Capítulo 12
¿No lavar nada de trastes, quedarte con toda la basura de semanas; tanto orgánica como inorgánica y echar a perder tanta carne? Eso fue lo que Jair nos comentó (a las pocas personas que nos quedamos ahí para averiguar qué era exactamente lo que pasaba con él) acerca de por qué su departamento apestaba a muerte. Como ya no quedaba nada por hacer, decidí irme del edificio donde vivía Jair.
—¡Oye, Louis, ven! —pero me detuvo antes de irme y una vez que estuve junto a él, sentí que me iba a matar o algo—. ¿Qué carajos haces aquí?
—Yo solo quería saber si estabas o no estabas bien. Llevas dos semanas faltando al trabajo, quería ver si las cosas estaban bien, pero resulta que hay un aroma en tu departamento que apesta a muerto, o carne podrida, y básicamente entré en pánico —sí, me sentí ofendido.
—Sandra te pudo haber visto; ¿se te ocurrió qué pudiste haberle dicho?
—Sí, algo como la verdad: decirle que estoy preocupado por ti ya que llevas un par de semanas faltando al trabajo —y es que esa era la verdad—. Nos tenías con una preocupación horrible.
—Es lindo que se preocupen por mí y en especial tú; tengo que admitir que me pasé de la raya y sí les metí un buen susto a la disquera entera y sus contribuyentes.
—¡Es tu trabajo!
—¿Y?
—Y que en un mal movimiento estás despedido —fui franco y directo con él, no quería que lo despidieran.
—Lo sé; créeme que a veces ya no quiero trabajar ahí, no me desaparecí por completo, ¿sabes? Estuve haciendo un poco de Home Office. Me sorprende que nadie te lo haya dicho aún. Suelo desaparecer por semanas enteras y luego vuelvo como el ave fénix.
—Apuesto a que te acostumbraste por la pandemia, ¿verdad? —recordé que muchas de las personas que vi, no llevaban cubrebocas y yo era el único idiota con mi cubrebocas puesto—. Aquí ya no se cuidan de la pandemia, ¿no?
—Se lo toman mucho a la ligera, sí —y al parecer él también se tomaba a la ligera el tema de la pandemia.
—¿Por qué carajos acumulaste tanta basura y dejaste que la carne se pudiera bajo el sol, Jair? —dije esto con un tono de voz bastante molesto y con poca dulzura en mi voz.
—Pista: no fue a propósito ni fue planeado y mucho menos yo quería que esto pasara o que vinieran a buscarme mis vecinas y vecinos —tengo que admitir que, aunque él dijera que no, sí pareció que hubiera sido premeditado.
—¿Qué estás tratando de decirme? —se acercó a mi oído.
—Es que me fui de viaje y olvidé todo, me acordé estando allá y no iba a regresarme, también fue un buen experimento social. Regresé hace diez minutos —susurró, ya que estaban pasando algunas personas, haciendo caras raras, y cubriendo su nariz por el aroma tan asqueroso que había dentro de su apartamento, que vivían en el edificio donde vivía Jair.
—Perdón, pero ¿qué fue lo que acabas de decirme? Creo que no te estoy entendiendo del todo bien con respecto a lo que dices.
—No pienso repetirlo en voz alta, debido a que me da muchísima vergüenza admitirlo. It is what it is.
—¿Qué clase de enfermo mental haría un experimento social echando a perder tantos alimentos en buen estado y dejando un aroma muy desagradable en lugar de un olor un poco más placentero? Dime, porque creo que ninguna persona cuerda lo haría —miró de derecha a izquierda para asegurarse que no había gente pasando cerca de su departamento.
—Un poquito más de discreción, por favor. Alguien podría oírte y eso no me gustaría para nada.
—¿Qué me harías si alguien se llegara a enterar de que lo hiciste por probarle algo a alguien?
—¿A ti? Nada; pero a tu novio… —se me erizaron los vellos de la nuca cuando entendí que hablaba sobre Richard—, él sí sufriría un poquito.
—No lo toques —me puse bastante serio debido a que Jair tenía algo en mente para hacer sufrir a Richard—. Que no se te ocurra hacerle algo —que alguien se metiera con la persona que más amabas, era algo muy bajo. A mí me podrían hacer lo que quisieran, pero si se trataba de algún allegado, o allegada, mío sí habría severas consecuencias.
—¿O qué? —su voz era desafiante, Jair sí era un enfermo mental. Pero no tenía por qué decírselo, así que se lo oculté y me lo ahorré. En lugar de eso, solo dije:
—No diré que, por idiota, olvidaste limpiar toda tu casa y dejaste que la carne se pudriera y que así se formara un asqueroso aroma. Oh, y todo por irte de viaje.
—Perfecto —aquí es cuando realmente comencé a preocuparme, habló con un tono tan condescendiente.
—¿Solo me contaste que olvidaste arreglar tu casa y olvidaste la carne afuera para que se pudriera y así poder amenazarme? —y es que, nuevamente, es como si esa parte de mi vida ya la hubiera vivido con anterioridad, ya que me acordé de lo enfermo que estaba David y que él también estaba enamorado de mí; incluso me amenazó con borrarme del mapa (y estoy seguro de que he didn't mean it), pero David era otro tema.
—¿Y qué si lo hice? —me miró con una entremezcla de diversión, maldad, enojo, sorpresa y alegría; no creí que hubiera una mezcla de tantas emociones, pero al parecer sí la hubo.
—Nada —decidí ahorrarne comentarios por el simple miedo a que me hiciera algo—. Ya hay que dejar todo como estaba hasta hace un par de minutos.
—Sí —accedió—. Ya es hora de irse, no creo que quieras pasar a mi casa, ¿o sí quieres?
—No, no quiero —respondí sintiendo náuseas en mi interior—. ¿Cómo es posible que Sandra aguante este olor tan desagradable?
—De hecho no quiero que venga a verme por un tiempo y tal vez por eso «olvidé» que dejé la carne fuera de la nevera. Aunque ella me acompañó al viaje que hice a Turquía.
—¿Qué dices? Juro que no me lo puedo creer —dado el hecho de llevaba el cubrebocas, y lo llevé puesto todo el rato, casi no me podía llegar ese aroma tan poco agradable; pero aun así el olor era insoportable y me llegaba un poco. Le pregunté si los vecinos no tenían quejas acerca del olor y solo dijo que se encargó de ello; a pesar de que la gente no sabía qué diablos pasaba con Jair y su departamento.
—Sí, solo quería un tiempo de calidad para mí mismo, por eso es que me fui de viaje por un tiempo —después procedió a contarme que ella una vez fue a su casa y él le comentó que había un gato muerto en la tubería, el cuerpo de una persona en algún tinaco (como el caso de Elisa Lam) o algo así y ella juró que no volvería a su departamento hasta que se arreglara el problema con olor a muerto.
—Acabas de reprocharme la razón por la que vine y me preguntaste que qué carajos le diría a Sandra si me encontraba merodeando por aquí —casi lo grité, quería que escuchara alguien.
—Ya sé, ahora te digo que Sandra no vendrá —encogió los hombros.
—Pensé que ella vendría a verte aunque sea un rato —esta vez yo encogí mis hombros.
—Pues no, ¿acaso creías que también era una enferma mental como yo? —opté por guardar silencio y ahorrarme un par de comentarios.
—Cambiemos de tema, por favor.
—O mejor vete ya —Jair me echó de su casa y decidí hacerle caso, salí corriendo directamente de ahí porque el olor de verdad era insoportable.
¡Carne podrida de aproximadamente dos semanas eso sí que daba asco! ¡Qué asco! It was kinda impossible! Aunque no tan imposible porque me puse a pensar en que, si realmente quería un tiempo para sí mismo, pudo haberla dejado afuera a propósito y fingir que lo había olvidado por completo.
No tuve que llamar al resto de mi equipo de trabajo en la discográfica, porque al parecer todo el mundo sabía que Jair tenía problemas y las razones por las cuales estuvo haciendo Home Office; todo el mundo, menos yo. Me molesté bastante, porque tal vez pudieron decirme que Jair solo quería tiempo de calidad para sí mismo y yo no hubiera ido a su departamento a hacer el ridículo.
Al parecer tampoco revisó su teléfono celular porque le dejé aproximadamente unos mil mensajes (tal vez más, tal vez menos) en WhatsApp y ni siquiera le llegaban dichos mensajes, o algunos mensajes sí le llegaban pero no abría la aplicación, porque su hora de última conexión seguía siendo la misma: el mismo día en que él y to tuvimos sexo. Tal vez tenía otro número o le hicieron llegar sus trabajos por e-mail.
Regresé a mi departamento con un sentimiento de no-sé-qué-carajos-sentir, así que mejor escogí pensar en otro tipo de cosas como en que ya era hora de darle un baño a Hades. No hacía falta decir que, mientras esperaba al chófer de Uber que me llevaría directamente a mi departamento, fumé un par de cigarrillos (o tal vez fueron 3) y yo solo fumaba cuando me sentía nervioso, asustado o preocupado (e igualmente cuando estaba bebiendo); en ese momento me encontraba de las tres maneras (menos bebiendo), por todo el miedo que me hizo sufrir Jair y por el olor a putrefacción que emanaba de su hogar (lo que más me sorprendía era que nadie dijo nada hasta que yo llegué a investigar qué pasaba con Jair). Rápidamente me acabé mis cigarrillos y en cuanto apagué la última colilla, pedí un Uber que llegó un par de minutos después de haberlo pedido. No tardó mucho.
Tal vez fue por el cubrebocas, o porque salí un poco abrigado debido a las lluvias, que nadie me reconoció. Mi público latino aún no era tan grande como mi público estadounidense o europeo, necesitaba cambiar eso. Al llegar a casa, busqué a Hades, él ya sabía que tenía que bañarlo, así que comenzó a rasguñarme y a maullar muy feo. De la nada comencé a llorar porque, aunque él estaba sufriendo, tenía que bañarlo, ya que se suponía que debía bañarlo una vez a la semana (probablemente no lo hice porque estaba muy ocupado con todas las actividades que diario hacía, se acostumbró a que no lo bañara y lo olvidé).
El llanto que me hizo soltar Hades lo aproveché para llorar por todo lo que había hecho a lo largo de esos últimos años; pero la mayor parte del llanto fue por una persona que, a pesar de no estar a mi lado físicamente, estaba en mi vida y quería estar con él para siempre: Richard Vallaj. ¿Qué estaría haciendo Richard? ¿En qué estaría pensando? ¿Estaría pensando en mí de la misma forma en la que yo pensaba en él?
—Hades, ¿tú crees que Richard esté pensando en mí, así como yo pienso en él o ni siquiera le importo mucho? —le pregunté a mi gato (no tenía a nadie más a quien preguntarle), despuès de haberlo bañado; estaba secándose y al parecer no me odiaba por haberlo bañado.
—Meow! —él solo me respondió con un ligero maullido y se acercó a restregarse en mis piernas. ¡Qué gato tan hermoso tenía!
De repente; como por arte de magia, el tono de llamada del Skype en mi computadora me despertó de mi ensoñación, ¡era una llamada de parte de Richard Vallaj!; respondí sin dudarlo ni un poco, ¡qué raro que justo derramé un par de lágrimas por él y me llamara justo en ese preciso momento!
—¡Hola, Louis Gerald! —se veía tan feliz, tan guapo y tan mío: aunque no era un objeto para marcarlo como mío, él se veía espectacular y muy hermoso, así que solo lo saludé de vuelta—. Ya puedo tener redes sociodigitales, teléfono celular, televisión y mi maldito Apple Watch, porque papá me dio permiso de por fin usarlas; pero cuéntame: ¿cómo estás?
—Me da un gusto enorme que por fin podamos hablar sin que haya problema alguno —sonreí a la pantalla, aunque de repente sentí como un pequeño dolor en la cabeza que con el paso del tiempo se fue haciendo más y más doloroso—. Estoy bastante feliz, pero ¿cómo pasó todo eso de que ya tienes redes?
—Discutí con mi padre ayer y me comentó que solo era hasta que supiera cómo hacer todo el paperwork y demás —Richard se veía feliz; bastante tranquilo—. ¿Estás bien, Louis? —sonreí para que Richard no pensara que no estaba feliz por él. Realmente lo estaba.
—Pequeño dolor de cabeza —y aunque sí era verdad que me dolía la cabeza, ya no me sentía tan seguro de querer a Richard Vallaj—. Es como una jaqueca y me duele si hago la más mínima presión en mi cabeza.
—¿Comiste algo? ¿Has dormido bien los últimos días? ¿Has comido bien? —él se preocupaba tanto por mí, me daba más de lo que pudiera llegar a merecer, y yo ya no sentía casi nada por él; ¿por qué pasaba esto si yo estaba bastante seguro de que estaba enamorado de Richard Vallaj o solo era un capricho mío?
Al final, le respondí todas sus preguntas y traté de no sonar tan mal con él; sin embargo, sí soné un poquito desinteresado (y él creía que era por la pequeña jaqueca que sufrí).
—Esperaba un mejor recibimiento de tu parte, creí que te daría gusto saber que al fin puedo volver a tener redes sociales y ya estaríamos en mejor contacto —Richard frunció los labios y, a mi parecer, habló de dientes para afuera. Eso me dolió.
—Perdón, cariño —ni siquiera yo sabía qué diablos me pasaba—. Tengo una horrible jaqueca y sí me da gusto, aunque no lo pueda demostrar. ¿Me entiendes?
—Claro, solo que sí me siento mal por eso… pero no importa, quiero que estés bien y feliz.
—Lo estaré.
—Aun en la distancia, aunque esté en Suiza; básicamente al otro lado del mundo: sigues atrapado aquí en mi corazón y no puedo sacarte de mi mente, estoy total y completamente enamorado de ti, Louis Gerald Train. Solo espero que tú también estés enamorado de mí y me lo has hecho saber; así como también me lo has demostrado, te amo y siempre será así. Por el resto de la vida.
—¿Tú y yo qué somos exactamente, Richard? —no fue mi intención haber arruinado el momento por completo.
—¿Quieres ser mi novio? —de nuevo, fue mucho más de lo que esperaba, él no se veía triste; tenía esa seguridad en sus ojos digna de sí mismo y me agarró por sorpresa que me lo preguntara en ese preciso momento—. ¿No te sientes seguro de responderme ahorita? Supongo que puedes hacerlo después, si gustas, porque sé que…
—Sí —¿habrá sido la decisión más estúpida o la más inteligente que pude haber tomado?—. Sí quiero ser tu novio, Richard Vallaj.
—Me acabas de convertir en el chico más feliz de todo el maldito mundo, Louis —su mirada irradiaba tanta seguridad y tanta alegría; tal vez sentí que ya no sentía nada por Richard debido al hecho de que tenía una fuerte jaqueca, eso no impidió que aceptara ser su novio—. Supongo que tu mirada no irradia la misma felicidad que la mía porque sufres de una horrible jaqueca.
—No sabes lo feliz que estoy y lo bueno que es estar contigo como novios, oficialmente, por fin —sonreí y grité de emoción; aunque eso me provocó un dolor en mi sien izquierda, solo me quedé en silencio; fingiendo que no me dolía para nada.
Richard de nuevo me ofreció esa sonrisa que tanto me encantaba, esa sonrisa tenía un poder sobre mí (el mismísimo Richard lo sabía; sabía que me volvía débil ante esa sonrisa).
—No estaba en mis planes que hoy fueras mi novio, ¿sabes, Gerald? —Richard se acomodó un mechón rebelde de cabello pasando sus dedos a través de él para desenredarlo y finalmente peinarlo en su cabeza—. Se siente tan bien poder decir que eres mi novio —me lanzó un beso.
—¿Qué les decías a cualquier persona que te preguntara qué éramos tú y yo? —me llenó de curiosidad saber cómo Richard se refería de mí.
—Es algo complicado —se sonrojó ligeramente y se veía tan hermoso—. No todas las personas me preguntaban por ti, ¿sabes?
—Ok, eso dolió —fui sincero con él—. Dime cómo te referías de mí ante la gente que sí preguntaba por mí.
—A todos siempre les comentaba que eras una persona que admiro muchísimo; pero si me preguntaban si éramos algo: yo decía que no éramos novios, pero que sí éramos mucho más que amigos. Hoy por fin podré decirles a todos que eres mi novio —volvió a sonreír y a sonrojarse ligeramente.
—Guau —abrí los ojos de par en par; con mis sentimientos a flote y el corazón palpitando a mil por hora debido a que ya teníamos un compromiso en puerta. Dios, lo amaba—. Afortunadamente a mí nunca me preguntaron si tú y yo éramos algo más que amigos.
—¿Qué hubieras respondido? —me atrapó, no supe realmente qué contestarle y no era porque no lo amara, sino que era porque lo amaba muchísimo. ¡Qué loco, ¿no?! Apenas hace unos instantes, juraba que no sentía la más mínima cosa por él y ahora, de repente, estaba enamorado de él; así eran mis cambios de humor tan repentinos.
Comencé a titubear e inmediatamente pensé en responderle lo mismo que él me dijo: «no somos novios, aunque sí somos más que amigos». Y él me respondió que eso era trampa, lo era porque no podía repetir lo mismo que él me había dicho anteriormente.
—Literalmente le dije a Lindsay que nosotros no éramos novios, pero sí éramos más que amigos.
—¿Lindsay? —le respondí que sí—. ¿Quién carajos es Lindsay?
—Es que sí la conoces, ella fue la que te dijo la frase “I got a message from Louis” y con ella te mandé la invitación a mi fiesta cuando te invité a mi fiesta después de todo el drama por la indirecta que te mandé por la Justicia Hacia All Too Well al grabar mi video musical en Suiza.
—¿Por qué dicho video musical ya no está disponible en ningún lado?
—¿Tal vez porque Taylor Swift lanzó el video musical de la versión de diez minutos de su canción?
—¡Touché, guapo! —volvió a sonreír; mostrando sus perfectos, relucientes y blancos dientes cual perlas—. Entonces ya la recuerdo, sé quién es Lindsay Campbell; una chica muy linda.
—Ella fue a darte el mensaje que tenía para ti, el mensaje era que no me odies por todo el odio que recibías en tus redes sociodigitales. Aunque se supone que no tenías derecho a estar tus redes sociodigitales; ¿cómo te enteraste de que estaban tirándote odio, Richard?
—Sí, no tenía derecho a utilizar redes sociodigitales —puso los ojos en blanco como si fuera algo bastante obvio cómo descubrió que le estaban tirando odio—. Y me enteré de lo que pasaba porque uno de mis empleados me preguntó por qué había tanto odio en mis redes, ahí descubrí que se enamoró de mí y andaba de Stalker en cualquier red social que pudiera tener; pero ese no es el punto. El punto aquí es que me enseñó el Hashtag que decía “Richard Vallaj Is Over Party”; abrí mis cuentas de Instagram, Twitter y Facebook solo para poder percatarme de los miles y miles de mensajes de odio que había en mi bandeja de entrada.
—Y lo siento por ello —hablé con voz muy sincera.
—No es necesario que te disculpes, ¿sabes? Te comenté que le respondí un mensaje a un seguidor tuyo; incluso puede que sea un fanático de Taylor Swift, ¡yo qué sé!, y muchas de las personas que me mandaban mensajes de odio ni siquiera sabían lo que decían.
—Lo se, en su mayoría son menores de edad —como pude, traté de defender a mis fans—. Siempre tuve la duda de qué es lo que le escribiste.
—Solo le pregunté si era verdad que me odiaba como tanto juraba que lo hacía; a muerte —encogió los hombros.
—¿No deberías estar trabajando o algo así? —pregunté con un tono de condescendencia.
—Day off, darling! —casi saltaba de alegría y eran esos los pequeños detalles que amaba, olvidé por completo que Richard tenía la habilidad de hacerme sentir que todo lo que él hacía y me decía, era nuevo para mí—. Ayer fue mi day off y hoy entro a trabajar en un rato, pero desperté antes y quise llamarte solo para saludar y asegurarme de que estuvieras bien.
—Creí que no podías tener días libres o algo así.
—En teoría: no debería tener días libres, pero soy el jefe y el jefe puede ausentarse también un rato —Richard tomó una actitud de un hombre bastante soberbio, la cual me encantaba—. Quisiera ir a verte, aunque sea un rato, no creo poder porque, al ser jefe en esta sede, tengo muchísimas responsabilidades de adulto; grown-up life sucks!
—La vida como cantante tampoco es fácil, es una mierda y apesta también —el teléfono celular de Richard empezó a sonar y a vibrar; tenía una llamada y pude escuchar toda la conversación:
—Hola, Gretchen —tomé mi móvil y rápidamente accedí a un traductor que tenía en mi móvil para identificar qué idioma era el que Richard estaba hablando—. ¿Entrar ahora a la reunión? ¿Es muy urgente? Sí, estoy bastante ocupado; para empezar, es mi día libre y estoy hablando con MI NOVIO. Cuídate, Gretchen, y no quiero más problemas, gracias, adiós. —Richard habló alemán y por fin se refirió a mí como su novio (esto según el translate que usé, ya que no sabía nada acerca del idioma alemán ni lo conocía).
Según el traductor, eso fue lo que Richard Vallaj dijo.
—¿También sabes alemán? —le pregunté en cuanto volvió su atención hacia mí—. Yo sé que sí.
—¡Catalán, italiano y francés también, cariño! —Richard era tan hermoso—. Digamos que la empresa sigue expandiéndose cada día más y nos pasaron a la región de Suiza donde se habla alemán; tuve que aprender alemán ya una vez estando aquí.
—Eres muy inteligente, Richard —creo que, para ese momento, las pupilas en mis ojos hicieron la silueta de un corazón cuando mencioné esto. Aunque eso era anatómicamente imposible.
—Me encanta tu mirada de enamorado, mi amor.
—Y yo amo que me digas así, mi amor —el resto de nuestra plática se trató de nosotros mismos diciéndonos que nos amábamos muchísimo, diciéndonos el uno al otro que éramos hermosos y, aunado a esto: también nos dijimos, en un par de ocasiones, que éramos lo mejor que nos había pasado en la vida del otro. Simplemente era maravilloso.
—No puedo quedarme otro rato; aunque sí me gustaría, debo irme a trabajar un rato, mi vida —ay, no, Richard se iba; pero me dijo que era su vida—. Eres lo más importante y lo mejor que me ha pasado… en años —lloré internamente y pensé que seguro también le había dicho lo mismo a Jessie Jones (esa fue la razón por la que lloré internamente; tal vez, eso y que fue lo más hermoso que Richard me dijo siempre). Después empecé a llorar de verdad—. No llores, cariño, quisiera quedarme un rato más, pero ya te expliqué que no puedo quedarme.
—Lloro porque me dijiste que soy lo más importante y lo mejor que te ha pasado en años —le mentí, sí, solo un poco—. También eres una persona que me encanta demasiado y es imposible llorar porque es tan hermoso lo que me haces sentir —me enjugué un par de lágrimas y le lancé un beso a Richard.
—Ojalá estuviera allá o tú estuvieras aquí para que me des ese beso —volví a llorar ya que de verdad deseaba volver a tener a Richard Vallaj junto a mí.
—I was enchanted to meet you —como ya era costumbre en mí, le canté una línea de una canción de Taylor Swift—. Wait!, before you leave, I want to tell you something, may I? —tenía algo muy importante que necesitaba decirle a, mi ahora novio, Richard.
—Go ahead, my love —no me lo podía creer que Richard por fin era mi novio, después de tantos años deseando que esto pasara; por fin me pasó y me sentía como si fuera The Lucky One.
—Eres el amor de mi vida —y colgué la llamada por Skype, le hice lo mismo que él me hizo un par de años atrás cuando me confesó que me amaba (sin ser novios oficialmente; nos volvimos novios el 8 de julio de 2022, a pesar de que estábamos saliendo desde aproximadamente 2020; en junio).
Richard volvió a llamarme por Skype y decidí responderle.
—Mi amor, estuvo bien lo que me dijiste; me sorprendió muchísimo —sonreí, creí que él sabía lo que intenté hacer. Tuvo que saberlo—. También quiero que sepas que tú también eres el amor de mi vida y no pienso colgar la llamada.
—Eres un gracioso muy hermoso —me reí por lo que me dijo—. Creo que será una costumbre nuestra arrojarnos bombas así de grandes y colgar la llamada, ¿no crees, Richard?
—Sí lo creo posible y ¿sabes qué? Me encanta bastante, guapo.
—A mí también —sonreí, deseando que Richard se quedara un poco más de tiempo conmigo, se veía tan guapo con su traje color negro, su corbata y todo lo que era parte e su atuendo.
—Me tengo que ir —pero no fue así—. Te amo mucho, mi amor.
—Te amo muchísimo más, precioso —iba a llorar porque el hecho de ser novio de Richard Vallaj era algo tan hermoso, tan bello y tan especial que me hacía sentir todo lo que nunca pude sentir en mucho, mucho tiempo—. Espera, no te vayas aún, ¿tienes prisa?
—Un poco, pero si se trata de ti, puedo ser capaz de esperarte el tiempo que sea necesario —y por cosas como esa es que lo amaba tanto—. ¿Todo bien, mi niño? —fui por Hades y lo puse frente a la cámara de mi iMac.
—Mira, Hades, despídete de tu papi Richard.
—Es tan hermoso, así como el dueño, ¿sabes?
—Ya lo dijiste, Richard —se lo recordé amablemente—. Siempre he pensado que las mascotas son una parte fundamental de nuestra vida, entonces también son parte de nuestra familia. Por lo tanto, yo sería su papá y tú también, Richard. Hadès sería nuestro hijo —respondí, Hades comenzaba a retorcerse mientras lo sostenía en mis brazos.
—Hola y adiós, Hades —Richard le lanzó un beso—. Ya suéltalo, te va a rasguñar o algo peor, Gerry.
—Sí, tienes razón, Richard.
—No quiero, pero tengo que irme, adiós, Louis Gerald —me lanzó un beso y apagó la cámara.
—Adiós, Richard, espero que te vaya muy bien en el trabajo. Te amo —le hablé a la pantalla en negro, sin tener respuesta de Richard porque él ya se había ido a trabajar. No solté lágrima alguna, al contrario: me acosté en mi cama sonriendo como un idiota y pensando en Richard; que estaba a mi lado, me besaba y me daba un beso de buenas noches antes de dormir.
Richard, Richard, Richard… si tan solo pudieras ver toda la falta que me hacías en mi casa; desafortunadamente, nunca pude ofrecer un concierto en Suiza y Richard nunca pudo ir a verme a un concierto mientras estaba trabajando en su empresa con sede en Suiza. Ese día me dormí escuchando la canción «Hasta Los Dientes» de Camila Cabello y es que su último álbum de estudio, «Familia», era un disco bastante bueno. Dormí pensando en Richard Vallaj y en cómo es que la canción de Camila Cabello se relacionaba a mi relación con Richard Vallaj.
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