III- KATERINA
La pensión Salvatore era el último lugar donde Audrey quería estar. El único lugar en el que quería estar era en casa, acurrucada en su cama. Después de todo lo que sucedió, ella se aseguro haber ganado un día libre escondiéndose del mundo, pero Elena la obligo a levantarse y vestirse. Aparentemente, Stefan las llamo a las dos para que vinieran, algo importante se avecinaba y lo necesitaban hablar. Después de obligar a su hermana a comprarle café, las hermanas Gilbert finalmente llego a la casa Salvatore, esperando que alguien las dejara entrar.
La puerta se abrió luego de unos minutos, Damon se inclino en el marco con su habitual sonrisa. — Hola Elena. Pequeña Gilbert.
— ¿Esta Stefan aquí? — Elena fue directo al grano. — Llamó. Dijo que era importante.
— Justo por aquí. — Les indico que entraran, caminando hacia el salón.
— ¿Es esto realmente importante? — Audrey pregunto con un suspiro, dejando su bolso en el sofá. — ¿O lo suficiente importante como para estar aquí?
— Rey. — advirtió Elena, haciendo que su hermana menor levantara sus manos inocentemente. Luego levanto una caja hacia Stefan, quien la abrazo cuando apareció. — ¿De que se trata eso? — antes de que pudiera responder, una mujer apareció a la vista, una que frunció el ceño tanto a Elena como a Audrey. — Tú. — Elena mira a Rose con disgusto.
— Esta bien, tiene que entender que solo se lo que he aprendido a lo largo de los años y no se que es cierto y que no es cierto. — Rose les advirtió, mientras los cuatro se reunían para escuchar lo que tenia que decir. — Es el problema con toda esta mierda de vampiros, pero Klaus, se que es real.
— ¿Quién es él? — pregunto Elena.
— Es uno de los originales. — Damon respondió. — Es una leyenda.
Stefan asintió. — De la primera generación de vampiros.
Eso hizo que Audrey arqueara una ceja. — ¿Cómo Elijah?
Rose negó con la cabeza de inmediato. — No. — Dijo ella con firmeza. — Elijah era un amorcito a comparación de Klaus, era un soldado. Klaus es General.
— Se sabe que Klaus es el mayor. — Stefan resumió para las chicas.
— Esta bien, ¿entonces estas diciendo que el vampiro mas viejo en la historia del tiempo vendrá por nosotras? — Elena señalo entres ella y Audrey.
— Una de ustedes. — Rose corrigió, pero asintió de todos modos. — Pero si.
— No. — Stefan respondió después.
— Lo que están diciendo es. — Damon interrumpió mirando a la mujer vampiro. — Quiero decir, si lo que estas diciendo es verdad...
— Lo es.
— Y no lo estas diciendo simplemente para que no te mate. — Continuó, luciendo escéptico.
— Como crees.
— Entonces estamos valiendo un tal vez sólido. — Damon les dijo a las hermanas.
— Mira, Elijah esta muerto, ¿verdad? — Stefan les recordó gentilmente a las chicas. — Así que nadie más sabe que ustedes dos existen.
— Según ustedes. — Rose les dijo.
Damon le envío una mirada molesta. — Eso no ayuda.
— Mira, nunca he conocido a nadie que lo haya visto. Quiero decir, estamos halando de siglos de verdad mezclada con ficción. — Hablo el mas joven de los Salvatore, sin tomas en serio la advertencia de Rose. — No sabemos si es real. Por lo que sabemos, podría ser una especie de entupido cuento para dormir.
— Es real y no se rinde. — Rose se burlo a sabiendas. — Si quiere algo, lo consigue. Si no le tienes miedo a Klaus, entonces eres un idiota.
— Esta bien, estamos temblando. — Damon puso los ojos en blanco, el sarcasmo reflejado en su vos. — Hiciste tu punto.
Audrey miro a rose por un momento, viendo la expresión de su rostro. Mientras hablaba de Klaus, tenia la misma expresión de miedo cuando llego Elijah, tal vez incluso mas asustada que eso. Quien quiera que fuera Klaus, tenia que ser real, de eso estaba segura la chica Gilbert. Nadie podría tener tanto miedo de un cuento para dormir, especialmente un vampiro de pocos siglos. Pero, se mordió la lengua en lugar de decir algo, tomando un sorbo de su taza de café.
— ¿A donde vas? — Pregunto Stefan mientras Elena se ponía de pie.
— Escuela, llego tarde. — Elena le arrojo el bolso de Audrey. — Vamos, las dos lo estamos.
— ¿Tenemos... — Audrey se detuvo cuando vio la mirada que recibió, haciendo una mueca de comprensión. Conocía bien esa mirada, la había visto muchas veces al crecer. Elena estaba claramente tramando algo. — Si, tienes razón. Llegamos tarde.
Stefan se puso de pie para seguirlas. — Déjame agarrar mis cosas, iré con ustedes.
— Esta bien, sabemos donde esta.
Elena se aparto, sacando a su hermana por la puerta con ella, dejándolo sin oportunidad de discutir.
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Si había una persona con la que Audrey sabia que siempre podía contar, era Caroline Forbes. Esta era otra cosa que nunca cambiaria. Audrey Gilbert y Caroline Forbes, había sido mejores amigas desde el día en que se conocieron y seguirían siendo las mejores amigas de por vida. Claro, ella también era amiga de Elena, pero había un vinculo entres ellas que la rubia no compartía con su hermana gemela. Se formo en el jardín de infantes, cuando Caroline se unió a ella durante el recreo de la nada y comenzó a decirle cuanto amaba a sus zapatillas rosa de Barbie. Audrey luego le dijo lo mucho que amaba las pinzas de mariposa púrpura en su cabello, y desde ese momento en adelante se pegaron en la cadera.
Cuando los padres de Audrey murieron, Caroline fue la primera persona que se acerco a consolarla, y paso todo el verano ayudándola a superar su dolor. El día que el padre de Caroline se fue, Audrey paso todo el fin de semana en la casa de las Forbes, viendo películas en exceso con ella y disfrutando de tarros de helado. La transición de Caroline a vampiro tampoco cambio esto, y a pesar de lo peligroso que podría haber sido para ella, Audrey estaba a su lado para ayudarla a entrar en su nueva vida sobrenatural.
Entonces, cuando Elena le explico a su hermana lo que quería hacer, Caroline fue la primera persona a la que Audrey acudió en busca ayuda.
— No puedo creer que este de acuerdo con esto. Soy una terrible mentirosa. — La rubia suspiro, mientras la pareja caminaba por el bosque hacia las ruinas de la iglesia.
— Mira, es fácil. — Audrey le aseguro simplemente. — Si alguien pregunta, Elena se enfermo y salió temprano de la escuela, y yo me fui a casa para ver como estaba. — Ella se encogió de hombros. — Oh, y mantén ocupado a Stefan. No puede saber lo que estamos haciendo.
Caroline le lanzo una mirada. — Soy aún peor para eso y tú lo sabes.
— Care, estarás bien. — La Gilbert le dijo con confianza. — No lo veas como una mentira, piensa en ello como si estuvieras practicando para un papel o algo así.
— Entonces estoy reprobando la audición. — Caroline dijo sin rodeos, ganándose un giro de ojos en respuestas. — Rey, vamos. Stefan va a ver a través de mí.
— No me hagas invocar las reglas del anillo. — Audrey le advirtió, levantando la mano y moviendo los dedos.
Una mirada incrédula apareció en el rostro de Caroline. — ¡No lo harías!
— Ambas sabemos que si lo haría.
Las reglas del anillo eran las reglas que ninguna chica podía romper. Para el decimocuarto cumpleaños de Audrey, Caroline le compro un anillo como regalo, un simple anillo de plata infinito. En el interior, estaban grabadas las palabras Best Bitches Forever, un pequeño dicho que se les ocurrió a las amigas durante una noche de cine. Girándolo sobre lo que significaba la abreviatura BFF. Para el cumpleaños de Caroline, Audrey le compro una replica y pronto nacieron las reglas del anillo. Si alguna vez necesitaran algo de lastra, lo harían sin dudarlo, o no serian las mejores perras por siempre. Caroline recurrió a las reglas cuando empezó a gustarle Matt, y le pidió ayuda a Audrey para decírselo, a pesar de que la chica se sentía extraña al ayudar a conseguir una cita con el ex novio de su hermana.
Ahora era turno de Audrey de invocar las reglas. — Entonces, ¿lo prometes o no?
— Uhg, esta bien. — Caroline se rindió con un bufido, cruzando los brazos sobre el pecho. — Lo prometo.
Audrey sonrío triunfalmente, Caroline no parecía impresionada. Con eso, las amigas finalmente llegaron a las ruinas, donde Elena estaba esperándolas con paciencia. Juntas, las tres bajaron los escalones debajo de las ruinas hacia la entrada de la tumba.
— ¿Seguras que quieren hacer esto? — Pregunto la chica Forbes con cautela a las hermanas.
— Si, estamos seguras. — Elena asintió. — Ella es la única que sabe la verdad sobre Klaus. La única que puede decirnos como detenerlo.
— Pero le estas pidiendo la verdad a alguien que probablemente nunca la haya dado. — Ella les recordó, no completamente segura del plan. Audrey no podía culparla, como tampoco lo estaba cuando Elena dijo el plan por primera vez. Pero sabía que su hermana tenía razón. Katherine era la única que podía darle respuestas. — ¿Están seguras de esto?
— Si. No podemos simplemente sentarnos y esperar. — La gemela mayor miro a su amiga suplicante. — Tenemos que saber, Caroline. Por favor. — Con un suspiro, Caroline asintió y movió la puerta hacia un lado, revelando la entrada de la tumba. — ¿Katherine? — Elena llamo al oscuro túnel.
Un ruido resuena desde el túnel, y las tres chicas miran mientras Katherine aparece a la vista. Su piel estaba pálida, casi gris en algunas áreas, todavía con el vestido que uso en la fiesta de disfraces. Se apoyó contra la pared cerca de la entrada, mirando a las doppelgangers. — Hola Elena. Hola Audrey. ¿Vienen a verme marchitarme? — Pregunto en tono seco. — Adiós Caroline.
Caroline miro al doppelganger más viejo, sin hacer ningún movimiento para irse.
— Care, esta bien. Ve. — Audrey tiro su brazo suavemente, obligándola a mirarla. — Mientras estemos de este lado, ella no puede hacernos nada. Por favor.
De mala gana, Caroline asintió y se fue, dejando a las tres solas.
— ¿Stefan sabe que están aquí?
Elena ignoro su pregunta, dejando caer la bolsa sobre su hombro al suelo. — Te trajimos algunas cosas. — Dijo sacando la manta y almohada y arrojándola a sus pies.
— Debes querer quitarte ese vestido a estas alturas. — Audrey tarareo, arrojándole algo de ropa vieja.
Katherine se limito a mirarla. — ¿Vinieron a sobornarme? ¿Qué es lo que quieren?
— Queremos que nos cuentes sobre Klaus.
La sorpresa apareció en su rostro al escuchar el nombre. — Hmm, que ocupadas.
— También trajimos esto. — Elena continua, sacando el libro familiar de Petrova de la bolsa y lo sostuvo para que ella lo viera. — Es tu historia familiar. Aquí dice que la línea familiar termino contigo. Obviamente eso no es cierto.
Katherine parecía menos impresionada por sus esfuerzos.
— ¿Crees que si me traes algún recuerdo familiar lo abriría? — Ella se burlo.
Elena miró a su hermana, quien asintió con la cabeza y pasó por encima de su bolso, para poder agarrar la otra cosa del interior. — También te trajimos esto. — Saca una botella de sangre de la bolsa y se la muestra a Katherine. Katherine corre hacia Elena pero no puede salir debido al hechizo. — No luces sana. ¿Cuánto tardara en apagarse tu cuerpo? ¿10, 20 años? — adivino, inclinando su cabeza hacia el vampiro. — Debe doler desecarte y hacerte momia. No me lo imagino.
Con lentitud, Katherine se agacho para sentarse en el suelo, manteniendo su débil cuerpo apoyado contra la pared. Las gemelas se sentaron a unos pasos de la entrada, Elena tomó la botella y vertió un poco sangre en un vaso de plástico, y uso un palo para pasárselo a la mujer Pierce. Agarro el vaso y la bebió hambrienta, volviendo un poco de color a su piel. — Tienen el fuego Petrova. — les dijo a las chicas, lamiendo los restos de sangre de sus labios.
— Asumiré que es el mejor cumplido que jamás has dado. — Audrey asintió lentamente, se inclino hacia delante y agarro el vaso vacío. Sacudió la botella hacia ella. — ¿Mas? — Katherine confirmo con un sentimiento de inmediato.
— Es una larga historia, Klaus y yo. — Katherine comenzó, tomando el vaso cuando Audrey se lo devolvió. — Se remonta a Inglaterra, 1492, después de que deje Bulgaria. O me echaron.
— ¿Echaron? — Elena repitió.
— Mi familia, sus verdaderos antepasados, me repudiaron. Mis indiscreciones no fueron toleradas en ese momento. Tuve un bebé fuera del matrimonio. — Ella puso los ojos en blanco, fingiendo horror en su voz. — La vergüenza.
— ¿Se mantuvo en secreto? — Elena adivino.
— Mhmm... — Katherine tarareo, vaciando el contenido de la taza una vez más. — Mi bebé fue regalado. Me desterraron a Inglaterra y tuve que aprender a adaptarme. Así que me volví inglesa. — Ella imito el acento mientras hablaba. — Fue ahí donde capte la atención del gran noble Klaus. Al principio me llevaron con el, hasta que descubrí que era y que quería de mi. Y luego yo huí.
— ¿Qué quería Klaus? — Audrey le pregunto, pero en el fondo ya sabia la respuesta.
— Lo mismo que querrá de una de ustedes. — sus palabras confirmaron al instante sus pensamientos de Audrey. — Quiere romper la maldición.
Elena asintió con complicidad. — Sacrificando al doppelganger Petrova.
— Quería drenar cada gota de sangre de mi cuerpo.
Y esas palabras fueron suficientes para hacer que Audrey se sintiera enferma
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Holaaa, acá dejo otra capitulo, espero que les guste... a las 00:15 subo la segunda parte de este capitulo.
¡Gracias por leer!
Guadi.
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