10. Baji Keisuke [Tokyo Revengers]
Había un debate fundado en la creencia de la frase "El tiempo cambia a las personas"; mientras que muchas personas defendían aquel principio, una gran cantidad aseguraba que sin importar cuánto tiempo pasara, las personas nunca cambiarían. En bases simples, una mala persona nunca dejaría de serlo, ¿cierto?
Entonces, ¿un pandillero nunca dejaría de serlo?
Aquella era una pregunta que Baji Keisuke se hacía todos los días. No importaba cuantos años pasaran, su trabajo estable como dueño de su tienda de mascotas junto a dos de sus mejores amigos y su vida completamente normal, como un hombre completamente normal, el miedo constante de que la gente supiera su pasado, las pesadillas llenas de sangre seguían atormentándolo día tras día.
Cada día despertaba y salía del departamento con temor de verse de nuevo involucrado en las malas decisiones de su pasado.
―Baji-san, estás demasiado callado ―la voz de Chifuyu lo hizo levantar la cabeza del mostrador de la tienda.
Ya había oscurecido y notó entonces que ya habían cambiado el letrero de la puerta a un Cerrado, con un rápido repaso se encontró con el otro presente barriendo por ahí.
―Seguro tiene hambre ―agrega ahora Kazutora con un tono de burla mientras se giraba hacia ellos―, solo esperemos que no tenga "impulsos oscuros" como Mikey.
No pudo evitar que una pequeña sonrisa se instalara en sus labios, a pesar de los años, ellos seguían siendo los mismos jóvenes tontos que bromeaban de cualquier cosa. Aunque al menos ya no quemaban autos ni molían a golpes a la gente, eso había sido un avance.
Si bien usualmente cerraban más tarde, esa noche se habían comprometido, y aceptado con gusto, una cena con sus amigos. Una "reunión de la Tokyo Manji", reuniones que hacían frecuentemente, a decir verdad.
―Iré a cambiarme, mi suéter tiene más pelos de gato que tela de suéter ―dice el de mechas rubias una vez que terminó su tarea para irse a la parte trasera de la tienda.
Unos segundos de silencio le hicieron recordar la primera frase del antiguo rubio teñido― Yo no estoy callado, ¿a qué te refieres?
Luego de una mirada a su amigo, Chifuyu tan solo soltó un suspiro al recordar la fecha en la que se encontraban, obteniendo ''el mismo la respuesta a su anterior pregunta. No obstante, no diría nada en ese momento, aún no había olvidado la casi pelea que tuvieron la última vez que trató de hablar de la chica.
―No es nada ―aseguró, consiguiendo solo una mala mirada del de pelo largo, riendo un poco nervioso ante su reacción.
―Habla ahora, Matsuno ―su tono de amenaza no hizo más que divertir al aludido para acto seguido negar con la cabeza―. Te lo buscaste.
Reaccionando a la velocidad de la luz, el pobre Chifuyu empezó a correr en el instante que su mejor amigo saltó el mostrador para perseguirlo sin importarle los gritos del chico para disculparse.
Incluso Kazutora había asomado la cabeza por la puerta cuando los ladridos y maullidos lo alertaron, escondiéndose de nuevo con la misma rapidez no queriendo verse involucrado si es que ya no lo estaba.
― ¡Te juro que no es nada! ―Gritó mientras huía en dirección al de mechones, para seguir siendo perseguido alrededor de este.
El incesante sonido del celular de Baji indicaba nuevamente una llamada entrante, siendo ya la tercera vez que este sonaba.
Solo entonces se detuvo, dándole una última mirada amenazante a Chifuyu antes de irse en búsqueda del aparato, permitiendo que el pobre pudiera respirar nuevamente apoyado en sus rodillas. Ambos pudieron escuchar a lo lejos como Keisuke hablaba al parecer con Draken, asegurando que ya estaban en camino.
Chifuyu y Kazutora se apresuraron en acercarse a él, a tiempo antes de que este gritara para que salieran de inmediato.
―Luces apagadas, puertas cerradas con seguro y todos los animales con el estómago lleno ―decía el de cabello largo en voz alta, casi como si tachara tareas de una lista mental.
Caminaban por las oscuras calles debido a que el restaurante donde siempre se reunían, se encontraba relativamente cerca de la tienda de estos. No tardarían mucho más de 15 minutos en llegar a pesar de que muy probablemente serían los últimos allá.
Los dos más bajos parecían bastante metidos en una discusión sobre la marca de comida de pez que compraron esa semana, ignorando casi por completo el extraño silencio de su amigo.
Todo el ambiente parecía tan familiar para él que por instante se sintió extraño de no contar con la presencia de la chica sujetándose a su brazo, creía que si giraba podría verla ahí de pie usando su chaqueta de la Toman que le quedaba bastante grande.
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no le prestó atención a la fémina caminando por su lado, pero algo lo llevó a girar lo suficientemente rápido como para ver, o creer ver, un perfil muy bien conocido para él. Perdió el aliento por un segundo hasta que la fémina se perdió entre la gente, dejándolo por completo perplejo en su lugar.
―Baji, ¿estás bien? ―Giró con la cabeza para notar que sus amigos se encontraban a unos metros de distancia de él, ambos preocupados de su comportamiento tan extraño.
―Acabo de verla ―fue lo único que dijo, empezando a hiperventilar consiguiendo que estos se acercaran―. Acabo de ver a Gina, ella estaba aquí, la vi.
―Ella sigue en China, Baji-san.
― ¡No! Juro que la vi ―bajó la voz al darse cuenta de que había gritado, odiando la forma en la que sus amigos lo vieron, repudió la lástima con la que lo miraban.
No creía haberse vuelto completamente loco, estaba más que seguro de lo que había visto, él podría reconocerla en medio de una multitud a lo lejos. Era como estar consciente de la ubicación exacta de su otra mitad, le parecía ridículo que dudaran de su veracidad.
A veces había podido notarla únicamente por su fragancia, no podría simplemente pasar a su lado sin que él lo supiera.
Optó por ignorar las preguntas e interrogantes de los otros dos, excusándose con que llegarían tarde para seguir caminando hacia el restaurante con más rapidez que antes, batallando con la urgencia de darse la vuelta y correr hacia dirección por donde esta se había perdido.
[...]
10 años antes
Baji agradecía en serio que no hubiera nadie por los alrededores ya que perdería totalmente su imagen de chico malo si es que alguien lo viera derritiéndose de amor ante aquella escena. Tan solo era una chica acariciando los gatos, ¿por qué su corazón parecía querer salirse de su pecho?
―Oh, disculpa, no te había visto ―su hermosa voz lo hizo temblar al verla girarse hacia él.
―Te vi demasiado concentrada y no quise interrumpir ―dijo en voz baja, tomando la valentía para sentarse a su lado causando que los mininos se fueran de inmediato a sus piernas―. Lamento quitarte su atención.
Su corazón se sacudió al escuchar su leve risa, tratando de entrenerse dándole a los gatitos lo que querían de él: comida.
Por unos minutos los dos jóvenes se quedaron en completo silencio mientras tan solo observaban a los animalitos comer con gusto, algunos paseándose y rozándose entre las piernas de los humanos, dándose leves cosquillas a la chica ante el suave pelaje contra sus piernas desnudas.
―Se ve les caes muy bien ―comentó la chica viendo uno de los gatos recostándose sobre el regazo del peli negro.
―Siempre vengo y les doy comida ―confiesa con una sonrisa algo tímida sin poder verla a la cara―, creo que cualquiera que les de comida les caerá bien.
No pudo ver ni escuchar su reacción ya que esta tan solo se quedó mirándolo fijamente como le daba mimos al minino, entrecerrando los ojos para examinarlo mejor.
"¿Y si me reconoció? ¿Me habrá visto con el uniforme de la Toman? ¿Me teme?"
―Yo te conozco ―dijo de repente, congelando por completo al pobre chico―. Estás en la misma clase que Chifuyu, ¿cierto?
Ante la mención de su nuevo amigo, Baji giró hacia la fémina con algo de curiosidad, consiguiendo todo lo que no quería ya que terminó asustándola debido a sus facciones fuertes que lo hacían parecer molesto, cuando no lo era en ese momento.
―Yo...Yo estoy en una clase superior y te me hiciste conocido ―explica ahora en un tono suave, bajando la mirada hacia los gatitos en el suelo.
De nuevo ahí estaba el silencio, ahora un poco incómodo, siendo tan solo roto por los maullidos y ronroneos de los mininos que, ya teniendo el estómago lleno, se habían empezado a acomodar junto y sobre los jóvenes.
Suspirando, el chico volteó para encontrarse con el perfil de la fémina―. Mi nombre es Baji, y Chifuyu es mi amigo.
―Yo soy Gina, es un placer ―dijo de regreso, recobrando su linda sonrisa.
Pobre Baji, sin saber que esa sonrisa sería su perdición y que lamentablemente él sería la perdición de la fémina.
[...]
Las hebras plateadas que sobresalían del casco se sacudían con furia, el aire frío nocturno de Tokio conseguía erizar los vellos de su piel expuesta lo que la llevaba a pegarse todo lo posible al chico que conducía.
A pesar de no ser ni de cerca la primera vez que viajaba en la moto, Gina seguía temiendo a la muerte como la primera vez, aferrándose a Baji como si su vida dependiera de ello. Esto solo conseguía hacer reír al muchacho llamando miedosa a la chica y burlándose de sus lloriqueos y quejas cuando la asustaba acelerando o cruzando de manera brusca.
―La próxima vez le diré a Mitsuya-kun que me traiga a casa ―aseguró mientras se quitaba el casco con un falso enfado, frunciendo el ceño ante la risa de Keisuke.
― ¿Y por qué a Mitsuya, tanto quieres viajar abrazada a su espalda? ―cuestiona, siendo muy evidente los celos que se colaba en su voz.
―Pues Mitsuya no conduce como si la policía lo estuviese persiguiendo así que me sentiría más sana que con un maniático al volante. ―Fue su turno de echarse a reír ante la expresión de ofendido.
Se mantuvo sonriendo mientras lo veía apoyarse en su moto con los brazos cruzados, a pesar de que para cualquiera se veía completamente normal, pero lo conocía tan bien que notó que en realidad su frase no le había gustado.
Sabía que para él había sido bastante difícil el presentarle a los chicos, ni siquiera había pasado porque él lo quisiera, sino que por ciertas circunstancias se vio involucrado en una pelea cuando se encontraba con ella causando que tuviera que llamar a sus compañeros para ayudar.
Aunque no era algo que le desagradara, le hacía feliz verla llevarse tan bien con sus amigos, él quería mantenerla reguardada para sí mismo. No podía permitir que saliera herida y mucho menos si era a su culpa.
―Sabes que sigues siendo mi maniático favorito ―dijo con diversión al verlo solo fruncir más el entrecejo.
― ¿Cuántos maniáticos tienes entonces?
―Pues ahora tengo a todos los chicos, así que son unos cuantos ―bromea, consiguiendo hacer reír por fin al peli negro.
Luego de ver un movimiento en una ventana de la casa, Baji supo que sus padres ya supieran que estaban afuera por el sonido de la moto. Suspiro dirigiendo nuevamente su mirada hacia Gina a la vez que estiraba una mano hacia ella, jalándola hacia él para dejarla entre sus brazos.
Sintió la calidez que provenía de la fémina, calentando su corazón para apretar su abrazo con fuerza.
―Cuídate, por favor ―susurró antes de dejar un beso sobre su frente, negando con la cabeza al ver una mirada confundida de su parte.
―Cuídate tú, Baji ―le pidió de regreso cuando se soltaron, siendo ahora ella quien beso su mejilla para irse a casa.
No se quedó tranquilo ni siquiera cuando cruzó por la puerta, no podría cuando ya había visualizado a dos siluetas al final de la calle, quienes arrancaron sus motos en el momento que este se subió a la suya.
Miró por última vez la casa encontrándose con la mirada de Gina desde su ventana, saludando con una sonrisa tímida recibiendo un asentimiento de cabeza del chico antes de verla por última vez.
[...]
Recordaba vívidamente esa noche, última vez que vio en persona a su querida Gina, se prometió alejarla de todo lo que pudiera ponerla en peligro y él era el primero en esa lista. La evadía ágilmente en la escuela, sin contar que eran muy pocas las veces que asistía a la misma y también había obligado a Chifuyu a hacer lo mismo. Si bien supo que seguía en contacto con algunos como Draken y Mitsuya, esto no era más que su último desesperado intento para llegar a él.
Conforme pasaba el tiempo, poco a poco la chica mermó sus intentos para contactarlo, terminó alejándose de todos los chicos sin que ninguno de estos supiera nada suyo. Hasta que tuvieron la última noticia de su parte.
Ella y su familia se habían ido a China.
Para cuando la pandilla se enteró de aquello en vez de entristecerse fue reconfortante. Siempre supieron que ella había querido estudiar en dicho país ya que había vivido un tiempo allí con la familia de su madre, pero el que estuviera fuera de Tokio solo significaba dos cosas; ella ya no tenía nada que ver con la Toman y, si no tenía nada que ver con ellos, no se encontraría involucrada y en peligro.
― ¿Alguno sabe algo de ella desde que se fue? ―Preguntó de repente cuando la cliente dejó la tienda, consiguiendo un silencio absoluto de parte de los otros dos― Necesito saberlo.
―Ojalá hubiese podido hablar con ella ―masculla Chifuyu, dándole una punzada de culpa a Baji.
Soltó una gran bocanada de aire, dejando caer la cabeza contra el mostrador, sabiendo que de verdad se encontraba mal cuando ni siquiera un gato paseándose sobre él podían hacerlo sentir mejor.
Desde la otra noche no había sido capaz de sacar a la chica de su mente, creyendo que empezaba a volverse loco cuando ni siquiera podía ver por la ventana ya que creía verla en cualquier persona que pasaba por la calle.
―No sé ni siquiera porque quisieras verla si es que volvió, no creo que te tenga en muy buena estima. ―El comentario extremadamente directo de Kazutora logró afectarlo un poco más.
―Exactamente por ello debería hablarle si es que está aquí, tengo que explicarle todo.
―Opino que eso lo tuviste que hacer antes, ¿no crees? ―El Matsuno, viéndose en medio de una inminente discusión entre ambos, dejó al pajarillo de nuevo en su jaula para colocarse físicamente en medio de los dos.
―Bien, bien, no empiecen de nuevo ―dijo cuando vio a Baji levantarse de nuevo mirando fijamente a su amigo―. Los tres sabemos que esto no llegará a nada bueno así que paren.
Sin mirar a ninguno de los, el de cabello largo se giró mientras se quitaba el delantal a la vez que guardaba el encendedor y la cajetilla en su bolsillo e irse del local luego de decirle a Chifuyu que le hiciera el favor de cerrar por él.
Llenó sus pulmones del aire frío sin notar siquiera sus vellos erizándose mientras caminaba en dirección opuesta al gentío en la calle, maldiciendo por lo bajo debido a la ráfaga de viento que no le permitía encender el maldito cigarrillo.
Poco a poco se alejaba más y más de la gente, parecía poder respirar mejor conforme se encontraba más solo, metiéndose por los callejones hasta ir a parar a la parte trasera de su local, gruñendo ante el tiempo perdido cuando pudo haber simplemente salido por la puerta trasera.
Sin embargo, no era el único allí.
―Oi, oi, oi. Déjenla en paz ―gruñó viendo a unos idiotas rodeando a una chica.
En ese instante, el cigarrillo se cayó de sus dedos al ver entre los imbéciles el rostro aterrado de Gina, de SU Gina.
La sangre le hirvió en mínimos segundos al escuchar la risa de estos mientras ella trataba nuevamente de zafarse de ellos. Supo que los chicos estaban jodidos cuando toda su visión se tiñó de un intenso rojo.
―He dicho que la dejen en puto paz ―dijo de nuevo haciendo crujir sus nudillos cuando estos se giraron hacia él.
― ¿Por qué mejor no te metes en tus asuntos, anciano?
Ninguno del grupito supo lo que se les venía cuando vieron al "anciano" empezar a recogerse el cabello con total calma, acción que si aterró a la fémina sabiendo lo que se avecinaba. Trató desesperadamente de ir a su lado, pero el fuerte agarre de uno de los chicos se lo impedía.
Ella enserio no quería que su reencuentro fuera este, no se lo merecía.
Ante la mirada de súplica de Gina, Baji por un segundo estuvo a punto de detenerse, de no ser porque sus ojos pararon con el pequeño detalle de su ropa toda desacomodada.
En ese momento todo se fue a la mierda.
Había vuelto esa sensación que creyó haber dejado de lado, sus ojos completamente cegados por la furia, sus puños repartiendo golpes sin siquiera saber a quién. La sangre manchaba sus nudillos y salpicaba su rostro.
Dios, él no había vuelto a pelearse desde que todos en conjunto así lo decidieron, pactando dejar atrás todo el tema de las pandillas y demás, simplemente llevar una vida común y corriente, y él en serio lo había intentado.
― ¡Baji, para! ―La voz de Gina retumbó en su cabeza, notando entonces que era sujetado por sus amigos tratando de alejarlo de los chicos ya inconscientes.
Quedó paralizado ante la escena frente a él, haciéndose imposible resistirse a ser llevado de nuevo dentro del local, hiperventilando cuando vio sus manos teñidas de un rojo intenso.
Él no podía estar retrocediendo, se lo había prometido a sí mismo.
Pero justo antes de que pudiera entrar en verdadero pánico, Gina había empezado a frotar con fuerza sus manos para limpiar la sangre de estas para acto seguido pasar a su rostro con suma delicadeza.
―Estás hecho un desastre ―masculló con la voz temblorosa mientras Chifuyu se alejaba con rapidez luego de decir que buscaría hielo.
Claro que el aludido ni siquiera escuchaba sus palabras, estaba demasiado ocupado sintiendo los toques en su rostro.
―Estás aquí ―dijo sin poder dejar de verla a los ojos―. En serio estás aquí.
Antes de que pudiera decir algo en respuesta, el peli negro se lanzó sobre ella para abrazarla o mejor dicho atraparla entre sus brazos. Una vez que se aseguró que era completamente real, no se permitiría volver a dejarla ir.
Por primera vez en tantísimos años Baji por fin se permitió dejar salir las lágrimas que tenía retenidas por tanto tiempo; no se permitió llorar cuando se apartó de ella ni cuando se enteró que ella se fue, él la había perdido y necesitó recuperarla para darse cuenta de la falta que le había hecho falta.
―Lo lamento tanto ―susurró luego de varios minutos, separándose por fin de ella notando que se encontraban solos en la parte trasera del local.
―Solo olvídalo, Keisuke, no hace falta ― asegura con una pequeña sonrisa mientras estiraba una mano para secar sus lágrimas.
Bajando la mirada por un momento, se dio cuenta de un moretón que le trajo de regreso a la situación en la que se encontraba, a la situación de la cual había sacado a la chica. Tensando sus facciones ante el escenario que se creó en su mente sintiendo las manos empezar a temblar por la rabia.
Con dificultad rebuscó con desespero entre sus bolsillos, notando la confusión y leve enojo que se instaló en el rostro de Gina cuando lo vio tratar de encender un cigarrillo.
― ¿Fumas? ―En lugar de pregunta sonó mucho más como un reclamo.
―No me siento orgulloso de ello ―confiesa aun con rabia. Siempre había tenido el problema de descargar su enojo con quien no era el origen del mismo.
Gina sintió su corazón retorcerse cuando dejó de ver al antiguo Baji frente a ella, no reconocía al hombre que se encontraba sentado frente a ella y este en serio no le caía bien. Quería a su Baji de regreso.
―Fumar está mal.
―También está mal pasearse sola por callejones oscuros y aun así estabas ahí ―gruñó de regreso luego de una calada al cigarro.
―Yo esperaba verlos, por eso estaba ahí ―dijo alzando la voz sintiéndose regañada de repente―. Empezaron a seguirme y acabé ahí, no fue mi culpa.
― ¿Y por qué cojones no gritaste siquiera?
― ¡Por qué entré en pánico! ―Grita llamando la atención de los otros dos quienes asomaron la cabeza por la puerta.
― ¡Sabías que estábamos aquí, con un mínimo grito hubiésemos salido a ayudarte! ―Bramó, partiendo el cigarrillo a la mitad cuando apretó el puño― Prometí cuidarte siempre, Gina, no podría permitir que llegaran a lastimarte y mucho menos conmigo tan cerca.
Su corazón se partió en mil trozos cuando vio los ojos cristalizados de la fémina, viéndolo fijamente con el labio inferior temblando de forma leve.
Era sumamente difícil diferenciar cuál de los dos estaba sufriendo más en ese momento, pero le enfurecía ver a Baji relajando de nuevo sus facciones para verla de forma neutral. Sabía que estaba molesto, asustado y decepcionado, ¡quería que reaccionara como tal!
A pesar de verlo ahí frente a ella, por un instante la imagen de un sonriente Keisuke con las mejillas sonrojadas mientras ella jugueteaba como siempre con su cabello y rostro.
Quiso llorar cuando la realidad la abofeteó demostrándole que su Baji ya no existía, al menos así parecía.
Con los dientes apretados, Gina le dio uso por fin al "entrenamiento" de pelea que había recibido años atrás y se impulsó hacia adelante para meterle un puño justo en el estómago con fuerza, consiguiendo sacarle el aire sobre todo por la sorpresa.
― ¿Qué mierda?
―Eso es por decidir por mí ―empezó a decir antes de golpear ahora su hombro, causándole menos impacto, pero mayor confusión―, esto por obligar a los chicos por no hablarme y esto por alejarme de ti.
Incluso Chifuyu y Kazutora soltaron un "Uff" ante la sonora cachetada que le dejó roja la mejilla, pero sin hacerlo reaccionar casi ya que seguía viéndola incrédulo.
Sus ojos habían estallado en lágrimas y su nariz estaba teñida de un rojo intenso, de igual forma Baji por unos segundos dejó de ver a la hermosa mujer frente a él cuando apareció en su mente la imagen de una tierna Gina sonriendo ante unas palmadas sobre la cabeza de su parte.
Sin dejar de mirarla, sujetó su mano para cerrarla en un puño y llevarla hacia él para golpear su pecho.
―Esto es por ser un cobarde, esto por no seguir cuidándote y esto por nunca buscarte de nuevo ―Entre cada frase daba un nuevo golpe hacia él mismo conforme las lágrimas también salían de sus ojos.
Viéndola borrosa por las lágrimas, llevó su mano libre hacia su nuca para atraerla hacia él, tirándose sobre su regazo en el momento que esta soltó un lastimero sollozo contra su pecho.
A pesar de la intensidad del momento, para Baji era como si flotara en las nubes por un momento, luego de tantísimo tiempo había conseguido sentirse liviano de nuevo. Antes no se había dado cuenta de todo el peso que había estado llevando consigo todos esos años, no los había notado hasta que estos se desvanecieron en un instante.
Nunca se había imaginado que ese día, o algún día, podría tener de nuevo a Gina entre sus brazos. Había soñado tantas veces con encontrarla que seguía sintiendo que ella no era real.
―Promete que no me dejarás de nuevo ―casi suplicó, estrechando el abrazo mientras enterraba su nariz entre su cabello.
―Tú promete que no me alejarás de nuevo.
En medio de su abrazo, se selló una promesa mutua y se dio inicio a otra etapa de su relación. Si bien no podrían continuar como si nada hubiese sucedido, había pasado demasiado tiempo como para ello, sí que se esforzarían por hacerlo funcionar esta vez.
Ahora nada podría separarlos; ya no había peleas, pandillas ni el peligro inminente de terminar lastimada por su culpa, solo serían ellos dos y ya.
― ¡Abrazo grupal! ―Exclamó Kazutora corriendo hacia ellos lanzándose también hacia el regazo de Baji, riendo ante su queja justo antes de que fuera imitado por Chifuyu consiguiendo que los cuatro fueran a parar al suelo.
Bueno, quizás serían ellos dos y todos sus amigos.
Gina銀: Plata
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