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- ¿Cuál es tu nombre?

Evidentemente la pregunta no fue entendida como él esperaba, porque el accionar de la criatura no estaba ni cerca de la respuesta. El joven, como eligió llamarlo, le acarició la barbilla y luego señaló con sus dedos el hoyuelo en el rostro de Chanyeol. El científico abrumado por la falta de comunicación no sé había dado cuenta de que el muchacho estaba desnudo.

- ¡Demonios! ¿Cómo puedes estar así, aquí? - apuntó hacia la cueva y no obtuvo respuesta. - Esto va a ser muy difícil.- sacó un papel de su bolsillo y se lo mostró al joven. - ¿Conoces esto? ¿Viste esto alguna vez?

El inocente chico miró fijamente la hoja, la tomó, la rompió en varios pedasos y las arrojó al aire como serpentinas. Por su parte, el pobre hombre no sabía qué pensar... No podía comunicarse, no podía hacerse entender y le costaba horrores encontrar una explicación para la existencia de ese chico. Llevarlo a la base no era una opción, al menos no en ese estado.

- ¿Cómo llegué aquí? - articuló para si mismo, pero rápidamente un sonido metálico que se repitió dos veces acaparó el espacio.

En el suelo, junto al joven, su mochila estaba hecha pesados y sus cosas, regadas por el suelo, le dejaron una expresión irreconocible en su rostro. El ser estaba divirtiéndose con lo que quedaba de sus pertenencias.

- ¿Qué estas haciendo? - tomó los restos y trató de alejarnos de las manos destructuras; en el impulso, la taser que llevaba siempre con él rodó hasta las rodillas del muchacho que se alejó precipitadamente de ella.  Chanyeol atrapó el objeto e intentó esconderlo, pero la criatura corrió hasta un hueco y se sumergió en las profundidades hasta perderse de vista. Lo había asustado.

- ¿Qué eres? - repetía una y otra vez a través del cristal; en cualquier momento llegaría el amanecer y el muchacho no había vuelto. Se acostó boca abajo sobre el hielo y alumbró con su linterna el camino por el cual había escapado su... nuevo amigo; si es que lograba verlo. - Vamos, no quise asustarte... - sus palabras fueron escuchadas, en cierta forma, por la criatura, que salió del agua cargando una pequeña caja que le dio a Chanyeol.

- ¿Qué es?

- ...

- ¿Puedo abrirlo? - y, aunque no recibió ninguna respuesta, destapó la caja y retiró con cuidado lo que había en su interior.

El dibujo de un animal imponente y maravilloso se extendía por la hoja de cuero. Intentó compara a esa criatura con el muchacho pero no había ninguna similitud... El joven tomó la hoja y semana con sus dedos hacia afuera.

- ¿Eres tú? ¿Es lo que vi el otro día? ¿Qué tienes que ver con eso? - vio como el jovencito se rascaba la cabeza y guardaba el dibujo. - Yo también estoy confundido, creeme. Pero estoy seguro de que eso no eres tú. - señaló el dibujo y el chico infló sus mejillas. - ¿Cómo haremos para comunicarnos? ¿Podría dibujar...? O mostrarte fotos... - su ideas quedaron colgadas en el aire cuando el joven se sumergió y los sonidos de unas pisadas llegaron hasta la entrada.

- ¡Park Chanyeol! - gritaron - Hay que buscarlo ahora que hay luz en el lugar.- era su superior. Estaba en problemas... Unos leves golpes le hicieron mirar hacia el suelo y, debajo de él, al muchacho que le señalaba un camino. Lo siguió a través del túnel y se ocultó detrás de una pared de hielo que lo escondía a la perfección. Las voces se perdieron luego de unos minutos; retrocedió de espaldas y cayó sobre unas cajas de madera, cartón y otros elementos. Debajo de él estaban los restos de un refugio, un lugar que era perfecto para la vida humana.

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