8. Las pruebas de quidditch

Ya es viernes, por lo cual solo puede significar una cosa (a parte de dos horas de pociones con Snape). Las pruebas de quidditch. Eso es en lo único que puedo pensar ahora, ya que esto de presentarme podría tener dos finales posibles: Podría salir bien, enseñaría mi talento de cazadora y tal vez me admitan en el equipo... o puedo caerme de la escoba y quedar en ridículo. Y a decir verdad, es lo segundo lo que parece más probable aunque todo el mundo me diga lo contrario.

-¡Caete de la escoba y haznos un favor, Potter!-Oigo el grito de algún Slytherin del montón. Debería aclarar que lo que yo considero mundo son mis amigos y personas cercanas. Suspiro y sigo con mi camino al Gran Comedor, ignorando todos los comentarios del estilo. Me siento al lado de George y Fred, justo en medio de ambos. Miro la comida, sin mucha hambre. Cuando me pongo nerviosa parece que se me vayan las ganas para todo.

-Lady Potter...-Empieza George, algo dudoso. Lo miro, preguntándole con la mirada qué quiere.- ¿Estás bien?

-No tengo hambre.-Confieso, algo bajo. Ambos se miran sobre mi cabeza -recordemos que mi estatura hobbit no les dificulta mucho mirarse- y vuelven a clavar su vista en mí. Medio sonrío, intentando tranquilizarlos, pero me sale de pena. Ambos me abrazan y yo suelto mi decimocuarto suspiro del día.- ¿Y si lo hago mal? ¿Y si me caigo de la escoba?

-Oye An, acuérdate del año pasado.

-¿La clase de vuelo?-Digo haciendo una mueca de asco.- Sí, terminé paralítica durante varios meses.

-No, justo eso no.-Me dicen los dos rodando los ojos. Es Fred ahora quien toma la palabra.- De aquella noche a la que fuimos al campo. Te salió todo sin apenas pensarlo. No le des tantas vueltas, solo disfruta el tiempo que estés encima de la escoba y todo saldrá bien.

Tanto George como yo miramos a Fred con una ceja alzada, medio asombrados de que de repente se haya vuelto tan filosofo. Este sonríe falsamente y sigue comiendo su desayuno, mientras yo miro a su gemelo.

-¿Le ha pasado algo hoy a la mañana?

-Se ha caído y se ha dado contra la cama. Se le habrán ido algunas neuronas con el golpe.-Me responde él con una cara de 'Hum, es lo más probable'. Suelto una carcajada y niego con la cabeza, mientras noto un golpe de Fred en mi brazo.

-¡Ay!-Me quejo para después sobar mi brazo. Fred sigue comiendo mientras Kurt se siente frente a nosotros. De nuevo tiene un ojo morado, aunque lo intente disimular. Los tres lo miramos con una ceja alzada, mientras este se tapa la cara con una mano, medio disimulando. Mientras los gemelos se aclaran la garganta yo toso falsamente.- ¿Qué, ahora te has dado contra el lavabo?

-Sí.-Murmura él para después empezar a comer. Come lento, muy lento. Y entonces me doy cuenta de que tiene la mandíbula hinchada. Alzó ambas cejas, mientras observo el resto de su cuerpo y su cara. Tiene parte de la túnica rasgada, el pelo más desordenado que de costumbre y la nariz parece tener algo de sangre mal limpiada. Lo miro seria, sin poder entender por qué nos miente.

-Kurt, en serio. ¿Quién ha sido?-Pregunto en un susurro, intentando no captar la atención de la mesa. Este suspira pero no dice nada, solo mueve un poco más la mano, tapando su cara. Agarro su muñeca intentando que me mire a los ojos, pero él la aparta con una mueca de dolor. Me muerdo el labio y le alzo la manga, dejando ver un montón de moretones a lo largo del brazo. Kurt aparta su mano en un movimiento brusco, aunque ya es tarde. Tanto los gemelos como yo lo hemos visto.- Kurt, dime ya quien ha sido.

-Estoy bien, Annie.-Susurra, intentando que la voz no le tiemble. Trago saliva, notando como empiezo a enfadarme; no por él, no nos confundamos, solo por el hecho de que esté tan mal y yo no pueda ayudarlo.

-Kurt, en serio.-Dice George a mi lado. Fred lo mira igual de preocupado. El castaño no nos mira en ningún momento, supongo que por miedo. Los tres nos miramos y entonces entra la voz de Amanda, como si ya no tuviésemos suficientes problemas para añadir uno más.

-Buena suerte luego, Potter.-Me dice con un toque de burla en la voz.- Espero que nada te de en la cabeza.

Sin darme tiempo a responder, se va con un séquito de ovejas por detrás. Murmuro algo que es mejor no entender y mi vista vuelve a Kurt, quien aun sigue sin dignarse a mirarnos. Lo cojo de la mano y me sorprende que no me la aparte de golpe. Se la aprieto en forma de apoyo.

-Kurt, sabes que estamos aquí para ayudarte. Somos tus amigos.-Dice George, al ver que sigue sin decir nada. Noto el apretón de vuelta y después como se levanta.

-Sé que estáis aquí, tranquilos.-Sonríe y se levanta, para después alejarse de la mesa de Gryffindor e ir hacia las puertas del gran comedor. Los tres miramos como nuestro amigo se aleja y no puedo notar más que un nudo en la garganta cuando lo veo marcharse. Mi mirada se clava de nuevo en el plato, sintiéndome peor que hace unos instantes. Suspiro y es entonces cuando veo que Noa me mira alarmada. Se señala el pelo y abro mucho los ojos, mientras cojo uno de los mechones. Efectivamente, se está tornando blanco. Me levanto y salgo corriendo del comedor, oyendo como los pasos de la rubia me siguen a los pocos instantes. Corro hasta el baño de Myrtle; para cuando llego mi pelo está ya completamente blanco y mis ojos algo parecido. La temperatura del baño empieza a bajar mientras varias lágrimas involuntarias salen de mis ojos. Entonces oigo la puerta y tras unos segundos los brazos de Noa rodeándome. La abrazaría, pero me da miedo hasta tocarla por lo que pueda pasar. Más lágrimas salen y no sé cual es la causa: mi preocupación por Remus, o mi preocupación por Kurt, el echar de menos a Harry, Tate... dios mío. Cual de todas no es es ahora mi pregunta.

-An, tranquila.-Murmura ella abrazándome.- Tranquila.

-Perdona.-Digo abrazándola. Ella niega con la cabeza y aprieta más fuerte, dándome ánimos. Me mira tras unos minutos y se queda algo seria mirando mi cara.- ¿Qué pasa?

-¿Son lágrimas de hielo?-Pregunta alzando una ceja. Hago una mueca de confusión y me seco las mejillas. Miro el dorso de mi mano izquierda y entonces la veo recubierta de pequeñas gotas heladas. Frunzo ambas cejas sin entender que está pasando aquí.

-Noa...-Digo mirándola. Esta niega con la cabeza, entendiendo tan poco como yo. Suspiro y decido ignorar por el momento lo raro que se está poniendo mi poder.- Olvidemos esto por un rato. Necesito hacer las pruebas de quidditch en buen estado.

-¿Al final te presentas como cazadora?-Sonríe, feliz. Asiento, con una media sonrisa contagiada de la suya.- Yo también me voy a presentar.

-¡¿De verdad?!-Exclamo. La señalo.- ¡Y tu sin decirme nada!

-Es una decisión de última hora.-Ríe un poco y yo sonrío. Aunque las lágrimas sigan cayendo, me siento algo mejor.- ¿Y ahora como te quitamos ese color de pelo y el de tus ojos?

-Es un proceso largo.-Murmuro, rascándome la nuca.

***

Miro tanto Fred como a George, sintiendo mi corazón latir a más velocidad que nunca. La última vez que me sentí así fue en el examen de gimnasia de mi antiguo colegio, en el cual había que hacer algo con un balón que no recuerdo. Total, que el balón terminó en la cara de mi profesora y su nariz algo rota.... y yo con un suspenso. Bueno, digamos que al menos ya no me presionaba tanto en gimnasia por miedo. Juego con mis dedos, intentando calmarme. Miro de nuevo a los gemelos, quienes siguen dando a la bludger. Sonrío un poco, sabiendo que los van a coger de golpeadores a ambos. Oliver Wood, un chico aficionado al quidditch y el capitán del equipo, da unas palmadas en señal de que ya pueden parar. Fred le da un golpe a la pelota y esta termina en la caja, para que el ayudante de Wood solo tenga que atar las correas. Ambos sonríen de lado y chocan las manos. Se acercan a mí y me regalan una de sus sonrisas de oreja a oreja.

-Tu puedes, Lady Potter.

-¡Machacalos!

Río un poco y voy junto a Alicia y Angelina, quienes también se han presentado como cazadoras. Tras intercambiar palabras de ánimo, las tres nos subimos a la escoba y nos quedamos en el aire, esperando la primera instrucción. Cojo unos instantes para mirar las gradas; veo a Noa, Lea, Kurt y John en una esquina, lo cual me hace sonreír. Y en la última grada, veo un pelo rubio ceniza y una cara demasiado conocida. La bufanda de Slytherin que se ciñe en su cuello hace que casi grite el nombre de Tate. Pero contengo mis emociones y me concentro en la prueba.

-¡Empezad a dar vueltas por el campo!-Grita Wood, a lo cual todos obedecemos. Me sorprende que tenga esta facilidad en estos momentos teniendo en cuenta como fue mi primera clase de vuelo. Pero evito distraerme, pues sé que si sigo así, me voy a golpear contra un poste. Tras una veintena de vueltas, la mayoría de cazadores seguimos en pie, salvo algunos que se han caído de la escoba o como he vaticinado conmigo misma, se han dado contra el poste de gol. Oliver nos ordena separarnos en varios equipos, todos de tres cazadores; formamos cuatro o cinco equipos de tres, los cuales nos vamos turnando para pasarnos y marcar la quaffle. Me enorgullece decir que he marcado todas las que me tocaban, sobretodo por los gritos de ánimo de mis amigos. Eso era lo que realmente ayudaba, ¿No? El hecho de que todos te apoyasen.

A pesar de que llevo los primeros treinta minutos de la prueba con facilidad, mi cabeza empieza a doler pasado ese tiempo. Cierro los ojos con fuerza mientras espero mi turno. Mis compañeros de la especie de equipo me miran extrañados, pero yo meneo un poco la cabeza y vuelvo a concentrarme en la prueba. Trago saliva y pasa otro espacio de tiempo cuando empiezo a notar un dolor más fuerte. En una de estas me desconcentro y noto como una blugder me da en la espalda. Me inclino hacia delante, tosiendo con dolor. Ambos chicos de mi equipo se acercan a mí y me ayudan antes de que me caiga de la escoba, pero mi cabeza es lo que me duele más que la espalda. Tras unos minutos más, volvemos a hacer la prueba. De nuevo, al pasar un espacio de tiempo mas corto que el anterior, la cabeza me duele a tal punto que la vista se me torna borrosa. Es entonces cuando mi mano se resbala del palo de la escoba y yo caigo al vacío, sintiendo mi temperatura corporal bajar a cada que baja la caída. Abro los ojos y es entonces cuando lo veo de nuevo. Esos ojos verdes en alguna parte de las gradas. Ojalá pudiese enfocar mejor, pero el dolor me provoca cerrar los ojos con fuerza y esperar el golpe contra el suelo. Pero ese golpe nunca llega; es más, noto unos brazos conocidos cogerme a apenas un metro del suelo.

-Potter, vuelve a darme ese susto y juro que te mato yo.-Susurra Tate. Quiero decir algo, pero el dolor se hace tan intenso que tras unos instantes, todo lo que me rodea es oscuridad.

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