Capítulo 11

Camino despacio por los desolados pasillos de la agencia. La mayoría de los espías ya se encuentran en el auditorio. La ceremonia debe de haber iniciado ya, sin embargo no tengo ganas de ir, estar rodeado de personas es lo último que quiero.

No puedo dejar de pensar que hubiese pasado entre Cristhel y yo si Ana no hubiera tocado la puerta. Acaso yo... No, no creo. Debo estar confundido. ¿O en verdad siento algo por Cristhel? ¿Puede ser eso posible? Ella es la misma chica a la que yo buscaba, pero a la vez están diferente.

Debería dejar de pensar en eso, ¿o debo hablar con ella? No, definitivamente debo de dejar estos pensamientos y hacer como que nada ha pasado. Ingreso a otro pasillo, igual de vacío, aunque a lo lejos puedo oír algunas voces, indicador de que el auditorio esta cerca.

—Ryan, ¿aún no entras? — escucho a Rubén detrás de mí.

—Justo iba para allá — miento.

—Pues vamos.

El hombre me guía por aquel pasillo hasta llegar al final, una pequeña sala perfectamente iluminada se extiende ante nosotros, al fondo se ve una puerta de dos hojas, frente a ella se encuentra María hablando con otro sujeto.

Rubén los saluda con la mano, y abre la puerta, el sonido aumenta con esa acción. Ingresamos al auditorio, las gradas están llenas así nos quedamos de parados cerca de la puerta. A mi lado se encuentra el chofer que me llevó al aeropuerto, con la mirada perdida en el suelo. Ana se encuentra sentada adelante, voltea y al verme. sonríe

El auditorio es un lugar amplio, climatizado, con gradas descendentes que finalizan en un escenario un tanto elevado, donde Cristhel está de pié leyendo su discurso.

—Y es así como esta tarde estamos reunidos aquí, para honrar la memoria de tres grandes agentes — su voz resuena por todo el lugar — Uno de ellos, la mano derecha de mi padre y su mejor amigo, el agente Luis Adolfo Martínez Zentella, quien siempre estuvo al pendiente de la agencia, y sé que más que un jefe, fue un amigo para muchos de nosotros.

>>También recordamos a Alexis Martínez Gómes, mejor conocido como Alex. Quien a pesar de su corta edad, fue un miembro valioso de esta agencia, aceptando con valor cada misión que se le asignara, y a veces, ayudando en otras que no le correspondían, pero donde sabía que se le necesitaba. Y por último, el piloto Carlos Medina de la Cruz. Él siempre estuvo dispuesto a cualquier misión, un hombre valiente que llegaba a los lugares donde pocos se atreven a ir, siempre leal a sus principios, y a esta agencia.

>>Estos hombres hicieron un gran trabajo en nuestra agencia, sirviendo con valor, lealtad y honor. Como mi padre siempre dice, la agencia es nuestra familia. Ellos eran familia. Sé que su partida deja un gran vacío en todos nosotros, pero también estoy segura de que no los olvidaremos, por que ellos vivirán para siempre en nuestros corazones.

Cristhel finaliza con una sonrisa nostálgica, y baja las escaleras ante la mirada de los presentes. Veo como Ana, se lleva una mano a la mejilla, para después voltear sonriendo y estirar el brazo para tomar la mano del chofer, quien le devuelve la sonrisa.

—Les agradezco su presencia en este lugar — dice una voz en el micrófono. Volteo para ver al hombre que me pidió que cuidara a Cris, ahora él está de pié frente a todos — La pérdida de estos tres valientes agentes es muy dura para todos, y también para la agencia. Nuestro subjefe se ha ido, y nuestro líder está desaparecido, pero aún en estas circunstancias debemos estar firmes, se está haciendo todo lo posible por encontrar a nuestro jefe. Y mientras ese día llega, quiero presentar ante todos ustedes a la nueva jefa de nuestra agencia — hace una seña y Cristhel sube al escenario — Cristhel Sánchez — finaliza dejándole el micrófono.

Cristhel sonríe tímidamente, su mirada se conecta con la mía, le sonrío para darle apoyo.

—Las cosas que pasaron fueron muy sorpresivas para todos, pero como dijo Rodolfo, haremos hasta lo imposible por encontrar a mi padre. Por ahora espero que confíen en mí, tal vez no tengo la experiencia suficiente para este puesto, pero sé que trabajando juntos vamos a salir adelante, como siempre lo hemos hecho.

Ella se aleja del micrófono y Rodolfo vuelve a tomarlo.

—Un último aviso, afuera se ha preparado un pequeño aperitivo para todos los que gusten pasar. Muchas gracias por asistir a esta ceremonia — dicho eso, bajan del escenario.

Las personas comienzan a salir lentamente. Intento buscar a Cristhel entre la multitud pero no la localizo, opto por quedarme en mi lugar esperándola, es la única puerta, debe salir por aquí.

—David, lamento lo de Carlos, era un gran piloto — menciona Rubén colocando una mano sobre el hombro del chofer.

—Si lo era — contesta él intentando sonreír — Espero que pronto se esclarezca este asunto, porque aún no entiendo como es que esto pasó.

—Ya veras que pronto sabremos la verdad — lo reconforta.

Rubén sale del auditorio cuando ya no hay muchas personas, seguido de Ana y David. Cristhel se acerca, hablando con Rodolfo, al llegar junto a mi se separan, el hombre sale y ella me hace una seña para salir también.

—Estos tacones me están matando — se queja Cris apoyándose en mi hombro mientras eleva un pié.

Río ante esa acción, ella voltea a verme molesta, pero distingo una pizca de diversión en su mirada.

—Voy a quitarme estas herramientas de tortura. No sé como algunas mujeres pueden aguantar horas con esto.

—Creí que todas las mujeres usaban tacones — menciono para molestarla.

—No todas somos iguales — asegura saliendo de la sala.

La sigo por los pasillos hasta que llegamos a la escalera.

—Me cambio de calzado y nos vamos — dice volteando hacia mi.

La veo subir las escaleras sin esperar mi respuesta. Ni siquiera estoy seguro si eso fue una pregunta o una orden.

Me acerco al ventanal más próximo, estamos en el segundo piso del edificio. Veo a los autos se desplazan por la calle, la luz del sol es tenue, la noche se está acercando, consulto mi celular para cerciorarme, son las seis de la tarde.

Me apoyo en la pared mientras espero a mi amiga. Me distraigo viendo como las personas suben y bajan en las escaleras. Después de unos minutos, Cristhel regresa junto a mí, ahora usando unas sandalias color negro.

—Vamos amigo mío — comenta bajando las escaleras.

—Ya es tarde, ¿no crees? — pregunto intentando hablar con ella.

—Sí, pero todavía no es de noche, parece que es una bonita tarde para caminar — comenta sonriendo.

Llegamos al vestíbulo de la agencia, la mayoría de las personas salen del edificio, supongo que ya deben irse a casa.

—¿Qué cenaremos? — pregunto nuevamente.

Cristhel mi mira, pero antes de contestar, alguien grita su nombre. Voltea en dirección del llamado, Rodolfo se acerca a nosotros. Espero que no sea otra mala noticia.

—Cristhel, necesito que veas algo — dice señalando el pasillo de donde él salió.

Cris lo observa para después verme a mi y regresar su vista a él.

—Si, ahora voy — le contesta, pero no se mueve.

Rodolfo asiente y se aleja lentamente en la dirección que llegó.

—Debo ir — informa buscando algo en su mochila, la veo sacar un llavero — Esta es la llave de la entrada — me indica entregándomela —  Nos vemos en la casa — se despide para luego correr hacia Rodolfo.

Suspiro observándola hasta que desaparece de mi visión. Sin nada más importante que hacer, emprendo camino hacia su casa, esperando no perderme.

—Ahora come, debes alimentarte bien si quieres ser un gran perro — le indico a Panda sirviéndole su alimento.

Lo veo atacar la comida mientras menea la cola. Ingreso a la cocina y tomo mi cena, un sándwich fue lo único que pude prepararme asaltando el refrigerador de mi amiga. Acomodo una silla junto a la puerta trasera, y acompaño al perro en su solitaria comida.

Aunque el pequeño animal es más rápido que yo, y al parecer más hambriento, pues apenas a terminado su ración y ya está viéndome suplicante mientras termino de comer.

—Ya comiste, no te voy a dar más — le digo al perro.

Él solo se sienta moviendo la cola sin perder de vista mi comida hasta que la termino. Acomodo la silla en su lugar y lavo el vaso que usé. Regreso a la puerta para ver a Panda, pero el perro ya no se encuentra ahí.

—¿Donde estás perrito? — pregunto buscándolo afuera, pero no hay rastro de él.

Entonces, si el perro no está afuera, debe estar... Ay no...

—¡Panda! — lo llamo mientras lo busco en la cocina.

—¡¿Perrito?! — grito cambiando hacia la sala.

Reviso cada rincón de la planta baja. Ni un solo rastro del perro.

—¿Dónde te metiste? — cuestiono viendo hacia los lados.

La escalera capta mi atención. Niego lentamente recordando las palabras de Jorge.

Cualquier cosa que haga el perro será tu responsabilidad — es como si lo estuviera escuchando justo ahora.

Subo corriendo las escaleras, rogando por que Panda no haga algo de lo que yo pueda arrepentirme. Inspecciono detenidamente el pasillo, pero el canino no se encuentra ahí. Algo llama mi atención inmediatamente, una puerta está abierta.

—No puede ser... — susurro acercándome lentamente — Creo que sí debí cerrarla esta tarde.

Espío con miedo el interior del que ahora es mi cuarto. Entonces lo veo, Panda, como dueño de casa, está echado sobre la cama, ¡mi cama! Lo observo sorprendido mientras levanta la cabeza y menea la cola.

—¡Ya llegué! — escucho un grito abajo.

El perro ladra de emoción y se baja de un brinco de la cama, cruza entre mis piernas para salir de la habitación. Lo veo correr velozmente hacia las escaleras. Lo último que escucho es el grito de Cristhel.

¡Nuevo capítulo! Espero que se encuentren muy bien.

Por aquí les dejo unas imágenes del perro que inspiró a Panda (aunque esta es nena).

¡¿Verdad que está bonito?!

Si esta feo, diganlo, su madre no anda por aquí (y su padre tampoco ;)

Gracias a todos los que leen esta historia, les regalo un heladito fantasmal🍦👻.

Nos leemos pronto...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top