Capítulo 5

AVISO: este capítulo contiene escenas subidas de tono y palabras mal sonantes.

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Noa solo me sonríe y me vuelve a besar con más ganas que antes. Se le nota feliz, lo que es contagioso y yo también me siento así, o eso creo. Empiezo a ser consciente de que estamos en el Hotel cuando oigo que nos vitorean y nos aplauden. Me siento avergonzada al momento y Noa me rodea con los brazos mientras me giro un poco para saludar tímidamente con la mano a los compañeros de trabajo.

Lo primero que veo es la mirada dolida de Leo, quien se va rápidamente dejándome con una sensación de vacío. Tengo que ser fuerte para no ir detrás de él y quedarme entre los brazos de Noa, que está haciendo callar con la mano a los que quedan mirándonos. No puedo pensar en Leo, Paola está enamorada de él desde hace mucho tiempo y no soy de esa clase de mujeres. Pero en mi pecho crece el dolor que se había ido evaporando estos meses. Me repito a mí misma que Noa conseguirá que me olvide de todo y me hará feliz, tengo que creer en ello.

Me coge de la mano y me lleva hasta su coche, abre la puerta y me meto en el interior. Procuro no pensar en nadie más que nosotros, tengo que centrarme en él y en mí. Se monta en el asiento del conductor y me mira. En sus ojos brilla la felicidad y consigue una sonrisa verdadera por mi parte.

- ¿Qué ha sido eso? Pasas de no saber si me vas a besar a querer intentar "algo" conmigo. Consigues que no te siga el ritmo. - no puede dejar de reír.

-Ha sido un impulso. No había pensado en que estábamos rodeados de gente. Qué vergüenza. - me cubro la cara con las manos. Me las retira con delicadeza.

-No tienes por qué sentir vergüenza. Ha sido increíble, de verdad. Estoy tan, tan, tan contento que no sé que decir. - la sonrisa le llega de oreja a oreja.

-Yo también estoy muy contenta. - o eso creo. - Solo espero que no me hagas arrepentirme de mi decisión. Me ha costado mucho dar este paso. - esta vez lo digo con el corazón.

-No te arrepentirás, te lo prometo. - me da un suave beso y arranca el coche.

- ¿Dónde me llevas?

-Esto hay que celebrarlo. Te voy a llevar a un sitio especial.

Conduce por una carretera estrecha que va en paralelo a la orilla del mar. Quince minutos después aparca en un solar de tierra donde no se ve más que una playa virgen y unas rocas en la orilla. Saca una toalla del maletero y me coge de la mano.

-Ven. Conocí este sitio hace unos meses, cuando mi padre tuvo un accidente de tráfico. Necesitaba evadirme un poco, así que monté en el coche y conduje sin destino, hasta que aparecí aquí. Es precioso ¿verdad?

-Es increíble. - digo mirando al horizonte.

La verdad es que es digno de ver. El agua refleja claramente el color del sol y unas pequeñas olas rompen contra las rocas. Noa extiende la toalla y nos sentamos mirando al agua. Me coge la cara entre las manos y me besa con dulzura, yo me dejo hacer. Seguimos besándonos y charlando hasta que el sol empieza a esconderse tras el horizonte. Saco mi móvil del bolso y hago una foto a las vistas. Él saca el suyo, y me hace una foto mientras yo miro hacia el mar. Le sonrío y nos levantamos recogiendo la toalla y guardándola en el maletero.

El camino de vuelta a casa lo hacemos tranquilos. Él pone una mano en mi rodilla y yo poso una mía sobre la suya. Cuando llegamos a mi edificio me despido con un beso. Subo al ático y llamo a Delia para contarla todo lo que ha pasado.

-¡¡Estás loca!!- me grita por el auricular.

-No estoy loca. Solo quiero volver a empezar y tener una vida normal. - intento que recapacite.

-Deberías volver a empezar y tener una vida normal, ¡¡pero con Leo, no con Noa!!

-No puedo hacerle eso a mi compañera de trabajo. Además, me gusta. ¿Qué tiene de malo?

-Noa te gusta porque está bueno, pero ¿en quién piensas realmente? ¿Te ves casada con él y teniendo hijos suyos? No es por nada, pero serían unos mini-chulos de playa...- siempre tiene que dar su toque.

- ¡Cállate! No pienso en casarme ni tener hijos con nadie todavía. - bueno, si fuese con Leo...- ¿No tienes un novio con el que meterme? Porque me encantaría.

- ¡UY! Que tarde es, tengo que colgar. Adiós, te quiero. - y cuelga.

-Esta chica me vuelve loca. - digo hablando para mí.

La semana pasa rápido. Todos los días, a la salida del trabajo Noa me lleva en su coche a conocer la isla. Cenamos en pequeños restaurantes porque como dice "no vas a estar todo el día cocinando para llegar a casa y seguir haciéndolo", cosa que me encanta. Muy a su pesar cada día paga uno, no quiero convertirme en una mantenida.

Solo he visto dos veces a Leo esta semana y no me ha dirigido la palabra ninguna de ellas, creo que me ha estado evitando. Sigo pensando en él, aparece todas las noches en mis sueños.

El viernes quedamos todos los compañeros en el chiringuito después de trabajar. Noa pasa a recogerme con el coche y llegamos los primeros. Pedimos dos cervezas en la barra y nos sentamos en la misma mesa en la que lo conocí. Me coge la mano y empieza a reírse.

- ¿De qué te ríes? - pregunto

-De que exactamente aquí fue donde me escupiste cerveza en la camiseta el día que nos conocimos.

- ¿Te refieres a que este es el sitio exacto donde me pareciste un cretino por primera vez? - digo riendo.

-A eso me refería exactamente. - sonríe y me da un beso.

-Espero no estar mucho tiempo de sujeta velas. - dice Dante cuando llega.

-Depende de lo que tarden los demás en llegar. - contesta Noa gracioso.

Dante pone cara de querer vomitar. A los pocos minutos llegan Rogan, Lisa y Jago. Por último, llega Paola.

- ¿Habéis visto a Leo? - pregunta.

-No.- responden Dante y Jago a la vez.

-Me está evitando más de la cuenta. - dice ella en voz alta.

-No me extraña, con lo pesadita que te pones lo raro es que no lo haya hecho antes. - responde Lisa tajante.

Después me mira y me guiña un ojo. Sabe que me gusta Leo, pero me guarda el secreto. Noa nunca le ha caído bien y no intenta disimularlo. Tampoco le hace falta, es la mujer del jefe.

- ¿Queréis beber algo? Voy a ir a la barra a pedir. - digo poniéndome en pie.

-Pide una ronda para todos, yo invito. - Jago saca su cartera y me entrega un billete.

Estoy esperando que la camarera me haga caso en la barra del chiringuito, pero debo ser invisible. Una mano me roza el hombro, me giro y veo a Lisa.

- ¿Necesitas ayuda? - me pregunta.

-De momento no, no me hace caso la camarera. -digo con un bufido.

-Estas rubias oxigenadas. Espera y verás. ¡EY TU, RUBIA! - grita a la camarera. - Que no tenemos todo el día, simpática. - la camarera se acerca con cara de pocos amigos. - Nos pones seis cervezas, y rapidito.

- ¿Sabes que lo más probable es que escupa en la cerveza no? - pregunto sonriendo.

-Sí, y espero que sea en la de Noa. - se gira y me mira directamente. - Y aprovechando que ha salido el tema, ¿se puede saber qué haces con él? Al principio pensaba que estabas pasando un buen rato, pero parece que vais enserio. ¿Y qué pasa con Leo?

-Estoy con él porque me trata muy bien, aunque no te lo creas. Y me gusta, no sé, estoy cómoda con él. Tampoco vamos tan enserio, simplemente lo estamos intentando. ¿Y qué pasa con Leo? - intento contestar a todas sus preguntas.

- ¡¿Que qué pasa con Leo?! Chica, estás más ciega de lo que pensaba. ¿No lo ves? Está que se muere por tus huesos. Y me da la sensación de que es mutuo. Veo como le miras, como si fuese el centro de tu mundo. Cuando sales del trabajo siempre le buscas con la mirada. No engañas a nadie. Bueno, solo a tu noviecito-pasajero que tampoco es que le dé la cabeza para pensar mucho más allá de sus músculos.

- ¿Tanto se me nota? Joder, no puedo evitarlo. No paro de pensar en él, pero está Paola. Está enamorada de él desde hace mucho tiempo, y no quiero meterme en su relación. Además ¿Por qué estás tan segura de que a Leo le gusto?

-Lo primero, ¡ESA BOCA! Lo segundo, no puedes evitarlo porque no solo te gusta Leo, estás enamorada de él. Paola no está enamorada de él, conozco a ambos desde hace tiempo y si ella se comporta así es porque es el único chico que no ha podido conseguir. Para que me entiendas, Leo es un antojo para ella. Y simplemente sé que Leo también está enamorado de ti, no me preguntes el por qué, pero lo sé.

-No sé... es muy complicado. Y no quiero hacer daño a nadie.

-Pero te estás haciendo daño a ti misma, no serás feliz con Noa y lo sabes. Como decía mi madre "no te acostumbres a tu vida, haz que tu vida sea como deseas que sea". - dice imitando una voz de anciana.

Volvemos a la mesa y nos sentamos con los demás. Hablar con Lisa siempre me da que pensar. ¿Cómo está tan segura de lo que siente Leo por mí? Si apenas hemos hablado tres veces. ¡Ya, pero en esas tres veces tú también te has enamorado de él! Me dice mi subconsciente. Yo le mando callar. ¿Estoy enamorada de Leo? Que me gusta mucho lo tengo claro, pero ¿enamorada? No lo creo. Tengo que dejar de pensar en él y seguir mi vida con Noa. Que no nos va tan mal, es muy atento conmigo, cariñoso, romántico... además está como un queso. Tiene ciertas aptitudes chulescas que no me gustan nada, pero ¿Qué le voy a hacer? Tengo que dar un paso más con él para olvidarme de Leo.

Dos horas más tarde estamos preparados para irnos. Nos despedimos de nuestros compañeros y Noa y yo nos montamos en su coche, me quiere llevar a casa. Por el camino voy ideando mi plan, tengo que hacer esto o no podré seguir con él. Depende de lo que pase esta noche seguiré con Noa o terminaré con la relación.

Aparca el coche a una manzana de distancia de mi casa. Nos bajamos y coge mi mano mientras andamos hacia mi edificio. Nos paramos en la puerta y me da un beso de despedida, pero yo le cojo la mano y le pregunto:

- ¿Quieres subir?

Parece sorprendido, y tarda unos segundos en responder.

- ¿Quieres que suba? Si no estás segura puedo esperar.

-Estoy segura. - le sonrío.

Subimos y en cuanto cruzamos el umbral de mi ático comenzamos a besarnos como si no hubiera mañana. Nos vamos desnudando a medida que nos dirigimos a mi habitación. Toda nuestra ropa forma un sendero desde la puerta hasta mi cama. Me tumba encima de las sábanas y se coloca encima de mí.

- ¿Tienes condones? - pregunta casi sin aliento.

-Tomo la píldora. - no dejé de tomarla después de morir Marco.

- ¿Estás segura? Yo lo estoy, te deseo muchísimo. Pero si dudas...

-Calla y bésame.

Lo hace, pero no es cariñoso, es salvaje. Nos damos la vuelta y quedo a horcajadas sobre él. Me besa el cuello, después los pechos y hunde un dedo en mi interior. Hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación.

-Estás lista. - afirma por mi humedad.

Volvemos a darnos la vuelta y quedo tumbada con la espalda sobre el colchón. Se dispone a entrar en mí, pero de repente aparece la cara de Leo en mi cabeza. ¿Qué estoy haciendo? No puedo, no puedo, no puedo.

-Para por favor, para. - digo mientras le empujo por los hombros y me lo quito de encima. - Lo siento, no puedo hacerlo.

-Tranquila. Estás nerviosa y...

- ¡No! No estoy nerviosa, creo que no voy a poder hacerlo...contigo. - termino la frase en voz baja.

- Es por él, ¿verdad? ¿Es por Leo? - casi me grita.

-No lo sé. De verdad que lo siento. - se me acumulan lágrimas en los ojos, pero me prohíbo llorar.

-¡¡JODER!! Eres una zorra. - grita y comienza a vestirse.

Desaparece de mi vista en el salón y unos segundos después oigo un portazo. Rompo a llorar en cuanto sale de mi casa. Sollozo contra la almohada como hacía meses no había hecho. Lloro y lloro hasta que, horas después, parece haber desaparecido toda la tensión de mi cuerpo. Me ducho y me pongo mi camiseta de dormir. Esa noche sólo tengo pesadillas y en mis sueños se repiten tres palabras "Eres una zorra".

A la mañana siguiente me levanto sin ánimo. Casi no he dormido, y las horas que he dormido no he podido descansar gracias a las pesadillas. Me preparo la comida y pienso que hacía mucho tiempo que no cocinaba en casa. Siempre estaba con Noa. Lo curioso es que no siento dolor cuando pienso en él, solo me duelen las palabras que dijo "Eres una zorra". Se lo advertí, no quería utilizarle, pero insistió en que lo hiciera. Intuía que no iba a terminar bien.

¿Por qué tubo que aparecer Leo en mi cabeza justo en ese momento? ¿Estoy enamorada de él? "Pues claro, estúpida" vuelve a aparecer mi subconsciente. ¡JODER! ¿Por qué es todo tan complicado? Sé que no puedo tener nada con él, a no ser que... hablaré con Paola. Tengo que contarla lo que me pasa, pareceré una cualquiera intentando robarla a su, ¿cómo lo llamo Lisa? ¡ah, sí! a su antojo. Pero tengo que pensar en mí. Y si tiene razón, y Leo siente lo mismo todo debería ser fácil.

A las diez de la noche alguien llama a la puerta de casa. Abro y me encuentro con Noa.

- ¿Qué quieres? - le pregunto exasperada.

-Perdóname por lo de ayer. No quise decir lo que dije. Estaba cabreado porque ese estúpido se interpuso entre nosotros y era nuestro momento. Déjame arreglar las cosas.

-Me has pedido disculpas demasiadas veces. Estoy cansada de esta situación. Siempre he pensado en los demás y es momento de pensar en mi misma. - alzo un dedo para enfatizar mis palabras y me señalo pecho.

-Por favor, déjame arreglar las cosas. Sé que soy un gilipollas y no te merezco, pero es que te quiero y tengo miedo de perderte.

- ¡¿Qué me quieres?! Si me quisieras no me hubieras llamado "zorra". No quiero hablar contigo. Vete de mi casa.

-Pero Sam...

- ¡Ni Sam ni nada! Te lo advertí. Lo intentamos y no ha salido bien. Fin de la historia.

- ¿¡Pues sabes que!? Que te den. Eres una calienta braguetas. No conseguirás tener nada con él, yo me encargare de ello.

Dicho esto, se va. ¿Qué le ocurre a este tío? No debí acceder a intentar nada con él. Supe desde el principio que no me traería más que problemas. Se lo advertí, le dije que no estaba segura. ¿Cómo he podido ser tan estúpida? Solo espero que las cosas no empeoren, y que deje el tema zanjado. Seremos compañeros de trabajo y nada más.

Es domingo, y tengo claro que no me va a afectar lo que ha pasado con Noa. Me preparo y voy al trabajo. Dante me espera en la cocina, preparado para la tarea.

-Buenos días guapa, ¿Qué tal estás? - si el supiera...

-Bien, ¿y tú qué tal?

-Bueno...teniendo en cuenta que son las ocho de la mañana y que en una semana nos vamos de vacaciones, ¡GENIAL! - no disimula su ilusión. - Iré a ver a la familia. ¿Tú que has pensado hacer?

-Pues en realidad no lo sé. No me acordaba de las vacaciones. Supongo que también visitaré a la familia. - ¿Cómo se me ha podido olvidar?

-Eso es estupendo. Tendrás muchas ganas de verlos.

-Ni te lo imaginas...- expulso todo el aire que tenía en los pulmones.

Cuando llega la hora del descanso salimos a la terracita con un refresco cada uno. Charlamos sobre su familia y todo lo que tiene pensado hacer durante las vacaciones. Tendré que llamar a mis padres y a mis amigas para decirles que voy a ir a visitarlos.

- ¿Qué tal con Noa? - pregunta pillándome desprevenida.

-Pues... mal supongo. Ya no estamos juntos. - digo sin más.

- ¡¿Qué?! Pero si esta mañana nos ha contado a todos que el viernes pasasteis la noche juntos. - dice sorprendido.

- ¡¿Qué?!- imito sus palabras. - Pero como puede ser tan CABRÓN. No pasamos la noche juntos, te lo juro. ¿A quién más se lo ha contado? - por favor que no estuviera Leo.

-Pues a casi todos.

-Pero ¿A quiénes exactamente? - estoy que echo humo.

-Pues a Lisa, Leo, Jago, Rogan y a mí.

-¡¡¡JODER!!! Tengo que hablar con él. - estoy que trino.

Dicho esto, me levanto y voy directa al comedor a buscarle. Como no lo encuentro sigo buscando por todo el hotel, hasta que le veo en el bar de la piscina. No me lo pienso dos veces y voy directa hacia él. Mi cara debe ser de pura ira, porque cuando me mira recula unos pasos hacia atrás.

- ¡TÚ! - no puedo evitar mi rabia. - ¿Cómo puedes ser tan mentiroso y tan capullo? - su cara cambia radicalmente y toma una pose de superioridad.

- ¿Por qué morena? Yo no he dicho ninguna mentira. - me dan ganas de matarlo.

- ¿Qué es eso de que pasaste la noche conmigo el viernes? ¡Si saliste corriendo cuando te rechacé! - esto lo digo bien alto por si alguien puede oírme.

- ¿Qué me rechazaste? Pero si estabas como una perra en celo.

No controlo a mi puño cuando sale disparado en dirección a su cara. Le doy de pleno en la mandíbula. Me he hecho bastante daño pegándole, pero mi orgullo ahora mismo puede más que mi dolor. Esto me recuerda tiempos pasados. En cuanto se recupera pega su frente a la mía con odio y me grita a la cara:

- ¿Quién cojones te crees que eres para pegarme? - a esto estoy acostumbrada, no reculo ni un milímetro. - No vuelvas a tocarme sin mi consentimiento o te...

- ¿O qué, Noa? - nos giramos y vemos a Leo que se coloca justo a mi lado.

Lleva puesto solamente el bañador de socorrista. Me coge suavemente del brazo y me sitúa detrás de él, como para protegerme. Inesperadamente me siento feliz y protegida por él.

-Tú no te metas en esta relación. No te incumbe. - dice Noa rabioso.

- ¿En qué relación? Estás tan loco que no ves que lo que hubiera entre nosotros se ha acabado. Creo que se acabó en el mismo momento en el que me llamaste "zorra". grito intentando acercarme a él, pero Leo me lo impide.

- ¡¿Qué la llamaste ZORRA?!- no puede disimular su enfado. - Sam, hazme el favor de salir de aquí. - dice sin mirarme.

-No, no me voy a ir.

- ¡VETE! - me chilla él.

No quiero dejarlos solos, pero mis pies tienen otros planes y corro hacia la cocina. Cuando llego estoy llorando, más por la adrenalina que por otra cosa. Dante y Paola, que ya ha llegado, se me quedan mirando y vienen directos hacia mí.

- ¿Qué ha pasado? - preguntan preocupados.

-Noa y Leo, piscina. - solo puedo articular esas palabras entre sollozos.

Los dos salen corriendo hacia el lugar que les he indicado dejándome sola en la cocina. Noa es un cretino, el mayor cretino que he conocido en mi vida, que es decir. No quiero que se vuelvan a pelear por mí. Siempre que estoy en apuros con Noa, Leo aparece como por arte de magia, como si fuese mi ángel de la guarda. Cuando vuelven mis compañeros yo ya estoy mucho más calmada. Dante se pone a trabajar después de darme una sonrisa ánimo, y Paola ni siquiera me mira. Me siento sola otra vez, pero esta vez es peor, porque no puedo irme de mi trabajo y dejar a las personas que no me hablan atrás. Esta vez tengo que lidiar día a día con la soledad.

Llega el final de la jornada laborar y mis compañeros únicamente me han dirigido la palabra para cantarme las comandas. Mientras me cambio, vuelvo a sentir esa presión en el pecho que me resulta tan familiar, la que surgió cuando perdí a Marco. No puedo evitar pensar en lo distintas que serían las cosas si no hubiera tenido ese accidente, si él todavía estuviera vivo. Salgo del vestuario sin levantar la mirada y me dirijo hacia la salida. Creo escuchar a Paola a mis espaldas susurrando "zorra". No me doy la vuelta para comprobarlo. Salgo y me encuentro con Lisa. Se la ve preocupada, me da un abrazo sincero y me mira a los ojos.

- ¿Estás bien? Ya me he enterado de lo que ha pasado. Menuda pelea han tenido esos dos.

-No sé cómo estoy. Solo quiero irme a casa y llorar. - cosa que empiezo a hacer en ese momento.

-Tranquila bombón, todo se solucionará. - dice mientras me vuelve a abrazar. - Incluso antes de lo que crees. - susurra y gira mi cuerpo.

Me encuentro con Leo frente a frente. Tiene otra vez una herida en el labio. Me siento culpable al instante y no puedo evitar acercarme y rozar la herida con mi pulgar. Sigo llorando delante de él, y no soy muy consciente de que me abraza hasta que se me eriza el bello de todo el cuerpo y un escalofrío recorre mi columna. Estoy entre sus brazos, y me parece el mejor lugar en el mundo, como si estuviera en casa con una tacita de caldo entre mis manos en una noche de diciembre. Este es mi lugar, él es mi hogar.




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