Capítulo 4

—Nos vemos amor. Cuidate, no comas chucherías, no traigas extraños a la casa, bebe tus medicinas, si te sientes mal grita para que te escuchen del otro lado de las cámaras, no andes vagando por la ciudad, no regreses muy tarde del trabajo. Ah, y recuerda que la oferta de Jorge sigue en pie, así que si te vas a mudar avisale con tiempo.

Asiento con la cabeza a cada cosa que dice mi mamá.

—Ya Linda, deja en paz al pobre chico.

—Pero es que jamás he dejado tan solo a mi bebé — contesta tomando mis mejillas.

—Pero ya no es un bebé, está lo suficientemente grande como para cuidarse solo — dice mi padre viendo la hora en su reloj.

Mi mamá me abraza y me aprieta con fuerza, dificultandome respirar.

—Mamá ya estoy mejor — digo separándome —, si no quieres dejarme solo aún puedo tomar un avión e ir con mi equipo.

—Eso no — responde seria —. Te vas a quedar aquí o en la casa de Jorge, no en otro lugar.

Mi papá rueda los ojos. Un ruido extraño proviene de la escalera, volteamos para ver a Samantha bajar una gran maleta, aparte, la mochila que lleva en la espalda.

—Cariño ¿que no vas a un campamento de supervivencia? — pregunta mi padre analizándola.

—Si, llevo solo lo necesario para sobrevivir.

—Bueno, debemos irnos — informa mi papá tomando la maleta de Sam — Nos vemos campeón, cuida la casa.

—Adiós hermanito, no hagas un incendio — se despide Sam.

—Lo mismo digo. No te vayan a hacer falta cosas en el campamento. Cuidate de las arañas, serpientes y bichitos que se arrastran sobre ti mientras duermes.

Ella pone cara de asco, me saca la legua y sale murmurando cosas que no entiendo. Mi madre me observa con ojitos de perrito abandonado.

—Estaré bien.

—Lo sé Ryan. Te amo mi vida, no lo olvides — dice dándome un beso — Y recuerda...

—Ya sé, ya sé — la interrumpo antes de que enumere más cosas.

El claxon del auto de mi padre suena afuera. Mi mamá me abraza otra vez y sale de la casa. Observo como se sube al auto, se despiden por la ventanilla, los veo alejarse de la propiedad, y de mí.

El lejano sonido del timbre de mi casa interrumpe mi sueño, me acomodo en la cama, si nadie abre se irán. El timbre vuelve a sonar, repetidas veces, sin descanso. Bajo corriendo las escaleras para callar ese desagradable sonido.

Me asomo a la ventana que da hacia la calle. El auto de Daniel está estacionado en el frente, ¿qué no se supone que se fueron a la Ciudad de México? Abro lentamente la puerta para ver quien atormenta al timbre y a mis oídos.

—¿Que te hizo el timbre para que lo toques así? — le pregunto a Alex.

—Era para que despertaras — contesta dejando en paz al timbre.

—No estaba durmiendo — miento invitándolo a pasar.

—Lo que digas amigo.

—¿Y ese milagro que me visitas? — pregunto mientras lo observo sentarse en el sillón.

—Vengo por un trabajito — dice abriendo su mochila.

Me acerco para ver su contenido, Alex saca una pequeña cámara. Entonces es cuando recuerdo que alguien vendría a instalar las cámaras otra vez.

—Creí que sería otra persona la que vendría por ese trabajo — comento tomando una cámara.

—Ayer te dije que vendría a instalar las cámaras — me recuerda caminando hacia la cocina —, creo que la calentura te afectó mucho amigo.

—No seas exagerado. ¿Y por qué cargas el auto de Dani? — cambio de tema.

—Me dijo que se lo llevara a su papá... Se lo entregaré más tarde.

Lo veo buscar una silla y subirse en ella para acomodar la cámara en la pared. Después de un momento, se baja y observa su trabajo. Suspiro involuntariamente, Alex me mira con disimulo.

—Esta es la que inició todo — suelta sonriendo — Vamos Bryan, ayudame con las demás.

¿Dijo Bryan, o yo lo imaginé?

—Y... ¿Ya has hablado con Cris? — pregunta distraídamente caminando hacia la sala.

Lo sigo lentamente, él toma otra cámara y analiza el lugar para saber donde ponerla. Voltea hacia mi al notar que sigo en silencio.

—No — contesto simplemente.

—¿Hasta cuando piensan estar sin hablarse? — vuelve a preguntar acomodando una silla.

Es verdad que yo dejé de hablarla, pero ella no hizo nada para acercarse a mí... Ok, me habló al final del partido, pero solo sirvió para que pensara que no quería volver a verla. Si tan solo Cristhel supiera que la extraño. Aunque no sé que es lo que extraño de ella.

—¿Aún no la perdonas, verdad? — insiste al terminar de instalar la cámara.

—Ya lo hice, pero es difícil verla y no pensar en que me mintió. No estoy seguro de quien es ella, si la chica de la fiesta o la chica de la búsqueda... Ni siquiera sé si de verdad fue mi amiga — confieso viendo hacia el suelo.

—Bueno... Deberías hablarle. Acercate a ella, sé su amigo. Empieza de cero Ryan, olvida lo demás — aconseja subiendo las escaleras.

Y pensar que antes yo creía que me odiaba, ¿y ahora quiere acercarme a su mejor amiga? Quien entiende a este sujeto. Tomo las dos cámaras que faltan de la mochila de Alex . Él baja las escaleras, le ofrezco una y entramos a la oficina de mi padre.

—Oye... Al menos dime que intentarás hablar con Cristhel — dice serio.

Y yo que creí que dejaríamos el tema atrás.

—Alex, yo... — intento justificarme pero el me interrumpe.

—No solo te mintió a ti, y ya sabes por que lo hizo. Dices que la perdonaste, pero no se hablan, y creeme, a los chicos y a mi nos gustaría que volvieran a hablar. Es raro estar con uno y que luego llegue el otro y el primero se vaya, y nosotros nos quedemos sin saber si quedarnos con el segundo o irnos con el primero.

Lo escucho atento sin comprender bien sus palabras.

—Es que...

—Nada. Al menos intentalo — me interrumpe por segunda vez.

—Y si ella no quiere hablar conmigo — confieso una de las razones que me han detenido de volverla a hablar.

—No lo sabrás si no lo intentas. Vamos, lo peor que Cris puede hacerte es... Bueno, no se me ocurre nada — vuelve a sonreír.

Suspiro resignado. Tal vez deba hablarla, pero no tengo el valor suficiente para hacerlo. Alex aprovecha mi silencio para instalar la cuarta cámara.

—Veré si me atrevo — contesto cuando termina.

—Nada de si te atreves, es que lo tienes que hacer tarde o temprano — me regaña.

—Sí mamá — me burlo — Ahora, termina de instalar estas cosas — ordeno dándole la última cámara.

El ríe negando con la cabeza. Caminamos hasta la puerta de la cocina, donde Alex se sube en un tambo para colocar el último artefacto de vigilancia.

—Deberías venirte a vivir conmigo esta semana, digo, para que no estés solo aquí — ofrece mientras instala la cámara.

—¿No hay problema con tus padres?

—Ninguno. Como ya debes saber, hay una habitación libre, así que si gustas, has tus maletas y vámonos.

Le tomo la palabra solo por que no quiero estar solo, ni mudarme con Jorge. Subo por mi maleta, aprovechando para empacar algunas cosas más, suerte que no había vaciado lo que preparé para el viaje. Cuando bajo veo a Alex esperándome en la puerta con su mochila al hombro.

—Eres muy veloz haciendo maletas — comenta divertido.

—Ya estaba lista — respondo simplemente.

Salimos de la casa, me aseguro de cerrar muy bien todo. Nos subimos al auto de Daniel y emprendemos el camino hacia la casa de Alex. El viaje transcurre en silencio, uno que me permite pensar en qué pasará cuando Alex y su familia se vayan a Argentina, ¿será que tendré que irme con...?

—Llegamos — anuncia mi amigo estacionándose frente a su casa.

Bajamos del auto y Alex abre el portón, una cosa peluda pasa entre mis piernas corriendo a toda velocidad hacia la calle.

—Creo que deberías pasear a tu perro más seguido — sugiero viendo la cola del animal alejarse.

—Ya pasea mucho él solo — dice riendo Alex.

Entramos a la casa, de inmediato percibo un olor a canela. Observo a mi alrededor, no ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí.

—¡Mamá! — grita Alex cerrando la puerta.

—¡Acá estoy! — se escucha un grito en algún lugar de la casa.

—Ponte cómodo, ahora vuelvo — dice antes de desparecer por la puerta de la cocina.

Aprovecho la soledad para acercarme a una pared donde hay varios cuadros colgados, no los había notado en mi anterior visita. El primero es de la familia de mi amigo, reconozco a sus padres, su papá carga sobre los hombros a un niño como de cinco años, noto cierto parecido con Alex, pero dudo que sea él, su madre tiene cargado en los brazos a un niño aún más chico.

En la foto siguiente veo tres niños, están en una especie de fiesta navideña, lo sé por las lucesitas del fondo. Reconozco a los pequeños, Alex y Cristhel, el más grande parece ser el mismo de la otra foto, tal vez el hermano de Alex.

—Deja de ver las fotos familiares y vamos a tu nueva habitación — escucho a mi espalda.

—Dejalo Alex, que vea lo que quiera, y te recuerdo que debes de devolver ese auto — me defiende su mamá.

—Ya voy, ya voy... Pero volveré — dicho esto sale de la casa.

—Vamos hijo, te enseño donde que vas a quedar — me dice la mamá de Alex.

La sigo hasta la puerta que dice Philip. Ella sonríe con nostalgia al abrir la habitación.

—Está lista, justo la limpié esta mañana, cuando Alex me contó que te ibas a quedar solo y le dije que te ofreciera quedarte aquí unos días — explica haciéndose a un lado para que yo pueda pasar.

—Creí que la iniciativa era de Alex — confieso.

—Dejemos que él crea eso — dice riendo —. Bueno, dejo que te acomodes, estás en tu casa — dicho esto, cierra la puerta y se va.

Observo el cuarto, es del mismo tamaño que el de Alex, un poco más pequeño que el mío. Tiene una cama, un ropero y un rectángulo de madera pegado a la pared donde cuelgan algunas fotos, reconozco a Cris, Alex y el otro chico en la mayoría de ellas. Se ve que eran muy unidos.

Me alejo de las fotos para acomodar mi maleta en una esquina, abro la ventana y me recuesto en la cama. Me pregunto ¿que tan probable será que me encuentre con Cris? ¿Alex le dirá que vivo con él? ¿Que hará si me ve? Espero no tener que comprobarlo. Universo, coopera conmigo y ayuda a que no me encuentra a Cristhel por aquí.

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