Capítulo 15

Observo desde la ventana de la sala como la lluvia cae en el patio, deslizándose tranquila por las enredaderas hasta terminar en el pasto. Toda la noche se pasó lloviendo, y no creo que la cosa mejore este día. Con este clima me dan ganas de volver a la cama y quedarme ahí sin hacer nada.

—Buen día — saluda Cristhel alegre a mi espalda.

Volteo hacia la puerta pero no logro encontrarla.

—¡Bú! — exclama alguien a mi lado.

Giro rápidamente, retrocediendo por inercia. Cristhel se encuentra allí, de pie con una enorme sonrisa.

—No me asustaste — aseguro recobrando la compostura.

—Si tu lo dices — menciona ella ampliando su sonrisa.

La observo por unos segundos. Lleva puesta una sudadera gris, un pants negro holgado y unas esponjosas pantuflas de cerdito.

—Te gustan mis cochitos, ¿verdad? — pregunta de repente.

Levanto la cabeza velozmente. Yo que creía que la estaba viendo discretamente.

—Mira, tienen colita.

Ella gira un pie dejándome ver el lado trasero de la pantufla, donde se encuentra una cola rizada que simula ser la del animal.

—No creí que usaras ese tipo de calzado — digo apoyándome en el marco de la ventana.

—Me las regalaron, ¿por qué no usarlas? Además son cómodas, calentitas y muy bonitas.

—¿Tienes planes para hoy? — cambio de tema, viendo como las gotas de lluvia siguen cayendo afuera.

—¿Ver películas en mi camita bien abrigada cuenta como un plan? — pregunta golpeando su barbilla — ¿Crees que sea buena idea hacer que un repartidor venga? Tengo hambre, pero sigue lloviendo.

Me encojo de hombros, sin saber que contestar. Ella mira a través de la ventana, hasta que un sonido la hace llevar su atención hacia el bolsillo derecho de su pants, de donde saca su celular.

—¿Bueno? — dice contestando la llamada — Enterada — finaliza después de unos segundos.

—¿Algo importante? — me aventuro a preguntar.

—Vienen por nosotros en diez minutos — avisa viéndome de arriba a abajo — Creo que estás bien así — menciona antes de salir corriendo a las escaleras.

Analizo mi vestimenta sin reparar mucho en ella, una playera, unos jeans y unos tenis. No sé si sea un buen atuendo para salir con lluvia, pero no traje topa adecuada para este tipo de clima.

Sin nada que hacer, voy hacia la cocina, dónde una improvisada barrera de cartón aisla a una fiera del resto de la casa. Panda está acostado en el piso, con la cabeza en lo que debería ser su cama. Me aseguro de que tenga agua y alimento suficiente para cuando despierte.

Escucho pasos bajando las escaleras. Volteo justo para ver a Cristhel pasar por el pasillo con rumbo a la entrada, sigo sus pasos hasta ese lugar. La observo parada junto a la puerta, se ha cambiado de ropa, lleva su sudadera negra y la mochila que siempre carga.

Cristhel toca una fotografía en la pared que nunca antes había notado, pero lo más raro no es eso, si no lo que pasa después. La foto se hunde en el muro y desaparece dejando a la vista un panel de seguridad. Me acerco lentamente para ver mejor.

Puedo distinguir una pantalla dividida en dos, en un lado muestra la calle frente al portón, y en el otro la entrada de la casa. Hay varios botones, y dos llaveros colgando en un pequeño portallaves. Cristhel abre la puerta de la casa, presiona un botón en el panel y luego ingresa un código que no distingo. Un leve pitido se escucha en el interior de la casa.

En la pantalla puedo ver como un auto negro se acerca a la propiedad. Cris presiona un botón y el portón se abre dejando que el auto ingrese. La veo tomar uno de los llaveros, presionar otro botón e irse hacia la cocina. En unos segundos, la fotografía vuelve a estar en su lugar.

Mi amiga regresa con un paraguas justo cuando el auto se estaciona al frente. Salgo de la casa, ella cierra la puerta y enciende el paraguas. Me cubre con él y avanzamos juntos hasta entrar en la parte trasera del auto.

—Hola chicos, ¿cómo están? — pregunta David, poniéndose en marcha.

—Bien, pero preferiría estar durmiendo — contesta Cris — ¿Sabes para qué nos mandaron a llamar?

—No tengo mucha información, pero creo que es algo relacionado con el caso de tu padre.

Salimos de la propiedad, y Cristhel oprime un botón en el llavero. El portón comienza a cerrase detrás de nosotros.

—¿La policía dio más pistas? — vuelve a preguntar mi amiga.

—Lo ignoro. Pero lo sabrás cuando lleguemos — contesta el chófer.

Un trueno se escucha a lo lejos, la lluvia sigue cayendo en la calle, varias gotas salpican la ventanilla del auto. Me distraigo observando el paisaje hasta que llegamos a nuestro destino.

Observo como pasamos frente a la fachada de la agencia y seguimos el camino. Volteo hacia Cristhel, pero ella va observando por la ventanilla. El auto gira hacia la derecha entrando en otra calle, luego vuelve a girar y sigue avanzando hasta llegar a una caseta de vigilancia, frente a lo que parece ser la entrada a un estacionamiento.

Un guardia saluda a David y levanta la barrera permitiéndonos la entrada. Nos estacionamos en un lugar cercano a la entrada del edificio.

—Yo me quedo aquí — informa David.

—Gracias por traernos — dice Cris saliendo del vehículo. La imito

Troto ligeramente hasta llegar a su lado. Caminamos juntos en dirección a la puerta.

—Asi que este es el estacionamiento de la agencia — comento queriendo iniciar una conversación.

—Sí. ¿No habías venido? — cuestiona mirándome con una sonrisa.

—La verdad es que no — confieso.

Ella ríe levemente. Llegamos a la puerta, que se abre de manera automática. Sigo a Cristhel a través de los pasillos de la agencia, por las escaleras, hasta llegar a una sala amplia, bien iluminada, con amplio equipo de cómputo y algunas personas trabajando.

—Bienvenido al departamento de inteligencia — me dice Cris, mientras se adentra en la sala.

Yo me limito a seguirla de cerca. Algunas personas la saludan cordialmente y ella les sonríe devolviendo el saludo. Atravesamos la habitación hasta llegar a una oficina en el otro extremo, Cris abre la puerta dejando ver a Rodolfo parado en una esquina, y a un chico desconocido frente a una computadora.

—Buen día. Aquí estoy — saluda ella cerrando la puerta detrás de mí.

—Que bien que hayas venido, necesito informarte algo — anuncia Rodolfo, haciendo una ademán para que nos sentemos.

—¿Sobre qué? — pregunta Cris.

—Es sobre el caso de tu padre — contesta él.

—Tengo la información — interrumpe el chico.

—¿Y bien? — pregunta el hombre.

—Rogelio Santos, 67 años, casado con Lucía Méndez. Tuvieron 5 hijos, Pablo, Guadalupe, Ignacio, Martín, y Asunción. Todos viven fuera del estado — reporta el sujeto.

—¿Qué me dices de su expediente? — pregunta Rodolfo.

—Esta limpio.

—¿Me explican? — pregunta Cris viendo a ambos hombres de manera alterna.

—Como sabrás, el caso de la desaparición de tu padre es un asunto que la policía atribuyó con suyo — comienza Rodolfo — Pero estoy cansado de que ellos nos hagan a un lado y no nos informen sobre los avances. Ya no quise seguir esperando sin hacer nada. Así que le ordené a mi equipo que iniciara una investigación.

Cristhel solo asiente ante sus palabras, permitiendo que el hombre siga hablando.

—Sabemos que las cámaras fueron bloqueadas un kilómetro alrededor de la zona donde el auto de Jorge fue encontrado. Nos dimos a la tarea de revisar las cámaras de seguridad del resto de la ciudad, en busca de algo sospechoso. Esto fue lo que encontramos.

Rodolfo le hace una seña al chico, y este teclea en la computadora. En una pantalla en la pared, aparecen dos imágenes, dos autos.

—Nuestros sospechosos. El auto negro, un Nissan Sentra, manejaba sin placas, lo cual es muy intrigante teniendo en cuenta la hora. El segundo es un Volkswagen Jetta color blanco, portaba cubre placas, lo cual puede que no sea tan relevante, pero el caso no es ese. Ambos autos provenían de zonas conectadas al área sin vigilancia, aunque en lados opuestos, lo cual sugiere que no iban juntos. Seguimos a ambos autos a través de las cámaras, y esto es lo que encontramos.

Un vídeo se proyecta en la pantalla, mostrando una calle, el reloj marca las 00:40, no hay ningún tipo de movimiento. De pronto un auto blanco entra a escena, estacionándose frente a lo que parece ser una especie de local o bodega.

—Es el auto blanco — menciona el chico.

La puerta del piloto se abre, una persona baja del auto, vestida totalmente de negro, su rostro no puede apreciarse. Se acerca a la puerta del local y la abre, después sube a su auto e ingresa con él. La imagen se queda inmóvil, pero sé que el tiempo avanza debido a la hora del reloj. Después de cinco minutos, el auto negro ingresa al local y la puerta es cerrada.

—Y aquí es donde los autos se encuentran — anuncia Rodolfo — Nos tomó un tiempo analizar todo, pero al final dedujimos que son los mismos autos mostrados en las fotos anteriores.

—¿Y nadie salió de ahí? — pregunta Cristhel.

—Observa el siguiente vídeo.

La cámara se adelanta hasta las 06:00 horas. La puerta comienza a abrirse, el auto negro sale de su escondite y se estaciona al frente, detrás de él sale un sujeto cerrando la puerta. Parece el mismo que conducía el auto blanco la noche anterior, la cámara se pausa mostrándonos su rostro, aunque no es reconocible.

—Sometimos esta imagen a reconocimiento facial, pero no encontramos ninguna coincidencia — informa el jefe de inteligencia viendo a Cris.

Ella solo asiente sin despegar la vista de la pantalla.

El vídeo vuelve a correr. El sospechoso ingresa a la parte trasera del auto y se aleja del lugar. Las cámaras lo siguen hasta una calle, luego salta a otra, pero el automóvil no aparece.

—Entre la ultima aparición y la siguiente calle, existe un sector donde la cámara de vigilancia se descompuso hace aproximadamente un mes — informa el chico — Nadie la ha reparado.

—Investigamos todas las intersecciones que conectan con esa calle, pero nuestro sospechoso no aparece — completa Rodolfo — Me temo que hasta aquí llegaron nuestras pistas.

—¿Y que planea hacer? — cuestiona mi amiga.

—El hombre que Brandon encontró es el dueño de la bodega, me gustaría entrevistarlo, y esa es la razón de que te haya llamado.

—Me parece un buen movimiento — dice Cris — ¿Cuantos agentes quiere llevar?

—Solo nosotros cuatro y David. No debemos llamar la atención.

Mi amiga asiente ante esta declaración. Rodolfo le dice a Brandon que empaque sus cosas y salen de la oficina dejándonos solos. Veo a Cris, quien tiene la vista perdida en la pantalla.

—Estamos más cerca de encontrar a tu padre — digo para romper el silencio.

—Así parece — contesta sin ganas.

—Pero no te noto muy emocionada — me atrevo a decir.

Ella voltea hacia mí y me sonríe levemente.

—Lo estoy, pero tengo miedo de que algo no funcione. Además, también me gustaría recibir noticias sobre otro asunto.

—Lo entiendo. Pero ten fe, pronto sabremos que pasó — la animo.

Me acerco más a ella, colocando una mano sobre su hombro. Ella sonríe y asiente.

—Tal vez esto suene mal pero, me alegra que no hayas ido al torneo — confiesa dándome un beso en la mejilla.

Me quedo ahí parado sin saber que hacer, viendo como se aleja de la oficina. Llevo mi mano al lugar donde aún siento el calor de sus labios.

—Igual me alegro de haberme quedado — susurro en la habitación vacía.

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