Capítulo 9
La espera ha sido larga, intenté escuchar detrás de la puerta pero fue en vano, terminé por resignarme a esperar el regreso de Cristhel.
Al fin veo que la puerta se abre, varias personas comienzan a salir hablando entre ellas. Busco con la mirada a mi amiga, la veo salir de la sala, pasa a mi lado ignorándome. Intento seguirla pero alguien me toma del brazo.
—Necesito hablar contigo Ryan — dice el mismo hombre que trajo a Cris hasta aquí.
Ingreso a la oficina junto a él, me ofrece una de las sillas del lugar, pero me niego, quiero terminar rápido con esto, Cris no lucía bien, debo saber que pasó.
—Han sucedido cosas muy... ¿Cómo decirlo?
—Sólo diga que pasó — lo apuro.
—Bien — Se aclara la garganta antes de seguir — Ryan, tu amigo Alex... Él...
—¿Qué sucede con Alex? — pregunto con cuidado.
Por un momento la imagen de mi amigo en el aeropuerto se cruza en mi mente.
—Está muerto — finaliza el hombre.
Me quedo en shock. ¿Acaso escuché bien? ¿Dijo muerto?
—No, eso no puede...
—Lo entenderás más tarde — me interrumpe —. Por ahora debo decirte que es muy probable que Cristhel esté en peligro, nuestra línea de lideres fue atacada, solo queda ella. Le ofrecí colocar una escolta de dos hombres para que la protejan, pero se negó. Intentaré convencerla de que es lo mejor, y me gustaría que me ayudes a lograrlo. Además, necesito que, ahora que vives con ella, ayudes a protegerla, se te pagará por tu servicio. Confío en ti Ryan, hazlo por la estabilidad de la agencia.
—Haré todo lo que pueda — contesto aún procesando sus palabras.
Él asiente colocándose en pié y me guía a la salida. Intento hacer a un lado sus palabras y me dirijo al lugar donde sé que puede estar Cristhel, por ahora solo me interesa ella. Me paro frente a la puerta la oficina de Jorge y toco tres veces.
—Adelante — escucho del interior
Abro la puerta lentamente, lo primero que capta mi atención es Cristhel, parada frente al ventanal. Cierro la puerta y camino lentamente hacia ella.
—¿Cris? — la llamo, pero no voltea.
—Él se fue — susurra, y las palabras de aquel hombre regresan a mi mente.
—Todo estará bien — comento intentando creerlo.
—Mi padre escribió un discurso de despedida — menciona alzando un papel.
No puedo ver su rostro, pero su voz refleja lo que siente. Se queda en silencio por un momento, me paro junto a ella, la observo discretamente, sus hermosos ojos cafés están un poco enrojecidos y su cabello levemente alborotado.
—Vamos a casa — dice de pronto volteando hacia mí, sorprendiéndome —, debo cambiarme para la ceremonia.
Se acerca al escritorio, deja el discurso dentro de una carpeta y toma un mazo de llaves. Salimos de la oficina y ella cierra bajo llave. Bajamos las escaleras, noto que hay más actividad que otros días, pero ni eso termina de convencerme de lo que sé.
¿Como aceptar que uno de mis amigos está muerto? Lo vi ayer, ¿en verdad ya no está? Eso no puedo aceptarlo aún.
—¡Cris! — escuchamos un grito lejano.
Nos detenemos en el pasillo, una chica de cabello turquesa sale de quien sabe donde y abraza a Cristhel.
—Lo siento tanto — dice llorando.
—Todo va a estar bien Ana — la reconforta Cris, intentando ser fuerte.
Ana se separa de ella secándose las lágrimas con cuidado. Cris le sonríe tiernamente, me dan ganas de abrazarla, pero me contengo de hacerlo.
—No puedo creer que Alex... Que mi niño... — comienza Ana, pero el llanto le impide seguir.
Cris vuelve a abrazarla, fuertemente.
—Alex era tan joven — continúa sin dejar de llorar —. Luis era un buen hombre, y Carlos un gran amigo. No puedo creer...
Cristhel deja de evitarlo y se une al llanto de Ana. Siento que las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, las limpio discretamente, odio ver llorar a las personas. Volteo hacia otro lado, pero el paisaje no mejora, solo veo personas tristes y serias a mi alrededor.
Una mano tibia se entrelaza con la mía haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo. Volteo sorprendido y encuentro a Cristhel, está sonriendo, aunque su sonrisa no alcanza a llegar a sus ojos. Le regreso la sonrisa apretando levemente su mano para que sepa que estoy con ella.
—Vamos por un auto, no tengo ganas de caminar.
Dicho eso, suelta mi mano y se aleja hacia la recepción. Por unos segundos mas siento sus dedos entre los míos, aunque el frío pronto regresa.
—María, necesito...
La recepcionista levanta la mano diciéndole que espere mientras contesta el teléfono.
—Buen día, ¿en qué puedo ayudarle? — pregunta ignorandonos.
—María...
A lo lejos distingo una silueta familiar, es el agente que nos llevó al aeropuerto. Me acerco rápidamente antes de que desaparezca de mi vista.
—Hola — llamo su atención.
Él voltea confundido, pero luego sonríe.
—Ryan, hola. ¿Sucede algo? — pregunta confundido.
—La verdad sí. Siento molestarlo, pero Cristhel y yo queremos volver a casa, María está muy ocupada para hacer que alguien nos lleve, y me preguntaba si usted...
—¿Los puedo llevar? — me interrumpe — Claro, con mucho gusto. Voy por el auto y los veo en la entrada.
—Muchas gracias — contesto sonriendo.
Regreso con Cristhel, suspira resignada cuando llego a su lado.
—Encontré quien nos lleve — anuncio.
Ella voltea hacia mí sonriendo levemente. Caminamos a la salida, el auto llega justo a tiempo, intento abrir la puerta para ella, pero es más rápida que yo. Se sube en el asiento del copiloto, yo la imito pero atrás.
—Gracias por llevarnos — le digo al chofer.
—Todo por mi jefa — sonríe viendo a Cristhel —. En verdad siento lo de tu padre, pero estoy seguro de que lo encontraran.
—Confiemos en ello — contesta Cris —. Lamento lo de Carlos, sé que ustedes eran amigos.
—Entramos juntos a esta agencia — dice viendo al frente, suspira —. Era un gran piloto, espero que pronto se aclare todo. Se lo que debes sentir con todo esto, Luis y Alex...
—Eran importantes para mí... Aún no lo puedo creer — confiesa Cris volteando hacia la ventanilla.
—La vida sigue, y nosotros estamos aquí — contesta arrancando el auto y comenzando a conducir — Puedes confiar en mí para lo que sea, y si necesitas transporte, sólo tienes que pedirlo — finaliza sonriendo.
—Gracias — suelta Cris devolviéndole la sonrisa.
El resto del camino pasa en silencio hasta que llegamos a la casa. Nos despedimos del chofer y él se retira. Entramos en silencio, veo a Cristhel suspirar y sonreír nostálgica.
—¿Cris? — la llamo.
—Sobre el refrigerador hay dinero, compra comida si quieres, yo no tengo hambre — dice y sube las escaleras.
La veo alejarse sin saber que hacer, ¿debería seguirla o dejarla sola? Subo detrás de ella, pero ya no está en el pasillo. Camino hasta su habitación, giro lentamente la perilla, la puerta se abre en silencio. La veo acostada en su cama, de espalda a mí.
—Alex... — escucho que susurra.
Suspiro. Cierro la puerta lentamente y me voy a mi habitación aún sin poder creerlo, ¿es que de verdad murió? Me tiro en la cama recordando las veces que hablé con él.
—Ryan debo decirte algo — susurra viendo hacia los lados.
—Dime, no hay nadie por aquí.
—Los chicos dijeron que voy a ser tu enfermero...
—Ah, no te preocupes por eso, Daniel está un poco... Le gusta hacer bromas — digo para calmarlo.
—Es verdad, pero lo que ellos no saben es que no voy a estar aquí en las vacaciones. Me voy a Argentina, no sé cuando volvamos — explica.
—¿A Argentina? — pregunto sin entender.
—Sí, vamos a visitar a... mi hermano — contesta un poco raro.
Mi hermano... Él no iba a Argentina, me mintió, ¿por qué lo hizo? ¿Acaso no confiaba en mí? Aunque sí me confesó que se iba.
—Nadie sabe esto Ryan, y te pido que no lo menciones.
Que no lo menciones... Es como si aún lo escuchara, sus palabras siguen en mi mente. El recuerdo del último día que lo vi se cuela sin permiso.
—Prometeme algo.
—¿Qué? — pregunto con miedo.
—Dime que cuidaras a Cristhel — pide serio —. Ella es muy importante para mí, y no... La vida es impredecible. Así que dejen su jueguito de quien habla primero a quien, y acercate a ella. Sé que la quieres amigo, se te nota, por eso te pido que la cuides. Si no es por mí, que sea por ti.
—No te preocupes Alex, sé que ella puede cuidarse sola, pero lo haré — accedo aunque no sé de que deba cuidarla.
—Puede cuidarse sola — afirma —. Solo quiero asegurar que estarás con ella si algo me pasa.
—¡No te pasará nada Alex!. ¿Qué te puede pasar en un aburrido vuelo a Argentina? Estarás bien y volverás a salvo — digo negándome a creer lo que dice.
Él sabía a lo que iba, lo sabía muy bien, y tenía miedo de no volver, ¿será que presentía que...? Mis ojos comienzan a arder.
—Claro, soy inmortal
Es como si aún lo escuchara... Como desearía que esa frase fuera real... Como quisiera que él siguiera aquí...
Tomo mi celular y busco su número, veo la foto de perfil, él sonríe feliz junto a los chicos. Toco el botón de llamar, esperando que esto sea mentira, que él conteste, pero el celular deja de sonar después de unos segundos.
—La cuidaré por ti amigo — le digo a su fotografía —, te lo prometo Alex.
Dejaré esto aquí, y me iré lentamente...
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