonzada y sentí que Ezequiel se quitó de mi cuerpo. Murmuró algo que no lo logré entender porque estaba sumida en mis ganas de desaparecer del planeta.

Aunque no alcancé a mirar, pude sentir la mirada de Rosmery, quien seguramente debe estar juzgándome en este momento.

Sé que no estábamos haciendo nada malo. Sin embargo para ella, para alguien que ya afirma lo que soy, estas son pruebas contundentes.  Aunque no haya pasado, nada.

Froté mis ojos con frustración y me impulsé sobre la cama para sentarme. La ropa volvió a cubrirme las piernas. Di un repaso por la habitación cuando vi a Zequi salir del baño.

Me molestó un poco que esté tan tranquilo. Cómo si lo que acaba de pasar no ha sido para preocuparse. Él trató de convencerme que su mamá es alguien  chévere pero su actitud me mostraba la contrario.

La primera impresión es lo que siempre cuenta y yo sé que a ella, no le agradé. He visto esas expresiones en otras personas y ella uso las mismas.

—Esta crema te calmara el dolor — él actuaba ajeno a todo y eso aumentó mi molestia —. ¿En dónde fue?

—Zequi — mi voz sonó firme, sería.

—¿Qué?

—¿Cómo que qué? — parpadeó —. ¡Tu madre acaba de vernos!

—¿Y?

—¿Y?

—Si, ¿y?

—Tu mamá piensa que soy una... prostituta.

—Rosmery no cree eso Jul, ya lo hablamos. ¿Qué parte te quemaste? — untó de crema sus manos.

—Lo que acaba de ver, le puede dar indicios — dejó de regarse la crema y finalmente me miró —. Sé que estábamos jugando pero ella no lo va a ver así. Esto en su mente es una prueba verídica de lo que dicen de nosotras.

—No pasó nada July.

—Para ella... —me sentía impotente y rabiosa, por culpa de un grupo de gente marginal uno tiene que pagar por esto.

—Mi madre puede creer lo que quiera  —gruñó al verse las manos llenas de crema y rodeo los ojos. Frustrado se sentó a mi lado —. Eso jamás cambiará lo que todos conocemos de ti. No deberías preocuparte por eso. Créeme ella no fue una santa cuando era joven. Hizo cosas peores que verme encima tuyo.

Aparté la vista como si algo me hubiese distraído y volví a enfrentarlo. Las mariposas en mis estómago se hicieron profundas cuando sus ojos bajaron por unos segundos hacia mis labios.

—Tranquila, y no le prestes atención, yo sé cómo eres.

Suspiré y asentí.

—¿Cuál pierna te quemaste?

—La derecha, cerca de la rodilla — señalé y me subí un poco el suéter para mostrarle, mi piel estaba roja y escuché una exclamación de su parte.

—¿Me permites?

Claro primoooor, que toque un poco más arriba no hay problema.

Aclaré mi garganta y le di mi consentimiento.

Ezequiel untó de crema la zona roja de mi rodilla. Se mostraba tan tranquilo, concentrado, mientras yo no sabía a dónde mirar. Después de ponerme la rodilla blanca y dejarme un dibujo que hizo con las uñas, nos reunimos en la sala con todos.

Otra vez quedó una silla vacía, que él y yo compartimos. Rosmery clavó su mirada en mi apenas se enteró de mi presencia. Su cara no era la misma de ayer, la falsa. Agarré un sopló de aire y me mentalicé no hacerle caso. Que crea lo que le venga en gana.

No es nadie para juzgarme, con lo que me dijo zequi me basta y me sobra.

El desayuno fue ameno y divertido. Rosmery trató de continuar con el interrogatorio pero Zequi la interrumpió varias veces para impedirlo, terciando con cualquier tema.

Cuando el desayuno acabó, spencer y yo nos encargamos de lavar los platos. Stef, Zequi y Adrián salieron. Miguel junto a Samuel acomodaban el comedor y hablaban sobre la película en la cual habían sido llamados.

Me hubiese gustado ir con ellos y no sentirme expectante y menos con Rosmery alrededor. Sentía que en cualquier momento saldría de su habitación y terminaría lo que no pudo al principio.

Por suerte Zequi llegó antes de lo que tenía previsto, respiré de alivio, la tensión de mi cuerpo desapareció. Llegaron con bolsas de tiendas de marca y no sé por que tengo la ve sospecha que entre esas pilas de bolsas al menos una decía janet, estoy segura.

Spencer y yo terminamos. Él paso su brazo por encima de mi hombro mientras nos movimos hacia la sala pero  de repente se apartó. Fruncí las cejas confundida y lo miré. Se dejó caer en unos de los sofás y luego sentí que me tomaron del brazo.

Era stef y como había sospechado, una de las tantas bolsas que trajeron eran para mí y mi mirada no cayó en ella, sino en Zequi, no dije nada, lo que haya sido le agradecí.

Él me miró sorprendido y sacudió la cabeza. Estaba consternado pero no hizo comentarios al respecto, yo estaba a la expectativa de cualquiera de sus comentarios. Iba a decir algo pero el sonido del teléfono lo interrumpió. Pidió permiso y se marchó al balcón a contestar. Lo último que escuché fue Alyssa antes de cerrar la puerta a sus espaldas.

Me levanté del sofá y me dirigí a su habitación sintiendo la mirada de spencer en mi nuca. Me dejé caer sobre la cama y dejé caer las bolsas, me sentía desconcertada y deseaba no haber visto ni escuchado nada.

Una sensación de molestia y angustia me invadía el cuerpo.

La puerta se abrió y se cerró. Giré mi cuello sobresaltada. Era Stef. Por un segundo creí que era Zequi, ella ingresó caminando directo hacia mi y me abrazó.

—Por qué me siento triste, y molesta...

—Porque te gusta, dolzzella y es normal sentirse asi — acarició mi cabello con suavidad —. Sé que él también aunque no lo creas. Esa chica a lo mejor es una prima o una amiga. No te sientas mal, ¿vale?

Ezequiel....

Terminé de hablar con Alyssa y en ese momento entró spencer al balcón. Tenía una actitud extraña. Le comenté que me había llamado mi prima y noté que su semblante cambió. Sus músculos se relajaron y una sonrisa significativa se dibujó en sus labios, volvió a salir del balcón y en esas apareció Adrián.

—Las chicas ya están listas — me avisó con una sonrisa, parecía deslumbrado.

A qué quedó verse con una francesa.

—¿Y por qué esa cara de imbécil?

Inhaló y exhaló un suspiro.

—Creo, creo que hoy ha sido el mejor día de mi vida — tenía una mano en el pecho —.He conocido siento de chavalas lindas, pero ninguna como Janette, tío.

Asentí y mi sonrisa fue disminuyendo al darme cuenta que se refería a Juliet.

—¿Ah?

—Tengo pensado comprarle un oso enorme — se quedó pensando —.Mejor un peluche de un fórmula uno, si eso le encantará. Le escribiré una carta donde le diré todo el amor que siento por ella.

—¿D-de que estás hablando?

—¡Me acaba de confesar que le gusto! — confesó alegre y sentí un chorro de agua — ,y estoy muy feliz. Sabía que Jane caería en mis encantos. Lo sentía.

—¿Qué? — dije en un hilo de voz y jadee incrédulo.

—Jane, me dijo que le gustaba — repitió, parpadee en shock.

—¿Ah?

Adrián suspiró en grande y después comenzó a reírse como un desquiciado. Volví en si mirando como no paraba de reírse y apuntarme con él dedo.

—Debiste ver tu cara de terror —sacudí la cabeza, no entiendo nada —. Es mentira capullo. Solo te jugaba una broma.

Lo miré de arriba abajo con ojos furiosos  mientras un alivio recorría mi espalda. Le di un empujón que lo llevé al otro extremo del balcón.

—¿Te cagaste?

Tomé el cojín y se lo estampé directo en la cara. Suspiró satisfecho y me miró fijamente.

—Esto es lo que podría pasar si dejas de evadir que lo que sientes — recogió el cojín del suelo —. Vamos hombre, déjalo fluir. ¿Cuál es el problema que Jane te guste? Es súper guapa, amigable, gentil, dulce ¿Qué más necesita? ¿Volar? ¿Escupir fuego por la boca?...¿hablar parcel?

—No me pasa nada con ella.

—Eso no te lo crees ni tu mismo —negué —. Todos nos hemos dado cuenta.

Resoplé rascándome la frente irritado. Stef apareció en el balcón.

—¿Interrumpo? — preguntó curiosa con una sonrisa.

—Para nada, tefi.

—Ya estamos listos los estamos esperando — anunció.

—Si, si enseguida.

—Bueno —musito y despareció de mi campo visual.

—Si de verdad no te atrae Jane — prosiguió — .Deja de actuar como el puto tío que no quiere nada con ella, pero no permite que nadie se le acerque. O la tomas o la dejas, pero no puedes andar así.

—Terminé con celeste porque todavía siento cosas muy profundas por sussan — negó rodando los ojos, sonriendo sin gracia.

—No —me agarró por los hombros —. Tu terminaste con celeste porque te gusta Jane.

Prensé el puente de mi nariz y respiré hondo. Adrián me dió una palmadita en el hombro antes de dejarme solo. Me estuve allí está que una voz suave y bajita apareció, provocando un respingo.

Me giré cuando su mano se apoyó en mi hombro. La miré todos veces, impactado. Una emoción recorrió sistema al verla vestida todo lo que le había comprado.

Le quedaba perfecto y ella se veía muy bien.

July lucía sonrojada e intuí la razón de esas mejillas a punto de explotar.

—¿Vamos?

—...si.

—Como supiste la talla de mi...

—¿Tu ropa intima? — sus ojos marrones se abrieron en par y colocó su dedo índice para que me callara, pero eso no estaba en mi diccionario. Sin embargo no lo hice, Adrián estaba allí —. Stef me dijo y lo de tu ropa también, y zapatos.

—Gracias.

—¿Te quedó todo?

—Si, todo — sonrió agradecida —. Estás botas son muy suaves y cómodas.

—Y te abrigan del frío.

—Mucho.

—Chavales vamos — anunció spencer asomándose —. Recuerden que debemos volver a España hoy.

Suspiré y la miré.

—¿Vamos?

—Si.

Recorrimos el acuario todos juntos. Hubo un momento en el que July dejó de estar a mi lado para unirse con Adrián y caminar a su lado. Él mantuvo su brazo sobre sus hombros y me lanzaba miradas desafiantes.

Mantuve una actitud serena, tranquila no puedo decir lo mismo por dentro, por dentro sentía mucha rabia. Me ví apretando varias veces los puños y rechinando los dientes, apenas me daba cuenta.

Spencer caminaba a mi lado juntos stef. Él parecía ajeno hasta que logró darse cuenta y fingir, ya no estaba funcionando porque todos hicimos una parada para ver los tiburones y July siguió derecho con el Adrián.

—He aquí el animal mas peligroso del planeta, y aquí está este lindo tiburón — rodé los ojos — . Míralo que tierno, oh mira que ojitos más monos.

—¿Qué quieres? — mascullé.

—Muchas cosas — la miré de reojo  —. La paz mundial, casarme con stef y... Que mi mejor amigo admita que algo muy profundo le está pasando con janecita pero él está reacio de aceptar. Y prefiero hervir en celos.

Respiré hondo.

—¿Cuál es el problema Zequi? — preguntó —. Joder, ¿vas a esperar que janecita se enamoré del rey de la pista para que al fin reacciones?  Él quiere conquistarla, me lo dijo y si no te pones los pantalones lo va a lograr. Porque el tipo tiene todo lo que las tías quieren.  Guapo, educados, caballeros, sexys, sensuales, detallista y que le den como cajón que no cierra. Pero tú verás, después no vengas a llorar arrepentido.

Cerré los ojos con horror en la última parte y traté de no llenarme la cabeza con imágenes.

—Si no quieres que eso ocurra, porque es evidente que Janecita te tienen hipnotizado —colocó una mano en mi hombro —. Actúa ya, hombre. No sé que estás esperando.

Contemplé el tiburón que pasó por el frente de nosotros mientras meditaba todas sus palabras.

—¿Y si estoy todo confundido? — lo miré — . Siento que aún hay sentimientos por Susan y no quiero que july salga lastimada. Terminé hace muy poco.

—No amigo — remojé mis labios —. Esa relación se vino abajo desde que ella te impuso tener una relación abierta. Porque recuerda que no fue mutuo, ella te convenció pero tú no estabas de acuerdo. A partir de ese momento vivías angustiado y temeroso, no eras el mismo y si de verdad ella te hubiese amado, jamás te propone esa mierda de la relación abierta.

Exhale el aire.

—Y si crees que todavía la quieres no te comportarías con Jane como lo haces — lo miré otra vez —. Un celoso en potencia — no pude evitar reír con complicidad —. Aww mira esos ojos como han brillao, dale hombre, no le de más largas. Mira que Jacob está al acecho y no sólo él ¿eh?

Palmeó mi pecho y me dejó sólo. Metí las manos dentro de los bolsillos y contemplé a la pareja de tiburones nadando juntos.

—¿Paseamos juntos, muggle? —no sé cuánto tiempo estuve allí de pie sumido en mis pensamientos, que su voz me hizo  sobresaltar.

—¿Y los demás? — dije receloso, mirándola por el costado de mi hombro.

—Me les escapé — musitó —. Es que están hablando de películas y libros. Y tú ya me conoces.

Asentí.

—Tía selectiva que no lee libros.

—Exacto — reí —. Por eso me les escapé. Porque no entiendo lo que dicen.

La miré unos segundos y negué levemente con lo que esta experimentado mi cuerpo con su cercanía.

—¿Vamos? — bajé la vista hacia mi mano  al sentir la suya.

Quedé mirando nuestras manos por un momento y volví a levantar la mirada. Crucé mi brazo por encima de sus hombros y asentí animado.

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