Capítulo 1. Cartero nuevo


El timbre sonaba y sonaba, Akutagawa ya sabía que era, abrió su puerta de mal humor. Allí estaba aquel cartero, un señor grande, con arrugas y una simpática sonrisa – joven Akutagawa, como siempre es un placer

― ¿no sabe quién envía estas cartas?

― Una disculpa, pero en la central no tienen nada

Akutagawa suspiro – firmaré

― Muchas gracias.

¿Por qué? Bueno, la carta que llegaba al mafioso era una carta anónima que debía ser firmada para ser recibida, Akutagawa ya estaba acostumbrado a eso porque a veces así llegaban sus órdenes del mes, o sus facturas, debía ser así, y no podía hacer nada al respecto era un mafioso. Pero ahora, aprovechando que él a fuerza tenía que recibir y firmar aquello, estaba recibiendo cartas anónimas declarando el amor prohibido ¿y por qué prohibido? Pues las mismas cartas lo decían. La de ese día fue particularmente innecesaria.

"Conozco bien el significado de ser asesino, uno cruel que acepta su destino, añoro el destino que llevas aun cuando es de un asesino. Conozco mi mal augurio y en tu regazo me arrullo. Desearía poder llevarte lejos, como caballo domado a lo lejos llevarte."

"Quería mencionar que tus ojos me vuelven loco, tu falta de sonrisa es algo que me ilumina, no sé cómo logré llegar a esto, pero sin falta, todos los días te pienso incluso en mi trabajo soñado"

"¿Qué tan cruel es el destino que nos ha reunido de esta forma? Tu un mafioso, yo un simple ciudadano."

"Por siempre te querré. Firmada por anónimo"

Sí, siempre era igual, a veces versos, poesía, o simplemente contando como estuvo su día y que le extrañaba, había investigado el asunto pero no quería meter a la port mafia en eso, fue a la oficina de carteros y lamentablemente nadie conocía a quien dejaba las cartas, y eso que aunque fue amable, tampoco dudo en usar sus tácticas especiales. Akutagawa simplemente lanzo la carta a la barra de la cocina y fue a su habitación – Bien Jinko... ¿en que estábamos? – pregunto sonriente.

Claro no tuvo respuesta, en un habitación no había nada más que un peluche grande de tigre blanco – necesito dejar de hablar solo – menciono mientras bajaba su pantalón.

Llego en frente del peluche y lo sentó sobre él – maldigo el día que te conocí Jinko – dijo de mal humor, aun así, mantuvo el peluche en sus piernas mientras se masturbaba, recargo su barbilla en el peluche mientras continuaba, su respiración se aceleró, su cuerpo se estremeció. Por un momento juraba ver el cuello desnudo del menor frente suyo, odio, amor, lujuria, todo junto. Continúo masturbándose hasta lograr su cometido, eyacular. Aventó el peluche detrás de él y se acostó en su propia cama a recuperar su respiración. - ¿Por qué tuve que enamorarme de ti? – se quejó al aire como ultima y finalizo quedándose dormido.

En la central de carteros, después de la visita de Akutagawa muchos habían renunciado, justo ese día pidieron la ayuda de la agencia, la cual llego para ayudarles a resolver todo. Allí estaban, Dazai, Kunikida, el presidente Fukuzawa, Atsushi y el presidente de la central de carteros – la ruta más peligrosa es la de la port mafia, tememos que vuelva a pasar algo así

― Dazai – le llamo Fukuzawa - ¿Qué opinas?

― Opino que Atsushi-kun vaya

― ¡¿yo?! ¡¿Por qué?!

― Mocoso, eres el único capaz de detener al perro rabioso

― Además, si voy yo querrán matarme o pensarán que estoy buscando información - dijo Dazai – Atsushi-kun es el indicado, perfecto para esto

Atsushi suspiro, ahora sería cartero personal. Después de aplicarles sus líneas a los agentes, fueron a cambiarse y ponerse el uniforme de carteros, aunque Dazai no estaba muy interesado, Kunikida lo porto perfectamente y Atsushi, la verdad, le encanto. Llevaba un pantalón café, una camisa blanca y un chaleco café. De accesorio, la mochila de cartero y una gorra café. La verdad el café le quedaba excelente al albino.

Así fue como el personal le puso las cartas y paquetes que los mafiosos debían llenar, Atsushi agradeció y comenzó su recorrido. Dazai le miro irse y sonrió – ay Akutagawa-kun, me debes otra más a la lista – dijo Dazai - ¡muy bien! ¿Quién me meterá el paquete? – dijo el castaño divertido a lo que las chicas rieron.

Atsushi comenzó su recorrido era una zona lejana del centro pero bien acomodada, todos parecían llevarse bien pues el vecindario era tranquilo, varios muchachos salieron a recibir sus paquetes, lo extraño de todo fue la precisión a la hora de la firma, todo era rápido, conciso, tomaban el paquete y volvían a sus cuartos. Así de simple y sencillo.

Allí fue la quinta parada, la casa Akutagawa, era un departamento en un edificio de 20 pisos, los Akutagawa estaban en el número 13, cuando toco, fue con el que más espero, salió el azabache, aunque llevaba una gorra que cubría su rostro le pareció divertido ver al azabache con su abrigo de siempre y un short negro corto, no olivemos las calcetas color blanco largas. Evito reír y el azabache lo miro – no eres mi cartero de siempre

― Hubieron cambios – dijo intentando disimular la voz

― Déjame verte, odio que cambien a mi cartero

― Disculpe señor, por política

― Lo sé pero el anterior siempre me dejo verlo

― Señor...

― Si, si, ¿tienes mi paquete?

― Si – el albino lo extendió y dejo la carta

― Dame para firmar

― No necesito firma

― ¿Cómo qué no? La carta siempre es anónima, debo firmar

― No sé preocupe por eso ya, está resuelto

― Maldita sea. – tomo el paquete y cerró la puerta. Atsushi suspiro.

Atsushi suspiro aliviado, y siguió su recorrido, en casa, Akutagawa revisaba su paquete, y entre ello encontró la carta - ¿Qué? Pero dijo que no había – se quejó – malditos carteros incompetentes, no saben hacer nada. Mañana vendrá con varias firmas, este estúpido, demonios.

Al día siguiente Atsushi se preparó para su nuevo recorrido. Al llegar a la central de carteros vio a Akutagawa pelear y rápidamente se ocultó. Atsushi trago saliva y fue escondido entre un saco grande de correspondencia. Así fue como logro evitarlo. Sus ahora compañeros de correspondencia le dieron los paquetes y le sugirieron salir antes de que el llegará a aquella sección, así que hizo caso y salió. A los minutos Akutagawa había llegado a pedir sus paquetes, a lo que simplemente le dijeron "el cartero ya partió" estaba más que molesto.

Llego a su hogar y para buena o mala obra, vio al cartero. Atsushi no lo había notado por ir haciendo las anotaciones de entrega pero Akutagawa sonrió. Llegaron al 13vo piso y el azabache simplemente lo jalo - ¡ah! Oigan ¿Qué le pasa? – pregunto molesto pero el mayor quito la gorra

― ¡Jinko!

― ¿Akutagawa? – pregunto evadiendo todo lo posible sus ojos

― ¿Qué haces aquí? Vestido de cartero ¿Qué haces? – cuestiono molesto

― ¡aaah! ¡la agencia tuvo que meterse en la central de carteros porque asustaste a todos! – grito sin escapatoria – por favor no digas que te dije que sabes lo que paso, es que ningún cartero quiere entregar tus paquetes y Dazai-san sugirió que yo lo haga pero en ningún momento he hecho nada malo así que suéltame por favor

― ¿hablas o rezas?

― Su-suéltame

El azabache lo soltó y suspiro – así que tú me traerás mis cartas, mis paquetes... anónimos

― Si así es – menciono buscando en su bolso – una caja y tres anónimos

― ¿firmo?

― No, porque tengo el sello de la agencia

― ¿revisas mis papeles?

― No, no reviso nada, eso no sería ético

― Jinko, te advierto algo, si revisas mis anónimos yo te juro que

― Si, lo sé, lo sé, me mataras... no necesito ver tus anónimos – suspiro – como ya te entregue ¿puedo irme verdad?

― No reveles mi ubicación

― No tengo a quien decirle

Atsushi se marchó, Akutagawa abrazo las cartas anónimas y corrió a su hogar. Cerro la puerta con seguro y las miro, leía una tras otra - ¡hay por dios! Dicen cosas iguales, maldición, maldición, maldición. ¡Si Jinko mira esto no tendré ninguna oportunidad! – Trago saliva – bueno, no es como que la tenga. – Apretó las cartas – pero si Jinko sabe que tengo un enamorado anónimo va a pensar que yo también – se quejó y se dejó caer en el piso – maldito anónimo, ¿Por qué? ¿Por qué? – se quejó.

A su lado, llego un tierno y gordo gato negro, le miro y lamio su cara – ahora no diablo, Jinko casi me descubre... ¿Qué haré si lo tengo que ver a diario con ese sexy uniforme?

― Miau

― Si, exacto. Es sexy, ¿tu mami se ve sexy con uniforme?

― Miau

― Lo sé, es sexy. – suspiro – si pudiera tenerlo entre mis brazos...

― Miau

― Tienes razón diablo, podríamos ¿pero cómo?

― Miau, mi

― Concuerdo contigo, hay que desaparecer al anónimo primero y después pensamos en como invitar a Jinko a una cita.

― Miau

― Pronto verás a tu mami. Estoy seguro que te amaré

― Miaaaa



...

Espero disfruten de está pequeña historia, cuenta con seis capítulos y no sé ustedes pero yo me divertí ¡super! escribiéndola

¡Gracias por leer!

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