4. Fushiguro Toji [Jujutsu Kaisen]
La jornada laboral en el Mizuho Financial Group empezaba bien temprano en la mañana, el gran edificio lleno de gente parecía cuanto menos movido a penas el sol se alzaba en el cielo, aunque esto no era nada en comparación a cuando ella llegaba.
En el momento que aquella Toyota Land Cruiser se estacionaba frente al edificio, esa era la más claras de las señales: "Si no estás trabajando, empieza ahora mismo. Si ya estás trabajando, trabaja más duro". Nadie podría permitirse dejarse ver desocupado cuando ella pasara cerca.
Respetada y a veces temida por mucho de los trabajadores, la mujer imponía un aura de grandeza en cada paso que daba en sus brillantes tacones negros con la suela roja.
―Buen día, señor Takahashi ―saludó al señor mayor al momento de bajar de la camioneta y entregarle las llaves al joven para que la estacionara.
―Buen día, señora Spencer ―dice de regreso luego de cerrar la puerta, haciendo una inclinación bastante pronunciada frente a la gerente general.
―Señorita, por favor ―le rectifica con una risita ante su gran respeto.
Diana Spencer, una rubia bellísima con los genes ingleses y japoneses mezclados en un precioso ejemplar de mujer, y eso solo hablando de su físico. Extranjera criada en el país nipon, con una gran experiencia dentro del Grupo Mizuho, empezando desde abajo como una simple cajera en el banco, subiendo hasta el punto de ganarse bien merecido el puesto de Gerente General.
A pesar de su corta edad, en comparación con los altos mandos de la organización, seguía contando con el respeto de todos sus trabajadores.
―Hola, Maki-chan ―canturrea al verse sola con la joven al entrar a su oficina, siendo recibida por la chica extendiendo el café matutino hacia ella―. ¿Con qué empezaremos hoy?
―Hoy tiene la reunión con la junta del Grupo Financiero Mitsubishi UFJ, están las revisiones de las últimas reformas y, por último, en serio tiene que resolver el problema de su seguridad, jefa.
Sentada en su gran y cómodo asiento, la rubia asintió mientras sorbía el café, removiendo varios papeles sobre el escritorio.
Alzó por fin la mirada para ver a la peli verde, asintiendo para por fin recibir el montón de papeles que hasta entonces cargaba entre sus manos; una serie de agencias de seguridad privada.
Suspiró mientras se frotaba las cienes, ojalá volver en el tiempo y no comentarle a nadie sobre aquel "tonto" incidente. Ella estaba demasiado ocupada como para preocuparse del misterioso auto que parecía seguirla a cada lugar a donde iba, ¡si hubiesen querido herirla ya lo habrían hecho... ¿Verdad?
―Yo en serio no quiero contratar a una agencia privada, uno nunca sabe que contactos o relaciones tienen y es demasiado frustrante investigar a fondo cada una de ellas ―se quejó, dejando de lado su actitud de jefa ante la confianza con la joven―. Esos escoltas y detectives privados no me generan mucha confianza.
―Sabe que los jefes van a conseguirle un guardaespalda si usted no lo hace ―comenta causando así otra queja de la mujer.
A decir verdad, ella ya se esperaba aquella medida, era la única de los mayores cargos que no contaba con protección personal, ni siquiera había aceptado un chofer de parte de la compañía. Mientras tuviera la capacidad física de conducir, pues lo haría.
Seguía sin agradarle la idea de una persona random siguiéndola de aquí para allá, a cada momento del día en cualquier lugar donde se dirigiera. Perdería toda la privacidad y aún no estaba dispuesta a eso.
―Si consigo a alguien por mi cuenta que ya conozca previamente, ¿crees que lo consideren poco profesional? ―Dirigió la mirada a la Zenin por unos segundos viéndola asentir apretando los labios.
Trató entonces de ocuparse en otra cosa, hasta el momento su táctica de olvidar el asunto le había servido bastante bien, dejar pasar unos días más tampoco harían daño.
Claro que, su asistente no pensaba lo mismo.
―Jefa Diana, disculpe si peco de imprudente, pero creo que tengo una opción para usted ―dijo, ganándose nuevamente la atención de la rubia quien le pidió seguir hablando―. Hay alguien, es un primo, que sería muy bueno para este trabajo.
― ¿Tiene experiencia en seguridad?
―Él era policía hasta hace muy poco ―explica logrando solo acrecentar la curiosidad en la mayor―. De verdad lo recomiendo para el empleo, si es que así lo quiere, confío totalmente en él.
Y de esa forma Diana concertó una entrevista personal con el dichoso primo de su querida asistente.
Rogaba que aquello funcionara o tendría que llegar a lo que más odiaba: ceder ante sus jefes.
[...]
Todo lucía como un completo desastre para Maki ahora, vaya que tuvo que rogarle al hombre para siquiera aceptar la entrevista, pero no pensaba que realmente se presentara como un completo pordiosero a la oficina de su jefa.
La pobre chica se mordía la lengua para no ponerse a gritarle ahí mismo en presencia de la rubia, claro que esto fue imposible ya que la misma, unos momentos luego de escudriñar con la mirada al hombre, le pidió amablemente que abandonara el lugar para dar inicio a la entrevista.
―Entonces, ¿cómo me dijo que se llamaba?
―Fushiguro Toji ―dice casi aburrido mientras hacía el esfuerzo de mirarla a los ojos.
― ¿Fushiguro? Me imaginé que sería Zenin como Maki-chan ―comentó, inclinándose hacia adelante.
―Es el apellido de mi esposa. ― "Joder, no está disponible"
Con esta nueva información, volvió a escanearlo con la mirada para fijarse ahora en la... peculiar vestimenta que usaba aquel pelinegro, bastante atípica para una entrevista laboral.
Teniendo en cuenta que anteriormente había sido policía ―que todavía faltaba averiguar por qué ya no lo era―, Diana se esperaba algo más formal que un ancho pantalón blanco con una simple camiseta negra. Que no se quejaba, le quedaba bastante bien.
―Interesante vestimenta para una entrevista, señor Fushiguro.
―Hasta donde tengo entendido no seré un banquerucho de cuarta, ¿Por qué vestirme como pingüino? ―Masculló rodando los ojos groseramente.
―Nunca dije nada de traje formal ni tampoco critiqué lo que vestía, solo dije que era interesante ―se burló luego de aceptar que aquella no sería una típica entrevista laboral, ¿por qué no divertirse un poco? ―. Su actitud tampoco demuestra mucho que quiera estar aquí.
―No quiero estar aquí.
― ¿Entonces porque estamos aquí perdiendo el tiempo?
La pregunta consiguió dejar mudo al hombre por unos segundos, bajando la mirada hasta la superficie de madera, dejando notar la forma en la que sus facciones se endurecieron en ese momento.
Alzó entonces el rostro nuevamente para verla fijo a los ojos―. No quiero este empleo, yo necesito este empleo, pero no voy a rogarle ni a explicarle porqué tiene que contratarme. Si quiere hacerlo, hágalo, si no pues iré de regreso a mi casa.
Viendo al pelinegro ponerse de pie de forma brusca y dirigirse hacia la puerta, pero justo cuando estuvo a punto de tomar la manilla, la voz de la fémina lo detuvo.
―Empieza hoy mismo, señor Fushiguro. ―Se quedó de pie frente a la puerta, girándose para ver si había escuchado bien― Lo único que le pediré es que cambie su ropa, créame, no por mí sino por mis jefes. Tan solo póngase algo que no sea un pantalón de maternidad y estaremos bien.
[...]
Dentro de aquel ascensor, Diana se sentía como si diez años se hubieran restado de su edad, internamente parecía toda una adolescente de diecinueve años toda risueña por su enamoramiento con el chico de último año de la facultad. No porque ella estuviera enamorada ni mucho menos, pero no podía evitar reír por lo bajo mientras caminaba detrás de Toji, cubriéndose la boca para que este no se molestara luego de detenerse ya que caminaba sin siquiera saber hacia dónde se dirigía.
Le había dejado irse a casa para volver a encontrarse a la hora de la reunión con la junta del grupo UFJ y debía admitir que se veía jodidamente bien con tan solo cambiar aquel pantalón blanco por unos simples vaqueros.
― ¿Por qué tantos jodidos pasillos? ―Masculló, ganándose otro golpe por parte de su prima que tan solo logró hacer reír a la rubia. Tan solo los había visto juntos por un rato y ya amaba su divertida relación.
―Será bueno que recuerde el camino, señor Fushiguro, venimos muy a menudo a este edificio. ―Aprovechó el pequeño lapsus mental del hombre para adelantar a ambos, viendo que al final del pasillo estaba su destino; la sala de reunión.
Mientras caminaba un fugaz pensamiento surgió por su mente haciéndola sonreír: quizás tener un guardaespaldas no sería tan malo al final.
[...]
Bueno, al parecer si sería un poco malo, al fin y al cabo.
Diana nunca en su vida, ni en sus sueños más locos, hubiese imaginado que llegaría el día que rezaría por su bienestar, sujetándose del cinturón de seguridad como si su vida dependiera de ello mientras su auto, su precioso bebé, era conducido por un expolicia que manejaba como si persiguiera al auto del Capo.
―Toji, no sé si lo olvidaste, pero ya no conduces una patrulla con luces, la verdadera policía podría detenernos por exceso de velocidad ―dijo con un notable temblor en la voz, tragando saliva sonoramente.
―Dijiste que este evento es importante y la reunión de la junta se alargó, es mi trabajo resolverlo y hacer que llegues a tiempo ―responde sin más, aun manejando con total tranquilidad a pesar del claxon de los demás autos a su alrededor.
No pudo evitar sonreír enternecida ante sus, a su manera, cálidas palabras. En realidad, lo que había dicho era que aquel evento era la graduación de una de sus sobrinas, claro que era importante para ella estar ahí, pero nunca se lo había comentado a su ahora también chofer.
Habían pasado varios meses desde que Fushiguro Toji había empezado a trabajar para ella, al principio era más que evidentes los roces entre ambos, mejor dicho, los roces del pelinegro con cualquiera con quien se cruzara dentro del trabajo. Claro que estos meses, viéndose día a día fue suficiente para hacer que más que una relación cordial se creara entre ellos.
Él nunca lo admitiría, pero se habían vuelto buenos amigos.
― ¿Por eso te vestiste tan elegante, para salir lindo en las fotos familiares de los Spencer? ―Bromeó aligerando el ambiente al estar cada vez más cerca del lugar del evento.
Un escalofrío recorrió su espira dorsal al notar como Toji le enviaba una mala mirada a través del espejo retrovisor para luego solo negar con la cabeza, casi ignorando su burla.
De esta forma, con la rubia bromeando y el pelinegro conduciendo como loco, llegaron al lugar donde con algo de dificultad consiguió un buen lugar para estacionar el auto, gruñendo sobre lo mal que estacionaba la gente mientras abría la puerta para su jefa.
― ¡Tía! ―La aguda voz de la niña hizo que el hombre apretara los ojos por un segundo, antes de ver a una mini Diana corriendo hacia la Diana original.
"¿Ella le dijo tía? Gracias a Dios que solo es su tía".
―Hola, bebé ―saludó con emoción a la nena mientras la abrazaba con cuidado de no arruinar el bello peinado que probablemente haya hecho su madre.
Fushiguro se mantuvo al margen, quedándose a varios metros de la reunión de los extranjeros. Ella, a diferencia de él, hablaba muchísimo de ella misma y de su familia, se notaba que los amaba con el alma y casi podría identificar a cada uno de sus familiares por las detalladas descripciones que había contado de estos.
Pero no quería interrumpir nada con su presencia, se sentía casi como un intruso y por unos segundos pensó en alejarse para ir de nuevo hacia el auto. Aunque Diana tenía otras intenciones.
―Toji, ven aquí.
Se tensó al momento de escuchar su nombre de sus labios, verla pidiéndole acercarse con un movimiento de mano lo aterró por un momento.
Era casi estúpido, antes se enfrentaba a asesinos y ladrones, ahora temía el conocer a la familia de su... jefa.
―Familia, él es Fushiguro Toji, el guardaespaldas de quien les he estado hablando ―lo presentó con una sonrisa luego de sujetar su brazo, sin notar la ceja alzada de este hacia ella, ni se había dado cuenta de lo que había dicho.
El momento entonces se vio interrumpido con el llamado a los graduandos de reunirse para dar inicio a la ceremonia, siendo también el anuncio para los familiares de acercarse a sus respectivos asientos.
Diana entonces detuvo su andar cuando notó que el hombre no caminaba detrás de ellos.
―Yo estaré aquí afuera, esperaré a que terminé.
Entrecerró los ojos cuando la vio acercarse a él para solo tomarlo del brazo y jalar de él―. Ni hablar de eso, tú trabajo es cuidar de mi seguridad y no cuidarás de mí desde tan lejos. Tienes un puesto asignado justo a mi lado.
La graduación fue tal y como se esperaba, cada detalle de la ceremonia había estado perfecto, sin embargo, la atención del pelinegro no estuvo en el evento en ningún momento. De repente era mucho más interesante ver a Diana y pensar en lo bella que se veía con algo que no fuera ropa de oficina.
Tal y como empezó, la ceremonia llegó a su fin permitiendo a las orgullosas familias reunirse con sus doctores recién graduados. Fotos, abrazos y llantos se hicieron presentes en el gran salón creando otro momento familiar del cual Toji no sentía el permiso de formar parte.
Solo que ahora había sido su celular el que lo había hecho alejarse de la gente, ver el nombre de su vecina que a la vez hacía de niñera no hizo más que preocuparlo.
Al notar su ausencia, la mujer lo buscó con la mirada rápidamente para encontrarlo a varios metros mientras hablaba, eufóricamente, por el celular. A pesar de su carácter bastante más serio, era la primera vez que lo veía en serio molesto.
― ¿Cómo mierda se le ocurre hacer esa mierda? ¿Acaso está loca? ―Lo escuchó maldecir conforme se acercaba, temiendo por un segundo cuando lo vio colgar la llamada y frotarse el cabello con furia.
―Toji, ¿qué está mal? ―Casi susurra llamando por fin su atención, viendo lo terriblemente tensas que se encontraban sus facciones― Oye, puedes contarme, ¿se trata de tu esposa, tu hijo?
Tragó saliva ante la pregunta antes de respirar hondo y responder―. La niñera del niño me llamó para decirme que tuvo una emergencia y lo dejó solo en casa. Esa vieja demente lo dejó por completo solo.
Sin decir ni esperar nada Diana dio media vuelta para dirigirse nuevamente hacia su familia ante la atenta mirada del hombre quien, casi sin darse cuenta, caminó detrás de ella.
―Harry, surgió un pequeño problema y tenemos que irnos ―la oyó decirle a quien al parecer era su hermano―. Llegaremos o llegaré a tiempo al club para la fiesta, lo prometo.
―Hey, tranquila, se ve que es algo importante. Nosotros esperaremos por ustedes ―asegura con una brillante sonrisa, seguramente una sonrisa de familia.
Los siguientes minutos parecieron no ocurrir en la mente de Toji, antes de darse cuenta ya se encontraba conduciendo nuevamente pero ahora en dirección a su hogar.
Sus manos sujetaban el volante con tanta fuerza que sus nudillos se encontraban blancos, soltándose solo luego de sentir el suave tacto de la mujer sobre su hombro. Él tampoco se había dado cuenta que ella se había sentado en el asiento del copiloto.
―Si no estás bien, yo puedo conducir así tú puedes llamar a tu esposa y decirle...
―Mi esposa está muerta, Diana ―soltó por fin, creando un terrible silencio sepulcral en el vehículo―. Ella murió hace años, hace cuatro años, específicamente.
La sorprendida y confundida mujer no podía apartar la mirada de Toji, notando como de enojado de repente había pasado a un visible temor y nerviosismo.
Si bien él nunca hablaba de su familia, nunca había dicho tampoco que su esposa había muerto. Lo máximo que sabía era que tenía un hijo de 6 años ya que Maki se lo había comentado, pero ni siquiera conocía su nombre.
¿Qué más debía saber del hombre sentado a su lado?
― ¿Por eso dejaste de ser policía? ―Inquirió al tomar la valentía de preguntar luego de darse cuenta que parecía que por fin se encontraba dispuesto a darle las preguntas que necesitaba.
―En parte, cuando ella murió tuve que criar a nuestro hijo yo solo y llegó el punto cuando simplemente no pude hacer las dos cosas al mismo tiempo ―explica algo más tranquilo, pero conduciendo cada vez más rápido―. Desde hace un tiempo solo vivía de trabajos de medio tiempo y de ayudas del gobierno y de la parte buena de mi antigua familia. Era una mierda, pero de alguna forma tenía que llevar la comida al plato de mi hijo.
Trataba de procesar toda la información que era arrojada hacia ella a la vez que mantenía en mente todas las preguntas que todavía tenía para hacerle.
Frente a ella se estaba formando esa nueva versión de Toji, la faceta persona de la cual ella no tenía ni la más mínima idea. Era tan extraño y a la vez refrescante, parecía que por fin lo estaba conociendo, pero conociéndolo de verdad.
Nuevamente la mano de la mujer sujetó su hombro en un ligero apretón que lo hizo suspirar―. Lamento decepcionarte y haberte mentido.
― ¿De qué hablas ahora? Ahora de verdad siento que te conozco y aprecio que te abras de esa forma ―aseguró consiguiendo que este girara por un segundo para verla―. Aunque si hubiera sabido todo esto antes habría sido mucho más flexible con tu horario, Dios, te habría dado más días libres a la semana y...
―Cállate, estás empezando a decir tonterías ―la detuvo con una sonrisa de burla, estacionándose frente a una casa idéntica a todas las demás.
A pesar de la situación, Toji bajó del auto y lo rodeó para abrirle la puerta a Diana, tomándola desprevenida ya que ahora era ella quien pensaba quedarse en el auto. Apresuró el paso para seguirle el ritmo, pasando a su lado cuando este le permitió pasar a su hogar.
No sabía qué esperar de Fushiguro pero su casa se veía muchísimo más normal de lo que se llegó a imaginar, una típica casa familiar como cualquier otra.
― ¡Enclenque, ¿dónde estás?! ―Exclamó, entrando a la sala de estar mientras recibía un golpe de parte de la rubia.
A pesar del apodo, cotidiano para ellos, los perezosos pasos se hicieron presentes por el pasillo dando paso a un pequeño y tierno, a los ojos de Diana, pelinegro casi como una versión en miniatura de su padre.
Cuando sus ojitos se toparon con la mujer desconocida, optó por esconderse detrás de su padre para acto seguido ser cargado por este y esconderse ahora en su cuello.
No sabía por qué, no quería reconocer la razón, pero algo se removió en su corazón cuando vio aquella escena.
―Enclenque, ella es la señora Diana Spencer, Diana él es el enclenque. ―Soltó una risotada al ver la gélida expresión en la nombrada, aún más divertido el pensar si era por el apodo del niño o por el "señora".
―Ignoremos un momento a tu padre, ¿sí? ―Ante la sonrisa de la rubia, el pequeño tan solo asintió con la cabeza viendo a la mujer extendiendo mano hacia él― Un gusto, soy Diana Spencer, la jefa y única amiga de tu papá.
Fue ella quien rió ahora, sonriendo enternecida cuando el mini Fushiguro tomó su mano― Yo soy Fushiguro Megumi.
Se echó hacia atrás, haciendo que estos soltaran sus manos, tratando de terminar aquel encuentro antes de que su corazón presentara verdaderas arritmias y tuviera que ver a un cardiólogo, los cardiólogos son verdaderamente costosos.
―Enclenque, ve a cambiarte ahora, iremos a llevar a la señora Spencer a una fiesta ―dijo poniéndolo de nuevo en el suelo, escondiendo la sonrisa ante la queja de esta.
―Espera, tú sigues invitado a la fiesta, ambos lo están ―confirmó haciendo que el niño se mantuviera en su lugar mientras giraba la cabeza hacia arriba para ver a los adultos―. Mi familia estará más que encantada en tenerlos a ambos allá, sobre todo al pequeño Megumi, estoy segura.
Mirando de reojo a su hijo, Toji lo mantuvo detrás de él mientras se acercaba un poco a ella para hablar entre dientes―. Ya estás haciendo demasiado, Diana, no es necesario que hagas todo esto.
―Cállate, ahora tú estás empezando a decir tonterías ―habló, utilizando sus propias palabras contra él―. No estoy haciendo demasiado, solo acabo de invitarlos, de parte de la familia Spencer, a celebrar la graduación de una de las bebés. Nada más. Claro que están en todo su derecho de no ir, a pesar de que ya le prometí a mi familia que irías y...
―Pero yo quiero ir ―interrumpió ahora el pequeño Megumi, jalando del pantalón de su padre tan solo consiguiendo un bufido de parte de este.
Sin pensarlo, el mini pelinegro abandonó el cobijo de su padre para colocarse ahora junto a la mujer, sujetándose de su vestido rojo a la vez que le sacaba la lengua a un ofendido Toji.
[...]
―Sigo sin creer que me deje manipular de una señora y un enclenque ―gruñó mientras apretaba las manos al volante, noviembre lentamente el auto cuando el vehículo enfrente se movió del lugar.
―Buenas noches, ¿qué llevará hoy? ―La animada voz proveniente a través de la caja de voz logró poner un tic en el ojo del hombre.
―Quiero un McNuggets Meal grande y un Happy Meal, por favor ―se apresuró a decir Diana, inclinándose hacia la ventana del chofer mientras se sujetaba de su muslo, sin querer. Girando ahora para ver su rostro, el cual estaba mucho más cerca de lo que esperaba―. ¿Tú quieres algo?
Giró la cabeza al cruzarse de brazos, más que todo para tranquilizar el calor de rabia que inundaba su rostro, mascullando entre dientes lo cerca que estaba, mejor dicho, lo extremadamente cerca que se encontraba su mano.
―Solo pide un helado y ya.
―También un Big Mac Meal y un cono de vainilla ―dijo con una sonrisita al recordar las grandes porciones de comida que había visto al hombre comer.
― ¿Cómo que un jodido cono de vainilla? Pídeme un maldito McFlurry o voy a arrancar este auto y nadie comerá. ―Riendo, la mujer repitió su pedido antes de volver a su asiento.
En ese momento notó de reojo como Megumi estaba sentado casi al borde del asiento mientras miraba con emoción el gran menú junto al vehículo, apretando los labios al pensar que seguramente era la primera vez en mucho tiempo que iba a un McDonald's.
Fue sacaba de sus pensamientos cuando Toji empezó a pasar la comida hacia ella con cuidado de que no arruinara su vestido, mientras esta entregaba al niño su cajita junto al juguete, sin poder evitar sonreír al ver el brillo en sus ojos al agradecerle.
―Voy a estacionarme para que comamos tranquilos ―murmura extrañamente Toji luego de habérsele quedado viendo más tiempo del que quería.
Le aterraba, temía por aquella calidez familiar que sentía en ese preciso momento, un sentimiento nostálgico que amenazaba con hacerlo llorar o hacer lo mejor que sabía hacer; huir.
Tardó unos momentos en hacer que su cuerpo reaccionara en apagar el motor luego de estacionar lo más alejado del ruido de la calle, encendiendo las luces para que todos vieran bien. Agradeció en voz baja cuando ella le extendió la hamburguesa en su dirección.
―Oye, ten cuidado de no tirar comida al suelo ―le dice a su hijo, rompiendo el cómodo silencio a lo que este tan solo asentía.
―Déjalo ser, no hay nada que una visita al lavado de autos no resuelva ―aseguró restándole importancia y haciendo que Toji se atragantara con la comida―. ¿Qué sucede? ¿Quieres gaseosa?
― ¿Diana Spencer acaba de decir que no le importa que ensucien a su bebé? ―Inquiere en voz alta, casi ofendido por los cientos de regaños que había y seguía recibiendo de su parte por "poner en peligro a su bebé".
― ¿Cómo crees que podría negarle algo a esa carita? ―Reclamó de regreso, pero bromeando en su totalidad, mientras señalaba a un divertido Megumi― Él es tierno, tú no.
―Pff, tú tampoco eres muy tierna que digamos ―masculla girándose hacia la venta a la vez que escuchaba reír a la mujer, empezando a manotear con esta cuando la sintió pellizcarle la mejilla.
Ninguno lo pensaba realmente en ese instante, pero estaban viviendo el momento y la ocasión que cada uno había estado evitando por mucho tiempo, cada uno por sus razones, razones que empezaban a perder importancia cada día.
Fushiguro Toji se había jurado frente a la tumba de su esposa el velar única y exclusivamente por el bienestar de Megumi, estaba ahí por y para él. Pensar en siquiera conocer a nuevas personas, a mujeres era algo que no pasó por su mente ni en un instante, pero ahora llegaba Diana Spencer, una de las mujeres más fuertes e inteligentes que hubiese podido llegar al menos a cruzarse, tan seria, pero a veces tan jodidamente infantil y fastidiosa.
Aunque se lo puso difícil, tanto para él como para ella, había conseguido hacerse un camino directamente hacia su corazón, un corazón bastante mallugado, desordenado y lleno de polvo, pero hasta el momento parecía más que cómoda dentro del mismo.
Quizás no era tan malo, quizás a ella no le molestaría que dejara entrar a la rubia a sus vidas... Ella estaría incluso contenta de que alguien más pudiera soportar a Toji tanto como lo hacía ella, si, ella lo aprobaría sin lugar a dudas.
Diana: 'Princesa', de naturaleza pura y divina.
Diana Spencer, mejor conocida como Lady Di.
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