Capitulo 1
Jane...
—Holaaaa—salté de emoción sobre su cuerpo y la apretujé entre mis brazos, como un oso — .¡Que alegría verte de nuevo antonella!
Me aparté para comprobar que era ella y no una fantasía mía y la aplasté arropé otra vez hacia pecho al comprobarlo.
Habían sido meses de dedicación de mucho esfuerzo, paciencia y muchas noches llena de inseguridades e incertidumbre con un futuro incierto para llegar esta aquí.
—Estas bellísima —adulé mirándola de arriba abajo, mis ojos estaban empapados de agua, mi emoción no cabía en mi pecho—.¿Cómo has estado?
—Chévere —respondió un poco seca. Ella no es de expresar sus emociones tanto como yo, es mucho más tranquila y menos hiperactiva.
—¿Qué tal los españoles, te han tratado bien?—investigué—. ¿Qué tal la comida?
—Amables y la comida bien, normal.
—El vuelo se retrasó como media hora, una pasajera había perdido el pasaporte y casi la dejan— conté —.Casi me pierdo en el aeropuerto, no sabía para donde que transporte tomar para llegar aquí. Pero un policía muy amable me ayudó.
—Mmmm.
Fruncí las cejas.
—¿Sucede algo?
—Si y yo lo lamento —ladee la cabeza confusa.
—¿Qué lamentas?
—Lo siento mucho pero aquí no te puedes quedar, toma tus cosas y vete.
Sonreí y enarqué la cejas incrédula mientras cruzaba los brazos delante de mi pecho. Antonella siempre me jode con sus bromas pesadas y del mal gusto, pero está vez no caeré.
La ultima vez me engañó diciendo que estaba embarazada y yo como una pendeja le creí y has le compré ropita a la supuesta niña, porque la desgraciada hasta que colocó una barriga postiza.
—Si Luis, como no, no volveré a caer en tus mentiras.
—No estoy mintiendo, aquí no puedes quedarte.
La miré astutamente.
—La otra vez dijiste que estabas embarazada y me comí el cuento completo, pero no caeré en tus bromitas, si querías asustarme busca una cucaracha.
—No estoy jugando jane, no te puedes quedar aquí, no es ningún broma, aquí no puedes quedarte—siguió
—Deja de tus bromas pesadas, no es gracioso.
—No es broma, te estoy diciendo que te vayas, que aquí no puedes quedarte, ¿qué es lo que no entiendes?
—No me vas hacer caer, no, tu me estás chalequeando.
—No, no lo estoy.
—¿Es en serio?—está empezando a asustarme.
—Si—confirmó.
Es una broma, ella no es capaz de abandonarme, me está jodiendo y cuando empiece a chillar me va a decir que era todo un juego.
—Mentira, es jodedera tuya.
—Dios mío—se agarró el puente de la nariz. Presté atención a ese gesto.
Cuando Anto se prensa la nariz...
¡Mierda, no!
—Jane no estoy jugando ni bromeando. Te estoy hablando en serio, aquí no puedes quedarte. Intenté decírtelo pero no quería arruinar tus ilusiones, por favor toma tus cosas y márchate tengo cosas que hacer.
Mi sonrisa se desvaneció y sentí una fuerte presión en el pecho. La miré fijamente esperando que me dijera que se trataba una de sus bromas muy a pesar de su gesto pero tales palabras nunca salieron de su boca.
Me quedé en el sitio, helada, no escuchaba los latidos de mi corazón y tampoco sentía que respirara.
La miré de arriba abajo incrédula, mientras ella solo se dedicaba a mirarse las puntas de asqueroso cabello rosa.
—A-hora lo entiendo todo, ahora entiendo porque no me respondías los mensajes—musité, desconcertada — .Ahora comprendo por qué no me fuiste a buscar al aeropuerto, ahora entiendo por qué no me contestabas las llamadas. Ahora entiendo esta actitud fría.
—Lo lament..
—¡¿Lo lamento?!—me alteré —. ¿Por qué me lo vienes a decir ahorita? ¿Por qué no me lo dijiste el día que te llamé para decirte que había comprado el maldito pasaje? ¿Por qué no lo contaste en ese momento y no esperar que llegara hasta aquí para decírmelo? ¿¡Por qué!?
—Es mejor que te vayas.
—¿Irme, irme? Eres descarada —me le acerqué con los puños apretados, sus ojos vibraron asustados — . ¿A donde mierdas me voy a ir?
—Joder.
Alcé la vista al escuchar una voz distinta y me encontré presencia de un hombre.
—Antonella.
—Espérame adentro—le dice y ambos comparten un beso en frente de mis narices con una descarada sonrisa.
—¿H-hice algo que te molestó? —pregunté cuando quedamos solas —. ¿Te dijeron algo que yo haya dicho de ti?
No contestó y se limitó a ver las uñas como si no le importara nada, como si le diera igual lo que está pasando.
—Dime algo por lo menos — supliqué pateando el piso —. Para tener una razón por la cuál te estás vengando de mi.
—No es una venganza.
—¡¿Y entonces?! — la tomé del brazo y pegó chillido — .¡Habla! Por amor a Cristo, ¡habla!
La solté porque me dio asco tocarla y esperé con la mirada clavada en ella, esperando su respuesta, mientras me iba desvanecía por dentro.
—Eres una carga —soltó y mis cejas se elevaron.
—¿Carga? —repetí y la apunté —. ¿Quién estaba con la insistencia que me fuera a España? ¿Quién fue que me ofreció su apartamento? ¿Quién me aseguró de darme techo mientras me organizaba?
No me respondió y siguió con el valiente trabajo de ignorarme, de no darme la cara.
—Eres una basura —me vi gritándole, como jamás lo imaginé. Vi como sus ojos se abrieron sorprendidos pero no me miró.
—Cuídate—es lo ultimo que me dice antes de desaparecer por la puerta.
Ezequiel
Me encontraba cenando con mis amigos de la universidad cuando una muchacha de estatura media se nos acercó a la mesa. Llevaba consigo una maleta grande negra y un bolso mochilero colgando detrás de su espalda. Ella nos hizo un ademan para interrumpir nuestra conversación y Adrián, miguel y yo la miramos a la vez.
—B-uenas noches —saludó y su voz salió entre cortada. Parecía asustada, perdida y tenia los ojos rojos y las mejillas cubiertas de lagrimas.
—Buenas noches—dijimos todos en coro.
—Disculpen la molestia —se secó la lágrimas con las palmas de las manos interrumpiéndose así misma—. ¿En dónde puedo conseguir un hotel o un lugar donde me pueda hospedar que sea económico?
Los chicos y yo compartimos las miradas al mismo tiempo por la reacción que todos tuvimos todos era evidente que teníamos el mismo pensamiento.
—Hoteles baratos no creo que encuentres aquí—informó adrián y vi como la chica palideció —. Pero hay pisos que puedes alquilar.
—¿Pisos?—Lo miró confusa—. ¿Qué es eso?
—¿Tu de dónde vienes?—preguntó miguel.
—V-venezuela.
Vale, ahora si entiendo su expresión confusa.
—Piso quiere decir, apartamento—le explicó, y ella asintió al comprender— .¿Cómo le dicen en tu pais?
—A-apartamentos.
—Bueno, aquí alquilan pis...—miguel se cortó así mismo—. Apartamentos.
—¿Y- y como cuanto cuesta?
—Sinceramente no lo sé pero no son muy caros.
—¿Me pueden indicar dónde lo puedo encontrar, si es tan amable y disculpen las molestias? — pidió.
Por suerte nosotros ya habíamos terminando y nos habíamos quedamos hablando de la universidad. Le dijimos a la tia que nos diera un tiempito para pagar y ella sin inconvenientes lo aceptó alejándose de la mesa y esperando afuera.
Cuando el mesero nos entregó la tarjeta nos pusimos de pie, metimos las sillas debajo de la mesa y salimos del restaurante junto a la chica de ojos color ámbar.
—¿Y a qué has venido a España?—preguntó Adrián entrando un poco en confianza. La muchacha iba callada, sumida en sus pensamientos.
—Vine por un sueño y acaban de destruirlo—confesó con la voz triste después de un breve silencio, se veía muy dolida— .Mi mejor amiga me hizo venir y acaba de decirme que no puede tenerme.
Los tres nos miramos atónitos y noté como Adrián estaba colorado, visiblemente arrepentido de haber preguntado.
—Lo siento mucho—le dije y ella me dio una escasa mirada.
—Tu amiga es una hija de puta—habló Miguel disgustado— . Una maldita, ¿Cómo se le ocurre hacerte eso? ¿Por que lo hizo?
La chica no quiso dar detalles y solo se limitó a preguntar el costo del alquiler.
Se notaba angustiada.
—No te preocupes aquí los pisos/apartamentos conseguiremos uno económico—aseguró Miguel.
Observé a la chica con disimulo. Su vestimenta era sencilla, una camisa manga larga gris, jean ajustados negros y unas zapatillas como de bailarina del mismo color de sus pantalones.
Después de caminar varios minutos buscando un piso ella pudimos encontrar uno económico. Constaba con las necesidades básicas, como la cocina, la nevera, con luz y agua, internet, dos habitaciones y tres baños, uno en el pasillo y el otro en una de las habitaciones.
Al parecer ya hay un residente, pero ella no tenia problema con ello.
Después de hablar con la casera la chica de Venezuela le cambió el semblante. Había sonreído y tenía un brillo especial en sus ojos, aparté la mirada cuando sentí que iba a mirarme.
—No es nada—le dice Miguel cuando entramos otra vez a su nuevo hogar. Al parecer su acompañante es alguien ordenado, porque todo estaba en perfecto estado y desprendía un rico aroma a pilos chinos— .Y espero que te sirva de algo.
—Me sirve muchísimo —expresó alegre, la miré de nuevo. Su rostro comienza llenarse de lágrimas—. La verdad estoy... muy agradecida. Ustedes cayeron como los propios Ángeles.
—Q-que bonito, me caes bien —le dijo miguel con impresión y aprecio—. ¿Te doy un consejo chica venezolana?
Adrián y yo nos miramos al mismo tiempo pensando que tal vez no sea buena idea.
Los consejos de Miguel son buenos pero su manera de darle son algo.
—A tomar por el culo si tu amiga te vuelve a buscar, tu mándala a la mismísima puta mierda. Si te pide ayuda porque se que lo va a hacer eso es verídico —los ojos de la chica se abrieron con impresión, no se lo esperaba, Miguel es tranquilo pero cuando lo cabrean es un bomba atómica —.Así se arrastre no importa, no le des ninguna oportunidad porque que esto no se le hace a un amigo. Jamás se le suelta la mano al que estás ayudando. ¿Me oíste? Sé que parezco desquiciado pero estas cosas me encabronan mucho.
Y es verdad, las injusticias ponen a mi amigo de mal humor.
—Si, no te preocupes a esa...ni agua.
—Eso—celebró y levantó la mano en señal dame esos cinco, ambos la chocaron— .Por cierto soy Miguel Guzmán.
—Jane
—Ellos son , Adrián Useche y zequi—nos presentó y yo me limité a saludar con la mano—. Su nombre es Ezequiel, pero todos le decimos Zequi.
—Un placer—dijo mirándonos a todos—. Y mil y un gracias, gracias.
—Mucha suerte Jane y bienvenida a España, sé que te irá muy bien aquí—la chica saltó de repente hacia nosotros y nos dios a cada uno un abrazo apretado.
Los tres nos miramos atónitos después de esa muestra de afecto tan enérgica y nos despedimos de ella haciendo un ademán con la manos.
Jane...
Estaba desempacando mi maleta cuando escuché ruido y voces que provenían de fuera. Me detuve mirando por encima de mi hombro y vi una chica entrando a mi habitación que gritó al verme y se quitó unos de sus zapatos.
Me di vuelta asustada y noté que ella retrocedió sobresaltada.
—¿Quién eres tú?—me apuntó—. ¿Quién te dejó entrar?
—Yo-yo.
—¡Mira yo-yo vete de aquí o prometo que llamo a la policía!— esquivé el zapato que me lanzó y en ese momento la señora Shon ingresó impidiendo una masacre.
—Espela Stephanie, cálmate.
—¿Quién es ella sra. Shon?
—Ella selá tu nueva compañela—la chica de cabello rubio y ojos verdes, la típica de rasgos europeo frunció las cejas y comenzó a hablar en italiano.
—¿Por que no dijo antes? pude haberla matado — reclamó y miré hacia donde quedó el arma mortal.
Su zapatilla.
La chica se giró hacia mi. Sus manos viajaron hasta su pecho y se disculpó enseguida.
—Traté de decile señolita Stephanie pelo usted siguió de delecho mientras veía su teléfono.
—Culpa mía—reconoció—.Es que estoy leyendo un libro buenísimo y a mí cuando me gusta un libro, no hablo, no escucho, prácticamente no existo. Un gusto Stephanie Vitali.
Ah ahora comprendo porque le hablo a la señora Sho en italiano, es italiana y me sorprendió que la viejita hablara tres idioma.
—Janette.
—Bueno de haber aclalado lo malos entendidos, me puedo retilal. Buenos noches niñas.
—Hasta luego sra. Sho — la señora se retiró y me dejó con la rubia, quién no dejaba de mirarme arriba abajo como si estuviera estudiándome —. Eres muy bonita y tú cabello es... Sexy. ¿Puedo tocarlo?
Sin dejarme responder la chica se acercó y con sus manos, manoseo mi cabello como si fuera lo más grandioso del mundo.
—Puede durar todo el día esto, es muy suave y esponjoso-la miré de reojo incómoda y quise alejarme para que dejara de tocarlo pero antes de hacer el movimiento, ella ya se había alejado de mi—.Tienes un cabello precioso.
—Gracias.
Suspiró.
—Te dejo para que te instales y perdón por el malentendido—recogió el arma asesina y se despidió haciendo un ademán con la mano.
Me quedé contemplando la puerta unos minutos y después me senté en el borde de la cama. Le di un vistazo a mi entorno y el pequeño momento de distracción que tuve con mi nueva compañera de apartamento se disipó. Me vi llorando oculta entre mis manos.
El teléfono repicaba cerca de mi y yo apenas lo noté de ser por la luz brillante. Allí me di cuenta que había oscurecido.
Me limpié la cara, encendí la luz de la habitación y miré la pantalla de mi celular.
Sollocé en silencio viendo el nombre de mi prima en la pantalla y dude mucho sin responderle. Le había prometido avisarle encantó estuviera en España pero con esto, lo olvidé por completo.
Caminé por la habitación indecisa con el teléfono en la mano. Me acerqué hasta la ventana con pasos lentos y solté una exclamación al darme cuenta que tenía la vista toda de la ciudad.
Ni siquiera me di cuenta que alquilé en el último piso.
El teléfono volvió a repicar en mi mano, juro que no quería contestar pero es el tercer llamado de Gina.
Tomé aire, me sequé mi cara y coloqué la más falsas de las sonrisas.
—Janeeeee.
Saludé con la mano forzando una sonrisa.
Se me acabó de ocurrir apagar las luces pero no creo que sirva. La conozco y en cuestión de segundos para que se de cuenta.
—¿Cómo estás?—mi boca dolía —. ¿Qué tal el viaje? ¿Llegaste bien?
Tragué mi llanto y aparté la pantalla un momento para tomar aire.
—Chévere—sonreí forzado.
—¿Hace cuánto llegaste?
—Como...—fingí mirar la hora en la esquina de mi teléfono pero este marcaba la hora de Venezuela y en estos momentos, son las tres de la mañana —. Creo que diez minutos.
—¿Ya estás instalada?—siguió indagando con curiosidad —. ¿Dónde está Antonella? me gustaría saludarla. Hace meses que no hablo con ella.
Me quedé en silencio, mirando su rostro a través de la pantalla, esperanzada que la conversación sea corta
—Ella... salió a comprar comida—mentir se me da fácil y me funciona con cualquier persona, pero con Gina es jodido, a ella no es tan fácil de engañar.
Sabe cuándo le estás mintiendo, no sé cómo lo hace, pero no te puedes escapar de sus poderes.
—¿Qué pasó?
—Nada, ¿por qué?
—Acabas de llegar a España y yo esperaba que me dejaras sin tímpanos. No te vi emocionada como esperaba y tampoco haciendo tu baile extraño —puntualizó — .¿y me dice que no pasa nada?
Mordí mi labio inferior, reprimiendo las ganas de soltarle todo.
—¿Qué pasó allá?
—Ya te lo dije, nada.
—Janett Nicole Benavides, si no me dices que pasó...— sus palabras se cortaron cuando no aguanté y rompí en llanto. Me oculté la boca para silenciar mis sollozos—. ¿Que- que paso? Prima, no me asustes. Ya cuéntame qué sucedió.
Cerré la puerta del baño detrás de mi y sentada en el toilet le conté lo que Antonella me había hecho.
Sus ojos se abrieron pasmada y despareció de la pantalla, la escuché soltar palabrotas mientras yo no dejaba de llorar.
—Que maldita —mascullo al volver, golpeo la mesa del escritorio varias meses —. Es una zorra. Aggg. Dios. Si la tuviera aquí te juro que la estrangularía.
Me limpié las lágrimas con las palmas de las manos mientras escuchaba una retahíla de maneras de matar de Antonella por parte de gina. Cuando se calmó, vi como la rabia y la impotencia se apoderaba de ella y otra vez una descargas de maneras de morir sale de su boca.
—¿Y donde estas? —miraba por encima de mis hombros— . ¿En un hotel?
Negué.
—Alquilé un cuarto —contesté en voz baja, no quería que la chica italiana escuchara mis inevitables sollozos —. Unos chicos me ayudaron a buscar el mas económico y no esta nada mal, creo que hasta tiene una terraza.
Se llevó una mano al pecho aliviada.
—¿Y vives sola?
—Comparto el apartamento con una chica —mas aliviada se notó su rostro, a mi también me dio tranquilidad estar aquí, ojala pudiera decir lo mismo de mis emociones.
Están por el suelo y lo único que deseo es llorar y devolver el tiempo.
—Trata de hacerte amiga de ella pronto, necesitas tener alguien quien te oriente —inmediatamente hice una mueca con la boca, sus ojos blanquearon— . Jane se que no se te da hacer amigos tan fácil, pero en estos momentos tienes que olvidarte de eso. Estas en un pais desconocido, tu supuesta amiga te abandonó, estas sola memorízate eso.
Bajé un momento la cabeza.
—Yo ahorita no puedo ayudarte porque te juro que si tuviera el dinero ahora mismo te compro el pasaje pero estoy endeudadísima y apenas estoy saliendo de eso,¿me comprendes?—asentí varias veces — . Te prometo que te compro el pasaje y te vienes aquí conmigo, pero mientras debes hacer amistades.
—Si, entiendo.
La culpa me invadió y mas cuando no me reprocho para nada no haber rechazado su invitación a los estados Unidos -El lugar que tenia en mente desde el principio -. le pedí disculpas mil veces y ella no dijo nada, solo me aconsejó lo que había mencionado primeramente.
—Descansa —aconsejó—. Hablamos después.
—Bien —dije un poco mas tranquila.
—¿Le avisaste a mis tíos?—puse una mueca de horror, sobre todo por mi madre que bastante me lo advirtió y yo no le quise escuchar. Ella nunca confío en Antonella, todo el tiempo me lo decía pero no le presté atención, pensaba que solo exageraba.
Supuestamente yo la conocía desde que teníamos diez años.
—No olvides avisarles —asentí a medias—.Estamos en contacto y recuerda lo que te dije.
—De acuerdo —miré hacia la puerta cuando escuche la voz de la italiana cerca.
—Aguanta un poco ¿vale?
Suspiré.
—Pronto estaremos caminado por Disney World— dijo dulcemente.
Reí en medio de lagrimas.
—Estaré muy pendiente de ti primita—aprecié preocupación con una sonrisa.
—Gracias.
—Y mantente fuerte ¿eh? nada de rendirse.
Negué, en estos momentos deseaba tenerla cerca de mi para abrazarl<.
—Recuerda lo que dije.
—Si.
—Hablamos.
—Adiós.
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Esta es la nueva historia
Espero que les sea de su agrado 💜
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