Capítulo 23

Los ladridos de Panda se escuchan por toda la casa. Se encuentra sobre dos patas, apoyado en la isla de la cocina exigiendo que le sirva más rápido su comida.

—Si Jorge nos viera en este momento, creo que nos correría de su casa inmediatamente — le digo al perro, pero él solo mueve la nariz olfateando su alimento.

Lo empujo de manera suave para que regrese a la tierra, después me dirijo hacia el patio para dejar su comida. Panda corre detrás de mí y se abalanza sobre el tazón antes de que pueda colocarlo en el piso.

—Sí que tienes hambre — menciono viéndolo comer como si no hubiera mañana.

El sonido de mi celular hace que regrese a la cocina. Se trata de un nuevo mensaje.

Daniel: Tengo algo que decirte.

Ryan: ¿Qué cosa?

Contesto de inmediato. Él sigue en línea, abre el mensaje y después se desconecta. Pasan unos minutos en los que no me despego de la pantalla esperando su respuesta.

—Sí que era importante — me quejo al ver que ni siquiera se conecta.

—Muy importante — menciona Cristhel.

Volteo hacia la puerta, pero no la veo ahí. No sé que poder tiene para aparecer y desaparecer cuando quiere. Me quedo esperando su regreso, esta vez no me agarrará por sorpresa.

Ella asoma la cabeza y me observa desde la entrada. Nos vemos fijamente por unos segundos sin saber bien porqué, hasta que el sonido de mi celular me hace desviar la mirada.

Daniel: Paciencia mi querido amigo, paciencia.

Es lo único que escribe.

—¿En serio? ¿Solo eso? — cuestiono sin entender que es lo que intenta.

La risa de Cristhel me hace recordar que sigue aquí. Bloqueo el celular y me vuelvo hacia ella.

—¿Se le ofrece algo señorita? — pregunto al ver que no deja de mirarme.

—Lo único que quiero es dormir — contesta apoyándose en el marco de la entrada.

—Nadie te manda a salir de tu casa a medianoche en lugar de estar durmiendo — le recuerdo.

—Sí, nadie me ordenó hacer eso — contesta en un tono que no distingo — He estado pensado en algo — cambia de tema.

—¿En qué? — pregunto interesado.

—En las investigaciones — responde — El caso de mi padre avanza, pero el otro no. Lo último que supe fue que encontraron las cajas negras del avión, no han dicho nada más.

—Deberíamos preguntarle a Rodolfo, él debe saber algo — sugiero.

—No lo creo. La otra vez parecía discutir con ellos, presiento que aún no le han dicho nada — explica desviando la vista hacia un lado.

—Tal vez no hay nada que decir — comento.

—Eso lo dudo mucho.

—Entonces, ¿qué planeas hacer?

—Investigar sobre el tema — dice sonriendo — Si queremos repuestas no debemos esperar que alguien nos las proporcione, debemos buscarlas nosotros mismos.

Dicho eso, la veo cruzar hacia las escaleras para subir al segundo piso, voy detrás de ella sin saber si debería seguirla. Me asomo a su cuarto, la encuentro de espaldas junto a su escritorio. Avanzo lentamente hasta llegar a su lado. Veo como saca una cadena plateada de una caja musical.

—¿Es tuya? — pregunto sin dejar de verla.

—Sí, la tengo desde pequeña.

Cristhel extiende la cadena, de ella cuelga una estrella plateada y una pequeña llave.

—Nunca te he visto usarla.

—No al uso, es mi pequeño secreto — confiesa acercándose a su armario.

Sin entender de que está hablando, la veo buscar entre las cosas de su ropero hasta sacar una caja de zapatos. La coloca sobre la cama para abrirla, me siento a su lado para poder observar el contenido, pero lo único que veo es un panel negro con un tablero y una manija.

—Mi caja fuerte personal — explica Cris insertando la llave para abrirla.

Levanta el panel dramáticamente hasta dejarme ver el interior de la caja. La miro incrédulo al notar que lo único que contiene es un celular.

—¿Eso es todo lo que guardas ahí?

Ella ríe mientras enciende el celular y cierra la caja.

—Me sirve para guardar cosas que no uso en mi día a día. Antes metía mi dinero aquí, pero me era complicado sacarlo cuando lo necesitaba.

Asiento ante sus palabras, tomando la caja de zapatos.

—Es pesada — pienso en voz alta, logrando que ella vuelva a reír — Y ese celular, ¿para qué lo quieres?

—Para hablar con la agencia española — contesta a la vez que teclea algo — La prima de mi padre es la única que puede proporcionarme información en estos momentos.

—¿Y no puedes usar tu celular para hablar con ella? — cuestiono.

Cristhel sonríe, no sé si por mis palabras o por encontrar lo que buscaba.

—Con la idea de un traidor en nuestras filas, comienzo a pensar que pueden interceptar las llamadas. Este celular es un poco más seguro, solo mi padre y yo lo conocemos, así que la probabilidad de ser rastreado e interceptado es más baja — explica — Y ahora silencio, lo pondré en alta voz.

¿Acaba de callarme?

Me alejo un poco de ella para darle espacio. El celular suena por unos segundos antes de que una voz femenina inunde la línea.

—Buenas tardes. ¿Quién habla?

—¿Hablo con Sara?, soy Cristhel Sánchez — contesta, viéndome por un momento.

—Cristhel — repite asombrada. Unos murmullos se escuchan del otro lado — Un momento.

Pasan unos segundos en silencio, hasta que la mujer vuelva a hablar.

—Esperaba que llamaras. Me enteré de lo que pasó con Jorge, lo siento mucho. ¿Cómo van las investigaciones?

—Llevan un rumbo interesante. Han encontrado mucha información. Ahora están analizando el auto usado por los secuestradores, pero aún no hay nada concreto — explica mi amiga.

—Espero que pronto puedan descubrir su paradero. Si necesitas ayuda no dudes en llamarme.

—Muchas gracias por su oferta, pero no llamé solo para hablar de mi padre.

—Creo que sé a lo que te refieres — comenta Sara.

—Ellos...

Cristhel se muerde el labio, sin decir nada más. La línea se queda en silencio por unos segundos, hasta que Sara continúa la conversación.

—Hemos estado trabajando en la investigación. Tuvimos muchísima suerte al encontrar las cajas negras tan rápido — explica ella — La grabadora de datos de vuelo no registra nada fuera de lugar, según los expertos todo marchaba bien hasta la hora del incidente. La grabadora de voces que se encontraba en la cabina tampoco registra nada extraño, ambos pilotos mantenían una conversación normal hasta el momento en que... Se escucha un fuerte estruendo. El audio se corta justo en ese lapso, no fue posible escuchar ninguna reacción.

Sara guarda silencio, nosotros tampoco decimos nada. Observo a Cristhel, pero ella está distraída jugando con le dije de estrella.

—La búsqueda de partes continua. A estas alturas aún no sabemos a ciencia cierta que sucedió, pero tenemos una teoría.

—Algo me dice que es lo que estoy pensando — murmura Cristhel.

—Hemos estado hablando, y llegamos a la conclusión que hay una gran posibilidad de que la explosión del avión se haya debido a...

Ella se detiene por un momento que me parece eterno.

—¿A qué? — intento apresurarla.

La espera me carcome. No sé ni que pensar de esta situación. Cristhel no despega la vista del celular, aguardando con paciencia el momento en que Sara termine con el misterio.

—Si lo que pienso es cierto, me temo que estás en peligro.

Escuchar eso hace que se me acelere el corazón. ¿Qué es lo que está pasando?

—Sé que estoy en peligro — suelta Cristhel, logrando asustarme — Toda mi vida ha estado en peligro, así es vivir con un padre que es espía. Solo dígame por favor que es lo que han descubierto.

Sara suspira antes de hablar.

—Creemos que el desplome del avión no fue un accidente, Cristhel. El hecho de que los pilotos no notificaran nada extraño nos hace dudar de esa posibilidad. Las condiciones climáticas eran favorables, la torre de control nos informó que nada estaba fuera de lugar — comenta despacio.

Yo siento que se me retuerce el estómago. Necesito saber que pasó.

—Estuvimos hablando, y llegamos a la conclusión de que lo más probable es que se tratara de una bomba.

Y el sentimiento que tuve al oír esa noticia la primera vez regresa. ¿Una bomba? ¿Cómo es eso posible?

Volteo hacia Cristhel, ella desvía la mirada cuando nuestros ojos se conectan, al parecer también quería comprobar mi reacción ante la noticia.

—Nuestra teoría apunta a que un artefacto explosivo fue colocado en el avión — prodigue Sara — Aún necesitamos más pruebas para comprobarlo, pero trabajamos en ello. Debemos conocer el tipo de explosivo utilizado, dónde se encontraba, cómo fue activado, pero sobretodo, debemos conocer quién fue el responsable y en qué momento lo colocó.

—Estoy segura de que descubrirán todo — dice Cristhel.

—Nuestros reportes indican que el avión hizo una parada para recargar combustible en Ciudad de México. Nos comunicamos con el aeropuerto para que nos manden un informe detallado de lo que sucedió con el vuelo mientras estuvo allí. También solicitamos un informe del lugar de salida. Ambos están en proceso, pero... Cristhel, yo no creo que esto sea un ataque cualquiera.

—Era un avión privado al que nadie tenía acceso — susurra Cris, pero aún así puedo escucharlo.

—Hay algo que no me deja tranquila. No se lo he comentado a nadie en la agencia.

—¿Qué cosa?

—Me he dado cuenta de que la explosión del avión y la desaparición de tu padre fueron casi en simultáneo. Cuando Jorge me informó que solo vendrían tres agentes, no me explicó el motivo por el cual cambiaba los planes, dejó el asunto como clasificado, pero temo que esto se trate de algo más allá que sabotear la misión.

—¿A dónde quiere llegar?

—Espero estar equivocada, pero creo que el objetivo de esto era eliminar la línea de mando en tu agencia. Y si los cálculos no fallan, la siguiente serías tú.

Se me paraliza el corazón. Cristhel comienza a reír, dejándome asombrado. ¿Le están diciendo que puede que su fin se acerque y parece como si le hubiera contando un chiste? Mi cara de desconcierto la hace reír un poco más

—Cristhel...

—Lo siento, pero ha pasado una semana y continuo con vida. No digo que su hipótesis está equivocada porque yo también lo creo, sin embargo, considero que quién esté detrás de esto aún no ha querido hacerme daño.

—¿Tienes alguna idea del porqué?

Cristhel suspira, negando lentamente.

—No, tal vez no ha tenido la oportunidad — contesta encogiendo los hombros.

—Debes tener cuidado de todos a tu alrededor. Rodéate de personas de confianza, nunca te quedes sola o estés en lugares solitarios. Permanece atenta a...

—Tu entorno — completa mi amiga — Papá lo decía siempre... No debe preocuparse, estoy bien y seguiré bien hasta que se resuelva esto.

—¿Vives sola? Sé que solo vivías con Jorge, pero debe haber alguien que...

—Estoy acompañada — interrumpe sus palabras — Mi padre se encargó de eso antes de desaparecer — me mira con una leve sonrisa que logra acelerar mi pulso.

—Eso me deja un poco más tranquila, si Jorge confiaba en esa persona yo también lo haré.

Cris amplia su sonrisa, pero luego vuelve a ponerse seria.

—Acabo de recordar algo que no le he preguntado — menciona.

—Dime, ¿qué sucede?

La veo tomar aire antes de hablar.

—¿Encontraron cuerpos humanos? — pregunta vacilante.

Un escalofrío me recorre la espalda. No quiero conocer la respuesta a esa pregunta. Aprieto fuertemente el borde de la cama, intentando liberar tensión.

Sara suspira antes de contestar. Se queda callada, como si buscara la forma correcta de decir algo que, por su silencio, puedo intuir.

—Que nunca te haya visto en persona no quiere decir que no seas mi sobrina. No te conozco como lo hacía Jorge, pero sé que el chico que viajaba en ese avión era importante para ti.

Escuchar eso me hace recordar algo que creía haber olvidado.

—Cristhel, no se han encontrado restos humanos — suelta, y mi amiga sonríe — Pero no quiero darte esperanza — completa rápidamente — Puede haber muchas razones para que esto suceda.

—Como el haber escapado — sugiere.

—O haber sido comida de tiburón.

Pego un brinco ante su declaración, Cristhel se burla de manera silenciosa.

—Lo que quiero decir es que, hasta que no se conozca el lugar exacto de la explosión, no podemos saber cuál es la opción más acertada — explica Sara — Pudieron haber muerto a causa del explosivo, pero si sucedió lejos de ellos, es muy viable que escaparan nadando. Cristhel, y quién se esté a tu lado, es mejor pensar que ellos... — Se detiene por un instante y suspira — Tal vez tengas razón en mantener la esperanza.

—La esperanza nos mantiene con vida y nos impulsa a seguir — dice mi amiga — Y yo seguiré luchando por ellos, porque sé que los volveré a ver, aunque no sea en esta vida.

—Lucharemos a tu lado para descubrir la verdad — contesta Sara.

—Jefa, la necesi... — interrumpe una voz.

—Espera un momento, ahora voy — contesta ella, seguido del sonido lejano de una puerta cerrándose — Debo atender un asunto, pero fue un placer hablar contigo.

—Gracias por su ayuda — dice Cris.

—Enviaré mañana a primera hora el informe a tu agencia.

—Muchas gracias, todos están esperando noticias sobre esa investigación, esto ayudará en algo.

—Eso espero. Debo colgar.

—Adiós, y gracias otra vez.

—Cuídate princesa — menciona ella.

Cristhel sonríe.

—Igual cuídate mucho, por acá todo estará bien. Adiós.

—Vale, adiós — contesta Sara entre risas y finaliza la llamada.

Cristhel ríe levemente. La veo a pagar el celular y devolverlo a la caja.

—Al final me confundí un poco — comento para romper el silencio que se instauró al finalizar la llamada.

—Yo solo sé que debo investigar quienes estuvieron en contacto con el avión antes de partir — contesta Cris desde su armario — Alex me dijo que hubo un cambio de última hora, debo saber quién lo autorizó.

—Posiblemente tu padre — me aventuro a decir.

Ella me observa por unos instantes antes de caminar hacia su escritorio.

—Es lo que debo comprobar. Sin él aquí las cosas se complican, y con la amenaza de un traidor, ya no sé en quién confiar.

Me levanto de la cama para ir tras ella.

—Puedes confiar en mí — aseguro estando a su lado.

Ella me sonríe, y por alguna razón eso me hace sentir nervioso.

—Sé que puedo confiar en ti. Por eso quiero que conozcas dónde está el celular que uso en emergencias, por si algún día llegas a necesitarlo. Solo hay dos números registrados, y uno de ellos es probable que no conteste.

—¿A qué te refieres con llegar a necesitarlo?

Ella niega, guardando la cadena en la caja musical.

—Esta es la llave — menciona, ignorando mi pregunta — Y aquí es donde la guardo — explica abriendo uno de los cajones del escritorio.

Dentro puedo ver algunos papeles sobre los cuales ella deposita la pequeña caja. Allí ambién se encuentra una pequeña llave de cabeza negra, Cristhel la toma para cerrar el cajón. Tiene cerradura y yo ni siquiera lo había notado.

—Quiero que la tengas — dice tomando mi mano y dejando la llave en mi palma.

—Pero...

—Si algún día debes llamar a Sara, o a cualquier otra persona, puedes usar ese celular — me interrumpe, haciéndome empuñar la llave.

—Espero que no sea necesario — menciono.

—Yo también lo espero — comenta sonriendo.

Y en un impulso inesperado, me da un beso en la mejilla que me deja petrificado.

—Gracias por tu apoyo — me susurra al oído antes de soltar mi mano y salir del cuarto.

Dejándome ahí. En su habitación. Con el corazón acelerado, una sonrisa en el rostro y la calidez de sus labios.

¡Hola a todos!

Lo prometido es deuda, y aunque nunca lo dije por aquí, en instagram anuncié que este mes actualizaría. Así que... ¡Nuevo capítulo!

Admito que me costó mucho escribirlo (se supone que Sara es española, ¡y yo no sé cómo habla una española!). Pero al final dejé de mortificarme y escribí lo que me vino. Quería subirlo hasta tener el próximo terminado. No lo logré, pero ya hay un avance.

No me alargo más. Gracias por su paciencia y por el apoyo. Heladito fantasmal para todos los que leen, votan y comentan en esta historia. Muchas gracias. ❤️🍦🍦🍦👻

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