LA CARTA

ANOMALÍA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, Tierra 3490-MCU.

Parejas: Stony.

Derechos: a contar locuras nada más.

Advertencias: muchísimo angst, humor, violencia y escenas que pueden herir sensibilidades. Que sobre aviso mininesco no hay engaño felinesco.

Gracias por leerme.



***

LA CARTA.

Yo solo quería despedirme,

Darte un beso y verte una vez más...



Tierra 3490.

Steve Rogers entró casi arrastrando los pies al penthouse de la Torre Stark, arrojando sobre un mueble las llaves y credenciales para ir directo al bar porque necesitaba urgentemente un trago. No era un hombre que se inclinara por el alcohol como medio para digerir cosas o evadirlas, más en esos momentos lo necesitó. Seis meses. Natasha Stark, su esposa, había muerto hacia seis meses y le parecía que había sido ayer. Pepper lo había arrastrado a un Memorial que en SHIELD se había organizado para honrarla por haber salvado la Tierra una vez más. No había salido de la torre desde que enterrara su cuerpo en el Panteón de los Héroes, evadiendo todo contacto humano pues su humor no reconocía bondades por el momento. Tenía que salir, le había dicho Rhodey, porque Toni jamás le había consentido ser alguien triste cuando siempre había sido su luz.

Luego de beberse dos vasos de whisky, el rubio caminó hacia la sala frunciendo su ceño al recordar que no había dejado abiertos los ventanales del penthouse. Su expresión mutó al instante a una muy seria al notar flotando frente a los cristales al Doctor Strange. No quería ni un sermón ni tampoco un lavado de cerebro por su depresión. Jamás magia alguna iba a conseguir que olvidara a su esposa, nada podía sustituir a su Toni. Dejó el vaso medio vacío de whisky sobre un taburete, gruñendo para hacerle saber al Hechicero Supremo que no era bienvenido sin importarle un cuerno si rompía con ello alguna regla de cortesía. El amor de su vida había muerto, él se sentía medio muerto por dentro sin ganas de vivir. Al carajo con todos.

-¿Qué? -le espetó al doctor.

-Tienes un mensaje.

-¿Ahora es una máquina contestadora? -preguntó con sarcasmo.

Frente a él, se materializó una carta de sobre blanco que tomó entre sus manos. Steve tembló al leer su nombre escrito con la letra de su esposa. ¿Una carta póstuma? ¿De qué se trataba todo eso? Mirando al hechicero y luego al sobre, lo abrió con cuidado sacando la única hoja escrita a mano que leyó en silencio con sus ojos inundándose de lágrimas. Fue como escuchar la voz de Natasha una vez más.




"Winghead, amado,

Una vez me dijiste que yo era tu hogar, una vez te dije que yo era mejor persona estando contigo. Una vez juramos ante un sacerdote que siempre nos amaríamos. Nos dijimos muchas cosas, todas ellas de valor en nuestras vidas. Por eso te escribo esta carta, porque mereces saber lo que sucedió conmigo y lo que deberás hacer después.

¿Recuerdas lo mal que me sentí semanas antes de la pelea con Kang, cariño?

Peleamos porque me rehusé a ir con Richards o con Bruce, estabas tan preocupado por mi salud como siempre lo estuviste, amor. Creíste que era una falla del reactor, como otras ocasiones. Yo también llegué a creerlo, por eso me negué. La vida nunca fue justa para mí, más eso no necesito decírtelo porque muchas noches escuchaste de mis labios la historia fatalista. Steve, esposo mío, te mentí un poco, un poquito. Pero déjame armar el rompecabezas para ti. Tú sabes mejor que nadie que por el reactor mi cuerpo estaba envenenado, por decirlo de alguna manera. Me resigné a ello, aprendí a vivir con ello. Cuando peleamos contra Kang en lo único que yo pensé fue en salvarte porque eres mi razón para existir y seguir luchando cada día contra todas las adversidades que se me pusieron enfrente. Tienes que saber que morí... y a la vez no. De una forma muy retorcida, el multiverso me proveyó de una última oportunidad de hacer lo correcto porque me marché de tu lado sin decirte algo importante.

Estuve en una tierra donde tú no me querías, me odiabas de hecho. Ahí aprendí cuanto necesitaba de tu amor, de tu presencia en mi vida. De todo lo que hiciste por mí. También aprendí que la muerte no es necesariamente el final, la nada que se queda en la oscuridad. Hice cosas malas ahí, sé que me perdonarías si te las contara, prefiero que no, porque quiero que hagas otra cosa en su lugar, mi amado Steve Rogers. Porque cuando mi cuerpo en nuestro universo pereció de cierta forma, al mismo tiempo un chasquido de un Guantelete del Infinito de otro universo llevó mi espíritu a esa curiosa y lastimada Tierra, tan lastimada como yo. Primero creí que había sido causado por mi reactor enlazado con el portal de Kang...

¿Crees en los milagros, amor mío? Sé que sí. Ahora más.

Quisiera decirte que resucitaré y estaremos juntos, pero no puedo. Mi destino siempre fue morir para salvarte, más no todo está perdido ni he de estar lejos de ti por siempre. Steve, mi amado esposo, eso que no te dije, que callé porque no estaba segura ahora se queda en tus manos, porque te pertenece. Nos pertenece. Han de seguir el camino sin mí, pero confío en que será dentro de un universo hermoso, libre de peligrosos dementes extraterrestres. Es parte de mí como es parte tuya, esa traviesa anomalía que hizo el milagro de hacerme entender lo poderoso que puede ser el amor, lo que puede dejar como legado. Somos padres, Steve. Yo estaba embarazada cuando Kang nos atacó, nuestro bebé hizo creó esa anomalía. Ella de cierta manera me salvó, y esperó a que yo la salvara como solamente una hija tuya puede hacerlo. Ámala y protégela, enséñale lo bueno del mundo como solo tú sabes. Dile que yo siempre estaré con ella, igual que lo estaré contigo.

Te amo, Steve, siempre lo haré y no llores más por mí porque no es la manera del Capitán América, ni de Steve Rogers, ni de mi esposo ni el padre de nuestra hija.

Te amo.

Tu Shellhead.

PD. Ella se llama Emma. Emma Rogers-Stark."




Steve parpadeó no muy seguro de qué acaba de leer, volviéndose a Strange quien entonces le señaló el sofá donde estaba una burbuja brillante. El hechicero le invitó a inspeccionarla con un gesto elegante de su mano. Steve se acercó, desconcertado, repasando las letras de su esposa y luego tocando esa burbuja que se desvaneció, dejando una pequeña cuna de mimbre donde una hermosa bebé despertaba sacudiendo sus manecitas regordetas, sus tiernos ojos azules se clavaron en los del capitán que jadeó al notar el enorme parecido en esos cabellos y esa pequeña boca a la de su esposa. Dejó caer la carta para tomar a la bebé entre sus manos, observándola a detalle. Su corazón latió desbocado al reconocer esa combinación de rasgos, tanto de Natasha como los suyos.

Nuevas lágrimas cayeron de los ojos del rubio, empapando sus mejillas, castañeando sus dientes al escuchar gorgotear a Emma Rogers-Stark como si reconociera que estaba en casa, luego de pasar una existencia mágica muy extraña en un limbo sin que pudiera convertirse en un ser tangible hasta que su madre pudo revertir el efecto de un portal dimensional y un chasquido de dedos, no solo devolviéndole a su propio universo, sino arreglando de paso el de otros. Como solo Ironwoman podría hacerlo. Como solamente su madre, Natasha Stark, era capaz de hacerlo. Steve rió entre sollozos, besando la frente de su hija cuya frente recibió algunas de sus lágrimas.

-Hey... -el capitán tragó saliva, jalando aire después con una sonrisa y sus ojos llenos de lágrimas, temblando al hablar- Emma, soy yo... papá. Bienvenida a casa, hija mía.

Un par de inocentes ojos le miraron fijamente y luego, una risa trajo de vuelta la vida que se había escapado en el alma de Steve Rogers.




Así, como antes,

Así, adelante,

Así, vida mía ahora te toca ti,

Solo a ti, seguir nuestro viaje



... Vida mía mejor será así.




F I N

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