3. Yaoyorozu Momo [Boku No Hero]


AU Soulmate: Cuando tocan a su alma gemela, a las personas les aparece una marca idéntica a la de su alma gemela.


La vibración junto a su almohada hizo que la chica saliera del trance de Morfeo, estirando la mano para apagar la silenciosa alarma antes de que alguno de sus hermanos pudiera despertar, de esta forma caminó en puntillas fuera de la habitación con cuidado de no pisar a los niños en los futones.

―Buenos días, jelly ―la saludó su hermano mayor desde la cocina cuando esta pasó hacia el baño.

Soltó una risita adormilada ante el infantil apodo de este, una boba referencia a su quirk de elasticidad, el mismo que este también tenía.

No tardó mucho en el baño y unos cuantos minutos luego salió ya vestida con el uniforme de la UA, entrando a la cocina para ayudar al chico que recién terminaba de cocinar para sus hermanos pequeños, esperando que ella los organizara en sus loncheras.

―Se te olvidó tu tatuaje, Rumi ―anunció, saliendo del lugar para él mismo alistarse para la universidad.

Se golpeó la frente ante su descuido, pero agradeciendo que su hermano lo notara, apresurándose para que todo estuviera listo a tiempo.

Teniendo un pequeño momento antes de levantar a los niños, corrió hacia el baño con el marcador en la mano dispuesta a cubrir aquella marca con un diseño delicado similar a una flor, siendo tapado por un pájaro que dibujaba siempre con un plumón negro.

Había sido bastante fácil mentirle a su hermano con una vaga excusa de: "Es que mi alma gemela es un compañero que tiene novia y sé que no le importa que ella no sea su alma gemela, sería incómodo si lo supiera". Una salida rápida que Tadashi, ante la nobleza de su hermana, creyó rápidamente.

O eso pensaba ella.

No había nadie más que ella que supiera que su marca en realidad era la misma que Yaoyorozu Momo, ni la propia chica tenía idea de aquello.

― ¡Adiós, onee-san! ―Exclamó Hiro, el menor de sus hermanos, cuando esta salió del tren para dirigirse a su escuela mientras que ellos seguían junto al mayor de todos.

Se despidió de estos de igual forma con una sonrisa mientras sacudía la mano, emprendiendo su rápido andar para llegar a tiempo a clases.

Era principio de año, su último año por fin en la UA, si bien estaba más que emocionada por ver nuevamente a sus amigos, aún batallaba con la sensación agridulce de ser el último año de todos juntos como estudiantes.

El último año viendo diariamente a Momo.

Sus sentimientos hacia la chica eran algo tormentosos; la primera vez que se vieron ―y se tocaron― fue el primer día de clases cuando la pelinegra sostuvo a su compañera que estaba a punto de caerse mientras corría para no llegar tarde, claro que la más alta no se dio cuenta en ese preciso momento de la delicada marca que había aparecido en el costado de su cuello, a diferencia de una aterrada Rumi quien de inmediato soltó su cabello para cubrirse.

Fue casi un reflejo, quizás nervios o vergüenza, no obstante, luego sí que tuvo razones para ocultarlo no solo a la chica sino que incluso a sus amigos.

― ¡Rumi-chan! ―Giró solo para sentir a su "chica alíen" saltando sobre ella para abrazarla, sosteniéndola con fuerza para no caer ambas al suelo― Te extrañé tanto, ¡emociónate más por verme!

―Claro que me emociona verte, Mina ―se burló, empezando a caminar con sus brazos entrelazados, viendo cada vez a más estudiantes conforme se acercaban a la entrada.

―Y sé de algo que te emocionará más ―suelta dejando algo confundida a su amiga al ponerse frente a ella, alzando con emoción la manga de su uniforme mostrando una colorida marca con forma de planetas pintados a la acuarela―. ¡Mira lo lindo que se ve!

Sonrió ampliamente al ver aquello, escuchando con atención la historia de Mina con el instructor de surf el cual la salvó de ahogarse en el mar, ocasionando la aparición en sus muñecas.

Ya se veía escuchando la misma historia múltiples veces debido a lo emocionada que se veía la chica rosa y eso, además de ponerla sumamente feliz, no dejaba de lastimarla cada vez más. Deseaba poder emocionarse igualmente por su alma gemela, poder contarles a sus amigas lo feliz que estaba de conocer a su otra mitad, sería verdaderamente lindo.

― ¡Hola, chicas! ―Saluda con emoción una sonriente Uraraka una vez que entraron al salón de la clase 3A.

Esta, al igual que Mina, había empezado a dejarse crecer el pelo considerablemente desde el primer año. Se notaba lo mucho que a Deku le gustaba aquello jugueteando con las hebras largas durante los recesos.

Era tonto, pero sentía nostalgia viendo lo mucho que habían crecido en los años que tenían conociéndose. Habían pasado mucho juntos y quedaba tan poco.

―Rumi-chan, te cortaste el cabello. ―La vos de Momo la hizo tensarse, girando para verla entrar junto a Jirou― Te queda muy lindo.

―Muchas gracias ―susurró casi tartamudeando, sonrojándose intensamente ante el cumplido de la más alta.

Su corazón empezó a latir con fuerza viendo la flor en su cuello bastante visible debido a su peinado de cola de caballo, haciendo que se llevara la mano al cuello de forma inconsciente pensando en el diseño bajo el dibujo hecho por ella misma.

"Wow, de verdad eres más cobarde de lo que esperaba" ―La regañó su diablito sobre su hombro.

"Déjala, que no es el mejor momento ahora mismo" ―Dijo de regreso ahora el angelito al otro lado.

[...]

Vaya que el mundo estaba conspirando en su contra. Para su desgracia ―o verdaderamente su suerte―, habían sido separados en parejas para una batalla de entrenamiento, acabando en el lugar donde estaba en ese momento; subiendo en el ascensor de uno de los edificios en la zona de entrenamiento a medio metro de Yaoyorozu Momo, su compañera de batalla.

―Hay dúos muy buenos, pero al menos no tenemos que pelear contra Bakugo y Kirishima ―comentó la pelinegra con una pequeña risilla―. De igual forma vamos contra Shinsou y Sero, Koda y Denki y Uraraka y Jirou.

―Creo que tenemos que hacer planes donde no tengamos que hablar mucho ―dice Rumi ganándose la atenta mirada de Momo que logró ponerla nerviosa―. Digo, Jirou nos escuchará fácilmente y también está Shinsou que seguramente usará la voz de la otra para hacernos hablarle.

―Toda la razón, ¿tienes alguna idea?

Era, sorprendentemente, la primera vez que Rumi y Momo trabajaban como un equipo en los años que tenían estudiando juntas, ni siquiera en el mismo equipo. Aunque luego de trabajar tantas veces en equipo con Bakugo, entrenar con Momo era como un día en el paraíso.

Y claro que estaba de más el decir lo acelerado que estaba el corazón de la más baja al estar en un lugar cerrado, tan estrecho para su gusto, a solas con aquella chica. No parecía normal la forma que su cuerpo reaccionaba cuando estaban cerca, no sería normal si no fuera porque ambas chicas ―una sin saberlo siquiera―, estaban destinadas a estar así; juntas.

―Rumi-chan, tú también obtuviste tu marca al entrar a la UA, ¿cierto? ―Su pregunta tan repentina hizo tensarse a la nombrada.

"Momo, en serio que este no es un buen momento"

Se quedó callada por unos segundos mientras ambas caminaban con rapidez por uno de los pasillos, buscando un buen lugar donde pudieran instalarse para su plan defensivo contra sus compañeros o, con suerte, su escondite para esperar que pelearan entre ellos para descartar algunos.

―Fue el día cuando hubo la estampida en la escuela, la falsa alarma por los periodistas ―mintió descaradamente al entrar a lo que parecía una oficina improvisada para los entrenamientos―. Hubo tanto jaleo que ni podría saber en qué momento apareció ni a quién toque para que apareciera.

―Me ocurrió algo similar, saludé a tantas personas el primer día de clases que no sabría decir quien es mi alma gemela ―dijo, algo cabizbaja, pero forzando una pequeña sonrisa antes de mirarla―. Siempre me pareció curioso que nuestras marcas estén en el mismo lugar.

La pobre Rumi se atragantó con su propia saliva empezando a toser, muriéndose de la vergüenza al punto de querer huir de ese lugar y nunca más volver.

Pero, gracias al cielo, una voz proveniente de la nada y de todas partes a la vez la salvó de una muerte por nervios crónicos. Nunca antes se había sentido tan aliviada de escuchar a All Might.

Ha habido un cambio de planes en el entrenamiento, el verdadero nombre de este ejercicio es "El juego del oni". Todos los que están en el territorio Beta deben huir, esconderse o luchar contra el ogro. ―Ambas chicas se acercaron al ventanal de la pequeña sala para poder ver la entrada al lugar, viendo al resto de la clase pasando por la puerta grande― Y el ogro son todos sus amigos.

―Mierda ―masculló la de pelo corto al visualizar a varios de sus compañeros correr hacia el lugar donde estaban. Ellos definitivamente los habían estado viendo y sabían dónde estaban.

―Cambio de planes, tenemos que salir de aquí ahora mismo ―dijo Momo en el momento que escucharon la primera explosión del rubio.

En ese segundo, Rumi confirmó su teoría de que, al ser quienes más cerca debían estar de la entrada, irían a por ellas de primero, abriendo la ventana cuando notó el piso empezar a congelarse con gran rapidez.

Ignoró por completo el grito de la pelinegra cuando enrolló su brazo estirado alrededor de ella, saltando por la ventana a la vez que estiraba lo suficiente el otro brazo para sostenerse de la antena sobre la azotea del edificio contiguo, empezando a correr ambas cuando sus pies tocaron el suelo.

―Tenemos que acercarnos a los demás o todos irán contra nosotras ―habla una jadeante Momo justo antes de lanzar hacia atrás sus típicas muñecas rusas, las cuales explotaron algunas en bombas para encandilar a quienes las perseguían y algunas otras abriéndose en redes que consiguieron atrapar a Usui y Shoji.

Sintiendo que por un segundo que tenía el ingenio de Deku, formó un plan que les daba la suficiente ventaja como para escapar de ellos o al menos encontrar un sitio óptimo para batallar.

Dios, estaba tan llena de adrenalina que no le había dado tiempo de tener un ataque de emoción por haber tocado tan estrechamente a la chica, ¡casi contaba como un medio abrazo!

―Momo-chan, necesito que confíes en mí ―expresó poniendo una expresión de confusión en la pelinegra antes de darle paso a un grito cuando, luego de enrollar nuevamente su brazo en su torso, la empujara del bordillo de la azotea cayendo directamente al suelo.

Con el corazón latiendo a mil por hora, subió de nuevo el brazo ya estirado para utilizarlo como un látigo contra sus compañeros, gritando ante la sorpresa cuando Bakugo apareció de la nada el cual la lanzó al aire con una explosión.

Pero lo había logrado y lo notó cuando, segundos antes de caer, vio las granadas del rubio partirse como si de cristal se tratara.

De repente, como si todo se acelerara nuevamente, empezó a caer con gran rapidez a pesar de tratar sin éxito de sostenerse de alguno de los edificios ante la lisa superficie sin ninguna cornisa. Ya se veía chocando al suelo como un huevo estrellado, pero tenía a su ángel ahí.

― ¿Estás bien? ―Preguntó bastante preocupada una vez que la bajó del prototipo de colchón de aire que usó para salvarla de su caída.

Giró la mirada al notarla demasiado cerca, Momo sostenía su rostro por las mejillas las cuales se encontraban llenas de polvo negro por la explosión de su compañero.

Definitivamente no podía verse más patética.

―Seguramente no nos encontrarán aquí, deja que te ayude a limpiarte ―dijo ya con una toalla en la mano. Seguía sorprendiéndose de la rapidez con la que la chica podía crear cosas a diferencia de cuando estaban en primer año.

Todo se cuerpo simplemente se quedó quieto por completo ante el toque de la pelinegra, se le haría imposible alejarse de sus delicadas manos, tanto así que ni siquiera pudo reaccionar sobre lo que estaba a punto de pasar si la chica seguía con su labor.

Ambas se encontraban sentadas en el oscuro pasillo luego de escabullirse por la puerta trasera. Aprovechando la momentánea calma, y casi como agradeciendo que las sacara de aquel aprieto, Momo empezó a refregar su rostro y demás para limpiar el polvo negruzco de las explosiones de Bakugo.

Hasta que llegó a su cuello.

―Ups, creo que te manchaste de más ―afirma risueña la chica notando un manchón negro que se corrió con el trapo, segundos antes de que la otra chica se cubriera rápidamente la zona, algo tarde ya―. ¿Tu marca de alma gemela se borra?

―No, seguramente fue tu imaginación ―se excusó poniéndose de pie de inmediato―. Estoy llena de polvo y...

―Déjame limpiarte ―casi ordenó tratando de acercarse nuevamente.

De esa forma empezó un forcejeo entre ambas, cada una inconscientemente tratando de no ser muy brusca con la otra hasta que la más alta logró inmovilizarla el tiempo suficiente que le permitió limpiar por fin la zona hasta vislumbrar aquel diseño que la chica escondía tan celosamente.

Estaba de más decir lo impactada que estaba Yaoyorozu.

―Tú... ¿Por qué me mentiste? ―Fue lo único que salió de su boca viendo la marca idéntica a la suya en un cuello ajeno.

―Tú no tenías por qué saberlo, Momo ―dijo sin más, alejándose de ella. Adentrándose en el edificio y huyendo de la confrontación, o tratando.

― ¿Cómo qué no? ¡Somos almas gemelas! ―Exclama deteniendo por completo a Rumi en su lugar―. Tú lo supiste todo este tiempo y simplemente me lo ocultaste.

Quiso girar, justo en ese momento quiso darse la vuelta y abrazarla por fin, pero sentía su corazón estrujándose conforme las razones por la cual mintió en primer lugar volvían a su mente. Nada había cambiado en ese tiempo.

―No soy un alma gemela a quien debas agradecer tener ―soltó en voz baja aún sin girarse―. Créeme, estarías mejor con cualquier otra persona.

― ¿De qué hablas ahora? Rumi, te conozco, eres una increíble persona y serás una heroína increíble. Te prohíbo hablar así de ti misma.

―Sigo sin ser suficiente para ti, ¿qué sentido tendría saber que estamos destinadas a estar juntas? No es como si fuésemos a estarlo o algo así ―dijo, riendo de forma sarcástica demostrando sin querer lo dolida que se encontraba―. Tú eres tú y yo soy yo, nada ha cambiado.

―Estás diciendo puras tonterías ―bramó por primera vez dejando notar el enojo en su voz.

―Claro que no, tú eres la chica buena y millonaria que no tiene que preocuparse por nada y yo soy la chica huérfana que tiene que ser heroína para alimentar a sus hermanos ―exclama mientras se giraba hacia ella, dejando notar las lágrimas amenazando por salir―. Porque nunca te fijarías en alguien como yo a pesar de todo lo que yo podría sentir por ti.

En ese instante ambas se quedaron mudas por completo; una impactada por la repentina confesión que acababa de escuchar y la otra aterrada por la reacción de la contraria. La pobre Rumi temblando con la mirada agachada al ser demasiado cobarde como para mirarla al rostro.

Pero de nuevo, interrumpiendo el momento, una explosión de Bakugo las obligó a dejar todo de lado, recordando por fin la situación en la cual se encontraban.

[...]

―Ah~ estoy exhausta ―bostezó Uraraka a la vez que se quitaba su traje, siendo secundada por algunas de sus compañeras.

El entrenamiento por fin había culminado y todos los estudiantes se encontraban en sus respectivos vestidores para cambiarse nuevamente a sus uniformes. Las chicas conversaban de forma tranquila como siempre sobre las batallas que habían tenido y demás, temas bastante entretenidos como para no prestarle atención a lo callada que Rumi se encontraba de repente.

Nadie se había percatado que la chica no había pronunciado palabra alguna desde el momento que salió del entrenamiento, quitándose el traje con tanta rapidez que casi se cae al suelo al tropezar. Su traje, hecho de un material que se adaptara a sus estirones sin dañarse, era especialmente difícil de quitar causando que la chica casi siempre fuera la última en marcharse.

Masculló varias maldiciones al verse sola en los vestidores, corriendo fuera mientras terminaba de subirse la falda, quedando paralizada en medio del pasillo al ver a la otra chica.

―Disculpa si te asusté, Rumi-chan ―murmura la pelinegra al notar la sorpresa (o temor) en el rostro de la fémina.

―Yo... Por favor, olvida todo lo que dije, ¿sí? Si quieres podemos pedirle a Shinsou que haga su magia y te haga olvidarlo todo ―empezó a soltar palabra tras palabra casi sin respirar, temblando por los nervios no solo por la situación, sino por la posible reacción de la chica―, en realidad no sé si pueda funcionar, no conozco bien los límites de su quirk pero no perdemos nada con...

Su verborrea se vio interrumpida de forma repentina cuando una calidez la abrazó por completo, paralizada al sentir las delicadas manos de Momo sujetando sus mejillas, el aroma de su cabello inundando sus fosas nasales y sus suaves labios chocando contra los suyos.

Por un instante aquel pequeño pico consiguió dejar su mente completamente en blanco, todas sus preocupaciones y miedos se esfumaron y una calidez invadió todo su ser, sintiendo unas chispitas cuando una de las manos de la pelinegra bajó hasta su cuello justo donde su marca se encontraba.

Al fin pudo comprobar que las historias que escuchaba de sus amigos eran ciertas, cada anécdota sobre aquella extraña "paz de las almas gemelas" era verídica. Sentía paz, completa y absoluta paz.

Se habían vuelto una sola.

―Rumi-chan, por favor déjame a mi decidir por quien tener sentimientos y por quién no ―susurró al momento de separarse, sonriendo ante el suspiro de la nombrada, llevándola a posar ahora los labios sobre su frente.

Con las mejillas sonrojadas en un intenso rojo, las manos temblorosas y la respiración acelerada, la chica no tuvo más opción que quedarse plantada en su lugar al ver como Momo daba unos pasos hacia atrás para levantar la mano con la palma hacia arriba, casi luciendo como si esperara que la tomara, pero en ese momento notó como esta empezaba a utilizar su quirk.

Segundos después por fin vio lo que la chica había creado, colocando un nudo en su garganta por la emoción.

―Quiero que lo uses ―dijo, estirando ahora si la mano para tomar la suya y poner uno de los anillos en su dedo.

― ¿Esto es oro de verdad? ―cuestiona aterrada cuando la otra tan solo asintió con la cabeza, soltando una risa ante el chillido de Rumi― Esto tiene que ser carísimo y tú tan solo lo haces, así como así.

―Tienes razón, tuve que haberlos comprado y colaborar con la economía ―suelta ahora cambiando drásticamente su expresión a una de puro arrepentimiento, siendo Rumi la que reía en ese momento.

Estirando su mano pudo visualizar mucho mejor la ―carísima― pieza que ahora adornaba su dedo; un delicado anillo de oro con un intrincado diseño alrededor del dedo, con varias ramitas y hojas siendo decoradas con una flor en el centro y una pequeña pero tierna piedra en el medio. Exactamente al que usaba la pelinegra.

―Es muy lindo ―dice en voz baja sin esperar que la chica la escuchara.

―Y no puedes quitártelo ―rectifica ante la curiosa mirada de la más baja―. Pasaste estos años ocultando tu marca, ahora todos tienen que saber que somos almas gemelas, quiero contárselo a todo el mundo.

Sonrió emocionada, mordiendo su labio mientras se aguantaba las ganas de lanzarse sobre ella para sentir nuevamente sus suaves labios, optando por tan solo acercarse a ella lo suficiente para abrazarla con fuerza, casi poniéndose de puntillas para alcanzar a poner la barbilla sobre su hombro.

Y ahí estaba nuevamente aquella sensación cálida explotando en su interior cuando Momo también la estrechó entre sus brazos en un tierno abrazo, alzándola varios centímetros del suelo.

―Gracias por fin aparecer, Rumi-chan.

―Lamento haberme ocultado, Momo-chan.

Rumi瑠美: Belleza, lapizlazuli

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