Capítulo 10
Ezequiel...
Luego de varios días decidí encender el teléfono. Inmediatamente se llenó de mensajes y llamadas de Susan, no sabia si abrirlo o no pero quería saber que me había escrito durante estos días de ausencia.
Vamos camino a la boda. Spencer está en volante, Samuel de copiloto y yo atrás como si fuera el hijo de una pareja gay.
Los dos estúpidos me llenaron la parte de atrás de peluches.
Estos son igual de tarados que los otros dos.
Decidí ignorar porque no me quiero llenar de amargura. Anoche a pesar de no estar muy de acuerdo con juliet sobre quien hace mejor doblaje en las películas, me la pasé muy bien con ese par. Stephanie es alguien demasiado seguro y espontaneo, en cambio juliet es un poco mas recatada pero he visto que esta mas mucho más integrada.
Ya no se mira tan triste como la primera vez que la vi. Creo que el tema de su amiga lo dejó en el olvido y me alegro por eso. Ojalá yo pudiera dejar en el olvido a Susan. Sacarla del corazón no va a ser fácil, la amo profundamente y me tomará tiempo enamorarme de otra persona.
-¿Cuéntanos como te fue anoche? - aparté la vista de la ventana.
-¿Anoche?
-Estábamos practicando tranquilamente cuando de repente nos dijiste que tenias que irte - volví la vista hacia la ventana de nuevo.
-Mencionaste algo de ir a ver una película con juliet y una tal Stephanie.
-Ah.
Silencio profundo.
-¿Ah?
-Vamos hombre, hace mucho que no nos das información sobre... - ladee la cabeza y cuando vi que estaba a punto de morderse el labio agarré el peluche que me compraron y se lo lancé por la cara.
Samuel quedó sorprendido y me lo devolvió pero yo pude esquivarlo a tiempo. Y comenzaron a volar peluches por toda la camioneta.
-Parecéis unos críos - reclamó Spencer- . Dejad de pelear o me freno aqui y le doy un par de coscorrones a los dos. ¡Ya parad!
-Juliet esta mamacita - Samuel siguió toreándome hasta que agarré uno de sus muñecos favoritos. Pikachu, saque la navaja suiza y se la coloque en el cuello.
Él se paralizó y unió las manos en suplica.
-En nombre de todos los dioses y los pokemones del mundo, te pido que por favor bajes esa arma - lo miré como un psicópata.
-Si vuelves hacer un comentario asqueroso sobre juliet despídete de pikachu.
-Os prometo que no volveré a referirme de manera sexual a juliet - entrecerré los ojos - Te lo juro. Bájala ya.
Bajé el arma asesina y le devolví a pikachu sano y salvo, Spencer miró con una ceja levantada a Samuel y este nos sacó la lengua como un niño chiquito.
-Samuel tiene razón zequi, nos has dado noticias de la joven de Venezuela - me mira por el retrovisor del auto - . ¿Qué hay con ella? ¿Qué es de su vida?
-Todo bien.
-¿Eso es todo?
-¿Y que quieres que le diga?
-¿Qué ha hecho? -rodé los ojos .
-Trabajar como todo muggle.
- ¿Y que hicieron anoche? - siguieron preguntando - . Porque hace como cinco días estabas deprimido, triste, como si estuvieras dolido de algo y hoy te veo muy feliz. ¿A qué se debe tanta felicidad?
Miré a Spencer un momento antes de confesarles que había ocurrido. Les había omitido lo que pasó con Susan porque no quería escuchar más sermones. Sé que son mis amigos y aunque parecen idiotas, se que me aprecian y desde que mi novia me pidió que tuviéramos una relacion abierta me lo advirtieron solo que bueno, yo no quería escucharlos porque confiaba en ella.
-Mejor que se debió tanta tristeza que no quisiste ensayar con nosotros.
Suspiré y me pasé las manos por el cabello.
Rodé los ojos cuando ambos me miraron expectantes.
-Susan lo hizo - solté -. Tuvo sexo con otro chico.
La camioneta se perdió el control un momento. Samuel me miró con la boca abierta y Spencer se asomó por encima del espaldar del asiento.
Me incorporé.
¿Ya llegamos?
-¿Lo hizo? - ambos estábamos pasmados.
-¿Qué les sorprende? - alce los hombros incomprendido.
-Creímos que no iba a ser capaz - dijo Spencer, entre abrí la boca incrédulo -. ¿Cómo te sientes? ¿Es por eso que no querías ensayar?
-Lo siento amigo - Samuel palmeó mi rodilla -. ¿Te sientes bien?
Me sorprendieron la actitud de ambos. Juré que iba a actuar cómo los otros dos papanatas.
-Mas o menos - sinceré.
-¿Quieres abrazar a Pikachu? - me lo acercó -. Ten te hará sentir mejor.
Solté un risita.
-Entonces no hace falta averiguar por qué estabas tan contento - giré mi cuello hacia Spencer -. Susan queda descartada, la única candidata que queda es Juliet.
Samuel me clavó su mirada, esperando como el otro idiota que contesté.
-¿Qué hicieron?
-Ver películas - dije cortante y me bajé de la camioneta, antes que empezaron con sus comentarios.
Mi cabeza me llevó justo en el momento que tomé a Juliet de las mejillas y la besé.
Aun no puedo creer que la sensación permanezca allí.
-¿Por que te estás tocando los labios? - le di un manotón al Pikachu que samuel acercó para tratar de intimidarme.
-Porque quiero - dije obstinado -. ¿Pueden abrir? Tenemos que trabajar.
Sentí que ambos se miraron pero no dijeron nada al respecto. Bajamos nuestros instrumentos. Los chicos seguían mirándome curiosos aunque yo me hice que no los había visto.
Un portón negro enorme se abrió automáticamente de forma lenta y dio acceso hacia el interior de la casa. Los tres exclamamos sorprendidos e intercambiamos miradas. Un hombre de traje elegante llegó hasta nosotros corriendo en brinquitos y nos saludó con educación, nos hizo seguir luego de pedir nuestras identificaciones.
Mis ojos miraban alrededor con supremo asombro, los chicos estaban igual de impactados y me hicieron señas de fumar algo lo cual no pude evitar reír. Estábamos en una de las zonas mas privilegiadas de la cuidad, de casa elegantes y enormes que solo los famosos y gente con grande empresas pueden tener.
Bordeamos la casa hasta llegar donde estaba la ceremonia. Habían personas uniformadas caminando de arriba abajo trabajando. Algunos le estaban poniendo adornos a las mesas, que estaban vestidas con finos y elegantes manteles.
Todo estaba decorado con globos blancos y dorados. Una mesa larga con una fuente de chocolates enorme estaba siendo ocupada por comida, que al verlo hizo que mi estómago rugiera y no pude evitar robarme un pequeño pastel que estaba íngrimo y solo.
Pobrecito.
Me lo metí a la boca antes que alguien más se dieran cuenta y casi me ahogo en el proceso de tragármelo.
Los chicos me miraron, pero no se dieron cuenta que estaba comiendo y no les di.
Subimos a una tarima que era más o menos alto. Desde esa altura podía apreciar mucho mejor la mesa de los banquetes y la fuete gigante de chocolate.
También a los lejos unas piscinas y unos autos súper elegantes que en mis sueños más sucios no tendría.
Todo estaba bellamente decorado. Tan delicado y tan pulcro que le doy gracias a Spencer por siempre pensar en nuestro vestuario. Si fuera por mi iría con una vieja sudadera que el logotipo ya está desecho y un pantalón, pero él es siempre la voz de la conciencia y el Hugo Lombardi de nuestra existencia.
Un imbécil pero con una mente brillante.
-Estas son las canciones que ellos quieren que toquen, si sois tan amables.
Spencer recibió en un sobre delicado, de color dorado y lo trajo hasta nosotros tal como la señora de moño alto se lo entregó.
El ambiente de gente rica se sentía hasta en el aire. Hasta el pasto de esta es más rico que yo.
Leímos el repertorio. Samuel volteó los ojos cuando leyó una canción de ed Sheeran ( Thinking out loud ) era parte de la lista y preguntó en voz baja si no había otra canción en el mundo para celebrar en las bodas.
Las horas transcurrieron. Las mesas estaban ocupadas por gente muy elegante tanto que comencé a sentirme un desaliñado y eso que estábamos bien vestidos.
Cuando la novia ingresó junto con el novio. Empecé a tocar los acordes de mi guitarra y empecé a entonar la canción que Samuel tanto odia.
La gente empezó a aplaudir y los tortolos comenzaron a bailar en medio de todos. La novia estaba increíblemente hermosa y el novio no estaba nada mal. Tenía cuerpo bastante atlético y supuse que era deportista y ella tenía que ser modelo.
Porque omití que su llegada, fue en un coche antiguo, cómo de los años cuarenta.
Muy humildes.
Ellos bailaron muy elegante y no se por que me recordó la escena de Harry Potter dónde están bailando juntos con música lenta de fondo. Esbocé una sonrisa involuntaria que no pude ocultar por más que quise. Lo disimulé pero detrás de mi hay dos miembros de la FBI que clavaron sus miradas en mi, que seguramente lo captaron.
La siguiente canción era otra de ed Sheeran. Perfect. Mi favorita y la que le dediqué a Susan cuando cumplimos ochos meses de novios. Traté que no me afectara y terminé la canción sin derramar una lágrima.
En el camino estuve pensándolo mucho y honestamente no me apetece estar en una relación abierta. Si ella quiere acostarse con todo el mundo, que lo haga libremente y no está patética excusa.
La verdad no quiero, pero tampoco quiero que cada vez que la llame me diga que se ha acostado con media universidad.
Estúpidamente me siento mal por haber besado Juliet, se qué no debí, pero tenía rabia y lo hice por despecho.
Gracias al cielo ella no se acuerda y yo por mi parte fingiré que nunca lo hice, aunque el recuerdo se me repite todo los días.
La madre de la novia nos apartó una mesa y nos las llenó de comida y bebidas solo para nosotros. Los tres habíamos terminado hace como cinco minutos y estamos cansados.
A nuestra mesa estaba rodeada de fans. Los chicos y yo interrumpimos lo que comíamos para tomarnos fotos con ellas.
Me gusta que cada día estemos teniendo más reconocimiento.
El grupo de chicas querían tomarse fotos solo conmigo y los chicos no estaban muy felices pero luego de unos minutos otro grupo de chicas un poco más maduras los rodearon y ni me miraron.
Los chicos se rieron de mi porque las niñas más jóvenes son las que siempre me siguen en cambio las más adultas van detrás de ellos.
Estuvieron molestando hasta que volvimos.
Estaba exhausto y se que un baño de agua de burbujas me relajará.
Me despidí de los idiotas y me llevé los peluches que me compraron. Cuando ingresé al apartamento los dejé sobre el muebles. Calceto me recibió con alegría saliendo de mi dormitorio, me agaché para recibirlo entre mis brazos.
Esta cosa peluda se ha ganado mi corazón.
Después de ducharme, me metí debajo de las cobijas. Estaban tan lleno que no me provocaba comer nada más. Comí como un desgraciado.
Volví a encender el teléfono, las llamadas y los mensajes de Susan aparecieron enseguida. Los ignoré todos. Menos los de mi madre a quien respondí para dar noticias que estaba vivo y después de charlar con ella, le marqué a Susan.
-Dios mío Zequi hasta que por fin apareces - me reclamó -. ¿Por qué te pierdes así? Tu madre y yo estábamos están preocupadas. ¿Qué pasó? ¿Por qué no has querido hablarme?
-¿Tu por qué que crees? - guardó silencio.
-Zequi, nosotros lo hablamos, tu estuviste de acuerdo.
Sonreí irónico.
-Porque me ví obligado - confesé, alegué que su boca se abrió -, pero yo estoy seguro de mis sentimientos en cambio tu no.
-¿Que dices?
-¿Crees que soy imbécil?
-Zequi.
-Todo este repentino acuerdo es para tapar tu infidelidad.
-¿¡Que!? - sonó falsa.
-El año pasado estabas asustada de mi, no querías irte porque creías que me iba a enamorar de otra chicas. Me llamabas asustada y me preguntabas si te estaba siendo fiel - mi garganta se estaba apretando, reviviendo el pasado -. Entiendo no tenía buena fama. Pero cuando te uniste a mi vida, sentí que eras única y no había nadie a quien mirar. Y lo sigo haciendo sin acuerdos de mierda, sin libertades de nada en cambió tu... - tomé aire -. Dejaste de quererme.
-No, Zequi yo...
-Si me quisieras, jamás me pides esto y si me quieras. Me habrías hablado con claridad y no hacer esto- la callé -. Tu estabas muy interesada por saber si me había acostado con alguien o no, me animabas hacerlo. ¿Qué clase de novia hace eso?
Se queda en silencio.
-Yo no quiero seguir con esta mierda que cada vez que te hable por teléfono tu me digas que te has acostado con media universidad - negué -. Y tampoco voy hacer el estúpido que estará aferrado a ti por un sentimiento que al final, nunca te valió.
-¿Que-que me estás queriendo decir?
-Que se acabó.
-No Zequi, nosotros lo hablamos.
-Anda y haz lo que quieras con tu vida - seguí - . Ten sexo con quién te de la gana. Si quieres estar con el tio que me mencionaste la otra vez, anda, tienes el camino libre de hacer lo que quieras.
-Amor, estás tomado y no estás coordinando bien.
-Estoy perfecto - le aclaré.
-No sabes que lo estás diciendo. Mañana hablamos.
Rei sin gracia y negué con la cabeza, me froté la cara.
-No hay mañana, esto se termina hoy Susan.
-Zequi.
-Eres libre - respiré hondo para no llorar. El arrepentimiento estaba empezando a apoderarse de mi y no estaba pensando bien -. Haz lo que te plazca.
-Vida.
-Adios.
Colgué antes que echara mi orgullo a la mierda y apagué el teléfono seguido. Me llevé las manos a la cara y dejé escapar mi llanto que tenía retenido.
Jane...
Los brazos de Stephanie me tenía envuelto mientras lloraba en su hombro. Me da palabras de consuelo, mientras sentía como mi pecho se hundía.
Mi abuela paterna acaba de morir. Mi madre me llamó hace como una hora y no he parado de llorar. Mi abuela lo era todo para mí. Ella fue quién motivó hacer este viaje y me ayudó en el momento que más lo necesite.
Cuando me fui había quedado enfermita y casi no viajo porque quería quedarme con ella. Me siento muy mal por no haber hablado con ella en estos días, pero yo no imaginé que se iba a ir tan pronto. Cómo me decían que todo estaba bien.
Dure hasta las cinco de la mañana llorando. Me quedé en la habitación de Stephanie hasta el amanecer. Me estoy alistando para ir a trabajar. Escuche la puerta que la aporreaban suave y miré por encima de mi hombro.
Di un largo suspiro y me di vuelta. Stephanie me abrazó apenas abrí la puerta.
-¿Estas segura de ir a trabajar así?
Asentí.
-Me...- tomó aire -. ¿Puedes maquillar un poco?
-Ven - agarró mi mano y me llevó hasta la sala. Allí me ayudó a sentar en el sofá y recosté la cabeza en el respaldo. Tomé el cojín favorito de stef y lo coloqué sobre mi pecho.
Cuando ella apareció en mi campo visual me sequé las lágrimas con el dorso de mi mano y le dediqué una sonrisa triste.
-Si quieres podemos hablar con Tamara.
Negué.
-Jane, no puedes trabajar así.
-Al menos de distraeré con Leidy y sus historias con su marido - dije, mi voz salió ronca.
-Habla con Tamara de todas maneras - asentí -. Y me llamas ¿bueno?
Volví a asentir.
Mantuve una actitud tranquila, para que nadie sospechara y nadie me preguntara. El ánimo está por los suelos y no quiero las condolencias de nadie. Eso solo empeoraría mi estado ánimo.
Atendí las mesas todas las mesas que me correspondieron. Los cuantos de Leidy acerca de su esposo, y como lo retiene para que no se vaya con la otra mujer me distrajeron un poco.
Matteo y Simón me miraron de manera sospechosa pero se atrevieron a decir nada. Continué con mi trabajo. Las horas se me hicieron eternas. Cuando llegaron ocho de la noche, sentí un respiro. Faltaba tan solo una hora para irme a casa.
-Por favor atiende el joven que llegó - me pidió matteo mirándome curioso.
-Si, voy - dibujé una sonrisa falsa y me fui de inmediato a atender. Miré la hora y apenas han transcurrido cinco minutos.
Que termine ya.
Me detuve en seco cuando ví que en la mesa estaba Ezequiel. Él estaba con las manos debajo de su mentón mirando pensativo hacia la ventana. Antes de acercarme quise saber si había alguien disponible para atenderlo. Sinceramente no quería que me viera, no quería que se diera cuenta que estoy mal pero no había nadie más, todos estaban ocupados y yo era la única libre para atenderlo a él.
Erguí la espalda arregle mi cabello y sequé las pequeñas las lágrimas que se me han vendido escapando todo el día. Oprimí me sentimientos y con una sonrisa disfrazada saludé al chico de los suéteres cómo si no estuviera ocurriendo nada.
Mi voz lo hizo salir de sus pensamientos, pegó un brinquito y después levantó la mirada en mi dirección. Sentí algo hundirse en el pecho al ver su rostro. Otra vez tenía grandes bolsas debajo de sus ojos y estos estaban hinchados como de alguien que hubiese llorado mucho, estaban rojos y aguados.
Note que la reacción de sorpresa fue mutua cuando nos vimos a las cara porque que él también se impresionó al verme y no imaginé que pudiera notarlo de forma tan directa. Porque los chicos me preguntaron si estaba bien por mi actitud cabiz baja, y no porque lo hayan notado en mi rostro.
-¿Te falta mucho para salir? - preguntó y me tomó varios segundos caer en cuenta, que él me estaba buscando.
-Me quedan treinta minutos aún.
Rodeó los ojos y se pasó las manos por su cabello exasperado.
-Puedes salir antes - miré por encima de mi hombro.
Hoy tomara estaba estresada y era por Leidy que no estaba haciendo las cosas correctamente.
-No lo creo - dije de vuelta a él.
-¿Te puedo esperar?
-Si - contesté intrigada, mientras me preguntaba que está pasando.
-Gracias.
-¿Te traigo pastelitos y un café con leche?
-Si, que sean tres y diez más para llevar.
Lo miré intrigada pero no pregunté anoté su pedido y me fui de inmediato a la cocina.
Seguí trabajando, más clientes llegaron. Ezequiel se mantuvo en su puesto con la misma actitud pensativa y distraída. De vez en cuando coincidimos con las miradas y no me gustaba porque cuando lo hacíamos. Él no apartaba de sus ojos de mi y me ponía nerviosa.
Mateo y Simón me estaban esperando en el auto. Yo estaba saliendo con Ezequiel de la cafetería olvidando por completo haber advertido que me iba con él.
-Esta bien no te preocupes, nos vemos mañana - les agradecí con una sonrisa y me despedí de ambos con un ademán con la mano.
Ezequiel me esperaba recostado en su auto. Había humo alrededor. Sus ojos estaban puestos en mi y tiró el pedazo de que le quedaba en un cesto de basura.
Es la primera vez que lo veo fumar.
-¿No vas decir nada?
-¿De que?
-Algo sobre fumar y todas las mierdas que te produce en los pulmones - fruncí las cejas confusa -. Disculpa Juliet, no me prestes atención.
-Mientras no lo hagas delante de mi, no tengo ningún problema que fumes.
Sus ojos me miraron perplejos.
-Pensé que eras mi amiga y te ibas a preocupar - reclamó.
Vale, este no es el mismo Zequi alegre que he conocido.
-¿Y si te digo que no fumes me hubieses hecho caso? - solo me miró -, mis hermanos son adictos al cigarrillo y siempre me mandaban a la mierda cada vez que les pedía que no lo hicieran. Que se cuidarán, que el cigarro mataban.
-No soy tus hermanos.
-Pero la respuesta hubiese sido casi la misma.
-¿Quieres subir? - me miró irritado.
-¿Qué te pasa?
-Te cuento en mi casa - contestó tajante.
-¿Iremos a tu casa?
-Allí también tenemos una terraza y solo quiero hablar contigo, no quiero que alguien más lo haga. Solo tu.
Me quedé callada un momento y me cuestioné si estaba pensando bien. Somos amigos, pero creo que no hay confianza suficiente como para hablar de nuestra intimidad. Bueno al menos yo lo veo así. Quizás el es diferente.
-Esta bien, Ezequiel.
Parpadeó.
-Perdón - dije automáticamente -. Por favor, no quería hablarte mal.
Suspiré.
-Si, está bien, solo me sorprendió tu actitud.
-A veces puedo ser muy pesado - sonrió un poco -. ¿Vamos? - su tono de voz cambió.
-Bien, iré.
Ignoré la sensación que sintió mi cuerpo.
-¿Comiste?
-No.
La verdad no como desde esta mañana, no tengo ni la mas mínima pizca de hambre.
-Solo falta un buen café para comernos estos pastelitos -agito la bolsa.
¿Que?
-Pensé que era sólo para ti - negó.
-Para los dos.
Mi corazón se aceleró.
-Y que...- aclaré mi garganta -. Quieres que hablemos.
-En casa te digo.
-Bien - no iba indagar, supongo que lo que me tiene que decir, deber ser algo importante.
La puerta de su coche la abrió para mí, me regaló una sonrisa cuando lo miré y yo también le devolví el gesto. Cerró la puerta con cuidado, y se quedó allí, con la vista clavada en mi.
-Así se cierra una puerta, eh.
Antes que pudiera reaccionar, él ya le estaba dando la vuelta al coche.
Cuando ingresó, le puse mala cara. Mis brazos estaban cruzados debajo de mi pecho y sus ojos se desviaron un poco hacia esa zona.
Sentí un vacío en el estómago.
-Sabes que fue sin querer, se me fue la mano.
-Casi me dejas sin puerta.
-Exagerado- negué.
-¿Exagerado? - repitió haciéndose el indignado -. Este carro es como mi vida, si lo lastimas a él, me lastimas a mi también. Todavía me duele el brazo.
-Ay dios.
No dejaba de reír.
-¿Te sientes mejor? - detuve de secar mis lágrimas para encararlo.
-¿Ah?
-Me di cuenta Juliet, sé que no estás bien - colocó su mano sobre la mía y sentí todo menos los latidos de mi corazón -. Si necesitas hablar, si necesitas desahogarte. Cuentas conmigo. ¿Vale?
-Esta bien - dije sintiéndome apreciada.
Cuando llegamos a su casa me di cuenta que Zequi era alguien que tenía dinero, los edificios alrededor eran mejor y más elegantes.
Bajamos a la vez. Mi ojos no podían dejar de mirar con admiración. Todo era muy bonito.
-Ven Juliet.
Subimos al ascensor juntos al ascensor. Este tenía un espejo enorme en dónde nuestras figuras se reflejaban. Allí me di cuenta el mal aspecto que tenía. Mi cabello se salía por los lados, mi cara se veía demacrada. Llevaba puesto su suéter pero este tampoco me ayudaba. Me veía horrible.
Le di la espalda al espejo para no seguir torturando mi vista, sentí que Ezequiel me miraba pero no le presté atención.
Hubo un corto silencio. Sentía las mirada de zequi varias veces. Yo también lo hice sin que se diera cuenta. Él volvía a tener esa pose pensativa.
Las puertas se abrieron, su mano hizo un ademán para que saliera primero. Lo hice y después lo esperé. Caminé dando pasos alargados intentando seguirlo. Él me miró sonriendo divertido y alargó más sus zancadas con intención.
-Bienvenida a la casa de hufflepuff - abrió la puerta y me miró -. Tu casa.
La referencia es clara. Y no se porque tengo la sensación que quizás quede en esa que mencionó. Solo falta que me guste la película y hacer la prueba que tanto ellos comentan que haga.
Nunca había conocido a alguien tan apasionado por una película.
Creí que solo era la música. Cómo Gina, que ama a esos coreanos como si su vida dependiera de ellos.
-Lumus.
-¿Que?
-Lumus - aplaudió y todas las luces se encendieron -. Cuando veas o leas Harry Potter entenderás.
Negué.
Ingresamos juntos al apartamento. Miré alrededor admirada mientras iba atravesando por el vestíbulo.
-Es pequeño pero cómodo - me guiñó el ojo cuando lo miré -. ¿Quieres algo de beber? Tengo cerveza, agua y cerveza. Te puedo hacer un jugo si quieres.
-Si, bueno.
-Ponte cómoda en un segundo termino.
-Gracias... Ezequiel - me lanzó una mirada de pocos amigos antes de ingresar a la cocina.
-Ponte cómoda, en un segundo está listo.
-¿Quieres que te ayude?
-¿Para hacer un jugo de naranja?
-¿Por que no? - señaló desde la cocina hacia la sala e hice una mueca.
Caminé hasta ella en tres pasos mientras miraba alrededor, aún admirada.
Me senté en un sofá amplio del color blanco y pegué un brinquito cuando la televisión se prendió. Era enorme. Parecía una pantalla de cine.
Seguí observando. Las paredes no tenían cuadros guindados. Solo había un reloj plateado cerca del televisor y debajo de este reposaba una linda guitarra negra.
Continué con mi recorrido y me encontré con un sacó largo de boxeo cerca de una puerta doble de vidrio. Está daba hacia un balcón. Allí había sillas de nailon y me parece que algunas plantas pero estás estaban como muertas.
Cerca del saco, habían trofeos y cinturones sobre varias repisas que iban en caída. Muerta de curiosidad me acerqué hasta ella y comencé a contemplar con más detalle.
¿Ezequiel fue boxeador?
Habían guantes de varios tamaños, todos del mismo color azul oscuro y también fotos de él, cómo de unos ocho años peleando.
-Esta listo - dijo a mi lado y no pude evitar averiguar.
-¿Tu... fuiste boxeador? - miró la repisa antes de asentir.
-Si, lo fuí.
-¿Y sigues peleando? - negó, comenzó a tomar de mi jugo.
-No, ya no.
-¿Por que?
Suspiró.
-Después te cuento - me entregó el vaso medio vacío y comenzó a reír al ver mi cara. Me lo quitó otra vez y volvió a llenarlo -. Vamos a la terraza.
Zequi quería que me asomara al orillo del terraza para que admirara la ciudad pero mi miedo a las alturas solo me permitió estar unos minutos.
Me senté en un mueble de cuerpo largo y zequi hizo lo mismo. Colocó la bolsa de pasteles en medio de los dos y mientras lo sacaba me preguntaba para que me quería aquí.
-Buen provecho, juliet - me pasó el pastelito.
-Gracias.
Por un rato nos quedamos en silencio. Comiendo pasteles y tomando jugo de naranja. Quería preguntarle que quería hablar conmigo pero no parecer una intensa.
Pasaron los minutos hasta que ví que se movió. Lo miré creyendo que iba a hablar y lo encontré observándome, cuando se percato de mi mirada. Apartó la vista y se llevó un pastel a la boca, luego bebió de su cerveza.
-¿Todo está bien? - ya no aguantaba tanta Intriga, no me sentía incómoda pero no saber para que quería que viniera a aquí me carcomía.
-Lo estuvo - apretó la mandíbula -. Hasta este año que ella inventó lo de la relación abierta.
Fruncí las cejas confusa.
¿Ella?
-¿Solo para que? - le dio otro trago a su cerveza y le arrancó un pedazo al pastel con rabia - . Para ocultar su traición.
-¿De-de que hablas?
-Anoche terminé con mi novia Susan - confesó al fin, mis ojos se abrieron impactados -. Mis amigos me lo dijeron pero yo no les quise creer porque...
-¿¡Tu me besaste teniendo novia!?
Ezequiel se echó la cerveza encima y me miró con sus orbes bien abiertos.
Oh dios mío.
Él sabia lo del beso.
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