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¡Hermoso!
Dijo apenas terminó de tomar la fotografía. Era la primera vez que participaba en un estudio en la base Rey Sejong, la primera base antártica de Corea del Sur que fue fundada en 1988. Su primera experiencia en el territorio de hielo, en otra base, no había durado mucho, por eso pensaba aprovechar el tiempo al máximo. Se sentó en las escaleras de la entrada y observó la aurora boreal que brillaba a lo largo del cielo. La luz verde, similar al humo, se fundía con el cielo azul oscuro dejando a su paso pequeñas partículas brillantes. Un fenómeno que siempre dejaba con la boca abierta a cualquiera que pudiera apreciarlo.
La temperatura comenzaba a bajar lentamente y solo por eso decidió volver al interior de la base. Caminó por los pasillos revisando las tomas que había realizado con la cámara. Iba tan distraído que no se percató del ambiente que flotaba a su alrededor; los demás ocupantes corrían a sus habitaciones sin prestar atención a los demás. Chanyeol se detuvo un momento y analizó el hecho: seguramente el clima estaría pesado esa noche. Guardó su cámara y fue hasta su cuarto, una vez allí se quitó algunas capas de ropa y se acostó con la computadora portátil sobre sus piernas. Con todo el tiempo del mundo fue seleccionando las fotos que más le gustaban y las subía a su carpeta de archivos.
Nunca le costaba acostumbrarse a un nuevo ambiente, por suerte era de esas personas que podía dormir en cualquier lugar. Esto significaba una gran ventaja para muchos; algunos no podían soportar ni siquiera cinco días en el desierto de hielo. Por su parte, estaba muy feliz por la oportunidad que le habian dado. Aunque, cuando se sentía solo, le escribía a sus padres o a su hermana.
Las noches era largas, tal vez, pero el sabía como aprovechar ese momento. Escribia informes, tomaba fotografías, leía y agregaba nuevas anotaciones a su cuaderno de campo. Para este último tenía algo especial, siempre le agregaba una foto sacada con una cámara polaroid. Era su manera de mantener las cosas personales separadas del trabajo. No le pesaba en lo más mínimo llevar ambas cámaras, claro que no. Ambas eran indispensables para él.
Al finalizar su trabajo, se acostó y miro al techo hasta que quedó profundamente dormido.
Durante la mañana sintió unos golpes en la puerta y se levantó. Sus compañeros habían preparado una expedición para ese día; el objetivo era explorar un sector delimitado mediante satélite. Preparó su mochila con todas las cosas necesarias y salió. La mayoría de sus compañeros eran mayores, hombres con experiencia y preparados para lo que sea. Algunos de ellos tenían familia y otros, por razones lógicas, no estaban unidos a nadie; eran científicos solitarios.
Según los cálculos el clima debía ser agradable o, por lo menos, soportable. Consideraban que una tormenta sería un gran problema, si quedaban atrapados en ella mientras estaban patruyando el lugar. Más de un hombre podría morir en esa situación y él se contaba entre ellos, es decir, era el más joven y no tenía mucha experiencia. Al menos no tenía nada práctico, todos sus conocimientos eran teóricos y productos de observación. En pocas palabras, estaba perdido pero, misteriosamente, una tranquilidad sin igual lo rodeaba y le nublaba los miedos.
Seguía a los guías de cerca y trataba de ser útil en todo. La brújula era una gran aliada para esos momentos, por lo menos sabría cómo volver.
En medio del trayecto, sobre un bloque de hielo transparente pero según los especialistas lo suficientemente sólido, un movimiento de la tierra sacudió los terrores de todos. La orden inmediata fue que abandonaran la expedición; todos comenzaron a correr en sentido contrario y otros buscaban un hielo sólido en el cual pararse. Chanyeol se arrojó sobre un bloque que parecía ser lo suficientemente resistente y pudo soportar el aterrador fenómeno. Cuando la tierra se calmó, volvió con el grupo y observó sus materiales; necesitaba tomar nota.
Volvamos a la base. Logró escuchar; nadie quería pasar un segundo más en ese lugar.
En su habitación, más tranquilo, redactó algunas ideas y trató de encontrar alguna explicación en sus libros y en sus compañeros. Pero ellos se veían más desolados que él, el peso de diez personas no podrían causar ese daño.
Tenían razón y a la vez no. El bloque de hielo jamás se había movido de esa forma, con o sin personas sobre él. Algo no estaba bien y Chanyeol lo presentía cada vez que veía a su supervisor caminar de un extremo a otro, encerrado en sus pensamientos.
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