• Verdades sin Ocultar •
-HongJoong...
-¿Eh? -la mirada, antes puesta en el plato intacto de comida, ahora se posó en los ojos inquisitivos de su madre.
-Tu padre te hizo una pregunta -un suspiro poco disimulado delató el cansancio de su madre. El hombre le había preguntado sobre la notoria mancha morada en su pómulo, pero su hijo parecía perdido en su propio mundo.
-Disculpa, no me siento bien -excusó el menor antes de levantarse de la mesa y volver al espacio bajo cuatro paredes: su habitación, siendo su único refugio.
Pensó que al despertar, sus dudas se disiparían, la voz en su cabeza dejaría de hostigarle, y la punzada en su pecho desaparecería. Al igual que una pesadilla esfumandose al paso del amanecer. Pero Park SeongHwa seguía siendo el principal problema.
Recordó la conversación con Jay la noche anterior. Un dato trivial que para él, aclararía gran parte de la historia; e inevitablemente, traería más dudas a esta.
"JongHo se quedó dormido en los vestidores"
"Tuvimos que llevarlo a su casa"
"Estaba muy cansado. Ganamos gracias a él"
No debía ser muy inteligente para saber que a esa doble cita solo habían llegado dos chicos: SeongHwa y YeoSang. Y si su visión hubiera sido precisa la noche anterior, los chicos bailando juntos habrían sido ellos.
Pero todo era una ridícula hipótesis. SeongHwa no sería capaz de salir con uno de sus amigos ¿Verdad? Yeosang no lo permitiría ¿No es cierto?
El reloj en la pared marcaba las nueve con treinta y cinco minutos, la hora en la que JongHo había citado a HongJoong. Y se sorprendió al escuchar su voz al otro lado de la línea, lo había invitado a un café para charlar sobre la noche anterior. La idea de descubrir algo que no quería saber, le asustaba.
Tras tomar una ducha, elegir ropa al azar y tomar una que otra píldora, salió de casa con una vana mentira "Iré a la biblioteca" fue lo primero que se le ocurrió, sin reproches ni preguntas. Lo siguiente sería esperar al capitán de fútbol en una de las tantas mesas vacías.
-Disculpa la tardanza, HongJoong -exclamó un joven exhausto.
JongHo se veía tan "correcto". Cabello perfectamente ordenado, ropa pulcra y un elegante collar brillando sobre su clavícula. Incluso su amable sonrisa, si algo estaba mal dentro de él, parecía no demostrarlo en absoluto. Un perfume suave pero varonil envolvía su aura de estudiante dotado.
-Acabo de llegar -le quitó importancia -Pedí un Americano y un Cappuccino.
HongJoong realmente no sabía cómo iniciar aquella pregunta sin perturbar la tranquilidad que el contrario mostraba. Quizá debía guardarselo y charlar de cosas triviales, simplemente dos amigos bebiendo café juntos.
-Jay me contó que estuvo anoche contigo, también dijo que te llevó a casa -su mirada puesta tras el ventanal de cristal.
-Es un entrometido, pero es cierto -suspiró, no podía ocultar su molestia -También me dijo que te quedaste dormido en los vestidores.
-Estuve entrenando toda la tarde, dormí muy poco, así que me fue inevitable no tomar una ligera siesta en los vestidores.
-Idiota, no te quedes dormido en cualquier sitio.
JongHo lo recordaba, entrenó sin descanso y con limitadas horas para dormir. El peso de la capitanía retumbando en su desprestigiada mente, no podía perder después de haber llegado tan lejos. Minutos que se convirtieron en horas, nerviosismo convertido en plena euforia. Habían ganado con ventaja, ovaciones y gritos recibían la victoria con honor. "Una pequeña siesta no me vendría para nada mal"
-No fuiste a la cita doble ¿verdad? -debía ser directo si quería encontrar la verdad en el peligris.
-Llegué tarde de una conferencia... -suspiró, recordar la noche anterior aún le daba un mal gusto al hablar -Supuse que se había cancelado.
HongJoong pensó que aquello era evidencia necesaria para concluir que nada había pasado esa noche. Solo situaciones fortuitas que desenlazaban en laberintos sin salidas.
Su pedido no demoró en llegar a la mesa. Tras beber de su Capuccino y replantear las intenciones de Park SeongHwa, un pensamiento de angustia iba tomando forma dentro de su mente. No fue hasta que el contrario extendió su móvil, mostrando su pantalla hacia él, que aquel pensamiento creciente explotó en miles de afiladas agujillas, tan punzantes e hirientes.
No.
Imposible.
Él no lo haría.
-¿Cómo...? -la pregunta perdiéndose en el eco de sus pensamientos.
Imágenes relucían sobre la pantalla gris. Y JongHo se las mostraba como puñaladas sin piedad, una tras otra.
Lograba reconocer el rostro de SeongHwa, tomando por la cintura a un rubio de espaldas. En la siguiente fotografía, mostraba un YeoSang sonriente y eufórico abrazado del pelinegro. En las últimas fotografías, la distancia entre ambos era inexistente. YeoSang Y SeongHwa besándose bajo las luces del bar. YeoSang y SeongHwa sonriendo juntos.
YeoSang y SeongHwa.
Lo siguiente no era una imagen, era un clip de no más de 10 segundos. Se escuchaban chicos riendo, y discretamente a SeongHwa pendiente del cuello de YeoSang. Susurraban secretos y sonreían en su propia burbuja. El rostro se le iluminaba, tan radiante y lleno de vida, aquellos brillos en sus ojos, y la curvatura de una perfecta sonrisa. SeongHwa parecía enamorado. Ambos chicos se movían al son de la melodía. Parecían una pareja memorable pasando un buen rato juntos.
Segundos después, se escuchaba la discusión de un hombre y un adolescente, un pequeño revuelo en el cual logró distinguir su propia figura.
Tan simultaneo y distinto. Eran ellos. En el bar la noche anterior. Eran SeongHwa y YeoSang.
¿Siempre fueron ellos? pregunta tras pregunta, acto tras acto. Su mente colocando distintos escenarios, haciendole recordar hechos que creía olvidados. El primer encuentro, el segundo, incluso un tercer encuentro. ¿Qué pasaba si siempre habían sido ellos dos? Las miradas en las fotografías, parecían tan... enamorados.
-Conozco perfectamente a Yeosang, pero no a Park SeongHwa. No sé qué tipo de persona es...
-Quítale importancia, JongHo. Si algo pasó anoche, fue en consentimiento de ambos. YeoSang no es un santo, y SeongHwa...
SeongHwa. Irremediablemente, pronunciar su nombre le provocó un vacío lúgubre, como si todo hubiera terminado sin aún estarlo.
SeongHwa, el chico que construyó un lugar seguro junto a él, el mismo que rompió cruelmente su corazón. No lo conocía tan bien como creía, solo le mostró lo bueno de él, y cruelmente estaba descubriendo el lado que con tanto esmero había logrado ocultar.
-Me lo enviaron esta mañana, el mensaje es gracioso. "No todos merecen tu amor" -un suspiro cargado de ironía -Que ridículo. "Amor". No sé si aquello exista.
JongHo tenía un único pensamiento en mente. El rubio no sonreía de esa forma desde ya un tiempo atrás. Pero con aquel chico, parecía devolverle el brillo a sus ojos, a esos ojos que por tanto tiempo había visto cansados, angustiados por anhelar una efímera felicidad. ¿Qué le faltó a él? ¿Qué tenía ese chico que no lo tenía él?
-Debo irme -HongJoong no podía quedarse un minuto más en ese pequeño lugar.
El aire siendo insuficiente para sus pulmones. Sentía los latidos ralentizandose, cada dugun dugun tortuoso haciendo eco en su cabeza. El colapso no tardaría en alcanzarlo. Una caída que había esperado desde el inicio.
-No puedes huir de todos tus problemas, HongJoong. -bebió un sorbo de su capuccino. Amargo a su paladar.
-¡¿Prefieres que le pida explicaciones a tu novio del por qué se besó con el mío?!
-No.
Había escuchado aquella tontería de corazones rotos. Desilusiones o decepciones amorosas. Una herida tan profunda como dolorosa. No lo entendía en ese entonces, lo tomaba por una mera ridiculez adolescente. Un juego de niños poco realista.
-¿Esto no te afecta? Luces realmente bien. Y yo estoy teniendo un asqueroso ataque de pánico, JongHo.
Lo entendía en ese momento. El golpe de la decepción, la fé ciega que había puesto sobre el pelinegro siendo el mayor engaño. La confianza, incluso su propio amor parecía valer poco, casi nada. Sintiéndose tan diminuto, humillado, y traicionado. Igual que aquella noche de invierno, donde había perdido una parte importante de sí mismo, donde había rogado que todo aquello fuera una ilusión, aferrando sus diminutas manos a un zapato corroído y viejo. El sentimiento era el mismo. Y no sabía cómo detenerlo.
¿A quién más besaban esos labios?
¿A quién más engatuzaba sus palabras?
¿A cuántos más decía amar?
Mentiras disfrazadas de dulces besos.
Casi no podía respirar, sentía el entumecimiento en sus dedos y su visión poco a poco perdía claridad. El balbuceo de una voz conocida llamándolo a lo lejos, disolviéndose con el susurro del viento.
HongJoong perdió control de su propio cuerpo.
Vacío, y acogedora oscuridad.
De un momento a otro, sintió el tacto frío en las palmas de sus manos, sus pies tocando suelo firme, el creciente vacío en su corazón. Y a JongHo respingando gotitas de agua sobre su rostro.
-¡Dentente! -el simple gesto le irritaba -Estoy bien.
-Hace un par de minutos estuviste llorando como un niño pequeño -el castaño volvió a empapar su rostro de agua -Balbuceabas cosas sin sentido, estabas fuera de ti mismo.
-¿Estás loco? No suelo perder el control así de fácil -HongJoong tenía la mente borrosa, no recordaba como había llegado a aquel lugar, solo un escalofrío recorriendo su cuerpo, y un enorme vacío en algún punto de su corazón.
La decepción susurrando pequeñas verdades. Su mente siendo su más grande rival.
"Lo sabías" Claro que no.
"Sabías que esto pasaría" No tenía la menor idea.
"Sabías cómo terminaría" Pensé que me quería.
No se permitiría llorar por segunda vez, mucho menos frente al mismo chico. Odiaba mostrar aquella parte de si mismo, lo débil que podía ser teniendo el corazón roto. Había sido paciente reconstruyendo aquel muro que lo protegía del exterior, no tenían el lujo de ver la vulnerabilidad de un adolescente.
Suspiró un poco más, calmando su corazón. Seguiría con la ronda de tortura, pregunta tras pregunta hasta saber con exactitud que pasó la noche anterior.
Su atención cambió de enfoque en la presencia de un tercero.
La sorpresa de verlo bajar de su motocicleta, tan seguro de si mismo, menton en alto, sin titubear al caminar.
-¿Qué hiciste?
Algo había cambiado, algo en su manera de observarlo, cejas levemente elevadas, sorpresa o quizá lastima brillando en esos orbes negruzcos.
¿Qué te tiene tan nervioso, Park SeongHwa?
-Lo llamé en tu mini-colapso -respondió el Moreno a su lado.
SeongHwa le sonrió, y fue cuando pensó en lo perdido que se encontraba. Tan profundamente enamorado, ¿Cuánto le costaría dejarlo? No podría hacerlo así de fácil.
El chico parecía triste, una sonrisa lúgubre mal dibujada. Tratando de ocultar sus sentimientos, como siempre lo había hecho, pero aquellos ojos nunca le mentían, podría hablar tan seguro de si mismo, y tener una mirada llorosa delatante. Al igual que ahora, caminaba tan desprolijo, pero su sonrisa le jugaba en contra.
-SeongHwa -susurró, sus pies reaccionando antes que se permita pensar con claridad.
Dicen que el amor te vuelve débil, a HongJoong le había hecho perder la poca cordura que aquella mente brillante podría tener. Nunca tuvo control sobre si mismo, y tratándose de amor, mandaba su corazón. Un sentimiento tan raro como nuevo. No lo podría llamar primer amor, tuvo parejas anteriormente. Deseaba que fuera el último, nunca antes había sentido la calidez de un hogar dentro de una sonrisa, o en el brillo de sus ojos, o en la melodía de su voz. Park SeongHwa lo estaba enloqueciendo. No entendía sus emociones, y aquello lo frustraba aún mas.
¿Quería huir del pelinegro?
¿O abrazarlo hasta el amanecer?
Estoy realmente loco.
-Vayamos a casa, Hong -susurró muy cerca de su rostro.
El menor se limitó en asentir y subir a la parte trasera de la motocicleta. JongHo se había despedido levantando su mano, un simple gesto de amigos, tan común como la traición que minutos atrás habían descubierto.
Un par de minutos y ambos compartían caricias bajo una misma cama. El pelinegro trazaba pequeños círculos sobre la clavícula del menor, un trazo tan delicado y suave, casi como si temiera en romperlo.
-¿Me... -HongJoong rodeó el cuerpo del mayor, hundió su cabeza en la concavidad del cuello del contrario y susurró casi para sí mismo -¿Me quieres?
Entonces comprendió que el silencio podría doler más que mil palabras hirientes, y prefería una mentira, una tonta ilusión. No su silencio, lo interpretaba de tantas maneras y todas con una misma conclusión. SeongHwa ya no estaba interesado amorosamente en él. O eso era lo que su mente le hacía pensar.
El amor te vuelve débil.
Y últimamente no podía con su propio peso.
Un sollozo delató la pesadez en su corazón.
-No llores, por favor -limpio una cálida lágrima con su pulgar -Te amo, Kim HongJoong.
Ahí estaba su preciada mentira. Cuatro palabras que esperaba haberlas escuchado en un sitio repleto de gente. No uno vacío como su habitación. Tenía una tonta ilusión, SeongHwa le confesaba su amor con fuegos artificiales iluminando el cielo de medianoche, personas grabando y otras emocionadas, y después estaba SeongHwa, tratando de buscar su atención. Una vaga ilusión.
-No tienes porqué mentir.
Ya lo has hecho lo suficiente.
-No es una mentira -depósito un casto beso a orillas de sus labios.
Quiero creerte, SeongHwa, realmente quiero hacerlo.
-Sé que lo es -sus manos se aferraron a la camiseta de algodón gris.
-Te amo.
No era cierto.
Él lo amaba, y no besaría a nadie que no fueran esos labios rosas. No sonreiría tan cómplice con alguien que no fuera el pelinegro. Mucho menos tocaría una piel que no fuese la suya.
Él lo amaba, pero no de aquella forma tan hiriente y desleal.
Él lo ama.
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