Capítulo 4



- ¿Qué te ha hecho? - pregunta muy cabreado.

¿Por qué se enfada? Debería darle igual. Él está con Paola. ¿Me ha seguido cuando me ha visto con Noa? Sea lo que sea tengo que tranquilizarlo y alejarnos de aquí.

-Nada, tranquilo. Ha sido un malentendido. - no parece calmarse.

- ¿Te ha tocado? Dime la verdad. - pregunta con los ojos muy abiertos.

-Me ha besado, pero...- antes de terminar se acerca a Noa que ha conseguido levantarse y, cogiéndole del brazo se lo lleva donde no les puedo ver.

Decido volver a la hoguera con mis compañeros. Nadie parece haberse enterado de lo ocurrido. Cojo un vaso de plástico y me lo lleno con ginebra y tónica. Necesito beber algo. Paola se me acerca y me pregunta:

- ¿Has visto a Leo? Se levantó cuando te fuiste y no lo encuentro por ninguna parte.

-Emmm, no, no lo he visto. - ¿Qué la puedo decir?

- ¡Sam! ¿Dónde estabas? Va a empezar tu ritual de iniciación. - me dice Dante.

-Estaba dando una vuelta.

-Pues vamos, ya está todo preparado. - me coge de la mano y nos dirigimos a una mesa con un montón de vasos vacíos encima.

Los va rellenando con diversas bebidas. Espero que no me tenga que beber todo eso, mi cuerpo no lo aguantaría. Pero no quiero estar serena cuando vuelvan Zipi y Zape. Cojo uno de los vasos y me lo trago sin pensar. ¡Puag! Creo que es ron a palo seco.

-Espera, espera. Que todo tiene su lógica, jeje. - me dice Dante riendo. Yo asiento dejando en la mesa el segundo vaso que me iba a beber. - El ritual consiste en que la gente de la playa se beba estos quince vasos. Coges uno, buscas a alguien que se lo beba, lo llenas de agua de mar y vuelves para dejarlo encima de la mesa. Y así con todos los vasos. La dificultad es el tiempo, tienes tres minutos. ¿preparada?

- ¡Preparada! - digo después de quitarme las sandalias. Menos mal que casi no he bebido antes del ritual.

-Tres, dos, uno... ¡YA!

Cojo el primer vaso y busco a alguien que no tenga pinta de negarse a beber. Encuentro a un grupo de cuatro chicos. Voy corriendo y mientras uno se está bebiendo el contenido del vaso, les explico a los otros tres rápidamente el juego. Acceden a ser los siguientes en beber. Corro hacia el agua, me mojo las piernas, pero lleno el primer vaso y vuelvo a la mesa. Así hago con los diez primeros vasos. Los cuatro siguientes se los doy de beber a mis compañeros de trabajo; Paola, Dante, Lisa y Jago. Solo me queda uno, miro a mi alrededor y veo a Leo acercarse a nosotros. No lo dudo y voy corriendo para que se beba el último vaso. Pero cuando le tengo cerca veo que tiene el labio partido y está sangrando, también parece que le está empezando a salir un moratón al lado del ojo. Paro justo delante de él y no sé qué decir. ¿Se ha peleado con Noa? Sin decirme nada, me coge el vaso que llevo en la mano y se lo bebe. Me lo devuelve y yo corro por inercia hasta el mar, lo lleno y vuelvo a la mesa.

Estoy exhausta por las carreras. Veo que Paola le está mirando las heridas a Leo. Quiero acercarme a preguntarle qué ha pasado, pero no puedo. Me vuelvo a poner las sandalias mientras los demás compañeros me felicitan por mi iniciación. Pero yo no aparto los ojos de Paola y Leo, el cual parece no querer que ella le toque, la coge por las muñecas suavemente y se las coloca a ambos lados de esta. Paola intenta darle un beso en los labios, yo contengo la respiración, pero Leo se quita sin que ella lo consiga. No entiendo nada. ¿Están juntos o no? Dejo de mirarles cuando noto mi garganta seca. Necesito beber algo. Encuentro mi vaso donde lo dejé antes de empezar el juego. Me lo bebo de un trago y me sirvo otro antes de buscar un baño cerca. Encuentro uno a unos cien metros de nuestra hoguera. Cuando salgo cojo mi vaso y me dispongo a volver. Pero una vez más me encuentro a Leo justo delante de mí. Me está mirando fijamente, con cara de enfadado. ¿Qué he hecho para que esté así? Tengo la sensación de que vive cabreado con el mundo.

- ¿Qué ha pasado con Noa? - le pregunto.

-Tenía que pararle los pies, siempre quiere lo que yo...

- ¿Siempre quiere lo que tú qué? No te entiendo. Me preguntas cosas, y cuando te contesto te enfadas y te marchas, lo haces cada vez que hablamos. - le digo sinceramente.

-Lo sé, y lo siento, no puedo evitarlo. Eres tan exasperante que me cabreo solo con pensar en ti.

- ¿Con pensar en mí? - ¿Piensa en mí?

- ¡No me hagas caso! Me pones muy nervioso. Cuando te vi en el chiringuito y saliste corriendo no entendía nada. Tú me miras de una manera que no logro entender, como si me conocieras de antes. Me perturbas Sam.

No sé qué decir, me he quedado muda. ¿Le pongo nervioso? Si supiera lo que él me hace sentir. Yo tampoco entiendo que me pasa con él, siento lo mismo que sentía con...Marco, y eso es muy inquietante. Y, si le miro como si ya lo conociese, es porque lo siento así. No sé qué tienen sus ojos, pero me siento como en casa cada vez que conectan con los míos.

-No puedo explicarte lo que me pasa contigo. Si tuviera fuerza suficiente lo haría, pero no la tengo. - se me llenan los ojos de lágrimas pensando en Marco. Siento que le estoy fallando solo con pensar en Leo.

-Ey, tranquila. No pasa nada, no quiero que me cuentes cosas que no quieres contarme. - me dice recogiendo con el pulgar una lágrima que se me ha escapado.

Ese simple contacto hace que apoye mi mejilla en su mano. La tiene suave, pero a la vez firme. Levanta su otra mano y me coge la cara entre ellas. Me mira a los ojos fijamente. ¿Qué va a hacer, besarme? ¿Qué pasa con Paola? Me alejo un poco de él rompiendo nuestro contacto. A pesar de que tengo unas ganas tremendas de besarle, no puedo hacerlo. No quiero fallar a Marco.

Antes de darle tiempo a reaccionar vuelvo a la hoguera, pero me sigue de cerca. Cuando llego, Noa está sentado con los demás y me doy cuenta de que tiene una brecha en el pómulo y otra en la ceja. Siento que se hayan peleado, pero no me da pena que Noa tenga cicatrices. Se lo merece.

Paola, que parece haber bebido bastante, corre hacia Leo, el cual abre sus brazos para recibirla. No quiero ver lo que pasa entre ellos, así que decido beberme una cerveza justo donde el mar rompe en la arena.

Cuando han pasado unos quince minutos noto que alguien se acerca a mí. Levanto la cabeza y veo a Lisa que me trae otro botellín.

-Hola guapa. - me dice ofreciéndome la botella.

-Hola. Gracias. - intento ofrecerla una sonrisa, pero no me sale natural.

- ¿Se puede saber qué hace un bombón como tu aquí solo?

-Pensar, simplemente pensar. - me giro y veo a Paola entre los brazos de Leo. Lisa lo nota y sigue la dirección de mi mirada.

-Ya veo. ¿Nunca te han dicho que las apariencias engañan? - me pregunta levantando una ceja.

- ¿A qué te refieres?

-Me refiero a que los he visto muchas veces abrazados, pero nunca los he visto juntos. No sé si me entiendes.

-De todas formas, da lo mismo. Nunca podría pasar nada entre nosotros. - suspiro.

- ¿Por qué dices eso? Yo nunca lo había visto mirar a ninguna chica como te mira a ti. Y mucho menos seguirla. - dice con una carcajada. - Lo admito, os he estado observando desde el primer día que viniste al hotel. Cuando volví con Jago y estabas fuera mirándole. - levanta una ceja.

-Es que me recuerda a alguien de mi pasado.

- ¿Alguien a quien quieres olvidar o alguien a quien no consigues olvidar? - medito la pregunta.

-Ambas. - contesto con sinceridad.

-Entonces lo tienes difícil. Pero, a veces merece la pena dejar el pasado atrás, y centrarse en cómo quieres que sea tu futuro. - dicho esto se levanta y se va con los demás.

Yo me quedo pensando en lo que me ha dicho. Tiene razón y debería pensar en mi futuro. Ha pasado casi un año desde que Marco murió, pero todavía lo siento como si estuviera conmigo. Aunque no fuese así, y sintiendo lo que estoy empezando a sentir por Leo, no podría hacerle eso a mi compañera de trabajo. Ella se ha portado muy bien conmigo desde el principio, no se lo merece.

Cuando siento que tengo algo más de ánimo me levanto y me dirijo hacia la hoguera. No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero solo quedan Paola y Leo, los cuales están abrazados como lapas. Desde lejos les digo "Adiós", no quiero acercarme. Me responde ella con la cabeza. Ahora tengo que volver a casa y no sé cómo llegar. ¡Perfecto! Dante me ha abandonado a mi suerte. Comienzo a andar sin rumbo por la calle con las sandalias en una mano y el bolso en la otra. Encima empieza a refrescar y yo con un vestidito, ¡Bien pensado Sam!

Llevo unos veinte minutos andando y no he visto un taxi. Cuando pienso que definitivamente me va a tocar dormir en la calle, oigo un claxon. Por la ventanilla de un coche se asoma Noa. ¿No había más gente en el mundo?

- ¿Te llevo a algún sitio, morena? - pone énfasis en la última palabra.

-No hace falta gracias. - respondo mientras sigo caminando.

-Tú verás, pero son las cuatro de la madrugada, no hay taxis y tienes pinta de no saber hacia dónde vas. - me muestra una sonrisa ególatra.

- ¡Joder! Está bien, pero me llevas a mi piso sin hacer movimientos extraños, ¿entendido? - no tengo más opciones.

-No se me ocurriría. He visto cómo te defiendes, morena. - ahora no me parece tan mala opción lo de dormir en la calle.

Llegamos a mi edificio y me dispongo a salir del coche, pero me coge del brazo para impedírmelo. Giro la cabeza enseguida y lo miro con cara de pocos amigos.

-No me toques. Te lo he dicho. - noto como mi cabreo vuelve a surgir.

-Solo quería pedirte perdón por, ya sabes, por lo del beso. A veces soy un completo cretino. - dice con cara de sinceridad.

- ¿A veces? - me ha pillado desprevenida su disculpa.

-Bueno, vale, casi todo el tiempo. Pero hablando en serio, quiero que sepas que me gustas. Que he empezado con mal pie, pero prometo compensarte. - ahora me brinda una pequeña sonrisa. Menudos cambios de humor.

-Ya veremos. Estoy muy cansada, el domingo hablamos si quieres. Pero ahora solo quiero irme a dormir. - se me cierran los párpados.

-Ya lo veo. Pero no me voy a rendir contigo, conseguiré que te enamores de mí. - lo dice muy seguro, muy serio mirándome a los ojos.

-Noa, no voy a tener una conversación de éstas características a las cuatro de la madrugada en un coche, cuando lo único que quiero es dormir. Hasta el domingo, gracias por traerme. - digo cerrando la puerta del coche.

Mientras llego al ático, me lavo la cara y me pongo mi camiseta, no puedo parar de pensar en el cambio que ha tenido Noa conmigo. Se le veía sincero en el coche, como si tuviera un propósito. Me tumbo en la cama y sin darme cuenta empiezo a soñar con los ojos de Leo.

El sábado lo dedico a terminar de ordenar toda la casa, hablar por teléfono y pasear por Ciutadella para conocer un poco la zona. A las nueve de la noche suena mi móvil, es un número desconocido. Decido no contestar, pero tres llamadas perdidas después pienso que le puede haber pasado algo a mi familia y descuelgo el teléfono.

- ¿Diga? - respondo con tono serio.

- ¡Hola morena! - es Noa, - ¿Qué tal estas?

-Bien, ¿Cómo has conseguido mi número?

-Me lo ha dado Paola. Mira, que estoy por la zona en la que vives y quería preguntarte si te apetecería tomarte una caña conmigo. - parece nervioso.

-Pero es muy tarde, y mañana trabajamos.

-Solo será una cerveza rápida y para casa, te lo prometo.

Me lo pienso y no me parece mala idea. Salir con alguien que conozco, a pesar de que sea Noa, me distraerá un poco.

-Vale, pero solo una ¿vale? - le digo en serio.

-Estupendo. Te espero abajo. - y cuelga.

Me hago una coleta y me calzo unas deportivas. Cojo una riñonera y meto todas mis cosas antes de salir de casa. Cuando bajo, está en la acera esperándome. Tiene las heridas de ayer de un color casi negro. Quiero saber qué pasó con entre él y Leo, así que decido preguntar.

- ¿Qué pasó entre vosotros, por qué os peleasteis?

-Hola a ti también. - dice con ironía.

-No has respondido a mi pregunta.

-Directa al grano ¿eh? Pues no sé porque, pero se volvió loco. Después de lo que pasó contigo vino a por mí, me cogió por los brazos y empezó a chillarme cosas sin sentido. Y como no di mi brazo a torcer me dio un puñetazo. ¿Lo ves? - dice señalando la cicatriz que tiene en la ceja.

-Pero no tiene ningún sentido. Vosotros os llevabais bien hasta ahora. ¿Por qué se ha puesto tan agresivo de repente? - no tiene lógica.

-No lo tengo muy claro, pero creo que la razón principal has sido tú. - dice posando su dedo índice en mi pecho.

- ¡¿YO?! ¿pero qué he hecho? - no entiendo nada.

-Gustarme. - lo dice en un tono tan bajo que pienso que es verdad.

-Noa, no pienses que me voy a creer tus mentiras para llevarme a la cama. - intento quitar un poco de la tensión que se ha creado.

-Puedes creer lo que quieras, pero lo digo de verdad. Ayer no me querías escuchar porque eran las cuatro de la mañana. Ahora son las nueve y...media. - dice mirando su reloj. - Y yo sigo sintiendo lo mismo.

-Por favor...

-No digas nada, de momento. - me corta- Vayamos a tomar una copa tranquilamente. Para lo demás hay tiempo suficiente.

-Bufff, vale. - suspiro.

Caminamos unos diez minutos hablando de lo bien que estamos en el trabajo, y me cuenta anécdotas que pasaron antes de llegar yo al Hotel. Llegamos a una plaza y nos sentamos en una terraza. Pedimos unas cervezas y una ensalada de patata para cenar.

-Siento mucho que te hayas peleado con Leo por mí. Sigo sin entender las razones que tiene en tu contra, o que pinto yo en esta historia, pero lo siento de veras. - le digo sinceramente.

-No tienes que sentirlo. Ambos somos machos alfa, y algún día tenía que pasar. Peleamos por la chica que queremos tener. - suelta como si nada.

- ¿Qué queréis tener? - ¿Les gusto a los dos?

-Claro. ¿No te habías dado cuenta? Pero dejemos de hablar de Leo y hablemos de nosotros.

-No hay ningún nosotros.

-Pero puede haberlo. - me sonríe.

-No lo creo. - me hace gracia su prepotencia.

- ¿Por qué no? ¿Eres lesbiana o algo por el estilo?

-No, simplemente es que mi corazón está ocupado. - no entro en detalles.

- ¿Por quién? Pensé que no tenías pareja. Como has venido desde Salamanca tu sola, creí que...

-No tengo pareja. Y si he venido sola es para intentar olvidar un poco al dueño de mi corazón. - en cuanto suelto estas palabras aparece en mi mente la imagen de Leo y no la de Marco. ¿Qué me pasa?

-Pues más a mi favor. No te niegues a conocer gente nueva. Lo que en realidad quiero decir es que no te niegues a conocerme a mí. - me confunde con sus palabras y decido no responder.

Me acompaña hasta casa cuando terminamos de cenar. Son casi las doce de la noche y la verdad es que me lo he pasado muy bien con él. Me ha hecho reír, ha bromeado con los que estaban sentados en la mesa de al lado en la plaza, y se ha mostrado cariñoso y atento en todo momento. Incluso me ha dejado comerme la patata de la vergüenza, casi me ha obligado metiéndome el tenedor en la boca, pero ha estado muy bien. Antes de entrar me giro para despedirme de él.

-Cuando bajé no te dije "hola", pero ahora si te voy a decir hasta mañana. - le digo con una sonrisa sincera.

-Me siento alagado. - se ríe.

Da un paso hacia mí y nuestros rostros quedan a centímetros. Me estremezco un poco cuando posa su mano suavemente en mi mejilla izquierda.

-No voy a besarte, Sam. No hasta que estés segura. - su tono es muy suave, como una caricia.

Y antes de darme cuenta, he sido yo la que ha acortado nuestra distancia y le ha besado. Sé que no se lo esperaba por el tiempo que tarda en reaccionar. Posa sus manos en mi cintura y me atrae más hacia él. Yo le poso las manos en la nuca y le acaricio el cuello. Sus labios son bastante suaves y carnosos. Me gusta el beso, pero lo que más me gusta es que me haga sentir deseada. Hace mucho tiempo que no me sentía así. Cuando decido terminar nuestro beso él hace una mueca de disgusto.

-No quiero que me malinterpretes, lo siento. - me tapo la boca con ambas manos. - No quiero nada serio, no sé qué me ha pasado. - le digo mirándole a los ojos.

-Puedes hacerlo siempre que quieras. No te lo voy a reprochar. - la sonrisa que surge en su cara es contagiosa.

-Pues hasta mañana. - le lanzo un beso mientras entro en el edificio.

-Hasta mañana morena. - el tono en el que me llama morena no me molesta como el que utilizaba antes.

Ahora me agrada.

¿Acabo de besarle? Definitivamente se me está yendo la cabeza. Me apetecía mucho hacerlo cuando lo sentía cerca, pero no quiero crearle falsas esperanzas, ya se lo he dicho. Mañana es día de trabajo, así que me pongo mi camiseta de dormir, me meto bajo las sábanas y me quedo dormida casi al instante soñando con Zipi y Zape.

El domingo por la mañana es un día normal de trabajo. Lo paso hablando con Dante sobre la fiesta del viernes. Llega la hora del descanso y decidimos tomar un refresco en la terracita. Nos sentamos y casi al instante suena el teléfono de mi compañero, que entra en la cocina para tener un poco de intimidad en la conversación. Dos o tres minutos después la puerta se abre y aparece Noa con el uniforme de trabajo.

-Sabía que te encontraría aquí. - dice mientras se sienta a mi lado.

-Es un sitio genial para descansar. - doy un trago a mi refresco.

- ¿Podemos hablar de lo que pasó ayer? - pregunta mirándome fijamente.

-No hay de qué hablar. Me apetecía besarte y lo hice. No quiero que te crees falsas esperanzas, lo siento.

-El caso es que te apetecía, y quiero pensar que te volverá a apetecer, que querrás volver a besarme. Quiero que lo hagas siempre que te apetezca. - sigue mirándome.

-Pero no quiero hacerte esto, no quiero besarte siempre que me apetezca sin tener una relación contigo.

- ¿Quieres tener una relación conmigo? - pregunta sorprendido.

-Yo no he dicho eso, me refiero a que no soy de ir besando a todo el mundo sin tener nada serio.

-Inténtalo conmigo. Me estoy ofreciendo, bésame siempre que quieras y, a cambio, yo intentaré robarte algún beso de vez en cuando. Pero nunca como en la playa. Eso no volverá a pasar. - ¿de verdad?

-No sé... Cuando me tratas así me dan ganas de devorarte a besos, pero cuando te comportas como un capullo solo tengo ganas de matarte.

-Pensé que había quedado claro que no volvería a ser un capullo contigo. No me puedo arriesgar. Me gustas, eso es lo que pasa. Así que, por favor, inténtalo. - lo dice de una manera que no puedo evitar inclinarme hacia él y darle un pico en los labios.

Sin decir nada más le sonrío, me levanto y entro en la cocina. Me siento bien cuando me dice estas cosas, demasiado bien. Decido no pensar mucho en esto, y Paola me ayuda contándome lo bien que se sentía ella el viernes con Leo, lo que me hace sentir unos celos irracionales. La veo tan feliz hablando de ellos, y como no quiero que sepa nadie quien ocupa mis pensamientos, tomo una decisión respecto a Noa. Igual es una locura, pero ¿Cuántas cosas sensatas terminan bien? En cuanto terminemos de trabajar lo buscaré y le contaré que quiero intentar tener una relación con él. Así podré olvidar a Marco y a Leo y seguir con mi vida, o eso espero.

Me estoy cambiando de ropa en el vestuario y no puedo evitar que me tiemblen las manos por los nervios. Pero ya he tomado la decisión y será lo mejor para todos, no hay vuelta atrás. Salgo con mis compañeros de la cocina hablando cuando veo a Noa apoyado en el muro de piedra del Hotel. No me lo pienso dos veces y camino con decisión hacia él. Cuando le tengo frente a frente me pongo de puntillas y lo beso, con ganas, tirando de su pelo con una mano y con la otra atrayendo su cuerpo al mío por la espalda. Su sorpresa dura milésimas de segundo y me responde al beso colocando una mano en mi nuca y la otra en la zona baja de la espalda. Me separo poco a poco de él y le susurro al oído:

- ¿Podemos intentarlo?

--------------------------------------------------------------------------------------

MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS QUE LEÉIS ESTA HISTORIA. SOY TODOS Y CADA UNO DE VOSOTROS MUY IMPORTANTES PARA MI. 

SI QUERÉIS ESCRIBIRME ALGÚN COMENTARIO CON OPINIONES, IDEAS Y DEMÁS, SERÉ TODO OJOS PARA LEERLOS. TAMBIÉN ANIMAN A SEGUIR ESCRIBIENDO ;D

MUCHOS BESOS Y SEGUIR CONOCIENDO A SAM!






Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top