Capítulo 20
El cielo luce despejado. Los rayos del sol se cuelan sobre los techos de las casas, comenzando a calentar el ambiente. Sonrío, respirando profundamente el aire frío del exterior para después ingresar a la agencia.
—Buenos días — saludo muy feliz a las pocas personas que se encuentran en recepción.
Unos me contestan, otros solamente sonríen. Me acerco a María que acaba de colgar una llamada, hoy parece estar de buen humor.
—Hola María — digo al llegar frente a ella — ¿Cómo estás hoy?
—Muy bien, gracias — contesta sonriendo — ¿Qué se te ofrece?
—Pues... Sólo quería saber si Azucena ya está aquí.
La observo teclear en su computadora, mientras repite el nombre que mencioné.
—Azucena. No, llegará a las ocho de la mañana — informa regresando su atención a mí.
—Bien, la esperaré. Muchas gracias.
—Si gustas puedo avisarte cuando llegué — ofrece amablemente — O enviarla a tu oficina, también es una opción.
¿Mi oficina?
La oficina de mi padre querrá decir.
—Gracias, pero no es necesario. Nos vemos más tarde — me despido para ir a las escaleras.
Entro a la oficina de mi padre. Todo luce exactamente igual a la última vez que estuve aquí. Tomo la fotografía que está sobre su escritorio. Sonrío recordando ese día.
Fuimos todos a una feria. Ahí estaban presentando una obra de algo que no recuerdo muy bien. Yo quería ver lo que pasaba en el escenario, y mi papá me cargó sobre sus hombros para que pudiera hacerlo.
Luis tomó esa foto para capturar el momento. Y ahora está aquí, como recuerdo de los buenos ratos que pasamos juntos. Regreso la fotografía a su lugar, dejándome caer en la silla. Abro mi mochila justo al instante en que mi celular comienza a sonar con una llamada entrante.
El nombre de Rebeca aparece en la pantalla, haciendo que mi corazón se acelere. No he hablado con ella desde que se fue, y en este momento no creo tener el valor suficiente para hacerlo. Respiro profundo, me aclaro la voz, y contesto esperando que todo salga bien.
—¿Bueno? — digo, esperando que no note que estoy nerviosa.
—Hola hija. ¿Cómo has estado? — escucho su voz al otro lado de la línea.
—Estoy bien. ¿Y usted? — pregunto, intentando hablar con normalidad.
—Por acá todo está muy bien. Argentina es hermoso, he recorrido muchos lugares. Y lo mejor, es que he pasado mucho tiempo con Felipe.
—Me alegro por eso tía — comento sinceramente.
—He estado pensando en volver a México para nochebuena, pero no sé si mis chicos estén ahí para ese entonces — declara, y siento que se me rompe el corazón.
—No lo sé — murmuro débilmente.
—Sé que ustedes hacen una fiesta en su casa, pero creo que será mejor pasar estas fechas con Felipe; hace mucho que no estoy con él y realmente quiero aprovechar este tiempo a su lado.
—Tiene razón. Felipe estará muy feliz de saber que se quedará más tiempo con él.
—Sí, lo sé — menciona vagamente — Hija... Si puedes saludar a Alex, dile que lo amo demasiado. Luis me dijo que no tendrían comunicación con ustedes, pero si hay alguna posibilidad, hazme ese favor.
—Alex sabe que lo ama — contesto — Y yo sé que él también la ama.
—Mi niño... No puedo creer que mi bebé esté en una misión tan importante ahora — dice riendo con nostalgia.
—Ya no es un bebé — aclaro — Es casi un hombre, y sabe perfectamente como defenderse.
—Lo sé, pero yo quiero que siga siendo mi bebé por siempre — agrega, ahora riendo más feliz.
—La quiero — menciono suavemente.
—Y yo a ti mi niña. Tampoco crezcas Cris, tu igual serás mi bebé por siempre — río ante su declaración.
—Tengo que colgar, es hora de hacer el desayuno. Nos vemos Cris.
—Hasta luego tía — me despido y cuelgo la llamada.
Suspiro dejando el celular en el escritorio, sintiendo un poco de culpa por ocultarle todos los incidentes que han ocurrido desde su partida. El sonido del teléfono me saca de mis lamentaciones.
—Bueno — contesto la llamada.
—Cristhel, Azucena acaba de llegar — informa María.
—Gracias por avisar. Voy enseguida.
Guardo mi celular en la mochila y salgo de la oficina. Bajo las escaleras, encontrándome con Rodolfo en el piso del departamento de inteligencia.
—Buen día Cristhel — saluda sonriendo.
—Buen día señor — contesto devolviendo la sonrisa.
—Estaba a punto de llamarte — comenta moviendo el celular en su mano — Creí que estabas en tu casa.
—No, vine temprano porque tenía que resolver unos asuntos.
Asuntos que aún no resuelvo.
—Si tienes tiempo, hay algo que me gustaría mostrarte — dice señalando la puerta detrás de él.
Asiento siguiéndolo hasta su oficina.
—Lamento no informarte ayer sobre los resultados de las investigaciones, pero no me pareció prudente hacerte venir dos veces.
—No hay problema. ¿Descubrieron algo? — pregunto tomando asiento.
—Nuestros agentes buscaron en todo el lugar, pero no encontraron huellas que puedan ayudarnos, ni siquiera marcas de ADN. El lugar estaba limpio — explica, y puedo notar la frustración en su voz.
—¿Eso quiere decir que no encontraron nada? — cuestiono para asegurarlo.
—La identidad de los secuestradores aún es un misterio, pero descubrieron esto — dice pasándome una carpeta — Era una misión de la que pocas personas tenemos conocimiento. Ese es el expediente.
Reviso las hojas que me ha entregado. Al mismo tiempo que escucho lo que Rodolfo explica.
—Estábamos investigando a una organización que traficaba con autos. Robaban en diferentes partes para después sacarlos de país. Un día descubrimos el lugar donde los ocultaban. Tu padre y su equipo fueron allí, lograron confiscar algunos vehículos y atrapar a los traficantes — explica — Muchos de esos autos habían sido reportados como robados, lo cual nos facilitó la tarea para devolverlos a sus dueños. Sin embargo, no todos fueron devueltos. Yo desconocía el lugar donde los habían resguardados... Al menos, hasta ayer.
—¿Esto que tiene que ver con lo que pasó? — pregunto intentando seguir el hilo de su explicación.
—Los autos utilizados en el secuestro de tu padre forman parte de aquellos cuyos dueños no fueron encontrados — declara — Jorge rentó la bodega para dejarlos allí, y así no desperdiciar espacio en la agencia.
—¿Entonces? — insisto al ver que se queda callado.
—Solo pocos conocíamos esa misión, y aún menos la ubicación de ese lugar — explica clavando sus ojos oscuros en mí.
Tragó saliva, y un escalofrío me recorre la espalda al entender el punto de su declaración.
—Espero estar equivocado — dice lentamente, como temiendo soltar esas palabras. Sin embargo, no tiene otra opción — Pero creo que uno de los nuestros se encuentra detrás de esto.
Escuchar esas palabras me paraliza. Uno de los nuestros. Alguien de la agencia. Una persona en la que mi padre confía. Me niego a creerlo, pero Rodolfo tiene razón. ¿Que otra explicación puede haber?
—¿Cree que así es? — pregunto con un hilo de voz — ¿Alguien traicionó a mi padre?
Rodolfo suspira, y niega lentamente.
—Es una posibilidad que no debe descartarse. De momento no se me ocurre otra explicación.
—Alguien externo podría haber entrado a la bodega, encender los autos de alguna forma y usarlos — propongo sin creerlo.
—Puede ser. Pero la puerta de la bodega no presenta ninguna señal de haber sido forzada.
—¿Y si utilizaron una copia de la llave?
—Para eso debieron acercarse a quien posee la llave original. Además, las llaves de los autos permanecen en la agencia, nadie fuera de este lugar tiene acceso a ellas — explica reafirmando la teoría inicial.
—¿Esas llaves están aquí? — pregunto — Es que no puedo creer que alguien lo traicionó. No quiero creerlo — murmuro reposando mi cabeza en el respaldo de la silla.
—Es difícil creer eso Cristhel, pero no debemos descartarlo. Personalmente me encargaré de investigar a fondo está situación, descubriré a todos los implicados y te lo haré saber.
—Sí, esto debe resolverse pronto — digo devolviéndole el expediente.
—Hay otra cosa de la que quiero hablarte — comenta dejando la carpeta en su escritorio y maniobrando en la computadora.
—¿Sobre qué?
—Nuestros agentes también descubrieron esto — declara señalando lo que se proyecta en la pantalla.
Es un mapa de la ciudad.
—¿Recuerdas el vídeo que te mostramos la otra vez? Dónde perdíamos la pista de los secuestradores entre unas calles, todo gracias a un sector sin vigilancia.
—Claro que lo recuerdo — afirmo sin apartar la vista de la pantalla.
—Los agentes inspeccionaron la zona, y descubrieron algo, justo aquí.
El mapa se agranda, permitiendo ver con más detalle aquella zona. Rodolfo señala con un puntero la calle principal.
—Siguiendo la ruta indicada en los videos de seguridad, suponemos que este es el rumbo que llevaban los sospechosos — ilustra moviendo el puntero, como si del auto se tratase — En esta área fue donde desaparecieron.
La luz roja gira en círculos alrededor del lugar en cuestión.
—Los elementos se desplegaron en todo el sector, buscando algo que pareciera fuera de lugar. Debo admitir que eso no era parte de las órdenes que les di, lo hicieron por su propia cuenta, intentando aportar más a la investigación.
Mientras él explica las maniobras de sus hombres, yo me dedico a jugar con el cierre de mi mochila, desesperada.
¡Ya deje de darle tantas vueltas al asunto y dígame qué encontraron!
—Ha pasado mucho tiempo y es un lugar público. Dudaba que existiera alguna pista relevante, esa es la razón por la que no los envié allí. Pero ellos...
—Fueron solos, sin tener ninguna orden — completo impaciente — Dijo usted que descubrieron algo, ¿qué cosa?
Él me mira atónito por un segundo, pero luego sacude la cabeza levemente y continúa su relato.
—En esta entrada — dice apuntando un callejón sin salida — Justo aquí — señala el final del callejón — Detrás de unos contenedores de basura y una pila de cajas de cartón, cubierto por una manta negra, se encontraba el auto que desapareció en el vídeo.
Algo se revuelve en mi estómago al escuchar eso.
—¿El auto estaba escondido ahí?
Él asiente.
—Ahora está siendo analizado, con suerte encontraremos algo que logré identificar a los sospechosos. El callejón también fue inspeccionado, lo único extraño fue una mancha oscura en uno de los contenedores de basura, al parecer quemaron algo ahí. Los restos que pudieron ser rescatados fueron enviados al laboratorio, pero no tengo tanta fe, la evidencia está demasiado comprometida.
Parpadeo intentando asimilar la información.
—Cualquier persona pudo estar ahí — comento finalmente — Los recolectores de basura, esas bandas que buscan callejones oscuros, las personas que viven en las casas continuas...
—Lo sé, y nos esforzaremos por reducir la lista de implicados lo más posible. Será complicado, pero no imposible. Cuando tenga información sobre eso también te lo haré saber.
El inesperado sonido del teléfono hace que pegue un respingo en la silla. Rodolfo intenta no reírse mientras contesta la llamada. Solo dura unos segundos, al terminar vuelve a centrar su atención en mí.
—Debo irme ahora, pero te mantendré informada sobre todo lo que suceda — explica caminado hacia la puerta.
Me paro de la silla y me acerco hacia él.
—Gracias por informarme — digo antes de salir, pero él me toma del brazo impidiendo que avance.
—Sé que solo es una posibilidad — susurra — Pero ten cuidado, al menos hasta que descubramos la verdad. No se sabe en quién puedes confiar
—Lo tendré. Gracias por el consejo — hablo al mismo volumen que él.
Rodolfo sonríe y me suelta.
—Tenga un buen día señorita — desea despidiéndome.
—Igualmente — contesto saliendo de su oficina.
El departamento de inteligencia ahora está lleno de agentes que van de aquí para allá resolviendo diversos asuntos. Les dedico una mirada fugaz mientras avanzo hacia la salida. Algunos me sonríen, otros simplemente asiente en forma de saludo, yo invito sus acciones.
Suspiro meditando en las palabras de Rodolfo, no se sabe en quién puedes confiar. En algo puede tener razón, sin embargo, yo sí sé en quién puedo confiar.
¡Hola a todos! ¿Cómo están?
Cierta personita dejó un comentario muy bonito que me encantó. Y dice así:
10 años después pude leer un mini capítulo.
Triste pero cierto... Jajaja.
Así que gracias a esa bella persona, el capítulo de esta ocasión está un poco más largo. Aunque sea solo un poco.
Muchas gracias por sus votos, por sus comentarios, por el apoyo que me dan en esta historia. Siento realmente no haber publicado en diez años, no hay excusa (bueno, si hay, pero no valen)
Y también traigo otro anuncio. Lo iba a dar en el capítulo pasado pero luego me arrepentí.
Y eso es...
Es...
¿Qué es?
¡Así!
¡Creé una cuenta en instagram! ¡Uuhh!
No sé si alguien ya lo sabía, tiene tiempo que fue creada. Me pueden encontrar allí como: cgsanchez28. Tengo la portada de Anónimos como foto de perfil.
Realmente no subo nada. Se supone que con unas amigas íbamos a hacer no sé cuántas cosas para poner nuestras cuentas a funcionar, pero al parecer estamos postergando mucho el asunto.
Sé que no lo leerán, Sinceridad y la Infiltrada no andan por aquí (al menos que sea acosando). Así que esto no cuenta como presión para ellas.
Pero subo algunas historias, tal vez spoilers... Digo, no spoilers, el mundo es mejor sin spoilers... ¿O no?
¡Gracias por todo el apoyo y amor que le dan a esta historia!
¿Tienen alguna teoría?
¿Creen que realmente hay un traidor o será otra cosa?
No olviden que pueden dejarme sus opiniones, amo leer sus comentarios.
Nos leemos pronto...
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