Capitulo 22

Jane...

Después de desayunar limpiamos lo que quedó. Los chicos ya estaban esperando. Yo estaba con Stef en la habitación me estaba poniendo un poco de maquillaje - mientras veia las fotos y los videos que grabó anoche - para que no se notara mi cara de trasnocho.

Quise morir cuando se reprodujo donde le estaba dando el beso a zequi. Juro que lo habia lo olvidado por completo ahora con este video, voy a tener esa imagen en mi mente por varios días.

—Si mi madre me viera me criticaría hasta el último de sus dias — dije horrorizada, repitiendo el vídeo por segunda vez —. Oh, mira la cara de celeste. Ahora entiendo porque me miraba para matarme.

—¿Solo celeste? — alcé la vista —. Mira la cara de Zequi.

—La cara...

—Regresa el vídeo — eso hice y me enfoqué solo en él.

Cuando lo entendí me llevé una mano a la boca. Levanté de nuevo la cabeza y negué perpleja mirandola atraves del espejo. Ella asintió dándome veracidad y sentí que toda la sangre se me vino a la cara.

—Si no le paró, es gay.

—¡Stef!

—Pero si es la verdad, hasta yo me excité.

—Oh, dios mío —me cubrí la cara con ambas manos.

—Si la cara de celeste fue un poema, la de Zequi es otra.

—¿A que te refieres?

Adelantó justo en el parte dónde beso a Jacob y la cámara se enfocó el rostro de Zequi. Tenía la mandíbula apretada y sus ojos parecían querer matar a alguien, luego se levantó de golpe y de fondo se escuchó como azotó la puerta.

—Zequi estaba muy molesto — dijo —. Y si mi experiencia no me falla, también estaba celoso.

—¿Que?

—Cada vez que te distraías él le hacía señas de cortarle el cuello o le sacaba el dedo del corazón a Jacob.

—¿Eso hizo? — estaba en shock —. ¿Por-por que?

—¿No lo pillais?— negué —. Le gustas, y mucho.

—Ay claro que no — dije soltando una risita nerviosa.

—No te rías, es verdad.

—Es imposible.

—Le gustas Juliet — volví a negar —. Su actitud lo dijo todo anoche.

—No le gusto — aseguré —. Creo que has confundido todo.

—No, no he confundido nada — siguió —. Si te digo que le gustas es porque es así.

—Es...que...es...imposible.

—Eres hermosa y una chica grandiosa, cualquiera podría enamorarse de ti. Al menos aquí.

—No, no lo digo por eso — mencioné recordando lo que habíamos hablado esta madrugada —. Lo digo porque anoche me dijo que había roto con celeste porque sigue enamorado de sussan y decidió hacerlo para no lastimarla. Y no quiere ninguna relación por ahora, su enfoque es la música.

—¿Eso te dijo?

Asentí.

—Si — afirmé —. Créeme, el no le gusto nada.

—¿Chicas están listas? — era él, sentí que los vellos de mi nuca se erizaron.

—Estamos saliendo — dijo stef.

—De acuerdo.

—¿Y tu, que?

—¿Que, de que? — soné demasiado nerviosa.

—¿Te gusta? — miré hacia la puerta precavida.

—Baja la voz.

—Ya se fue — me aseguró, pero no confiaba. Sentía que estaba allí parado frente a la puerta.

—¿Zequi?— medio levanté la voz pero no hubo respuesta.

—Ves no hay nadie — afirmó, yo quería de algún modo que estuviera allí —. Ahora contéstame. ¿Te gusta el sexy guitarrista? La otra vez me dejaste claras señales. Sin embargo quiero escucharlo de ti.

—¿Acaso no escuchaste lo que te dije?

—Te gusta.

—Stef.

—Quiero oírlo — presionó.

—Bueno si, ya me gusta Ezequiel — solté exasperada. Senti que cada latido de mi corazón palpitó con mi confesión y que él me había escuchado —. ¿Segura que ya se fue?

—Siii — dice despreocupada —. ¿Qué pasa si se entera?

—Noo — digo horrorizada, mis mejillas se contraen —. Es mejor que no lo sepa.

—¿Por qué?

—Guárdame el secreto — le pedí, cruzó los brazos en desacuerdo —. Prométeme que no se lo dirás a nadie.

—¿Qué tienes de malo que lo sepa?

—Si, si tiene algo malo.

—¿Que?

—Tu lo sabes muy bien stef y olvidemos el tema muere aquí — me coloqué la cadenita de corazón que me obsequió y decidí recogerme el cabello haciendo un recogido alto.

—Asi te queda mejor.

—Eso pensé — traté que me quedará más el descuido y sonreí al conseguir el efecto que quería.

Le di un chequeo a mi cuerpo entero. Spencer me regaló un precioso suéter de su banda favorita. Tenía la palabra One dirección en dirección horizontal y la cara de los integrantes en caricatura. Es negro y suave. Samuel hizo lo mismo con los backstreet boy, otra banda de chicos, está era de color gris y había pasando ponérmelo mañana para ir al trabajo.

—Por fin — exclamó zequi al ingresar al salón.

—Solo fueron diez minutos — aclaró tefi, ella me cubría así que no podía verlo.

—Diez multiplicado por veinte — bufó, como siempre —. ¿Qué tanto le hacías a Juliet?

—Poniéndola más hermosa — dijo y sentí que todos se iban a reír pero ninguno dijo nada, el salón quedó en silencio y creo que eso fue peor.

—Seguro que si — dijo la voz de Adrián en algún rincón del salón.

Un airecito de alivio recorrió por mi cuerpo y me dió fuerzas para salir detrás de stef.

No estaba avergonzada por el maquillaje, estaba apenada con todos ellos por mi comportamiento de anoche, quiénes seguramente estarían comentándolo.

—Yo la veo igual que siempre — dice Zequi sin ninguna expresión cuando me analizó de abajo hacia arriba.

—Idiota —sonrió malicioso. Apreté un puño en señal de amenaza y amplió su sonrisa.

—Te ves bien, janecita — dice Spency.

—Muy bonita — siguió Samuel.

—Sexy — añadió Miguel.

Le dediqué a todos una sonrisa de apreció.

—Bueno, bueno basta de tanta cursilerías y vámonos — dice irritado y siento que me arrastra junto con él.

Todos ingresamos al ascensor. Éramos demasiados y el espacio muy reducido Así quedamos apretados. Yo quedé en medio de stef y Zequi. Ella delante de mi y él...atrás.

Comenzó a quejarse de mi moño porque le daba en la cara y se le metía por la nariz. Él tenía sus manos en mi cintura y no sé si estaba percatando de eso, pero a mí me tenía con el estómago hundido.

Finalmente llegamos a planta baja. Uno a uno fueron saliendo y nosotros fuimos los últimos. Al llegar estacionamiento nos dividimos. Unos se iban en el carro de Zequi y otros en el de stef, obviamente yo me iría con stef pero los chicos se adelantaron y subieron primero.

¿Pero, que?

—Está lleno janecita — dijo spencer.

—Uno de ustedes tiene que bajarse — les dijo stef pero ninguno se movió, estaban resignados —.  Ragazzi.

—No queremos arriesgar nuestras vidas con Zequi — dijo Adrián presionando fuerte el espaldar del asiento.

—¿Y creen que con stef es seguro?

—¡Oye!

—Lo siento amiga.

—Como sea — habló Miguel —. Ni de coña nos iremos con Zequi.

—Chicos uno de ustedes tiene que bajarse, para que suba Jane.

—Yo no — dijo Samuel.

—Aquí me quedo — alzó la mano Adrián y asi continuaron los demás.

—Si sois tontos — la mano de Zequi rodeo mi muñeca, noté una actitud extraña con todos cuando eso pasó —. Que os den a todos. Ven juliet.

—¿Y que hay de mi? — preguntó Eduard al verse perdido.

—Iros con ellos.

—¿Donde? — lo miró —. ¿En el techo?

—No es mala idea.

—Zequi — lo reprendí, a veces pienso que es muy duro con él.

—Tu no te vienes conmigo.

—Os prometo que no diré ni una sola palabra — Zequi entre cerró los ojos incrédulo.

—Una sola palabra y te bajas.

Eduard fingió hacer un cierre en su boca y lanzó la llave invisible al aire.

—Bien, vamos.

Eduard saltó feliz y salió corriendo como un niño pequeño.

—Los veo después — dije haciendo un ademán con la mano y me encaminé hacia el coche de zequi.

—Aquí va Juliet.

—Soy tu hermano.

—No, tu eres un error de la naturaleza — estos estaban discutiendo —. Muévete o te vas en taxi.

—Odio irme en taxi.

—Entonces múdate al puesto de atrás.

—Chicos, yo puedo irme atrás sin problemas — intervine, viendo que la discusión no iba a terminar.

—No jul, tu vienes aquí adelante.

—En serio — dije ingresando al coche  —. No hay ningún problema.

—¿Estas segura? — me miró a través del espejo, asentí varias veces —. Bien, pero si quieres pasarte hacia adelante tu solo dilo. ¿Vale?

— Espera, ¿Iremos en auto?  — comenzamos a salir del estacionamiento —. ¿No, nos iremos en avión?

¿Avión?

—Si quieres irte en avión, te dejo ya mismo en el aeropuerto y así me ahorro tu presencia por un par de horas.

—¿A dónde vamos? — investigué, ellos hablaban como si fuéramos a viajar muy lejos.

—A parís.

Me atasqué con la saliva.

—¿Has dicho parís? — me coloqué una mano al pecho impactada y busqué con la mirada a Zequi —. ¿Está hablando en serio?

—Si, jul, iremos a París.

Me llevé ambas manos a la boca y comencé a reír incrédula.

—Oh, dios mío — giró sobre el asiento y me sonrió — .Ire-remos a París.

—Me parece que ya lo dije.

—Es que no me lo puedo creer — comencé a hiperventilar —. Por favor dime qué no estoy soñando, por favor.

—El doblaje español es el mejor.

Oh dios es cierto.

Volví a llevarme las manos a la boca, y se me cristalizaron los ojos.

—Es la ciudad de mis sueños — susurré emocionada —. ¿En serio iremos para allá?  ¿Para cenar? Yo pensaba que tú familia vivía cerca. ¿Están hablando en serio?

—Si, y no estaría disgustado si no fuese porque iremos en coche — protestó Eduard —. Mejor déjame en el aeropuerto.

—Es lo mejor que has podido decir durante tantos años — lo felicitó dándole una palmadita en el hombro.

—¿Y cuánto horas de viajes son?

—Nueve horas — contestó de una forma como para sembrarme miedo y la verdad no causó ninguno efecto.

—Tampoco es tan lejos.

—Son nueve horas Jane, es mucho tiempo.

—He viajado por catorce horas de un estado a otro, no me parece— Eduardo abrió la boca impactado.

—Y tu te quejas — dice Zequi, quien estaba lelo —. ¿En serio has viajado por tanto tiempo?

Asentí con veracidad.

—Joder, tía.

Rei encogida de hombros.

—¿Y los demás también irán por carretera?  — pregunté.

—La verdad no sé — dijo sin importancia, me miró —. Si tú te quieres ir en avión con Eduard...no tengo ningún problema —eso sonó muy falso.

—Llegaremos en un hora, Jane..

—Es jodiendo — lo empujó, Eduard casi sale por la ventana—. Es obvio que iremos en avión.

Sacudí la cabeza confusa.

—Espera, espera, espera — intervine —. ¿Compraste los pasajes de todos?

—Solo lo de los dos — contestó.

—¿Y el mío?

—Mi mamá, como siempre —le dio en la frente.

—¿Y-y los demás?

—Cada quien se compró su pasaje.

—¿Todos sabían?

—Todos menos tu y stef — fruncí las cejas, la cabeza me dio vuelta.

—No comprendo nada.

—Era una sorpresa, ¿bien? — expresó irritado mirando a Eduard —. Y esta salamandra la cagó.

—¿So-sorpresa?

—Si, jul.

—¿Por-por qué?

—No preguntes nada — pidió —. Solo piensa en lo bien que la pasaremos allá.

—Pero como.

—Shh.

—Zequi.

—Shhh — colocó su dedo incide en mis labios —. Tengo un montón de shh para ti si haces cualquier pregunta acerca de esto. Iremos a cenar en casa de mis padres en París.

Alcé las cejas sorprendida.

—Habla...

—Shhh.

—No voy hacer preguntas — dije rápido antes que me volviera a callar.

—¿Qué ibas a decir?

—¿Iremos a cenar a París?

—Básicamente ya había respondido eso, Jane — habló Eduard —. Pero si, cenaremos en París.

Estaba lela, pero emocionada.

—Y...

—Shhhh — le pegue en el hombro, río malicioso.

—Quiero dar.. — prensó mis labios con sus dedos, como un pato.

—Ya se lo que vas a decir así que no, no acepto nada — rodé los ojos — . No indagues nada, usted calladita se ve mas bonita. 

—Solo iba a decir, gracias — dije después de liberar mis labios.

Zequi me tocó la frente y las mejillas.

—¿Eres tu Juliet?

—Si, soy yo —le di un manazo — Deja, vale.

—Deja, vale —imitó mi voz, haciéndola mucho mas aguda.

Eduard nos miraba  divertido.

—Así no es mi voz.

—Claro que si.

—Claro no que no.

—Hola, soy Juliet y me iré a los Estados Unidos.

—Gafo —dije riendo, él dejó de bromear y me dedicó una sonrisa suave, yo también y noté que sus mejillas se sonrojaron.

¿Sus mejillas están rojas?

¿Rojas?

Iba a molestarlo pero se dio vuelta y en cuanto arrancó me olvidé de todo.

Todos subimos al avión. Iba agarrada del torso de Zequi porque no me podía sostener de tanta emoción. Él tenía su brazo encima mis hombros y su mano me daba suaves caricias para calmarme.

Mi corazón retumbaba tan fuerte que lo sentía en mis oídos. Juro que quería gritar y hacer mi saltitos pero me contuve.

Subimos al avión, al sección turista y nos sentamos juntos. Los demás ya lo habían hecho.  Estaban a una cuantas asientos más atrás.

—Chicos, chicos — apareció stef de repente —. Una foto.

—No...yo — Zequi me apretó a su cuerpo.

—Tómala, stef.

—No, por favor — supliqué y comenzó a hacerme cosquillas —. ¡Basta! Dejaaaa.

—Hazte la foto.

—No, no estoy en condiciones.

—Si, si lo estás — dejó de atacarme  y me detalló profundamente, tragué lento y casi que no le mantengo la mirada—. De hecho... te ves... Hermosa.

Mis ojos vibraron con sorpresa y no pude evitar sonreír.

—Pero te verías mucho mujer si llevarás uno de mi suéteres — rodé los ojos, carcajeó malicioso, negué mirando su sonríe malvada. Entonces dejó de hacerlo  volvió a mirarme de esa manera —. Siempre te ves hermosa Jul, siempre.

—Gracias, zequi —susurré y me dio el impulso de darle un beso en la mejilla pero me aguanté al recordar quien estaba detrás de mi, también porque me cohibí de miedo.

—Haber Ragazzi —me giré y me posicioné para la foto. Sentí el peso del brazo de él sobre mis hombros y traté de mantener serenidad —. Preciosos son, nos vemos en un rato — lanzó besitos al aire y se fue a asiento feliz.

Me acomodé y me quejé por lo bajo. Le había dado a mi recogido y me lo aflojó.

—¿Alguna vez te has peinado? — preguntó mientras me observaba hacerme el moño de nuevo.

—¿Insinúas que no me peino? — su atención estaba en el recogido.

—No, me refiero si después de seco lo peinas — tenía moña entre mis dientes y le hice señas que me diera un momento, él bajo la mirada de mi cabello y se centró en mi rostro —. El cabello rizo no se peina.

Resoplé y me lo dejé suelto.

—¿Por-por qué?

—¿Cómo se llama el gigante que sale en la película de Harry Potter?

—Hagrid.

—Bueno ese — dije, confundida estaba segura que era otro nombre. Pero bue, él conoce la película mejor que yo —. Si yo me cepillo el cabello, se me pone así.

Levantó las cejas interesado.

—Me encetaría ver eso.

Solté una risita sarcástica.

—Jamás.

—Me parece que exageras — le dio un vistazo a mi cabello y tomo un mechón entre sus dedos. Soltó una exclamación bajita y agarró otra más —. Es muy suave, en verdad lo es.

Se emocionó y ya tenía un mechón grueso pasando por sus mejillas. Lo colocó de bigote y se rió luego de jugar.

—¿Qué?

—Nada — dije admirando su sonrisa discretamente y me volví sobre el asiento, di largo sus suspiro.

—¿Qué es eso?

—Mi libro de aventuras — digo mostrándole mi diario.

—¿Trajiste tu diario? — asentí, me miró incomprendido—. ¿Para qué?

—Me gusta escribir vivencias y esta es una de ellas — lo abrí y me mostré la fecha que llegué y leí solo un poco. Para ser precisos la noche que llegué y ellos me brindaron su mano.

Zequi me miraba pensativo hacia abajo, como si estuviera reviviendo ese día.

—Recuerdo que estabas muy asustada — cerré el diario y lo metí de nuevo en mi bolso.

—Demasiado — comenté horrorizada —. El mundo se me vino abajo.

Apretó los ojos con indignación.

—¿Y te has vuelto ha encontrar con ella?

Negué.

—¿Y tampoco te llamó?

—Jamás lo hizo — dije con dolor —. Ella me sacó de su vida de una manera tan cruel que me cuesta creer que ella, la chica que conocí cuando tenía como ocho años me haya hecho esto y por....un tipo.

—Y no solo eso — dijo tomando sus manos, estaba alterada, hablar de Antonella me descompone por completo —. Habértelo dicho aquí.

Negué indignada.

—Si tan solo me hubiese avisado antes, me hubiese ahorrado tantas cosas.

—No estarías aquí.

Negué.

—Estuviera con Gina — sonreí rabiosa, se me cristalizaron los ojos. Se me hundió el pecho y el llanto estaba en mi garganta.

—Pero aquí no ha ido tan mal — dice lento, mirándome precavido.

—Quitando a Mike y las personas que me han insultado en los establecimientos — hizo una mueca de incomodidad — . No, de no ser por ti y por stef. Los chicos. Todos ustedes me han hecho sentir cómoda, casi como en casa.

Sonrió orgulloso.

—Tu has cambiado mucho Jul — colocó un mechón detrás de mi oreja.

—¿Para bien o para mal?

—Para excelente — sonreí, sentí una cosquillas en el estómago. Creo que me coloqué mucho más roja de lo común —. Recuerdo lo aterrada que estabas, el miedo se te veía en los ojos. Esa incertidumbre de no saber que pasará. Todo eso cambió. Eres una chavala mucho mas segura, más confiada y más relajada.

—Todo gracias a mi prima — reconocí —. Ella fue la que aconsejó que tenía que dejar mi timidez a un lado, y relacionarme con personas porque estaba sola.

—Ahora no estas sola — acogió mi mano entre las suyas. Sonreí nerviosa. Por qué me tiembla el cuerpo y se me acelera el corazón cuando me toca.

Porque te gusta, y mucho.

—Estas conmigo — asentí —. Y con los chicos. Nunca te dejaremos sola.

El impulso volvió a recorrerme el cuerpo así que no lo dejé pasar. Me incliné y lo abracé. Sus brazos respondieron al instante y sentí una corriente bajar por mi cuerpo cuando su rostro se hundió en mi cuello por un momento.

—Cuantas conmigo — dice, asentí y nos separamos. Yo no quería, pero no quería que notara los latidos de mi corazón.

—Y tu también, Zequi.

—¿La has vuelto a ver?

—¿A quién?

—A tu ex amiga.

—No, gracias a dios — dije aliviada —.Y espero nunca mas verla.

—¿Y si pide una oportunidad se la darías?

—No seria lo mismo zequi, la confianza no seria igual y estaría siempre a la expectativa que me la haga y no quiero vivir así — le dije — . Ella murió para mi.


Ezequiel....

Una hora estábamos caminando por el aeropuerto en búsqueda a la linea de taxis. Estábamos divididos. Juliet estaba con stef, Spencer y Adrián, la otra mitad éramos el parasito, Samuel y Miguel. Ellos iban detrás de nosotros, podía escucharlos reírse y jugar entre ellos, Adrián como siempre haciéndose el chistoso con ella.

Cuando llegamos a la linea de taxis, tuve un arrebato inesperado. Tomé a juliet de la mano y la arrastré conmigo, rápidamente coloque mi brazo encima de sus hombros y le propuse irnos primero antes que los demás, ella dudó y creí que no aceptaría, pero al final lo hizo y sonreí campante.

—Nos vemos en casa —le dije a todos ignorando la mirada cómplices de Adrián y Spencer y me subí a la parte de atrás con jul.

Ella clavo una mirada cuestionable sobre mi cuello cuando el taxista arranco y dejamos atrás a los demás . Mis músculos se tensaron y mas cuanto no tenia una explicación, bueno si la hay pero no le voy a decir que fueron porque no la quiero cerca de nadie mas.  Noté como sus labios se entreabrieron y mi corazón se detuvo mas de un latido, tragué despacio y le pedí a todos los dioses que no preguntara lo que era inevitable pero por suerte la distrajo con la torre de parís y lo olvidó. 

Respiré hondo, mi corazón volvió a la normalidad y solté una risita irónica que ella no captó. En todo el trayecto no dejaba de expresar asombro. Quise molestarla pero al verla tan emocionada la dejé tranquila y me puse a la par enseñándole todas las maravillas de esta ciudad. 

—Necesito un nuevo teléfono — dijo lamentándose, habíamos llegado, nos estábamos bajando del taxi —  . Este se le llena la memoria rápido.

—Tu teléfono es muy anticuado jul —no pude evitar decir, ella me miro con mala cara y no pude evitar reírme —. Puedes usar el mío si quieres.

—No, no gracias — negué, sabia que esa iba a ser su respuesta. Que tía mas difícil — . Solo decía..

Tomé su muñeca y la giré, coloqué en su mano mi teléfono y ella me miró sorprendida.

—Es tuyo — dije cerrando sus pequeños dedos alrededor — . Y si me lo niegas, veremos las próximas película en doblaje español.

—Pero...

—Callad.

—Zequi...— cubrí su boca con mis manos.

—Ahora subamos y si llegas a decir os juro que...— pausé un mini segundo — . Te cepillo el cabello.

Sus cejas pobladas se elevaron.

—Sabéis que soy capaz, así que ni una palabra.

Relajó los músculos y la miré expectante cuando retiré las manos de sus...labios.

—Bien —dijo resignada, murmuró algo entre dientes y comenzó a seguirme cuando ingresamos al edificio y empezamos a subir las escaleras — ya que no había ascensor — porque era una edificación antigua, si mas recuerdo de los años treinta. 

Mis padres se mudaron hace poco, tienen como seis meses y la visitas son así. Un fin de semana vienen a mi apartamento — mi mamá solamente — y yo lo hago cuando puedo y no este ocupado y mi padre no esté.

Llamé a la puerta varias veces, la madera crujió con el toqué, miré a juliet que parecía estar en otro mundo. Espero, espero que no sea lo que estoy pensando. 

La puerta se abrió llamando mi atención. Mi madre estaba debajo del umbral con los brazos extendidos y me atrajo hasta su pecho sin esperar que yo reaccionara. Comenzó a consentirme en Frances  y me lleno de mis mimos ahora en español, creo que debió hacerlo todo en francés, para no sentirme avergonzado y menos delante de mi amiga.

—¿Y donde mi pequeño Eduard?

—Esa alimaña no tarda en venir.

—Ezequiel — reí malicioso y me giré hacia mi amiga, que estaba esperando callada y con la mirada puesta en nosotros. Tenia una sonrisa dulce y nostálgica.

—Te quiero presentar una amiga — dije alargando el brazo hacia ella, lo pasé por su cintura y la atraje hacia mi con una gran sonrisa, no sé por qué me emociona presentarla. Quizás porque es la primera amistad extranjera que tengo, debe ser por eso — . Ella es juliet, en realidad se llama Janette pero bueno, yo le llamó así.

—Hola mucho gusto, es un placer conocerla — saludó cordialmente estirando el brazo para presentarse.

—...Un placer — recibió su mano y su semblante cambió,  mi madre la miro de arriba abajo y no se presentó. Me llamó a parte y me sorprendió que no la invitó a seguir.

—Espérame aquí jul.

—Creo que no fui de mucho agrado para tu mamá — se percató.

—No, no — trato de terciar pero ella me dio una mirada significativa. Joder, yo también lo noté espero equivocarme y que sea, que este molesta porque no le hablé de ella, lo que sea, menos lo que Jul está imaginando  — .Tal vez no te esperaba, bueno no se, pero no pienses nada negativo. 

—Ya conozco esas expresiones zequi y se que es por...

—No july — me negaba a creer que mi madre pensara de esa forma —. Tal vez no contaba con tantas personas, es eso. Ya vuelvo. Si quieres asómate por la ventana, te va encantar la vista.

—¿Se puede ver la torre desde aquí?

—Averígualo tu misma. 

—Le voy a tomar fotos — dijo mostrando mi teléfono y se lo quité un momento para quitarle la clave y dejárselo libre — . Gracias, Muggle.

Me dio un beso en la mejilla que me hizo vibrar cada fibra de mi cuerpo. Oculté mi sonrisa nerviosa agachando la cabeza y me fui a la habitación de mi madre dejando a juliet parada frente a la ventana.

—¿De dónde es la bella dama? — preguntó con ironía apenas ingresé a la habitación.

—¿Por qué en ese tono irónico? — me acerque mientras me cuestionaba su actitud, estaba molesta y angustiada.

—No puedo creer que hayas terminado con Susan para acabar con alguien así.

—¿Alguien como mamá?

—Así, si como todas ellas — intentaba no decir la palabra pero la entendí muy bien —. Las de la buena vida.

—Mamá, jul no es ninguna prostituta si es lo que te estás imaginando.

—¿Y quién te asegura que no? —negué —. ¿Acaso no lees las noticias Ezequiel?

—Porque la conozco — dije y soltó una risita de mal gusto —. Sé quién es y no es nada de lo que todos piensan.

Entre cerró los ojos incrédula.

—Me vas a decir que ella no trabaja en un bar de mala muerte.

—No.

—¿Entonces que hace?

—Trabaja en una cafetería — asintió con sarcasmo, estoy empezando a cabrearme.

—¿Y con quién vive? — tense la mandíbula, se me quedó viendo y como hubiese adivinado  —. ¿Contigo?  ¿Vive contigo? ¿Ezequiel te has vuelto loco? ¿Cómo se te ocurre meter a una persona como esa a tu casa?  Hijo por favor. Tienes que sacar a esa mujer de ahí, no te conviene cariño, menos para tu imagen. Jamás pensé que llegarías tan bajo.

Respiré hondo.

—¿Tan mal quedaron tu y Susan?

—Estas siendo muy prejuiciosa — le dije, intentando controlarme —.  No puedes etiquetar a una persona por la actitud de otros.

—¿Una?

—Hay muchas personas buenas que vinieron a trabajar para mejorar sus vidas — se negaba a creerme —. Y también se han llegado malas y esas están les están dando su lección. No puedes juzgar a alguien por el comportamiento de otros. Tu me lo has enseñado y me cuesta creer que tú estés tomando ese papel.

—Esa gente viene con mala maña.

—Te prometo que Juliet no es así — aseguré con toda la confianza —. Ella es una tía excepcional y sola ha salido adelante, sola, porque la abandonaron el mismo día que llegó. Créeme que cuando la conozcas te vas a dar cuenta que no es como todos creen. Es una mujer estupenda, dulce, dedicada, echada para adelante, buena amiga, graciosa y...

—Te gusta — me cortó, expulsé aire y negué de inmediato —. Te conozco como la palma de mi mano y así mismo te expresabas de Susan.

—Es solo admiración mamá — traté de decir pero se me enredó la lengua.

—Nadie admira a una persona de esa manera como lo haces tú — negaba—. Y tampoco le brillan los ojos y se le ilumina la cara.

—Es admiración — no di mi brazo a torcer, y es verdad. Juliet es alguien digno, al menos para mí.

Suspiró.

—Voy a darle el beneficio de la duda, porque tienes razón y te pido perdón por mi comportamiento, perdí la noción. Creo que me asusté de tanto ver noticias y...dios me desconozco. Tu sabes que no soy así.  — dijo acunando mis mejillas, volviendo a ser la madre cariñosa que conozco —. Y espero que por la supuesta admiración que sientes no te estés equivocando.

—Te aseguro que no y dijiste que iba a dejar de juzgar — sonreí aliviado, ella hizo un ademán pidiendo perdón a dios. Rei —. Ven, vamos a conocerla.

—¿Cómo es que se llama? ¿Julia?

—Jane — contesté —. Pero yo le digo Juliet.

—¿Por qué?

—No tengo puta idea.

—Julia, bonito nombre.

—Es Jane.

—Por eso, Jen.

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