• Ambos cruzamos la línea •
Mi corazón es tuyo.
Eres tú a quien me aferro.
Sí, eso es lo que haré.
Y sé que estaba equivocado.
Pero no te defraudaré
No lo haré...
Sparks - Coldplay
[•••]
El cielo destilaba matices naranjas y rojos, pequeños arreboles vespertinos que pronto se convertirían en un gris oscuro.
SeongHwa observaba una vez más el horizonte. Contemplar las llamas sobre su coronilla le traía en mente un recuerdo.
El recuerdo de una persona.
Un peligris.
HongJoong.
El recuerdo de haberlo observado bajo los mismos aces de luz, el cigarrillo en sus finos labios, y el impulso de colocar sus manos alrededor de su cintura. En definitiva sentía más que atracción por el chico. No podría apostar con certeza que aquello sea amor, desconocía aquel sentimiento y lo encasillaba en efímero deseo de pertenencia.
Aún así mantenía la nevera repleta de su yogurt favorito, las galletas seguían intactas y había apartado de la lavadora el suéter con su aroma. Lo único que permanecía del menor consigo, o un aroma olvidado, sus gustos favoritos o sus acciones, repitiéndose en su mente como un bucle tortuoso. Pero estaba seguro que aquello no era amor. Porque principalmente él...
-Lo siento... -lamentó la persona que acababa de cortar el hilo de sus pensamientos. El chico siguió corriendo sin importar haber chocado el hombro de alguien más y casi dejarlo caer de bruces sobre el asfalto.
-Hey...-un insulto habría salido de ambos belfos rosas -¿HongJoong?
Podía ver la espalda del contrario, su manera de caminar, y su cabello platinado ondeando bajo la brisa fresca. Sus pies demandaban apuro, y chocaba con quien se le cruzara en su camino.
El corazón le dio un vuelco. De pronto sentía emoción y una extraña necesidad de sonreír a la nada absoluta.
El sentimiento de encontrar el camino de vuelta a casa. De seguir la luz al final del sendero. De abrazar el brillo resplandeciente e iluminar la oscuridad tormentosa.
SeongHwa lo supo.
Era amor.
Más que gusto, amor.
Seguiría a HongJoong incluso hacia el fondo de un acantilado. Tomaría su mano y reiría en lo más profundo de la oscuridad, porque estaba HongJoong, y HongJoong volvía hermoso todo lo que había sido destruído.
Él era su primera pieza de arte, transformando cicatrices en pinceladas de color, garabatos a perfección junto a rastros de dolor. El gris oscuro tomaba un tono azulado, y otro amarillo, y rojo, y rosa, toda una paleta de colores, un sin fin de emociones.
El peligris se detuvo, tomó aire y miró el cielo cubierto de estrellas. La noche junto al desfile escarchado había llegado más pronto de lo que pudo imaginar.
SeongHwa miró hacia la misma dirección, un dulce deleite que a penas y podía contemplar. Su visión siempre se mantuvo fija en las personas, en los objetos, en todo material y plástico. El acogedor brillo de miles de estrellas danzando ante sus ojos fue una gran sorpresa el día en que HongJoong le mostró la noche a través de su ventana. "Es agradable ver el cielo antes de dormir" había susurrado entre dormido después de haber llegado a su habitación con la manta envuelta alrededor de sus hombros. Había abrazado su cuerpo, aún cubierto de moratones, antes de contemplar el cielo y lo que consideraba su cielo.
SeongHwa avanzó un paso, y después otro, y otro, y en un par de segundos se encontraba abrazando al peligris. Ambas manos rodeando su cintura, caricias suaves sobre su camisa, un simple toque que liberó el aleteo de pequeñas mariposas revoloteando bajo su estómago.
-HongJoong -susurró, aún abrazado a su cuerpo, bajo la atenta mirada de un castaño curioso.
El menor lo apartó instantes después. Reconocía su olor, pero dudaba si aquello era causado por su mente, si era imaginación o la simple realidad.
Delicadamente alejó ambos brazos de su cintura, se alejó pocos centímetros del cuerpo fornido y observó lo que su mente no lograba confirmar.
-SeongHwa.
-Creo que tienes otros planes esta noche, Hong -el chico mostró una amigable sonrisa. Jay no entendía por qué el peligris miraba con brillos en los ojos a alguien que claramente no estaba en el mismo rango social que él.
Ah, es un cliché.
El estudiante hizo ademán de retirarse, pero un sonrojado HongJoong lo detuvo como súplica. La pequeña mano del menor se había aferrado a su antebrazo. El mayor de todos permanecía observando inquieto sin poder formular algo concreto, su mente siendo un revuelo de emociones.
-Te debo la cena -chasqueó la lengua -No puedes irte aún.
SeongHwa se sentía ajeno a la pequeña conversación que ambos comenzaban a entablar. Pensó que HongJoong no notaría su ausencia si daba media vuelta y caminaba en dirección contraria. Después de todo, no había ignorado sus mensajes y llamadas solo por olvido.
-SeongHwa.
-¿Eh?
El peligris jugueteaba con uno de sus anillos, enroscando y desenroscando un par de veces. No podía ignorar el ridículo sentimiento de querer estar más cerca del pelinegro, al final, nunca podría ignorarlo del todo. Y aunque estuvo huyendo de sus llamadas y mensajes, esperaba todas las noches por ellos, despierto ante la penumbra de sus pensamientos.
-¿Ya cenaste? -cuestionó el peligris.
-Yo... -no podría explicarle que acababa de cometer homicidio, que su hambre se veía postergada hasta nuevo día, y que solo había salido a comprar medicamento contra el insomnio.
-Vayamos a comer -propuso. -Podemos beber algo, aún es muy temprano para irte a casa.
Trató de sonar lo menos entusiasmado posible, pero su voz aguda fallaba en el intento de no mostrar interés.
Después de haber vagado por lo que parecieron veinte minutos, encontraron un pequeño puesto al aire libre, con mesas y una pequeña carpa cubriendo sobre sus coronillas. SeongHwa, sentado al lado del peligris, ordenaba lo que el menor le había indicado, soltó una Sonora risita al preguntar por qué le pedía a él que ordene. "No parezco ser mayor de edad para beber licor a altas horas de la noche"
-Por cierto, SeongHwa -con el dedo índice señaló al castaño sentado frente a ambos -Él es Jay, amigo de infancia. Jay, él es SeongHwa, es... él es...
-Amigo de uno de sus compañeros de clase -mintió, era al amigo de YunHo, la actual pareja del de ojos rasgados. Era el amigo del novio de su compañero de clases.
Qué complicado.
-Le costaba hacer amigos -el castaño observó precios, eligió el más cómodo y decidió despegar su mirada de la pequeña carta desgastada en los bordes para ordenar su pedido -cambió mucho después de un par de años.
-Sigue siendo temperamental, y odia lo picante.
-Sí -carraspeó un par de veces antes de reclinar sus codos sobre el borde de la mesa -hablemos de HongJoong como si el no estuviera aquí. También odia despertar temprano por las mañanas. Ese niño es un madrugador de primera.
El menor sonrió con ironía, el ambiente que se acababa de crear le hacía creer que entre aquellos tres no habría algo más que simple complicidad, diversión entre amigos y amante. La certeza de que aquello sería un bonito recuerdo para los adolescentes, se vio apagada a penas fue hacia el baño a lavar un poco su rostro y refrescar el rubor que se negaba a desaparecer cada vez que cruzaba miradas con SeongHwa.
-Seré sincero -el castaño se respaldó sobre la silla, cruzó sus brazos sobre su propio pecho y un par de arrugas cruzó la perfección de su entrecejo -Conozco a HongJoong y a lo loca que puede ser su madre, y entre tantas incógnitas, la más relevante es ¿Por qué tú? No podrías ser el amigo de uno de esos niños de oro, y no pareces tener la misma edad que HongJoong. ¿Quién eres en realidad?
El castaño sabía que no estaba formulando sus preguntas en orden correcto, ¿Quién? ¿Por qué? ¿Para qué? No podría formular algo concreto bajo la mirada intimidante, sin HongJoong a su lado, el aura fingida de chico bueno había desaparecido por completo. El pelinegro tenía el aspecto más oscuro y temerario que podría imaginar, ambos orbes oscuros eclipsaban cualquier pensamiento claro que tenía antes de formular las preguntas.
-No es tu problema. HongJoong parece estar cómodo con ambos a su lado, no lo arruines con tu simple curiosidad.
Curiosidad. La mente del contrario hizo clic con aquella palabra, encontró un recuerdo poco significante y reprodujo el video del peligris mostrándose cariñoso con un chico. Un pelinegro. ¡SeongHwa!
El rostro le parecía conocido, y ya encontraba la razón de aquello. No era de extrañar lo íntimos que ambos habían sido. Y si aquello significaba algo más, HongJoong y el pelinegro salían en secreto, compartían besos o incluso se acostaban. Cualquier imperfección en la vida del peligris era perfecta para arruinarlo, dejarlo en la oscuridad tal como él lo hizo hace un par de años.
-¿Ya se hicieron amigos? -una tercera voz endulzó el ambiente -Tienen estilos muy similares, no sería extraño.
-Prefiero que me llames "gánster" -observó de pies a cabeza el traje a medida del castaño, los zapatos de cuero y el bonito reloj brillando en la muñeca del contrario -Mi estilo no es aburrido ni mucho menos encasillado, no uso gel en el cabello y prefiero un par de cigarrillos antes que usar un poco de perfume caro.
-No eres la gran cosa -Jay elevó una ceja expectante, juzgando el mínimo error en la vestimenta del mayor -Aburrido es el saco que llevas puesto por sudadera y, ¿eso no huele a aromatizante de auto?
-Bien, me equivoqué -suspiró, masajeando una de sus cien.
Impresionante la manera de actuar de dos adultos, las discusiones infantiles tal cual niños de preescolar. Una comparación tras otra, miradas furtivas, brazos cruzados y una atenuante indiferencia entre ambos chicos.
La cena tardó en llegar lo mismo que ambas miradas tensas duraron en silencio. Jay terminó concentrándose en el plato de comida frente a él, devorando la carne humeante condimentada, sabía tan exquisito, lo necesario para obligarle a pedir una segunda ronda. SeongHwa controlaba la cantidad de alcohol que el menor podía consumir, bebiendo discretamente de su contenido solo para que el peligris no consuma más de lo necesario.
-Su resistencia al alcohol no ha cambiado en absoluto -Jay bebió un sorbo de su cerveza observando a un HongJoong sonrosado, más sonriente de lo normal, y con la mirada atenta del desconocido sobre él.
-Cuando tenía... doce -hipó -mamá decía que... fresa -hipó -me parecía mucho... fresas. -enfatizó la última palabra eufórico. El recuerdo de la sonrisa de una madre amorosa acobijando su embriagado corazón.
-Eres más como una cereza para mí -el castaño meditó su respuesta, asintiendo para sí mismo-una cereza temperamental. Muy gruñón a veces, muy llorón otras.
-¡Hey! -un dedo acusatorio señaló el rostro de sonrisa divertida frente a él -Tú no... tú... tú nunca me has visto llorar.
HongJoong rebuscó en su mente confusa un recuerdo similar a sus suposiciones. De pequeño pudo haber llorado todo el río Han frente a un desconocido, tan sensible y trastocado que el simple gesto de atención y afecto resultaba desembocando en lágrimas, sollozos del porqué tenía miedo a la oscuridad, a los hospitales y a la sonrisa de su pequeño hermano en sus sueños. Todo un desastre siendo una versión infantil suya.
Casi como la otra cara de la moneda. Se empeñó en levantar muros y aislar la sensibilidad, pureza, algunos recuerdos cálidos y el osito de peluche favorito que solía aferrar a su pecho cada noche al dormir. Actuar como adulto siendo apenas un adolescente había costado noches en desvela, dolores de cabeza, una sombra negra llamada depresión y un par de adicciones. Los muros crecieron y era casi imposible reconocer al pequeño de ojos brillantes, entusiasmado y apetitoso del mundo a su exterior.
Para SeongHwa no era difícil destruir aquellos muros, habían halagado innumerables veces su extraña habilidad de persuasión. El verdadero dilema se encontraba tras aquellos muros, temía con lo que se encontraría, si aquello destruiría más al peligris o ayudaría a devolverle la sonrisa que se empeñaba en recuperar.
Aquella sonrisa que le robaba el aliento y paralizaba su tiempo.
Tonto, aún no notas mis sentimientos.
No, HongJoong no había llorado frente a nadie que no sea su propio reflejo.
-Pero tienes cara de llorar cada noche en tu habitación. -otro trago cruzó la sobriedad de su sistema y un par más de botellas llegaban a su mesa.
-SeongHwa -una queja indirecta acompañado de un lindo puchero. El peligris llamaba su nombre, y no creía escuchar algo mejor en su vida que su nombre dicho por el peligris.
-Suficiente alcohol, bonito -se encargó de apartar el cristal de sus manos, ejerciendo presión al retirarla y alejándolo del alcance del menor.
-Yo... yo no... solo uno más.
-No -sonrió observando el rostro sonrojado a centímetros del suyo.
Su aliento, mostrando un ligero matiz de alcohol. Sus ojos, pequeñas medias lunas brillantes. Su cabello, una maraña grisácea. Sus labios...
...apetecibles.
-Por favor, Hwa.
-El último -sentenció colocando la pequeña copa a su disposición.
El menor bebió directamente de la botella haciendo caso omiso a SeongHwa. A penas saboreó el licor, su rostro compungido mostró disgusto casi inmediato. El mayor había memorizado sus acciones, lo siguiente sería el rechazo hacia la botella, bebiendo ligeros sorbos en la pequeña copa frente a él para terminar bebiendo de la botella otra vez, resignado a sentir la calidez descender en su garganta.
-Le dijiste lo mismo hace media hora. -Jay meneó la cabeza de lado a lado.
-Hace media hora no sonreía tanto como ahora.
-En media hora más reirá como si le hayas contado el mejor chiste. Tan predecible.
El peligris soltó una risita gutural, su mirada estudiando cada centímetro del rostro del contrario. Volvió a sonreír al encontrar interesante, atractivo y tierno el semblante de SeongHwa. Desde algunos mechones de cabello sueltos, la curvatura que formaba su cabello al caer y la pequeña abertura mostrando parte de su frente descubierta. Sus ojos, pequeñas cuencas brillantes reflejándose a sí mismo en ello. Podría verse a sí mismo observándolo.
-Hwa, hay estrellas en tus ojos. Brillan tanto y son tan bonitas -otra sonrisa. El peligris estiró su mano. Dudoso e inseguro posó la palma en la mejilla sonrosada del contrario. Su pulgar, trazando pequeños círculos sobre la piel de un SeongHwa a punto de perder la poca cordura que mantenía. -Me gustan.
Para el castaño, aquel gesto perturbada su paciencia. Se permitía ser ridículamente vulnerable y cariñoso ante un "aprovechador" pero fue indiferente con él ante más de una ocasión. Jay realmente no lo entendía.
-¿Están saliendo o algo?
-No -apresurado, SeongHwa negó no tan falsos rumores.
Rompió contacto físico con el menor arrepintiendose del acto al instante. Sus mejillas recibieron un oleaje de aire gélido, sintiéndo más frío de lo que anteriormente habría sentido. Y los ojos del menor, dejaron de observarlo solo a él. Lo que antes fue una sonrisa juguetona, se convirtió en una media luna lúgubre y nostálgica.
-Yo soy... yo no soy... no del tipo de Hwa -balbuceó tomando una pequeña dosis de licor.
-¿Y cuál es mi tipo? -el pelinegro no dejaba de mirar aquellos ojos adormecidos por el exceso de alcohol en su sistema. Sí, aquellos mismos ojos que evitaban su mirada a toda costa.
-No lo sé -otro trago -De cabello rubio. Sí. Y delgado. El chico... el de tu apartamento... ese es tu tipo ideal.
HongJoong pensó en mil y un rostros distintos, cuerpos de distinta complexión, todos ideales para SeongHwa. Él no era uno de ellos, no encajaba en lo que su mente embriagada pensaba lo que era "Ideal" para SeongHwa. Bostezó por tercera vez en la noche antes de arrebatar la botella perteneciente a Jay.
-¿Cuál chico? -con la curiosidad impulsando sus dudas, trató de encontrar alguna verdad tras lo dicho por el peligris.
Si había visto a alguien en su apartamento, significa que había ido a buscarlo. La tenue esperanza iluminando su agitado corazón, quizá HongJoong lo había extrañado tanto como para provocar una inesperada visita en su apartamento.
Imposible.
HongJoong trataba de ignorarlo, lo alejaba a varios metros de él y mantenía una fina línea entre ambos. Su HongJoong creía que la atracción entre dos personas era simple necesidad básica de la humanidad.
Imposible.
-Tu novio. Bonito. Perfecto para ti.
Pero quizá, solo quizá... no. De todos modos no permite entrar a alguien en su apartamento. YunHo no es rubio. Y solía pasar las noches de placer en cuartos de hotel, no en su habitación.
-No salgo con nadie -acomodó un mechón grisáceo de cabello tras la oreja del contrario -Y no tienes idea de lo que es perfección para mí.
-Está bien. Chist chist -su dedo índice rozando ligeramente la superficie de sus labios - No quiero... mentiras. No ahora.
-Suficiente -Jay, con el entrecejo fruncido, miró repulsivo al pelinegro -Me llevo a HongJoong, pagas la cuenta.
-No... no me iré -el pequeño peligris golpeó ligeramente la mesa. Aún no estaba ebrio, quería estarlo lo "necesario". Además, nadie le daba órdenes, ¿quién se creía Jay? Podría quedarse o irse por su propia cuenta, no necesitaba de nadie.
-Cielo, vayamos a casa. Ya bebiste suficiente.
-Bien.
Tras un prolongado suspiro de exasperación proveniente del castaño, unos billetes menos en la cuenta bancaria del mayor y la continúa discusión entre dos idiotas y un ebrio; los tres jóvenes se dirigieron al único lugar que no contaba como abuso por exceso de alcohol en un menor: "Kim's Mansion" "La casa del multimillonario inadaptado"
SeongHwa no entendía la necesidad de tener diez habitaciones en una casa cuando solo ocupaban dos, ¿acaso en las otras ocho habitaciones guardaban sustancias ilícitas? Quizá sí, o quizá pertenecían al personal laboral requerido para atender a toda una mansión.
-No tiene permitido entrar sin autorización -volvió a repetir el hombre frente a ambas puertas de madera.
HongJoong, balbuceando cualquier incoherencia sobre la espalda de SeongHwa y abrazado a su cuello como si de aquello dependiera. Jay, en su intento vano de convencer al vigilante por dejarlos pasar. Y SeongHwa, reteniendo las ganas de irrumpir en propiedad ajena con el fin de dejar dormir tranquilo al menor.
-¿Quieres que llame a su madre? ¿A SU MADRE? -Jay gesticuló una risita nasal -¿Sabes lo demente que es esa mujer? Podrías perder tu trabajo solo por interrumpir lo que sea que hagan los ricos a la mitad de la noche.
El hombre uniformado relajó la postura al corroborar la información que el niño frente a él le había detallado. Se apartó de la puerta al recibir órdenes tras el intercomunicador dando pase libre al interior.
-Los señores Kim volverán por la mañana, ambos tienen permitido pasar la noche dentro. También dijo que hay helado en la nevera.
SeongHwa ignoró las palabras del hombre, siguió a Jay escaleras arriba y tras esquivar un par de pasillos, la habitación del menor estaba frente a ellos. Entró detrás del castaño, recostó al menor sobre la cama y se aseguró de brindarle comodidad. Zapatos fuera al igual que la corbata azulino, cinturón desabrochado y la manta sobre su cuerpo delgado.
-Me iré, me esperan en casa -suspiró aún reclinado sobre el marco de la puerta. -Tiene clases mañana, no hagas que falte.
SeongHwa ignoró a la perfección las palabras del castaño, siguió arropando a HongJoong incluso después de escuchar un "Imbécil" a susurros y los zapatos alejándose de la habitación.
La manera en la que el menor estiraba sus brazos y formaba pequeños puños con sus manos le recordó a un pequeño gatito. Uno que necesitaba de delicados cuidados y caricias constantes. Uno que aruñaba a cualquiera que se le acercara demasiado pero que anhelaba el sentimiento de tener "dueño" y pertenecer a un simple hogar. Un gatito solitario.
SeongHwa apartó la mirada un segundo después de darse cuenta lo involucrado que estaba su corazón en permanecer cerca del menor.
Solo así pudo percatarse de la habitación y del tamaño de ésta. Bien podría ser todo el apartamento en el que él vivía, incluso la habitación parecía tener mayor área.
Pero algo en ese espacio le parecía lejano a lo que logró conocer de la antigua habitación de HongJoong.
La primera vez que lo conoció y tuvo que llevarlo al apartamento que compartía con MinGi, esta tenía su inicial en la puerta de su habitación, pósters y fotografías artísticas hechas por él mismo, un color peculiar en las paredes y aromatizante a flores silvestres. Su nueva habitación solo tenía paredes blancas, libros ordenados por tamaño, sábanas blancas y más blanco en las paredes.
-¿Mamá? -HongJoong susurró, absorto en sus sueños y perdido en su inconsciencia.
-Mejor que eso -volvió a posar la atención en el menor, reclinandose sobre la cama junto a él. Unas cuantas caricias sobre su rostro antes de despertarlo por completo -Soy SeongHwa.
-¿El idiota que parece gángster? Oh sí, SeongHwa -murmuró alejando la mano del mayor de su mejilla sonrosada.
-Te prefirio ebrio.
-Aún lo estoy.
No mentía al decirlo, el dormir le había quitado gran peso de los efectos de beber alcohol sin tener resistencia a solo un trago. Una mínima parte seguía en su sistema. No tartamudeaba ni arrastraba las palabras al hablar, pero tenía ese extraño sentimiento de absoluta despreocupación. Casi como si aquello...
-No tanto como para un beso ¿Verdad?
-Suficiente para solo uno.
...le diera valentía.
Lo pensaba, no lo analizaba, lo hacía.
Sin frenéticas voces oprimiendo sus sentimientos, el peligris juntó sus labios con los sedosos del contrario. Un simple toque, tan ligero como la brisa removiendo su cabello, como una melodía siendo escuchada por primera vez.
Tenía la vaga sensación de estar haciendo lo correcto, de estar besando a la persona correcta, en el momento correcto, justo a tiempo. Pero su fantasía se vio desecha por la fría realidad. A SeongHwa no le había gustado. Se había alejado de él.
Fue imprudente. Debió callarlo. Hubiera preferido dormir un rato más. No podría gustarle. Allí estaban la voces otra vez, una a una rompiendo en elegantes pedazos un ya roto corazón.
Cubrió sus ojos acuosos con el antebrazo y esperó a estar solo en su habitación, acurrucado en la soledad de sus pensamientos.
-Es una cama demasiado grande para uno solo -susurró la voz cerca a él.
SeongHwa había dejado de respirar en el momento exacto en el que HongJoong lo había besado, demasiado sorprendido y demasiado emocionado como para seguirle el ritmo. Y su ritmo no constaba de un simple roce. Además, la puerta seguía abierta. Sí, le gustaba HongJoong pero debía cerrar la puerta. Y la ventana también. Pero el beso...
Que rápido acabas con mi cordura.
Se separó del peligris solo para cerrar la puerta y colocarle el seguro antes de volver a la cama de dos plazas a más.
-Tú... creí que te habías ido.
-Sigues sin conocerme, Kim HongJoong.
Su cuerpo se inclinó por sobre el suyo, apoyando el peso en sus rodillas lo suficiente como para sentirse cómodo en esa posición. Una de sus manos se aventuró a acariciar la cintura del menor mientras que con la otra estudiaba cada curvatura de sus labios. Su dedo pulgar contorneaba la superficie deleitandose con la suavidad que estos brindaban.
-Creo que te conozco más de lo que debería, Se...
Lo último siendo interrumpido por un beso, como los clichés acostumbraban a hacer.
SeongHwa no dudó ni un segundos en besar los labios del menor. Cerezas y alcohol, insaciable como su amor.
El pelinegro trató de memorizar cada pequeño detalle del beso, desde un suspiro ahogado hasta las manos juguetonas de HongJoong alrededor de su cuello. El respirar agitado, su sonrisa por sobre el beso y los ligeros picos que le daba cada vez que trataba de recuperar el aire que le faltaba.
-No puedo alejarme de ti, no quiero y no puedo. ¿No sientes lo mismo tú?
HongJoong ignoró la mirada de súplica junto a la interrogante de su joven amante. Besó al pelinegro invirtiendo posiciones, ahora él se encontraba a horcajadas del contrario. Cambió de objetivo al sentir poco suficiente sus labios. Bajó por su mandíbula hasta depositar ligeros besos sobre su cuello, besos que se convirtieron en chupones y en marcas color carmesí, demasiado bonitas para el menor. Quería más.
Sus manos, ahora bajo la camiseta de SeongHwa, luchaban por deshacerse de la tela incómoda y dejar mayor libertad para el menor. Casi ahoga un suspiro al ver como SeongHwa se deshacía de la prenda él mismo.
Un beso bajo su clavícula y uno más sobre sus pectorales. La idea de tener bajo su control al mayor le impulsaba a llevar más lejos su lujuria.
-Cielo... -otra frase disuelta en el aire.
El peligris había succionado uno de sus pezones, jugueteando con su lengua, subiendo y bajando una y otra vez sobre la piel sensible. SeongHwa jadeaba cada vez más fuerte, flaqueando contra la poca resistencia que guardaba contra el menor.
-HongJoong... Dios... -jadeó mordiendo su labio y reprimiendo uno que otro gemido.
El menor continuó su recorrido, besando su abdomen, succionando y marcando la piel blanquecina del contrario. Justo por encima de su zona baja, centímetros de perder por completo la cordura. Beso tras beso. Hasta que cesaron.
Ambos sabían que no debían llevarlo demasiado lejos, pero HongJoong realmente lo anhelaba. Se sentía bien teniendo el control, aun sí sabía que no sería por mucho tiempo.
Volvió de retorno a los labios carnosos del mayor. El mismo ritmo, una beso más feroz que el otro. SeongHwa jugueteaba con su lengua dentro de la concavidad del menor, mordía su labio inferior y acaricibia la parte baja de su abdomen.
HongJoong perdió la noción del tiempo, sus labios se sentían más grandes de lo normal y su ojos volvían a estar pesados.
El ritmo de su calentura bajó. Depósito dulces besos sobre los labios de SeongHwa, se aferró a su cintura abrazándose a ella para minutos después sumirse en el mundo de los sueños.
El mayor sonrió satisfecho, podría pasar horas besando a HongJoong y aún así no cansarse del acto. Pero su pequeño parecía agotado en energías. Miró con ternura los ojos adormilados de HongJoong antes que este reclinara su cabeza sobre su pecho y lo abrazara como si de un peluche se tratara.
Acarició su cabello y entre delicados toques ambos disfrutaron de dormir sin pensar en un mañana. La luz de la luna colándose por las cortinas que difícilmente lograban cubrirlos de la fría noche en DaeGu.
"Ojalá nunca hubieras roto esos muros. Nos extraño."
°•●•°•●•°•●•°•●•°•●•°
Ya volví ^^
Recompensa con cap de 4k a más palabras + beso seongjoong por no actualizar
Tysm por las 500 lecturas, se aprecia mucho uvu
Y sí, termina mal, por eso la pequeña frase del final <\3
Cualquier error se corrige algún día
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