Prólogo

Nadie puede entender, cuando a alguien se le cierra la garganta de la angustia, se preocupa por pequeñeces del futuro; pero para esa persona lo es todo.
Nunca podrán saber lo que se siente que se te cierren las branquias de los pulmones y no saber como respirar, en una situación bajo presión. Nadie me enseña a como actuar.
Siendo hija de médicos, que no sé si es una virtud o un defecto, me conozco todos los antidepresivos y los ansioliticos que usan los psiquiatras; porque ellos lo usan todos los días para sus pacientes.
Duchas frías interminables para no quedarme dormida bajo el agua por una sobredosis de lorazepam y sertralina; para olvidar, para apagar esta angustia que me altera, que me roba todas las noches el sueño.
Intento pedir ayuda, pero me tildan de exagerada, de que llevo todo al extremo. Y eso lo hace peor.

"Cuando miro hacia atrás todas estas preocupaciones, me acuerdo de la historia del viejo hombre que dijo en su lecho de muerte, que había tenido un montón de problemas en su vida, la mayoría de los cuales nunca había sucedido"

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