Jugando con Sally

A la mañana siguiente me desperté y como de costumbre, Slenderman no estaba.

En el salón estaban todos desayunando y cuando aparecí, Sally corrió hacia mí y me abrazó.

—Buenos días Kat —Respondió.

—Buenos días Sally —Respondí yo mientras le devolvía el abrazo.

Slenderman salió de la cocina y me observó.

Le sonreí y él se ruborizó y se fue.

¿Pero qué?

Me senté con los demás y comencé a desayunar.

—Kat, ¿Podemos vernos después? Quiero hablarte de algo —Dijo Nina.

—Claro —Respondí yo.

Después del desayuno estábamos en la entrada de la cabaña, estábamos subidas a una rama que parecía fuerte, así nadie se enteraría de lo que estuviésemos hablando.

—Resulta que me confesé a Jeff.

Grité de felicidad.

—¿En serio? ¿Y como fue? —Pregunté.

—Fui correspondida —Dijo ella.

—Eso es genial —Dije yo.

—También hay otra cosa... Resulta que nos comenzamos a besar y casi lo hacemos. Quiero decir, casi me quita la virginidad —Respondió ella.

—Wow, vais demasiado rápido —Reí.

—Por eso mismo, creía que no iba a estar preparada para hacer este tipo de cosas, pero justo cuando estaba apunto de hacerlo con Jeff, no me importó, no me lo pensaba tanto como creía que me lo iba a pensar —Respondió.

—En ese caso, id con calma, a veces aunque creas que estás preparada, no lo estás —Le dije.

—Quizás tengas razón —Respondió ella.

—Pero me alegro mucho de que finalmente seáis novios —Respondí.

—Gracias —Dijo ella.

—No las des.

—A ver para cuando tú y Slenderman —Respondió ella.

Me sonrojé.

—¿De qué hablas?

—Si hasta estás roja —Dijo Nina.

—Eso es mentira —Respondí.

—Me puedes mentir pero ambas sabemos la verdad —Dijo ella y se bajó del árbol.

—Espera, que no se bajar —Respondí.

Nina se rió y entró.

¿Pero qué le pasa?

Justo Slenderman pasó por ahí y me vio.

Ah, estúpida Nina.

—¿Qué haces ahí subida? —Preguntó.

—Estaba hablando con Nina pero se fue y me dejó aquí —Respondí.

—¿Y no sabes bajarte? —Preguntó.

—No —Respondí en voz baja.

Slenderman se comenzó a reír.

—Eres igual que una niña pequeña —Respondió y me bajó.

—Yo no soy una niña pequeña —Dije yo.

—Eso es justo lo que suelen decir las niñas pequeñas —Dijo él.

...

Por la tarde me fui a bañar, agradezco que haya jabón y champú en este cuarto de baño a pesar de estar en otra dimensión, es muy relajante ducharte aquí, con el sonido de los pájaros por todos lados y rodeada de naturaleza.

Al terminar mi baño bajé y me encontré a Slenderman solo, viendo la TV, fui corriendo a sentarme a su lado.

—¿Hay televisión aquí? Quiero decir, ¿Se pueden ver los canales? —Pregunté.

—Claro, siempre veo las noticias de tu dimensión por aquí —Respondió.

Me quedé anonadada.

—¿Y también se pueden ver películas? —Pregunté.

—Sí, mira —Respondió y empezó a hacer zapping hasta que apareció una película, mejor dicho una de mis películas favoritas, Danny The Dog.

—Quiero ver esa película, por favor Slenderman —Le dije.

—De acuerdo —Respondió y la puso.

Intentaba agarrar una flor pero estaba muy alta.

De repente una mano larga y pálida aparece y me agarra la flor.

—Gracias Slenderman —Respondí.

—No es nada, pero, ¿Por qué has venido hasta aquí sola? —Preguntó.

—Me sentía feliz y quería dar una vuelta por aquí —Respondí.

—Si quieres nos podemos sentar aquí —Dijo el.

Se sentó y me dijo que me sentarse a su lado.

Él no dejaba de mirarme y me sentía un poco incómoda.

—¿Por qué me miras? —Pregunté.

—Porque eres hermosa —Respondió y comenzó a acercarse a mí. Sabía que me iba a besar y yo quería que lo hiciera.

—Katherine —Preguntó Slenderman mientras me zarandeaba.

Abrí los ojos y me encontré con su cara demasiado cerca.

—Lo siento —Respondí y salí corriendo.

¿Cómo he podido soñar eso? Y luego verlo tan cerca...

Me puse una mano en mi pecho.

¿Por qué siento esto?

—¿Qué te pasa? —Preguntó Nina.

—Nada, solo estaba apoyada en la pared —Respondí.

—Genial, ven a jugar a las casitas conmigo —Respondió mientras me agarraba de la mano y me arrastraba hasta su cuarto.

Esto siempre es mejor que enfrentarse a Slenderman.

—Jugaremos a ser las viejas chismosas que miran por la ventana a ver qué hacen los demás —Respondió ella.

Me reí.

—¿De dónde sacaste eso? —Pregunté.

—Yo tenía vecinas así cuando vivía en la otra dimensión —Respondió.

—¿Alguna vez dijeron algo de ti? —Pregunté.

—No, soy una niña. Siéntate allí, voy a por el té —Respondió y me senté en una silla rosa que había ahí con una mesa en el centro.

—Eh, estás sillas son nuevas —Respondí.

—Claro, papá me las consiguió —Respondió.

Sally llegó con el té falso y lo colocó en la mesa, luego se sentó conmigo y comenzamos a jugar.

—Después dices que no eres una niña —Respondió Slenderman que estaba en el marco de la puerta.

Me ruboricé, aún recordaba el sueño porque había sido muy reciente y cuando veía a Slenderman, la escena de él a punto de besarme volvía a mi cabeza.

—Papá, ven, siéntate con nosotras —respondió Sally.

Slenderman hizo lo que le pidió y se sentó a mi lado.

¿No podría haberle dicho que no?

—¿Te gustan las nuevas sillas que te compré? —Preguntó Slenderman.

—Si, mucho —Respondio ella feliz.

Por un momento olvidé la escena del sueño. Verlos así me causaba ternura.

—Por cierto, ahora podemos jugar a que somos una familia, papá —Señaló a Slenderman, — mamá—Me señaló —Y la hija —y se señaló.

¿De verdad?

—Justo tengo que ir a hacer algo —Me excusé.

Sally me miró triste.

—Está bien, puedo quedarme un poco más —Respondí.

—¡Bien! —Respondió Sally —Ahora, tenéis que besarse.

—¿¡Qué!? —Exclamé.

—Sally, recuerda que jugar es una cosa y la realidad es otra —Dijo Slenderman más calmado.

—Es que entonces no parecereis una pareja —Dijo Sally triste.

—Esta bien, tengo que irme —Respondí y me levanté.

Sally comenzó a llorar.

—Sally, no hace falta que te pongas así —Dijo Slenderman que se acercó a ella.

Me sentía muy mal en este momento.

Cuando me acerqué a la puerta y observé a Sally llorando.

Aunque Slenderman estuviese calmándola no hacía efecto.

También estaría mal que yo me fuese y le dejase con Sally llorando y mientras yo escaqueándome de aquello.

Me acerqué a ellos, pero no sabía qué hacer.

—Sally, no puedes forzar algo que ninguno de los dos queremos —Respondí y Sally comenzó a llorar más fuerte.

—¿Quieres un beso? Está bien —Respondió Slenderman, que se acercó a mí y me besó.

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