La pequeña de diez años caminaba por las calles cubiertas de nieve de Godric's Hollow. ¿Tenía miedo? Sí, mucho. Pero sus ansías de llegar al cementerio eran aun mayores. Había pasado semanas buscando información sobre sus padres, dónde estaban enterrados y cómo podía llegar hasta ellos. Tenía la necesidad de ver sus tumbas, de tenerlos cerca de nuevo. Quería ver si alguien les llevaba flores y se acordaba de ellos. Secó las lágrimas que se escurrían de sus ojos y se abrazó a si misma en busca de calor. Sus botas agujereadas se llenaban de nieve a cada paso que daba, haciendo que sus pies le mandasen oleadas de frío a todo su cuerpo. Tragó saliva y siguió andando por la vacía calle de piedra.

Tardó horas en encontrar el cementerio; podía oír gente cantar, reír y charlar. Podía oler la comida de las casas, e incluso podía sentir el calor que emanaban los edificios a cada tanto. Suspiró mientras seguía andando sin pestañear un solo segundo, decidida a encontrar la tumba de sus padres. Algunas veces apretaba las flores que llevaba contra su pecho, para asegurarse de que no se estaban congelando tanto como ella.

Cuando llegó a la entrada del cementerio, una oleada de inseguridad la recorrió de arriba a abajo. Más lágrimas amenazaron con salir, pero negó con la cabeza y entró con paso firme por el camino de grava. La nieve y las piedras crujían bajo las botas, mientras ella recorría con la mirada el nombre de cada una de las tumbas que llenaban el cementerio. Pasó mucho tiempo andando de izquierda a derecha, recorriendo hileras de tumbas y sintiéndose cada vez más abatida y desolada. Pero entonces vio los nombres.

JAMES Y LILY POTTER

Mientras tragaba saliva, sacó las flores de su bolsillo. Esta vez no hizo nada para que las lágrimas no saliesen de su cauce, las dejó caer, notando como recorrían sus heladas mejillas. Miró la tumba con las flores aun en la mano. Cerró los ojos, mientras se sentaba en la nieve. Le daba igual helar su culo si podía estar cerca de ellos una vez más. Apoyó su espalda en la lápida, mientras dejaba caer más lágrimas. Sin que ella se diese cuenta, su pelo fue cambiando su color al blanco, mientras las flores se congelaban poco a poco por el contacto con sus manos. Tragó saliva al notar algo helado en la palma y al abrir los ojos, vio que las escasas flores que llevaba antes se habían convertido en flores de hielo. Algo en ellos aun dejaba ver su belleza, así que Annie las dejó como estaban. Las apoyó en la lápida, junto a ella, y se puso mejor el gorro. No se daba cuenta del primer cambio de color de su pelo. Abrazó sus piernas y empezó a hablar con voz temblorosa.

-No nos hemos visto en mucho tiempo, pero tengo muchas cosas que contaros...-Más lágrimas salieron sin remedio mientras un sollozo brotaba de su garganta.- Os he echado mucho de menos.

Y ahí estuvo toda la noche de nochebuena, hablando con sus padres y contándoles los siete años que había pasado lejos de ellos. Y sin que ella se diese cuenta, alguien la estaba observando desde una esquina cercana de la tumba de Lily y James Potter.

-Feliz navidad.-Susurró al final, cerrando los ojos.