Capítulo 4
Illumi Zoldyck nunca olvida.
Es una de las personas más rencorosas que existen. Desde lo pasado con Alluka, juró que acabaría con cualquier proveedor de felicidad que haga feliz a su hermano.
¿Y qué mejor que eso que su propia hija?
Era desalmado. Calculador y un asesino de sangre fría.
Poder tener bajo a su control todo era su proeza. Lástima que lo que había logrado hace años se acabó por el propio Killua al soltarse de su control.
La joven estaba caminando por los pasillos del dirigible, totalmente vulnerable e ignorante del peligro inminente que le acecha.
—¿Qué haces por aquí a estas horas? —la voz gélida fue lo que rompió el silencio que provocó una reacción de miedo y pánico en la chica.
Se volteó a verlo con sorpresa. Los par de ojos negros parecían una fosa sin fondo.
—¿Qu-quién eres...? —su presencia era afisxiante.
Aquella pregunta solo hizo sonreírle de manera torcida.
—Nunca te hablaron de mí, no me parece extraño...
Con eso llamó la atención de la progenitora de los Zoldyck.
—De manera legal... somos tío y sobrina.
Lukia no cabía dentro de sí. Miraba atónita al hombre frente suyo.
Nunca supo de tener algún familiar por parte de su padre.
—¿Co-cómo lo sabes? Yo nunca he escuchado de ti…
—Mi hermano odia hablar de la familia. Pero nuestros lazos de sangre son inevitables, no puede evitar que tu poseas sangre de nosotros. Por más que quiera ocultarlo.
La confusión de la chica era evidente. En ese estado Illumi aprovecharía de hacerla dudar.
—Te reconocí desde que te vi. Sabía que si me acercaba a ti seguramente Killu lo evitaría…
Los ojos mieles lo miraban con duda. Estaba sola entre la nada y ese hombre que decía que era su consanguineo.
—Escucha. Si quieres saber sobre tus raíces, puedo contarte todo lo que quieras.
Una trampa camuflada.
—No te conozco, aún así… Pre-prefiero hablarlo con él…
El pelinegro hace una mueca. No muy convencido de que su plan no esté yendo a donde quiere.
Tal vez necesitaría usar una de sus agujas. Aquella que funcionó durante años en el cerebro de Killua ayudaría a facilitar las cosas.
Illumi levantó una de sus manos hacia ella, sin embargo, se alejó inmediatamente aunque las piernas le temblaran y sudara frío.
Le recordaba tanto a su hermano. Aunque está resultaba más desconfiada.
—Sí te me acercas te romperé el brazo.
Eso le hizo sonreír de una manera retorcida. Recordando la primera vez que conoció a Gon.
Lukia sentía que debía huir de ahí. Puede que estuviera diciendo la verdad, aunque eso no resultaba importante.
Estaba en una clara desventaja ante el monstruo que tenía al lado.
—Vamos, sé que no eres capaz de hacerlo.
¿Dudaba de su capacidad? Podría ser, nunca había luchado contra alguna persona. Siempre fue algún árbol o con su propio progenitor que le encantaba darle choques eléctricos.
—No… No me provoques. —iba a volver a alejarse, pero en ese instante apareció el más alto detrás suya dejándola inconsciente.
Lo único que se pudo escuchar en el pasillo fue un turbio silencio.
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