03 - Su nombre es Menma


-No entiendo porque razón se puso así... - se quedó viendo con detenimiento el rostro de la albina, maltratado por la fiereza de las lágrimas que habían provocado que esta cayera en sueño, exhausta de tanto llorar.

-Creo que debe ser por sus recuerdos... - Dijo Morgiana, acariciando el rostro de la joven dormida, a la cual arropo en la cama del ex magi.

Aladdin también había llegado a esa conclusión. Quizás algo que le había dicho hubiera provocado el surgir de una memoria oculta bajo camadas de niebla, o quizás hubiera sido alguno de sus gestos. Fuera lo que fuera, al parecer ni la propia jovencita había logrado captar la razón de sus pesares.

"Menma... ¡Oye, Menma!"

"¿Menma?... ¿Quién es Menma? – interrogo la pequeña deidad, sumida en un mundo únicamente de blanco, dejando que sus ojos azules, fueran la atracción de cualquier posible forma de vida que quizás existiera allí."

"Eres tú" - le respondió una dulce voz, una que ella no lograba saber si se trataba la de una mujer u hombre, pues parecía estar a millas de distancia.

-Menma... - susurró con una voz cargada de una inexplicable nostalgia.

Sus parpados se abrieron con lentitud, dejando finalmente expuestos sus hermosos ojos azules, los cuales desorientados buscaron cualquier forma de vida, que pudiera acogerla entre sus brazos y pudiera darle las respuestas al sin fin de preguntas que le atormentaban, pero dicho sujeto... No parecía existir en aquel lugar.

Tambaleándose, sintiendo unos mareos, abandono el lecho dándose su tiempo, hasta que finalmente sus pies descalzos captaron la agradable fibra de la moqueta que cubría hasta la última esquina de la habitación y de un impulso halló la libertad en el jardín de la vivienda, donde no tardo nada en desplomarse, gozando del aire tibio que le acarició el rostro como una dócil madre, así como del cosquilleo agradable que produjo el césped rozando sus extremidades expuestas.

El ambiente se adueñó de ella, sumiéndola en la oscuridad bajo sus parpados.

-Menma... - volvió a pronunciar aquel extraño nombre, que no parecía desconocer.

¿Sería ese realmente su nombre?

Repentinamente, un cuerpo pequeño y extraño comenzó a provocarle picor en la punta de la nariz, rozándole continuamente, el cual inevitablemente origino un fuerte estornudo, con el que Menma abandono su cómoda posición de golpe, propinándose con algo un fuerte encuentro con su frente, que la hizo soltar un chillido.

-¡Maldita mocosa! – chillo alguien más, captando la atención de una agonizante deidad.

-Oh... - esta, pareció olvidar cualquier dolor, cuando se halló con un peculiar muchacho de trenza negra y ropas bastante curiosas, que exponían sin ningún reparo su torso detallado - ¿Quién eres? – interrogo llevándose la punta del dedo índice a los labios, pestañeando con una irritante continuidad.

-¿Y tú quién eres, mono blanco? – interrogo borde, expresando un severo enfado en su ceño fruncido.

Sin duda, aquel tipo no era alguien agradable, dedujo Menma con facilidad, pero por alguna razón ella quería intentar entablar una conversación con él.

-Soy Menma, o eso creo... - Una sonrisa dudosa surgió en sus labios tenuemente rozados.

-¿Ah? – Judar la miro de la forma en la que se ve un bicho raro - ¿Es que eres tan burda que ni siquiera sabes tu nombre? Madre mía... - sacudió la cabeza con pesadez – además de fea, tonta... Ah bueno... - la señalo con su vara, viéndola con ojos entrecerrados - ¿Qué haces tú en la casa de ese renacuajo y compañía? ¿Me estás escuchando, mono blanco?

Las pupilas de la joven se dilataron casi al instante y las lágrimas volvieron a desembocar con fiereza, arrasando con el frágil manto blanco; su piel. Y como una autentica llorona, volvió a dejarse arrastrar por un intenso llanto, provocando que el ex magi Judar, se viera envuelto en una situación bastante catastrófica; una que no estaba dispuesto a soportar.

-¡Judar! – Aladdin fue atraído enseguida al escenario, nada más escuchar el llanto de la albina - ¡¿Qué le hiciste?! – le acuso, al mismo tiempo que le brindaba su apoyo a la pequeña niña, que se sumió caóticamente entre sus brazos.

-¿Quién es esa? – Se pasó por las narices sus acusaciones – Nunca la había visto por aquí.

Una chica como Menma, no pasaría desapercibida ni aunque así lo quisiera, porque tanto sus ojos como aquella cabellera blanca atraían la atención de hasta el más despistado.

Contarle a Judar sobre su extraña aparición podría provocar un disturbio, por lo que el joven mago, opto por ocultar esa información y soltar cualquier excusa.

-Familia de Ja Far-nii-chan – Soltó con una sonrisa deformada. Aunque debido a su parecido era una trola que podría colar perfectamente.

-¿Quién es ese? – pero la inocente de Menma hizo clara la evidente mentira.

-¿Ah? ¿A qué se debe esa mentira? – El mago oscuro, quien había estado flotando todo el tiempo utilizando su magia, finalmente poso los pies en el suelo, fijando al mago de trenza azul con la mirada de un felino desconfiado.

Aladdin dejo que su mirada se arrastrara por el suelo, en busca de alguna mentira más convincente, pero al ver la mirada inocente de la albina clavada en él, supo que mentir no sería posible, así que opto por cambiar de estrategia.

-¿Viniste a visitarnos, Judar? – Ayudo a la joven a ponerse de pie junto a él – Hacia tanto que no te veía... - dio un pequeño empujón a la joven, indicándole que se marchara.

Menma se quedó un rato confundida viendo a su amigo, pero pocos segundos después decidió hacerle caso.

Lástima que Judar se interpuso, fijando peligrosamente su mirada en los azulinos de Menma, quien retrocedió sintiendo una repentina mala sensación.

-¡¿Quién eres tú?! - Judar recurrió finalmente a su mala entraña y tomo del collarín de su vestido, a una pequeña ahora encogida, quien tenía sus pupilas tan dilatadas que parecían haber desaparecido - ¡Responde! – le grito ferozmente.

-¡Ah, Judar!

Una luz extremadamente intensa, perturbo la visión de todos los presentes, especialmente la de Judar, quien aun después de haber dejado su lado oscuro en el pasado, no había logrado aceptar la exagerada fuerza de aquella luz.

-¡¿Qué sucede?! – grito el mago negro, al mismo tiempo que sacudía una de sus manos, con el deseo de apartar toda aquella claridad que le asombraba.

-Esta luz... - susurro Aladdin con un temblor en su voz.

Aquella luz... Había estado acompañándole durante años, apoyándole en las luchas que había tenido que hacer frente en su largo camino, sin embargo, ahora esa luz no se hallaba brindándole a él su calor. Este, aleteaba en una danza, rodeando el cuerpo de la misteriosa albina, quien solo sabía soltar sonidos de emoción, observando con sus ojos enormes las mariposas doradas que se posaban libremente sobre su cabeza, hombros y manos, llenando de dicha el corazón asolado de ella.

-¡Son hermosas! – aplaudió encismada por aquella belleza tan irreal que le daba la fortuna de ser la única privilegiada en ser bañada por ella.

-No puede ser... - retrocedió Judar, estupefacto ante aquel escenario que nunca más pensó en presenciar – Ya nadie es bendecido por Rukh... - quiso convencerse que estaba únicamente alucinando, pero al tener a alguien más como testigo hacía imposible esa posibilidad – Esta mocosa... Menma...

-¿Menma? – Aladdin vio confundido al mago, quien parecía haber olvidado su presencia también en el local, y luego retomo su mirada a la joven, quien sumergida en la inocencia había comenzado a corretear por el jardín, con sus compañeras, las mariposas del Rukh – Ella... Menma.

Hasta ahora, no había podido llegar a comprender como una presencia tan inocente podría ocasionar cualquier disturbio, pero después de haber sido testigo de aquel acontecimiento, Aladdin supo que esta noticia no solo sacudiría su tierra, sino todos los continentes.

Los magis hacían parte del pasado y ahora no eran más que magos comunes, conocidos como antiguos héroes, sin embargo, una Magi había aparecido de la noche a la mañana; una pieza única, que todos llegarían a desear, lo que provocaría el pánico en todas las naciones.

Entre el jaleo formado por entre nobles de varias naciones, un golpazo provocado por un martillo de madera sentencio el escándalo, haciendo que todos los presentes se giraran y fijaran su mirada en Kouen Ren quien representaba la viva imagen de alguien a quien deberían rebajar su rostro y sellar sus labios en señal de respeto.

La noticia sobre el nuevo aparecer de una Magi había unido nuevamente a las naciones, pero no precisamente en una plática amistosa. Era obvio que los demás países no estaban afines que el imperio Kou se quedará con ella, teniendo en cuenta que en el pasado fueron la mayor amenaza; y era allí donde Aladdin y compañía la habían llevado, después de una exigencia por el mismísimo Kouen, quien aún sin sus compañeros Djinns era alguien que imponía el temor.

-Ciertamente, no parece peligrosa... - apoyo la princesa Ren, observando desde el barandal de su ventana a la joven albina, quien era entretenida por un sencillo juego de magia a mandos de Judal.

Aladdin sabía que podría contar con el apoyo de la princesa, pero aun así sentía que el caos estaba a punto de sumir una vez más al mundo en un oasis de peleas y más odio, provocado por el temor de saber que una existencia mayor se hallaba en manos del imperio más peligroso en su antigüedad. Incluso ahora no estaba seguro de haber tomado la decisión acertada...

La información se había esparcido como si hubiera sido expuesto en el periódico diario que entregaban de puerta en puerta a cada uno de los residentes en el pueblo; pero es que ciertamente, la enorme cantidad de Rukhs no había sido posible de ocultar.

-Pero aun así... Sabes lo que significa su aparición, ¿verdad? – Sus orbes rosados se ciñeron sobre los azulinos del muchacho, quien encogió de hombros, sumiéndose en sus pensamientos - ¿Estás muy preocupado por ella? – interrogo súbitamente, optando por una expresión que el ex magi no recordaba nunca haber visto; una sumida en una especie de pena.

-¡Por supuesto que me preocupo por ella! – apretó su bastón entre su mano, viendo como un padre sobreprotector a la ingenua muchacha, quien seguía jugueteando, ausente al asunto serio que tenía su nombre – Ella... De cierta forma me recuerda a mí...

La monarca bajo la mirada hasta quedarse perdidos en los pies de su amigo, los cuales vio desaparecer instantes después, y para cuando alzo la mirada, él ya había abandonado la habitación y se hallaba en el jardín, aproximándose a la sensación del momento, quien soltaba reproches dado a que el mago oscuro la elevaba de un pie, sacudiéndole como un bicho raro.

-Oye... - Aladdin alzo su bastón e haciendo uso de su magia libero a su amiga de las garras de aquel ser perverso quien se carcajeo al ver los mofletes perfectamente hinchados de la muchacha.

-¡Te dije que quería volar! – se quejó, como una niña con berrinche.

-¿Y acaso ya no estabas volando? – se carcajeo con descaro, dando continuos golpes en la cabeza de la muchacha con su varita - ¡Oye! – Hasta que los papeles intercambiaron en el momento que Menma decidió hacerse con el poder de la varita - ¡Dame eso! – ahora era Judal quien parecía un niño; pero uno de esos que dan miedo.

-¿Yo puedo usar magia también? – cuestiono a Aladdin, ignorando los reclamos del magi oscuro, esquivando sus desesperados intentos por recuperar lo que era suyo.

-Bueno... - Aladdin se vio frente a una encrucijada. No es como si una magi no pudiera hacer uso de la magia, sin embargo...

-¡Claro que puedes! – Chillo Judal cuando finalmente logró arrebatarle la varita - ¡Eres una magi! – declaro como si aquella información no fuera nada relevante, así, con aquella pose de a quién le importa tres pimientos el pensamiento de la gente.

-¿Magi? – El ex magi fue alumbrado por los enormes ojos de la muchacha, que lo enfocaban en busca de una explicación - ¿Eso es lo que soy, Aladdin-san?

-Ah... Sí... - asintió dudoso.

-¿Y eso es increíble? – parpadeo curiosa, disminuyendo la corta distancia que había entre ella y el de trenza azul, quien se sintió ciertamente apenado ante el contacto de las manos de Menma posadas en su pecho.

-¡Lo es! – repentinamente una voz se alzó, lo que logro descolocar a los tres presentes, quienes casi al mismo tiempo captaron la imagen de la monarca, quien incluía un distinguido ceño fruncido, fijo en los orbes azules de la joven albina, quien se señaló confusa – Eres la única magi que existe en estos tiempos.

-¡Wow! – Los ojos de Menma se abrieron estrepitosamente – En ese caso, ¡yo soy genial! – aplaudió dando vueltas en una especie de danza infantil; danza que duro apenas unos segundos, hasta que su persona casi se abalanzo sobre la joven monarca, quien se vio descolocada por la acción casi instantánea – En ese caso, ¡¿Puedo realmente hacer magia?! – sus ojos resplandecían como dos únicos farolillos perdidos en la inmensidad de la noche.

-Ah... Así es – asintió Ren, cubriéndose parte de su rostro con una de las mangas de su vestido.

-¡Quiero volar! – Exigió ahora a su amigo de cabello azul, quien se vio asombrado por la repentina aparición - ¡Enseñarme, Aladdin-san!

Aquella deslumbrante sonrisa aparecía siempre, con la intención de hacer perder la razón al joven Aladdin, quien se llenaba de ternura ante toda aquella inocencia. Con una sonrisa así, era imposible darle un no por respuesta.

-¡Esta bien! – esas fueron las palabras que hicieron a Menma estallar en enorme saltos de alegría.

-Ah, Aladdin... - la joven monarca le susurró a Aladdin – Es peligroso enseñarle sea lo que sea, puede que ahora sea alguien inocente, pero nadie sabe que pueda suceder si desenrolla su magia. Además, sabes el estado democrático en que los países se encuentran ahora, si llegan a conocer sobre este suceso, podrían comenzar los rumores de que estamos preparando a la joven magi para una nueva conquista, y eso es...

-Está bien, Kougyoku-onee-chan – posó la mano sobre el hombro de su amiga, pasando por alto el misterioso temblor que este contacto ocasiono en su contraria – No creo que pudiera hacer mucho con solo saber volar.

La soberana asintió únicamente, tiñéndose de una camada de rojo, ciertamente adorable y de acorde con sus vestimentas.

-Bah... - asqueado por la escenita, el aburrido Judar, tuvo la ocurrencia de lanzarle una minúscula lanza de hielo a la joven saltarina, provocando que del susto esta se desparrama de rostro contra el suelo.

-¡Menma! – y con esto, se rompió el ambiente rosado que se había originado entre la estúpida parejita, con Aladdin yendo a socorrer a su torpe amiga, quien se reía con inocencia, sin tener ni la menor idea de que su caída había tenido culpable.

Aunque las orbes rosadas fijas en el mago de cabello oscuro, quien se reía a carcajadas, hizo saberle que alguien más si se había dado cuenta.

-¿Y Menma-san? – interrogo la princesa de Kou, observando al muchacho de trenza azul con determinado interés.

La oscuridad, opacaba el color que se repartía como pinceladas en un manto, sobre las mejillas de la soberana.

-Ya se durmió – informo con un cariño tan grande que hizo que el corazón de la princesa se tambaleara, sintiendo una angustia incontrolable – Estoy realmente preocupado por ella... - dirigió su mirada a la puerta donde la albina descansaba en aquellos momentos – Esto podría ocasionarle mucho dolor...

-Sí... - salió vagamente de los labios de la contraria quien también observo la puerta sintiendo varios sentimientos que se contradecían entre sí.

El ex magi comenzó a caminar por el largo pasillo tenuemente iluminado junto a la soberana, quien únicamente mantenía la mirada fija en el rostro de perfil del muchacho, el cual había robado cualquier otro punto de visión para ella.

-¿Cómo corrió la reunión? – cuestiono repentinamente, sintiendo una notable angustia que no pudo contener por más tiempo; la que había estado guardándose debido a que toda la tarde se la había pasado enseñándole a la pequeña flor como podría volar, labor que se resumió en una tarde de torpezas por parte de Menma, quien termino exhausta.

-Ah... - Ren hizo memoria de las palabras poco comprensibles de su hermano, ya que su cabeza en aquellos momentos estaba ocupada con el rostro de Aladdin y la nueva presencia que había hecho cuestión de robarse muchas sonrisas de él, en el poco tiempo que había estado allí.

"Aun cuando apenas le conocía..."

-Menma será confiada a una isla, donde un personaje de todos los continentes se quedará vigilándola – De entre la oscuridad del jardín, el cual quedaba pegado al pasillo donde ambos se hallaban, surgió Alibaba detonando también preocupación.

-¡¿A una isla?! – El rostro del joven mago se descompuso - ¡En ese caso, yo iré con ella! – antepuso su bastón, determinado.

-Eso no será posible... - la princesa salió de su silencio, deparándose con las orbes descolocadas del mago – Los acompañantes ya han sido elegidos. Hicieron cuestión de excluir a cualquier persona que ya haya tenido contacto con ella...

-¡¿Por qué harían eso?! – la exaltada preocupación de Aladdin, provoco mayor dolor en el corazón ya malherido de Ren, quien no tuvo más remedio que apretujar sus labios forzándolos al silencio.

-¡Me parece que esa muchacha tiene los días contados! – El despreocupado Judal irrumpió en el peor de los momentos, provocando que su cero importancia alterara más al joven de trenza azul, quien se marchó perdiendo los cabales – Cielos... Tanta preocupación por ese mono blanco... - soltó con pesadez, encogiendo de hombros.

Los dos restantes, fijaron una mala mirada sobre el ex magi oscuro, quien previendo que vendría uno de aquellos regaños pesados, se dio la vuelta sobre sus talones y se marchó por el mismo lugar de donde vino.

Los pertenecientes a aquella conversación no pudieron pegar ojo aquella noche; incluso el mal entrañado de Judal, quien aborreció su soledad sobre la rama de uno de los árboles del jardín. 

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