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Su pasión por tomar fotos de noche no había cambiado. A media noche, y a pesar de los avisos, salió a tomar unas capturas del paisaje. No tenía  una aurora, pero el cielo se veía diferente, bonito, como si quisiera decirle algo. Estaba tan aturdido por la vista que no notó a su superior.

- Park, ¿de nuevo perdido entre las estrellas?- interrogó el hombre mientras se sentaba en uno de los escalones de la entrada.

- Algo así.

- No deberías aventurarte solo en este desierto...

- No lo haré señor. - respondió de forma tranquila.

- Supongo que no conoces todos los problemas que puede causarte un lugar como este.

- He leído un poco...

- Sí, todos hemos leído y la verdad es que es realmente poco. - miró hacia un punto en particular- ¿Qué piensas del incidente?

- No estoy seguro de qué pudo haberlo causado.

- Pues, ninguno de nosotros lo sabe. Aunque transparente, era un territorio muy seguro. Muchos pensaban que la próxima base, con un poco de trabajo claro, podría estar ahí. Pero ahora no sabemos qué pensar.

- ¿Un terremoto? ¿Deshielo?

- Son posturas que tienen mucho sentido... Ojalá pudiéramos saberlo.

- La exploración... ¿no volverán a intentarlo?

- No, es muy peligroso. Tuvimos mucha suerte.

Chanyeol solo observaba al hombre y luego al punto en concreto; ese territorio, ahora, prohibido. Sus inmensos  deseos por saber más sobre ese fenómeno lo llevaron a planificar la más arriesgada expedición que alguien ha hecho en la Antártida: explorar en solitario. Sin compañeros sería difícil, pero tendría más oportunidades de evaluar el lugar por su cuenta y sin interrupciones. Se despidió de su jefe y volvió al interior de la base; tenía que estar listo para el amanecer.

Cámaras, esquipo de rescate, diario, comunicador y su uniforme correspondiente, eran algunas de las cosas que preparó para su salida.

El amanecer en la Antártida era magnífico. Avanzó por el camino sin problema alguno hasta llegar al terreno "inestable", como habían pasado a llamarlo. Tomó algunas fotos con la cámara digital, la guardó, y luego sacó la polaroid; su diario necesitaba una muestra de ese lugar.

Para su suerte el piso bajo sus pies no era inestable. Pero, luego de unos minutos de estar recorriendo el lugar, una neblina espesa comenzó a rodearlo, aunque él, en un principio, no se daba cuenta de nada.  Unos segundos después ya estaba completamente sumergido en una nube de hielo. Sin prisas y con el cuidado correspondiente, empacó sus cosas y se preparó para volver. Antes de mover un pié, controló su brújula y trazó un mapa mental; ojalá eso hubiera sido suficiente.

Miró a su alrededor para ver las luces que se encendían constantemente en la base, pero no las encontró. En cambió, otro efecto natural llamó su atención. A pocos metros un remolino delicado estaba arrastrando lentamente su cuaderno de anotaciones...

- ¡Eh! ¡No! ¡Espera! - gritaba mientras corrían en esa dirección - ¡Alto ahí! - tenía miedo de que la tapa no resistiera y las hojas, como consecuencia, terminarán volando por todas partes sin orden alguno. - ¡Basta! - cayó en un poso y sobre él su cuaderno. El golpe no fue fuerte pero logró marearlo; obviamente no estaba acostumbrado a ese tipo de rutinas. Se levantó pesadamente... su cuaderno estaba con las tapas hacia arriba y las hojas boca abajo, suspiró  y cargó con una de sus manos el pobre objeto. Estaba a punto de guardarlo cuando unos golpes repetitivos, como enojados, lo asustaron. Retrocedió un poco y giró para poder identificar el origen del sonido; solo había paredes de hielo.

Pronto, lo único que pasó a importarle fue cómo saldría de allí. Y entonces, los golpes se repitieron. No había dudas, el sonido venía desde abajo. Arrastró su mirada por el suelo, hasta que, justo donde había estado su cuaderno unas manos apoyadas sobre el cristal, intentaban irrumpir en el espacio. 

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