Capítulo 6

Scott estuvo viviendo conmigo las siguientes dos semanas en mi departamento (no pasó nada como besos o sexo: nada en absoluto, solo nos dedicamos a  disfrutar la compañía del otro), se quedó a dormir en la habitación de huéspedes y hasta Hades lo amó, disfrutaban de su compañía el uno del otro y en ningún momento intentó morderlo o rasguñarlo y, aunque hubiera sido el caso, yo hubiera defendido a Hades contra Scott si pensaba en hacerle algún daño: como gritarle, regañarlo o decirle alguna palabra subida de tono.

En marzo de ese año me puse a ensayar en un estudio de baile cerca del estudio de grabación, un salón de ensayos rodeado de calles adoquinadas, porque, a pesar de que mi álbum era compuesto de muchas baladas, me pidieron que por lo menos caminara o que, en medio de una canción y otra, hiciera un mashup/cover de una canción que tuviera coreografía y me pusiera a bailar. Fueron horas y horas de ensayo; días enteros en los que tenía que ponerme a cantar, hacer ejercicio y tener una dieta sumamente estricta, nada de: chocolate, refresco, postres, comida rápida; básicamente nada que pudiera contener calorías, mucha grasa o algún exceso de azúcar.

A la vez sí echaba de menos estudiar en Apple White porque en mi último año conocí a Lezley Anderson; mi mejor amiga de los últimos años, Candy Ryan, Ryck Hummels y Logan Queen; mi novio por casi tres años (2017/2020; nos faltó muy poco para cumplir 3 años, pero es que llegó Richard Vallaj a mi vida y supe que no podía dejarlo ir tan fácilmente). Hablando de Richard…, ay, Richard…, ¿qué había pasado con él? No le di la mayor importancia) mejor me dediqué a ensayar mis pasos de baile del mashup entre una canción que hablaba sobre lo sexy que yo era (además de tener conocimiento de ello, claro) con otra que decía ser el himno de una fiesta y esas canciones tenían cierto tipo de coreografía bastante específica (tal vez así es como lo vi, tal vez fue un poco más fácil), pero ese día publiqué una selfie frente a los espejos del salón en mis historias de Instagram de mi coreógrafo, mis bailarines de refuerzo y yo; puse la ubicación en la Instastorie y le di «enviar».

A mitad del ensayo, me dieron ganas de ir al baño, así que fui al baño y aproveché bien ese momento para checar mis redes sociodigitales, responder un par de mensajes y tomarme una selfie en el espejo del baño (después la subí a todas mis redes). Regresé apenas unos minutos después de haberme ido, pero escuché su voz un poco antes de reingresar al salón donde estábamos ensayando para mi concierto. Se encontraba haciendo bromas de sí mismo acerca de lo blanco y rubio que él era. En ningún momento me mencionó, entonces decidí entrar (porque esperaba que me mencionara para entrar y dar una gran entrada; mas eso nunca pasó).

—¿Continuamos con el ensayo? —pregunté en cuanto entré en el salón y Richard, junto a las demás personas, volteó a verme—. ¡Hola, Richard! Siempre es un gran gusto verte —tuve que haberlo saludado, porque, de lo contrario, hubiera sido muy incómodo, pero sí fue incómodo de todos modos; mi actitud fue bastante fingida.

—¿Qué hay, Louis Gerald? —parecía que a Richard Vallaj también le daba lo mismo verme. Muy bien, Richard, ¿quieres jugar? ¡Que los juegos comiencen entonces!

—Sigamos con el ensayo —todos me echaron una mirada rara—. ¿Dónde están mis modales? —me di una head palm por mi falta de educación—. ¿Por favor podemos continuar con el ensayo?

—Ya acabamos —habló Camila, una de mis bailarinas—. No pasó mucho después de que te fuiste al baño para terminar el ensayo por hoy —oh, genial, evidentemente, me perdí de cómo reaccionaron cuando vieron a Richard Vallaj llegar; pero eso ya se veía venir—. Después llegó este apuesto jovencito… ¿cuál era tu nombre, perdón? —se quedó callada por un rato tratando de recordar el nombre de Richard.

—Richard —ambos; Richard y yo, hablamos al mismo tiempo y nos sonrojamos sin haber querido hacerlo, Camila se echó a reír. «Tal vez ya esté volviendo el sentimiento que ambos teníamos dentro de nosotros —fue lo que pensé—. No sabe cuánto lo amo y cuánto lo extrañé, me da un gusto enorme verlo aquí conmigo».

—Sí —tomó un poco de agua—. Te decía: llegó Ricardo y comenzamos a platicar con él; no pensábamos dejarlo pasar, pero él insistió en entrar y dijo que era un gran fan tuyo, también dijo que te conoce, ¿le hacemos caso? ¿En verdad conoces a este güero tan guapo?

—Sí, sí conoce a este «güero tan guapo» como tú me acabas de nombrar —Richard de nuevo no me dejó hablar, pero por alguna razón no me podía enojar con él; Richard era tan perfecto—. ¿Verdad que sí, Louis Gerald?

—Eso supongo.

—¿Qué carajos? —está bien, sí estaba furioso.

—Le preguntamos cosas sobre ti y las sabe.

—Apuesto que le preguntaron cosas que están en Wikipedia o en cualquier otra página de internet que esté repleta de chismes sobre música que le gustan a los adolescentes —puse mis ojos en blanco.

—Sí, pero se saludaron en cuanto regresaste del baño.

—Sí, tal vez sí lo hicimos me sonrojé un poco debido a que me autodelaté—. Sí lo conozco, de hecho, tenemos historia; una historia muy bella —les conté a todos sobre Richard y yo.

—Esa historia está en internet —Richard me interrumpió a la mitad de contar lo que estaba contándoles.

—Perdón, pero ¿qué acabas de decir, Richard? ¿Nuestra historia está publicada en internet? ¡Dios, no la veía venir! ¿Qué más? —¿mala actuación? Tal vez, ¿sarcasmo? Definitivamente, pero en serio no lo sabía.

—Está en internet —Richard lo repitió.

—¿Cómo sabes que está en internet? ¿Estás muy seguro de eso? —tengo que admitir que sí entré en pánico y sentí una gota de sudor frío bajando por mi frente.

—Sí, estoy seguro. Y lo sé porque la leí y porque yo la publiqué —pensé seriamente en lanzarme contra Richard; darle un par de puñetazos y tal vez dejarle un par de moretones. Probablemente, yo habría terminado muerto.

—Perdón, pero ¿con el permiso de quién o por qué hiciste lo que hiciste, Ricardo? —claramente, no me calmé ni lo intenté hacer.

—¿El mío? Y no me llamo «Ricardo» —Richard dio un par de pasos al frente y se acercó a mí—. Tal vez lo hice porque también es mi historia y porque tengo el derecho de publicarla. Además de dar mi punto de vista.

—Ok, creo que nosotras y nosotros nos vamos de aquí ahorita mismo —Camila y el resto de los bailarines se dirigieron a la puerta de salida del salón de ensayos.

—¡Alto! —levanté mi mano derecha, extendida a la altura del corazón—. Voy con ustedes —volteé a ver a Richard—. El ensayo terminó por hoy y ya lo sabes, las puertas se cierran.

—Me rindo —habló Richard—. No publiqué la historia y es mentira que está en internet, pero es que me estás tratando con tanta indiferencia que inventar algo fue una manera perfecta de que enfocaras tu atención en mí. Ni siquiera sabes cómo es que llegué al estudio o cómo es que supe que estás aquí.

¡Eso es pura mierda! —grité y, todas las personas que se encontraban ahí, voltearon a verme con una mirada preocupada—. Supiste que estaba aquí porque lo subí a Instagram hace un rato cuando fui al baño. Debí haberme tardado mucho, porque estabas aquí en cuanto ingresé nuevamente al salón para seguir ensayando.

¡NO ES MIERDA! ahora sí Richard me gritó en inglés y él casi no lo hacía—. Estoy tan jodidamente enamorado de ti y me tratas tan mal; como una mierda, que no entiendo por qué.

Porque no recibí una maldita llamada tuya en navidad ni en año nuevo, porque se suponía que habías vuelto a París el pasado octubre y no me buscaste cuando volviste a París desde Suiza, parecía que mi vida no te interesaba en lo absoluto, porque no me llamaste, estoy harto de esta cosa en la que apareces en mi vida y me vuelves a dejar solo y triste. ¿Así será siempre? —estaba bastante seguro de que Camila y el resto de gente no entendieron nada de lo que le dije a Richard, porque le hablé en inglés.

Mira, lo siento, lo siento mucho por las cosas que hice y por las que no hice. Ya no quiero seguir peleando contigo por nada, ¿de acuerdo?

¿De verdad crees que todo está arreglado ya? ¿Solo con que hayas venido? grité tan fuerte como pude y como mis pulmones lo permitieron—. Que vengas a verme a México no significa que ya te haya perdonado por todo el infierno que me hiciste pasar.

Es sólo que no estoy seguro de que me entiendas, no sabes cuánto he sufrido por ti y odio que no me creas. Ya te lo dije antes y te lo repetiré: culpas mucho el pasado, guapo y créeme que no está nada bien Richard y yo estábamos discutiendo frente a frente como si de un drama de una película americana se tratara.

Ahora escúchame, por favor creía que él también pensabs lo mismo que yo—. No quiero que sigamos peleando, ya no quiero pelear más contigo estaba hablando como si fuera un actor en la típica película cliché americana y, por alguna razón, me gustaba sentirme el main character de un drama adolescente.

—Richard —Camila vio que nuestra discusión no iba a terminarse pronto y decidió entrometerse, todo esto porque, la gente que estaba ahí quiso cantarme una canción muy especial. Camila, junto al resto de bailarines, comenzó a cantar la canción principal de una película de Disney de la década de los 2000. Aparentemente, el tiempo en que Richard y yo estábamos peleando, Camila y el resto lo usaron para ver el video musical de dicha película.

—¿Entendiste algo de lo que dijimos, Camila? —al terminar de cantar, y bailar, fue que le pregunté a Camila sobre nuestra discusión, Camila respondió que sí supo de lo que estábamos hablando y sobre nuestra discusión.

—¿Lo vas a perdonar o no? —ahora fue gracias a Daniel (un bailarín de repuesto) que tuve que tomar una decisión rápidamente.

—No sé, ¿debería hacerlo? —Daniel y Camila me dijeron que, en su opinión, sí debería hacerlo porque Richard se había ido a verme a México y ya, esa era la única razón por la que debí perdonarlo—. Ok, les voy a comentar algo que quizá ninguno de los dos sepa: él se fue y ni siquiera se despidió de mí, cuando desperté aquel día de octubre, desperté confundido y sin él abrazándome o dándome un beso de «buenos días». No hubo un carajo de eso, encuentro un sobre con un dibujo handmade mío, la letra de una canción muy popular y cuatro cartas explicándome por qué desperté solo y cómo es que salió de su casa; nuestra casa, sin hacer ningún tipo de ruido. Después de prometerme el cielo y las estrellas, solo me dio días y noches en donde no podía dejar de llorar ni de lamentarme porque él no estaba en mi vida…

¡Deja ya de hacerte la víctima, por favor, ¿quieres?! —tal vez pareció que dejé de hablar, y de contar la historia, pero realmente no fue así—. No les estás contando mi versión de la historia, ¿se las cuento yo?

—Cuéntanos, Richard.

—Mi papá es dueño de una gran empresa y está expandiéndose a mercados internacionales, el día que tuve que dejar a Louis Gerald, fue porque mi papá me despertó y me dijo que tenía que irme a Suiza porque ahora yo iba a ser quien lidere la empresa allá. Lo que él busca en mí es que yo tenga el control de las empresas y sea el jefe de los jefes, mi papá quiere que yo sea su suplente desde el día en que él pase a mejor vida. ¿Cómo terminé tan rápido el dibujo? Sencillo, ya lo tenía hecho porque pensaba dárselo , junto con otras cositas más, en navidad. Pero ya no pude darle nada porque mi papá estropeó mis planes y tuve que esperar casi un año para vernos, digo que «casi» porque nos reunimos su exnovio y su mejor amigo para darle un concierto, fue mi idea, y pedí unos días libres para preparar todo, de hecho, fuimos los teloneros de Louis Gerald cuando cantaba covers en L'Olympia en París: la Ciudad del Amor. Hasta un día antes de irme, Louis Gerald me trató mal, pude sentir su indiferencia y cómo es que yo le daba lo mismo. Según él, lo hizo porque quería acostumbrarse a la idea de que yo ya no estuviera junto a él, quería evitar el dolor de no poder estar conmigo. Él está contando lo que le conviene, lo cual no me parece justo, ¿verdad, Gerald? —se dirigió a mí—. Porque siempre me hace quedar como el malo a mí y yo les estoy contando lo que me hizo y por qué hice lo que hice.

—¿Dónde estabas cuando pasé días y noches llorando? ¿Tú también pasaste días y noches llorando en tu habitación? ¿Te lamentaste cada segundo por haber sido una mierda contigo antes de irte a Suiza? ¿Lloraste en tu propia fiesta de cumpleaños porque ni siquiera te tomaste la molestia de llamarme?

—Tú tampoco me llamaste en el mío; el cumpleaños más aburrido que pasé, tengo que admitirlo.

—¿Eso qué carajos importa, Richard? ¡No tienes que ser rencoroso con nadie y hacer lo que otros te hacen! Nunca es bueno pagarle a la gente con la misma moneda.

—¿Qué hiciste el día de mi cumpleaños? ¿Un concierto? ¿Grabaste algún cover? ¿Escribías alguna canción? ¿Qué hacías? Cuéntame.

—Llorar —golpe bajo para Richard, y tal vez fue bastante innecesario, él solo se quedó callado con los ojos y la boca abiertos de par en par—. Cierra la boca, Richard, hay moscas.

—¿Puedo darte un abrazo muy fuerte?

—El daño ya está hecho, pero lo acepto.

—¡Esperen un segundo, no se den ese abrazo! —ya estábamos a punto de abrazarnos cuando Camila nos interrumpió y no dejó ni que nos acercáramos el uno al otro.

—¿Por qué no?

—Probablemente me despidas después de esto, Louis Gerald, pero lo diré: escuché que Richard dijo que está enamorado de ti, no escuché que dijeras lo mismo, ¿tú realmente aún lo quieres o ya se apagó esa flama que había dentro de ustedes? Y además de esto, te estás comportando muy tóxico con Richard por reclamarle todo el dolor que sentiste por él, ¡ni siquiera fue su culpa para nada! Se fue por culpa de su padre y tú estás siendo muy egoísta con él.

—Tampoco te contó que tenía novio y que también fue una razón para que yo fuera a verlo a Francia. También le juré que jamás volvería a verlo, pero aquí estoy con él como el idiota que soy y siempre seré —gracias, Richard—. Y se le olvidó comentarte que gracias a él me llegaron miles de mensajes con discursos de odio y recibí mucho acoso, ya que él hizo una «Justicia a All Too Well» sin saber que Taylor Swift lanzaría el video musical de la versión de diez minutos de dicha canción.

—Un minuto, por favor, ¿tuviste novio? ¡Carajo, Louis Gerald! —parecía que Camila, Tania, Daniel y el resto de mis bailarines estaban muy metidos en el chisme; solo faltaba que tuvieran sus botanas y estuvieran comiéndolas. Giré mi cabeza y ¡oh, sorpresa! ¿Qué había ahí? Uno de mis bailarines llevaba algo de comer.

—Fue un imbécil que solo me usó para promocionar su nuevo CD —lo dije, tal vez Richard no lo sabía, pero alguien tenía que contárselo—. Y tal vez sí le mandaron mensajes con discursos de odio pero no fue mi culpa. Yo nunca les dije que le enviaran mensajes de odio a Richard, mucho menos les puse un arma en la cabeza para que lo hicieran.

—Pero tuviste novio ¿y también juraste respetarlo o eso lo malinterpreté?

—Malinterpretación —traté de explicarle todo a Richard, sí hice lo mejor que pude para que me creyera—. Salí con él porque me sentía solo y te extrañaba, necesitaba amor en mi vida y él se ofreció a dármelo. Lo tomé e intenté que nunca te dieras cuenta, evidentemente, fallé en ese aspecto, me arrepentí tanto porque yo juro que vi a tu fantasma la noche que Tom me pidió que fuéramos pareja, tú me decías que si de verdad estaba dispuesto a olvidar Louchard y si él podría llegar a reemplazarlo, que estaba muy feo. Básicamente me decías que no podía ser feliz con nadie más que solo contigo.

—¿Y crees que eso es algo que yo haría, Louis?

lo hiciste —fue mi momento de atacarlo, un poquito, ¿por qué me comportaba tan mal? Dios, sí necesitaba terapia psicológica—. Bueno, tu fantasma; que mi imaginación creó, lo hizo —tampoco le eché la culpa por completo.

—Pero ¿en serio crees que el yo de verdad lo haría? ¿Crees? —negué con mi cabeza—. Solo te dije que seas feliz con él y que te olvidaras de mí.

—Se veía muy real y yo creía que de verdad eras tú, prometí que te esperaría; y me dijiste que siguiera con mi vida como si nunca nos hubiéramos conocido.

—Porque no quería que sufrieras cuando me fui.

—Te falló, porque sí sufrí y lloré como nunca había llorado por alguien, porque en tan poco tiempo me hiciste sentir que yo era tu todo y que me amabas como a ningún otro.

—Te amo como nunca he amado a alguien, te amo porque me haces sentir especial, te amo muchísimo y jamás me arrepentiré de decirte lo mucho que te amo y lo mucho que me has hecho falta.

—¿O lo amas o no lo amas, Louis Gerald? Esto ya es aburrido, en serio —querida Camila, créeme que ni siquiera yo lo sabía, igualmente: gracias por la pregunta tan coherente que hiciste en el momento menos indicado—. Si a mí el güero me dijera todo lo que te está diciendo, créeme que me iría con él y más porque se nota que sí te ama y mucho.

Bueno, ya basta, por favor —hice la expresión hands down, intentando controlar lo que estaba pasando.

¿Me amas? —Richard se colocó frente a mí.

Sí, te amo, y mucho, Richard —le respondí al borde de las lágrimas.

Eso era todo lo que necesitaba escuchar de ti, Louis —se acercó a mí y me dio un tierno besito en la comisura de mis labios.

—Te amo —alcancé a decirle, por encima de todo y de todos—. No te vuelvas a ir —me tomó por la cadera y yo lo tomé por los hombros—. No me dejes solo, por favor.

—No te puedo prometer que no me iré otra vez y lo siento —bajé la mirada, supe que Richard estaba viéndome, porque sentí su mirada. Difícil de explicar—. Pero siempre estaré para ti, en tus buenos, malos, mejores y peores momentos. Solo si tú me lo permites.

Lo tomé por la cabeza y nos hundimos en un profundo beso francés con ambas lenguas peleando por querer dominar la boca del otro, como siempre, perdí la batalla contra Richard. Él sabía usar la lengua muy bien y eso era algo que me había vuelto loco desde el segundo en qué su lengua pudo entrar en mí.

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