Viernes 🌻

Viernes
8:45 a.m.

El día era uno lluvioso. Pará algunos, los días días así les provoca sensaciones de tristeza, de melancolía...Pará Jungkook, el día de hoy era algo tan hermoso, cuando hablaba de la lluvia, algo delicado tal vez, pero temible y desgarrador en algunas ocasiones, sentía, de alguna manera, cada una de esas sensaciones que antes mencionaba. Había quienes pensaban que no es bueno sentirse triste.

Jeon, al contrario. Estar triste lo hacía sentir vivo.

Sentir tristeza era recordar que tenía una historia, un recuerdo, algo importante que le había llenado en algún momento, o quizá recordarle que tenía un secreto que por mucho tiempo lo había hecho sentir vacío, miserable, infeliz. Qué siempre regresaba a él para torturarle.

—¡Jungkook!—le llamó su amiga cuando lo visualizó a la entrada del colegio—No entres, por favor.

—¿Q-qué? ¿De que hablas?

—Escucha, no quiero que entres en pánico, pero...

Jeon no hizo caso omiso, y simplemente decidió entrar ignorando por completo a Irene haciéndola a un lado. En cuanto puso un pie en el pasillo, el caos fue lo que le recibió. 

—Ahí estás —le interrumpió una cabellera roja mientras lo miraba.

—¿Rose? —cuestionó con el entrecejo fruncido y el pulso de pronto se volvió acelerado.

—¿Creíste que bromeaba esa vez? —la pelirroja sonrió ladina y Jungkook supo inmediatamente de lo que se trataba.

—Roseanne, por favor...

—Jeon, ¿Qué sucede? —preguntó Yugyeom haciendo presencia, y al notar su nerviosismo se alarmó.

—Te lo advertí —susurró la chica —Oye, anímate. Lo hiciste bien, eres bueno guardando secretos...aunque, no tanto.

—¿Jungkook? ¿De que está hablando todo mundo?—hablo nuevamente su amigo.

—De nada, nada. No les hagas caso—le respondió la castaña.

—¡No lo sabe!, Jungkook, eres muy malo, tu amigo debe estar muy desconcertado.

—No lo hagas, por favor—le pidió apretando los costados de su pantalón con fuerza.

—¡Jungkook! Estás asustándome, ¿Qué pasa?—soltó Yugyeom—¡Esto, esto tiene que ver con lo que te dijo en el pasillo ¡¿Verdad?!

—¿No se te hace extraño la cantidad de chicas a quienes Jeon Jungkook, les rompió el corazón? —continuo la pelirroja caminando.

De pronto los murmullos cesaron, Jungkook sintió las miradas traspasar su cuerpo.

—El guarda un secreto —mencionó bajando el volumen de su voz —Un sucio secreto.

—¡Voy a matarla!—exclamó Irene siendo detenida por su amigo.

Y no la culpaba, era la única que lo conocía realmente.

—Roseanne—gritó Irene—¡Cierra la maldita boca o voy a asesinarte!

Pero el pánico que sentía no lo dejaba escuchar nada, quería huir, salir de ahí, quizá correr e impedir que hablara, pero no podía mover un solo músculo.

—Yo, no tengo la culpa de que tu amigo sea anormal —gritó en respuesta, luego se acomodó el cabello con brusquedad —El rumor es cierto, Jeon Jungkook, es gay.

Y todo el mundo se volvió loco. El suyo se desvanecía por completo.

Su secreto, ese por el que se había esforzado tanto por esconder, había sido revelado.

Su mirada se dirigió primeramente a su amiga, quien solo maldecia a la pelirroja.
Después la dirigió a Yugyeom, no había sido capaz de decirle antes, por supuesto poseía una expresión extraña, indescifrable, cuando en realidad se esperaba una de decepción.

Y finalmente se encontró con la suya.

Con quien menos quería que se encontrara. Antes de él, le importaba poco lo que las demás personas pensaran sobre si.
Ahora... ¿Qué estaba pasando? No, ¿A quién quería engañar? Siempre le afecto lo que otros pensarán.

—Kook —susurro comenzando a acercarse.

Pero el otro no pudo contenerse más y salió corriendo del lugar como el maldito cobarde que era, pasándolo de largo.

"Porque las personas tienen una idea distorsionada del amor."

—Jungkook, espera —gritó Irene dispuesta a ir detrás, pero fue interrumpida por el peli negro a su lado.

—Yo iré—le dijo—Tú encárgate de ella y de esta terrible manifestación.

—Bien, pero ya, alcánzalo—le reclamo y Yugyeom salió despavorido del lugar. En cambio, ella se plantó al centro del pasillo—¡Muy bien! No hay nada que ver u oír aquí, ¡Así que ya lárguense a estudiar mocosos malcriados!—gritó provocando que muchos se fuesen algo indignados, luego, fijo su mirada en Rose—Y tú...¿Ya estás feliz? Deberías buscarte una vida propia para atenderla y dejar en paz la de los demás.

—¡Jeon, espérame!—grito a sus espaldas.

—Déjame—espetó sin siquiera atreverse a mirarlo—Quiero estar solo.

—No —dijo firme tomándolo de la muñeca, obligándolo a detenerse en medio de la cancha. Automáticamente la lluvia comenzó a recorrerles el rostro—Créeme Jeon, es mejor no estarlo .

—¿No estas enojado? Te lo oculté todo esté tiempo—preguntó con un nudo en la garganta—¡Deberías gritarme, maldecirme, ignorarme, pero solo te preocupas!

—¡¿Por qué no me dijiste nada bastardo mal amigo?!—grito de pronto haciéndolo sobresaltar—¿Esperabas que hiciera algo así?—cuestiono sin dejar de sonreírle incrédulo—¿De que serviría ahora gritarte o enojarme contigo Jeon?

Continuó. El peli negro simplemente guardó silencio y bajo la mirada.

—Debió ser difícil para ti soportar tanto tú solo.

Y entonces, sus brazos, ya se encontraban rodeándolo, y solo ese abrazo bastó, para que sus lágrimas, está vez, no fueran contenidas.

—La próxima vez—inició en un susurro cerca de su oído—No intentes guardarte las cosas o el corazón te pesará demasiado. Así hayas asesinado a alguien, yo enterraré el cuerpo contigo. ¿Intento de secuestro? Bien, seré tu cómplice. ¿Trampa en un examen? Yo seré el primero en proporcionarte las respuestas.

—Esas cosas jamás van a pasar Kim—espetó riendo levemente.

—Pero ey, estás sonriendo—exclamó de igual manera—Lo que quiero decir, es que no importa cuan mala sea la razón. Siempre podrás contar con mi apoyo Jeon. Por algo soy tu mejor amigo.

—A veces sueles ser muy cursi, ¿Lo sabias?. Si nos quedamos aquí bajo la lluvia más tiempo, podríamos morir de una hipotermia o yo que sé.

—Sólo, sígueme abrazando y cállate—finalizó haciéndolo reír.

Y bueno. No diré que con ese abrazo se arreglo todo, pero de cierta manera, en ese momento, todo le dio igual.

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—¿Tú lo sabias? —preguntó Taehyung aún sorprendido a su lado por tal espectáculo de circo—¿Te dijo algo? ¿No habías notado ciertas actitudes que lo delatasen?

—No—se limitó a decir con la mirada puesta en el piso—No lo sabia.

—Wow, yo no imaginé que...—frenó y se sentó inaudito—Debió ser difícil para el, mantenerlo todo este tiempo en secreto—se dijo así mismo.

¿Es que acaso era tonto?
¿Cómo no se había dado cuenta antes?

—Yo...Debo, debo irme.

—Jimin, espera, ¡¿A dónde vas?!—cuestionó tomándolo del antebrazo para impedir que siguiera.

—Necesito hablar con el.

—Jimin, no creo que sea el momento adecuado. ¿Qué vas a decirle? ¿Lo que digas cambiará algo? Las personas son crueles, no van a aceptarlo.

—¿Y cuándo llega ese momento?—solto mirándole, pero él guardo silencio—¿Qué tiene de malo querer a otro hombre? Nada. ¿Y lo que digan las demás porque debe importarle? Debo decírselo—defendió soltándose de su agarre.

—P-pero...¡Park!

El otro lo ignoro y siguió con su camino ignorando completamente a su amigo gritando su nombre. Necesitaba buscarlo. Apoyarlo ahora que lo necesitaba.

Así que corrió por los todos los pasillos buscando aunque sea su mirada. Un pequeño rastro de él. Al no hallarlo ahí, visitó los salones. Hasta que, está lo encontró. Caminó hacia su lugar y observó por la ventana que daba vista a la gran cancha de fútbol.

Pero era tarde.

Ya había alguien más a su lado para brindarle su hombro.
Y se sintió estúpido. Por que ya era imbécil.


—¡Estoy en casa! —exclamó al entrar a está seguido de quitarse los zapatos y botar la mochila sobre el suelo. Pero su sorpresa fue grande al notar otros zapatos de varón en la entrada.

—Kook, aquí en la cocina —contestó la voz de su padre.

Frunció el entrecejo desconcertado. Y luego se dirigió a donde se encontraban. Topándose con sus dos padres, con delantales puestos, eso era nuevo, ¿Debía preocuparse por verlos juntos?

—¿Qué hacen aquí? —les preguntó sentándose en la barra para observarlos mejor—¿Y que es ese terrible olor?.

—Quería cocinarte algo delicioso, pero... —le miró divertida —No salió como esperaba.

—Y...salí antes de la oficina, quería ver a mi hijo, así que aquí estoy—mencionó esta vez su papá—¡Wow! Creciste como diez centímetros desde la última vez que te vi.

—Yo no crecí, tú te encogiste—le dijo divertido observando todo el desastre que habían causado—Debieron ordenar algo o pedírselo a Nai Nai.

—El turno de Nai Nai ya terminó, es una empleada, no una esclava —respondió su madre—Pero te hice reír. Entonces valió la pena el intento, hace mucho que no te oía reír.

Fue hasta ese momento en que sintió una presión en el pecho y las ganas de llorar habían vuelto.

—Mamá. Papá.

Los dos le brindaron su atención al instante y automáticamente su expresión se tensó al mirar su cambio de actitud.

—¿Puedo decirles algo?

—Puedes decirnos lo que quieras campeón—hablo su padre prestándole toda la atención del mundo.

Pero el chico guardó silencio.

—¿Kookie?—dijo su madre al notar que no hablaba.

—Podrían... ¿Podrían no odiarme?—es ahí donde se atreve a mirarlos cristalino.

Su expresión cambió a una donde se les veía confundidos.

—Jungkook, ¿Qué cosas dices? —río ligeramente, incrédula ante lo que había mencionado.

—Si yo fuera diferente, ¿Se enojarían conmigo?

—¿Qué sucede kook? ¿Ocurrió algo en la escuela?—dijo con un tono preocupante—Debo ir y golpear a unas cuantas personas que se metieron con mi hijo. ¿Demandar a la escuela? Puedo hacerlo.

—Mamá, papá..si a mi, si, a mi..no, no me gustaran las chicas... —bajo la voz con cada palabra que decía—¡En verdad trate, que me gustaran como a los demás! Pero yo...¿Podrían no odiarme? —sus ojos a éste punto eran llorosos.

Su expresión era indescriptible.
El silencio los envolvió un momento y se temía lo peor. Pero...entonces. Una sonrisa se formó en el rostro de su progenitora.

—¿Porque te odiaría? —su voz se escucho pacífica —¿Por qué odiaría a mi propio hijo?

El la miró sorprendido.

—Lo sé Jungkook, sé que, no hemos sido precisamente el prototipo de padres perfectos—hablo envolviendo sus dos manos en las suyas —Pero eres tú a cada momento, el momento que ame, el momento que tuve dolor, cuando decidí tenerte, te volviste mi mundo y cada momento en el. Si no te tengo, no creo que pueda explicar mi vida hasta ahora.

—Mamá...—el llanto a este punto, ya no era capaz de controlarlo.

—Para mi, tú eres solo mi hijo y te amo.

Entonces desvío la mirada de su madre hasta posarla sobre su papá, quien no había mencionado nada aún.

—Perdóname, perdón por ser así—le dijo, pero igual se mantuvo en silencio. Sólo lo observaba— Por favor, dime algo.

Negó repetidas veces con sus ojos cristalinos.

—Escúchame, aunque sea malo con las palabras —dijo caminando hasta quedar al frente para tomarlo de los hombros con sus dos grandes manos haciendo que lo mirara—¡Eres un Jeon! No hay nada de que avergonzarse, no hay nada malo en ti, eres extraordinario—hablo envolviéndome en sus enormes brazos.

Luego se separó con lentitud.

—No dejes de mostrar tus defectos—lo escucho cerca con la voz entrecortada, era extraño descubrir esa faceta en el—No quiero que te escondas, párate firme con esa postura tan tuya como te enseñe.

—No sabes, cuanta falta me hacían esas palabras —correspondió su abrazo con desesperación.

—¿Sabes que si eres feliz...Nosotros también?—menciono mamá uniéndose a nosotros.

—Ahora lo sé.

Viernes
5:30 p.m.

—Si quieres, no entramos hoy a las clases de la tarde—dijo Irene a su lado mientras sujetaba los tirantes de la mochila con fuerza.

—Si, vayamos a otro lugar —continuó Yugyeom tratando de no sonar nervioso—Podemos divertirnos.

—No hace falta que hagan eso —le dijo sonriendo ligeramente —No dejaré que ésto nos afecte —y sin mas, camino con tranquilidad a la entrada.

Como era de esperarse. Al entrar, las miradas se posaron directamente en ese trio, creando un completo silencio y un ambiente tenso. Sin tomarle mucha importancia, o al menos tratar de aparentar que era así, se dirigió hasta su casillero con tranquilidad. 

—Lo veo y no lo creo —Interrumpió una pelirroja al final del pasillo —Si volviste, creí que te quedarías llorando en casa con tu mami y papi.

El chico apreto los ojos fastidiado al reconocer esa voz, tomo una bocanada de aire, pues lo necesitaba y luego la observo.

—¿Estás feliz? —le pregunto sonando extrañamente sereno —Ahora que todos lo saben.

—Si, bueno, estoy conforme con el resultado —sonrió mostrando todos los dientes.

—Al menos deberías agradecerme, logre convencer a papá de que no tomara riendas en el asunto—continúo el—Pudo haber conseguido tu expulsión con solo chasquear los dedos. Ya sabes, es un hombre, poderoso.

Jungkook solto una risilla ganándo una mirada confundida de su parte.

—¿Por qué te...

—No, yo debería agradecerte —le interrumpió de pronto y sus amigos lo miraron extrañados —Si tú no lo hubieses revelado, probablemente yo jamás lo habria hecho.

—¡Jeon Jungkook! —gritó enojada—Tú...

—Creo que ya has hablado suficiente ¿no?—cuestiono botando la tapa del casillero con brusquedad haciéndola sobresaltar y se acerco hasta su rostro —Mi turno.

Keon miro alrededor. Encontrándolo.
En toda esa multitud, el era él más sobresaliente, y aunque se sintió intimidado por un momento, decidió contenerlo. 

—¿Por qué diablos es mi sexualidad tan importante para todos? —comenzó volviendo a mirar a la pelirroja—¿Por qué te importa quien me gusta, con quien quiero estar o a quien amo? ¿Por qué está todo el mundo tan fascinado con algo tan privado?, ¡Son mis sentimientos! —grito ya enojado haciendo resaltar sus venas del cuello—¡Qué se pudra quien no los acepte!

Todos los presentes guardaron silencio.

—Perdón compañeros, amigos, conocidos, o aquellos de los que ni siquiera sabía de su existencia, pero que están juzgándome. Pero esto es lo más correcto que he hecho en mi puta vida, ¡No tengo nada que arreglar de mi! Así que no me miren como si fuera el peor desastre, no tienen idea de cuanto me costo quererme así —una sonrisa de emoción se deslizo por su rostro, eufórico, incrédulo—No intenten arreglar nada. Porque no estoy roto.

Y sin más que decir. Camino hasta el salón de clases con sus dos amigos al lado, dejando a todos con algo de que hablar.

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