Capítulo 03|| historias pasadas y tristes pérdidas
Syd Barrett caminaba por la biblioteca escolar buscando el texto que le habían pedido, y otro que le serviría para un examen. Roger había vuelto a su casa pronto, y ambos llevaban ya un par de meses de amistad. El rubio volvía a tener un amigo tras haber sido descubierta su anormalidad, y aquello no podía ponerlo más feliz.
Buscando sus textos escolares, se distrajo mirando los clásicos y la literatura que abundaba en el espacio. Mujercitas, Orgullo y Prejuicio, El Principito, Rebelión en la Granja, o La Guerra de los mundos, eran algunos de los títulos que veía. Había leído la mayoría, incluso los de romance. En cierta forma, Barrett no era alguien que se dejaba llevar por estereotipos o presiones sociales.
Tomó El Vampiro, de John Polidori y decidió unirlo a su arriendo. Mientras ojeaba la contra portada, se le acercó un castaño de su misma estatura y ojos verdosos. Era John.
— Hey... Syd —saludó acercándose.
— Hola —saludó él sonriéndole mientras metía el libro a una bolsa de género, donde habían varios ejemplares más de distintos clásicos literarios—. ¿Necesitas algo...?
Se le hacía extraño que se le acercaran así como así. Desde Cambridge, Syd no había sido alguien de muchos amigos. A veces era demasiado serio para los demás, y lo confuso de aquel asunto era que si tenía la confianza suficiente, podía ser más infantil y bromista que un payaso. Al llegar a Londres, se había amistado de Roger, pero de nadie más, y normalmente le hablaban para pedirle alguna materia.
— No, yo... vengo a hablarte de Roger —dijo.
— No me jodas que vas a decirme cosas malas suyas, porque no pienso caer —dijo Syd serio.
— ¡No! No es eso... —aseguró el castaño—. Yo... iba a pedirte que no fueras como los demás.
— ¿Disculpa...? —preguntó confundido.
— Ya sabes, de alejarte por su condición —explicó John.
— No entiendo algo, ¿por qué me lo dices? Tú haces exactamente eso, y yo no.
— No... yo... —suspiró—. Yo soy un cobarde, pero se nota que tú no. Roger es buena persona y... todos son muy injustos con él.
— Podrías empezar a hablarle —propuso Syd—. O ayudarlo.
— No puedo ayudarle cuando lo molestan... van a molestarme a mí... —repuso nervioso—. Y no quiero que vuelvan a molestarme...
— ¿Vuelvan? —preguntó confundido.
— Debo... Debo admitir que le agradezco a Roger... porque... cuando empezaron a molestarlo a él... dejaron de molestarme a mí.
— ¿En serio...? —preguntó asombrado.
— Sí... yo... siempre he sido callado... —admitió—. Y bueno... Roger siempre intentaba defenderme... pero... yo nunca he tenido el valor de defenderlo a él.
— Pero hey... es entendible —intentó tranquilizarlo Syd—. ¿Por qué no intentas hablarle? No pasará nada malo. A mí no me han dicho nada por ser su amigo... claro, he tenido algunas mofas, pero nada más.
— Yo... no sé... he oído... de malas experiencias —dijo.
— No te dejes caer por rumores, estoy seguro que no son verdad.
— Bueno... supongo que es verdad... —admitió John—. Yo... mañana voy a hablarle.
— ¡Genial! ¿Ves? La condición de Roger no lo hace alguien anormal, mucho menos un fenómeno.
— No sé cómo puedes ser tan abierto de mente... —comentó John con admiración.
— Digamos que tengo un tío que no ha vivido fácil por su orientación sexual —dijo—. En fin, espero que estés bien, John.
— Gracias... tú también, Syd... nos vemos —sonrió levemente y se fue.
Syd sonrió y tomó un ejemplar de Drácula.
— Bueno, voy a leer mucho vampirismo hoy —dijo mientras se dirigía a la caja para arrendar todo.
(...)
Brian entró a su habitación y suspiró mientras se acostaba en su cama. Sacó su celular para revisar sus redes sociales. Al entrar a Instagram, lo primero que vio fue un dibujo de la página de Roger. Era un esqueleto sumamente realista, hablando por teléfono con lo que parecía ser una compañía telefónica. La descripción decía "cuando llamas al Call Center y te dicen que esperes en línea." Intento de meme, eso pensó, bastante aburrido, de por sí, pero el dibujo estaba bien hecho. Simplemente siguió bajando.
Estaba aburrido, y entre tanto, le habló John, preguntándole si podía llamarlo. Brian le respondió que sí, y casi inmediatamente, sonó su tono, indicándole una llamada.
— Uhm... hola, Bri —dijo—. Tuve una idea y...
— ¿De qué? —preguntó.
— ¿Qué tal si le hablamos a Roger? Quiero decir...
— No —interrumpió.
— Pero..:
— No, John, nos van a molestar, y ya sé que...
— Contigo fue diferente, Bri... te molestaron, te alejaste...
— No fue tanto tiempo, no exageres, John... tampoco lo conozco lo suficiente.
— Por eso... fuiste cruel, Bri —dijo John—. Todos lo hemos sido.
— No entiendo por qué de pronto te interesa ese chico —dijo—. Si es que se le puede llamar así.
— Brian, ya para. Fuiste cruel, yo también, Fred también. ¿No crees que como mínimo podemos intentar hacer algo?
— No lo sé, John —dijo con un suspiro.
— Vamos, Bri... estoy seguro que estaremos bien. No vamos a morir por eso.
— Bueno, yo...
— Vamos, intenta ponerte en su lugar.
Brian soltó un suspiro cansado mientras se ponía una mano en la cíen.
— Bien. Lo haré. Pero no esperen que esté muy entusiasmado.
— ¡Genial! —exclamó John emocionado—. Le diré a Fred, gracias, Bri.
Luego, cortó. Brian estaba inseguro, ¿en qué se acababa de meter?
— Dios... mi vida social está jodida —masculló y se dispuso a hacer su tarea.
(...)
— Solo digo, el concepto de normal está sobrevalorado —dijo Clare mientras comía su pastel de carne con tranquilidad—. Digo, ¿quién quiere ser igual a una tropa de idiotas?
— Yo —dijo Roger con pesar mientras jugaba con el suyo mediante el uso del tenedor.
— Vamos, Rog, tú eres alguien normal. Tienes dos brazos, dos piernas...
— Y dos órganos sexuales —interrumpió el rubio a lo dicho por su padre—. Es... es la quinta vez que dicen que pueden operarme y que después se retractan...
— Sabes que es complicado, hijo... deben extirpar muchos órganos... una histerectomía completa, un reajuste vaginal, deben quitarte los ovarios... —dijo su madre.
— ¿Y al menos no puede ser de a poco? —preguntó—. Digo... que me hagan la histerectomía... después los ovarios y...
— Aún eres muy joven. Piensa que ya tuviste una pequeña victoria, pudieron extirparte las mamas. No crecerán —dijo su madre.
— Sí, pero...
— Roggie... hacemos lo que podemos —dijo su padre—. Pero... tampoco podemos pagarlo todo.
— Yo he ahorrado... no es mucho... p-pero...
— Rog... por favor... —suspiró su madre—. Te prometo que intentaremos ayudarte lo más posible, pero no puedo prometerte que dejes de tener tu condición.
— Pero mamá... todos los días en la escuela me molestan... hasta hace dos meses no tenía amigos, y los que hago normalmente se alejan de mí por eso... los maestros me odian solo porque me defiendo... yo...
Winifred suspiró. Le dolía tanto como una cuchilla ver a su hijo sufriendo de tal modo. Existían operaciones, pero Roger debía hacerse demasiadas, y aún era muy joven, lo cual hacía que todo fuese más riesgoso.
— No necesitas una operación para que alguien te quiera... —dijo Clare—. Sabes que yo te quiero mucho... papá y mamá también... y estoy segura que tu amigo nuevo también.
— Sí, pero... no quiero que pase lo mismo que la otra vez —admitió cabizbajo.
— Eso no va a volver a pasar. La gente así no vale la pena —aseguró Clare. Roger asintió seguido de un suspiro.
— Siempre te vamos a apoyar... —continuó su madre—. Tu padre, tu hermana y yo.
— Lo sé... —dijo Roger—. Gracias por todo... yo... lamento ponerme tan irritante a veces...
— Es normal, hijo —dijo ella—. Sé que es frustrante...
— Y sabemos que el psicólogo no te ayuda mucho a veces —añadió el padre.
— Ya no sé si quiera seguir yendo al psicólogo... —admitió Roger—. He cambiado tres veces... y es raro, porque no tengo depresión, entonces no saben con qué tratarme. Incluso soy anormal en el ámbito psicológico.
— Vamos, Roggie, no pienses eso —intervino su madre—. Eres alguien normal...
— No sé... —suspiró.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top