Disculpen las faltas ortográficas🙈 lo corregiré.
Gracias por leer y disfruten. Dejen comentario me hace feliz.
Jane...
Llegamos al parque y por increíble que parezca Zequi manejó prudentemente cómo lo desee aunque no dije una sola palabra. Cómo entres ocasiones o más lo miraba y él solo se reía como si lo disfrutara. Es que tenia la certeza que en cualquier momento pisaría el pedal y saldríamos como un carro de fórmula uno.
Que por cierto estuvimos hablando mucho del tema y me encantó.
Compartimos pensamientos, opiniones, desacuerdos de los autos y de los pilotos. Ambos no estuvimos el mismo pensamiento con la acción que tuvo max verstappen contra checo Pérez —quien gracias a él fue campeón el año pasado — en el gran primero México, quién de una forma muy arrogante no cedió el paso al mexicano.
Todo el mundo estuvo en desacuerdo, no solo porque traicionó a su supuesto amigo, si no porque desobedeció una orden de equipo y esta los perjudicó, porque si no hubiese hecho esa acción tan inmadura, RedBull hubiese tenido el campeonato completo.
También comentamos las malas estrategias de Ferrari dónde está mi querido charles Letcrer y la mala temporada de gasly.
Me sentí tan a gusto hablando con Zequi de algo que he amado durante toda vida y que ambos compartimos la misma pasión.
Me confesó que el año pasado había ido al circuito de Madrid y admito que sentí envidia al escucharlo. Mientras me decía como había sido, me dije a mi misma que yo también lo lograría.
Ingresamos al parque, habían como tres niños y tuve que intervenir porque zequi empezó a pelear uno de los niños que no lo dejan subir al pájaro.
—¿Y tu no eres demasiado viejo para subiros aquí?
—Zaqui, déjalo.
—¿Y tu no eres demasiado grande para chuparte el dedo? — refutó, el niño se sacó el dedo de inmediato —. Ahora bájate de aquí.
—Zequi.
—No — Zequi miro alrededor y sonrió astuto.
—¿Quieres un helado? — me metió las manos al bolsillo y saco varios billetes, euros — . Puedes comprarte el quieras el más grande si te apetece, a cambio que nos dejes subir al pájaro.
El niño miró el dinero y luego a nosotros
.Zequi agitó los billetes para entusiasmarlo.
—¿Helado con este frío?
—Has lo que quieras con él, solo bájate y ya. Y no le digas a tu mamá porque le digo que me lo robaste.
—Pero yo llegué primero.
—Si pero yo lo quiero.
—No.
—Niño — dijo irritado —. Con este dinero puedes comprarte todo lo que quieras. Anda. Tómalo.
El niño miró tentativo el dinero que abanicaba.
—¡Bien! — Zequi le sonrió victorioso y luego me dió la mano para que pudiera subir al pájaro, cuando quedamos solos.
—Que poca dignidad tiene ese niño—comenté.
—Si me dieran toda esa cantidad de dinero, no lo dudaría ni un segundo — negué con una sonrisa para nada sorprendida—. ¿Por cierto te apetece uno? Sé que él clima no está óptimo pero a mí da igual, me gusta el helado en cualquier condición.
Reí, sorprendida.
—Pensé que era la única que le gustaba el helado en cualquier circunstancia — no pude evitar decir.
—¿A poco te gusta?
—Me encanta.
—¿Dónde has estado todos estos años, coño? — preguntó mientras me da un abrazo, rei en su hombro — . Los chicos me dicen que tengo poca materia gris en el cerebro cada vez que salgo por un helado en pleno invierno.
—Mis hermanos me dicen lo mismo — subí los hombros — pero es el gusto de cada quien. ¿Además quién ha dicho que el helado era para el calor?
—Es lo que yo le digo a mis amigos pero ellos dicen que se me torcieron las neuronas.
Rei abiertamente.
—A mis hermanos me dicen que se me salió una tuerca — rio también.
—Voy por los helados.
Asentí.
—Y si un niño te molesta haces lo mismo — se bajó del pájaro y despareció de mi campo visual.
Por suerte ninguno niño se acercó, ya no había nadie en el parque. La tarde estaba cayendo y el frío era cada vez más apretado.
Zequi volvió con dos postes de lado muy feliz. Me pasó el de mantecado y se quedó con el de fresa. Tomó asiento a mi lado antes de ayudarme abrir mi pote que no fue nada fácil quitarle la tapa.
Hubo un largo y por supuesto incomodo silencio. En la que mi cerebro me gritaba que dijera algo pero no sabía que decir porque creo que todo lo que había que hablar ya se dijo dentro del coche y no tengo otro tema de que hablar. Películas, música, libros, podríamos estar hablando de platicando cualquiera de ellos tres pero, porque soy selectiva y no me gusta leer libros.
Mi único tema seria la fórmula uno, pero ya fue y creo que quiera retomar el tema.
—Debes estar muy aburrida conmigo. Vaya tío que soy. Seguramente Jacob era más conversador— habló finalmente, pero no esperé que dijera eso.
Me había estado observando y yo hacia la loca que no me daba cuenta.
—Apenas logramos intercambiar dos palabras cuando le llegaron las fans — me giré hacia él — . Pensé que el que se aburría eras tu.
—Créeme que no — hice una mueca incrédula —. Estar así me parece divertido.
—Si, Luis.
—¿Quién es Luis?
—Es una expresión — ladeo confuso mientras metía una cucharada grande de helado — . Es cuando no crees lo que dice la otra persona.
Asintió al comprender con el la cuchara en la boca.
—Entonces no me crees que me parece divertido — hablaba con la boca llena, podría decir que es asqueroso pero con él es adorable, incluso se veía hermoso —. Para ti información si lo es. Estar así sin decir una palabra también me resulta satisfactorio.
No hice ningún comentario y hundí la cuchara dentro de mi pote para llevarlo a mi boca.
—¿Me dejas probar? — señaló mi helado — ,yo te doy del mío.
—Pero no te pases, eh — soné egoísta, pero mi helado está muy rico para compartirlo.
—Y tu tampoco — me apuntó.
—Confía en mi.
—Tu también — dijo reprimiendo una sonrisita malvada. Sabía que no lo iba a hacer así, que antes que se saliera con la suya yo misma agarré la porción y le pedí que abriera la boca, lo cuál le causó mucha risa y se descubrió así mismo.
—Abre.
—¿Me tienes miedo?
—Veo la traición en tus ojos — se llevó la mano al corazón ofendido.
—Que poca fe me tienes, después de todo lo que he hecho por ti.
—El helado ha roto muchas amistades.
—La nuestra es inquebrantable.
—No me quiero arriesgar — lo acorralé contra la esquina y el muy dramático actuaba como si fuera una asesina en serie pero después de jugar, finalmente cedió.
—Ahora es mi turno — sonó vengativo y sabía que no era nada bueno. Zequi me llenó las mejillas de helado y antes que pudiera reclamar salió como un rayo del tobogán.
Me limpié la cara con el suéter pero no moví del sitio. Zequi me desafiaba diciendo que el doblaje Español es mejor que el latino pero seguía igual, me quedé dónde estaba hasta que se dió cuenta que no iba a reaccionar.
Volvió a subirse al tobogán y se colocó de nuevo a mi lado. Intercambiamos los helados después de darnos cuenta que escogimos el sabor incorrecto.
Mi cabeza estaba recostada en su hombro y su brazo encima de los míos.
—¿En Venezuela celebran Halloween?
—Si y no —contesté —. Hay fiestas, algunos se disfrazan pero no lo celebran como otros países.
—¿No hacen dulce o truco?
Negué.
—¿y tu te has disfrazado?
—En Halloween no, pero en carnaval si.
—¿Y que te disfrazaste? — dijo en un tono burlón.
Rodé los ojos al recordar.
—¿Puedes creer que los tontos de mis hermanos fueron quienes me eligieron el disfraz?
—Tanto que me has dicho de ellos que te creo.
—Promete que no te reirás.
—Tu sabes que para mí eso una misión imposible.
—Mejor callo — me metí una porción de helado en la boca.
—Cuenta.
—No.
—Nicolecita.
—Si te cuento te vas a reír y no quiero que te burles de mi.
—¿Tan horrible es? — cerré los ojos y negué, quizás este exagerando pero recuerdo las risas malvadas de mis hermanos —. Anda, dime que trataré con todo mi esfuerzo no reírme de ti.
Suspiré.
—Yo te conté que nosotros fuimos muy limitados en muchos aspectos.
—Si, claro que lo recuerdo y que por eso odiabas la navidad porque nunca te trajo lo que escribiste en las cartas.
Alcé las cejas impresionada, no creí que se acordara de todo.
Zequi me sorprende.
Es el hombre ideal, bueno casi, si no estuviera con la tal celeste.
—Bueno — seguía impactada — . Los tres nunca nos habíamos disfrazado para los carnavales porque mi madre pertenece a una religión dónde creer que esas celebraciones van en contra de Dios.
Bufó y sin mirarlo se que blanqueó los ojos.
—Hasta que un día no se que mosco le pico que nos dejó disfrazar — continué —. Yo me quería disfrazar de Jazmín de Aladin o de Mage de Hércules. Estaba muy ilusionada.
—¿Qué edad tenías?
—Trece.
—¿Y que edad tienes Juliet ahora?
—Diecinueve.
—Eres menor que yo — dijo sorprendido —. Yo tengo veintiuno. Tenemos dos años de diferencia.
—Uno.
—¿Uno?
—Si.
—¿Tu pasaste matemáticas? — reí.
—Cumpliré años dentro de poco.
—¿Qué día?
—Veinte de octubre — respondí.
—¿¡Es en cinco días!? — sonó pasmado — . ¿Por qué no habéis dicho nada?
Alcé los hombros sin importancia.
—Es solo un cumpleaños.
—Los cumpleaños hay que celebrarlos y el tuyo lo vamos a festejar — sonreí en su hombro — . Bienvenida al club de los veinte.
Una corriente viajó por mi cuerpo y mordí mi labio inferior de emoción al mismo tiempo de nostalgia.
Este será la primera vez que celebraré mi cumpleaños fuera de casa.
—Oye ¿Qué pasó?
Suspiré, me quedé un momento callada.
—Esta es la primera vez celebraré mi cumpleaños lejos de mi familia — se me hizo un nudo en la garganta, forcé una sonrisa tratando de retener el llanto pero fue imposible —. Perdón.
—Ven aquí —se acercó y me abrazó. Mis brazos rodearon sus hombros —. Nosotros también somos tu familia.
Sonreí emocionada en medio de una mar lágrimas y me solté a llorar. Zequi me consoló acariciando mi cabello y mi espalda. Continué llorando sobre su hombro mientras por mi cabeza revivía momentos preciosos y memorables de mi cumpleaños, en los que nunca faltó mi abuelita.
Podrían fallar cualquiera menos ella. Una de la persona más importante de mi vida y por quién estoy aquí.
—Ya no llores que me vas hacer llorar y yo soy muy sentimental — reí, absorbiendo la nariz —. Todavía lloro con la muerte de mufasa y eso que he visto la película ciento de veces.
Solté otra risita.
—Esa muerte es insuperable — blanqueó los ojos.
—Es muy desgarradora.
—A mi me provoca sacar a Simba de la pantalla y abrazarlo.
—Y a mi revivir a mufasa.
—Si — susurré pensativa con una sonrisa de lado.
—Te haremos una fiesta — dijo entrelazando nuestros dedos — . ¿Qué temática te gustaría?
Abrí la boca para responder.
—Ya lo sé — cerré la boca y esperé que soltara lo obvio —. Fórmula 1.
Carcajee.
—¿Pero quien soy yo para jugar? — preguntó —. El año pasado el mío fue de...
—Harry Potter.
—¿Cómo lo supiste? — fingió sorpresa.
—Intuición femenina —ambos reímos —. ¿Qué día es tu cumpleaños?
—Cinco de diciembre — respondió.
—En dos meses.
—Creo que para esa fecha no vas estar — sonó triste —. Te vas en unas semanas.
—Aparentemente en dos — hice entre comillas —. Es un estimado que hizo Gina. Todavía no es seguro. Quizás me quede más tiempo no lo sé.
—¿Por qué no te vas después de mi cumpleaños? — me incorporé de su hombro y lo miré —. Vas a estar para el de todos menos para el mío.
—¿Quiénes más cumplen?
—Spencer y Adrián el el veintisiete de octubre — alcé las cejas. Oh cumplimos el mismo mes —. Samuel el primero de noviembre y Miguel el diez.
—Y... Stephanie.
—¿Cuándo los cumple?
—No lo sé.
—Eso se soluciona enseguida — dijo sacando el teléfono de su bolsillo.
Rasqué mi nuca y miré pensativa hacia una esquina.
—Estamos de suerte — me volví hacia él — . Stef cumple el de dos diciembre. Soy el último de la lista.
—¿De verdad?
—Mira por ti misma — me enseñó la pantalla —. Entonces...¿te quedas hasta diciembre?
Mordí mi labio inferior leyendo el mensaje que le envió stef y lo miré.
—Tengo que hablar con Gina — dije y me sonrió de oreja a oreja, parecía feliz.
—No me dijiste de que te disfrazaron — dijo haciendo que volviera apoyarme en su hombro.
Sonreí memorizando su reacción y me quedé pensando. Es verdad lo que él dice, los días pasan volando, hace poco cumplí un mes de estar aquí, he estado bien — no quiero mencionar lo malo porque me daña mi paz — He hecho amigos, amigos de verdad que se ven que me aprecian.
¿Por qué no quedarme y agradecer todo lo chévere y lindos que han sido conmigo durante este tiempo?
Sobre todo con él que ha sido mi amigo, es hora de retribuir todo lo que ha hecho por mi.
—Zequi.
—¿Si?
—Me quedaré hasta tú cumpleaños.
Volvimos al apartamento y este olía a comida o más bien a quemado. Zequi y yo intercambiamos de miedo.
—Intentaba hacer pasta — explicó Eduard con frustración cuando nos acercamos a la cocina — . Quería hacerles la cena.
—Hacer la cena o quemar la casa — bramó, la casa estaba invadida de humo.
—Creí que sería fácil — hizo una mueca con la boca decepcionado.
—¿Me dejas enseñarte? — él volteó a mirarme —. Claro si quieres.
—Por supuesto —dijo ilusionado y de un momento estaba siendo arrastrada por la muñeca.
—¿Qué haces? —reclamó molesto enfrentándome. Me sobé las muñecas adolorida y mi miré incomprendida. Me había agarrado muy fuerte hasta hacerme daño.
Se dió cuenta al bajar la vista hasta mis manos.
—¿Qué te pasa? —protesté.
Se llevó ambas manos a la boca.
—Perdón Juliet —lo miré con desaprobación —. Joder, no quería hacerte daño pero es que...me da miedo que estés cerca de mi hermano.
Antes que pudiera reaccionar me tomo de la mano y me llevó hasta su cama. Pasó las manos por su cabello exasperado y volvió a revisar mis muñecas.
—Eduard es alguien a quien le importa un pepino los sentimientos de las chicas — comenzó a decir —. Las seduce y después que obtiene lo que quiere las desecha como basura. No es alguien amigable y ve las mujeres como un objeto. Allí donde lo ves con cara de yo no fui, es un tremendo...
—Bien ya entendí — lo corté antes que soltara una palabrota —. Pero pudiste pedirme hablar conmigo y no sacarme el brazo.
—Perdón, perdón — me envolvió entre sus brazos —. Solo trataba de protegerte de ese depravado.
—¿Tan así es?
—Mucho, es chiquito pero peligroso — no pude evitar reír. Me alejé de su pecho y le di un asentimiento mirando sus ojos azules que me miraba con incertidumbre. Él sonrió aliviado y volvió a envolverme en sus brazos.
Sonreí nerviosa pero no me alejé cómo la primera vez me quedé allí y rodee su delgado cuerpo con mis brazos.
—¿Pedimos pizza? — asentí en su pecho, no me quería apartar. Zequi es todo suavecito y es encantador estar envuelta en sus brazos.
Es muy reconfortante y huele delicioso.
— ¿Tu tienes hambre?
—No, ¿y tú?
—Mucha.
Casi que no le creo cuando su estómago me dio la afirmación.
Rei incrédula.
—¿Es en serio?
—Muero por una pizza y una gaseosa bien fría — mis tripas se revolvieron.
—No — dije arrugando la cara —. Yo estoy llena y empalagada por el helado. Paso.
—¿Segura que no quieres comer? — preguntó mientras llamaba a la pizzería.
Quería decir que si pero yo sabía que dentro de una o dos horas tendré hambre y no me voy a para media noche como hacia en mi casa, que a las tres de la mañana asaltaba la cocina.
—Si, si quiero.
—Bien, pediremos una gaseosa bien grande para los dos.
¿Los dos?
¿Y Eduard?
Esperé que terminara la llamada para preguntar si iba dejar a su hermano con cena pero creo que mi cara dijo más que mi propia voz.
—Él está en periodo de prueba — se anticipó — . Es tiempo que aprenda que no todo se consigue fácil.
Hice como si me cerraba la boca como un cierre y me quedé allí frente al él, observando en silencio como hacia el pedido.
La pizza llegó y fuimos a la terraza para comérnosla, bueno él, porque yo estaba aun llena. De repente le llegó la llamada de Celeste justo cuando comenzábamos tener una amena conversación, me dijo que tenia que atender y no imaginé que para hacerlo tendría que irse. Esperé a que volviera pero su figura distinguida no apareció, pensé que se había desviado al baño o había discutido con su hermano — porque estaba segura que iba a reclamar por la pizza — pero cuando bajé a ver su sucedió con él, me di cuenta que se había ido y su hermano lo hizo después de verme bajar la caja de pizza de la azotea.
No dijo nada, solo se despidió de mi.
Me encontraba sola con el sentimiento de indignación corriendo por mis venas. Ingresé a mi habitación azotando la puerta con extraña molestia. Quise reclamarle a Zequi por haberme dejado olvidada en la azotea, ni siquiera fue capaz de avisarme que no volvería y me no sentiría tan molesta, tan afligida y rabiosa, tengo demasiadas emociones encima, tantas que no lo quiero ver en un bueno tiempo.
Zequi....
Subí directo a la azotea y con la absurda idea de encontrarla allí, era obvio que no lo iba a estar después de haberme escapado con Celeste. Cuando ingresé al apartamento y vi la caja en la cocina estaba en la barra junto con la Coca-Cola quise dispararme cien veces.
Juliet no me reclamó nada pero lleva días en los que no me dirige la palabra y creo que es mil veces peor que un reclamo. Me evita y cada vez que intento buscarle conversa, para pedirle disculpas. Ella me lanza una mirada fría y molesta.
Lo peor de todo es que mañana es su cumpleaños. Se lo comenté a los chicos y ellos estuvieron de acuerdo de hacerle una reunión con la temática de formula uno, pero después de lo que hice, la gran cagada tamaño de la catedral, no creo que ella le haga muy feliz la idea.
Hay demasiada tensión, odio estar así con ella, no me gusta verla enojada y menos que me aplique la ley del hielo.
Adrián y Spencer casi me matan, pues tenían toda la razón de enojarse conmigo y que ella no quiera ni verme. Su cita fue un fracaso y mas encima yo vengo a arruinarle el día, yéndome con Celeste. Porque ella fue quien me buscó y no pude decirle que no, me sacó del apartamento y aunque traté de volver no pude.
—Eres el mas tonto, de los tontos — seguía repitiendo Spencer —, solo a ti se te ocurre dejar a janecita sola por irte con...chavala esta que me cae bien mal. Nadie se mete con mis chicos y menos hablar mal de ellos.
Celeste había dicho que One direction era una banda para niñatas y que Coldplay cantaban aburrido. Eso fue como una daga para mi amigo y desde ese momento le hizo la cruz, no la soporta y le parece fea.
Cosa que no, porque Celeste es hermosa y me cae bien, lo estoy intentado y me ha ido bien. Aunque todavía piense en Sussan.
—Ni siquiera un mensaje le dejaste — los dos estaban decepcionados de mi, y no dejan de repetir lo mismo, haciendo que me sintiera mas que pésimo — . Después de haberte tenido un mal día con Jacob.
—Con una es suficiente —bufó irritado —, Además pienso que juliet está exagerando.
Ambos me golpearon por la nuca.
—¿Y si jane te hubiese dejado por Jacob que hubieses hecho? — indagó Spencer.
—Na-nada —intercambiaron miradas — . Solo le reclamaría.
—Y hubieses reventado de celos, hasta hubieses ido por el tipo a romperle la cara.
—Claro que no.
—Vamos tío, no sigas evadiéndolo.
—¿Evadir qué?
—Que algo te esta pasando con Jane.
—A mi no me pasa nada con ella —dije pero no soné convincente — , y dejen de creer lo que no existe. Juliet es solo mi amiga y es la única manera que la puedo ver.
—¿Seguro?
Asentí para dar veracidad.
Spencer miró a Adrián de una manera significativa.
—Tienes el camino libre —le dice Spencer, fruncí las cejas — . Bueno casi, porque Jacob sigue detrás de ella.
¿Jacob sigue detrás de ella?
Como es que no me había enterado.
—Menudo rey de la pista — hizo una mueca de disgusto — ,y yo que me consideraba su fan. Pero bueno, para conseguir lo que se quiere hay tener un poco de obstáculos. Además es divertido. Seria muy aburrido conquistar a Janny sin nada de contra tiempos.
—Por eso dicen que lo mas difícil es lo que mas atrae — ellos hablaban como si no estuviera allí.
—¿Ustedes de que hablan? — me sentía perdido.
—Acaso jane no te contó.
—Y como le va a contar si no le habla — rodé los ojos y me llevaba una mano a la cara mientras los escuchaba reírse.
¿De verdad se consideran adultos?
Creo que el único que en verdad lo considero adulto, responsable es miguel y hasta los momentos juliet.
—Jacob sigue detrás de ella.
—Él le pidió disculpas y bueno han estado saliendo —disimulé mi descontento con una expresión seria para que este par no se diera cuenta lo que acaba de causarme esa aclaración.
Me sentí indignado obviamente molesto. Conmigo lleva días que no me habla, ni me determina por lo que hice pero con el copete de gallo, ojos de iguana horrible, le perdonó todo.
—A mi si no me perdona lo que le hice pero a ese imbécil si — no evitar decir, me hervía la sangre de la rabia — .Es tan infantil.
—Pero la diferencia es que él no pudo evitar las fans — bufé mirando a Spencer que trataba de justificarla— . y alguien como Jacob no puede andar rechazando a sus seguidores. Le iría mal y así se lo pida con toda la amabilidad, hay muchos fans que no lo ven asi. Cuando estemos en su posición lo vamos a entender.
—En cambio tu amigo — adrián colocó una mano en mi hombro y la quité enseguida — . Te fuiste con Celeste, no le avisaste, la dejaste esperando en la azotea y lo peor es que te iba a acompañar cuando ella ni hambre tenia.
Tensé la mandíbula notando la gran diferencia entre los dos y me llevé las manos a la nuca con remordimiento.
—Soy el peor amigo de la tierra tío, que mal de mi parte y ahora no sé cómo hacer para que me perdone.
Ambos intentaron darme un abrazo pero los alejé.
—¿Qué les pasa? — dije apenado mirando a ambos lados de la tienda. Habían par de chiquillas viendonos —. No somos el secreto en la montaña.
—Solo estamos siendo solidarios.
—Tanto que quieres liar con Juliet — acusé a Adrián con la mirada —. ¿Te gusta?
—Para que te voy a mentir — sonrió complice —. Jane es una chica adorable, divertida, inteligente y hermosa, muy hermosa. Esa piel, ese cabello, esos ojos, esos labios.
—Si no fuese porque me interesa su amiga — miré a spencer, ya encabronado —. Estaría compitiendo con ustedes dos querido adriancito.
—¿Te gusta la rubia?
—Uf, stef es encantadora ¿Y sabes que es lo mejor? — preguntó —. ¡Que le gusta one direction cómo a mi! Y su favorito es
—Harry Styles — rodé los ojos.
—No, Niall Horan —parpadee sorprendido —. Y estoy maravillado, está tía es muy maja.
—Uno menos — miré de vuelta a Adrián —. Solo tengo que batallar con el Rey de la pista.
—Suerte — le digo y me alejo no por mucho, ya que estamos en la misma tienda.
Hicimos todo lo que se necesitaba para la reunión y volvimos al apartamento. Spencer con Adrián no dejaban de debatir sobre el regalo de Juliet. Hablaron de peluches, chocolates, camisas y otras que no escuché porque mi mente estaba en otro lugar.
Dejamos todo en mi habitación dentro de mi armario. Eran las cinco de la tarde y volvimos a salir, pero antes spencer notó algo.
—Tu plantas — mencionó.
—¿Que pasa?
—Estan vivas — las miré sin comprender cuál era asombro —. Por fin te acordaste de ellas.
—Eso no he sido yo — dije metiendo las manos al bolsillo al sentir que vibraba mi teléfono. Revisé y era un mensaje de celeste, quiero que cenemos juntos.
—Eduard — negué respondiendo el mensaje.
—Ha sido juliet — aclaré —. Le gustan las plantas y bueno se ha encargado de regarlas.
—Ya decía que yo que tú no eras.
Rodeé los ojos.
—¿Que le vas a comprar a Juliet? — preguntó Adrián mientras bajamos las escaleras.
—Lo verán mañana — dije dejando intriga.
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