6. Oikawa Tooru [Haikyuu]
Si una palabra pudiera describir a Oikawa era persistente, en todos los aspectos de su vida el chico trabaja duro por conseguir todo lo que se proponía, obteniéndolo en la gran mayoría de los casos.
Las mejores notas, su puesto como capitán y todas las victorias que le había traído a su equipo, todo parecía ir siempre cuesta arriba, a los ojos de los demás, con muchísima facilidad. Parecía que no había nada que él no pudiera alcanzar, pero había alguien a quien nunca pudo llegar.
Desde pequeño, Tooru nunca estuvo solo, desde que tenía memoria tenía a sus otros dos mosqueteros, sus más fieles compañeros de vida quienes habían sido parte fundamental de todo su éxito. Quién sabe si él siquiera hubiese intentado el voleibol de no ser por Hajime y Reiko.
Era muy común en los grupos de tres amigos, estaba quien trataba de no meterlos en problemas, el que los metía en problemas y quien los sacaba de los problemas, y Oikawa nunca fue ni el primero ni el tercero. Iwaizumi siempre lo decía; de no ser por ellos, él habría terminado muerto o arrestado seguramente por una tontería, cualquiera de los dos.
Estaban juntos todo el tiempo, desde niños cuando obligaban a Reiko para acompañarlos a cazar insectos hasta adolescentes cuando obligaban a Reiko para acompañarlos siendo mánager. A pesar de fastidiarlos tanto y fingir odiar su compañía constante, ella adoraba a sus chicos mucho más de lo que algún día admitiría.
"―Tengo un dolor de cabeza que va y viene ―diría, girándose para ver al sonriente castaño―, tú eres ese dolor de cabeza"
Pero, así como habían pasado los mejores momentos juntos, también habría que hablar de aquellas escenas amargas que eran recordadas con nostalgia. Los torneos perdidos, todas las derrotas por las que habían pasado, las recurrentes peleas entre ellos cuando sus personalidades y caracteres tan fuertes chocaban entre sí.
Era normal, siempre se lo repetían a ellos mismos, sería extraño y casi aburrido tener una amistad donde todo fuera color de rosas, sin alguna que otra discusión para avivar el ambiente. También estaba de más decir que la mayoría empezaban por Tooru.
Con los años su amistad siempre había sido igual, con sus altas y sus bajas, pero igual, al fin y al cabo. Reiko nunca estaba sin Iwaizumi, Iwaizumi nunca estaba sin Oikawa y Oikawa nunca estaba sin Reiko. Eran, como el capitán solía decir, "una oferta de lleve 3 y pague 2, pero de productos caros, de los premium".
No obstante y lamentablemente habían tenido que sufrir la tan temida separación, temporal, que los tres sabían que llegaría. Con sueños, metas y destinos diferentes, era de esperar que acabaran yéndose por camino diferentes.
Tan solo de forma física porque en cariño parecían quererse cada vez más.
Las salidas al centro comercial ahora eran compartidas por selfies en las tiendas y sus visitas a la cafetería ahora se hacían a través de videollamada. A pesar de las diferencias entre los horarios de Argentina, Irlanda y Japón, los tres adultos jóvenes habían aprendido a sobrellevar las dificultados y seguir en tanta comunicación como antes, aunque a veces significara sacrificar las horas de descanso de Hajime.
"―En serio los amo muy en el fondo, pero si ustedes vuelven a llamarme a esta hora, voy a bloquearlos a ambos ―gruñó aún recostado en su litera mientras los otros dos reían al otro lado de la pantalla"
Era la amistad perfecta aún con todos sus defectos, era el prototipo, la meta de cualquiera que tuviera amigos, ¿qué más pedir? Compañeros de vida, hombros donde llorar y los mayores confidentes que podrían tener...
―Claro que... Me hubiese gustado un poco más de confianza y no enterarme de que estaban saliendo luego de tres meses que empezaran ―dijo el castaño, haciendo sonrojar a la pareja de recién casados sentados en la mesa junto a él―. Digo, también me lo esperaba un poco luego de escucharlos a ambos desahogando sus sentimientos mutuos con su único amigo.
Los invitados de la boda soltaron una pequeña risa, escuchándose de fondo una queja de un antiguo compañero en Seijoh.
Por fuera, Oikawa sonreía y recitaba con total fluidez el discurso que le correspondía como padrino de la boda, sosteniendo la copa en una de sus manos y con la otra el micrófono, siendo esta una buena distracción hasta para él mismo del horrible temblor de sus manos.
A cada tanto daba largos tragos al champagne, haciéndole un poco más fácil seguir hablando sin que la gente notara el gran nudo en su garganta.
―Antes de terminar con este hermoso monólogo para dejarlos con una sesión de llanto con nuestra dama de honor preferida ―de nuevo bromeó escuchando las risas de los invitados y recibiendo un dedo del medio de parte de la aludida―, quisiera ponerme serio un momento y decir que de verdad estoy extremadamente feliz de verlos por fin casándose, se habían tardado demasiado.
Ahora se había girado hacia ellos en específico, siendo recibido por sus sonrientes mejores amigos, temblando un poco cuando notó a la chica secando su llanto con cuidado. Ya lo regañaría luego por arruinar su maquillaje.
Ella se veía tan hermosa.
―Saben que son probablemente de las personas más importantes en mi vida, y escúchenlo bien porque no lo repetiré, y saben que también soy la persona más orgullosa por ver hasta donde hemos llegado, hasta donde han llegado. ―Los "Aww" de la gente no se hicieron esperar al notar los ojos de Oikawa llenándose de lágrimas― Y deseo desde el fondo de mi corazón que se me permita seguir siendo parte de sus vidas, seguir estando ahí cuando empiecen a tener bebés, cuando ellos empiecen a ir al jardín infantil y todo. Saben que tengo material para ser el tío soltero, guapo y con dinero.
>>Ya no quiero quitarles más tiempo porque saben que si me lo permiten, yo hablaría por horas, así que solo les recuerdo lo tantísimo que los quiero a ambos y lo feliz que deseo que sean, con o sin mí.
Con aplausos de fondo, Tooru apretó nuevamente la boca callando un sollozo que amenazó con abandonar sus labios en el momento que Reiko corrió hacia él para fundirse en un estrecho abrazo, rodeando con cuidado, pero con fuerza su cintura cubierta por la delicada tela blanca de su vestido. Se encorvó un poco a la vez que encorvaba para esconder su rostro en la curvatura de su cuello, disculpándose por llenar esta zona con sus lágrimas.
―Sigues siendo todo un bebé llorón ―dice ahora Hajime, poniéndose entre su amigo y la vista del resto de la gente, teniendo aún la voluntad de cubrirlo en su estado. Ya se encargaría él de molestarlo.
Sin pensarlo dos veces, soltó a la fémina y abrazó ahora a Iwaizumi―. Cuídala, ¿me oyes? Cuídala muy bien.
―No, tú óyeme, nosotros nos cuidamos entre todos, los tres ―reafirmó palmeando su espalda suavemente―. No vas a desaparecer mágicamente de nuestras vidas así que deja de hablar como si fueras a morir.
[...]
La recepción estaba a punto de llegar a su fin, el ánimo estaba por los cielos mientras los invitados disfrutaban de todo el ambiente. La gente bailaba, bebía y comía sin pensar en nada más y sin notar como repentinamente tanto el novio como el padrino se alejaban de la gente para quedarse sentados en una esquina del salón, disfrutando de unas botellas de sake en la espera de la conversación que sabían que se avecinaba.
Ambos veían con una sonrisa a Reiko quien bailaba a carcajadas con Hanamaki en el centro de la pista de baile.
―Mejor prepárate para pasar la noche masajeando sus pies, tener esos tacones todo el día le traerán consecuencias ―habló Oikawa antes de dar otro trago a la botella.
― ¿Por qué crees que me volví entrenador? ―Responde girándose hacia él aún con media sonrisa en su rostro, un poco por el efecto del alcohol― Con una amiga con problemas en los huesos y un amigo con una rodilla de anciano, siempre supe que tenía que hacer algo por ellos.
―Eres muy malo, Iwa-chan ―lloriqueó haciéndolo reír para empujar su hombro―. Igual a Rei-chan siempre le gustaron más mis masajes que los tuyos.
―Entonces ven con nosotros a la luna de miel y te encargas tú.
―No me lo digas tan serio o de verdad me lo creeré y créeme tú cuando te digo que los odiaré si tienen sexo en la habitación junto a la mía ―se quejó, hablando extremadamente rápido por la mezcla del sake y los nervios.
Estirando las piernas para subirlas a una silla frente a él, Hajime tan solo tomó lo que quedaba de su bebida―. Entonces te buscamos una habitación lejos a la nuestra.
Notando su ceño fruncido y un puchero en sus labios, supo que el castaño ya se había puesto celoso y aquello no hacía más que divertirle.
Lo empujó aun bromeando para calmar un poco a su dramático amigo antes de irse con la excusa de buscar más bebida, yéndose al mismo tiempo que la mujer con el bello vestido blanco se acercaba a su dirección, deteniéndose solo un segundo para intercambiar un pico con esta.
― ¿Qué sucede, llegaste a tu límite de alcohol, Trashykawa? ―Se mofó, sentándose a su lado mientras chocaba su hombro con el suyo juguetonamente.
―Claro que no, sabes que soy la persona con el aguante más alto para el alcohol.
―Me temo que difiero, por allá tenemos a Matsukawa que parece que lleva tres vasos de limonada. ―Los dos giraron para ver al pelinegro coqueteando alegremente con una de las amigas irlandesas de la novia― ¿Ahora sí me dirás qué sucede?
Se llevó la botella a los labios para callarse a sí mismo mientras tomaba, evadiendo el interrogatorio de parte de la fémina ya que esta sí que iría directo al grano con él. Al menos cuando se trataba de Oikawa, ambos eran bastante francos.
No pudo evitar soltar una risita al sentir la barbilla de Reiko apoyándose sobre su hombro para examinarlo más de cerca, sabiendo mejor que nadie que si el castaño tenía algún problema, sería él mismo quien terminara contándoselo.
―Es tu gran día, ¿por qué tienes que preocuparte por mí? ―Quejándose reclina su cabeza hacia adelante, cerrando los ojos cuando chocó la frente un poco fuerte contra la suya.
―Porque eres uno de mis chicos, claro que tengo que preocuparme si te pasa algo ―asegura alejándose de él con una sonrisa a pesar del golpe.
Claro, ella siempre había llamado a los miembros del club "sus chicos", desde el mayor de estos, hasta el más joven de primer año.
Apretó los labios cuando Reiko tomó entre sus manos su mano libre para empezar a juguetear con sus dedos, haciéndolo suspirar cuando sentía el frío metal del nuevo anillo que adornaba su dedo anular.
―Hay algo que te molesta, dímelo~ ―tarareó sujetando ahora con fuerza su mano y sacudiendo esta.
―Por supuesto que algo me molesta, mis dos mejores amigos acaban de casarse y ya no tendrán tanto tiempo para mí como antes ―soltó casi en el mismo tono que ella dando a entender que se trataba de otro de sus falsos e infantiles berrinches.
Solo que esta vez no era muy falso que digamos.
Continuando ahora con su "broma", soltó quien-sabe-a-donde la botella de sake para estrechar entre sus brazos a la mujer haciendo que su rostro quedara pegado a su pecho. A la mierda ahora sí con su maquillaje.
Mientras esta tan solo se echaba a reír, Oikawa hablaba sin parar sobre lo mucho que la extrañaría si lo dejaban de lado.
―Vente con nosotros a la luna de miel si no quieres echarnos de menos, será divertido ―bromeó una vez que fue liberada haciendo que este tan solo jadeara.
―Eso fue lo que yo le dije, pero no quiso ―dijo el novio, llegando ahora con tres botellas y sentándose junto a su esposa para entregarles las suyas.
― ¿Por qué insisten en que me vaya con ustedes? ―se lamentó dejando caer el codo sobre su rodilla y la mejilla sobre su palma.
―Eres tú quien insiste en que lo dejaremos de lado, ¿quién te entiende entonces?
Pasando la mirada de Hajime a Tooru, la mujer sujetó nuevamente su mano, pero ahora entrelazando sus dedos ganándose la mirada de este sobre la unión de estas. Un gesto tan cotidiano en ellos con la diferencia que ahora había un hermoso anillo de matrimonio adornando su mano, ya no había un anillo de caramelo que el castaño le había regalado cuando jugaban a casarse de niños.
Siempre eran ellos quienes se casaban e Iwaizumi era el sacerdote, ¿cuándo eso había cambiado?
Con el agarre de sus manos, Reiko se puso de pie trayendo consigo a su buen amigo, empezando a caminar fuera del salón siendo seguidos por el tercero. Ninguno hablaba, pero el único que parecía nervioso era Oikawa y aquello le asustaba.
Quizás su actitud infantil finalmente les había cansado lo suficiente como para hablarlo en serio, quizás ellos estaban molestos...
― ¿A dónde vamos? ―Se atrevió a preguntar cuando el frío nocturno chocó contra su rostro al salir al gran estacionamiento del lugar.
―Nosotros a tomar un yate para nuestra luna de miel ―responde el hombre con una sonrisa cómplice junto a su ahora esposa.
Ella, que aún no había soltado a Tooru, asintió con la cabeza riendo por lo bajo cuando lo sintió apretar el agarre en su mano. De esta forma llegaron hasta el convertible que habían rentado ya que su auto no lo dejarían tanto tiempo en el puerto.
Esto olía demasiado a una despedida para el gusto de Oikawa.
―No te preocupes porque no nos despidamos de los demás, Matsu ya sabe qué hacer con los invitados ―dijo Iwa como si le leyera la mente, rodeando el vehículo hacia el lado del piloto―. Aún puedes quedarte y disfrutar del resto de la noche si quieres.
―Sin ustedes sería aburrido, la verdad ―confesó restándole importancia al asunto cosa que solo hizo reír a su amigo mientras subía al vehículo.
Ahora solo eran ellos dos, metafóricamente hablando, lo que hizo temblar de nervios al castaño. No por mucho tiempo ya que Reiko no le dio siquiera tiempo de pensarlo cuando se lanzó sobre él para abrazarlo, teniendo que estirarse ya que ni con los tacones que usaba podía llegar a la altura de su amigo.
A pesar del horrible frío que le erizaba la piel, la mujer se sintió completamente cálida cuando este la abrazó de regreso con mucha más fuerza que ella, consiguiendo alzarla leve del suelo mientras la cargaba por la cintura.
―No se diviertan mucho sin mí ―susurra haciéndola soltar una carcajada mientras decía de la misma forma un "lo prometo".
Y fue entonces cuando el momento de la despedida llegó. Quizás era un poco exagerado ya que los recién casados solo se irían por poco más de dos semanas, no era como si de la nada se mudaran al otro lado del mundo, pero Oikawa Tooru era un dramático de mucho cuidado.
Al romper el abrazo ellos aún se mantenían tomados de las manos, cada uno luciendo como si tomara valentía para hacer algo, solo que fue Reiko quien lo consiguió.
Luego de una minúscula sonrisa, la mujer subió las manos hacia los costados de su rostro para atraerlo a ella y estrellar sus labios torpemente con los suyos. Un pico, un simple y tosco beso impregnado al sabor típico del sake.
―Adiós, Tooru ―musitó, dejando otro besito en la mejilla del atontado Oikawa el cual quedó boquiabierto sobre todo cuando notó la risa de diversión de Hajime.
Fue imposible para él formular palabra alguna, se sentía como todo un tonto y debía verse como tal mientras abría y cerraba la boca cuando las palabras no abandonaban su garganta.
Con cuidado de no dañar su preciado vestido, Reiko por fin se subió al auto luego de que su esposo encendiera el motor del mismo, apoyándose en la puerta del convertible para echarse otro vistazo al castaño.
―Oye, Oikawa, si algún día nos llama la atención eso de la poligamia, ¿te casarían tú también conmigo?
La pregunta retumbó en la cabeza del pobre hombre, quien entre incrédulo y atónico solo llegó a verlos nuevamente notando un guiño de su parte antes de que Hajime pusiera en marcha el vehículo y lo dejaran solo.
Ahí, de pie, solo, confundido y aun saboreando los labios de Reiko sobre los suyos, Oikawa Tooru creyó volverse loco y se echó a reír cuando analizó nuevamente la proposición de la mujer, llevándose la mano a la mejilla donde aún sin saberlo esta había dejado una llamativa mancha roja de labial.
Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras aún reía, sabía que se estaba volviendo un completo desastre, ella siempre parecía querer volverlo loco y parecía que por fin lo había conseguido.
―Sí, si algún día llega a pasar, me fascinaría casarme contigo, Rei-chan.
Reiko麗子: Niña bonita
Hola, bebés, espero que estén muy bien.
No había actualizado estos días por un problema que estaba resolviendo en el trabajo, pero ya estoy aquí nuevamente así que probablemente actualice un día sí y un día no. ¿Qué les parece?
También les recuerdo que estaré mas que encantada de recibir y llevar a cabo sus pedidos. Sin más que informar, me despido.
¡Hasta la próxima, mis bellezas!
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