• Me Gustas •
Estoy muy emocionado por la noche.
Todo lo que necesitamos es
mi bicicleta y tu enorme casa.
Dijiste que algún día podríamos.
Cuando esté más cerca de tu estatura.
Hasta entonces le daremos
vuelta al asunto y verémos.
Eres todo lo que necesito
¿Acaso no me ves?
Yo... creo que me estoy enamorando,
me estoy enamorando de ti.
Falling for you - The 1975
Olor a especias.
Música a bajo volumen.
Y Un peso rodeando su cintura.
-¡HongJoong! -su madre volvió a tocar la puerta de su habitación, un ritmo constante sobre la madera. Sigue siendo irritante.
El peso..., no, el brazo alrededor de su cintura afianzó el agarre acercando su cuerpo aún más al del contrario.
¿Acaso seguía soñando? Parecía un sueño tan real.
No podría ser un sueño.
Sentía el ligero peso sobre su cuerpo, y aquel aroma resultaba tan familiar... la respiración cerca a su cuello, el suave toque sobre su cintura...
Los gritos de su madre no lograron despertarlo, pero el cuerpo a su lado y los recuerdos de la noche anterior lo hicieron.
Abrió los ojos de golpe recordando sus propias palabras y el acto descuidado de meter a un chico a su habitación, a su cama, de incluso dejarlo dormir junto a él. Lo volvía peor sabiendo a quien pertenecía aquel rostro conocido.
Park SeongHwa. El busca problemas que besa bastante bien pero conduce demasiado mal. No llevaba mucho tiempo conociéndolo, y aún así le gustaba la manera en la que sus ojos brillaban hablando de cualquier estupidez ocurrida.
-¡HongJoong!
El nombrado pegó un brinco al ser descubierto por SeongHwa. No lo estaba mirando porque le parecía atractivo mientras dormía, tampoco estaba pensando en la dudosa propuesta de despertar cada mañana con aquella imagen, mucho menos de lo cálido que se sentía su cuerpo junto al suyo.
Empujó el cuerpo a la orilla de la cama provocando que SeongHwa pierda el equilibrio. El sonido que provocó la caída fue casi inaudible por sobre el traqueteo de la puerta.
-Buenos días para ti también.
-Lo siento -murmuró observando al pelinegro levantarse del suelo.
Apartó la mirada evitando sentir culpabilidad, al contrario, se levantó de la cama y encaró a su madre.
El piso fuera de las sábanas, el aire, incluso la habitación se sentía fría. La comodidad que había adquirido al despertar, incluso la tranquilidad de permanecer entre los brazos de SeongHwa, todo volvía a como estaba antes. Aburrida monotonía.
-¿Cuántas veces te he dicho que no cierres la puerta con seguro? -cuestionó su madre, el semblante serio parecía ser su nueva personalidad últimamente -Pasas demasiado tiempo estudiando y apenas comes. Puedes desmayarte dentro de esta habitación y yo no lo sabría si cierras la puerta con seguro. Tienes...
Su madre posó la mirada en el joven alto, de rasgos finos pero mirada sombría. Intercalo miradas con su hijo, y después volvía hacia el mayor.
Un rostro desconocido, pero no lo suficiente como para impedirle dormir junto a su pequeño hijo.
-Soy SeongHwa, ten...
-Amigo de Mingi, mamá. Conoces a Mingi, es tu favorito de entre todos mis amigos -suspiró, su madre no se comería el cuento de amigos que dormían juntos.
-No tienes amigos -conjeturó su madre. Lo conocía tan bien.
-Te estoy presentando a uno ahora mismo -señaló al pelinegro.
-Pero tú no tienes amigos.
-Él lo es.
No lo era. No besaba a un amigo, no tenía sentimientos hacia un amigo y no dormía junto a un amigo.
-¿Cómo se conocen? -La mujer sabía que ambos mentían. Su hijo jugaba con las uñas de su mano y el otro joven sonreía de manera incómoda.
-Por MinGi.
-Por YunHo.
Respondieron al unísono. Su madre frunció el seño.
-¿Quién es Yunho?
-Otro amigo -ese idiota pelinegro nunca sabía como quedarse callado.
-¿Desde cuándo tienes tantos amigos?
-Mamá... -protestó haciendo entrar en razón a la mujer frente a él.
-¿Dónde se conocieron?
-En la escuela.
-En una fiesta.
Ambos tan coordinado que parecían una sola voz.
-¿Fuiste a una fiesta, Kim HongJoong?
-Una fiesta estudiantil, mamá.
Silencio.
La mirada acusatoria le incomodaba, tendría que dar más de una explicación estando a solas con su progenitora. Pero en ese momento lo único tangible era la taza de café que tanto deseaba probar, quitarse el lúgubre martilleo dentro de su cabeza y aclarar uno de sus sentimientos.
-Como sea, baja a desayunar. Tú también, amigo de Mingi y el otro.
La mujer salió de la habitación con una nueva interrogante en su cabeza.
Ni una sola vez había visto a MinGi en la misma habitación junto a HongJoong. Su niño mantenía una delgada línea entre el mundo y él, y difícilmente lograba atravesarla. Mantenía su espacio personal demasiado suyo, pero, aquel chico de rostro desconocido se sentía tan a gusto a su lado, y a su pequeño no parecía molestarle aquel cercanía. Acababa de esquivar todas sus preguntas, siendo lo único claro su nombre. SeongHwa.
[•••]
HongJoong había reído un par de veces en el desayuno.
No había forma de creerse la gran mentira que SeongHwa acababa de inventar.
No era el chico motociclista con trabajos de medio tiempo y vida sexual parecida a la de conejos en apareamiento. Era Park SeongHwa, estudiante de último año en derecho, amante de los gatos y con un blog personal en las redes sociales. Acababa de hacer intercambio desde América y se quedaba en un pequeño apartamento. No le gustaba lo excéntrico.
Un par de horas más y se había ganado la confianza de la pareja de su madre. La mujer muy difícilmente le creía, pero no había visto a su hijo sonreír frente a su padre en años y aquello ya era un logro.
-Nos vemos pronto, SeongHwa -despidió el hombre agitando energético su mano hacia el pelinegro.
-Ignóralo y camina.
-¡Adiós, Señor Kim! -imitó el gesto antes de voltearse por completo hacia la salida.
Ambos chicos caminando a la par. Uno suspirando y el otro sonriendo.
SeongHwa nunca había tenido una familia, ni la calidez de poder compartir un desayuno por la mañana. El único recuerdo que tenía se reducía a la mujer de aquel orfanato robando galletas para darle al niño problemático que todos ignoraban. La soledad de sus días de niñez habían robado tanta falta de querer, que ahora rebosaba en ella, y no sabía cómo manejarla. Mucho menos como conservarla.
-Me gusta -comentó ya lejos de la casa de los Kim -Tú aún más.
-No es el momento ni el lugar, SeongHwa.
HongJoong juraba que su corazón acababa de dar un vuelco.
¿Había escuchado bien? Entonces, no era el único con la sensación extraña de apego hacia el contrario.
-Me gustas, Kim HongJoong -oh por dios.
Lo había dicho un par de veces, en su mente, sonámbulo, y en sus sueños. Pero era totalmente diferente a decírselo a la versión real de HongJoong. No parecía tan difícil, le había robado un suspiro al menor, y su rostro era un completo poema.
El alto avanzó un par de pasos hacia HongJoong, se veía tan bonito ruborizado.
-Intentémoslo -fue lo único que logro conjeturar.
Bien, sentía nervios, y estaba tan cerca a SeongHwa, pero nunca admitiría en voz alta que le gustaba de la misma forma.
-Un "También me gustas" podría funcionar, ¿no crees? -inclinó su cuerpo a la altura del peligris.
Desde ese ángulo pudo obtener una mejor imagen de HongJoong. Observó la media sonrisa que a penas y pudo ocultar, ojos rasgados, pómulos pronunciados, hermoso y delicado. Más allá de su belleza habitual pudo observar el miedo brillando en sus pupilas, el brillo lúgubre de la duda y el temor. Y SeongHwa no pudo evitar querer deshacer sus inseguridades y miedos con delicados besos.
-Pides demasiado -alejó su rostro cerca del mayor, retrocedió un par de pasos rompiendo cualquier cercanía junto a SeongHwa -Vete al diablo si no lo aceptas.
-Testarudo, Terco, Temperamental...
-Estoy seguro que así no conquistas a una persona.
El miedo, disuelto entre una molesta arruga en su frente.
-Tonto, tierno, torpe... -sonrió. El menor volvía a ser el chico autoritario que conoció en aquella fiesta.
Demasiado distinto a lo que buscaba para una noche de fin de semana, lo ideal para un romance poco peculiar.
-¡Park SeongHwa! Maldito gángster idiota. No creas que no tienes ni un estúpido defecto, podría nombrarlos en orden alfabética al igual que tú, apuesto a que nunca acaba...
El mayor no encontró mejor ocasión para acortar la distancia entre ambos. Posó una mano en su mejilla y otra en su cintura, un acto fugaz que culminaba con un casto beso.
-Odio que me gustes tanto -una media luna sobre sus labios, tan hermosa de contemplar.
HongJoong miró a ambos lados solo para cerciorarse que la calle seguía vacía a primeras horas de la mañana. Siendo fin de semana, solo unos cuantos transeúntes caminaban adormilados por las calles, y a nadie parecía importarle los dos chicos con cercanía de sobra.
Trató de alcanzar la altura de SeongHwa colocándose de puntillas, golpeó su brazo al escuchar una ligera carcajada y estuvo a punto de alejarse por completo si el pelinegro no hubiera sujetado con ambas manos su cintura.
-No podrás deshacerte de mí tan fácil -negó ligeramente.
El mayor volvió a juntar sus labios con los de HongJoong. Sabor a batido de fresas y bálsamo de cereza. Justo como los recordaba, lo suficientemente buenos para hacerte olvidar tu propio nombre.
Sonrió al ser correspondido por el menor, sus manos enredadas en pequeñas hebras de su cabello. HongJoong encontró adictivo el halar ligeramente de su cabello, un quejido ahogado en sus besos, una sonrisa decorando su enredo.
HongJoong pensó en lo equivocado que había estado al creer que nunca alguien podría llegar a conocer una parte vulnerable de él, porque el simple hecho de permitir a SeongHwa quedarse un poco más de tiempo a su lado lograría dejar ver aspectos de él que nunca pensó conocer.
Desilusión, quizá.
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