Capitulo 18
Zequi...
Arrastré mi cuerpo con pereza fuera de la habitación. Me ardían los ojos y mi estómago rugía como un dragón, como si anoche no fueron suficiente las dos arepas que me hizo Juliet. La casa olía a comida y había escuchaba música de fondo.
Me acerqué sin hacer ruido mientras la luz se acostumbraba a mis ojos. Tenía las manos y los pies entumecidos del frío. Anoche dormí ligeramente a pesar que tenía una personita detrás de mi aferrada a mi cuerpo, quién no encontré a mi lado de este delicioso aroma que inunda mis fosas nasales.
Anoche durmió tranquila, las pesadillas al parecer no la volvieron a molestar y durmió detrás de mi hasta el amanecer.
Se rió varias veces en susurro y supuse que estaba soñando algo bueno. Yo... también soñé y lo que pasó me dejó muy pensativo esta mañana cuando desperté.
Fue algo muy... intimo y muy sensual. Soñé que Juliet me bailaba sexy en mi habitación. Tenía puesto un conjunto de ropa interior que no dejaba para la imaginación de color rojo. Su cabello frondoso le caía por los lados y lo movía de una forma tan sensual que... joder.
Yo estaba en mi cama, sin despegar mis ojos de ella. Todo parecía tan real. Después de bailarme. Se acercó, se subió a mi regazo y comenzó a besarme en el cuello, luego el pecho y la boca.
Y una cosa pasó a la otra. Soñé que tuvimos sexo. Y no fue salvaje, bueno un poco pero más dulce que salvaje. De las dos. La cuestión aquí es que tuve sexo y de todas las chicas con quién he estado ella fue mejor, incluso mejor que mi ex — quien por cierto no deja de escribirme y pedir que volvamos — tengo que cambiar de numero, no puedo borrarla de mi vida por completo si ella sigue apareciendo y no quiero echarme para atrás porque cada vez que veo su nombre en la pantalla de mi teléfono, mi corazón late y muere mil veces.
Volviendo al tema, lo que soñé me dejó pasmado, tanto que llegué a pensar que había sucedido porque como mencioné fue demasiado real.
Sacudí la cabeza para volver a la vida realidad y me detuve en seco al llegar a la cocina. Juliet estaba cantando con el batidor de mano usándolo como micrófono mientras cantaba la canción de Kiara y Simba del del Rey león 2 . Me recosté en la pared cruzando los brazos debajo de mi pecho observándola con una sonrisa, la canción era diferente a la que toda mi vida he escuchado pero no esta tan mal, creo que me puede llegar a gustar, creo.
—¿Hace cuanto que estas allí? — dijo al darse la vuelta y verme, sus mejillas se tiñeron de rojo y toda su cara estaba avergonzada.
—Lo suficiente para confirmar que tienes una voz increíble.
—Tu con eso otra vez —volvió a girarse y ladee su cabeza mirando su redondo trasero —. Yo no canto — levanté la vista y me acerqué a la barra, arrastré el taburete para sentarme.
—Claro que si.
Negó.
—Tengo arepas listas — informó —. ¿Quieres comer ya?
—¿A que horas te levantaste?
—Temprano.
—¿No pudiste dormir? — indagué, rasque mi cabeza mirando mi plato. Había una arepa dorada rellena de jamón y queso. Brillaba de la grasa.
—Gracias al cielo pude dormir.
—¿Solo al cielo? —me indigné.
—También a ti, don egocéntrico.
—Me alivia que hayas dormido bien.
—¿Tu como dormiste?
—Normal como siempre — dije tragando despacio, mirándola de reojo, reprimiendo el sueño que tuve anoche.
—¿A qué horas iremos al centro comercial? — preguntó precavida.
—¿Por qué?
—...voy a salir en la tarde — confesó.
—¿Salir?
Asintió.
—Vas a salir con Stephanie — supuse pero negó.
—No, no voy a salir con ella.
—¿Y con quién vas a salir? — inquiero confuso y entonces lo intuí de inmediato— .No me digas. Vas a salir con rey de la pista.
Admitió con una sonrisa y rodé los ojos.
—¿Qué-que pasa?
—¿En serio vas a salir con él?
—Siii— afirmó sin poder reprimir sus emociones —. Por eso te estaba preguntando cuando nos íbamos a tardar en el centro comercial.
—¿A dónde van a ir?
—Iremos a patinar — responde volviéndose a la estufa.
—¿Al club?
—Si.
—¿A qué horas?
—Cuatro de la tarde —aparté la vista antes que me pillara observándola cuando hizo un ademán de darse la vuelta.
Me sentía molesto y ofendido. Verla emocionada por él me afectó porque ella no estaba así de entusiasmada conmigo. Los chicos me habían dicho que la vieron desanimada, por eso cuando la vi entre el público que sorprendió, yo habría jurado que no iría después de lo que me confesó
—¿Y no que eras una chica asocial y hogareña? — mascullé, disimuladamente.
—Estoy trabajando en eso.
—¿Lo haces para Jacob?
—No, es por mi Zequi — me sirvió más café, miré la taza hasta verla llenarse por completo —. Quiero llenar mi diario de anécdotas. Y Jacob es una de ellas.
—¿Jacob?
—Me prometes que le contarás a nadie — levanto las cejas para que prosiga —. Nunca me habían invitado a salir y no se cómo sentirme, que hacer, que decir, que ponerme, como actuar.
Levanté más cejas sorprendido.
—Todo es tan nuevo para mí que me emociona y a la vez me asusta. Jamás imaginé tener tantos amigos que me aprecien como ustedes lo hacen conmigo. Una amiga preciosa que está más pendiente de mi que mi propia madre y un amigo maravilloso que siempre está allí cuando lo necesito.
Me colocó su mano en mi mejilla y el enojo que sentía comenzó a disminuir. Me dedicó una suave sonrisa antes de volverse a la estufa.
—...¿te gusta el rey de la pista? — quise saber.
—Es simpático.
Relajé los hombros, al menos no es como todas las chicas que caen rendidas al verlo.
Daniela era una.
—Y...— miré mis dedos inquieto, loco de tanta curiosidad. Quería saber que le había dicho anoche el gilipollas ese —. ¿Y que te dijo anoche? ¿Es verdad que está soltero?
Alzó los hombros.
—Solo quiso saber cómo me llamaba y de dónde era, cuántos años tenía y bueno...me dijo que le parecí hermosa —asentí mostrando una sonrisa forzada. Otra vez estoy enojado. ¿Qué me pasa? No debería estarlo. Es su primera cita debería estar feliz —. Me preguntó que si quería ir con al club a patinar y yo le dije que si.
—Ni modo que le digas que no al rey del patín —murmuré entre dientes.
—¿Qué?
—Gilipollas.
—Que dices Zequi no te estoy entendiendo por el ruido del aceite. Espera que le baje un poquito — se acercó —. ¿Qué dijiste?
—Que te vaya muy bien en tu primera cita.
—Oh, gracias — me levanté del taburete.
—¿A dónde vas? — no contesté y me encerré en mi habitación.
***
Ingresamos a la tienda Nike después de comprar la cobija para juliet. La noté dudosa cuando fue a ver los conjuntos, negaba y elevaba las cejas con asombro. Yo estaba del otro lado de la tienda mirando unos zapatos y no pude evitar acercarme.
—¿Qué pasa?
Negó.
—Mira los precios — me enseño la etiqueta.
—¿Qué tiene?
—Mira el precio de este conjunto.
—¿Qué?
— 15 dólares el pantalón y 20 la camisa — remarcó — .Es demasiado dinero.
—¿Te gustan?
—Si pero esta muy caro.
—Tómalo.
—Zequi no, es muy costoso — Respiré hondo, en la tienda de hogar fue lo mismo, ella estuvo renuente de llevarse la cobija que le gustó por el precio.
—No lo es.
—Son 35 dólares en total — me recordó.
—Cuando estés en Estados unidos me los pagas — digo exasperado —. Eso si tu quieres, no te estoy cobrando nada. Escoge el que mas te gusta y no mires el precio.
—Esto no me gusta — me alejé para no escucharla y me acerqué hasta la repisa donde habían unos llamativo zapatos para mujer.
Miré por encima de mi hombro y sonreí satisfactorio como agarró negando con la cabeza la ropa que estaba renuente a aceptar. Y lo mismo pasó con los zapatos. La cajera no dejaba de reírse viéndonos discutir por unos putos zapatos que no quería aceptar pero al final lo tuvo que hacer porque sabia que no podía correr con sus zapatillas de siempre.
—Te lo voy a pagar.
—Ajá — dije fastidiado.
—En serio zequi.
—Como quieras —le abrí la puerta de mi coche para que entrara. Ella se me quedó viendo — . ¿Ahora que? ¿tampoco quieres que sea un caballero? ¿Me lo vas a pagar también?
Solo se rió y me respondió con un abrazo de siempre, el cual me causó cosquillas profundas en todo el cuerpo en el especial en el estomago. Bajé la cabeza cuando sentí que se apartó de mi, me dedicó una sonrisa al coincidir las miradas, yo también lo hice y no pude apartar mi atención de sus ojos, nariz, pestañas, cejas, mejillas.
Tengo que admitir que estoy de acuerdo con el estúpido de Jacob —a quien ni siquiera tengo puta idea quien es pero estoy empezando a detestar— que tiene toda razón el hijo de puta cuando dijo que juliet es hermosa. Ella no es el tipo de chica que a mí me encantan pero no negaré lo linda que es.
—Un día de estos nos vamos a matar si sigues manejando como un loco — reprendió molesta —. La próxima tomo el bus.
—¿Pero te moriste? — dije intencional.
—Es enserio Zequi, vas a matarnos un día de estos. Te vas quedar sin carro y una amiga.
—No va pasar nada — le doy espacio para que ingrese primero. Calceto nos recibe feliz —. Todo está controlado.
—Si, Luis.
Arrugué las cejas.
—Soy Zequi.
—Es una expresión.
—¿Y que significa? — pregunté interesado, cerré la puerta con el pie.
Eduard estaba en la cocina. Le sonrió a Juliet para saludar y le ofreció de lo que estaba tomando. El parásito se ha portado bien estos días. Consiguió trabajo de medio tiempo y no se ha metido en problemas hasta ahora.
Hasta ahora.
—Gracias Eduard.
—Lo hice yo — dijo orgulloso, como si hacer café es lo más increíble del mundo.
—¿A qué horas es tu cita? — Eduard la miró con interés.
—Tengo dos horas para arreglarme, bueno en realidad solo me toma como veinte minutos.
—¿Solo veinte?
—Si — alzó los hombros.
—Quiero ver eso.
—Yo también — miré a Eduard —. ¿Qué?
—Tu no vas a ver nada.
—¿Por qué?
—Porque no quiero.
—Juliet...
—Es Jane — lo corrijo.
—Tu le dices Juliet.
—Solo yo la llamo así.
—Ella no tiene problema, verdad ju...— solté una risita al ver que la chica de Venezuela ya no estaba presente.
—No le digas Juliet — le advertí.
—¿Y por qué tú si?
—Para ti es — pausé —, ni siquiera deberías tratar con ella.
Frunció las cejas.
—¿Eres su dueño o que?
—Es mi amiga y la cuido de ti —le recuerdo —. No es como las chicas a las que estás acostumbrado a salir.
—Lo sé, lo noté — dijo lanzándose en el sofá como un holgazán.
—¿Y qué haces hablándole?
—Quiero su amigo.
—Tu nunca has sido amigo de nadie, ni siquiera conmigo — apartó la mirada —. Gozabas de las palizas que me daba mi papá. Te metías en problemas y yo tenía que hacerme cargo, yo, porque según ese señor yo era el mayor y tenía velar por ti.
—¿Vas a restregarme el pasado a cada rato? — protestó.
—Hasta que un día te des cuenta que no te soporto y que te quiero fuera de mi vida — solté sin piedad —. Te acepté por mi mamá..
—Eso me quedó claro Zequi, no me lo repitas a cada momento. ¿Sabes? Aunque no lo creas por ella me estoy dando otra oportunidad — entre cerré los ojos —. Quiero cambiar. Cumplir mi sueño de ser chef.
Retrocedí sorprendido.
—¿Tu tienes un sueño?
—Si — sonrió nostálgico —. Y estoy practicando. Quiero pagarme un curso.
Lo estudié de arriba abajo. Parecía sincero. Si es así, es la primera vez que lo veo hablar con seriedad.
—Si es verdad que lo dices — me miró precavido—. Yo te puedo pagar el curso.
Se quedó un momento callado.
—¿Tu?
Rodé los ojos.
—No, el conserje.
Comenzó a mirar alrededor, como si estuviera buscando algo.
—Deja de jugar — aparté sus pies para sentarme.
—Hablo en serio.
Sacudió la cabeza incrédulo y negó, se levantó del sofá y me miró.
—No hace falta, yo mismo me pagaré mi curso — dijo optimista parpadee sorprendido casi que creo que me está tomando el pelo—. Agradezco que me dejes quedar pero no acepto tu ayuda, quiero hacerlo por mi cuenta. Gracias hermanito. Voy a ver más clases de cocina.
—Ojalá que sea cierto — lo seguí con la mirada.
—Vas a ver qué si.
—Ver para creer.
—Te vas a sorprender.
Suspiré y recosté mi cabeza en el respaldo del sofá.
Estuve en la sala ensayando con mi guitarra y escuché unos pasos que se acercaban despacio. Levanté la cabeza y enfoqué mi mirada dos veces, sorprendido.
—Jacob está por llegar, le di la dirección de aquí — informó acercándose al sofá, le seguí los pasos sin despegar mi mirada sobre ella —. Espero que no te moleste.
—...No —la miré de abajo hacia arriba, impactado — . Claro que no.
—Y...— raspó la garganta, sacándome del trance. La miré directo a la cara y noté que se había maquillado un poco —. ¿Me puedes prestar tus llaves? Si no vas a salir...
—Si voy a salir — dije impulsivo —. Con Celeste.
—Ah.
—Si.
—Bueno entonces nos vemos aquí.
—Te puedo pasar a buscar en el club después que termine tu cita — sugerí.
—Lo más seguro es que Jacob me traiga.
—Pero solo hay una llave.
—Si, lo sé.
Silencio.
—¿Cómo hacemos?
—Cancela la cita — murmuré impulsivo.
—¿Qué?
Sacudí la cabeza.
—Cuando tu llegues salgo con celeste — solucioné.
—... ¿Y ella no se pondrá molesta?
Negué.
—Bien — sonrió tranquila —. Quedamos así. Gracias Zequi. ¿Algún consejo?
—Cero sexo en la primera cita.
—Como crees — me miró ofendida.
—Es un consejo.
—De acuerdo pero jamás pensé en eso para mí primera cita.
La miré aliviado con una sonrisa.
—Muy bien, Juliet, así debe ser.
—¿Otro?
—Si ves algo medio extraño con él, algo que te incomode. Llámame.
—De acuerdo.
—Y... — me miró fijo, tragué lento y solté una risita amarga —. Mucha suerte.
—Gracias — dijo acercándose. Levanté la vista nervioso, Juliet colocó una mano en mi mejilla y me besó la otra. Mi corazón se detuvo tres latidos cuando sentí sus labios rozar la comisura de los míos.
—...eh que — aclaré la garganta — . Que te vaya bonito.
—Eso espero — asentí, incapaz de mirarla —. Estuve viendo unos vídeos de él tiktok y es fascinante.
—Ah, si.
—Lo voy a esperar en el cuarto.
Hice una mueca disimulada y traté de recordar las notas de la canción pero la olvidé por completo. Dejé la guitarra en su base con el sentimiento de frustración recorriendo mi sistema y sin decir una palabra me encerré en mi habitación.
A los pocos minutos escuché la puerta principal abrirse y cerrarse.
Ya se fue.
Miré hacia la ventana con las manos unidas frente a mi boca. Hice una negación ante la idea de asomarme, quise volver a sala para tratar de obligarme a recordar la nota que había sacado hasta que escuché el rugido de una moto.
Mierda.
Corrí hasta la ventana y justo cuando me asomé juliet se estaba encontrando con el gilipollas de la pista. Se saludaron con un beso en la mejilla, luego estrecharon las manos.
Hubiese deseado que solo se tomarán las manos.
Los dos subieron a la moto después de haber charlando quien sabe que cosa. Él no dejó de mirarla de arriba a abajo mientras tuvieron ese pequeño intercambio de palabras y ella no se percató que le miraba más allá de su cara. Sus ojos cochinos estuvieron pegados a esa parte, como si tuvieran un imán en sus pechos y en sus piernas.
Fui a la cocina por un vaso de agua. Tenía demasiada rabia acumulada y no sabia por qué. La imagen de ellos dándose un beso en la mejilla no se me quita de la mente y no he podido concentrarme.
Bebí dos vasos mas de agua y me acerqué hasta mi bulto de boxeo. Lo miré de arriba abajo y ni siquiera los recuerdos cuando era boxeador podía disipar la imagen de ellos juntos, no la de hace un rato, si no la que mi cerebro ha recreado.
Joder, ¿por qué me siento tan afectado?
Esto no es posible.
¿Cómo me puede enojar tanto que ella esté saliendo con alguien, cuando yo ya lo estoy haciendo?
Juliet puede ser amiga de quién quiera no solo conmigo. Es egoísta pensar que solo puedo ser su amigo, no debería sentirme así.
Me cambié la camisa, me coloqué los guantes y comencé a golpear la bolsa para descargar esto que me está torturando.
Jane...
Creí que Jacob sería otro loco de carretera que alteraría mis nervios como hacen Stef y zequi cada vez que me subo a sus carros. Él si sabe respetar las señales de transito y los semáforos cuando están rojo. Fue muy cómodo viajar de este modo y totalmente una aventura, aunque al principio me dio miedo porque nunca había montando en una moto.
Bajamos de la moto. Mis piernas temblaban por la vibración. Jacob me hizo pasar adelante y le agradecí con una sonrisa. Suspiré a fondo, el caminaba detrás de mi y podía percibir su mirada en mi cuello.
Tengo el corazón en la boca, las manos me tiemblan y mi mente es un caos total, los nervios literalmente me están matando por dentro, porque tengo demasiada incertidumbre con lo que me vaya a preguntar y como vaya a responder.
—¿Quieres ver los cantantes? —sugirió, miré hacia el escenario. Había un grupo de tres chicos cantando y no pude evitar pensar en Zequi y los chicos — .¿O prefieres patinar?
Lo pensé por un momento y negué. Si hubiese estado la banda de Zequi no dudaría en acercarme
Sinceramente ellos suenan mucho mejor.
—¿Has patinado alguna vez?
—No, nunca — sinceré.
—No os preocupes que yo te enseño — aseguró con una sonrisa — . Vamos a cambiarnos los zapatos.
Cinco minutos o menos de eso estaba en la pista con Jacob aferrada a su brazo y asustada de caerme.
Hemos dado vueltas, mis pies parecían que estuvieran resbalando sobre un piso lleno de jabón. Soltaba gritos despavoridos y estuve a nada de caerme tres veces.
Fuimos a la baranda a descansar. Jacob parecía estar disfrutando el momento pero yo no, estaba avergonzada y me sentía estúpida. Creo que debí haberme negado. Esto no está saliendo como pensé.
—¿Y hace cuánto que estás aquí?
—Tengo un mes.
—¿Y piensas quedarte?
Una chica que había pasado por nuestro lado se detuvo en frente nuestros. Jacob interrumpió su conversación para atender a la joven que llamó su atención.
—¿Puedo tomarme una foto contigo? — pidió emocionada.
—Si por supuesto.
—¡Que emoción! — chilló —. Eres el mejor Jacob. Y espero que ganen las nacionales.
—Intentaré dar lo mejor de mi para todos ustedes — dijo modesto, mis ojos lo estudiaban en silencio.
Luego de esta pequeña más niñas como la edad nuestra y un poquito menos, llegaron a pedirle fotos. Hubo un momento donde lo perdí de vista. Ya no veía su cabello castaño y sus ojos verdes que parecian esmeraldas.
Hice una mueca con la boca viendo que está cita iba de mal en peor. Él intentó varias veces intento continuar con nuestra conversación pero más chicas llegaron que fue imposible.
Cómo pude me movilicé hasta las gradas. Me senté en una silla de color azul y allí me quedé, aburrida y frustrada.
Recordé las palabras de Zequi. Pero antes de mandarle un mensaje y decirle que me buscara le di un tiempo a Jacob que pudiera desocuparse pero no ocurrió y di por fracasada la cita.
—¿Estas segura que te quieres ir? — miré el tumulto.
—Si, quiero irme — sentencié.
—¿Que pasó? — sonó alarmado —. ¿Te hizo algo?
—Te cuento cuando me saques de aquí.
—Bien, Juliet, no te preocupes — escuché la puerta abrirse y cerrarse —. Estaré allá en breve.
—Gracias.
Tranqué la llamada, guardé mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón y esperé la llegada de Zequi, la cual deseaba que se comiera todos los semáforos e infringiera todas las leyes de tránsito para que estuviera aquí pronto.
—Hola, patitas cortas —pegué un saltito al escuchar su voz cerca de mi oído. Giré el torso y sus labios me regalaron una sonrisa.
—Fuiste rápido — dije visiblemente sorprendida —. ¿Cuantos semaforos te comiste?
—¿Me comí?
—Traduzco, te pasaste de rojo.
—Los suficientes para salvar a una damisela en peligro — tocó la punta de mi nariz, negué —. ¿Que pasó con el plebeyo de la vista? Perdón, el rey.
—Mira por ti mismo — señalé.
—Oh.
—Tengo casi media hora aquí esperando que lo dejen en paz pero parecen que entre más tiempo pase más llegan.
—Son las consecuencias de salir con un tío famosito — me hizo sentir culpable.
—Yo no tenía idea que iba a ser así — me defendí.
—¿Es el rey de la pista que esperabas? — siguió.
—Pensé que los famosos solo eran los cantantes y los actores — bajó la vista al oir mi voz molesta.
—Venga ya, no te enojes solo quería jugar — le puse mala cara, y me sonrió divertido guiñándome el ojo. El enojo se me pasó y acepté la mano que me ofreció no sin antes de quitarme los pesados patines.
Subimos a su coche y nos quedamos en silencio. Sentí que me miraba pero no dije nada. Bajé la vista cuando noté que su mano se acercaba a la mía, la que tenia cerca de la palanca de cambio.
—Vamos Juliet no enojes conmigo.
—No estoy enojada — acarició mi piel con su pulgar, he notado que siempre hace eso cuando estoy mal —. Me siento frustrada que mi primera salida con un chico haya sido un total fracaso.
—Elegiste el peor chico para salir, Juliet.
—Deja de hacerme sentir mal, no me está ayudando.
Se quedó callado.
—Perdon.
Suspiré profundo.
—¿Quieres ir al parque?— dijo después de un breve silencio.
Lo miré.
—¿Y tu cita con celeste?
—Me canceló — uni las cejas escéptica —. Me llamó a último minuto y me dijo... ¡Que importa! ¿Vamos al parque o no?
—Es tu novia, claro que importa.
—No somos novios oficial, solo lo estoy intentando — confesó —. Me atrae y creo que puede ayudarme a sacar a Susan de mi corazón.
No parecía seguro.
—¿Tu crees que funcione?
Subió y bajó los hombros.
—Entonces...¿vamos?
—¿A cuál parque?
Oh otra vez, mi yo asocial.
—El del pasajaro grande ¿te acuerda? — sonrió expectante esperando que yo reaccionara.
Me llevé las manos a la mejillas al darme cuenta.
Carcajeo malicioso.
—Eres malo.
—Eres un desastre.
—Ya deja de reírte — le pego suave en el hombro —. ¡Zequi!
—Perdona Juliet, es que a ti te pasan unas cosas.
—No es gracioso.
—Si lo es — pinchó mi costilla para sacarme una sonrisa y lo logró —. Si lo es pequeña muggle. Eres peor que nevil.
—¿Que quién?
—¿Recuerdas el niño que congelaron con un hechizo?
—Si.. lo ... recuerdo — esquivaba sus manos que querían hacerme cosquillas.
—Bueno así eres tú, toda la mala suerte cae sobre ti.
—Que motivador, muchas gracias — dije sarcástica —. Dejaaaa.
—Es gracioso.
—No, no lo es — le pegué en las manos — . Pareciera que está cuidad no me quisiera aquí.
—La cuidad, yo no.
Parpadee.
—Y...— raspó la garganta —. Stephanie, todos te queremos Juliet y nos va a pegar muy duro el día que te vayas.
—A mi también — dije, se me formó un nudo en la garganta y me cristalizaron los ojos.
—Espero que nunca nos olvides eh — me dió un empujón amistoso.
—Jamás — me recosté en su hombro —, y yo también espero que no se olviden de mi.
—Imposible.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top