Capítulo 16

La lluvia ha menguado, y aunque el clima es frío, David lleva encendido el aire acondicionado. Ryan va distraído en la ventana, observando por el vidrio que se empaña gracias a su respiración.

Del otro lado está Brandon, un joven muy listo y bueno en la computadora, que por ahora va muy concentrado en su celular. Al frente están David y Rodolfo, enfrascados una plática que no llama mi atención.

Me retuerzo en mi lugar buscando una posición más cálida. Brandon se pega más a la puerta del auto, huyendo de mis movimientos. Ryan me observa confundido.

—¿Por qué no pides que apaguen el clima? — susurra en mi oído.

Me limito a negar mientras intento pegarme más al respaldo del asiento. Mi amigo sonríe, pero antes de decir o hacer otra cosa, la voz de David lo interrumpe.

—Llegamos — informa estacionando frente a una casa.

—¡Me estaba congelando! — me quejo estirándome al salir del auto.

—Me hubieras pedido que encendiera la calefacción — reclama David, viéndome con cierta burla.

Rodolfo se aproxima a la entrada con Brandon siguendo sus pasos. Yo doy un salto para poder cobijarme bajo el volado de la casa, e impedir que la llovizna me moje. Ryan se burla de mi acción, mientras lo veo disfrutar de las pequeñas gotas que caen sobre él.

—Te vas a enfermar otra vez — predigo viéndolo seriamente. Él solo ríe y termina de llegar a mi lado.

El jefe de inteligencia llama a la puerta con tres fuertes toques.

—¡Voy! — grita una voz femenina desde el interior.

Pasan unos segundo y la puerta de abre, una mujer se asoma sonriente. Su cabello está lleno de canas, sin embargo, luce joven y llena de vida.

—Buenos días. ¿Qué desean? — saluda con voz dulce.

—Buen día señora. ¿Aquí vive Rogelio Santos? — pregunta Rodolfo.

—Si, claro — responde la mujer recorriendonos con la mirada — ¿Para qué lo buscan?

—Necesitamos hablar con él — es la única explicación que da.

Ella asiente y regresa al interior de la casa. A los pocos minutos aparece un hombre que nos observa con cuidado.

—¿Rogelio Santos? — cuestiona el jefe de inteligencia.

—Sí. Dígame, ¿qué se le ofrece?

—Soy Rodolfo Robles, Agente de la ASP, Agencia de Seguridad Privada — explica enseñando su placa —. ¿Reconoce este lugar?

Brandon le enseña la imagen de la bodega que tiene en su celular. El señor ajusta el teléfono para poder ver la imagen, un tanto confundido, pero luego su expresión cambia.

—Claro, ese local es mío — confiesa con cierto temor.

—Entonces tengo muchas preguntas que hacerle.

El hombre nos invita a pasar a su casa. En el interior el clima es muy diferente, cálido, con aroma a chocolate caliente recién preparado.  Nos guía hasta su sala y nos invita a tomar asiento. Rodolfo y Brandon se acomodan en un sofá, David y nosotros en el otro.

—¿Gustan tomar algo? — ofrece la dueña de la casa.

—Muy amable, pero estamos bien — contesta Rodolfo — Ahora, dígame Rogelio, ¿ha utilizado ese local en este mes?

El hombre se sienta cuidadosamente en el sillón individual.

—Ese lugar lo construí para poner algún negocio al momento de mi retiro. Pero al final terminé rentandolo y viviendo de eso.

—Entonces usted no usa el lugar. ¿A quién se lo rentó?

—Si no es indiscreción, me gustaría saber porqué está tan interesado en ese lugar. ¿Sucedió algo malo?

—Su local se ve vinculado con un caso que estamos tratando actualmente. Para nosotros es muy importante saber quien es su arrendatario, para poder hablar con él.

—Bueno, el hombre al que se lo renté se llama Jorge, dijo que solo lo quería para guardar unas cosas. Me parece que es un buen tipo, no creo que ande en malos pasos.

—¿Conoces los apellidos del tal Jorge? — inquiere Rodolfo.

El señor luce pensativo.

—¡Amor! — grita austandome.

Ryan ríe discretamente a mi lado. Le doy un codazo para que deje de burlarse de mí.

—Calmense parecen bebés — nos susurra David.

La señora se asoma a la habitación.

—¿Podrías traerme los papeles de la renta del local? — pide su marido.

Ella asiente y se retira. Después de unos minutos de silencio llega con unos papeles que le entrega al señor Rogelio.

—Sánchez López — lee en el documento.

Brandon teclea en su computadora, la cual no había notado que existía por aquí. El chico mira desconcertado la pantalla, luego se la muestra a Rodolfo, quién también se sorprende.

Sin embargo, yo no estoy tan sorprendida. Puedo imaginar con lujo de detalle el rostro de esa fotografía.

—¿Es este hombre? — pregunta Rodolfo enseñándole la imagen.

Rogelio asiente.

—Es él — asegura.

Rodolfo suspira resignado, mientras se coloca en pié, devolviendo la computadora de Brandon.

—Muchas gracias por compartir su información con nosotros — dice estrechandole la mano al hombre — Un placer conocerlo.

—¿Qué hará ahora? — pregunta Rogelio.

—Continuar la investigación, no sé preocupe por su local, o por usted. Si sucede algo más le será informado. Con su permiso.

Asiente ligeramente y se encamina hacia la puerta. Nosotros lo seguimos hasta el auto, tomando nuestros lugares.

—¿Qué pasará ahora jefe? — pregunta Brandon.

—Debemos ir a la bodega, puede que encontremos algo allí.

Le dan la dirección a David, y emprendemos el camino hasta ese lugar.

—¿Sabías que tu padre había rentado una bodega? — pregunta Rodolfo viéndome a través del retrovisor.

—No estaba enterada — contesto.

—Eres su hija, ¿no?

—No me cuenta todo lo que hace en el trabajo — finalizo encogiendo mis hombros, y desviando la vista hacia la ventanilla.

Aunque los ojos de Ryan se atraviesan en el recorrido de mi visión, haciendo que cambie de rumbo. Lo veo sonreír tímidamente, lo que provoca que también sonría. Me pierdo en su mirada por unos segundos, y mis pensamientos me transportan a aquella noche, cuando la luna iluminaba de manera perfecta su hermoso rostro.

Parpadeo varias veces y me alejo rápidamente al darme cuenta de que cada vez estaba más cerca de él. Rodolfo nos mira fugazmente por el retrovisor, sin dejar de hablar con David. Miro con discreción a Brandon, pero está perdido en su celular. Siento que una mano se entrelaza con la mía, su tacto cálido choca contra mi piel fría logrando que un escalofrío recorra mi cuerpo.

Por el rabillo del ojo distingo que Ryan me observa. Me deslizo hasta quedar a su lado, acomodandome para estar a su altura.

—¿Por qué me miras así?  — susurro intentando que solo él me escuche.

—No me quejé cuando tú lo hacías — dice en mi oído. Su aliento eriza mi piel.

Volteo lentamente hacia él, y el aroma de su perfume me recuerda todos los momentos que hemos pasado juntos.

—Cristhel — menciona Rodolfo, haciendo que dé un bote en el asiento y suelte la mano de Ryan volviendo a mi posición inicial.

—Si, si — murmuro un tanto nerviosa, sintiendo como el calor sube a mis mejillas.

—Olvidé lo que iba a decir. Tal vez no era nada importante.

David oculta su risa simulando una tos. Suspiro fijando mi vista al frente, y así me quedó el tiempo que dura el recorrido.

Después de unos minutos eternos, al fin llegamos al lugar indicado. La lluvia por fin a cesado, pero las nubes oscuras aún abundan en el cielo. Bajamos del auto y nos acercamos a la bodega.

Rodolfo comienza a inspeccionar los alrededores. Brandon abre la cajuela, toma un maletín negro de interior, saca de el unos guantes y se los coloca. David por su parte sigue al volante, mensajeando en su celular. Ryan y yo nos apoyamos en el auto.

—Tengo hambre — dice a mi lado.

—Y yo frío — contesto con una leve sonrisa.

—Traes sudadera, ¿cómo puedes tener frío?

Sólo me encojo de hombros, viendo cómo Brandon busca huellas en la entrada.

—¿Encontrarán algo? — murmuro para mí misma.

—Espero que si — contesta Ryan. Al parecer me escuchó — Así podríamos encontrar a tu padre.

Asiento lentamente.

—No hay huellas en la puerta — informa el chico — Hay pisadas, pero esto es una calle.

—Entonces debemos entrar — asegura Rodolfo.

Brandon saca algo de su maletín y comienza a abrir el candado. Rodolfo toma su arma, cuando la puerta se mueve, él entra asegurando el área. Minutos después nos indica que está despejado.

Entramos juntos a la bodega. Las ventanas en la parte superior iluminan el espacio. Lo primero que noto es una mesa blanca, sin nada sobre ella; hay unas cuantas cajas de cartón regadas por el piso y sobre una estantería; dos sillas plegables están arrumadas en una esquina. Pero lo más llamativo de este lugar, sin duda, es el auto blanco estacionado al fondo.

—Busca huellas en todo el lugar — ordena Rodolfo — Y ustedes no toquen nada.

Brandon asiente y comienza su tarea, mientras el jefe de inteligencia se pasea por los rincones buscando algo sospechoso. Camino despacio hasta el auto, me inclinó para ver la matrícula, pero solo tiene el plástico que debería cubrir las placas inexistentes.

—Debemos encontrar algo aquí. No pueden ser tan buenos como para no dejar rastro — dice Rodolfo llegando a mi lado.

—O ellos son muy buenos, o a nosotros nos falta algo — menciono sin apartar la vista del auto.

—Traeré un equipo especializado mañana. Estoy seguro de que debe haber algo, solo falta buscarlo muy bien — afirma, y se aleja nuevamente.

—Suerte buscando las pistas — susurro metiendo las manos en los bolsillos de mi sudadera, donde un trozo de papel me hace recordar que yo también necesito un poco de suerte.

Mil excusas puedo dar, pero la verdad es que no lo haré.

Perdón por la tardanza.

Gracias por la espera y la paciencia.

Disculpen que los ilusionara. No sé si les llegó el anuncio de que había publicado un nuevo capítulo. La verdad es que no sé que pasó, cuando me di cuenta decía: ¡acabas de publicar un capítulo! Y gritando le día anular, ¡aún no estaba terminado!

Gracias a ese error de dedo dije: bueno, ya vieron que está el capítulo, hay que publicarlo.

Lo siento lucy_calle, sé que dije que la próxima semana (osea la pasada). ¡Perdón! Ten un heladito fantasmal🍦

Muchas gracias por sus votos, comentarios, teorías, y todo su apoyo. ¡Son grandiosos!

¡Heladitos fantasmales para todos! 🍨🍦🍧

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