• El corazón que rompiste •

Tu precioso corazón,
no puedo verlo romperse
Así que cierro los ojos
mientras te alejas.
¿Puedo tener una segunda oportunidad?
¿Puedo tener otro baile?
¿Puedo comenzar otra vida contigo?

Lonely Heart - 5SOS

[•••]

-¿Quién es? -espetó masajeandose la sien y evitando abrir completamente los ojos.

¿Cuánto alcohol había consumido la noche anterior? Lo único que lograba recordar se convertía en una imagen borrosa de un taxista riéndose de su torpeza y aquel chico guiándolo, con una mano posesiva en su cintura, hacia la habitación que reconoció como suya. Aquel chico...

-Un niño. Creo que se confundió de apartamento -le restó importancia y cerró la puerta tras él.

El contrario avanzó un par de pasos, los suficientes para permitirse estudiar el rostro adormilado de Park Seonghwa. Podía observar tanto como quisiera, contemplar sus largas pestañas, la fina línea que trazaba su mandíbula e incluso la ligera herida sobre su clavícula. Lo tenía tan cerca que era imposible no sentirse apetecido de sus labios... otra vez.

El mayor nunca le permitió dormir una sola vez en su pequeño apartamento, mucho menos sobre la misma cama que acostumbraba cada día. Pero esa noche fue distinta.

El espacio reducido de cuatro paredes tenía un agradable aroma, un par de libros reposaban sobre un escritorio, y unas cuantas grullas mal hechas seguían a una perfectamente confeccionada. Quizá Seonghwa quería aprender a hacer figuras de papel.

Es muy infantil para su edad. ¡Que tierno!

Sentía que le pertenecía a alguien... al chico frente a él. Se sentía algo más que una simple noche de lujuria. En su apartamento, con su ropa y su aroma en él, y el recuerdo de un "te necesito" susurrado en la oscuridad. Se sentía querido.

-Debes irte -la voz del mayor cargada de remordimiento disipó la idea de un "juntos" por segunda vez. Park lo observaba detenidamente, recordando con agobio uno de sus tantos errores.

El rubio se parecía tanto y nada a él. Sus ojos brillaban en una tonalidad distinta a la de HongJoong, tenían similar contextura y una manera ridículamente distinta de pensar. Mientras Hwangwoong dependía de la aprobación de los demás, HongJoong huía de aquello, le importaba más su propia aprobación.

-¡Sabes que no puedo, Seonghwa! -negó atropellando las palabras tras de si, aferrándose a aquella frase dicha en la oscuridad, palabras que le pertenecían a alguien más.

-Anoche... -trató de idear palabras poco hirientes, no recordaba mucho de lo que había dicho o sucedido.

Esa noche había acudido a un bar poco conocido, unos cuantos taburetes cargando con cientos de decepciones de sus nocturnos acompañantes. Buscaba consuelo, tal como a un adolescente al cual le habían roto el corazón por primera vez. Y en su intento de huida, se refugió en la calidez del alcohol bajando por su garganta, un amargor parecido a la decepción amorosa.

HongJoong se había esfumado de su vida tal como había aparecido en ella. Y en su ausencia sólo había dejado galletas horneadas, galletas que se rehusaba a comer y prefería guardarlas para cuando el menor llegase. Aún recordaba la oscuridad abrazando cada uno de sus miedos cuando dormía sin un par de brazos aferrándose a su cintura, lo fría que se volvía la noche sin un suave susurro de "Buenas Noches" sobre su pecho. Y lo vacías que se sentían sus manos sin el cabello platinado enredado en sus dedos.

MinGi había recogido sus cosas días después de la ausencia del menor. Y aunque Park se habría rehusado en un principio; el uniforme, un par de abrigos, libros y cuadernos pertenecientes al peligris fueron arrebatados de sus manos.

Le quitaron todo menos los recuerdos juntos, aquellos danzaban frente a sus ojos en un cuadro de pinturas faltantes. Aunque eran mínimos, eran los que mejor brillaban en su memoria. Alejando la oscuridad y acogiendo nuevos miedos e inseguridades.

El amor te vuelve débil.

Esa noche pensaba llamarlo y escuchar su voz, llamaría las veces necesarias para conseguir su atención. Aquello parecía un plan digno de un cobarde, pero cuando el rubio se sentó frente a él esbozando una sonrisa eufórica, cuando se acercó a su oído y besó su cuello, cuando se coló entre sus piernas y meneo sus caderas. HongJoong había desaparecido...

-Seongie, podemos intentarlo de nuevo -el rubio enredó sus brazos alrededor de la cintura del contrario, atrayendolo a él y regocijandose de su piel desnuda -Lo haremos bien esta vez, ni uno de los dos fallará y...

-Me gusta alguien más -suspiró, el pesar martilleandole en el pecho -Te confundí con él anoche. Por un momento olvidé su ausencia, olvidé aquel dolor porque pensé que él estaba frente a mí.

-¿Por qué...?

-No te engañes a ti mismo -se separó del rubio y se tumbó sobre el sofá. Necesitaba café y un gran golpe en la cabeza -En el pasado, ambos buscábamos placer mutuo. Lo que tú llamaste relación solo fueron llamadas cada vez que tu capricho por acostarte conmigo aumentaba. Con él es distinto, es realmente distinto.

-¿Y crees que lo mereces?

-¿A qué te refieres?

Pensar en aquella palabra le daba escalofríos. Merecer, algo tan simple como recibir un premio o castigo por algunas de sus acciones, y las suyas no habían sido las mejores. ¿Acaso el universo se compadecería de su arruinada vida? ¿De sus malas desiciones y adicciones? ¿De la culpabilidad carcomiendo su mente cada noche?.

La vida nunca se compadecería de él. HongJoong no era su premio como recompensa, por más que anhelaba que aquel chico fuera su estrella guía en un cielo nublado de oscuridad, por más que anhelaba aquella luz en la tormenta. HongJoong solo sería su castigo, uno muy doloroso de soportar. Un castigo más.

-Lo arruinarás. Tiendes a apagar todo lo bonito que brilla en tu vida, ¿lo recuerdas? -el rubio se sentó a su lado manteniendo una distancia agradable para ambos -Aquel chico no es la excepción.

-No me conoces en lo absoluto, HwangWoong. Y no lo conoces a él. Ambos son tan distintos.

-¿Crees que se decepcione de ti si le cuento lo que pasó entre nosotros anoche? Considerando que tenemos un extenso historial juntos... -cruzó sus brazos sobre su pecho mientras ocultaba una media sonrisa en su rostro.

-Tu y yo no fuimos nada -la inquietud lo impulsó fuera del sofá. Tomó la muñeca del menor y lo arrastró sin cuidado hacia la entrada -Largo de mi apartamento, en mi vida nunca has estado.

-No has cambiado ni un poco -masculló antes de enfrentar la madera lisa de una puerta siendo cerrada frente a sus narices.

Mentía. El rubio vio el miedo brillar en los ojos del contrario por primera vez, su voz titubeó y su mirada fue tan clara en aquel momento.

Y es que Park SeongHwa tenía una manera peculiar de protegerse del exterior, se obligaba a "apagar" cualquier emoción que le hiciera pensar más de una vez la situación. Y Kim HongJoong le estaba haciendo sentir cada una de las emociones olvidadas, una por una, o por oleadas. Kim HongJoong lo estaba volviendo a la vida.

[...]

-Si no vuelve en menos de veinticuatro horas...

-Volví -exclamó hastiado. Elevó ambos comisuras de sus labios fingiendo una sonrisa despreocupada.

Sus pies dolían, y el nudo en su garganta quemaba tanto como la suela de sus zapatos. No recordaba que el camino fuera tan extenso, a penas eran minutos en auto. Pero tardó más de una hora caminado sobre la acera vacía.

-Necesito una explicación, HongJoong.

-¿Del por qué caminé al rededor de dos horas bajo el calor abrasador de DaeGu? -soltó una ligera risa cargada de sarcasmo -No creo que te importe lo suficiente, "madre".

-¿Es así como actuarás, niño arrogante? -la mujer se acercó al menor mostrando claras intenciones de reprocharle.

-¿De qué manera quieres que actúe entonces? ¿Siendo siempre tu marioneta personal? -tenía límites entre sus emociones, y aquellos habían cruzado la línea dos horas atrás -¿No te diviertes ya lo suficiente?

-Justifiqué tu rebeldía pensando que eras muy pequeño para entender -su voz subía un tono con cada palabra dicha -Es por tu futuro, HongJoong. ¡No tendrás que mendigar por un plato de comida! ¡Lo tendrás todo!

-Puedo hacerlo por mi propia cuenta, no como tú... -debía parar, sus palabras podían ser hirientes si se lo proponía. Tenía la mente enfrascada en furia, en palabras que en su pasado no logró expresar -...tratando de acostarse con hombres solo por dinero, ¿qué pretendías...?

La mano de su madre chocando en su mejilla le hizo callar y retroceder un par de pasos. Aún con la mano en su rostro pudo observar los orbes negruzcos quemandole con la mirada.

-Debiste haber sido tú en su lugar -reprochó, tratando de devolver la punzada hiriente en su corazón -YeonSoo lo entendería.

-Lo sé, debí haber muerto yo -suspiró cansado, su voz entrecortada y un par de lágrimas resbalando por sus mejillas.

Arrastró sus pies hasta lo que consideraba su nueva habitación, cerró con seguro antes de tirarse a la cama y ahogar las lágrimas que amenazaban con salir de su escondite.

Aún si se empeñaba por dormir en su propia laguna de lagrimas y tristeza, podía escuchar a su madre gritar infinidades de comentarios despectivos desde algún punto perdido entre cuatro paredes. Aquellas palabras taladraban en su mente logrando combinar el dolor de su mejilla junto a las punzadas latentes dentro de su pecho, con ahora una irremediable jaqueca creciente.

"Será el principal heredero y sólo se encierra en su cuarto mientras llora como un niño"

"No es digno de llevar nuestro apellido"

"Ya debería madurar"

Sonrió sobre la tela húmeda de su almohada como si aquello lograra disfrazar sus recientes emociones... un torbellino de ellas.

"¿Madurar?" Susurra con ironía hacia la nada en concreto.
Su mente se pone alerta ante los recuerdos de su niñez desbloqueando unos cuantos menos dolorosos aún conservados en el fondo de su memoria.

Tenía la edad suficiente como para jugar con unos pocos niños fuera de casa, reír un poco y discutir por cosas triviales. Aquello no se asemejaba a su niñez, donde cada día se dedicaba a cuidar al menor de los kim y de sí mismo, incluso de mamá. Aquella mujer llegaba por las mañanas a tempranas horas. HongJoong se levantaba dos horas antes de su habitual llegada solo para recibirla con una taza de café caliente y un desayuno torpemente hecho.

¡¿Madurar?! No tenía el privilegio de disfrutar aquello, cuando esa palabra dolía en su pesar y en la versión más pequeña de si mismo viendo con ilusión el mundo que años después logró destruirlo.

¡¿Y esa mujer le pedía madurar?!

Los gritos cesaron, logrando dejar a su mente en paz, sumergiendolo en un blanco absoluto ajeno a cualquier confusión.

"Por fin hace su efecto" confirmó para si mismo al encontrar su cuerpo el doble de pesado que un par de minutos atrás. En segundos, el sueño pasó a primer plano mientras la realidad carecía de importancia.

HongJoong no recuerda haber cambiado su ropaje antes de quedarse dormido, mucho menos haber sido envuelto en las extensas mantas bajo él. Y aún así se encontraba con un suéter encima de una camiseta deportiva, un pijama y calcetines a juego.

Tras tomar una extensa ducha y despojar cualquier rastro de su vulnerabilidad horas atrás, caminó hasta el computador debatiéndose entre utilizarlo por conveniencia o gusto.

"El heredero Kim" pensó, ignorando la creciente comezón en su pecho.

Suspiró recordando a aquel chico en casi la misma posición que él. Había visto a WooYoung guardar apariencias, seguir al pie de la línea lo que sus padres imponían para él aunque eso signifique callar sus propios pensamientos. ¿Por qué él no podía hacer lo mismo?

Su madre se había esforzado tanto por alcanzar ese puesto, por formar una pirámide y colocarlo en la cima, y él sólo había actuado como el niño rebelde que era. Había notado las ojeras día tras día por las noches sin dormir que había pasado su madre. Antes de llenarse de lujos, ropa cara, soberbia y frialdad; aquella mujer había pasado días en hambre velando por la salud de dos niños pequeños, aunque uno no fuera suyo.

Aún le abrumaba el peso que conllevaba ser el único heredero de las empresas pertenecientes a su padre, y con ello el miedo a ser un completo fracaso. Pero en ese preciso momento no tenía a donde huir, y estaba cansado de hacerlo. Su única salida se veía reflejada en dar un giro sobre sus propios pies y aceptar el puesto que su madre le habría otorgado.

Odiaba seguir una rutina, pero allí se encontraba, creando una nueva en la cual incluya cursos de oratoria, administración de empresas y estadísticas entre un par de cursos más que nunca antes en su vida habría sabido de la existencia de estos.

"No podría ser tan malo" pensó negando en su mente las consecuencias que esto podría traer.

Las horas no negaron en congelar su tiempo, siendo casi las cuatro de la madrugada, Kim HongJoong cabeceó por última vez cediendo al sueño y al cansancio. Su mejilla reposaba sobre el cuaderno repleto de apuntes referentes a empresas o personas con acciones ya sean mínimas o de gran valor puestas en la de su padre. Un par de notas por aquí y otras por allá, lo mínimo para saber lo necesario de la verdad con quienes trabajaría.

La idea de no reconocerse a sí mismo tentaba su ultimo pensamiento antes de nublar todos aquellos que atormentaban dentro de su pequeña mente.

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Sin editar porque estoy cansada y tengo sueño uu

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