Capítulo 23


Jane...

No podía dejar de admirar la ciudad desde la ventana. No sé cuánto tiempo estuve allí de pie cuando la puerta principal se abrió y los demás ingresaron uno a uno, como si estuvieran en un plaza de mercado.

Stef llegó a mi lado y me dió un abrazo cariñoso. Tenia una mirada llena de curiosidad, subia y bajaba las cejas con rapidez. La ignoré por un momento hasta que no pude más y terminé preguntándole que le pasaba.

Aunque ya sabía cuál era sus ganas, indagar.

—¿Ya conociste a tu suegrita? — hice un gesto con mi cara que no hubo necesidad explicar con palabras, su sonrisa se borró —. Ug, ya me imagino ¿Pasó algo?

Suspiré volviendo a poner la vista hacia la torre Eiffel y traté de bloquear la imagen de ella dejándome con la mano extendida, y su mirada despreciable. Le conté a stef cómo sucedido el primer encuentro y se quedó muda. También que desde hace rato, ella y Zequi están encerrados en una habitación.

—Crees que sea por eso — preguntó dudosa.

—He lidiado con gente así en la cafetería — murmuré segura, hice una negación de incomodidad y le dije lo que tenia pensado.

—¿Irte? ¿A dónde, jane? — era estúpido pensar así, porque no conocía la ciudad pero era el deseo que yo sentía —. Apostemos lo que dijo Zequi. Seguramente ella no contaba con nosotras o no nos esperaba.

—Es que si hubieses visto como me trató, estarías deseando irte como yo — stef acarició mi hombro en forma de consuelo, se detuvo y mirando por el costado de mi cuerpo y sentí que su mano fue reemplazada.

Mi corazón se agitó y una corriente viajó por mi espalda hasta mi nuca.

—Quieres venir un segundo July.

—¿Dónde está mi niño consentido?

—Mamááá— exclamó Eduard con la voz llena de alegría y sentí, sin necesidad de mirar como se abrazaban —. Estás hermoso. Me enteré que estás trabajando en una pizzería. ¿Cómo te va?

—Muy bien, de hecho.

—Eso me agrada mucho y espero que está vez, por última vez no te descarriles.

—Estoy luchando con ello mamá, en serio.

—July — levanté la vista un momento hacia él.

—No hace falta, ya lo sé — dije en voz baja.

—Déjame presentarte —negué —. July.

—Zequi, no — me planté en el suelo, quería llevarme dónde estaba ella. Quien saluda muy alegremente sus amigos —. Esto ya lo he vivido en el trabajo y créeme que ya no me afecta como antes. Si, soy consiente, que muchos de mi gente han venido hacer desastre en España. Que la imagen que nos tienen a las mujeres es de putas y vividoras. Lo sé, me lo han gritado mucho a dónde quiera que voy. No hace falta adivinar que esa fue la apreciación que tú mamá tuvo al verme.

—Hablé con ella, la hice entender — me alejó del grupo y después entramos a una habitación. Sentí la mirada de su madre en mi espalda.

No quería llorar pero las lágrimas se me salían solas.

—¿Y crees que eso borre el concepto que tiene todo el mundo de nosotras?

—Ella no es así — me aseguró —. Te juro que no es ese tipo de persona ignorante. Créeme Jul.

—Yo...yo me quiero ir Zequi.

—No — presionó mis brazos suave—. No por favor. Te juro que ella no es así. A mí me sorprendió su actitud créeme Jul.

—¿Y si resulta como la señora Sho? — dije desconfiada.

—Confía en mi — sus manos viajaron hasta mis mejillas y me hicieron sobresaltar un poco. Me quedé inmóvil cuando sus dedos empezaron a limpiar las lágrimas que se me seguían saliendo solas —, y si no cree, le vamos a demostrar que tú no eres como dicen los medios.

—Yo no necesito demostrar nada Zequi, yo sé quién soy.

—Por eso mismo —sostuvo mi rostro firmemente y se me acercó , levanté la cabeza para mirarlo—. Tu puedes marcar la diferencia. 

—¿Y como haría eso con todos?

—Siendo tu misma — dijo simple y el cuerpo me tembló cuando aplastó su  frente en la mía.

—¿Cómo la vieja jane o la nueva?

—Como ambas.

Salimos de aquella habitación y nos reunimos en el salón. Todos giraron sus cuellos en nuestra dirección, en especial Adrian y Stef que tenían cara de picaros. Zequi me llevó con su madre quien estaba en la cocina con Eduard conversando. Detuvo su conversación alegre para atender a su hijo mayor.

Se giró.

—Hola Jena—saludó, con una sonrisa amigable que no me convenció — . Me llamo Rosmary, lamento no haberme presentado antes. Un gusto conocerte. 

Tardé varios segundos en reaccionar.

—Un gusto, Janette.

—Así que eres de Venezuela — Eduard estaba sentado en el buró comiéndose una manzana, nos miraba a ambas.

Asentí.

—Hace cuanto que estas en España.

—Un poco mas del mes — dije, y noté que Zequi también había hablado.

—¿Y piensas quedarte?

—No — dije segura, Eduard miró a su hermano — . Con el favor de dios me iré en diciembre.

—¿Por que? — frunció las cejas con disgusto .

Suspiré.

Estoy tratando de convencerme que esta actitud es honesta, pero no se por que siento todo forzado. Y no me gusta, parece que Ezequiel la hubiese obligado ser amable.

—Porque el destino de July era otro — Eduard hecho la cabeza al oír como me llamo Zequi. No me había percatado de ello — .Pero su amiga, su mejor amiga la abandonó en Barcelona la misma noche que llegó. 

Se tambaleó por la confesión, sus ojos estaban abiertos en par.  Los de Eduard también que dejó la manzana hasta la mitad del camino.

—¿Eso hizo?

Aclaré la garganta.

No me gusta hablar de mis dramas porque no quiero que después se malinterprete. 

—Si, eso hizo.

—Que hija de puta — negó indignado, dándole una mordida a su manzana. Se bajó del buró, abrió una gaveta y sacó de allí una barra de chocolate — . Toma jane, esto te hará sentir mejor.

La tomé desconcertada y volvió a subirse al buro, me guiño el ojo y mi campo visual fue cubierto por un suéter negro, no me dio oportunidad de agradecer.

—¿Y como hiciste? — siguió Rosmery, parecía preocupada, entonces miré a Zequi que me rodeo con sus brazo, no pude contener mis emociones. 

—Super Zequi al rescate —no pude evitar reír, me limpié el borde de los ojos — . Bueno en realidad ella vino a nosotros buscando donde quedarse y los chicos y yo tratamos de buscarle un piso.

—Mi niño tan generoso —lo miró con ternura — . ¿Y por qué estas viviendo en su apartamento?

—Hay un tío ha estado acosando y... — raspó la garganta — . yo le dije que se viniera a mi casa para que no la siguiera molestando.

—Buenísimo —  no pareció sincera, sonó muy falsa — , ¿y que hacías en Venezuela?

—Estaba estudiando pedagogía.

—Ah, que bueno, por lo menos existen universidades — su feo comentario quedó en el aire, no se si sentirme ofendida o no—. ¿y tu padres que hacen? ¿A qué se dedican?

Aclaré la garganta.

—Mi papá es mecánico y mi mamá auxiliar de enfermería — contesté ignorando el gesto que hizo, parece que todo lo que le digo no es de su agrado, al menos eso es lo que siento. Porque no dejaba de estudiarme.

—¿Y te viniste tu solita hasta españa?

—Si — dije, zequi apretó suavemente mi hombro —. Estuve trabajando por mas de un año para poder venirme.

—Pero no te ha ido mal, ¿no?

—Mas o menos —sinceré.

—¿Han sido groseros?

Zequi volvió a apretar mi hombro, en señal que siguiera siendo honesta.

—Si, demasiados— contesté —, hasta vulgares. 

Zequi rió por lo bajo.

—Bueno, querida, no todos los españoles somos así — dijo apenada — . Hay españoles muy generosos. ¿Verdad cielo?

—Oh, si — dijo él con sarcasmo.

—Yo la verdad no he visto ninguno — rosmary raspó la garganta —  . El único ha sido zequi.

—Y  yo.

—Tu no cuentas — le saltó al hermano. 

Eduard protestó y con eso acabo el interrogatorio, zequi me agarró por la muñeca y fuimos otra vez al salón donde todos mantenían una alegre conversación.  Solo había un sofá libre ya que todos ocuparon los demás. 

Pensé que zequi me lo dejaría pero me arrastró con él y me hizo sentar en sus piernas. Ignoré las miradas que todos lanzaron sobre nosotros. Spencer comenzó hablar y cada quien participaba en el tema, hablaban de anécdotas en su adolescencia y como yo no tenia nada grandioso que decir, solo me quedé a observar mientras sentía  como sus manos acariciar mi cabello, sin tener idea lo que causa.

Estuvimos murmurando entre nosotros ya que no nos tomaron en cuenta, me coloqué mas cómoda sobre sus piernas para poder mirarlo a la cara- aunque me cueste mantener su penetrante mirada- Estuvimos bromeando sobre si veríamos a chefcito en las calles o Alfredo Linguini, él me aseguro que si habían ratas pero que ninguna de ellas sabia cocinar.

Le confesé que la película Ratatouille había hecho que me enamorara de la ciudad y que estuviera en mi lista de sueños. Ël al principio lo tomó en broma como siempre pero después se colocó serio y me prometió ir a pasear después de cenar.

—¿Y cuál es tu segundo deseo?

—Nunca te mencioné que lo hubiese.

—Todos tenemos por los menos tres sueños anhelados en la vida — asentí, estaba tejiendo mi cabello —. Los míos son convertirme en un cantante reconocido, terminar mi carrera y... formar una familia.

—¿Familia?

Asintió soltando mi cabello y colocando los brazos relajados en el respaldo del sillón.

Me impresionó, no creí que el tuviera ese tipo de sueños. Imaginé miles de cosas, menos que quisiera formar una familia y no sonó sarcástico o en broma, lo dijo muy serio. 

—¿Y cuales son tus tres sueños más anhelados? — su voz interrumpió mis cavilaciones.

Sacudí la cabeza.

—¿Juli?

—He cumplido dos.

Asintió sorprendido.

—¿Y cuáles son?

—El primero, el Game boy — comencé a enumerar, eso le arrancó una sonrisa —. La segunda, esta ciudad y la tercera...tener un piano.

—¿Piano? — repitió —. ¿Sabes tocar?

—Mi abuelo tenía un piano y me enseñó varios acordes — me miró con atención —. No todo el tiempo,  iba en las tardes para verlo tocar. Y no sé, me encantó el instrumento y también tocarlo. Pero mi abuelo tuvo que venderlo.

—¿Era un piano de cola?

—Hermoso y grande — extendí los brazos —. Y cuando tocaba, te desconectabas del mundo. Era muy mágico.

—Lo sé, es una sensación estupenda.

Asentí dando aprobación.

—¿Y esos tus deseos más anhelados? — preguntó.

Negó.

—Hay más.

—¿Cuáles son?

—Terminar mi carrera, tener mi propia casa y un carro.

—Supongo que un jardín lleno de Flores y plantas — me ruboricé ante sus palabras tan acertadas —. Te gusta todo esto ¿verdad?

—Son bonitas.

—En la otra casa de mis padres hay un hermoso jardín — reveló —. Te vas a quedar loca con todo lo que hay allí.

—¿Y está aquí en Francia?

—No, en España — lo miré incomprendida pero no dio detalles, solo dijo que iríamos un día de estos a visitarla.

Estuvimos hablando un poco más hasta que su madre nos llamó a la mesa. Me había olvidado de su existencia hasta que su voz se coló por mis oídos. Fui al baño para lavarme las manos cuando apareció detrás de mi dándome el susto del siglo.

Estaba tensa, porque de nuevo me voy a enfrentar a esa mujer que aun  no me convence.

Malicioso se burló de mí y se rió hasta quedarse sin carcajadas. Dios a veces suele muy cruel y es algo pesado. Pero las cosas no se quedaron así. Abrí la llave, me llené la mano y mojé su linda cara de agua hasta el cabello.

Quise huir antes que tomara venganza pero fue tan audaz que me sujeto del brazo y terminamos empapados.

Nuestros gritos y risas se escucharon por todo el baño. Lo que más me extrañó es que nadie fue a haber que sucedía.

Ingresamos a su cuarto. Él iba a presentarme ropa — ya que me mojó todo el suéter — y estaba haciendo mucho frío como para andar solo en camisa.

Abrió un armario blanco, alto de dos puertas muy elegante y me dió a escoger.

Me sorprendió la cantidad de abrigos que estaba colgados. Habían de todos los colores y figuras.

—Vaya.

Ahora comprendo por qué se hace llamar el chico de los suéteres.

—¿Te gustan?

—Si —dije pasando uno a uno.

—Escoge el que más te guste.

—Creo que me va a quedar grande.

—Es eso o morir congelada.

—Me gusta este —señalé uno de color gris oscuro, tenía capucha y un perrito snopy en la esquina.

—Es mi favorito  — le quitó el gancho y me lo volvió a entregar. Pero no lo acepté.

Rodó los ojos.

—Acéptalo juli, es mas te lo regalo — despegue los labios — , y no aceptaré un por respuesta.

—Con este es el tercero  — le recuerdo.

—¿Te gusta?

—Esta muy bonito.

—Es tuyo.

Suspiré y no me quedo otra que aceptarlo.

—Cámbiate y ya vuelvo.

—Bien.

Zequi salió de la habitación dejándome sola y me apresuré en cambiarme. Cuando me quité el suéter me di cuenta que también estaba mojado mi camisa y mi brasier.

Hice una negación y traté de quitarle el agua pero fue imposible así que lo que hice fue dejarlos sobre la cama y ponerme el suéter.

Zequi entró y antes de hacerlo llamó. Le di acceso. Él ya tenía puesto otro suéter, uno de color casi al de sus ojos. Se veía increíblemente guapo. Me dedicó una sonrisa alegre luego de analizarme de arriba abajo.

—Te ves muy bien — aduló —. Ahora si, jul. El otro era muy feo.

Negué ante su descarada sinceridad, y como siempre se rió de ello con malicia.

—Mira lo que hizo tu bromita — sus ojos claros viajaron hasta mi blusa y mi... brasier.

—¿Que? — soltó incrédulo y de nuevo se volvió a reír pero con más fuerza. Tomé el suéter y se le estrellé en la cara.

—Eres malo.

Suspiró en grande, satisfecho de su maldad y recogió lo del suelo como si fuera un bicho feo y después se dirigió a mi blusa y mi brasier.

—Lo llevaré a la secadora.

Me le senté encima en el acto, haciéndolo detener. No iba a permitir que tocara mi ropa y menos, íntima.

—Dime dónde está y yo la llevaré — me opuse.

—Déjame y yo lo llevo.

—¡No!

Se ríe.

—Vamooos.

—Que no — me aferré del filo de la cama para impedir que la sacara debajo de mi. Olvidando que es boxeador y por ende tiene más fuerza que yo. Sin embargo yo di la pelea, aunque perdí.

—La cena ya esta lista, mohana — se perdió de mi vista antes que pudiera reaccionar.

Cuando me reuní en el comedor, ya todos estaban sentados.  Era una mesa grande pero a pesar de eso, quedaba solo una silla.

Zequi regresó. Yo tenia segundos de haberme sentado. Gruñó al ver que comería de pie, entonces le hice señas que se sentara a mi lado y me corrí para darle un campito.

Casi me saca de la silla cuando se sentó.

—¿Y como van con la banda chicos?— preguntó Rosmary.

—Muy bien — respondió spencer—. Hemos tenido buenos comentarios en las redes.

—Y nos contrataron para salir en una película  — dijo Adrian y miré a zequi sorprendida, creyendo que lo sabia sin embargo el también tuvo la misma reacción .

—¿Que? — exclamaron perplejos él y spency.

—¿Acaso no leyeron el ultimo comentario en Instagram? — Zequi me miró de inmediato.

—Te juro que no llegó nada.

—A mi tampoco me llegó — levantó la mano spencer.

—Bueno la cuestión es que un productor quiere que toquemos en su película — prosiguió Adrián con una sonrisa cargada de emoción —. Está esperando que afirmemos.

—¿Es un productor nacional? — preguntó Zequi, sonriendo igual. Adrian afirmó.

Miguel y Samuel les aplaudieron felicitándolos.

—Y la película será estrenada en Netflix — me llevé ambas manos a la boca, Zequi se levantó de la silla corrió hasta Adrián para confirmar lo que Adri estaba leyendo —. Él nos va a avisar cuando tengamos que ir a Madrid a grabar las escenas dónde tenemos que salir.

—¿Vamos actuar?  — sacudió spencer la cabeza.

—No, seremos la banda favorita de un grupo de adolescentes que desean que estemos en su fiesta de graduación — explicó Adrián. Zequi le apretaba los hombros y hundía su cara en el cuello —. Saldremos como en dos o tres escenas.

Hubo un silencio en el que solo se oían nuestras respiraciones. Mi atención estaba en Zequi que negaba incrédulo con las manos puestas en su cabeza.

Había demasiada emociones compartidas. Yo cómo soy una sentimental, comenzaron a salírseme las lágrimas.

—¿Y-y cuando debemos ir?

—Primero tenemos que confirmar.

—Hazlo — dijo Zequi sin dudar, lo miré y sus ojos estaban igual de lloroso. Eso me removió más las emociones.

—¿Y la universidad?

—Ya veremos cómo nos las arreglamos — le dijo y quién Adrián no esperó un segundo para hacerlo.

—Listo, ahora falta esperar su mensaje.

Los tres se abrazaron y todo volvió a la normalidad. Rosmery comenzó contar historias de Ezequiel cuando era un niño y como le había impresionado cuando lo escuchó cantar.

Durante la cena estuve muy expectante. Rosmery me miró en varias ocasiones y en esos pequeños fragmentos dónde nuestras miradas coincidían. Creí que continuaría con el interrogatorio que empezó en la cocina.

Ella se dedicó a sonreírme y ser amigable. Todavía no le creía,  algo me decía que todo era fingido. Aunque Zequi me insistía lo contrario.

Los chicos se fueron a una discoteca y nosotros a pasear por la  la torre Eiffel. Estoy preocupada y no he prestado atención a todo lo que hay a los alrededores, Zequi me había dicho antes de salir del edificio que nos iríamos mañana a España porque no había podido conseguir vuelos y desde ese momento, no he dejado de morderme las uñas. 

—Cálmate juli — dice exasperado.

—Zequi, no quiero que me despidan.

—El mundo no se va a acabar por eso.

—Te recuerdo que soy extranjera y si me despiden, ¿De qué viviré?

—Estas conmigo Jul, nada te va a faltar — niego en desacuerdo y miro la inmensa torre cerca de nosotros — , y si te despiden, puedes trabajar en el gimnasio donde yo me ejercito. Hablo con el dueño que es amigo mío y le digo que te el puesto de asistente.

—¿Seguro?

—No te lo diría si no lo estuviera — se colocó en frente mi y prenso mi rostro entre sus suaves manos —. Relájate, disfruta de la vista.

Moví m cuerpo para admirar la torre que estaba detrás de él.

—Esa vista no — bufó indignado, se colocó en mi campo visual —. Estaaa vista, la mas sexy y hermosa que hayas visto en tu puta vida.

—Mi puta...

—Es una expresión — se apresuró a explicar — . No es que tú lo seáis.

Respiré de alivio y hice un ademán que me quitaba el sudor de la frente. Me sentí mas tranquila con la propuesta de trabajo. Ahora si puedo disfrutar de la visita a la torre Eiffel. Los minutos previos antes el campo marte, me invadió un hormigueo con el estomago que simplemente no podía aludir. La sensación que sentí cuando ya estábamos en ellos fue indescriptible y no pude aguantar, comencé a dar sarititos mientras Zequi me observaba con una ligera sonrisa.

Ingresamos a la torre, no tenia idea que se podía acceder con entradas y que previamente Zequi había comprado. Yo sufro de vértigo pero esto no iba a ser limite de subir, con no mirar hacia abajo me bastaba. 

Estuvimos allí durante no se cuanto tiempo, la vista era hermosa y con el teléfono de zequi no paré de sacar fotos. Él me lo pidió un momento para hacer selfies de los dos y luego sacarme como loco.

Bajé feliz y con el cuerpo temblándome de tantas emociones. Decidimos sentarnos en el pasto, de frente al monumento y hablar un poco de su historia. Luego nos quedamos callados, a veces sentía que me lanzaba miradas y yo también sin que lo notara, era inevitable no hacerlo, porque es tan hermoso que no se, parece irreal. 

Cuando volví a girarme para mirarlo, me di cuenta que se había acercado, su hombro casi rosaba el mío y me pregunté en que momento lo había hecho porque ni lo percibí. 

Sus brazos estaban apoyadas sobre sus rodillas, con las piernas cruzadas en forma de X. Lo miraba de reojo, el cabello castaño claro  se movía en diferentes direcciones por la suave brisa, él parecía estar metido en su mundo porque no despegaba su atención del monumento, me pregunté que estaría pasando por su cabeza. 

Di un suave suspiro cuando saqué otra foto que provoque que se riera, me quitó el teléfono de las manos y la colocó en frente nuestro. No protesté, solo me pegué mas a él y recosté mi cabeza en su hombro. Nuestras sonrisas eran el enfoque de la cámara y juro que me perdí, pero su voz me hizo regresar y me dijo algo que detuvo mi sangre, y también mi cuerpo.

—Ni-ni me acordaba de eso — soné demasiado asustada, me estaba hablando del beso y juré que lo había dejado en el olvido. 

—Yo también — sinceró — . pero cuando vi la parejita aquella dándose un beso, lo recordé y me acordé que estoy en deuda contigo.

No quería que se notara el impacto pero fue incontrolable, juro que pensé que lo había olvidado.

—Y pensé que este seria el lugar correcto, apropiado y bonito para salvar mi deuda— esto no esta pasando, yo estoy soñando de nuevo con él — . Y lo principal, con el protagonista sobrio. 

Solté varias risitas nerviosas y me dieron ganas de hacer pis. Creí que no estaba hablando en serio y era una mas de sus bromas hasta que colocó sus dedos debajo de mi mentón y lo levantó hacia él. 

Mis labios se abrieron para decir algo, enarcó ambas cejas como esperando que lo hiciera pero nada salió, volví a cerrarlos y mi cuerpo dio respingo cuando insinuó acercarse. 

Esbozó una sonrisa divertida.

—Tranquila, no vas a morir — sujetó mis mejillas con ambas manos con firmeza, se acomodó mejor para quedar enfrentados. Bueno ya no siento los latidos de mi corazón — . Ninguno ha muerto por eso, ¿conoces alguno?

—No — negué temblorosa.

—Relájate moana —dijo con ternura en los ojos y lentamente se fue acercando hasta que no quedó mas espacio entre los dos. Lo miré unos segundos a los ojos aun incrédula de lo esta a punto de suceder y cerré los ojos al sentir la presión en mis labios sobre los míos.

Lo que sentí a continuación no lo había experimentando cuando Jacob me besó. Con el fue una presión de labios pero con Zequi, fue muy diferente.

Al principio fue torpe y me sentí estúpida cuando no podía ni mover los labios, aunque mis emociones estaba altamente elevados  casi que me disculpo si no fuera porque me susurró que me dejará llevar por él. 

Y eso hice, me dejé llevar y fue mucho mas practico ya que él tomaba el control y me enseñaba como hacerlo. Mi corazón latía a tal magnitud que creí que se me iba a salir por la boca en cualquier momento.

Pegó su frente a la mía cuando dió por terminando, no era capaz de mirarlo y así que no lo enfrenté durante unos largos minutos. Aún estaba perpleja. Sentía que todo el mundo nos miraba, me sentía muy apenada pero todo se calmó cuando me arrastró a su pecho y me refugió en sus brazos.

—Espero que lo anotes en tu diario.

Ezequiel....

El camino a la discoteca fue mucho más silencioso de lo que hubiese querido después que la besé. Juli no volvió a mirarme y no sabía que pensar porque joder no estoy en su mente para adivinar que esta pensando. Sé que no está molesta, pero no sé si le gustó o no lo que hice.

Sin el embargo dentro de mi había una extraña sensación de felicidad. El taxista no dejaba de mirarme y eso era porque estaba sonriendo abiertamente sin que ella lo notara, solo él.

El beso me causó mucho más de lo que hubiese imaginado. Ella estaba nerviosa y no sabía cómo seguirme. Estaba tensa y tuve que tomar el control, dejar que se llevara por mi, porque es evidente que no tenía experiencia y eso me gustó mucho, no sé por qué.

—¿Sigues pensando en el trabajo? — corté el silencio, todavía nos faltaba para llegar al establecimiento y yo quería hablar maldición, no me gustaba esta incertidumbre.

—¿Que? — aclaré mi garganta y repetí lo que le había preguntado —. No, me siento tranquila con lo que me dijiste.

Y eso fue todo, volvió a reinar el silencio y noté que el taxista sonrió de forma genuina.

Ingresamos a la discoteca y rápidamente hayamos al grupo. Todos nos recibieron como si tuviéramos años de no vernos y nos integramos.

Ellos sin perder el tiempo empezaron a interrogar sobre que habiamos hecho y mutuamente le dijimos visitar la torre Eiffel. Sé que esperaban algo más pero está claro que ninguno de los dos lo dirá.

Estuvimos un rato sentados bebiendo y compartiendo alegremente. Casi no podía apartar mi mirada de Adrián sobre Jul, él había tomado mi puesto cuando fui al baño y no pude quitarlo de allí.

Stef volvió a entusiasmar a bailar y por impulso tomé a Juli de la muñeca y la llevé conmigo. Los demás nos seguían y cuando quiero bailar con ella stef me la quita.

Gruñí con disimulo y para no quedar al descubierto — porque spencer no ha dejado de observarme  y menos adrián — me uni con ellas.

Cosa que no fue tan malo y me divertí con ambas mujeres.

Yo no sabía bailar una mierda, pero con ellas se te olvidaba de eso.

—¿Qué les parece si mañana vamos al acuario? — propuse y ellas asintieron. Al parecer jul, lo había olvidado porque reaccionó dándose un golpecito en la cabeza, como recordando.

Rei inevitable y me dió por darle un beso en la mejilla sin importar que los chicos me miraban.

Y entonces me dieron ganas de bailar a solas con ella, apartados de todos donde ninguno nos moleste no sé por qué. Entonces, con disimulo y aprovechando que los chicos se distrajeron con las francesas, agarré a Juliet de la muñeca y nos alejamos.

—Para que anotes en tu diario — dije en su oído, ya alejados de todos, la escuché reírse —. Me besé y baile con el español más sexy, guapo del mundo. ¿De acuerdo?

—Mañana lo escribo —dijo siguiéndome el juego y la miré después de apartarme. Bajé la vista hacia sus labios sin poder evitarlo, me habia gustado besarla y quiero repetirlo. Me di cuenta que tambien miraba los mios. El corazón me latió a toda prisa y entonces la besé.

Sabía que no tenía experiencia así que solo junté los labios y la arrastré por la cintura. Creí que me rechazaría o me empujaria, miles de posibilidades me cruzaron por la mente hasta que sentí sus manos en mi cuello y supe que no había nada que temer.

Sonrei sintiendo que me derretia por dentro más cuando sentí que el deseo era mutuo, no sé porque pero me encantó la sensación. Los vellos de mi nuca estaban erizados y joder, esto es inexplicable.

—Hey chicos — mi boca se separó de la suya cuándo escuché la voz de la alimaña. Ella al parecer también lo escuchó porque, se apartó al mismo tiempo que yo.

—Que...— mi corazón estaba en la garganta — .¿que quieres? — gruñi.

—Stef y Adrián no se sienten... bien — dijo mirándonos con los ojos entrecerrados. Sin embargo no me importa, así que puse mi mejor mala cara —. ¿Que estaban haciendo?

—¿Te importa?

—Se ven agitaditos — soltó malicioso.

—¿Que les pasó? — tercie.

—Estan vomitando en el baño y quieren irse — informó, sin borrar su mirada cómplice. Es un idiota —. ¿Se quedan o se vienen?

—Si, vamos.

Juli y yo nos separamos. En un taxi iba ella con stef y yo con spencer que estaba muy mal. Por lo menos habia dejado de vomitar.

Entre todos los ayudamos a ingresar al apartamento. Los sentamos en el sofá y mamá salió al rescate. Les preparó algo y luego los mandó a dormír, sin embargo ellos decidieron quedarse en el mueble.

Juliet estaba con stef. Le palpaba las mejillas y la frente. Éramos los únicos en el salón los demás se marcharon a dormir.

—¿Te vas a quedar aquí? — había ido a la habitación por sábanas gruesas y entre los dos los abrigamos.

—No, no, solo me aseguraba que este bien —dijo volviendo a tocar su mejilla.

Stef lucia más pálida de lo normal y Spencer igual.

—Ellos estarán bien, vamos a dormir — yo no sentía sueño pero si estaba cansado. Cargar a spencer me dejó adolorido.

—Si — Juli besó la mejilla de stef y le dió una suave palmadita en la mano.

Cruzamos el pasillo en silencio. Revisé las habitaciones y solo la mía estaba desocupada. Mis labios formaron una sonrisa y no me sentía molesto. Abrí la puerta para jul y ella pasó un poco tímida.

Cerré la puerta con el pie, ella se sentó en mi cama y empezó quitarse las zapatillas. Sigue teniendo las mismas desde que la conocí. Pasé a mi armario y busqué una camisa — ya que mis pijamas no le iban a quedar — para que durmiera más cómoda.

Me acerqué y se la lancé, está le cayó en la cabeza y cubrió su cara. Me agarré del estómago riendo a carcajadas y ella solo me sacó la lengua.

—Harry Potter — dijo detallandola su voz se oía diferente, un poco lenta.

Habíamos tomado pero no tanto, lo normal.

—¿Te sientes bien?

—Si.

—¿Me vas a volver a vomitar? — me miró horrorizada —. Digo, para prepararme.

—Me siento bien, no habrán vomitos — dejé de reír y antes de encerrarse en el baño me dió en el hombro.

Yo también me cambié y escogí otro suéter. Me subí a la cama, prendí la televisión y esperé que saliera.

Cuando lo hizo casi no le pude quitar la mirada de encima. Mi camisa le quedaba le quedaba como una bata y se le veía increíble.

—Yo...use un cepillo nuevo que...tenías allí.

—...no, no hay problema — dije saliendo de mi trance, me bajé de la cama y yo metí al baño también a cepillarme.

Froté mis ojos y pasé las manos por mi cabello varias veces. Dejé escapar un par de risitas incrédulas.

Salí del daño y ví que se habia quedado dormida. Con cuidado me subí a la cama, me metí debajo de la sábana y lentamente le di la espalda. Apagué el televisor. No tenía sueño pero cerré los ojos y me perdí en mis cavilaciones.

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