Equipo
ANOMALÍA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel, Tierra 3490-MCU.
Parejas: Stony.
Derechos: a contar locuras nada más.
Advertencias: muchísimo angst, humor, violencia y escenas que pueden herir sensibilidades. Que sobre aviso mininesco no hay engaño felinesco.
Gracias por leerme.
Equipo.
Another night slowly closes in
And I feel so lonelyTouching heat freezing on my skinI pretend you still hold meI'm going crazy, I'm losing sleepI'm in too far, I'm in way too deep over youI can't believe you're goneYou were the first, you'll be the last
The Flame, Cheap Trick.
—¿Así que ahora entrenas con los Vengadores?
—Tal como lo dices, Reed, suena a que estuvieras celoso.
—No, Toni, estoy divertido. Tienes una cara...
Natasha se encogió de hombros, terminando de ensamblar su nueva versión de lo que optó por llamar en broma Porta-porta por aquello de Portal Portable, con ayuda del Doctor Richards en su laboratorio en un día de "descanso". Después de aquella comida cena en el complejo, las cosas entre los súper héroes y ella mejoraron, no eran los mejores amigos, pero al menos ya podían resistir todos un entrenamiento de equipo bajo la guía de la Capitana Marvel sin que terminaran sacándose los ojos como lo había hecho con Steve, quien por cierto parecía que el ratón le hubiera comido la lengua. Estaba callado la mayor parte del tiempo, como distante de todos e incluso a veces distraído. Cuando se concentraba lo hacía bien pero realmente no hablaba con nadie, tampoco era que a la castaña le tuviera con angustia aquello. Al menos tenía cosas en qué entretenerse ahora que Industrias Stark estaba en orden y que esa cosa de los Acuerdos de Sokovia estaba disuelta porque no estaba la mitad del consejo ni tampoco quienes la impulsaban como el General Ross.
—Estamos mejor. ¿Qué dices? ¿Crees que funcionarán?
—Ya lo hacían, te lo he dicho. No están mal, lo que sucede es que cuando tratas de colocar una materia ajena al campo, como lo es un cuerpo humano, se desestabiliza.
—Reed, necesito poner mi cuerpo en el portal si pretendo volver.
—Toni... —el doctor suspiró, tallándose su nuca— ¿Has considerado la posibilidad de que... tal vez tu universo ya no exista?
La castaña casi tiró el pequeño hexágono al escucharlo, mirándole con el ceño fruncido, sin reclamar porque no era una idea descabellada. —Pero tengo que intentarlo.
—Cosa que no niego, es lógico, solamente quiero señalar el riesgo de muerte que correrías si al pasar al otro lado tu universo está... vacío. Puedes morir, Toni.
—Entonces moriré, porque ése era mi destino original. Con los míos, no me lo tomes a mal.
—Para nada —Richards negó, tomando sus manos— En este poco tiempo que hemos estado juntos, me he divertido y tomado cariño. Susan y yo entendemos que esto es realmente ajeno a ti, no es igual ni nunca lo será, pero... ¿no se te ocurre que quizá, y sólo quizá, a Steve le hubiera gustado que te mantuvieras con vida?
Toni le miró con recelo, casi a punto de hacer un puchero. —Él no... él...
—Por eso quiero pedirte esto: dame tiempo a encontrar una forma segura de que viajes por el portal, de que puedas asegurarte de que tu universo está a salvo. Si lo está, seguiremos adelante. Más si no es así... por favor, considera quedarte con nosotros. Este universo también puede morir si le falta un Stark en él.
—Oh, vamos, eso no es cierto.
—No lo puedes refutar.
La castaña rodó sus ojos, dando un apretón a las manos que no deseaban dejarla ir.
—Bien, te daré el tiempo, pero no puede ser mucho.
—Estoy acostumbrado a trabajar contra reloj, recuerda...
Su charla se interrumpió por una llamada en el celular de Stark, quien extrañada, sacó el teléfono para escuchar el mensaje de voz que le dejaban. Era nada menos que Carol Danvers, pidiéndole que fuese lo más pronto posible al cuartel de los Vengadores, había algo importante que necesitaban hablar. Ella hizo un mohín que sacó una risa discreta en Reed Richards, tendiéndole la tableta que ella había llevado para mostrarle los análisis obtenidos por sus Porta-porta, negando apenas con la cabeza mientras observaba el reloj en su muñeca izquierda.
—Vida de Vengadores, anda.
—Ew.
Usó su armadura, saliendo de la Torre Baxter hacia el complejo, siendo recibida por Natasha y Rhodey, escoltándola hasta la sala de juntas donde todos hablaban en murmullos.
—¿Se murió alguien? —dijo Toni al entrar.
—Aún no —sonrió Thor, mirando a la Capitana Marvel— Pero lo hará.
—¿Qué sucede?
—Natasha, te he llamado porque hemos acordado, Thor y yo, siendo los que tenemos la habilidad de poder viajar al espacio sin problemas, en buscar a Thanos. Primero iremos al reino de los enanos, en Nidavellir, con Eitri, para que nos entregue ese molde del guantelete que hizo para el titán —Carol amplió las pantallas holográficas que estaban observando los demás— No obtuvieron éxito al tratar de quitarle el guantelete en aquel planeta... lo que le costó la vida a Tony Stark y al resto del equipo con él. Pero si tenemos otro es posible arrebatarle las gemas. Nébula nos ha dicho que el poder de las Gemas del Infinito pudo haber dañado el artefacto en Thanos, así que tenemos ventaja en esa parte.
—Pero eso es como ir directo a la boca del lobo —replicó la castaña, parpadeando al asimilar la información.
—Por eso lo haremos —asintió Thor— Él no lo espera.
—Tenemos a Storm Breaker, mis poderes y toda la información que Nébula nos ha compartido, igual que el Doctor Banner. Estamos bien cubiertos.
—Okay...
Carol sonrió. —Y en mi ausencia, Steve se quedará a cargo de los Vengadores.
—Oh.
—Y tú también.
—Ah... ¿qué?
La Capitana rodeó la mesa, poniendo una mano segura en el hombro de Toni, quien abrió de par en par sus ojos.
—Confío en que los dos sabrán actuar en caso de que Kang aparezca de improviso en nuestra ausencia. Yo confío en ti, Toni.
—Bueno... am, ¿gracias? Suena a locura.
—Partiremos el día de mañana por la mañana, así que quiero comprobar que todo estará en orden mientras Thor y yo buscamos a ese bastardo.
—Una pregunta.
—Adelante, Toni.
—¿Qué piensan hacer cuando tengan el guantelete con las Gemas? Suponiendo que lo logran. No quiero ser aguafiestas, pero digo, puede suceder que no lo consigan.
—De hacerlo, ya sea Thor o yo misma, revertiremos el daño hecho.
—Wow.
—Y si no podemos hacerlo, traeremos el guante aquí, a la Tierra —Danvers miró a Steve— Sé que habrá alguien a quien las Gemas puedan escuchar.
La castaña quiso decir que una vez ella tuvo el guantelete, más se quedó perfectamente callada, no era momento y no quería arruinar las esperanzas de los demás. Si aquel universo era tan diferente, era posible que ella no pudiera ahí usar el guantelete. Giró apenas su rostro para mirar a los ojos al Capitán América quien intercambió un gesto con Carol, suspirando luego. Una cosa era que estuvieran en una tregua extraña y silenciosa y otra que los pusieran como líderes de un equipo destrozado que estaba lidiando todavía con el luto de sus amigos, familia y seres queridos. Como ella misma. Rhodey le sonrió, con pulgares arriba. Bruce parecía contento igual que Romanoff. Todos parecían conformes con la idea, salvo ella. Tenía miedo.
—Una pequeña despedida —dijo el Asgardiano— Que llene el corazón de alegría e infunda valor a las manos que habrán de pelear.
—Estoy de acuerdo. ¿Rocket?
—¡Enseguida, Capitana!
Tuvieron una cena de esas ilógicas donde se carcajeaban por todo y terminaron arrojándose trozos de pizza por nada. Nébula cargó con Rocket y Bruce cuando terminaron ebrios. Carol hizo lo mismo con Scott y Clint, mientras que Steve se hizo cargo de la rusa, regañando a Shuri por no querer ir a su cama, acusándola con llamar a Okoye si no obedecía. Rhodey se despidió de Toni con un abrazo cariñoso, revolviendo sus cabellos antes de ir a su cama entre pasos no muy estables. Solamente quedaron en el comedor el Asgardiano y ella. Thor estaba mirándole fijamente, por lo que la castaña le hizo una cara de disgusto, terminándose un pepperoni que se había quedado pegado en su cabello, cerca de su mejilla.
—¿Qué? ¿Tengo más comida en la cara?
—Sé que suena a una locura, pero vamos a lograrlo.
—Me parece una misión suicida. Ustedes dos contra Thanos.
—¿No confías en la Capitana?
—Sé que es rival para él. Pero...
—No moriremos.
—Bueno, entonces pueden irse tranquilos.
—Yo quiero una promesa de tu parte.
—Oh, vaya, eres un mercader después de todo. ¿Qué clase de promesa?
El Dios del Martillo le sonrió. —Si yo no muero, tampoco tú lo harás.
—¿Qué?
—Vamos a regresar, lo haremos. Y quiero ver que nos recibas.
—¿Estás insinuando que aprovecharé su ausencia para lanzarme a los brazos de la muerte a la primera misión peligrosa que aparezca?
—He vivido lo suficiente para reconocer en una mirada cuando se buscan esas tierras prohibidas.
—Mira, Shakespeare, tranquilo, ¿okay? —Toni masticó un trozo de piña— Estoy trabajando con el Doctor Richards para volver a mi mundo, ¿por qué habría de intentar suicidarme?
El rubio solamente alcanzó su mano izquierda de la que tiró, descubriendo su brazo por debajo de la muñeca. Una tenue pero clara cicatriz en esa piel rosada. Toni gruñó, avergonzada como ofendida, recuperando su brazo que escondió bajo el derecho, gruñendo bajito.
—Por eso lo digo.
—No deberías meterte en asuntos que no te conciernen.
—Yo tuve una amiga, Lady Sif. Me recuerdas a ella, siempre duras, siempre mostrando que no hay nada en los Nueve Reinos que puedan doblegarlas. Sin permitir que alguien las apoye por temor a sentirse pequeñas.
—¡Yo no me siento pequeña! ¡Soy una Stark!
—Esa cicatriz dice lo contrario.
Toni iba a levantarse e irse con zancadas, pero esa imagen quedó en su cabeza nada más, rodó sus ojos, cruzándose de brazos cual niña caprichosa bajo la mirada tranquila del Asgardiano que no le dijo nada, quedándose ambos así por unos minutos hasta que la paciencia de la castaña se agotó.
—¡Bien! ¡Tú ganas!
—Gracias —Thor le sonrió complacido.
—Creo que eres idiota en todas tus versiones.
—Se dice que la estupidez es la que hace girar la rueda.
—Cálmate, Danaerys.
—Ahora sonríes y haces bromas, pero aún hay oscuridad en tu espíritu. Quiero decirte estas palabras con toda la sinceridad que puedo: si hubiera algo que pudiera hacer para quitar eso, lo haría.
—No estés proyectando tu duelo por Loki en mí —acusó la castaña.
El Asgardiano negó con una risa quebrada. —Al contrario, no quiero que vuelva a pasarle lo mismo a otra persona que quiero.
—Ja.
—Sigues rechazando la oferta de afecto de todos nosotros.
—No lo tomen a mal, pero... no es tan fácil.
—Tomará tiempo, lo sé —Thor se levantó sin dejar de observarle— Ese tiempo que quieres para volver, que necesitas para sanar, vamos a dártelo.
—No, van a revertir el daño que hizo Thanos.
—¿Acaso no es lo mismo?
—No estoy ebria, pero mi cabeza no está para retóricas. Buenas noches, grandulón.
—Toni, que descanses.
La charla dejó inquieta a Natasha, dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Tuvo que levantarse en la madruga a buscar un vaso de agua para distraerse y dormir lo que le restaba de tiempo antes de que Carol les despertase. Se quedó en la puerta de la cocina cuando vio bajo una luz a Steve, parecía dibujar en una de esas libretitas suyas que cargaba por todos lados. Al estar descalza, creyó que no le había escuchado, olvidando que tenía ese oído fino de súper soldado. El rubio levantó su rostro justo cuando ella iba a girarse, mirándole fijamente.
—¿Tampoco puedes dormir?
—Am... un poco, comí demasiado. Quería un vaso de agua, con permiso.
Steve le siguió con la mirada al entrar en la cocina y servirse su vaso de agua que bebió de un solo sorbo, casi ahogándose. Limpiándose con el dorso de la mano sus labios, dejó el vaso en el fregadero, girándose hacia el hombre que aún le observaba.
—¿Sucede algo?
—Te pareces mucho a él.
Toni rió con desgano, encogiéndose de hombros y desviando su mirada.
—De cierta forma somos la misma persona.
—Son la misma persona.
—¿Qué dibujas? ¿Algo de memoria? —ella cambió el tema, meciéndose sobre sus pies.
Rogers bajó su mirada a su cuadernillo que levantó para ella. Eran las escenas recientes de la pelea de comida, Rocket ebrio o el duelo de brazos entre Carol y Thor. También había de la castaña.
—Dibujas muy bien.
—¿Será algo de todos los Steve Rogers?
—... posiblemente.
Se quedaron ahí en silencio, sin moverse ni verse a los ojos. Uno sentado junto a la mesita central de la cocina y la otra pegada contra la barra. Toni resopló, sacudiendo sus mechones ya limpios luego de un baño.
—Bueno... tengo que irme a dormir. Espero que descanses, Rogers.
—Steve.
—¿Qué?
—¿Podrías llamarme Steve de nuevo?
Natasha se quedó seria, sus ojos vacilaron y se despegó de la barra como si estuviera compitiendo en los cien metros planos.
—Buenas noches.
No quiso saber más de Steve Rogers ni de otra cosa hasta que el sol despuntó por su ventana con la llamada de la Capitana Marvel a quien despidieron junto a Thor en uno de los jardines del complejo, viéndolos marchar por el Bifrost. Como todos estaban aún con la resaca, Toni les cocinó algo que sus estómagos pudieran digerir. Tuvo una mesa llena de hambrientos Vengadores que vaciaron todos los platos que ella puso, comentando sobre los entrenamientos que Carol les había dejado como si fuese tarea escolar. La verdad fue que nadie quiso contrariar esa hojita de papel pegada en el refrigerador, así que apenas todos estuvieron mejor, pusieron manos a la obra. Danvers les había dicho que tardarían al menos tres días en volver, todo debía ser rápido y expedito. Si no conseguían las Gemas volverían a la Tierra puesto que Thanos tomaría represalias, aunque confiaban en el éxito de su plan y el poder de aquellos dos.
La castaña apenas si cruzó palabra o mirada con el Capitán Rogers, tenía que hacerlo eventualmente porque estaba a cargo de sus Vengadores. El primer día realmente nada pasó salvo que el microondas se descompuso, lo que la mantuvo ocupada reparándolo con Rocket insistiendo en convertirlo en una bomba para el titán. Pasó otras horas con Shuri, discutiendo pormenores sobre actualizaciones de trajes para todos y luego haciendo una llamada a Susan Richards para saludarla, averiguar qué tanto habían avanzado. No hubo más incidentes luego de la cena, así que cada uno marchó a su recámara. Al otro día, cuando el sol estaba en su cenit, fue que tuvieron su sorpresa no muy inesperada. Un grupo de extraños y avanzados androides atacaron París, recibiendo la llamada de auxilio de Naciones Unidas.
—¡Vengadores! —llamó el Capitán América.
Toni se puso su armadura, siguiendo detrás al rubio a quien dejó que diera las instrucciones. Cuando tuvieron imágenes de aquellos atacantes artificiales, se dio cuenta que se trataba de un grupo de avanzada de Kang. Estaban explorando, poniendo a prueba las defensas de la Tierra. Afortunadamente, Shuri ya había trabajado en campos de contención que impidieron que los androides avanzaran más allá de su punto de aterrizaje. Con armas en mano y siguiendo ese plan de ataque que ya habían ensayado tantas veces, todos entraron al campo para pelear. Eran aproximadamente cincuenta androides, no eran muchos, pero sí lo suficientemente armados para crearles problemas. La castaña siempre estuvo al pendiente de la joven Wakandiana, ayudada por Nébula o Rocket por turnos. No se dio cuenta cuando ordenó a los demás no usar sus mejores trucos, porque estaban siendo grabados por los robots para enviar esa información a Kang.
—¡Entendido! -corearon los Vengadores.
Ella se giró a Steve quien le sonrió debajo de su máscara, mostrando luego su escudo. Toni se quedó quieta apenas uno segundos, sacudiendo su cabeza antes de disparar sus cañones contra el escudo y crear un efecto doble de ataque contra los androides. Uno a uno, iban cayendo, siempre contenidos por el escudo de Shuri, siendo perseguidos por las flechas de Clint o aplastados por Scott. Aquel capitán de los robots se deshizo de Natasha y Bruce en su Hulkbuster, volando hacia la castaña a quien derribó, arrancándole la máscara en un gesto de confusión. Sus ojos mecánicos ajustando sus lentes al notar que era una mujer y no un hombre quien estaba dentro de aquella armadura en plateado y rojo, casi respingando al descubrirla.
—Tú no eres Tony Stark —habló con su voz mecánica el robot— Tú...
—¡Toni!
Steve lanzó su escudo, rebanando la mitad del rostro del androide quien no cedió, presionando sus cuatro patas contra el pecho de la castaña, atravesando el metal. Natasha jadeó, sintiendo que su reactor era presionado contra sus costillas, frunciendo su ceño al robot.
—Tú eres... Natasha Stark de Tierra 3490.
—¡Déjala en paz!
El cuerpo del Capitán tumbó al androide, usando sus manos enguantadas para arrancarle de una buena vez la cabeza. Llamando a su escudo para quitarle las extremidades que se sacudieron, rasguñándole el cuerpo. Una garra alcanzó su mejilla. Nébula le ayudó, terminando ambos con el intruso. Una vez caída la cabeza, todos los demás perecieron al acto, cayendo al suelo. Un grito de júbilo se hizo escuchar, mientras el rubio fue a donde Toni, quien ya se levantaba con una mano en su pecho que dolía un poco. Eso no era lo que realmente le preocupaba.
—¡Toni! ¿Estás bien? —Steve de inmediato le sujetó por un costado— ¿Necesitas un médico?
—Estoy bien. Solo dolió el golpe.
—¿Estás segura?
—Claro.
—¡Lo hicimos! —exclamó una feliz Shuri.
—¡VENGADORES! —rió Rocket, disparando al aire y luego maldiciendo cuando los disparos rebotaron y todos debieron cubrirse.
La castaña abrió una boca de pescado cuando un escudo vino a cubrirla, estampándola contra un fornido pecho cubierto por un uniforme azul con una estrella en el centro. Su armadura bien podía resistir esos disparos sin problema alguno, pero como era costumbre su esposo...
Jadeó, negando.
—Shuri, retira el campo.
—Sí, Capitán.
—Bruce, Nébula, hay que llevar algunos de los restos, tenemos que analizarlos.
—Sí, Capitán.
—Nat, el Quinjet.
—Sí, Capitán.
—Am... -Toni golpeó apenas un brazo del rubio con sus nudillos— ¿Ya puedes soltarme?
Rogers se puso rojo, aunque su máscara bien le salvó de que supieran que tanto, balbuceando cosas y felicitándola por pelear tan bien antes de dar media vuelta de la manera más torpe que el rubio pudiera haber mostrado ante ella. Stark le observó algo confundida hasta recibir ahora un codazo por parte de Nébula, quien le pasó de largo al llegar el Quinjet por ellos.
—Le importas.
Toni casi respingó al escucharle, olvidando por unos instantes que le dolía el pecho y que el androide que la había atacado le reconoció de su universo original. Volvió su mirada a esa espalda ancha perdiéndose dentro del Quinjet, llevándose una mano al corazón que seguía agitado, no muy segura si era por esas palabras de Nébula o por lo que había ocurrido con el androide. Tal vez ambas, pero la última era más preocupante. Si recordaba perfectamente las maneras de Kang, de seguro ahora ya sabía que Natasha Stark estaba en un mundo que no era suyo, ocupando el lugar del desaparecido Tony Stark. Kang no era ningún tonto. No iba a cometer el mismo error dos veces. Esta vez se iba a asegurar de matarla.
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