XII- CONOCE A TU ENEMIGO

Audrey pensó en algo que Elena dijo en el Grill esa misma noche. Cómo proteger a las personas que aman, han mentido para mantenerlos fuera de todo, y solo terminaron lastimándolos al final. Apartó los ojos de Isobel y miró a Jenna, que estaba de pie en un silencio atónito. Podía ver las lágrimas en sus ojos, todo el dolor, y se sintió enferma de culpa. Abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, pero podía formar las palabras.

— Hola, Elena. Hola, Audrey. — Isobel miro a sus hijas una por una. — Es bueno verlas a las dos de nuevo.

Jenna miró a las hermanas, con la traición en sus ojos cuando se dio cuenta de lo que dijo Isobel. — ¿De nuevo?

— Así que eres la mujer que esta saliendo con mi marido. — Isobel dijo después de un momento, ya que ni Elena ni Audrey sabían que decir. — Necesito hablar con Elena y Audrey. ¿Puedo pasar?

— N-no. — Elena tartamudeo, sacudiendo la cabeza rápidamente mientras se acercaba. — No... no la invites a pasar.

— Necesito hablar con ustedes chicas. — Les dijo la mujer Flemming, mirándolas a ambas.

— ¡No! — Y antes de que pudiera decía algo más, Elena le cerró la puerto en la cara.

Las lágrimas cayeron por el rostro de Jenna, mientras miraba entre Elena y Audrey. — ¿Sabían que todavía estaba viva? ¿Ric? ¿John? ¿Lo sabían?

— Jenna... — Audrey se calló, finalmente recuperando la voz. — Por favor. P-podemos explicarte todo.

— No. — Sin darle a ninguna de las dos de decir más, Jenna pasó junto a ellas y corrió escaleras arriba.

— No. Jenna, por favor. — Intercambiando una mirada rápida, las gemelas corrieron escalera arriba tras ella, solo para ver a Jenna encerarse en su habitación. — Jenna, tienes que hablar con nosotras. Nosotras... tenemos que explicarte lo que esta pasando. Jenna por favor. — Suplico Elena, golpeando la puerta con la mano desesperadamente.

Apoyando la espalda contra la puerta, Audrey se deslizo hacia abajo hasta que estuvo sentada en el suelo, la cabeza entre sus manos. — Jenna... lo sentimos mucho.

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Jenna se negó a salir de su habitación a la mañana siguiente, no es que ninguna de las dos pudiera culparla. Alaric llegó cuando finalmente bajó las escaleras, pero no se quedó mucho tiempo. Sin estar lista para escuchar una palabra que los tres tenían que decir, dejó a las gemelas con instrucciones de recoger el cheque de la sociedad histórica, antes de irse para quedarse en el campus por unos días. El único lado positivo en todo esto, si Audrey podía siquiera considerarlo uno en este momento, era ver a Alaric golpear a John en la boca.

Entonces, las cosas parecieron empeorar. Stefan llegó para ver cómo estaba Elena y les dijo que ahora Matt sabía lo que era Caroline, después de que ella tuvo que darle su sangre anoche. Él había desaparecido antes de que ella pudiera hacerle olvidar, así que ahora Matt estaba desaparecido, cuestionando qué era Caroline y todo lo que le pasó a Vicki.

— Ah, esto es malo. — Elena se sentó con Stefan en la ventana del dormitorio, sosteniendo su cabeza entre sus manos. — Entre Isobel y Jenna y ahora Matt, esto es un desastre.

— Yo diría que no puede empeorar, pero me han demostrados que estaba equivocada antes. — Audrey murmuro, se sentó al borde de la cama de Elena, abrazando una almohada contra su pecho.

— Elena, Audrey. — John apareció en la puerta, ganándose una mirada de ambas. — ¿Pueden bajar, por favor? Necesito hablar con ustedes.

— ¿Hablar? — Elena se burlo. — No tenemos nada de que hablar.

— Por favor. Es importante. — Hizo hincapié y miro hacia el Salvatore. — Tu también, Stefan.

Los tres bajaron con cautela las escaleras con John, cada uno con miradas escépticas en sus rostros. Hicieron una pausa mientras se dirigían hacia la cocina, cuando vieron a Isobel parada en el umbral de la puerta, sin verse alterada por las miradas en sus caras.

— ¿La invitaste a pasar? — Audrey espetó, su mirada molesta apareció una vez mas mientras lo miraba.

— Tiene información de Klaus. — John se defendió con calma. — Por favor, solo escúchala, ¿de acuerdo?

— Bien. — Stefan hablo, mirando a la mujer con los ojos entrecerrados. — ¿Qué sabes?

— Desde la última vez que estuve aquí, he estado haciendo todo lo posible para encontrar a Klaus. — Isobel comienza a explicar. — Sabíamos que nuestra mejor oportunidad era encontrarlo antes de que el pudiera encontrarte a ti.

— ¿La mejor oportunidad de qué?

— Mantener a Elena y Audrey con vida. — John respondió con simpleza.

— Bueno, para empezar, no soy parte del sacrificio. Entonces, odio hacer estallar la bombilla de luz parental que de repente se enciende en sus cabezas, pero no necesito ni quiero su protección. — Audrey espeto y señalo a John. — Y no puedes hablar ahora mismo. No con todo lo que has hecho.

El Salvatore mantuvo un estado de ánimo tranquilo. — ¿Pudiste encontrar a Klaus?

— No. — Isobel respondió. — Nadie sabe donde esta, pero hay rumores que circulan. Que existen los doppelganger. No solo uno, sino dos.

— Lo que significa que cualquier vampiro que quiera ponerse a favor de Klaus hará fila para capturarte. — John continuo, mirando a la gemela más joven. — A Klaus no le importará, necesitará estar seguro de que puede romper la maldición, lo que te pone en peligro.

Elena caminaba de un lado a otro, sacudiendo la cabeza ante todo. — No voy creer nada de esto. — Ella mira a Isobel. — La ultima vez que estuviste aquí, dejaste en claro que no te importaba ni yo ni Audrey. ¿Ahora, de repente, se supone que debemos creer que quieres ayudar?

— Isobel ha estado ayudando todo el tiempo. — John les informo, con una mirada de complicidad en su rostro. — Klaus ha esta obsesionado con encontrar a Katherine durante siglos. Todo lo que se necesitaría era cualquiera de esos vampiros de la tumba de 1864 para difundir la noticia de que Katherine todavía estaba viva y lo llevaría directamente a Mystic Falls, donde seguramente te descubrirían, así que los matamos.

— Y casi mata a Stefan y Damon en el proceso.

Isobel se levanta y se acerca a sus hijas. — Tengo una casa segura a la que puedo llevarlas. La escritura esta a sus nombres. Ningún vampiro puede entrar sin su permiso, ni siquiera yo. Déjenme ayudarlas.

Elena y Audrey se miraron, sabiendo exactamente lo que pensaba la otra. Cuando se trataba de Isobel o John, era algo sobre lo que siempre iban a estar en la misma página. No importa qué.

— ¿Quieres ayudar? — Elena se cruzo los brazos sobre el pecho.

Audrey señalo hacia la puerta principal, su labio se curvo mientras se burlaba de disgusto. — Entonces lárgate de nuestra casa.

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Cuando Elena se ofreció a ir a cobrar el cheque de la Sociedad Histórica, Audrey no se opuso. No podía enfrentarse a estar entre una multitud de personas y, en cambio, se quedó sola en la casa, a pesar de algunas discusiones sobre su seguridad. Pero Audrey los ignoro. Después de todo lo que había sucedido últimamente, los hermanos Salvatore estaban listos para comenzar a dictarle. Se sentó con las piernas cruzadas en su cama, con su computadora portátil descansando en su regazo, tratando de hacer cualquier cosa para distraerse.

Incluso tratando de hacer algún trabajo escolar.

— Bueno, yo diría que estoy sorprendida, pero no lo estoy. — Al escuchar una voz que sonaba muy parecida a la suya, Audrey miro hacia arriba, sin sorprenderse que quien estaba apoyada en la puerta. — ¿No hay guardaespaldas como tu hermana? Sorprendente.

— Déjame adivinar. — Comenzó Audrey, mirando de nuevo a la pantalla de su computadora portátil. — Stefan y Damon finalmente te echaron.

— Están siendo malos. — Katherine hizo un puchero mientras se adentraba más en el dormitorio de Audrey. — Como si no hubiera hecho lo suficiente para demostrar que ya estoy de su lado, pero todavía me dejan fue del círculo.

— Eh, me pregunto por que. — La chica Gilbert reflexiono, poniendo una mirada de falsa confusión. — ¿Qué razón podrías haberle dado a Stefan y Damon para que no confiaran en ti?

— No empieces. — Katherine le advirtió. — Vine aquí porque, a diferencia de tu hermana, a quien no le importas.

— No estoy de humor, Katherine. — Audrey le dijo sin rodeos, cerrando el portátil. — Entonces, si no estas aquí por cualquier motivo que no sea molestar a alguien, por favor vete.

El vampiro Pierce abrió la boca para replicar, cuando entrecerró los ojos. — ¿Supongo que no eres consiente de la sangre que gotea de tu nariz? — Ella arqueo una ceja, señalando su rostro. Audrey miró más allá de ella en su espejo de tocador, para ver la sangre cayendo de su fosa nasal izquierda, una gota cayendo sobre su camisa. Con un suspiro, ahuecó sus manos alrededor de su nariz y fue al baño, rápidamente agarrando un pañuelo de papel para limpiarse. — ¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo?

— Desde que le clavaron la daga a Elijah. — Admitió, limpiándose con cuidado la sangre. — Antes de que preguntes, no se por qué, y tampoco se como detenerlo.

Katherine inclino la cabeza con interés. — ¿Desde que le clavaron la daga a Elijah? — Ella repitió, algo lentamente cayendo en ella. — Déjame adivinar, ¿dolores en el pecho? Cortos, agudos. Como si te hubieran apuñalado en el corazón con algo.

Audrey hizo una pausa, mirando a Katherine detrás de ella en el espejo, con cierta vacilación en su voz mientras respondía. — Quizás...

Y Katherine se rió.

Audrey la miró confundida, mientras Katherine se reía y la miraba con incredulidad. — Por supuesto. — Ella sonrío, sacudiendo la cabeza. — Tiene sentido ahora. Oh Audrey. — Camino detrás de la adolescente, descansando sus manos sobre sus hombros desde atrás. — Te has comprado una tarjeta para salir gratis sin siquiera darte cuenta. Pronto tendrá sentido. Incluso m hace sentir mejor acerca de lo que estoy a punto de hacer.

— ¿A que te-

Audrey fue interrumpida por Katherine agarrándola por la cabeza, arrojándola contra la pared con tanta fuerza que el mundo a su alrededor se volvió negro.

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Audrey se sostuvo la cabeza y se mordió el labio para evitar gemir de dolor. Cuando se despertó, se encontró acostada en la parte trasera de un automóvil, su hermana yacía inconsciente a su lado. Cuando vio que era Isobel quien conducía, decidió que era mejor quedarse callada, solo hablando cuando Elena comenzó a moverse a su lado. Pasó mucho tiempo antes de que el auto se detuviera, y un hombre obligado abrió la puerta para que Isobel saliera, antes de hacer lo mismo con Elena y Audrey.

— El hecho de que no pueda usar la compulsión con ustedes, no significa que no pueda obligarlas a venir conmigo. — Isobel advirtió a las gemelas, ya que no hicieron ningún intento de moverse.

— Entonces, ¿eso es lo que paso? — Elena preguntó mientras salía del auto. — ¿Te obligaron a traicionar a Katherine?

— De ser así no te diría. — Ella respondió, guiándolas.

— Mentiste. Encontraste a Klaus, ¿no? Él sabe donde estamos ahora. ¿Nos vas a llevar con él? — Pregunto la mayor de las gemelas. Isobel no respondió, sino que siguió caminando hacia una lapida y se agacha frene a ella. — ¿Qué es esto?

Los ojos de Audrey escanearon las palabras escritas en la lápida, mientras Isobel despejaba las hojas que la cubrían. — En memoria de Isobel Flemming. — Su voz se quebró levemente. — 18 de enero de 1978 al 4 de mayo de 2007. — Ella miro a su madre biológica confundida. — ¿Por qué nos trajiste aquí?

Ella miro a sus hijas. — Mis padres, sus abuelos, lo pusieron aquí cuando quedo claro que la policía no iba a encontrar mi cuerpo. — Ella explico. — Visitan todas las semanas y traen flores, aunque no hay nadie enterrado aquí. La Isobel que conocían está muerta. Entonces, tal vez hay una parte de mí que está enterrada aquí, la... la parte humana, la parte que abandoné cuando elegí convertirme en vampiro, la parte que solía soñar con el día en que conocería a sus hijas.

Las palabras golpearon más fuerte de lo que esperaban las chicas. Era algo que nunca esperaban escucharla decir, ya que ella siempre había dejado claro que no le importaba. — ¿Qué?

Isobel se encogió de hombros mientras se ponía de pie de nuevo. — Y en su lugar ustedes conocen la otra parte... La parte que traicionaría a su propia sangre. — Luego respondió su teléfono cuando empezó a sonar. — Si. ¿Dejarlas ir? — Elena y Audrey intercambiaron miradas ante eso. — ¿Es todo? — Y unos segundos después, colgó, con lo que parecía ser alivio en su rostro.

— ¿Quién era? — Pregunto Elena.

— Lo siento mucho Elena. —Le dijo de todo corazón y miro a Audrey. — Oh, lo siento mucho, Audrey. Que haya sido una decepción para las dos.

Antes de que ninguno de las dos pudiera decir algo, se quitó el collar de luz diurna de alrededor de su cuello, su piel comenzó a agrietarse y arder bajo la luz del sol. Las gemelas dieron un paso atrás en estado de shock, aferrándose el uno al otro con los ojos muy abiertos, incapaces de apartar la mirada de lo que estaba sucediendo frente a ellos. Audrey se sintió enferma, lágrimas aparecieron en sus ojos ante la vista, sus manos temblaban mientras agarraba el brazo de Elena.

— Rey...

— Lo sé... — Y las gemelas simplemente se abrazaron, obligándose a mirar hacia otro lado.

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Audrey nunca tuvo la menor duda de quiénes eran sus padres. Miranda era su mamá y Grayson era su papá, eso nunca iba a cambiar. Sin embargo, después de lo que sucedió en el cementerio, se sintió confundida. Después de todo lo que había hecho Isobel, pensó que odiaría a la mujer para siempre. En cambio, en el momento actual, se sintió triste.

Una tristeza que no había sentido desde que murieron sus padres.

— Ten. — Ella miro hacia arriba, viendo a Damon ahora frente a ella, ofreciéndole un vaso. — Ayudara.

Ella lo tomó sin decir una palabra, tomando un sorbo y haciendo una mueca, mientras el whisky golpeaba la parte posterior de su garganta con fuerza. — Gracias. — Ella se atraganto, tosiendo en su brazo.

En lugar de irse como ella pensaba que haría, el mayor de los Salvatore se sentó a su lado, colocando un montón de papeles en su regazo. —Tu hermana ya los ha firmado, tú también tienes que hacerlo. — Ella arqueo una ceja con confusión. — Todos jugamos hoy, se deben tomar precauciones. Fírmalos y este lugar. — Hizo un gesto alrededor de la casa Salvatore. — Estará a nombre tuyo y de Elena. Puedes controlar quien puede entrar y salir.

— Una casa segura. — Ella se dio cuenta. — Como sugirió Isobel.

— Mas vale prevenir que lamentar. — El se encogió de hombros.

— ¿Por qué estás haciendo esto? — Audrey le pregunto directamente.

Damon la miro por un momento, antes de quitarle el vaso de la mano y beber el whisky que había dejado. — Le dijiste a Elena que las palabras no significan nada hasta que hagamos algo para demostrarlo. — Le recordó. — Bueno, espero que esto lo demuestre. — La miró con sinceridad. — No me importa mucha gente, pequeña Gilbert. No eres una excepción a eso, pero... eres mi amiga, incluso a mí me ha dado una mierda mostrárselo. No vales menos que Elena, y no dejaremos que te pase nada más.

Audrey permaneció en silencio durante un largo momento, asimilando esas palabras. En el fondo, si estaba siendo honesta consigo misma, no estaba segura de si creerle. Había hecho mucho para contradecir esas palabras en el pasado, pero tenía razón en algo. Había hecho mucho para contradecir esas palabras en el pasado, pero tenía razón en algo. Era un paso en la dirección correcta y no quería ignorarlo.

Damon le dio unas palmaditas en la rodilla, se levantó y se alejó, dejando a Audrey sola con sus pensamientos.

Damon le dio unas palmaditas en la rodilla, se levantó y se alejó, dejando a Audrey sola con sus pensamientos. "Te has comprado una tarjeta gratuita sin darte cuenta. Pronto tendrá sentido"

Y esperaba, en este caso, que Katherine Pierce estuviera diciendo la verdad por una vez.



























*῾ ᵎ .* *˚. ˊ-

Buenass, acá dejo otro capitulo... 

Quiero saber que piensann, sobre lo que dijo Kytty Kat a Audrey...

Yyyyy *redoble de tambores* En el próximo capitulo ya aparece Klaus, en el cuerpo de Alaric, pero bueno y viene el baile de década.

Les aviso que no se si podre subir este finde capitulos, porque estoy con los ultimos trabajos de la secundaria... pero la semana proxima ya subiré

Espero que les haya gustado. ¡Gracias por leer!

Guadi.

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