7: A Bloody Week #2


La luna blanca se teñía de rojo ese veinticinco de Natusest. El reino de los demonios estaba en su máximo apogeo, puesto que la Semana de Sangre era la celebración más importante de todos los tiempos. Era la semana del nacimiento, de la purificación, de la muerte y el fin de un ciclo para comenzar uno nuevo.

Los únicos siete días del año en los que podías nacer. Los únicos en los que debías morir.

La Semana de Sangre del año 418 fue abierta por el mismísimo Rey Raikan, cuyo poder ha mantenido por más tiempo que nadie desde la Diosa Mulier.

Sólo tuvo que mover tres dedos de su mano izquierda, y los cincuenta desafortunados que lucharon contra él perdieron la vida en menos de cuatro minutos.

La arena de batalla fue ocupada por los demonios más jóvenes que habían pasado la restricción de edad. Para algunos era su iniciación, el día en que debían matar por primera vez o morir en el intento. Para otros, era el máximo regalo formar parte del torneo que se hacía año tras año. Ése era el caso del príncipe heredero al trono, Riuk.

Riuk no sólo era conocido por el siguiente que portaría la corona, sino que más bien, era el villano principal en las peores pesadillas de cualquier demonio que se haya topado con él. Riuk poseía el arma que más hacía temblar a Oliver: La Head Breaker. Cualquiera la describiría con forma de bate, un bate muy grueso y pesado. Empezaba con una simple agarradera de acero (como todas las armas de los demonios), para subir en cuarzo rojo un bate con la doble anchura de la cabeza de un adulto. Ésa no era la peor parte: estaba plagada de picos y espinas. No le decían el Rompe Cabezas por nada.

Oliver tampoco sufrió en vano el día que Jefferson le dio a Riuk un Head Breaker de acero. Él practicaba con esa cosa contra Oliver en todos sus entrenamientos.

Oraba por irse de ese reino antes de que su hermano probara con él la original.

Oliver nunca ha soportado este tipo de espectáculos.

OLIVER'S POV

De todas las divisiones del ciclo, Natusest era la peor de todas.

Tyler y yo estamos de acuerdo en que el sistema calendárico de Dainomium era horrible, y a veces no servía de nada. Todos los demás reinos tenían el mismo: años, meses, etcétera, y eso era porque a diferencia de nosotros, ellos tuvieron dioses que sí se pusieron de acuerdo para que cada reino tuviera similitud entre épocas y fines de año. Pero Dainomium no.

Mientras allá le llamaban "año", aquí se conocía como "ciclo", los "meses" se denominaban "divisiones", y cada "división" tenía un nombre que carecía de sentido para mí hasta el momento.

Como Natusest (en otros lados conocido como Octubre), éste mes era el último del año aquí en el reino, nuestros ciclos acababan éste 31 por lo mismo de "nueva época" después de la Semana de Sangre.

La Semana de Sangre se caracterizaba por tres cosas: la más importante y la primera, era que sólo en ésta semana se tenía permitido nacer, desde el inicio del día veinticinco hasta el treinta y uno. El asunto es que, quienes nacer fuera de este rango de días son considerados demonios impuros, ya que carecen de poderes, y no es necesario tener una arma de cuarzo rojo para matarlos. Por esto, si nacen aunque sea un segundo antes, u otro después, mi padre se encarga de mandarte de matar. Una sádica tradición que se remonta desde hace generaciones.

El segundo punto son las iniciaciones. Como todos los demonios nacimos esta semana, se aprovecha y se hace el evento que definirá quienes siguen y quienes no. A los doce años recibimos nuestras armas por parte del Charco del Destino, y a los trece nos meten en un combate a muerte contra otro de nuestra edad.

Podremos vivir eternamente por leyes naturales, pero la tradición nos hace perder cada año a la mitad de la población joven.

Aunque no necesitas ser parte de la iniciación para pelear, porque ahí estaba Riuk, con quince años y se sigue metiendo en los torneos para matar y descuartizar. Supongo que es parte de su papel, ya que será el próximo rey y debe impartir miedo, así como lo hace mi padre.

Y la última y tercera característica de este semana: la luna. A diferencia de otros reinos, nosotros vivimos en un planeta como tal, nuestro reino se sale del sistema de la propia naturaleza del universo. La luna no aparece en todo el año, sólo en la Semana de Sangre, y cuando lo hace, se va tornando de color carmín. Algunos dicen que es por toda la sangre derramada en estos días.

Probablemente en otros mundos creerán que nuestro cielo es muy aburrido: sin luna, y sin estrellas. La verdad es que no. Los astros que vemos en el fondo rojo al anochecer son bellísimos, por odio cuando la luna aparece, porque su resplandor llega a dificultar la visión de lo demás a veces.

Un grito de guerra me sacó de mis pensamientos. Alcé la vista. Allá abajo, en el ring, un demonio con una katana trataba de evitar los golpes mortales que le lanzaba mi hermano.

El demonio era castaño hasta que su cuerpo se tornó gris. Dos finas alas color pantano crecieron desde su espalda, y por un momento, creí haberlo visto sonreír.

Pero mi hermano sonrió también. Él no necesitaba transformarse para obtener la ventaja.

Los iris verdes de Riuk se encendieron, el chico de quince años sonrió mostrando unos incisivos enormes, y entonces. . .atacó.

La Head breaker se alzó sobre su cabeza de manera lenta debido a su peso, el demonio contrincante voló dos metros sobre el ring, bajó en picada con la katana lista para atravesar a mi hermano, pude ver la gloria de la victoria en sus ojos, pude ver la confianza, un vencedor nato.

La rompe cabezas giró en el aire, primero le dio a la katana, luego le dio al chico.

Cerré los ojos al instante y hundí mi rostro detrás de las páginas del libro.

Fue en vano. Mi cabeza se encargó de proyectarme la imagen en alta definición.

Las púas se clavaron desde el costado de la cara hasta bajar el cuello, mi hermano tiró de su arma, golpeó el suelo, y con él, al pobre otro chico.

La mitad de su cabeza había quedado atravesada, en cuestión de segundos se había deformado, la sangre brotó a salpicones, y los sesos gelatinosos mancharon el suelo. No sabía distinguir si eran rojos o blancos, pero ése demonio, oficialmente estaba muerto.

La imagen había sido muy fugaz dentro de mi cabeza, pero eso había bastado para que me entraran ganas de vomitar. Me tapé la boca con una mano.

-¡Que alguien le quite el corazón a éste desgraciado y me lo ponga en bandeja! ¡Hoy cenaré como si ya fuera el Rey! -escuché decir a mi hermano, seguido de una risa y vítores de la multitud.

No entendía cómo a ellos les gustaba ver esta masacre.

Poco a poco me sentí mejor, y bajé el libro. Estaba en un balcón apartado del resto de la multitud, a una distancia moderada del ring, pero desde la que se podía ver todo a la perfección.

Mi silla podrá ser de oro, pero no se compara por la tremendamente decorada de oro, obsidiana y joyas de mi padre, quien estaba a mi lado derecho.

Volteé a verlo un segundo, y me llevé una enorme sorpresa cuando lo vi viéndome. Parecía estar fulminándome con la mirada, aunque no estaba muy seguro porque también se veía demasiado serio, tanto que era casi inexpresivo.

Se veía demasiado autoritario desde ahí.

No sabía si estaba molesto por mi cinco en el instituto o porque había traído un libro de Louis Monsteur (un mortal) a una ceremonia tan importante como esta.

Creí que me mandaría a decir algo con Jefferson, pero fue él mismo quien me transmitió el mensaje.

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Mi espalda y nuca golpearon contra el suelo de loza. El dolor me penetró hasta los huesos, recorrió mi piel, mis tendones, y comencé a escuchar a mi cuerpo rogándome que ya no me levantara.

Tomé una bocanada de aire con la que llené de aire mis pulmones. Mi garganta ardía, aunque fuera un demonio, contra toda naturaleza, anhelé un vaso de agua.

-¡¿Tengo que recordarte cómo se hacen las cosas?! -me regañó desde arriba, mi padre tenía una lanza sostenida con despreocupación en la mano izquierda.

A unos cinco metros de mi cuerpo, estaba la espada que había elegido para pelear.

Mis ojos giraron a las paredes, por breves instantes admiré los muros del palacio: naranjos y rojos, recubiertos de estanterías con la diversidad de armas más grande que hubiera visto. Los techos eran de doble altura, el lugar era genial aunque el piso dolía.

A un extremo, vi a Riuk arrancándole la cabeza con desprecio a un maniquí, la apuntó hacia mí para que la viera, y con una sonrisa de oreja a oreja la despedazó con sus dedos.

Tragué. Riuk odiaba verme con mi padre, y esta no era la excepción.

-Tienes que quitarte el miedo, sin piedad.

Hice media sentadillas antes de ponerme de pie. Me dolía todo el cuerpo, y el corazón, porque otra de las cosas que me hacía sentir mal era decepcionar día con día a mi padre.

-Lo siento, padre. Lo intentaré otra vez -me disculpé con la mirada gacha, y fui a buscar mi espada.

Escuché su suspiro a mis espaldas.

-¿Aún no tienes la mínima pizca de poderes, cierto?

Me detuve a medio camino de recoger el arma de acero. Temía desde hace mucho que me hiciera esa pregunta. Me quedé congelado, casi sentí a mi corazón dejar de latir.

Sin poderes.

Pude sentir la mirada de Riuk en mi nuca.

Sin poderes no hay demonio. Sin poderes, eres un impuro. Sin poderes no sirves. Sin poderes, mueres.

No hacía mucho que me preguntaba el por qué no podía usarlos, el por qué si era un año mayor que Tyler él incluso podía transformarse y yo no.

Desde los dos años van apareciendo las señales de tus dotes. Pero yo estaba por cumplir los nueve esta semana, y aún no había desarrollado nada.

Tal vez el día en que nací el reloj estaba mal puesto, tal vez el doctor se equivocó, tal vez nací treinta segundos después y no treinta antes.

Tal vez papá ya había pensado en eso. Tal vez ya hasta haya decidido como matarme.

Tuve que tragarme mis preocupaciones. Mentir no me serviría de nada si después papá me pedía que le hiciera una demostración.

Levanté la espada, me di la vuelta, y negué con la cabeza.

-No, padre. Aún nada -no dejé de ver el suelo en todo el rato, lo había dicho con el tono de un niño que había esperado que apareciera Santa y se había quedado decepcionado.

Mi padre se llevó una mano al mentón, sentí su mirada de inspección caer sobre mí.

-Eres un demonio puro, tu nombre aparece en el libro de hechizos.

¿Se refería al de "El Ser Negro"?

-¿Eh? -levanté la vista, en serio estaba sorprendido -. ¿De verdad? -me acababan de dar la mejor noticia del mundo, desde mi pecho brotó un alboroto de felicidad.

-Y, te he visto -añadió mi padre seriamente, no entendí a lo que se refería -. En el momento en que tu hermano mató a ése enclenque tú te Tapaste los ojos. Y aún así, ¿lo viste, no?

Por un momento temí que si respondía mi padre creería que he perdido la cordura, pero tragué (¿cómo podía existir tanta coincidencia?) y asentí.

-Ya veo -volteó a ver a un lado sin dejar de sobarse la barbilla -. Ésa es la prueba de que tienes poderes.

-¿Lo es? -no me la creía -. A nadie más le pasa.

-Todos los demás no nacieron casi fuera del límite -mi padre me volteó a ver con una mirada dura, sentí como si más bien me estuviera regañando. Aunque tal vez sí fuese algo malo, después de todo, nací sólo treinta segundos antes de la media noche del último día de la Semana de Sangre -. Ya sabes que entre más cercano hayas nacido del día veintiocho al medio día serás acreedor de más poder-como él, que nació el veintiocho, pero al contrario de mí, habría dado todo por nacer treinta segundos después, para haber salido a las doce del mediodía exactos. Aún así, era el demonio que más se acercaba a esa hora, y por lo tanto también era el más poderoso -. Ya que naciste al borde del día treinta y uno, tu poder es y siempre será el más débil de todos. Eres tan escaso de poder en tu interior, que resultas ser ridículamente sensible a él.

-¿Qué? -me había quedado atorado en la última parte. ¿Sensible era bueno o malo?

-El poder fluye de adentro hacia afuera por parte de todos los demonios. La diferencia de tú y los otros es que ellos tienen acostumbrados a su cuerpo a tener poder y energía fluyendo por sus venas, y tú no -hizo una pausa, parecía decidido a hacerme entender de un modo u otro -. Es como los mortales alérgicos al polen. Para quienes no son alérgicos es como si el polen no existiera, pero para los que sí, en primavera lo sientes como mosquitos alrededor de todo su cuerpo. Lo mismo pasa contigo, pero el poder no se toca, sino que viene en sensaciones y probablemente tu cabeza te hace ver cosas que están pasando y no quieres ver.

Genial. Lo entendí, pero ¿ahora soy como alérgico al poder?

-Oh, pues qué suerte -dije, pero recobré los modales al instante. Lo volteé a ver a los otros -. Gracias, padre. Es bueno al menos saber que sí tengo poderes, de algún modo.

-Sí, ya no tengo que matarte.

-Gracias, papá.

-Bueno, tengo asuntos que atender -me entregó su lanza, y me clavó los ojos -. Sigue practicando, de otro modo nunca podrás desarrollar bien tus dones -se dio la vuelta -. Éste viernes es tu demostración, para que te esfuerces.

Sentí como si me hubieran jalado el alma y corazón al piso.

-¡¿Presentación?! ¡¿Qué presentación?! -adiós serenidad, esto me preocupaba mucho.

Mi padre ni siquiera volteó a verme mientras salía por la puerta.

-Arreglé unas cosas, ahora los de tu curso tendrán que hacer una demostración con simulaciones de armas. Será una buena preparación, ya no quiero que vuelvas a reprobar.

Riuk me empujó al pasar a mi lado, la espada y lanza se cayeron a mis pies. Riuk se rió, y en lenguaje de señas rápidas que habíamos aprendido hace cuatro años me dijo que se encargaría de acabar conmigo.

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Ése día quedé de ir con Tyler más temprano, principalmente por lo de la Semana de Sangre y todo eso. Siendo príncipe, las siguientes noches se resumen en cenas aburridas y un montón de gente yendo a regalarle cosas a Riuk.

-Entonces. . . ¿alérgico al poder demoníaco? -el rubio preguntó con una sonrisa picara en el rostro.

Tyler me veía de cabeza desde el reposabrazos del sillón en el que estaba acostado, se la había pasado rebotando una pelota de goma contra la pared todo el rato, pero se detuvo para hablar.

-No es eso a lo que se refería mi padre, sólo soy muy sensible, y ya.

-Ya veo, estás condenado a ser puro -rió, se giró para quedar derecho -. Nunca me dijiste que escuchabas cosas.

-Creí que me creerías loco -me excusé.

-Oh, no: tú ya estás loco -se levantó del sillón, me tomó del hombro y volvió a voltearme hacia el mapa multidimensional del muro. Creo que ésa es su estrategia principal para hacerme entrar en razón -. Eres el único demonio que le daría de comer pasto a su mejor amigo para que juntos se puedan escapar de lo que los mortales considerarían el paraíso.

-No estoy muy seguro de que los mortales considerarían esto como el paraíso -me giré hacia él -. La tierra casi no es fértil, los animales se mueren, nos matamos entre nosotros. . .

-Dime, ¿cuántos mortales puedes volar?

-Pues. . .en el Mundo Oscuro algunos pueden.

-Ok, ¿y cuántos mortales han visto alguna vez una noche como las que hay aquí en Dainomium?

-En eso tienes razón.

-Mi punto es, que loquito o no yo iré contigo -fue a su mochila y sacó dos manzanas amarillas, me lanzó una y le dio un mordisco a la suya -. ¿Descubriste algo más del Ser Negro?

-Nop. Y no puedo preguntarle nada a mi padre, en cuanto sospeche de nuestro plan de irnos nos matará al instante.

-¿Crees que te mataría a ti también?

-Pues, ¿sí? No es como que sea muy importante, no como mi hermano.

-Ja, seguro Adam se volvería loco.

Ambos nos reímos al unísono. Adam era otro chico de nuestro curso, él de entre todos era el más raro: no tenía una obsesión conmigo, sino que la tenía con toda mi familia. No dejó de escurrirse al castillo hasta que mi padre lo encontró y le dio la amenaza de su vida, sinceramente no he encontrado la razón del porqué no lo mató ese día (lo ha hecho con otros), no creo que se deba a que es sólo un niño.

Lo peor del caso es que parece simpático, y lo consideraría mi amigo si no tuviera la mente más retorcida y sádica del reino.

-Por cierto, tenía que contarte algo -anuncié, antes de que se me olvidara.

-Oh, soy todo oídos -Tyler se acabó la manzana.

Me di cuenta que yo ni siquiera había probado la mía, así que me limité a dejarla sobre la mesa. No tenía apetito.

Los demonios comíamos porque nos gustaba, no porque lo necesitábamos.

-¿Recuerdas que reprobé?

-Y yo igual, no deberías mortificante tanto.

-Bueno, con el propósito de que mejore mi padre nos obligará a participar a todos en un torneo, con simulaciones de las armas.

Tyler casi regresa la manzana.

-¡¿Enfrente de toda la gente?! Wow, eso es nuevo, no se supone que lo hagamos hasta los doce.

-Ése no es mi mayor problema. Temo que si fallo, mi padre volverá a enviarme a. . .

Tyler abrió los ojos como platos.

-No lo haría.

-Pues yo creo que sí. Por eso necesito aprobar.

-Tú tranquilo -Tyler se acercó y me puso una mano en el hombro -, yo me encargaré de que estés listo para esa competencia. ¿Cuándo es?

-El treinta y uno -dije con nervios.

-¡Aún tenemos seis días! -dijo animado.

-Cinco, en realidad.

-Bueno, no importa. Te prometo, que no saldrás de ése torneo sin haber sacado al menos un punto -me guiñó el ojo.

Qué buen amigo era, ni siquiera lo merecía. Tristemente estaba demasiado nervioso como para expresarle lo agradecido que me encontraba.

Y así llegué hasta el siguiente día a las ocho de la noche. Cumpleaños de Riuk, y no podría estar más agradecido de haber traído conmigo un libro de Física para la cena.

El comedor principal podría ser confundido fácilmente con un salón. Era enorme, con una tremendamente larga mesa de mantel blanco y unas cuarenta y seis sillas de cada lado. En el caso de los extremos, sólo había cabida para una persona: El Rey, mi padre. Él prácticamente tenía un trono carísimo para todos lados.

No digo que el de Riuk y mío no estén caros, pero eran baratijas comparados con el de mi padre.

Riuk iba al lado derecho, frente a mí. Todas las demás sillas de la mesa nunca se ocupaban al cien por ciento, sólo venían otras tres familias desconocidas a comer, las cuales dudo no tengan alguna amistad con mi padre. Familias de altos recursos.

Como sea, cada cinco minutos llegaba Jefferson para avisarle a mi hermano que le habían traído más regalos. Era una especie de tradición aquí regalarle cualquier cosa al siguiente rey (ya saben, las preferencias).

Y por supuesto, no podía faltar la egocéntrica novia de mi hermano: Selene. Era alta, ojos marrones, y. . .nunca supe realmente de qué color tenía el cabello, siempre se lo ha teñido, y por el momento era anaranjado con un rayo negro en lo que tenía de flequillo. A parte de su peinado rockero y desalineado, resultaba ser hermana de Tyler. Pero no era tan sencillo, porque Ellen la había adoptado hace cinco años, el mismo día en que Tyler y yo nos conocimos.

Una sonrisa brotó de mi rostro al recodar aquella ocasión. Debió haber sido la noche más alocada de toda mi vida, y desde entonces Tyler y yo nos volvimos inseparables. Pero ya habría tiempo después para recordar todo aquello.

-¿Deseas comer hígado o sesos? -me preguntó Jefferson de golpe.

Di un salto en el asiento, el libro casi se me resbala. Lo último que había leído fue "La fuerza modificará el estado de movimiento, cambiando la velocidad en módulo o dirección", y después, ya tenía los ojos fulminantes del ayudante de mi padre encima míos.

-Ehh. . . -escondí el libro debajo de la mesa -. ¿No hay otra cosa en el menú?

Odiaba tener que comer restos de cadáveres. Esto prácticamente se consideraba canibalismo, pero (oh sí, otra tradición) se dice que al comer el corazón de otro demonio el poder que tuvo se le suma al tuyo. No por otra cosa Riuk estaba devorando a su víctima del otro lado de la mesa.

Me entraron mareos.

-Si no comes eso, lo único más que hay son vegetales.

-Vegetales entonces será, gracias.

Cuando Jefferson se fue, encontré a mi padre haciéndome ésa misma mirada de siempre. No sabía en qué estaba pensando.

-Oliver, si quieres que tus poderes crezcan vas a tener que ingerir el corazón de otro algún día -me dijo, casi a modo de regaño.

-Olvídalo padre, Olibobo será devorado antes de que siquiera intente defenderse -dice Riuk con sangre escurriéndole por las comisuras de los labios.

Las ganas de vomitar fueron mayores éste año.

Clavé la vista abajo, ya no soportaba estar en esta mesa.

Cuando me trajeron mi comida, no probé si quiera un poco. Me alegró que a nadie le importara, el único que habló conmigo volvió a ser sorprendentemente mi padre, quien me atrapó leyendo.

-Hijo, ¿qué lees? -su pregunta sonó más a cortesía que interés.

Por suerte estaba preparado para esto. Rápidamente cambié el libro de Física por el de Devil Weapons, que era el libro en el que se explicaban todas las armas de los demonios.

-Veo cómo obtener la Mulier Swap, papá -sonreí, técnicamente eso no era una mentira, y nunca se me había ocurrido que tal vez él podría ayudarme.

-Para eso necesitas tener poderes primero, Olitonto -dijo mi hermano.

-Riuk -mi padre le dio una patada por debajo de la mesa -. Ya cállate -lo regañó, Riuk bufó frunciendo el ceño.

Sabía que Riuk tenía razón. La Mulier Swap al final era para los más dotados, ¿cómo se suponía que yo lograría eso en tan solo tres años de aquí a que me tocara ganar mi arma?

Por otro lado, me parecía increíble cómo el único que podía reprimir a Riuk era mi padre.

No sólo porque también era su padre, sino porque aparte era el Rey.

Y a un Rey, nadie lo molesta.

Qué suerte, lastima que no estoy en el lugar de Riuk, pero no me sentía desagradecido, porque de otro modo creo que jamás habría conocido a Tyler.

Él y yo algún día escaparemos de aquí, y como él dijo: A nadie le importará si tengo poderes o no. Al menos allá no me obligarían a comerme a alguien o a matar.

Después de eso Riuk se fue con Selene a no sé dónde, y yo obtuve permiso de mi padre para irme a leer a mi cuarto. Aunque todos sabían que no iba a mi cuarto. . .

-¡¿Estás diciéndome que te leíste todo el libro completo de artes marciales en menos de veinticuatro horas?! -Tyler puso cara de estupefacto.

Dejé las armas de acero que había traído del palacio sobre el sofá.

-Sip -asentí.

-Por Mulier, y se suponía que yo sería el maestro -se rió -. Por cierto, ¿nunca se te ocurrió serlo? Tienes talento para esto.

-¿Para leer? -me extrañé.

-No, me refiero a que si te gustaría ser maestro, en el futuro, cuando se acabe la escuela -puso las manos en jaras -. Va a ser una vida muy larga, mejor en algo que sea sencillo y te guste.

-Pues. . .sí me gusta mucho leer, y me encanta enseñarte cosas, pero. . .hmm, no lo sé -saqué una espada -. Aquí papá ya me mencionó que quiere que me vuelva estratega.

-¿Estratega para qué? -alzó una ceja.

Me encogí de hombros.

-No lo sé, pero eso él quiere.

-¿Y tú qué quieres? Sería mejor que pienses qué vamos a hacer allá en los demás reinos -sonrió.

-La gente allá trabaja para sobrevivir, nosotros no necesitamos eso -saqué una daga, del tipo favorito de Tyler.

-Bueno, podría ser un pasa tiempo, ¿no?

-Sí, podría ser -fui por el libro del escritorio, y lo abrí en el capítulo uno.

Tyler y yo habíamos hecho mapas, papeles, sofá y mesa a los extremos. Éste ahora sería nuestro lugar de entrenamiento en los próximos cinco días, comenzando desde hoy.

Nos pusimos en el centro.

En mi caso conocía cada técnica de las artes marciales al derecho y al revés. Había sido trabajo de Jefferson enseñarnos a mí y a mí hermano durante todos estos años, pero tenía un pequeño gran defecto. . .

Tyler me atacó, la navaja rasgó el aire pero su objetivo no fue atinarme.

»¡Esquiva!«

»¡Retrocede!«

»¡Ataca!«

»¡Salta por encima!«

Todas esas cosas habrían servido. Habrían servido si tan sólo las hubiera realizado.

Tyler me dio una patada en el tobillo, con la mano libre me arrebató la espada, trastabilé, me sujetó a media caída del torso y aplicó fuerza sobre mi hombro para jalarme y terminar cayendo de espaldas del lado contrario.

No me dolió porque Tyler no lo había hecho con la intención de la lastimarme. Hasta bueno para controlar la fuerza era.

-Oli, ¿no dijiste que habías leído todo el libro? -me tendió una mano, yo la correspondí.

-Sí, lo hice -me puso en pie.

-¿Y llevas yendo a éste tipo de entrenamiento todos los días de tu vida desde antes de conocernos, no?

-Eso es correcto.

-. . .¡¿Y luego?! -se veía confundido -. Oliver, ni siquiera tuve que usar la daga.

-¡Lo sé! ¡Lo sé! -arrojé la espada con frustración a la mesa, pero no le atiné y cayó al suelo -. Conozco todo, pero soy un inútil poniéndolo en práctica.

-Qué bueno que nos complementamos -dice Tyler -. Te diré algo: ésta vez, olvídate de todas las técnicas que conoces y actúa por instinto. ¿Qué es lo que tu instinto te dice?

-¿Normalmente? "Hey, te van a golpear aquí, ahí y allí", pero los murmullos ya hacen ése trabajo.

-Bueno, ¿algo más?

-También me piden que vuele, salte, y ésas cosas.

-¡Perfecto! Haz eso.

-Sabes que no vuelo.

-¿Puedes saltar, no? ¡Oh! Y por cierto. . . -fue a la bolsa de armas que traje, y me alcanzó un cuchillo de cazador.

Me quedé algo confuso cuando lo recibí, él ya sabía que prefería la Mulier Swap.

-¿Un cuchillo?

-Sip -sonrió -. Ya que predices a dónde van los golpes, tal vez te sirva mejor un arma de corto alcance.

-Está bien, pero enséñame por si las dudas a lanzarlo desde larga distancia.

-El maestro se ha convertido en el estudiante -me guiñó un ojo divertido y sonrió -. Por favor: bienvenido a la escuela de cómo lanzar cuchillos desde muy lejos por Tyler Crashwell -hizo una reverencia exagerada.

No pude evitar estallar en risa.

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Y así, la Semana Sangrienta y éste ciclo 418 llegó a su último día, y también, a la hora del torneo.

-¡¡Oliver!! ¡¡Tyler!! -Ellen vino tras bambalinas a envolvernos en un muy apretado abrazo.

Gracias a las armaduras que llevábamos el abrazo no fue muy cómodo, pero sí aceptable.

Ellen estaba llorando.

-No vayan a lastimarse mucho -nos apuntó a cada uno, no muy seguido la veía seria, sobretodo segundos después de haber llorado -. ¿Entendido? -sus ojos cayeron en Tyler y luego en mí.

-¡Entendido señora mamá de Tyler! -saludé como si fuera un soldado, muy emocionado, aunque por dentro me estaba muriendo del miedo.

Tyler me copió el saludo.

-¡Awwww mis linduras! -nos apretó los cachetes suavemente, y luego nos volvió a abrazar -. ¡Les va a ir muy bien! ¡Confíen en ustedes!

-¡Así lo haremos, má! -dice Tyler.

Minutos después, Ellen tuvo que irse con el resto del público.

Desde aquí escuchaba los vítores de los demonios emocionados, ellos nunca habían visto a niños de nuestra edad meterse a ésa arena pelear. Aunque era como los exámenes (todos contra todos) yo y mis compañeros nunca habíamos estado frente a un público.

Sentí que vomitaría, me llevé las manos al estómago, y segundos después, me puse como loco a comprobar que trajera todo lo necesario para la pelea.

-¡Tranquilo Oliver! -Tyler me rodeó los hombros con un brazo -. ¡Todo estará bien! Recuerda que sólo son simulaciones, nadie morirá hoy.

-Aún así duele. . . -lo dije en el tono más nervioso posible.

Mi padre estaría ahí, Ellen estaría ahí, mi hermano estaría ahí. . .

Mi padre al fin vería lo ridículo que se ve su hijo en éstas luchas.

Ellen, sabía que la decepcionaría. Vería cómo me golpean, y la haría llorar. Yo no quería eso.

Y Riuk, mi hermano. Ay, nunca me haría olvidar la humillación por la que iba a pasar hoy.

-¡Ord' Oliver Montrose! -gritó un niño más chaparro que yo corriendo hacia mí y cargando una guadaña con él -. ¡¿Estás emocionado?! ¡Yo sí lo estoy! ¡¿Practicaste?! ¡Por supuesto que no! ¡No lo necesitas! ¡Eres un Montrose! ¡¿Estás emocionado?!

-Hola. Adam -le dice Tyler. No se caían muy bien.

-Hola. Tyler Crashwell Woods -Adam lo fulminó con los ojos.

-¡Wow, miren la hora! Adam, ¿no deberías ir a tu posición de salida?

-¡A donde vaya un Montrose, yo iré con él! -exclamó sonriendo y elevando el arma sobre su cabeza, me dio algo de pavor que maneje tal cosa con total despreocupación -. ¡Ya quiero ver cómo le sacas los ojos a todos y cuelgas lo que quedó de sus cuerpos en las puertas de entrada del estadio! Por cierto, ¿crees algún día poder darme a probar uno de los corazones de tus cientos de víctimas?

TYLER'S POV

Ése Adam estaba re-chiflado. El pobre de Oliver no pudo pegar un ojo hasta que le eché agua en la cabeza.

Sólo dos minutos antes de la competencia, y yo le tenía que poner una mano de apoyo en la espalda mientras vomitaba en el baño.

-Tranquilo, tranquilo. . . -le decía -. Nadie colgará a nadie en las puertas del estadio, todo estará bien. . . aquí estoy, aquí estoy. . . descuida. . .

OLIVER'S POV

Los murmullos me atacaban con cientos de cosas terribles. No les entendía nada, pero sabía que eran de horror.

Una campana de inicio sonó en todo el estadio, mi pulso se encendió a mil por hora, Tyler estaba a mi lado. No lo volteé a ver, pero nos tomamos de las manos, y salimos a gran potencia hacia la arena.

Era tierra de asfalto, un área libre; los reflectores apuntaban hacia nosotros.

Me vi rodeado de una masacre en cuestión de segundos.

Todos los demonios cortaban y encajaban, apuñalaban y amputaban, todos contra todos, sangre por doquier, gritos de guerra, muerte y dolor, murmullos.

Otro chico que no recordaba se dirigió a nosotros con su enorme hacha de medio metro (en serio, ¿quién hace estas cosas?), apuntó, y Tyler y yo nos vimos obligados a separarnos.

Hice lo único que mejor sabía hacer y salí corriendo. Esquivé, evité, es todo lo que hacía. Había perdido a Tyler de vista, y ahora me encontraba completamente a mi suerte.

Juro que una lanza estuvo a medio centímetro de atravesarme el cuello.

Terminé arrinconándome oculto detrás de un montículo de tierra. No me di cuenta en qué momento había soltado el cuchillo, pero ahora no tenía arma para defenderme.

Las imágenes pasaron por mi cabeza. Realmente no importaba si estaban muriendo o no, aquellas escenas sangrientas me marcarían de por vida.

Saqué la cabeza un segundo, y ubiqué en la orilla del estadio el cronómetro. Quedaban pocos minutos. . .

¡Vamos Oliver! ¡Hazlo! ¡Sí puedes!

Me temblaban las piernas, pero terminé saliendo de mi escondite. No volví a dejar de correr hasta que distinguí una Mulier Swap encajada en la tierra a lo lejos.

Tenía miedo. El tiempo pasaba a la velocidad de la luz y ya casi no quedaban concursantes, ¿cómo obtendría algún punto así?

Alguien me empujó a mis espaldas. Caí de bruces al suelo, tragué un poco de tierra.

Genial, alguien me había encontrado, y ahora estaba muerto.

Me di la vuelta quedando boca arriba. Tyler estaba de pie, con su daga en mano, a no muy lejos de mí.

Traía otra cosa en la mano: mi cuchillo, el cual lo arrojó clavándolo al lado de mi pie.

Retomé la compostura enseguida, me levanté, y conmigo traje el cuchillo.

El rostro de mi amigo no expresaba nada. Sus ojos parecían ver a través de mí.

-¿Tyler? ¿Qué estás hacien. . . -antes de siquiera pensarlo se me echó encima.

En ése momento me di cuenta, que los murmullos nunca me habían advertido sobre mi mejor amigo.

Caímos al suelo, rodamos, y yo no lograba comprender qué rayos estaba pasando.

-¡¿Qué haces?! -le grité, Tyler me jaló del cabello.

-¡Tienes que matarme! -volvimos a rodar, él había dado la orden como si nada.

-¡¿QUÉ?! -me alarmé.

-¡No literalmente! ¡Sólo clávame el cuchillo y obtener los puntos!

-¡No voy a hacer eso!

Nos detuvimos, sus ojos verdes chocaron con los míos, y entendí sin palabras lo que estaba pensando.

Yo no podía hacerlo. No había forma, camino o ruta que me llevara a ganarle a alguien por mi cuenta. Tenía que ser Tyler. Sólo él.

El rubio me obligó a ponerme de pie; me empujó, pero sólo retrocedí dos pasos.

-Hazlo -me dijo.

Ni siquiera tuve tiempo de responder, porque Tyler se avecinaba a mí de nuevo.

Sólo traté de hacer, lo que el Oliver de toda esta semana había aprendido con su amigo.

Pateé a Tyler en el tobillo, su cuerpo giró, mi brazo rodeó su cuello, su espalda chocó contra mi pecho, y el cuchillo de mi mano derecha se posicionó a nada de su garganta.

Abría jurado que Tyler soltó su daga a propósito.

Ya estaba aquí, ya podía ganar al menos un punto.

Al menos uno. . .

Pero estaba congelado. No podía moverme, por más que me gritara que lo hiciera, era incapaz.

-¡Vamos Oli! ¡Hazlo! -me pidió Tyler -. ¡Estuvimos practicando para esto! ¿Recuerdas?

-¡Sí! ¡Pero. . .pero no así! -respondí, el nerviosismo extremo volvió a embriagar mi voz.

La mano comenzó a temblarme.

-¡Si no ganas tu padre podría hacerte algo! -dijo -. ¡Yo estaré bien, te lo prometo! ¡Sólo hazlo! ¡Es muy fácil!

Comencé a imaginar toda la sangre que saldría de su cuello si lo hacía.

-¡Tú no entiendes! -se me quebró la voz, ya no lo soportaba. Mis lágrimas mojaron la nuca de mi amigo -. ¡No puedo hacerlo! ¡No puedo!

Tyler me vio a lo ojos con pena, y comprendió.

Entonces, sus ojos se abrieron como platos, los murmullos me invadieron ahora como nunca antes lo habían hecho.

Sentí algo perforar mi espalda, atravesarme por completo, y salir por el pecho de Tyler.

La lanza fue arrancada de inmediato. Tyler y yo nos separamos, mi pecho se empapó de un líquido rojo, y caí al suelo, mi mejor amigo conmigo.

Kayle estaba de pie, parado detrás de donde habíamos estado nosotros hace unos instantes, con una lanza en mano, goteando sangre.

-Pff, qué desperdicio -fue lo último que dijo antes de dar media vuelta y alejarse.

La campana sonó, anunciando que todo se había acabado.

Me ardía. Ardía como el infierno.

Me han clavado un montón de cosas durante toda mi vida, pero nunca me habían atravesado por la mitad.

Poco a poco, mi respiración se fue normalizando. Sentí y escuché los huesos y tejidos de mi pecho volviéndose a conectar, el dolor fue disminuyendo rápidamente.

Giré la cabeza, y me encontré a Tyler, empapado de sangre exactamente igual que yo.

Me tendió la mano, y yo la estreché. Ambos sonreímos.

Al final, nada había salido como lo planeado. Pero estábamos juntos, y eso era lo único que importaba.

-¡Tres puntos! ¡Increíble Oliver! -Tyler me felicitó con un sacudida de hombros.

No pude evitar sonreír.

¡Tres puntos! No podía creerlo, esto era excelente. Parece que después de todo, sí valió de algo al menos estar cerca de rasgarle el cuello a alguien.

Aunque no quiero volver a hacerlo. Nunca.

-¡¡MIS BEBÉS!! -Ellen llegó llorando a abrazarnos -. ¡Nunca vuelvan a lastimarse así! ¡¿Entendido?!

-¡Entendido, má!

-¡Entendido señora mamá de Tyler!

Quince minutos después, tuve que despedirme de Tyler y Ellen. Mi padre, aunque no me mandó al internado como creí que lo haría, no me volvió a dirigir la mirada en toda la noche.

La noche. La noche era horrible.

Y ahí seguían el Rey y el príncipe: comiendo restos y aceptando las ofrendas de los demás demonios. Odiaba estas cenas.

Pero lo que más odiaba, era que comenzaban a celebrarte a la hora en que naciste, y todo debe acabar a la media noche del treinta y uno.

Qué suerte la mía: falta media hora para las once cincuenta y nueve.

Me levanté de la mesa, no importuné a nadie yéndome de ahí, pero los ojos de Riuk me siguieron hasta que me perdió por el pasillo.

¿Por qué tuve que nacer treinta segundos antes de las doce? Era todo menos justo.

Respiré, recordándome a mí mismo que en otro modo de vida nunca habría conocido a Tyler, el mejor amigo que se habría dejado matar sólo para que yo pudiera conseguir algunos puntos.

Estaba demasiado cansado, había sido una semana muy dura, lo único que deseaba era sentarme a leer sobre mi escritorio de aquí hasta que volviera a salir el oscuro sol.

Algo blanco en forma cuadricular llamó mi atención en la cama: era una nota.

¿Una nota? ¿Para mí? ¡Nunca me había pasado!

Reconocí la caligrafía de Ellen al instante, sencillamente decía "Ven a mi casa, ¡date prisa! ~Ellen".

Una emoción rejuvenecida brotó en mi interior.

Fui por el gancho pistola, fui al balcón, y una vez estuve fuera de los muros del palacio me adentré por primera vez en mucho tiempo a los recónditos callejones del pueblo.

Papá nunca nos dejaba salir a no ser que fuera para la escuela o torneos, ni siquiera creo que Riuk conozca tanto éstas islas como yo.

Tuve que ir la mayor parte del recorrido con la cabeza agachada; pasé un puente de una isla a otra en hurtadillas, otras veces tuve que bajar escaleras porque mi destino quedaba en las islas de más abajo.

Me topé con un camino plagado de demonios, todos celebrando sus últimos momentos de la noche. Dos pares de niños luchaban con espadas de acero en la calle, uno de ellos se tomaba las cosas muy enserio.

Tuve que dar la vuelta y tomar un sendero nuevo, sólo en ése momento le agradecí a la luna roja su presencia, de otro modo nunca habría podido ver lo que había al frente.

La casa de Ellen no era para nada un lujo, sólo tenía un piso, dos ventanas al exterior y apenas se distinguía de las demás de madera.

Me llamó la atención que las cortinas taparan las ventanas, y que no hubiera la mínima señal de luz dentro. Algo estaba mal.

Tuve que ser valiente y tocar la puerta, pero apenas mis nudillos hicieron un sonido la puerta se empujó hacia atrás. ¿Estaba abierta?

Nada me decía que no entrara, ahora dependía única y solamente de las advertencias de los murmullos.

Avancé dos pasos a la oscuridad, respirando pesádamente. Escuché pasos pasarme por un lado, al voltear cerraron la puerta, algo o alguien me ató las manos a la espalda, me pusieron una venda en los ojos (¿en serio? ¡Ya está suficientemente oscuro!) y una cinta en la boca.

Aunque algo me decía que todo iría bien, comencé a entrar en pánico: Perfecto Oliver, te habían secuestrado y ahora ibas a morir.

Me quitaron la venda de la cabeza, y me encontré a mí mismo debajo de un pequeño techo rectangular que rozaba mi cabeza, parecía que una tela caía por los bordes creando un perfecto polígono.

Tyler estaba frente a mí, acompañado por una lámpara de gas y un dedo en los labios indicándome que guardara silencio.

Asentí lentamente, entonces Tyler me quitó la cinta de la boca.

-¿Era necesario que me ataras? ¿Y la venda qué? -me quejé.

-¡Oh, sí! -enseguida se dirigió a liberar mis manos -. Lo siento, es que era para "mantener la ilusión" -se rió.

Aunque había recuperado la confianza de mi seguridad, seguía terriblemente confundido.

-Tyler, ¿dónde estamos?

-Debajo de mi mesa -se puso delante de mí.

-Y. . .¿por qué?

-¿Recuerdas de la sorpresa que te mencioné hace varios días?

-Ajá.

-Pues. . . ¡Sorpresa! -alzó los brazos con emoción, pero no pudo mucho por lo limitado del espacio.

-Oh, ¡gracias! -sonreí, tal vez meterme atado debajo de una mesa era un lindo detalle. Algo era algo.

-¡Espera a que lo veas! Todo fue idea de mamá -dice, muy contento.

-¿Y por qué debajo de la mesa? -pregunté -. ¿Es ilegal o algo por el estilo? -bromeé.

-De hecho, sí, muy ilegal, según mi madre.

Se me apretó el corazón: ¡¿ILEGAL?! ¡Si alguien nos descubría estábamos muertos! ¡TODOS!

-¡Sorpresaaa! -Ellen llegó pasando por debajo del mantel, en las manos traía algo increíble.

¡Era como la base de un cilindro, circular, esponjoso, café en varios tonos, cubierto de un líquido oscuro y con nueve palmitos de cera encendidos de fuego en la punta arriba! ¡Era un. . .era. . .! ¿Qué era?

-¡Wow! ¡Gracias! -me emocioné -. ¿Qué es?

-En otros reinos lo llaman pastel -dice Ellen sonriente -. Tu madre me contó de ellos, antes el Rey le regalaba todo el tiempo, pero tras su partida prohibió cualquier clase de dulce.

-¡Wooow!

-¡Sí! ¡Plantamos un árbol de semillas gigantescas en mi cuarto! -exclamó Tyler.

-¿Semillas gigantescas?

-Se le llama cacao -dijo Ellen -. En cuanto encontré algunas semillas que me dio tu madre no pude evitar pensar en prepararte un pastel de chocolate. Tomó mucho tiempo, pero al fin crecieron, ¡y justo a tiempo para tu cumpleaños!

-Oh, pero aún faltan unos minutos.

-¡Sabes que eso no nos interesa! -Tyler me da un golpecito amistoso -. ¡Vamos a festejar!

-¡Casi lo olvido! Oliver, se tiene que cantar una canción de cumpleaños antes de que le soples a las velitas.

-¿Canción de cumpleaños?

-Por desgracia no conocemos ninguna, tuvimos que improvisar e inventarla nosotros mismos -Tyler me guiñó el ojo.

Creo que podía sentir la sangre en las mejillas, ellos dos estaban haciendo demasiado por mí. . .no podía creerlo, eran increíbles.

Ellen colocó el pastel frente a mí, no pude evitar ver cómo bailaban las llamas de las velas.

TYLER'S POV

La melodía no era perfecta, ni tampoco muy movida, pero mi madre y yo practicamos y esto fue lo mejor que pudimos dar:

¡Qué pases un lindo cumpleaños,
Oliver de nueve años,
Qué pases un lindo cumpleaños,
Porque a nuestros corazones haz llegado!

¡Oliver eres el mejor,
Un increíble amigo y compañero,
Qué se cumplan todos tus deseos,
Y por siempre juntos estemos!

No pude creer lo que veía cuando terminamos de cantar.

-¡Owww! ¡Oliver, no llores! -fui a abrazarlo, mi madre se sumó, ¡¿también ella estaba llorando?!

-Es. . . -hablaba con una voz quebrada y llena de fantasía -. Es lo mejor que alguien ha hecho por mí -siguió sollozando, y no pude evitar abrazarlo con mayor fuerza -. Gracias, en serio, gracias.

OLIVER'S POV

Cuando al fin se me acabaron las lágrimas, Ellen nos sirvió a cada uno una rebana de "pastel", la mía principalmente estaba repletamente bañada de "chocolate".

Le di una cucharada, y me dispuse a llevarme el bocado a la boca. No tenía idea de qué esperar, Ellen después de todo había dicho que era "dulce", ¿pero era un dulce de las frutas? ¿O éste dulce sería diferente?

Apenas mis labios se cerraron otra vez, una explosión de sabor inundó a mi boca. Ni siquiera me percaté cuándo cerré los ojos para concentrarme sólo y únicamente a saborear.

El sabor del chocolate, era indescriptible.

Era dulce, pero con una tocada de amargo, y ¡oh, se derretía sobre mi lengua! Y, ¡vaya! Era muy relajante, y sabroso, y me hacía un cosquilleo hermoso desde la garganta hasta el estómago, ¡parecía que todos mis sentidos estaban bailando de alegría!

TYLER'S POV

-¡Mmmh! ¡Mm! ¡Ommmhhh! ¡¡Mm-hhmm!! -Oliver se sujetaba las mejillas, mientras estaba en su propio mundo del chocolate.

Yo creo que ni si quiera él sabía lo que hacía, pero qué bueno que le gustó.

Sonreí, y me llevé más de éste delicioso pastel a la boca.

Concordaba con Oliver: Sí que era el paraíso.

OLIVER'S POV

Acababa de tener el mejor día de mi vida. Lástima que en cuestión de rebanada y rebanada, el pastel se disminuyó a migajas que yo mismo me acabé.

Tardé una media hora agradeciéndole a Tyler y Ellen por todo lo que habían hecho por mí, y creo recuerdo haber llorado otra vez. Pero todo eso era algo borroso, mi mente aún seguía algo drogada por el recuerdo de la primera vez que probé el chocolate. Qué maravilla.

Al final tuve que regresar al palacio, escalando con mucha concentración la cuerda del gancho pistola para no caerme, suerte que tenía buena fuerza en los brazos.

Estaba a unos dos metros de llegar al balcón, cuando algo rasgó el aire y cortó la cuerda por detrás de mí.

El mismo susto hizo que me sujetara con mucha más fuerza, ahora había quedado colgando de la cuerda en posición vertical, qué bueno que se cortó allá atrás y no adelante, sino, ni siquiera me imagino la caída que habría tenido.

Sentí un tirón en la cuerda, alcé la vista, y del otro extremo apareció mi hermano sujetándola, derramando desprecio de sus ojos.

-¿Hermano. . .? -estaba confundido, asustado.

-Vine aquí para darte una paliza por la vergüenza que nos hiciste pasar -dijo él, y luego la mueca se transformó en una sonrisa llena de afilados dientes blancos - Pero, parece que no necesitas ayuda para recibir tu merecido, ¿estoy en lo correcto? -dejó correr unos centímetros de la cuerda en su mano.

-¡NO! -grité, repleto de pánico, los murmullos comenzaban a florecer -. ¡No! ¡Por favor Riuk, no lo hagas! -le supliqué, tenía demasiado miedo. Mis ojos comenzaron a empaparse -. ¡Me dolerá mucho, por favor!

-¿Te dolerá? ¡Pues debiste pensar en eso antes de nacer y arruinar mi vida! -gruñó.

-¿De qué estás habla. . .

Riuk soltó la cuerda.

Mis dedos soltaron la cuerda.

Mi cuerpo caía más rápido que la cuerda.

El miedo ni siquiera me dio el poder de gritar, o de pensar. Sólo fui cayendo.

Conté seis segundos.

---

Cuando volví a abrir los ojos, estaban pesados y viendo hacia el cielo.

La luna roja desaparecía poco a poco del cielo carmín, al tiempo en que los astros del multiverso volvían a aparecer a la vista.

Sentí mis huesos de todo el cuerpo, arrastrarse por el pasto y volverse a unir, volviendo a reparar los tejidos, las articulaciones, tronando y retorciéndose para quedar como nuevos otra vez.

Era muy triste, que mi corazón era lo único que nunca podría quedar como nuevo.

Seguí viendo al cielo, sin moverme ni un poco.

Ya había acabado Natusest, mi cumpleaños, y el ciclo 418.

Era un nuevo año, un nuevo mes, y ya mañana, un nuevo día.

*-*-*-*-*-*-*
¡HOLA MIS AMORES ABSKSBSKSJSKSBS!

¡YA , YA ! :'V Ustedes votaron por cap y yo no cumplí :'v soy una terrible persona *la matan*

¡PEROOO AHORA , LO PROMETO, SIGUE CAPÍTULO! :'3

SALUDOS, ABRAZOS Y BESOS ESPECIALES A:

Zoey-Julien-Nindroid

Denise9876

ShaelGarmadonSmith

-Tryx-

papitaTriste

dlsl3900000

BEBA-780

doncelladehielo

Littlevaqui

-BadShoto-

HirokiKun4

papitaFeliz

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Kafis-Galaxt

carlyneko

Overland_Haddock

TakeshiWarrior

watrgirl

¡UN MILLÓN DE GRACIAS POR LEER, NO PODRÍA PEDIR LECTORES TAN MÁS PERFECTOS! :'3

Por cierto. . . 7w7



¡LES PRESENTO A NUESTRO HERMOSO Y SUKULENTO Y PRQUEÑO OLIVER MONTROSE! ♥ *-* ¿Verdad que está bien buenote? Si quieren más fotos me avisan UuUr

¡BYEEEEEE LOS AMO DE AQUÍ A NINJAGO Y DE REGRESO! ¡CHAUUU! ♥

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