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El cuerpo de Chanyeol comenzó a templar en anticipación. Jamás había visto algo parecido; jamás. Las manos parecían decididas a romper el suelo y eso lo aterraba. ¡Caería al agua! En un intento desesperado por asustar al animal, aunque no estaba seguro de lo que era, tomó el taser y apuntó contra el cristal. Una pequeña carga eléctrica se disparó hacia el lugar. El quejido dolorido de la criatura le hizo arrepentirse inmediatamente. Él no era un destructor, él solo quería conocer la naturaleza. Se arrojó sobre el suelo pero no había nada, se había ido. Aún así, sacó una foto con la polaroid; más tarde se preguntaría si eso había sido un sueño.

Cayó de la cama y se arrastró por el suelo hasta la puerta. Sobre su almohada, la pequeña foto esperaba boca abajo. El investigador se levantó lentamente y recogió el rectángulo de papel. Enmarcados entre la nieve y el cristal, un par de ojos lo observaban fijamente y con un aura terrorífica. No podía distinguir bien el color que tenían, pero sabía que eran profundos y feroces. Guardó la fotografía con recelo en su cuaderno y comenzó a escribir lo ocurrido. Luego de leerlo, se sintió un completo idiota; su cuaderno de anotaciones se había convertido en un diario fantástico. Si alguien leía esto su años de estudio y sus premios serían puestos en tela de juicio. Con desgano arrancó las dos hojas que había ocupado y las arrojó al basurero.

Aunque la foto,... la foto era algo muy diferente. Su única prueba de que no había sido un sueño. Se acostó en la cama y contempló su pequeña reliquia por un largo tiempo. ¿Qué era eso? ¿Era un animal? ¿Por qué estaba ahí? ¿Podría encontrarlo otra vez?
Sacudió sus pensamientos con un golpe en la nuca. No podía volver a ese lugar. ¿Y si encontraba su muerte?  O peor aún ¿si lo trataban de loco? ¿fantástico? ¿ilusionado con una criatura que sólo había visto una vez?

Su alma estaba aturdida y su cabeza también. Sabía, o quería creer, que había sido víctima de un espejismo antártico, uno demasiado real. Había corrido detrás de su cuaderno hasta caer en ese túnel. Y allí, se había encontrado con la criatura. Todo eso a unos pocos metros de la zona de exploración. El espacio que ocupaba esa foto en el bolsillo de su campera le estaba quemando la razón. ¿Podía buscarlo? ¿Sería un descubrimiento increíble? ¿Un ser que vivía en las profundidades de las aguas antárticas?

Con los pies una vez más allí. Bajó por el hueco y caminó hasta el cristal transparente; estaba roto. El orificio era lo suficientemente grande como para que entrara un cuerpo humano o un pez muy grande. Estaba tan absorto en sus hipótesis y en los posibles que olvidó por qué estaba allí. La criatura. Recordó de golpe. Colocó un trozo de comida en el extremo de una cuerda y lo arrojó a las aguas. No estaba seguro de si su idea de "pescar" a la criatura funcionaría, la asustaría o ni siquiera le llamaría su atención. Su paciencia duro muy poco y lentamente comenzó a retirar la cuerda; estaba cansado. Debía estar loco para buscar algo que a todas luces gritaba alucinación.

Los golpes en el cristal campo ayudaban a su objetividad, necesitaba salencio...

- Un segundo. - se paró y comenzó a buscar el origen del eco. Rodeó las paredes y las palpó con las manos hasta encontrar las ondas sonoras. Golpeó un par de veces como un código, quería saber si podía comunicarse con algo o alguien. - ¿Hola? - un golpe y algunas burbujas le señalaron el lugar. Unos pasos más y sus ojos chocaron de frente con ese otro par que lo miraban con diversión.

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