Fría Neblina
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Las luces de la urbe comenzaban a apagarse dando paso a la luz solar. La tranquilidad que había estado en sus calles poco a poco desapareció, siendo reemplazada por el tráfico y el estrés que caracterizaban a la capital. El invierno, aunque hacía dos meses que debía haberse ido, era un rebelde que no quería ceder su lugar a su sucesora. Un aire frío bañaba a los primeros habitantes de la ciudad que salían a sus calles, aquellos que recién comenzaban a despertarse para unirse a sus labores de rutina diaria. Acostumbrados a cómo estaban al frío limeño, a ninguno de los ciudadanos parecía sorprenderles la temperatura baja de esa mañana. Cada uno estaba concentrado para unirse a sus labores diarias y la neblina que cubría la ciudad no les haría mella alguna. No obstante, había uno de ellos que era la excepción...
Un joven de pelo negro caminaba sin parar en una pequeña sala de espera. Sus pasos recrudecían sobre el gélido asfalto, el cual hacía juego con el hielo que cubría su alma. El estrujamiento de sus manos era cada vez más insistente, dando la imagen de que, si persistía en ello, en algún momento se quebrarían. Gotas de sudor frío bañaban su rostro, haciéndole recordar que estaba vivo aunque se sintiera muerto en vida. Junto con esto, su cuerpo también le enviaba señales para que rememorara los más básicos instintos de supervivencia.
El calor de su estómago le recrudecía cada vez más, pero ahora acompañado de otro estrujón, que le hizo recordar que no había comido desde hacía varias horas. Había estado en dicho lugar desde la noche anterior, luego de leer un mensaje que le había roto el corazón. Al releer dichas líneas y luego lanzar el teléfono con toda su furia contra la pared de su habitación, la pantalla de aquél se había quebrado. Pero esto no era lo único que se había roto.
No había podido evitar derramar pequeñas lágrimas de sus ojos. Estas no sólo habían dejado escapar la impotencia y la frustración que lo habían estado consumiendo durante varias horas. Todo el día anterior había significado el mismo infierno para él. Las peores escenas imaginarias de una chica suicida habían atormentado su alma, trayéndole los más profundos y desgraciados recuerdos que taladraban su mente y su corazón. Y, aunque había sido duramente criticado por su hermana y por su padre, diciéndole que no debía preocuparse de esa manera por la desaparición de una "amiga de la universidad" —como él les había contado—, no había nadie ni nada que le quitase el peor de los temores de sí.
Otra persona quizá no hubiera reaccionado de esa manera. Otra persona quizá sólo estaría levemente preocupada. Otra persona seguiría con su vida normal y esperaría pacientemente a tener noticias de su "amiga". Pero él no era una persona cualquiera...
Para alguien como él, el relacionarse con alguien como aquella joven poetisa, significa mucho más que una simple amistad.
Desde que había leído las primera líneas en su poemas, algo dentro de sí se había prendido, y habían hecho que conectara con ella de una manera... especial. La métrica y la sonoridad, junto a los sentimientos de melancolía y de soledad plasmados en ellos, le habían traído vagos recuerdos de su niñez y de su adolescencia. Versos que le traían de vuelta los más cálidos y felices sentimientos que había tenido dentro de sí, pero que, a pesar de que había querido dejar atrás por un hecho que lo había marcado para siempre, hoy por hoy, aquéllos le decían que era capaz de nuevo de soñar...
Peor todavía, cuando decidió entrar en el mundo de aquella joven, y dejarse llevar por las ansias de conocerla cada vez más, sus sospechas iniciales se habían visto confirmadas. La soledad y tristeza que estaban plasmadas bellamente en esos versos, sólo dejaban patente que su creadora estaba sumida en una profunda depresión. Una oscura y triste depresión, la cual contrastaba con el desenfado y la alegría que ella mostraba por fuera, como si fueran una gran coraza para no permitir que nadie osara conocerla... En un mundo donde el ser creador de aquellos versos sólo deseaba acabar con su vida para así poner fin a sus tormentos... Tormentos que la habían aquejado desde su infancia... Tormentos que la aquejaban día a día y de los cuales parecía no poder escapar... a no ser que alguien más la ayudara. Y él quería ser aquel que lo lograra.
Si bien para el joven le era difícil relacionarse con los demás debido al trastorno que tenía, gracias a su inscripción a una web online de escritura, había logrado poco a poco a desenvolverse mejor. El recibir mensajes de coqueteo de sus lectoras, junto al ánimo de interactuar con ellas debido a que uno de sus amigos había logrado tener éxito con las suyas, le habían mostrado que era posible conectar con el mundo exterior. De este modo, poco a poco, había aprendido que responder cortésmente a los requerimientos de quienes lo leían, lo entrenarían para saber relacionarse mejor socialmente, y con ello, quizá optar por conseguir alguna pareja.
Una de estas lectoras parecía ser la candidata especial. Su usuario era @LaylaGuti. De todas sus lectoras, ella era la que más cualidades demostraba para ser su futura novia. Era la Presidenta de su Club de Fans Oficial "Poeta204's Lovers", así como era coadministradora de su Grupo de Facebook. Tanta insistencia de parte de ella al escribirle casi diariamente, y el ser tan expresiva en sus emociones en los comentarios que le dejaba en sus poemas plagiados, le hacían pensar que podía intentar acercarse a ella. Quizá así lograría, por fin, conectar con alguien del sexo femenino y tener una novia formal. Sin embargo, todo esto había cambiado desde que había conocido a aquella poetisa de nick @Ansiass.
Ahora, más que nunca, estaba convencido de que había conectado con alguien. Por fin lo había hecho. Y quizá, esa poetisa podría enseñarle a expresar sus sentimientos y lograr la paz que tanto había buscado desde hacía años atrás. No obstante, su mera desaparición sólo le provocaba una tremenda y obsesiva preocupación, encegueciéndolo por completo en aquella oscura y fría neblina mañanera, la cual parecía no querer dejarlo en paz...
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